Jodorowsky, a sus 92 años de edad, sigue siendo uno de los grandes referentes del noveno arte. Tanto es así que su influencia ha rebasado todas las fronteras, viajando hacia este y oeste, sur y norte, y siendo uno de los pilares no sólo más sólidos, sino más longevos del sector. De su mano hemos conocido grandes obras como El incal (1981-1989), El lama blanco (1988.1993), La casta de los Metabarones (1992-2002), Cara de luna (1992-2004), Juan Solo (1995-1999) o Bouncer (París, 2001-2009) entre muchísimas otras.
Con motivo de la reedición que ha llevado a cabo Norma del integral de Los Borgia, dándole el tamaño que merece a la obra, hoy vengo a presentar un díptico que se antoja altamente representativo del escritor. Son nada más y nada menos que las dos obras, planteadas como autoconclusivas, y que tienen su propia entidad, pero que funcionan como algo más en su conjunto, con las que el artista chileno retrató una época convulsa para Europa. Siendo más concreto se sitúa en uno de los epicentros de la convulsión, la alta esfera episcopal de la iglesia católica, y más en concreto aún, la vida de dos Papas que consecutivamente demostraron que ser el representante de Dios en la Tierra no equivale a ser virtuoso, o quizás sí, pero de una manera que tiene que ver más con el maquiavelismo que con lo establecido en la actualidad (siendo como aparece Maquiavelo en ambas obras, algo muy a tener en cuenta). En cualquier caso, y como se suele decir; comencemos.
Cuando la familia es uno y uno es la familia
«A un solo Borgia lo pueden vencer. ¡A cinco juntos, nadie!»
Por uno u otro motivo hay apellidos que resuenan entre los años, atravesando las barreras del tiempo, y aunque su peso actualmente sea puramente anecdótico para la inmensa mayoría de los mortales, no lo fue en su momento, siendo por eso que aún resuena el eco de su existencia. En la mayoría de las ocasiones ese resonar se debe a la maestría lograda en algún campo concreto, pero curiosamente, los que más parecen retumbar con los tiempos son aquellos cuya mayor hazaña se traduce como una suerte de acaparamiento de poder. Y por mucho que esto pueda sonar mal, esa también es una hazaña de un campo concreto. Pero dejémonos de medias tintas y entremos al meollo del asunto, entremos a conocer a Los Borgia.
En los cuatro álbumes se nos narra la historia Rodrigo Borgia, sus actos para llegar a ser el Papa Alejandro VI, y mantenerse en el poder. Con tal de lograrlo hará uso de toda clase de actos reprobables, pero sobre todo se apoyará en su familia, en especial en sus hijos, que deberían heredar su iglesia.
Toda la obra, repartida en 4 álbumes, es recopilada tiempo después, en 2014, por Norma en un integral de gran calidad pero de tamaño reducido, con una introducción histórica y que presenta a los autores, por parte de Antoni Guiral, como extras. Los 4 álbumes originales serían estos:
1: Sangre para el papa (52 Páginas)
2: El poder y el incesto (52 páginas)
3: El veneno y la hoguera (46 páginas)
4: Todo es vanidad (48 páginas)
Estamos ante una obra histórica, pero como es costumbre con Jodorowsky, se mezcla la ficción y la historia, haciendo del total un cómputo inseparable. Uno de los temas más recurrentes es la lascivia que se filtra en cada página, en la que todo el mundo es amante de todo el mundo, sin importar sexo edad o parentesco. También, entroncado con el tema anterior, vemos una constante referencia al poder y la sumisión, dejando perlas a ese mismo respecto.
Sin duda esta es una historia de personajes, con Rodrigo Borgia a la cabeza. El gran ejecutor, mente del plan urdido, es quien máquina en las sombras mientras está al descubierto. Se enfrenta a la improbabilidad de ser elegido Papa con tanta astucia y determinación como la que hará gala para mantenerse en el puesto, e intentará crear de su entorno familiar la viga maestra de su imperio. Para ello dos de sus hijos serán especialmente relevantes, pese a que todos sus allegados tendrían un papel más o menos significativo. Por un lado tenemos a su hija Lucrecia Borgia, con un fuerte carácter y una belleza cautivadora, hará de enlace directo, gracias al matrimonio con Giovanni Sforza, el hombre más poderoso de Milán, con las conexiones de poder necesarias para que la familia fuese reconocida como una de las grandes potencias. Por el otro se encuentra César Borgia, que pasará de Cardenal o Arzobispo, hasta capitanear el ejército de la iglesia, y que sería uno de las grandes personalidades de la época.
Pese a ser un trabajo eminentemente histórico, y en el que casi todo sucede entre los elegantes pasillos de las altas esferas, el autor no se priva de de descubrirnos nuevas y variadas maneras de producir dolor y desasosiego. Como no podía ser de otra manera, y que ya ha sido antes citado, lo sexual toma una importancia dominante, y no solo en el apartado del placer, sino en el de la represión y el sadismo. Es el elemento que se evidencia con mayor frecuencia junto con el de la crueldad, y que en muchas ocasiones se entremezclan, llegándose a confundir por más de uno de los participantes en la historia.
Los personajes secundarios tienen un peso considerable, incluso llegando a cerrar al obra uno de ellos, bajo el texto de Vanitas vanitatum et omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad). Todos ellos giran en torno a la figura de Rodrigo Borgia, que en muchos casos se presenta como un gran titiritero que controla los hilos, o que lucha por controlarlos, mientras que muchos de ellos se enredan sin que pueda hacer nada más que intentar desenredarlos, o incluso llegarlos a cortar.
En el apartado gráfico Jodorowsky vuelve a verse acompañado de un genio del arte visual como es Milo Manara. Como era de esperar de este portento, con obras tan relevantes a su espalda como, El Clic (1983), El perfume del invisible (1985), Verano indio (1986) o El gaucho (1991), estas dos últimas con guion de Hugo Pratt o los dos recientes álbumes de Caravaggio (2015-2019), hace de la obra una pieza exquisita. Con un trazo delicado pero muy firme otorga ligereza a los personajes, mientras que el color, con sus aguadas, le da consistencia y solidez, a la par que un volumen muy acentuado. Siendo el color uno de sus grandes estandartes, toca remarcar la cantidad de registros que el artista logra arrancar a los rostros, como la fluidez que alcanzan sus telas, las cuales parecen moverse en las páginas. Sin duda un dibujante que supo captar la esencia de la obra, la hizo suya, y la elevó a los cielos sagrados del noveno arte.
Por concluir, estamos ante una dupla que quita el hipo, y que se juntó para sacar adelante el retrato de un momento histórico que tanto ha dado que hablar y que seguirá dando. Todo ello se enfatiza por la mente acanallada de Jodorowsky y la imprenta visual tan precisa y deliciosa del maestro Manara. Una obra de obligada lectura para todo amante de este mundo.
El poder corrompe, pero no a quien está corrupto de antes
«¡La familia es una trampa! ¡Triunfaré solo!»
Hay quienes dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero esto no es una segunda parte, y si a efectos prácticos puede entenderse así, quien dijo aquello no sabía de lo que hablaba.
En el caso de esta obra, continuamos la historia donde nos dejaría colgados Los Borgia (literalmente, para quien lo haya leído). El Papa Alejandro VI, antes apellido Borgia, muere de forma repentina. Se avecina una lucha de poderes que tras la victoria del Papa Pío III parecen detenerse. Pero su mandato será breve, dejando paso al protagonista de esta historia, su sucesor Giuliano Della Rocere, desde entonces conocido como el Papa Julio II.
Su crónica se debatirá entre conjuras, batallas acaudilladas por él mismo, y mucho de lo que entonces se denominaba sodomía. Por el camino veremos personalidades tan ilustres como Da Vinci, Miguel Ángel o Raphael, que entre actos sexuales que decanten la mirada de Julio II a su favor como los artistas de la época, llevarán acabó algunas de sus obras magnas. Sin olvidarnos de Maquiavelo, quien, desde su lupanar de mujeres entradas en carnes, en gran parte de la historia se erige nuestro guía, narrando lo acaecido en batallas y conjuras de las que era espectador o partícipe, a la vera del Sumo Pontífice.
El integral pulcramente editado por Norma en gran tamaño, a parte de un cuaderno gráfico que contiene bocetos, páginas, ilustraciones y una galería de personajes, recopila los 4 álbumes originales de la serie que tardaron 10 años en finalizar, a saber:
1: Della Rovere (52 páginas)
2: Julio II (52 páginas)
3: La perniciosa virtud (52 páginas)
4: El amor es ciego (52 páginas)
Esta es una obra que comparte muchos de los elementos expuestos en la obra anterior, en concreto el de la sumisión y el poder como vocación última. Pero tiene varias cosas que difieren con respecto a Los Borgia.
La primera, y quizás la más reseñable, es la diferencia de focalización de Jodorowsky. La primera de sus obras iba exclusivamente de Los Borgia, y a partir de esa familia se articulaba la historia. Aquí, en cambio, tenemos la historia de la Italia formada por ciudades estados en una lucha encarnizada, incluyendo en el conflicto a España y Francia, y a partir de ese marcó se configura la historia. Siendo el Papa el protagonista, el autor pone especial hincapié en los diferentes apartados históricos, confiriéndoles mucho protagonismo, y siendo el principal motor narrativo de toda la obra.
La segunda, que es algo que se evidencia mucho por la tremenda carga sexual que hay en ambas obras, es que en la predecesora el acto sexual era eminentemente heterosexual (pasando por el incesto, varias veces), mientras que en ésta toda práctica sexual es homosexual. Teniendo en ambas un gran peso narrativo, quizás en esta segunda se magnifique por las connotaciones pecaminosas que implicarían dichos actos en una cultura que se suponía sacralizada, como porque es uno de los motivos que impulsarían más de una conjura contra Julio II.
La tercera, y que podría entenderse como la más perceptible, se trata de que mientras que en una la palabra familia adquiría uno tintes casi sagrados, que se entendía como la unidad última que no se podía dividir en piezas menores; en la siguiente se plantearía todo lo contrario. La familia se presenta como una carga, como un mal del que se debe librar para poder avanzar sin elementos de posible traición cercanos. De esta manera la persona en el poder partirá desde la neutralidad que otorga la falta de parentesco, y no se verá obligado a permitir errores que de no ser familiares se castigarían. Es una historia sumamente individualista, en la que Julio II toma el rol principal en todos los sentidos, mostrando, junto a Maquiavelo, la coyuntura social que le rodea.
La cuarta, y aunque no la última, las restantes son pinceladas puntuales; es el final. Siempre he sostenido que Jodorowsky no está hecho para terminar una historia, porque sus historias no están hechas para terminar. Y es curioso que, mientras en Los Borgia su final era digno de enmarcar, poniendo de relieve la expresión de la excepción que confirma la regla, en esta ocasión nos ofrece un final cuanto menos cuestionable; y no por su calidad o por las implicaciones que encierra, sino por lo verosímil. Hace un cambio de registro absoluto en tono y fondo que, pese generar sorpresa, deja descolocado al lector.
Un apartado propio merece el título, que parece hacer referencia a sí mismo, porque es terrible. Al igual que Los Borgia tiene un empaque especial, éste título, El Papa terrible, no sabría uno si se refiere, efectivamente a un Papa déspota, o si por otro lado hace alusión a una comedia ligera de domingo, en la que un soltero debe lidiar con un vástago imprevisto, con jocoso y mullido resultado. Falto de toda personalidad, es uno de los pocos peros, junto con ese extravagante final, que podríamos achacarle a esta excelsa obra. Es cierto que era uno de los sobrenombres que le habían puesto a dicho Papa, y que en francés queda más resultón, sin embargo, de Jodorowsky, un humilde redactor esperaría un título más atractivo, o sugerente en última instancia.
Pero dejando de lado los diminutos contras, entremos en uno de los colosales pros. Es cierto que venimos de Milo Manara, y a cualquiera le temblaría el pulso, sobre todo no habiendo publicado una obra suficientemente extensa con la que avalarse, pero que ha día de hoy ya lo ha hecho de sobra participando sin ir más lejos en la serie histórica Murena. En efecto, no es el caso del pulso de Theo, que parece tan firme como contundente. Son dos registros totalmente diferentes, pero no creo que ninguno se sobreponga al otro, pues en mi opinión cada uno hace un papel diferente y perfectamente ejecutado. Theo nos ofrece un trazo fuerte y agresivo, con el que resalta la fiereza o la obligada sumisión de los personajes. Llena todas las páginas de detalles, logrando que el conjunto quede como una obra histórica muy bien retratada. En el apartado cromático es donde encuentra su fuerte, usando una paleta de colores saturados, muy violentos y que hacen destacar aún más las beligerantes escenas que lleva a cabo. Un autor que le da mucha fuerza a una obra que necesitaba de ese apoyo visual para poder desprender la fiereza que destila la historia.
El resultado de esta segunda parte del díptico, es excelente. Con unas pretensiones diferentes a la obra predecesora, se hace con el control de su propia esencia y se desliga lo suficiente para volar por sí misma y a la vez ser digna sucesora. Un trabajo lleno de matices, repleta de personalidades muy reconocibles, con una gran carga histórica y una clara predilección por tocar la violencia, el sexo, y el poder, coronado por un pincel tan firme como el que merecía esta obra.
Lo mejor
• La diferencia respecto a la familia que presentan ambas obras.
• Como siempre, los dibujantes con los que se junta Jodorowsky son magníficos en todos los sentidos.
• Leer el díptico en conjunto le da a cada obra una nueva visión que por sí sola no puede tener.
• Jodorowsky es puro desbocamiento, y para quienes gusten de esto será una delicia.
Lo peor
• Jodorowsky es puro desbocamiento, y puede no ser del gusto del común de los mortales.
Guion (Los Borgia) - 9
Dibujo (Los Borgia) - 9.5
Interés (Los Borgia) - 10
Guion (El Papa terrible) - 8
Dibujo (El Papa terrible) - 9
Interés (El Papa terrible) - 10
9.3
El díptico que conforman estas dos obras es un retrato no fiel pero muy personal del escritor chileno, en el que podremos disfrutar no solo de una época en la que se daban cita personalidades como Da Vinci, Miguel Ángel y Maquiavelo, o conocer los entresijos que se movían entre las sacras bambalinas, sino que podremos hacerlo mientras nos deleitamos de dos dibujantes que llevan a cabo un trabajo excepcional. Dos obras imprescindibles.
Gracias por las reseñas!
Dos obras increibles y de gran calidad con dos equipos creativos de lujo, lo que si es cierto es que no son para cualquiera, y hay muchos lectores que se sentirian tocados al leerlas.
Es muy loco que tengan una dinámica diferente y apunten la historia en direcciones opuestas pero así y todo son dos obras para atesorar.