La palmera que se dobla pero aguanta el huracán
«Esta ciudad, tan mecánica deshumanizada y cruel, me está inspirando mucho»
En estos últimos meses de reflexión, debidos en gran parte a la pandemia mundial, ha habido una sensación de angustia existencial muy evidente recorriendo cada rincón de nuestro planeta. Esa percepción era algo que estaba ahí, latente, andando a nuestro lado, mientras todos mirábamos al frente esperando que en algún momento cambiaría el rumbo, como quien se despide de alguien y toma la misma dirección. Pero nuestra acompañante no pensaba desviar su marcha a nuestro lado, y ahora se planta ante nosotros con cara de pocos amigos. Esa impresión de vacío existencial no es nueva, ni es algo que solo haya percibido nuestra generación. En esta historia veremos cómo ese sentimiento de angustia llevará a uno de los más grandes poetas a una Nueva York tan floreciente como desquiciada, tan alegre como reprimida, tan actual como anticuada.
Quien retrata la angustia
Carles Esquembre, nació en Valencia en 1985. Es un dibujante con formación en la Escola Joso de Barcelona. Ha trabajado profesionalmente como freelance llevando a cabo storyboards para producciones de carácter audiovisual, mientras que tuvo una carrera paralela como miembro del grupo de rock sinfónico Alternativa5.
Sus inicios en el mundo del cómic se dieron con su primera publicación (autopublicación), The Body (Pasionporloslibros 2013), en el que asistíamos a la entrada de unos médicos miniaturizados a un cuerpo humano. Participó en la antología Visiones del Fin (Aleta, 2015). Pero fue en 2016 cuando Esquembre da el golpe en la mesa con su obra gráfica Lorca, Un poeta en Nueva York (Panini, 2016), cuya primera reedición (Panini 2018) incluye más cantidad de extras, como 5 poemas ilustrados del poeta granadino. En 2018 también publica La brigada Lincon con la editorial Panini, acompañado del guionista Pablo Durá y la colorista Ester Salguero.
La mezcla del desconsuelo y la esperanza
Esta obra nos cuenta el viaje de Lorca a Nueva York en 1929. Con la ley seca imperante, la quiebra de la bolsa de Wall Street de ese mismo año, y su propia angustia que le acompaña desde su país natal, el poeta recorre las calles de la gran manzana, subiendo a un restaurante de lujo en un piso 34, o bailando en algún antro perdido de Harlem. Lorca ve en la ciudad que nunca duerme una inspiración de protesta, un arrebato de lucha que grita en sus adentros y que se destilaría en su famoso poemario, Poeta en Nueva York, del que este cómic toma el nombre prestado.
Nos encontramos ante un viaje existencialista con Lorca como pasajero y guía del mismo. La historia comienza con un sentimiento de angustia que acongoja al protagonista y que se irá estirando y dilatando durante toda la narración. Algo que se ve muy bien cuando el propio Lorca al subir al piso 38 de un edificio, dice: “Geometría y angustia es lo que se ve desde aquí”. Se nos presenta un retrato bastante fiel, aunque limitado por el espacio de la propia obra, del Nueva York de finales de los 20 y principios de los 30. El texto cobra gran importancia en la obra como es lógico teniendo a un poeta como protagonista. Hay que decir que en pos de un realismo muy logrado, encontramos varios bocadillos que intercalan frases en castellano e inglés. Es difícil emular la imaginería de un personaje como Lorca, pese a ello este cómic no sale mal parado en ese sentido, aunque siempre se tiene esa sensación de impostura, por otra parte bastante bien disfrazada por la propia figura hipnotizadora de Lorca.
En el apartado gráfico, nos encontramos con un dibujo en blanco y negro que saca matices y profundidad con el gris. Tiene momentos en los que el dibujo brilla con fuerza, sobre todo en las ensoñaciones. Pero en general es bastante estático, dando a los personajes una apariencia de muñecos inanimados, relegando la fuerza de la historia en el propio texto. Los fondos se mueven entre el vacío, dejando al personaje como protagonista indiscutible de la viñeta, logrando así que nos focalicemos concretamente en lo que dice o hace; y la profusión de detalles, otorgándole al propio espacio una importancia absoluta. Este último caso suele darse normalmente en los planos más generales, con unas localizaciones de la gran manzana de los años 20 y 30 muy conseguidas, pero que a veces se ven impostadas al compartir espacio en la viñeta con el estilo menos realista de los personajes.
Enfrentarse a la tormenta
Estos tiempos en los que nos ha tocado vivir, llorar y reír, no son mejores o peores que los vividos en tiempos pasados, simplemente diferentes. Siempre, sea cual sea el momento histórico en el que nos encontremos, los que poblaban el mundo tenían un sentimiento de inquietud, ya fuese por no entender los elementos de la naturaleza, por no entender las leyes por las que eran gobernados, o no entender la propia naturaleza del hombre. En cualquiera de los casos ese malestar derivaba de la falta de comprensión, de un vació que no acababa por llenarse. En esta época en la que ese vacío no solo está repleto, sino que se desborda de información, nos hallamos ante una circunstancia social diferente, pero que termina arraigando en el mismo sentimiento de incomprensión y confusión, esta vez por sobre sobreexposición a la información que deriva en la falta de la misma.
No es fácil luchar contra lo invisible, contra lo que atenaza el alma o nos previene muy de vez en cuando, contra lo que nos hace desilusionarnos con el futuro, y en consecuencia con el presente. Pero no nos queda más que alzarnos y enfrentarnos a ese vendaval, que cada vez parece levantarse con mayor fuerza, no con intención de vencerlo, sino con intención de avanzar a pesar de él.
“Todo está acabado, y sin embargo, con toda la ilusión perdida, me acuesto y me levanto con el más terrible de los sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta”. Federico García Lorca, en Doña Rosita la soltera (Última obra teatral estrenada en vida, en Diciembre de 1935)
Lo mejor
• El retrato de una época repleta de pesadumbre y esperanza.
• La fiel representación de Nueva York, donde se unían en muy poco espacio los barrios más pobres y los más ricos de todo Norte América.
• La sensación de angustia de la época reflejada en el poeta.
Lo peor
• La obra se ve limitada por la falta de espacio.
• Los personajes se representan en ocasiones muy estáticos.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 8.5
7.8
Atormentado
Lorca, un poeta en Nueva York, es una historia de huida hacia delante contra un tormento que no se llega a materializar, la angustia existencial. La obra nos ofrece un retrato bastante completo de la Nueva York de los años 20, incluida la parte representada en el dibujo, con sus rascacielos infinitos a lo alto, y sus guetos infinitos a lo ancho, acompañado por el enfoque poético que a todo ello otorga la visión del atormentado poeta.