La gestación, por Enrique Doblas
George Pérez ya tenía el recorrido suficiente para no considerarse un novato cualquiera. Había terminado su etapa inicial en Marvel (nada menos que con los Vengadores) y se había fogueado con su adorada Liga de la Justicia de América para empezar en DC. Pero era hora de crear un producto nuevo, fresco, con un escritor en ascenso y lleno de ideas. Juntos iban a cambiar las tornas y, por primera vez en muchos años, conseguir que las ventas de una colección de la anquilosada editorial superaran a la de la moderna competencia. Y éste sólo sería el principio de una exitosa amistad.
Los Nuevos Titanes de Marv Wolfman y nuestro querido Pérez llegaron para arrasar.
Su bautismo de fuego se realizó en la cabecera DC Comics Presents (concretamente en el número 26, Octubre 1980), que además de presentar historias de Superman con compañía, también servía de contenedor de pruebas de personajes y grupos. Aquí, acompañado por Dick Giordano a las tintas, la prometedora estrella puertorriqueña puso toda la carne en el asador y en sólo 14 páginas enamoró a toda una generación, que pidieron cabecera propia a gritos. Y dos meses después allí estaba la primera de una serie de icónicas portadas de New Teen Titans.
Durante el primer año, Pérez fue cogiendo el pulso y haciéndose con las características de cada personaje. Ahora es famoso por saber poner un rostro diferente a cada héroe en sus flamantes splah pages de múltiples personajes, pero por entonces era difícil distinguir el rostro de Raven del de WonderGirl o reparar en la diferencia de edad de Gar respecto al resto. Sin embargo, poco a poco se vieron sus mejoras hasta incluso aprovechar su dominio de las expresiones para unos primeros planos desgarradores en consonancia con el guion digno de telenovela.
En todo caso, esta evolución no estaba reñida con su capacidad de combinar paneles horizontales y verticales, su dominio de la acción y su detallismo marca de la casa. Amén de su entregada pasión de los fondos que pasaban de Nueva York a Azarath, de abigarrados laboratorios a Isla Paraíso. Es más, quedarnos sólo con ese desarrollo nos haría perdernos sus espectaculares paneles dedicados a los viajes astrales de Raven, su diseño del espacio entre dimensiones y del plano de la torre de los titanes, entre otros, o portadas como la del número 9 (bueno, todo ese número del marionetista es alucinante).
Cabe destacar por cierto la labor de Romeo Tanghal, acompañando al los lápices estrella con un respetuoso y delicado entintado en la mayoría de los números del larguísimo run. Lo de George es de fábula, pero las circunstancias no vienen nunca solas y hubo un cuidado equipo artístico detrás.
A partir de que el dibujante se encuentra cómodo, empieza a jugar con el contraste, haciéndose con el sombreado a la par que el guion se vuelve más oscuro, con la trama de la Patrulla Condenada, la muerte del novio de Starfire tras traicionar a la Colmena, o la desgarradora historia de la prometida de Estrella Roja.
Y hay números, como el 8 o el 20, donde las tramas más cotidianas hacen sacar lo mejor del autor. En el vigésimo, un número aparentemente de transición, Pérez se desmelena con ideas sorprendentes, composiciones agresivas y rostros que cuentan tanto o más que los paneles de texto.
Ya le queda poco para dar un salto cualitativo, pero aún tuvo tiempo de dejarnos una pequeña saga en la que demuestra su dominio de la atmósfera, la del Hermano Sangre. Los contrastes oportunos no sólo de sombras sino que de color, unas ideas gráficas que no permiten aburrirse al lector ni con la verborrea más desatada de Wolfman, las perspectivas cenitales y la acción. Siempre la acción más desenfrenada, en la que los cuerpos vuelan en consonancia con las explosiones, se contornean en respuesta al dolor, y se tensan para alcanzar objetivos imposibles, propios de los superhéroes que el artista representa de manera excepcional.
Por si no hubiéramos tenido suficiente, en el 23 se le menciona como co-argumentista y parece que esa concesión a su talento merece ser acompañada con un dibujo a la par. La saga que lanza a los Titanes al espacio para ayudar a Starfire es donde el detallismo de Pérez se dispara sin perder ni un ápice de todo lo conseguido anteriormente. Número tras número los lectores asisten a un despliegue de virtuosismo sin igual que estalla en el primer anual de la colección.
Cabe decir que los avances tecnológicos de impresión también contribuyeron a esta revolución, con lo que podemos suponer que el artista ya era así de prodigioso, pero ahora por fin lo podía demostrar. Otro anual impresionante le sigue, en el que se presenta al Vigilante, que lo consagra a unas ventas espectaculares.
No contento con la espectacularidad de dichos especiales, que se podrían atribuir a un trabajo fuera del atosigamiento mensual, confirma su talento con el número 38, el de la investigación del pasado de Wonder Girl, con una ambientación de género negro y unos tempos fuera de lo común. Y entre medias, atención que se presenta una nueva titán llamada Terra y se comienzan a dar pistas de los aterradores cambios que se están produciendo en el alma de Raven.
Ambas tramas desembocarían en las dos sagas más maravillosas y recordadas que nos ha dado este dúo fantástico de creadores. Si todo lo que hemos narrado hasta ahora ya era increíblemente bueno, aunque parezca imposible, lo mejor aún estaba por llegar…
La obra maestra: El Contrato de Judas, por Ángel García
No todos los días tiene uno la oportunidad de hablar de una obra maestra incontestable. Y es que si hoy soy redactor de Zona Negativa es gracias a lecturas como los Titanes de George Pérez y Marv Wolfman, una de esas etapas que son simplemente ajenas al paso del tiempo y los cambios de gustos y pareceres en los lectores. La magnitud de la obra, así como su gran extensión en el tiempo, hace que me haya visto obligado a seleccionar un arco en concreto, de los muchos que dan pie a una revisión a la altura.
Si me hubiera ido a lo emocional, sin duda, me habría inclinado por El terror de Trigón, por ser la primera. Esas escenas oníricas, terroríficas, en las que Pérez derrochaba talento puro e imaginación particular para desarrollar las peores pesadillas de los héroes titanes hicieron mella en mí.
No obstante, siguiendo con la evolución en la colección que ha planteado mi compañero Enrique desde el comienzo, y por servir como constatación de la grandeza de lo que venía siendo depurado en los años anteriores, he de hablar de El Contrato de Judas, incluyendo en ellos los números 39 al 41 que no son propiamente parte del arco pero que forman parte de toda recopilación posterior, así como de los 42 al 44 y el anual correspondiente que cierra la historia.
Se confirma como la aventura favorita de Marv Wolfman entre las más de cien grapas que guionizó a cargo del grupo, así como un punto de cierre y partida interesante. Todos los implicados, desde los autores a Dick Giordano, como nos cuenta el propio Pérez en la introducción de la edición TPB americana, sabían que se encontraban ante algo grande.
El nombre, Contrato de Judas, le corresponde a Wolfman. El mismo fue tomado con entusiasmo de inmediato por el dibujante, con aplomo e interés, desde la definición del nuevo personaje, Terra, la primera en unirse al grupo desde la gestación del título. Para ello, habrían de poner en marcha dos ideas previas al arco, que involucraban a dos de los héroes más importantes del grupo, Kid Flash y Robin.
El primero dejaba los Titanes con pena, dispuesto a construir un futuro lejos de sus compañeros, con cierto hastío y desencanto con su posición. En estos momentos, los de la marcha de Wally, Pérez se recrea a través de los pequeños detalles, transformando en dolor la indiferencia demostrada por el resto con la partida y con el hecho de que esta se viera opacada por la segunda noticia: Dick dejaba la identidad de Robin.
Con páginas que han pasado a la historia del tebeo americano, veíamos las reacciones de los miembros del grupo en una progresión que va desde la incomprensión a la aceptación. Los Titanes se hacían mayores y, para ello, era fundamental que una nueva y sorprendente revelación les explotara en la cara y dejara ver que, además de superhéroes, no eran más que unos jóvenes todavía.
En los citados 39-41, se enfrentaban a Hermano Sangre, en una trama de conspiración política, típica del contexto histórico del momento y de los intereses de Wolfman, demostrando que el juego de apariencias y poderes ocultos era algo que iba a terminar haciendo mucho daño al grupo. Es en estos números en los que Pérez aboga por su faceta más ligada al terror, dejando páginas mudas que resultan sorprendentes por su entendimiento tan profundo del miedo y el horror, con unas viñetas muy arriesgadas para su época y público.
Sobre esta historia, subyace otra que será la que llevará a los números posteriores. La traición de Terra al grupo y su entendimiento con Terminator (Deathstroke) dan muestra de la visión adulta y compleja que iba a convertir la colección en meses posteriores. Pérez se apoya en una de sus más aplaudidas virtudes, reflejar el estado anímico y personalidad de los personajes con sus expresiones faciales.
La Terra de estas páginas es distinta a la que creíamos conocer, como si la traición fuera tanto al grupo como a ella misma. Sus rasgos van desde lo pueril (ese cigarrillo para representar la falsa sensación de edad adulta, un aspecto tan infantil como funcional) a otros más completos, como es la deformación absoluta de sus rasgos, particularmente lo que respecta a su dentadura, asemejándola a una villana. Verla en la cama, con poca ropa, y en compañía de un verdadero adulto, Deathstroke, revuelve las tripas de cualquiera, al tener solo dieciseis años.
El Terminator, al que ya habíamos visto en muchas situaciones demenciales, se aprovecha de una niña mentalmente inestable y tiene relaciones con ella. El modo de contar toda una historia alrededor de ellos dos por parte de Pérez, debiendo a su vez diferenciar los rasgos de Terra en estos momentos de los posteriores con el grupo, es de una maestría inalcanzable para la mayoría de dibujantes.
Una vez el arco comienza, tenemos continuas referencias al cambio en los personajes y su paso, ahora sí, a un estado más adulto. Donna preparando su boda, que va a celebrarse diez meses después, las dudas de Gar y su sempiterno síndrome del impostor, Vic debatiéndose acerca de su relación con su familia…
Todos ellos, de nuevo, llevados a la máxima expresión por el trabajo depurado de su dibujante. La traición se cuece a fuego lento, con páginas repletas de viñetas que contraponen la relación de Terra y sus compañeros con su objetivo final.
Una vez culminada esta, solo Nightwing (ahora sí, con nuevo traje), en compañía del recién llegado Jericho y su madre, podrán hacer frente a las fuerzas de Slade Wilson y Terra y rescatar a sus compañeros.
Las páginas de acción son una auténtica delicia visual, caracterizando principalmente a Dick y su personalidad en combate. Contar con un personaje sin poderes en un mundo de dioses implica que los autores de la historia han de tomarse su tiempo para definirlo y que así el lector comprenda por qué es tan importante. Y lo que Pérez hace con el discípulo de Batman es un alarde de interés en la construcción de sus escenas de lucha.
El final es descorazonador. En cierto sentido ambiguo, por el modo de reaccionar de los miembros del grupo a lo que en esta acontece. Nos recuerda que estos chavales, a pesar de tener todos sus planes de edad adulta, siguen siendo críos. Y que hay algo especial en ellos. Una ternura que les caracteriza y que, sin duda, es uno de los motivos por los que son personajes tan queridos por el fan de DC Comics.
En definitiva, nos encontramos ante una obra maestra en mayúsculas y uno de los ejercicios más interesantes de su etapa en la colección. Junto al citado arco de El terror de Trigón, el mejor ejemplo de la narrativa de George Pérez y su inventiva en la creación de espacios y emociones para los personajes. Cuenta con entintadores de la talla de Dick Giordano, Mike DeCarlo y mi favorito personal, Romeo Tanghal, además del propio Pérez. Todos ellos realizan un trabajo a la altura del nombre del arco y la calidad del trabajo del dibujante.
Un cómic único, que sigue y seguirá grabado en la retina del lector como una de las obras más completas de la historia de DC Comics.
Quizá el mejor comic de larga duración de la historia de DC.
Desde luego marco época. Un saludo para ECC a ver si pillan la indirecta.
Mi primer cómic de superhéroes fue Nuevos Titanes 4, en su enfrentamiento con la JLA. Así que está colección para mí se lleva el oro. Pero luego descubrí la Legión y me enamoré de ella también y me es casi imposible elegir una por encima de la otra.
Fue el tebeo que me acercó más seriamente a DC.Hasta entonces había leído cosas sueltas de Superman o de Batman en ediciones de Bruguera o Novaro que me habían prestado. Obviamente era sobre todo lector de Marvel en aquel momento.
Sin embargo,ver la portada de ese número 1 de Los Nuevos Titanes en el kiosco llamó poderosamente mi atención fundamentalmente por la presencia de Robin en la portada.
Los Titanes me parecieron en aquel momento ese tebeo de Marvel que publicaba DC. Hace unos años que no releo la serie, pero tiene todo lo que valoro en una serie de grupo(relaciones entre los personajes,que cada miembro del equipo tenga su voz, su personalidad y sus momentos dentro del reparto coral,respeto por la continuidad,aventura y un buen dibujo…lo mismo que se puede encontrar en una serie de Bendis,vaya,xd)
Un clásico que incomprensiblemente ecc nos niega.
Enhorabuena Enrique por el artículo. Un saludo
Y ya puestos a asumir que ECC no sacará esto de manera completa en la vida,al menos se podría atrever, ya que incluyó El Contrato de Judas o los primeros números de la serie en sendos tomos de coleccionable, a publicar alguna saga mítica de esta manera,como puede ser la saga en la que viajan al espacio al ser raptada Starfire por su hermana, la del Regreso de Trigon o ¿Quién es Wonder Girl?
Gran articulo como siempre, Enrique Doblas!
Aqui Perez es otro nivel, y lejos de caer en la complacencia, superandose continuamente.
La portada del Marionetista era la del retapado que fue mi primer contacto con el grupo,asi que me ha hecho gracia que la destaques. La nostalgia!
Saludos!
Gracias Jaime y Drury! (aunque el artículo es a dos manos, eh?)
Toda la razón Drury, ese fue mi primer retapado también! jajaja… pero eso no quita que la portada sea buena, y el efectillo que se marcó Lopez con el control de los afectados por el marionetista en los interiores, de esos que sólo se pueden hacer en el medio, también me marcó en su momento.
Es verdad! Mis disculpas a Angel Garcia, otro imprescindible de la Zona (al menos en mi opinion). La verdad es que el texto ha quedado muy homogeneo, no note dos voces, y con el scroll rapido de mi movil no vi su firma!
Lo de la portada no lo decia con retranca. Me parece buena, porque cumple con una funcion cada vez mas en desuso: interesarte por lo que cuenta en el interior, y tener la suficiente personalidad para que si la ves meses (o años) mas tarde digas «si, es la de esa historia en la que…». Cuantas portadas hay ahora asi? Si a veces veo una en la tienda y no recuerdo si lo compre o no, tengo que abrirlo!
Muchas gracias por tus palabras, Drury! Con Enrique es fácil entenderse para un artículo. Ojalá pronto veamos esta etapa por España. Pocas cosas me gustarían más en el sentido editorial.
Las portadas y el uso actual de las mismas da para artículo. A 2022, cuando se hace un poco bien (ya ni siquiera extraordinario) destaca y eso nos hace ver que hay un problema en general. Un saludo!
La de veces que he tenido que volver a la tienda a devolver una grapa que he comprado repetida por despiste.
Hoy en día la sensación que tengo es que las portadas son perfectamente intercambiables de un número a otro,y como dice Drury muchas veces no sabes si has comprado un número o no.Esto en los 80 no pasaba