Déjanos tintar de rojo tu vestido
Desde que era pequeña, el mayor deseo de Ashli ha sido el de ayudar a los demás. Motivada por ese deseo, acepta un puesto vacante como enfermera en el psiquiátrico de Santa Cascia, pese a la mala fama que ostenta el lugar. Sin embargo, las cosas empiezan a ir de mal en peor cuando comienza su primer día de trabajo y un fenómeno extraño sucede a otro; y no se trata solo del perturbador ambiente que crean los pacientes. Unas misteriosas cuchillas de afeitar aparecen por todos los rincones del hospital y, junto a ellas, los rumores de un vesánico baile a punto de celebrarse. De esta premisa nace Los Dementes, una obra de terror psicológico y surreal con guion de Cullen Bunn y dibujo de Jack T. Cole. Editada originalmente por Boom! Studios en 2017, este marzo llegó a España de la mano de Norma Editorial.
Los Dementes nace del deseo de Cullen Bunn de explorar sus pensamientos y sentimientos al respecto de un familiar que padeció una enfermedad mental durante su juventud. Como su propio título indica, la locura será el aspecto principal que se tratará a lo largo de sus páginas. Lo hace desde un enfoque surrealista, que parte de una presentación relativamente mundana de la protagonista para cocer a fuego lento una olla de momentos delirantes e inquietantes a punto de estallar. En este sentido, la parte que he encontrado más interesante de la obra han sido, precisamente, estos momentos. Cada nueva escena es capaz de proponer nuevos conceptos con los que sorprender a quienes disfruten con las propuestas psicodélicas. Esta psicodelia es, además, el eje central sobre el que gira la narración.
Para ofrecer toda la locura enfermiza que el cómic promete desde su premisa, Bunn escribe un guion bastante distinto al resto de sus trabajos. Estamos hablando de una historia que recuerda por momentos a La Patrulla Condenada de Grant Morrison, solo que más enfocada al terror y a los golpes de efecto que al entretenimiento y al desarrollo de los conceptos planteados. De nuevo, la obra cumple lo que promete dar a este respecto. El problema, quizá, es que no presenta muchos más atractivos.
Recurrir a una narrativa basada en el surrealismo es siempre un reto, independientemente de cómo se plantee, pero el asunto no se queda ahí. Si se quiere que ese surrealismo sobrepase la categoría de unos originales fuegos artificiales, es necesario ir un paso más allá, logrando para ello algo tan complicado desde el punto de vista de la escritura como lo es el hilar las ideas más surrealistas con tramas más consistentes capaces de generar interés y conexión emocional con los lectores. Por supuesto, la elección de optar por un surrealismo puro, alejado de cualquier trama medianamente estándar, existe y es perfectamente válida; pero, en el momento en el que una obra se apoya tan exclusivamente en ese aspecto, se está complicando mucho las cosas. Sí, no cabe duda de que Los Dementes supone un llamativo desglose de imaginación enmarcado en el surrealismo, pero… ¿es ese desglose tan potente por sí mismo como para satisfacer a los lectores?
Aunque Cullen Bunn pone conceptos interesantes sobre la mesa, la mayoría no resultan especialmente sorprendentes, no son nada que no hayamos visto ya muchas veces con alguna que otra variación. El principio de la historia es prometedor, con un guion en el que Bunn hace gala de su veteranía demostrando que sabe cómo generar suspense. El primer número de los 6 que conforman Los Dementes es una lección sobre cómo escritura consiste en plantear las preguntas adecuadas, y no necesariamente en dar respuestas. Lo que tenemos durante esas primeras páginas es, precisamente, una pregunta sin respuesta detrás de otra, un cáustico tren cuya mercancía transportada es el misterio y que se amplía con nuevos vagones a todo vapor. Por desgracia, es un tren que descarrila tan rápidamente como el surrealismo de la historia, optando los autores por jugar tempranamente sus mejores cartas para guiarnos por un viaje que entretiene pero no mantiene en vilo.
A esto hay que sumarle el final. Sin entrar en terreno de spoilers, personalmente no me ha dicho mucho. Después de experimentar una trama que se centra en anunciar constantemente la llegada de algo gigantesco —un camino intermedio que ha estado bien, pero que transmite la sensación de ocultar mucho potencial que todavía está por explotar—, las expectativas sobre el final se sitúan, incluso, por encima de lo habitual. Y, una vez más, no es que el final de la obra esté mal, es solo que tampoco supone ningún descubrimiento, no es ni especialmente satisfactorio ni especialmente interesante, no aporta algo que nos deje con la boca abierta.
Lo que sí nos deja con la boca abierta por momentos es el apartado gráfico del que se encarga Jack T. Cole. Su particular estilo encaja a la perfección con el tono de la obra y es capaz de generar estampas visuales muy atractivas que nos atrapen. Aunque su dibujo no es muy detallado, anima a detenerse en cada viñeta para degustarla plenamente. El broche final del espectáculo lo pone su uso del color, quizá la parte que más me ha impresionado de la obra, capaz de transmitir mejor que cualquier otro elemento los delirios que están sucediendo.
No obstante, el apartado gráfico destaca más por su espectacularidad visual que por su eficacia narrativa. Cierto es que parte de un guion al que, como ya hemos comentado, no le vendría mal un poco más de sustancia, pero eso no disipa la impresión de que el dibujo se podría haber aprovechado un poco más. Por ejemplo, la composición de las páginas es muy conservadora, mucho más de lo que cabría esperar de un cómic tan psicodélico. Lo que podría haber sido un interesante debate entre lo real y lo imaginario se queda en algo más plano al dejarse llevar tanto por el delirio.
Lo mejor
• El suspense que se genera al principio.
• El delirante dibujo de Jack T. Cole…
Lo peor
• …Un delirio en el que la historia se basa demasiado a costa de otros aspectos.
• – El final puede resultar un poco decepcionante.
Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 5
6.3
Demencial
Los Dementes es una obra que se basa en su delirante surrealismo para generar estampas visuales interesantes e inquietud. Sin embargo, tanto se supedita la historia a tales términos que la eficacia narrativa se difumina por el camino. Una lectura irregular, pero interesante para quienes disfruten de esta temática.