¿Cómo te sentirías si el destino te tuviera reservado ser el mago más poderoso e importante de todos? Tal vez con esta pregunta en la mente, Neil Gaiman, se sentará delante de su máquina de escribir, a principios de los noventa, con el objetivo de intentar darle respuesta. De su imaginación brotaron cuatro números especiales, dibujados con cuatro magníficos ilustradores, John Bolton, Scott Hampton, Charles Vess y Paul Johnson, que dieron forma al tortuoso camino que debe emprender un niño, Tim Hunter, de la mano de John Constantine, Mister E, el Fantasma Errante y el Dr. Oculto. Un camino para descubrir a sus enemigos, a sus protectores, a un sinfín de grandes magos y magas, seres de otros mundos, en un delicioso catálogo de todo lo mágico que esconde el universo DC. Una obra publicada inicialmente por Zinco (en cuatro tomos prestigio), para ser posteriormente recuperada por Planeta y más recientemente ECC.
Y lo que empezó en manos de J.M DeMatteis como proyecto para recuperar el fondo mágico de la editorial DC, recaló en Gaiman y terminó siendo una de sus grandes obras.
La idea de recuperar a Tim Hunter no es algo nuevo dentro de la iniciativa Universo Sandman. Posteriormente a la publicación de la miniserie de Gaiman, le llegó el turno a una serie regular en Vertigo, (a mediados de los 90) escrita por el guionista John Ney Rieber, de los que en España se publicaron los primeros 10 números por parte de Norma Editorial. Fue Planeta la que se encargó de cubrir toda la etapa del guionista (50 números de los 75 que constó la serie) y lo hizo en tomos de 64 páginas, con un total de 16 entregas.
El tiempo ha pasado y de nuevo la editorial y el propio Gaiman, pues supervisa todas las colecciones, se recupera a Hunter para poner en marcha una serie regular en la que profundizar en su vida de estudiante al que la realidad ya no le parece suficientemente interesante.
Hunter vive una vida anodina, obsesionado con la magia, pero a la que a duras penas puede tener acceso. Su relación con su padre es desastrosa, mientras debe lidiar con las típicas relaciones de instituto. El mal le acecha desde las sombras y es necesario que aprenda a controlar las fuerzas que se canalizan a través suya… y no hay mejor forma que emprender un viaje de autoconocimiento de la mano de su mentora, la Señorita Rose, una indigente y su fiel búho, Yo-yo.
La escritora Kat Howard es la encargada de tomar las riendas en esta nueva incursión de Tim Hunter a las librerías. La novelista, famosa por su novela Roses and Rot (2016), ambientada en la actualidad, donde mezcla la realidad y el mundo de las hadas con extraordinaria habilidad. Una historia de dos hermanas y su relación con el arte. Un libro que profundiza sobre la idea de las musas, la inspiración y su relación con los artistas, en un rico entramado de influencia mágica.
Howard retoma la historia en un punto muy cercano al momento en el que Gaiman abandonó al personaje. Hunter es consciente de su destino, de sus habilidades y ya ha elegido que desea ser lo que todos esperan de él. La escritora de An Unkindness of Magicians, lanza al protagonista a una nueva peregrinación, menos tutelada que la que Gaiman diseño en su día, pero con tintes simulares a la hora de plasmar la evolución como mago de Hunter.
La historia no se queda anclada en un ir y venir por lo onírico, sino que abre la mano y deja que entren otro tipo de tramas más mundanas, más terrenales, para que la propuesta pueda respirar por si misma. Tenemos a Hunter siendo acosado por las fuerzas del mal, pero también intentando impresionar a la chica de la que está enamorado. Los misterios se van sucediendo y se abren tramas que aportan cierto grado de elasticidad argumental, logrando que el interés no decaiga. Se van rompiendo los tópicos, Hunter va ganando presencia e interés para el lector, lo que hace que gane en presencia y originalidad.
Howard no emula ni quiere plasmar el mismo tono que Gaiman marcó en la miniserie original, por lo que no debe recalarse en la serie buscando reencontrarse con el estilo de Gaiman. Hacerlo es un error, pues son dos tipos muy distintos de escritores y los objetivos de ambas obras son muy diferentes. Howard se mantiene dentro de los parámetros en los que se siente más cómoda, balanceando la trama entre lo real y lo mágico, sin pretensiones más elevadas.
Y uno de los aspectos que más marca las distancias entre estos dos trabajos, es la parte gráfica, en manos de Tom Fowler, cuyo particular estilo para reflejar lo cotidiano de forma extraña se adapta bien al tono de la historia. Con el justo toque experimental, Fowler se adentra con nota en las partes más moldeables de la trama, para aterrizar con soltura en los momentos terrenales. Su facilidad para jugar con las expresiones faciales favorece al conjunto que se ve algo mermado por un color no del todo agraciado por parte de Jordan Boyd.
En definitiva, la serie da lo que promete, sin excentricidades, sin la elegancia característica de la miniserie previa, pero busca tener su propia voz dentro del Universo Sandman y logra hacer un hueco lo suficientemente amplio como captar la atención de los lectores asiduos al género.
Digna heredera.
Guion - 6
Dibujo - 7.5
Interés - 7
6.8
Un trabajo que recupera al personaje de forma interesante y con un futuro interesante por delante. Una obra sencilla, cargada de equilibrio entre lo real y lo mágico, lo que la hace más digerible para todo tipo de lectores.
Gracias por la reseña. Siempre me ha gustado el lado mágico de DC, y por ello leí, en su momento, la miniserie original, y alguna de las siguientes apariciones de Hunter. Entiendo por lo que leo, que esta nueva serie continua la miniserie original y deja de lado todo lo hecho posterior a esta ¿es así?
Saludos