Los Archivos de The Spirit

LOS ARCHIVOS DE THE SPIRIT 12

LOS ARCHIVOS DE THE SPIRIT 13
Autor: Will Eisner
Norma – 196 Color – 35,00 €

THE SPIRIT chisporrotea aún con la energía de un artista devorado por una cascada constante de nuevas ideas. Inspirándose en el cine negro de Hollywood de la época, Eisner aportó algo nuevo al mundo, no «películas de papel » sino una narración gráfica que cobra vida en la cabeza.

La colección LOS ARCHIVOS DE THE SPIRIT recoge la que es una de las obras maestras de una leyenda del noveno arte: Will Eisner presenta su propia visión de lo que tiene que ser el arte secuencial, en una serie llena de experimentación que se ha convertido en una enciclopedia del cómic.

Norma Editorial publica con periodicidad anual los volúmenes del 12 al 20, que comprenden desde el retorno de Will Eisner a la serie (tras su alistamiento en el ejército en la Segunda Guerra Mundial hasta la conclusión de THE SPIRIT.

Por Navidades, cuando me hallaba cantando las excelencias de Andreas Martens en cuanto a composición de página y al uso que hace de las estructuras propias del lenguaje del cómic, Prometheo ininuó que si con un autor tan mediocre me ponía de aquella manera, cuando me acercara al Spirit de Eisner me iba a correr de gusto. Bien, pues aquí me tienen, en pleno orgasmo.

Me permitirán que, al ser ésta una página apta para todos los públicos, no entre en detalles sobre las particularidades de éxtasis semejantes. Y más cuando ya dejé claro, no hace mucho, que The Spirit es uno de aquellos clásicos ante los cuales uno se siente totalmente incapaz de hacerles justicia con sus palabras.

La continua indagación formal que Eisner lleva a cabo en esta obra, junto con la rica mezcolanza de géneros que maneja, hacen de Spirit una “creatura” inaprensible que, para las pobres capacidades del que esto escribe, sólo acepta análisis muy parciales y focalizados.

De todas maneras, ahora que la edición que Norma está haciendo de Los Archivos de The Spirit llega a los episodios que constituyen el culmen de la misma, cuando Will Eisner retoma la serie tras la Segunda Guerra Mundial, descubro que sí que hay algo de lo que puedo hablarles. De sensaciones.

Me acerqué por primera vez a Spirit en mi adolescencia más incipiente. Me lo encontré en una librería de viejo, en la edición que Garbo hacía entonces a partir de la de Warren.

De entrada me subyugaron aquellas portadas, exquisitamente coloreadas. En ellas, Denny Colt se antojaba un personaje cargado de fuerza y bravura. Una vez dentro, me enamoraba el papel amarillento que lucía aquella edición. Confería solera. Le otorgaba un aire añejo. Como si de algo antiguo y valioso se tratara.

Pero, cuando pienso en todo aquello, acierto a percatarme de qué fue realmente lo que hizo de mí un incondicional de aquella obra. Era el primer cómic que leía que desprendía “ambiente”. Cada una de sus historias tenía su tonalidad, su ritmo, sus texturas. Spirit no sólo se escenificaba sino que sucedía. Había una densidad especial en sus viñetas. En sus luces y sombras. En sus ubicaciones. Cuando te asomabas a sus páginas sentías el frío y el calor, el sudor y el miedo, la humedad y el polvo. Te encaprichabas de sus mujeres y no había personaje de tebeo que pareciera más amenazador que Octopus.

Cuando Norma lanzó su edición en comic-books volví a acercarme a él, pero algo fallaba. El formato reducido y aquel blanco nuclear de sus páginas se habían llevado toda la magia por delante. Spirit ya no parecía añejo y yo no conseguía meterme dentro de sus viñeta, de tan pequeñas.

Hoy, por suerte, ante esta nueva edición de mayor tamaño, la excelente reproducción de las planchas a partir de la novena historieta del número doce y el sorprendente y magnífico color han vuelto a hacer posible el milagro. De nuevo puedo adentrarme en el mundo de Spirit, hipnotizado, presa de él. Y, se lo crean o no, de nuevo vuelvo a sentir aquel extraño escalofrío que me recorría entero cada vez que veía aparecer los guantes de Octopus.