Los Hijos del Topo: 1 – Caín

 

Edición original: Glénat
Edición nacional/ España: Reservoir Books
Guión: Alejandro Jodorowsky
Dibujo: José Ladrönn
Formato: Libro Cartoné
Precio: 17:90€

 

Dentro de las múltiples facetas del chileno Alejandro Jodorowsky una de las más famosas y reconocidas es la de cineasta. Con una filmografía no muy copiosa pero un buen puñado de obras de culto como Fando y Lis, La Montaña Sagrada o Santa Sangre en las que imprimió sus obsesiones narrativas el autor de Los Borgia y La Casta de los Metabarones se hizo un nombre como cineasta inclasificlabe, polémico y muy personal. Seguramente la obra que le dio fama de «director maldito» fue su segunda película, estrenada en el año 1970 con nacionalidad mexicana y una más que considerable controversia a sus espaldas antes y después de su puesta de largo internacional. El Topo es un western protagonizado por un pistolero (el mismo Alejandro Jodorowsky) que emprende un viaje físico e introspectivo en busca de la iluminación. En el proceso abandonará a su pequeño hijo con un grupo de frailes y mantendrá una relación sadomasoquista con la esclava de un tiránico terrateniente. Para conseguir esta realización espiritual el Topo deberá retar y vencer a los cuatro “Maestros del Revolver” y tras ello encontrará su hijo, ya adulto, que buscará venganza contra él. Esta producción dio nombre a lo que más tarde se conoció como “cine de sesión golfa” o “cine de medianoche”, debido al gran éxito que cosechó en dichos pases en salas de todo el mundo.

Aunque Alejandro Jodorowsky siguió rodando otro tipo de largometrajes la idea de realizar una secuela de El Topo nunca desapareció de su cabeza. El Hijo del Topo, que así iba a llamarse en principio esta segunda parte, nunca llegó a buen puerto por diversos problemas con unos productores que no veían con buenos ojos la historia o los derechos de autor que estaban en manos de la compañía Abkco del célebre Allen Klein, y ni siquiera cuando se afirmó que el protagonista del film iba a ser el cantante de rock industrial Marilyn Manson (buen amigo del chileno y admirador de su obra) la producción pudo convertirse en una realidad. Después de años intentando infructuosamente sacar adelante el proyecto en el séptimo arte finalmente el autor de Tocopilla ha decidido que la continuación de su largometraje de 1970 naciera dentro del medio que según él más satisfacciones (artísticas y económicas) le ha ofrecido a lo largo de su carrera, el cómic. Con el título de Los Hijos del Topo, Glenat en Francia y Reservoir Books en los países de habla hispana, han editado el primer volumen de lo que será una serie que nos traerá de regreso a los personajes del film de Alejando Jodorowsky con guión de este y dibujo del mexicano Jose Ladrönn que ya colaboró con él en Final Incal.

Este Los Hijos del Topo: 1 – Caín comienza dónde acababa la película El Topo, con el protagonista suicidándose al quemarse a lo bonzo tras matar, fusil en mano, a todo el pueblo que previamente había asesinado a los vagabundos y mutilados de la zona. Posteriormente su mujer e hijo le enterraron en una tumba cubierta con un panal de abejas y de la misma brotó una construcción monumental hecha de oro a la que cientos de peregrinos se acercan para rendir tributo a «el santo», el personaje bondadoso y pacifista en el que se había convertido el Topo tras encontrar la iluminación al vencer a los cuatro «Maestros del Revolver». Este primer volumen sigue los pasos de los dos vástagos del Topo, Caín y Abel, el primero, el que siguió el camino de violencia que le inculcó su padre cuando todavía era un sanguinario pistolero y el segundo, el que se dejó influenciar por el lado altruista una vez se convirtió en un mimo y titiritero con reminiscencias budistas. Ambos deberán cruzar sus vidas en este primer álbum que extrapola con fidelidad pasmosa el ideario y la imaginería visual que Jodorowsky insufló en el largometraje con muchas de sus constantes autorales como el extremismo religioso, la misoginia, el teatro surrealista, los títeres, la crueldad con la que la burguesía trata a las clases bajas y haciendo un uso poliédrico y ambiguo del folklore mexicano que en todo momento está presente en la narración.

Como previamente hemos mencionado Los Hijos del Topo: 1 – Caín es un trabajo escrupulosamente fiel a la estética y el estilo narrativo de la película El Topo que ideó un Alejandro Jodorowsky desdoblado en múltiples facetas y aunque este se ocupa de que la continuación en viñetas forme de manera cohesionada parte del microcosmos que él mismo creó en imágenes filmadas es el mexicano José Ladrönn y su enorme labor a los lápices el que consigue que esta primera entrega de la serie parezca un elaboradísimo storyboard de la película que tenía en mente el autor de Los Tecnopadres o Sangre Real. El ilustrador de Inhumanos o Cable consigue captar el tono de western arenoso y sucio, la atmósfera mesiánica y mística poblada de personajes de rostros retorcidos, arrebatos de violencia primaria, viñetas con una elaborada profundidad de campo, un diseño de los personajes que se convierten en contrapartidas de los que vimos en celuloide (genial detalle que Caín y Abel tengan el mismo rostro que el director, guionista y actor del film primigenio) y una estructura narrativa por página que como nos recuerda el mismo autor en la breve introducción del tomo es puramente cinematográfica.

Imprescindible para los seguidores de Alejandro Jodorowsky tanto en el séptimo como en el noveno arte, totalmente evitable para los que no traguen al multifacético psicomago, Los Hijos del Topo: 1 – Caín es un trabajo excelente que sirve como primera piedra en la que se sustentará la esperadísima secuela de El Topo que el celuloide rechazó y el mundo del arte secuencial ha acogido con los brazos abiertos. Con un guión 100% Jodorowsky (que cediera la escritura de la reciente colección Metabarón (volúmenes 1 y 2) a Jerry Frissen y algunos recientes problemas de salud nos hacían temer lo peor con respecto a su estado) lleno de inventiva, fluidez narrativa, surrealismo y egolatría que en poco tiene que envidiar a la película de 1970 y un dibujo de José Ladrönn con el que el mexicano despliega todo su meticuloso y potente talento este álbum se revela como una de las lecturas más estimulantes de la bande dessinée del presente 2016, un producto de calidad y altamente entretenido que no defraudará a todo aquel lector que sepa de antemano lo que va a encontrarse en estas sesenta y cuatro páginas que dan arranque a una colección que una vez finalice su creador intentará por enésima vez llevar a su medio original, la pantalla grande, algo que sólo el tiempos nos dirá si llega a suceder.