#ZNSeries – Loki. Temporada 2. Episodio 4 – El corazón de la AVT

¡Hasta luego, Loki!, por Jordi T. Pardo

Hemos pasado el ecuador de la segunda temporada de Loki y la trama de la temporada sigue sin avanzar. El primer episodio de esta nueva tanda de episodios ya nos había introducido la situación de inminente de apocalipsis de la Agencia de Variación Temporal. Y acabado en cuarto episodio de la temporada ahí seguimos. Se han ido incorporando al reparto viejos y nuevos personajes, pero la serie ha abusado de un decompressive storytelling que ríete tú de los cómics de Brian Michael Bendis y sus acólitos. Hemos sustituido los variados apocalipsis de la primera temporada, por uno que se ha eternizado y que ha acabado por lastrar la interesante premisa con la que comenzó todo. Llevamos casi cuatro horas como espectadores viendo a Loki y Mobius corriendo de un lado a otro -principalmente por los pasillos de la AVT- y siendo protagonistas de conversaciones reiterativas que no acaban de ir a ningún lado.

Si algo tiene de diferente este episodio es el fundido a negro con el que acaba a raíz de la presumible destrucción del Telar Temporal. Esperemos que este sí sea un punto y a parte para la temporada, aunque, por lo pronto, algunos titulares que comparan el impacto de esta escena con el chasquido de Thanos en Vengadores: Infinity War son un poco exagerados. La manera en la que se ha llegado hasta este punto ni mucho menos tiene la épica y la emoción de ese momento que ya es historia del cine. Lo que nos encontraremos la semana que viene en el próximo episodio de Loki ciertamente es un misterio, pero lo que sea dependerá de la agenda de Marvel Studios y es posible que no sea nada de lo que esperamos (no sería la primera vez que un pretendido cliffhanger se queda en agua de borrajas…). También es cierto que el último episodio de Loki se estrenará la misma semana que Marvels llega a los cines y eso huele a gran cambio de por medio…

En cualquier caso, es posible que el nuevo status quo que encontraremos a partir de la próxima semana en la serie sea realmente interesante, pero la producción en sí misma sigue teniendo los mismos problemas que ya tenía su primera temporada y los que sigue arrastrando desde el primer episodio de la presente. En el mejor de los casos, Loki habrá sido una herramienta para llevar adelante la «macrohistoria» del universo cinemático de Marvel Studios, pero a falta de dos episodios -y salvo por el reiterado carisma de algunos de sus personajes- la serie no está a la altura de este acontecimiento tan pretendidamente relevante. En la línea de otros productos de Marvel Studios y Disney Plus entra fácil, se digiere sin problemas y hasta te puede hacer esbozar alguna sonrisa, pero se queda un poco corta en todo lo demás y, especialmente, en tener una verdadera autonomía y entidad como serie.

Y eso que en este episodio tenemos muchos momentos que buscan pillarnos desprevenidos: la muerte de Victor Timely, la alianza entre Ravonna y Miss Minutes (¿una manera a futuro de intentar dar de lado al Kang de Jonathan Majors?), Loki matando a Loki y, por supuesto, la destrucción del Telar Temporal y el fundido a negro. Estamos seguramente ante el mejor episodio de la temporada después del primero, pero el caso es que todos estos momentos no tienen el impacto que deberían generarnos porque los personajes no nos importan a ese nivel. No se ha trabajado en ese aspecto -salvo con Mobius- para llegar a ese punto y Loki es un tema a parte, pues sus bandazos psicológicos no son muy coherentes y nos falta ver realmente esa faceta manipuladora y oportunista del Dios de las Mentiras en los cómics. Este Loki simplemente parece reaccionar a todo lo que le pasa a su alrededor, echando siempre un interesado y conveniente vistazo a las necesidades del guion.

Cada Loki con su tema, por Juan Luis Daza

Ahora sí, la segunda temporada de Loki llega a su ecuador y como dicta la tradición el desarrollo de hechos relevantes comienza a precipitarse una vez tenemos a todos los personajes principales, heróicos y villanescos, en las instalaciones de esa AVT que da título al episodio, Heart of the ATV. Lo primero que llama la atención es que los directores Justin Benson y Aaron Moorhead imprimen un tono solemne y casi oscuro a la letra impresa del guion escrito a seis manos por Eric Martin, Katharyn Blair y Michael Waldron entroncando con lo visto con anterioridad en los tres episodios previos de la temporada en curso, sobre todo en lo concerniente al inmediatamente anterior, que cargaba las tintas con la comedia. La gravedad de algunas situaciones e incluso la cruel eliminación de algún que otro personaje atestigua este cambio tonal que, por otro lado, es lógico debido a los acontecimientos que devienen en la trama.

Una vez más el Victor Timely de Jonathan Majors se convierte en el centro de la trama principal, pero no se olvidan los guionistas de dar un perfil coral al capítulo dedicando minutos a todos los personajes principales. Curiosamente el que queda un poco arrinconado, convertido casi en un improvisado rol secundario, es el mismo Loki de Tom Hiddleston que aquí es solapado por la Sylvie de Sophia Di Martino, la Renslayer de Gugu Mbatha-Raw, el Brad de Rafael Casal o el ya citado Victor Timely del actor de Creed III. En la recta final la épica que pudimos ver prematuramente en el primer episodio de hace tres semanas es recuperada para encarrilar una clímax que todo apunta será más patente en la quinta entrega que en la sexta que pondrá fin a la tanda de episodios.

Pese al agrado con el que se visiona esta segunda temporada de Loki y la relevancia futura que tendrán el UCM varios de los hechos que conforman el argumento del proyecto la sensación que me transmite la serie es que todo lo que en ella se materializa es una nadería en la que el piloto automático de sus máximos responsables lleva activado desde el mismo planteamiento principal de la historia narrada. Efectivamente esa sensación de cierta apatía en fondo y forma no es tan grave como la que pudimos ver y sufrir en Invasión secreta, pero sí lo suficientemente patente para confirmar que puede que esa desgana con respecto al cine de superhéroes que a día de hoy siente el espectador medio venga también por la desidia y poca originalidad con la que los responsables de esos productos acomenten su creación.

It’s the End of the World as We Loki, por Samuel Secades

A tan sólo dos episodios para finalizar su segunda temporada, este cuarto capítulo de Loki se ha despedido con un cliffhanger de esos de quedarte al borde del sofá; pero, más importante aún que el final, hemos tenido esta semana un episodio donde no han parado de ocurrir cosas, y eso es algo que estoy agradeciendo mucho en esta segunda tanda de episodios. Porque Loki, a diferencia de otras series donde se dilatan las tramas, está siendo todo un vendaval narrativo desde su comienzo. Y con tres bandos operando a la vez en la TVA, y una desesperada situación a contrarreloj, es de admirar que en este cuarto episodio hayan sabido tener tiempo (nunca mejor dicho) para hacer avanzar, y de qué manera, la trama de la serie. Y sí, es verdad que estando en una entidad fuera del tiempo como es la TVA es fácil jugar con las tramas temporales y los sucesos que se pueden revertir, pero precisamente por ese factor caótico, Loki está siendo tan divertida: personajes importantes desaparecen y líneas temporales enteras son erradicadas, e incluso el propio Loki tiene tiempo de asesinarse a sí mismo para cuadrar la historia.

De lo que no parece haber duda es que la trama de Loki tendrá mucha más repercusión en el futuro del MCU que la mayoría de sus primas televisivas, y lo va demostrando semana a semana. El protagonismo de Victor Timely, no sabemos si para formular el origen de Kang o para cargarse al actor por la puerta de atrás, ha superado con creces el nivel de cameo que pensábamos que tendría en la serie, y parece que los episodios finales dejarán muchas piezas preparadas para la guerra multiversal que le aguarda al MCU; pero Loki también sabe jugar con las tramas más sutiles, como esa amenaza final de Miss Minutes a Timely o, la que puede ser más interesante aún, el papel de Mobius, quien se mantiene como un enigma pero que ha sido cuestionado ferozmente por Sylvie en este episodio.

Y en esas seguimos, entre persecuciones por pasillos, secuestros, rescates y un apocalipsis en ciernes. Es verdad que Loki ha perdido parte de la ambición de su primera temporada al quedarse demasiado tiempo entre los muros fuera del tiempo de la TVA y enfocándose también demasiado en la (a veces absurda) trama de arreglar el telar con Ouroboros de manitas, pero a cambio nos está regalando una segunda temporada muy entretenida y trascendente para el devenir del MCU. De cara a los dos últimos episodios necesito, eso sí, menos luchas de poder en la TVA y más, mucho más Tom Hiddleston, que en muchos momentos parece más espectador y secundario de su propia serie que protagonista de la misma.

Nos hemos vuelto Lokis, por Sergio Fernández

Se nos viene la locura. Traspasado el ecuador de esta segunda temporada de Loki, las cosas están menos claras que nunca. El corazón de la AVT ha resultado ser un galimatías prácticamente de principio a fin. En su selecta filmografía, Justin Benson y Aaron Moorhead han demostrado su gusto por mantener al espectador en permanente estado de shock. En esta cuarta entrega, los directores de El infinito han puesto en sus manos el puzle que estaba a punto de ser terminado para, posteriormente, lanzarlo contra el suelo y que saltara en mil pedazos. Como hemos comentado en semanas anteriores, llegamos al visionado de este nuevo arco con cierta pereza por lo tediosos que resultaron los últimos estrenos de Marvel Studios en la pequeña pantalla. Loki deja de lado los guiones planos e invita a disfrutar de su visionado con un paracetamol a buen recaudo.

Habíamos dejado a Ravonna Renslayer al final de los tiempos junto al cadáver descompuesto de Kang y la compañía de Miss Minutes. En el apartado especial de revelaciones, el personaje interpretado por Gugu Mbatha-Raw ha descubierto que El que permanece, al más puro estilo Darth Sidious y su Orden 66, activó el Protocolo 42 para borrar la memoria, el caché y las cookies de Renslayer y compañía para gobernar en solitario. Cualquiera que hubiera leído el manual del buen tirano se habría dado cuenta de ello.

De mientras, en la AVT los esfuerzos se centran en arreglar un Telar más peligroso que el de Ella-Laraña. Vaya tela. En su incursión a la organización, Victor Timely alucina a partes iguales conociendo a Ouroboros que descubriendo los chocolates de máquina. Paradojas del destino. OB, OBA, cada día te quiero más. Con su figura decorando los grandes salones de la AVT, a Victor se le supone carácter mesiánico pero, realmente, tartamudea como consecuencia de su inseguridad. Para arreglar el desbarajuste, los presentes idean un plan que es mejor tratar de no entender para que nuestra cefalea no vaya en aumento.

¿Os acordáis de Brad? El desertor de la AVT guaperas reconvertido a actor se encuentra encarcelado junto a la General Dox y los Minutemen. En un cruce improbable de realidades (y de compañías), Justicia Encapuchada, Dollar Bill, La Silueta, Capitán Metrópolis y compañía serían quienes hubiesen acompañado a Kate Dickie en estas escenas. Desgraciadamente, los Minutemen de Loki son soldados rasos con muy poco futuro por delante. La oferta de Ravonna, que aparece abriendo un portal, solo es aceptada por Brad que ansía recuperar su particular sueño de Hollywood. El resto, que tenían los minutos contados, acaban convirtiéndose en un licuado poco apetecible tras sufrir en sus propias carnes la reducción del espacio en su máxima expresión.

En mi opinión, la mejor escena de este cuarto episodio ha tenido lugar en la sala de las tartas. Loki y Sylvie continúan debatiendo por la muerte infligida por la segunda al final de la primera temporada, pero también por no haber matado a la variante decimonónica de Jonathan Majors cuando hubo posibilidad. Causas y consecuencias. Un efecto mariposa que en palabras del hermanastro de Thor ha resultado ser su discurso más empático desde que apareciera por vez primera en el MCU. La esperanza es lo último que se pierde, aunque sea difícil de mantener. Eso sí, el “somos dioses” con el que ha culminado la conversación ha sido la guinda de un pastel con sabor asgardiano.

Miss Minutes aparece en las pantallas cual Dennis Nedry en Parque Jurásico impidiendo tomar el control. Para acabar con el fastidio, OB y compañían resetean el sistema consiguiendo que la Marbú Dorada se desintegre. No será la única perdida de la jornada. Todo esto tendrá sentido en quince días, pero ver a Loki borrándose así mismo ante los ojos de Sylvie nos ha dejado con el culo torcido. Todavía no habíamos conseguido recomponernos y el bueno de Victor ha sufrido una muerte de lo menos agradable cuando estaba destinado al acto más heroico de la temporada. Al más puro estilo Rick Grimes, el plan sale horrible y el tejido se resquebraja para transformarse en una intensa ola de luz que, como si fuera un tsunami, ciega a los protagonistas. Veo todo en blanco y negro, las mismas caras, los mismos gestos…