Cuando lo atractivo es lo humano
«¡Me han robado mi bebé!»
Muchas veces nos encontramos con historias en las que se hace referencia a antiguos mitos, a viejas leyendas, y las cuales salen a relucir dejando al descubierto un nuevo o una nueva héroe o heroína. Prácticamente en su totalidad siempre hay una trama o subtrama que nos introduce y mantiene en el mundo cotidiano, con el motivo de empatizar con los personajes, presentarlos como humanos para que nos veamos identificados, para después trascenderlos. Pero en su inmensa mayoría esa humanidad es artificiosa y muy superficial, es un complemento necesario pero accesorio, la concesión que hay que hacer para contar lo que se supone interesante, o atractivo. En este caso es al contrario, y es uno de los motivos por los que la historia funciona, porque lo mitológico, lo heroico, es lo superficial, y lo interesante, lo atractivo, es lo humano. Pero antes de entrar en materia veamos quiénes lo llevaron a cabo.
Francis Porcel, nacido en 1977 siempre ha amado el juego. “Para mí, cada juguete era el pretexto para escapar a un mundo imaginario. Esto me sumió en considerables conflictos familiares y escolares. Debido a que los adultos confiscaban cada vez más mis juguetes, encontré en el dibujo una manera de seguir “jugando” mientras dejaba vagar mi imaginación”. El dibujo se convirtió rápidamente en narración y de allí el paso evidente fue el cómic. Los primeros ensayos llegaron en forma de cuentos inspirados en el universo de Bruguera. Además, el joven Francis Porcel se sintió fascinado por el arte de Albert Uderzo y Juan Giménez. Fue al descubrir a los 16 años la Estrella Oscura de éste último que cayó la decisión: Francis Porcel se convertiría en dibujante. A los 19 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde estudió durante tres años. Allí conoció a jóvenes estudiantes, como Sergio García, que se hicieron amigos y son considerados hoy parte del futuro del cómic nacional. A los 22 años publicó en Magemultimedia la tira cómica La ciudad de los muertos, la cual él considera su primer esfuerzo digno de mención. Porcel alternó su trabajo en el cómic con el de diseñador de animación en la empresa granadina Kandor Graphics, donde participó en El lince perdido, premio Goya 2009 al mejor film de animación, y La dama y la muerte, premio Goya 2010 al mejor corto de animación, entre otros proyectos. Conocido por su virtuosismo, Francis Porcel entró en contacto con Dargaud, quien le presentó a Jean-David Morvan. De este encuentro iba a nacer Reality Show, y una carrera que aún no ha visto su techo.
Por otro lado tenemos a Benoît Drousie, a quien todo el panorama del noveno arte conoce por su pseudónimo Zidrou. El reconocido autor nació el 12 de abril de 1962 en Anderlecht en la Región de Bruselas-Capital. Es un escritor prolífico con más de sesenta álbumes publicados en una amplia gama de registros en las grandes editoriales o revistas francesas como Dargaud, Casterman, Le Lombard o Spirou. Entre sus muchas facetas vemos que es creador de canciones infantiles, o que trabajó durante un tiempo como secretario en la revista Tremplin , un semanario distribuido en las escuelas belgas. Hace poco se publicó en nuestro país su obra La adopción, junto al dibujante Arno Monin. Pero podemos encontrar una extensa bibliografía que recorre desde temas familiares, como la obra antes nombrada o su saga Los buenos veranos (Dargaud 2015-2018) publicada en España por Norma Editorial, o su excelsa y emotiva Lydie (Dargaud, 2010) con la que ganaría el Premio Diognale al mejor álbum junto al excelso Jordi Lafebre, con el que haría una dupla siempre acertada; hasta temas de corte infantil como su famosa serie L’Élève Ducobu, creada junto con su dibujante Godi en 1992, que ya consta de 25 álbumes y una adaptación cinematográfica en 2011 con el mismo nombre y con la que ganaría en 2004 el Premio Saint-Michel. Pero también ha tocado temas más oscuros e inquietantes, siempre con su marca de estilo presente, como en sus obras La peau de l´ours tome 1 y tome 2, que aquí se llamarían La piel del oso y Madriguera. Esta obra que os traemos hoy sería una mezcla de esta última faceta junto a la primera, recordándonos en los temas vertebradores a su obra Lydie. Descubramos lo que esconden sus páginas.
Lo divino nace de lo humano y no al contrario
En este volumen se nos cuenta la historia de Ana, una madre que tras un extraño suceso parece perder su hijo a manos de unos enmascarados, y al que buscará sin descanso, y de Joye, una joven que ejerce la prostitución y que se encuentra con Ana en su huida hacia delante. La joven se verá envuelta en la misteriosa trama que envuelve a Ana, haciéndonos recorrer diferentes ciudades españolas como Almería, Madrid o Barcelona.
Los mentores es una recopilación de dos relatos que componen la historia completa presentada por los autores. Zidrou explicaba así su germen: “Una vez me encontré con una mujer que llevaba una muñeca. (…) Estaba en camisón y le hablaba a esta muñeca como si fuera su bebé. ¿Por qué? ¿Quién era ella? No lo sé”. Ya desde su concepción vemos que el misterio y la incertidumbre fueron parte importante en la creación de este trabajo, y podemos observar los paralelismos con la historia de Lydie.
Aquí nos encontramos una obra llena de misterios, de incógnitas que se van resolviendo, al igual que nos encontramos con unas alusiones de lo mitológico como telón de fondo. Pero todo eso, es solo una superficie que queda muy bien y complementa la verdadera historia. Lo que realmente se nos muestra sobre esas ideas de trascendencia de lo humano y la búsqueda del control de lo sobrehumano a manos de lo humano, y cómo es inviable desde su concepción; es el concepto de pertenencia, de pertenecer a una familia, de pertenecer a un grupo, de la ilusión de pertenencia de un ser amado, y de la pertenencia del control. Todos estos conceptos se concretan en la mujer que busca su bebé y su nada complaciente resolución, como en la joven Joye que se halla en busca, sin decirlo en alto, de una familia y un lugar a los que pertenecer, un hogar al que poder volver.
He de decir que la historia me dio la sensación que no se acababa de cerrar, que la posibilidad de seguir era muy evidente, incluso estuve buscando posibles continuaciones, o futuros proyectos que lo dejasen entrever, pero no, es una historia cerrada. Tras descubrir esto, es cierto que la estructura, incluso la historia, se me antojó más redonda, como si habiéndome despojado esa idea de continuación aceptase la obra como un todo, y sin esa pretensión propia sí funcionase. Mi expectativa me había impuesto unas premisas que al no verse realizadas me hicieron sentir defraudado, pero no, viéndolo desde unos ojos ajenos a esa idea, la obra era acertada.
En el apartado gráfico nos encontramos con un dibujante muy certero. Con una línea clara y nada agresiva compone las viñetas de forma muy elegante, y gracias a esos agradables colores pastel hace de la obra una de apariencia clásica pero muy accesible a todo tipo de público. Tiene un uso de las sombras esporádicas muy refinado, sin abusar de ellas, logra que los momentos de tensión se enfaticen pero que no queden forzados. Eso también es gracias al punto de vista, como la angulación elegida para la vista de cada viñeta, que escoge con virtuosismo. Pero si algo es destacable sobre todo lo demás en el dibujo de Porcel es sin duda las expresiones de los personajes. Su maestría es absoluta en este punto, dejándonos helados como lectores en más de una ocasión. Los personajes quedan muy bien definidos por la gestualidad de sus rostros, sin necesidad de añadir una sola palabra. Y la cara de Ana, la madre, en más de una ocasión, hará que se nos encoja el corazón.
Los mentores es una historia que mezcla lo legendario y mitológico con una gran carga emocional, y hace de lo humano su principal atractivo, algo que no siempre sucede, y que los lectores de las buenas historias, que a fin de cuentas son las humanas, agradecemos recibir de vez en cuando.
Lo mejor
• La unión de temas mitológicos y humanos, poniendo el énfasis en la segunda parte, haciendo de la primera solo el complemento y no lo importante.
• Unas expresiones que en más de una ocasión nos van a hacer emocionarnos.
Lo peor
• La expectativa estructural de que hubiese una continuación.
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.8
Pertenencia
Los mentores acaba por definirse como una obra con lo sobrehumano de excusa para contarnos una historia muy humana. Con una mezcla entre conceptos elevados y terrenales, y un gran énfasis en la idea de la pertenencia, junto a un dibujo que rescata unas expresiones llenas de vida, acaba siendo una obra que nos alude a todos.