Bienvenidos a la primera de una colección de reseñas que pretenden homenajear al manga que más tiempo lleva publicándose en nuestro país:
Para el lector que no esté habituado al manga (o para aquel que sí lo esté pero no conozca esta serie porque haya estado perdido todos estos años en el desierto de Gobi) debemos comenzar diciendo que Detective Conan narra las aventuras de
Siendo el encogimiento de Shinichi el único elemento fantástico de la obra, nos encontramos ante un título que ahonda en los mecanismos de los enigmas policíacos más originales y enrevesados que el cómic puede ofrecer. Aunque se enmarca dentro del género shonen (juvenil), Detective Conan es un manga que ofrece un gran abanico de casos en los que su autor muestra con bastante crudeza asesinatos, suicidios y otros misterios de corte detectivesco que reflejan la realidad más actual y lacerante de distintas problemáticas sociales.
No obstante, el manga de Aoyama no sólo funciona como un entretenido catálogo de sucesos cuyas resoluciones desafían al ingenio de cualquier lector; nos encontramos ante una obra que busca homenajear a los grandes autores del género detectivesco: el nombre que escoge Shinichi Kudo para crear su nueva identidad es una mezcla entre Arthur Conan Doyle y Edogawa Rampo; nuestros protagonistas residen en el distrito ficticio de Beika (Baker Street, la famosa calle londinense en la que vivía el ficticio Sherlock Holmes) y el río que atraviesa sus calles se llama Teimuzu (adaptación del nombre inglés del río Támesis); Kogoro Mouri adopta su nombre del detective creado por Edogawa Rampo, Kogoro Akechi… y un largo etcétera.
Publicada por primera vez en 1998 de la mano de Planeta DeAgostini Cómics / Planeta Cómic, la serie ha experimentado hasta cuatro cambios de formato y encandilado a diferentes generaciones. Conocida por la gran mayoría del público en España gracias a su versión anime, Detective Conan contó con una primera publicación que fue cancelada a los trece tomos (1998-2000), seguida de una edición de medios tomos y tomos formato A5 que se mantiene hasta la actualidad (vol 2. Desde 2002 – presente) y completada con una reedición de los trece primeros números con el mismo formato (vol 1. 2004-2005). Todo este lío editorial de formatos y periodicidades se intentó enmendar con una nueva edición cuyos números equivalen a dos tomos de la serie japonesa e incluye toda la historia desde el principio (2011-presente). Podéis encontrar una reseña del primer número de esta edición (la más recomendable para empezar el manga a día de hoy) aquí.
Dejando a un lado que la editorial podría haber aprovechado mejor la ocasión con esta nueva edición (a un amplio número de aficionados no les gustó que se siguiera occidentalizando su lectura y no contase con mayores calidades), lo cierto es que económicamente merece la pena y su formato es cómodo para la lectura. Eso sí, tirón de orejas a Planeta por no incluir los extras que trae cada tomo japonés en esta última edición, pues Aoyama utiliza cada volumen para hablar de detectives del género literario o fílmico y recomendar algunas de sus historias y películas.
Por último, en cuanto a temas editoriales, cabe comentar que Planeta se atrevió a publicar, además, un spin-off de las aventuras del detective más famoso del manga creadas por los asistentes de Aoyama:
Sobre la edición original del manga, resta decir que Gosho Aoyama comenzó su serialización en las páginas de la revista
Por su prolijidad, cuando hablamos de Detective Conan no sólo estamos hablando de un manga; estamos hablando de todo un fenómeno social y cultural que en su país de origen alcanza casi 900 episodios anime, 12 capítulos especiales u OVAs, una veintena de películas (la número 21 se estrenará el próximo año), varios videojuegos, bandas sonoras, series especiales de acción real, cortos… Por no hablar de cafeterías franquicia, museos propios y exposiciones temáticas recurrentes. Un superventas generacional muy admirado.
Por todo ello, desde Zona Negativa hemos decidido comenzar esta colección de reseñas que a cada entrega analizará algunos de los casos más destacados del manga. Desde el principio y a un ritmo adecuado junto a la publicación de la serie en España.
El caso que hoy nos ocupa tuvo lugar entre los capítulos 6 y 7 del manga, que se pueden encontrar dentro del primer número del vol. 1 y de la nueva edición en nuestro país. Fue publicado en Japón en junio de 1994 y se trata del primer caso de «habitación cerrada» al que se enfrenta nuestro protagonista.
Personajes que hacen su aparición en este caso
Descripción del caso
Tras haber sido encodigo y asumir la identidad de Conan Edogawa, Shinichi lleva unos días viviendo su nueva vida junto a Ran y su padre. Lamentando que aún no dispone de información suficiente sobre la misteriosa organización criminal (ármate de paciencia, pequeño detective, a fecha de diciembre de 2017 llevas más mil capítulos tras ellos), acude a la casa de su aliado, el Dr. Agasa (Agase en la versión española), que le otorga su artilugio más preciado: la pajarita imitadora de voces. Este aparato será de vital importancia a partir de ahora dado que nuestro detective lo utilizará para exponer sus deducciones a través de personas adultas, tras anestesiarlas (la policía se toma a chiste las intrépidas deducciones de un niño de primaria, pero si las dice un cincuentón somnoliento la cosa cambia).
A su regreso a la agencia de detectives Mouri, se encuentra una escena que será habitual: la del poco profesional Kogoro Mouri, padre de Ran, que sigue sin trabajo y se ha pasado todo el día bebiendo cerveza y viendo idols por la televisión. Y justo de eso va este caso, de idols japonesas. Nuestros protagonistas reciben entonces la visita de Yoko Okino, la idol favorita de Mouri, que ha decidido acudir a una pequeña agencia de detectives de mala muerte, lejos de los focos de atención mediática, para resolver su problema.
La cantante, que viene acompañada por su mánager, cuenta que desde hace unos días está siendo acosada por una persona cuya identidad desconoce y que le hace llegar todo tipo de cartas y llamadas constantes. Mouri acepta el caso y decide acudir al apartamento de la estrella del pop para investigar; a él se suman Ran y Conan (a partir de ahora, Conan se las apañará para ir a donde vaya Mouri en cada nuevo caso).
Como si de un manga se tratase, nuestros protagonistas se encuentran un cadáver a su llegada al apartamento y deciden llamar a la policía (que estará presente en todos los casos que vayan apareciendo y estará personificada en representantes de la ley como el inspector Juzo Megure). La víctima tiene un cuchillo clavado en la espalda y Conan comienza a investigar. Nuestro protagonista descubre en la escena del asesinato un pendiente que pertenece a Yuko Ikezawa, una amiga de Okino. Rápidamente se conforma una lista de tres sospechosos: Yoko Okino, su mánager y Yoko Ikezawa, por ser los únicos con acceso al apartamento.
Mientras Mouri se dedica a hacer todo tipo de deducciones peregrinas y erróneas (otra constante en los diferentes casos que vayan surgiendo mediante la que el autor contrapone la estupidez de un “profesional” a la brillantez de un “amateur”), Conan hace su magia. Y nos referimos a hechizos o conjuros, la inteligencia de este chaval de 17 años encerrado en un cuerpo de 9 años roza lo divino.
A través de un buen número de pistas y deducciones lógicas obtenidas mediante una aguda observación, Shinichi/Conan llega a lo que siempre persigue con cada nuevo caso: la verdad, que es solo una.
Aviso de Spoiler |
-Conan utiliza por primera vez su pajarita imitadora de voces.
-Se trata del primer caso en el que Kogoro aparenta resolver un caso mientras está dormido. En otras palabras, comienza la leyenda de “El detective durmiente”.
-De igual manera, es la primera vez (y una de las pocas) que Mouri no se duerme por el reloj anestesiante de Conan, sino por un mal golpe.
-También es el primer caso en el que nuestros protagonistas se enfrentan a un suicidio en vez de a un homicidio, que resulta ser lo más frecuente de la serie (nuestro detective pasa a ser un imán de crímenes).
Valoración
Nos encontramos ante uno de los primeros casos a los que se enfrenta Shinichi Kudo tras asumir la identidad de Conan Edogawa. Se compone de cuatro capítulos de suma importancia ya que aparecen distintos elementos que serán claves para el desarrollo de la historia a lo largo de sus muchas entregas: la pajarita, las aparentes deducciones de un Mouri somnoliento (que pasará a llevarse toda la gloria) y la idea constante de que la verdad se esconde detrás de lo aparente, mucho más allá de lo aparentemente simple. La verdad es, por lo tanto, algo obvio que muy pocas personas observan por casualidad.
Conan Edogawa es el Sherlok Holmes de los años 90. Y como bien dijo el creador del detective victoriano, «Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad». Éste debe ser el mantra que se ha repetido, y sigue diciéndose, el autor de Detective Conan desde su creación. Aoyama plantea una serie de casos que van desde lo ingenuamente simple hasta lo endiabladamente complejo, planteando una gran colección de enigmas a cada cual más extraño y original.
Para el caso que hoy nos ocupa, Aoyama ha utilizado un par de elementos que veremos más delante de forma más o menos regular: un caso de habitación cerrada (cuando la víctima yace en el interior de una estancia cerrada cuyos accesos desde el exterior no son fáciles de ver a simple vista, haciendo muy difícil el trazar la ruta de entrada y salida que ha tomado el asesino) y la presencia de elementos sociales de la actualidad japonesa como lo son, en este caso, las idols.
En cuanto al tema de la habitación cerrada, en esta ocasión no ha supuesto grandes trabas. Al tratarse de un suicidio, no ha hecho falta crear una hipótesis sobre cómo ha podido entrar y salir el asesino. Por otro lado, en cuanto al tema de la idol, Aoyama consigue reflejar muy bien una triste que realidad que viene dándose con la figura de estas estrellas del pop nipón: la obsesión que sienten sus admiradores por ellas. Algo que roza lo enfermizo y que el autor utiliza aquí de manera narrativa, primero para crear el problema y luego para despistar sobre la auténtica intención del sospechoso (con todas las cartas y llamadas que dice recibir la cantante).
El autor logra recrear el riguroso control al que están sometidas estas celebridades por parte de sus mánagers, productoras o discográficas en cuanto a temas personales. Muchas de estas chicas tienen prohibido hablar de su vida privada, sobre todo en lo que concierne a temas amorosos presentes o pasados, y resulta impensable que alguna de ellas pueda llegar a tener novio. La idea es que se muestren lo más puras e inocentes posibles para cumplir con las fantasías de todos esos fans que se gastan grandes sumas de dinero en sus conciertos y productos.
En este caso, los celos y la obsesión sobre una idol han sido los culpables de una muerte, pero el lector encontrará otras obras que tratan de igual manera esta realidad.
En definitiva, un caso interesante y entretenido; aunque aún estamos lejos de todo lo bueno que puede ofrecer Detective Conan. Agárrense a sus asientos, que esto acaba de empezar.
Originalidad del caso - 7.5
Dificultad del enigma - 7
Interés - 7
7.2
Aoyama introduce el concepto de «habitación cerrada» a su historia y juega con elementos típicos del género. Por otro lado, la inclusión del tema idol es un aliciente que suscita interés sobre el caso. Es cierto, no obstante, que en un momento dado se oculta algo de información para sorprender al lector hacia el final, pero no aburre y sabe captar su interés.
Enhorabuena por esta genial y original iniciativa Alejandro, muy bien narrado el caso y los detalles, así como su posterior análisis. Recuerdo Detective Conan como uno de los animes más queridos de mi infancia y me encantaba el corte clásico y el tono de los casos que presentaban. Nunca me aventuré a leer el manga, y lo cierto es que se antoja una magna tarea, pero quien sabe si no me pillaré algún tomito de estos de Planeta para de vez en cuando ir leyendo los casos del que es ya un absoluto referente en el género, Detective Conan.
Muchas gracias por tu comentario, Cristian. Mensajes así animan a seguir con estas inicitivas.
Detective Conan es una de esas series que gusta a todos casi por igual. No he encontrado a nadie que guarde ningún mal recuerdo de ella. El manga solo tira para atrás por su extensión, pero la calidad es muy buena. Toda una experiencia. Pillar algún tomo de vez en cuando e ir saboreándolos poco a poco es lo mejor que se puede hacer.
Un saludo!