La traición de Judas
«¿Cómo pudo conocer nuestro secreto?»
Ya está aquí, ya llegó el Contrato de Judas. Si en el anterior tomo el crescendo de calidad era evidente, este es un festín de principio a ¿fin? (ya hablaremos de eso). Prepararos porque el equipo Marv Wolfman y George Pérez pisa el acelerador y ya no va a soltarlo durante una temporada.
Empezamos por el número que abre el tomo, un auténtico whodonnit con enemigo de segunda; Tridente. Inventado para la ocasión pero que posteriormente tendría recorrido, es convertido en improbable protagonista de una historia bien hilvanada con un recurso curioso. Los recuerdos de distintas parejas del grupo se van sumando para formar un crisol que no se deja ver completo hasta el final.
Visita del Deathstroke, the Terminator, en el siguiente, con un primer enfrentamiento entre este y Tara Markov, alias Terra. Al final del número pasan dos cosas muy interesantes, sobre todo la primera: Aunque nunca nos pareció trigo limpio, Tara se desvela definitivamente como “marioneta” (ya discutiremos las comillas) de Terminator y Judas del grupo.
Aunque es un hecho más que conocido en la actualidad, en aquella época me imagino que debió ser toda una revelación. Tampoco es que a los que lo leímos en España nos sorprendiera, ya que Zinco nos había colado el final de la trama como complemento desde prácticamente los primeros números de la colección (viejos e inevitables suspiros).
El segundo hecho de interés, una bomba explota en el apartamento de Adrian Chase, el abogado presentado en el tomo anterior. Esto nos lleva directamente al anual 2 de la colección. Un favorito del que escribe por un dibujo sobresaliente al que las tintas de Pablo Marcos potencian sin saturar y, especialmente, por su estructura tan poco innovadora como magníficamente llevada.
Me explico, al uso de Wolfman y Pérez, se nos presenta un grupo de mercenarios uno por uno para llevarlos a enfrentarse con nuestros héroes. Sin embargo, eso no quita la maestría de la pareja para crearnos un interés creciente en este nuevo grupo de enemigos, para temer por el desenlace del encuentro, y para entrelazar una trama mucho más reveladora e impactante, la transformación de Adrian en el Vigilante.
Efectivamente, es un número para el recuerdo por la primera aparición del antihéroe (cabe mencionar que sería el propio Marcos el que se ocuparía de la inminente serie regular del mismo), que además se muestra implacable y asesina a sangre fría a un par de mercenarios. Pero es que, además, también es la presentación de Cheshire (la venenosa mercenaria que acabaría compartiendo maternidad con Roy Harper, el ex-titan conocido como Speedy) e incluso de Lyla, la protegida del Monitor en las futuras Crisis.
Después de tanta revelación y tensión vendría un paréntesis más tranquilo antes de la trama de Judas que da nombre al tomo. Empezamos por dos números de menor emoción argumental, aunque igualmente de alta tensión. Dando descanso a Pérez, Keith Pollard se ocupa de una algo inocente trama de rehenes (nuevo marrón de Cyborg, que no da una).
Por cierto, que se va añadiendo leña a la trama del Robin indepe, pues Kory descubre que Jason Todd le ha substituido en la mansión Wayne. Y a continuación se le da finiquito a la trama arrastrada de los hermanos Trueno y Relámpago, cuyo padre resulta ser un alienígena bastante random, al uso de la época.
Para después llevarnos al famoso cruce con los Outsiders, donde tenemos temita porque Robin se rebela descaradamente contra Batman. El argumento fue creado al alimón entre Wolfman y Mike W. Barr, pero el guion de la parte Outsiders es obviamente del segundo, algo que se nota pero no desentona, debido al infantilizado relato. Lo que si se disfruta más es la otra parte del equipo creativo del grupo de Batman, Jim Aparo, una de mis debilidades.
Y ahora sí, calidad a raudales en “Quien es Donna Troy”, donde Pérez se desata para no volver a ponerse trabas. Y no digamos el entramado guion de Wolfman, tan currado como emotivo. Como curiosidad, Robin afirma que conoce a Donna desde hace 8 años, una de las pocas veces que se pueden fechar eventos como el tiempo que llevaban los titanes juntos (al menos en la Tierra 1 pre-Crisis). Otro dato que trataba de clarificar cosas en ese convulso universo DC pre-Crisis, por fin se desvela que, aunque la Reina Hipólita fue la que crio a Wonder Girl, fue Wonder Woman la que la adoptó como su tutora legal.
Al siguiente se pone la primera piedra del Contrato de Judas. Un número que incluye una de las mejores splash pages de Pérez, pues cuando dije que ya no volvería a la sencillez os aseguro que no mentía. También encontramos la primera (no sería la última) renuncia de Wally y Dick a seguir en el grupo (Robin nombra a Donna su sucesora), pero la impresión más grande es la revelación de la relación de Tara con Slade Wilson aka Deathstroke.
No hablamos de su alianza para traicionar a los Titanes, que ya fue la mega-sorpresa, sino de que estos comparten además cama. Una escena, por cierto, que además de impensable ahora es muy turbadora. Tanto que hay que agradecer la vuelta de tuerca de John Ridley en la maravillosa La Otra Historia del Universo DC, al indicar que probablemente fue el mercenario el que la manipuló. No se puede negar que Tara fuera un mal bicho, pero tampoco se pude mantener la imagen de Slade como caballeresco antihéroe si se lía con una niña de 16 años.
Pese a todo, aún tendremos que esperar para ver la traición realizada, pues el hermano sangre resurge de sus cenizas (o de su lava, mejor dicho). Como ya suponíamos, no estaba muerto y además se había guardado una pero que muy buena última jugada. Pese a un intento de espionaje por parte de Robin, el villano termina lavándole el cerebro.
Es aquí cuando la serie se relanza con el nuevo título de Tales of The New Teen Titans pese a continuar numeración (el 41 exactamente). En este número, al estilo de toda la trama Blood demasiado fantasioso para mi gusto, tenemos un par de curiosidades: Lein Wein, el editor, anuncia un anual de DC Comics Presents entre los Titanes y Superman que nunca llegó a ocurrir (quizá fue lo que se acabó convirtiendo en el cuarto anual de la colección). Y una tontería para frikis, unas naves del arsenal de Blood son exactamente iguales a otras que aparecen en El Retorno del Jedi (página 12 para los aludidos).
Llegamos al 42 y por fin, con “Los ojos de Tara Markov”, comienza realmente la saga por antonomasia. Los autores conciben El contrato de Judas como un arco de cuatro números y le dan una importancia capital. De hecho, Wolfman y Pérez aparecen como co-editores a partir de este número.
Es la grapa donde aparecen por primera vez abiertamente Joey Wilson, futuro héroe y miembro del grupo como Jericho, y su madre Adeline, de la que se ha estado hablando en susurros previamente. También se nombran a los abuelos de Cyborg, Maude y Tucker Stone, a los que veremos aparecer en el tomo siguiente. Para variar, Victor tendrá que tragarse sus malas palabras hacia los yayos (no-da-una).
El tebeo está lleno de imágenes icónicas de Pérez, desde el posado de Kory hasta el levantamiento de peso de Cyborg, además de momentos más intensos como el combate de Starfire y Wonder Girl o más íntimos como el beso de la serpiente de Tara a Gar. Inconmensurable, historia del medio.
La segunda parte del Contrato de Judas se titula “¡Traición!”. Es un número maravilloso que empieza con acción frenética y en el que vamos descubriendo lo que ha pasado gracias a las habilidades deductivas de Robin. Un ejercicio narrativo que elevaba lo visto hasta ahora y aumentaba la tensión delicadamente para llevar a los lectores al éxtasis.
En la tercera “Y vendrá un titan”, pasan mogollón de cosas, aparte de desvelar, por fin, el origen de Deathstroke. Este paseo por el pasado en mitad de la trama, recurso típico de novela y de algunas trilogías cinematográficas para el recuerdo, resulta más que refrescante y sofisticado para un cómic de superhéroes juvenil de los ochenta. Para remate, Dick deja las aniñadas prendas de Robin para convertirse en Nightwing y Joey también se desvela como Jericho.
Un apunte de abuelo cebolleta; entre los referentes del mercenario Slade y parte de la trama que le terminaría alejando de su familia se encuentra el Chacal. Hace referencia al personaje ficticio creado por el escritor Frederick Forsyth para su novela “The Day Of The Jackal”. Aunque basada en hechos reales, el atentado a Charles de Gaulle en el 63, dicho personaje en realidad nunca existió. El Chacal real que a todos nos suena, el guerrillero y terrorista Ilich Ramírez, fue apodado así precisamente por haberse encontrado entre sus pertenencias dicha novela.
Y ahora, sí que sí, llegamos a la cuarta y última parte del Contrato de Judas… para el siguiente tomo. Si, no encuentro palabras amables para describir la decisión de ECC de dejar la conclusión de semejante trama para otro volumen (pero bien que usan la portada del que falta para éste). Entiendo que quien siga esta colección pretenda hacerse con todos, pero igualmente habría que tener un poco de lógica y cohesión para ofrecer también productos redondos, y este no ha sido el caso.
Pese al coitus interruptus os animo a seguir aquí el mes que viene, pues nos quedan maravillas que contar de la mejor serie de supergrupo juvenil de la década prodigiosa.
Lo mejor
• Una trama que mantiene la tensión como las mejores novelas del género.
• Un dibujo sublime que alcanza sus mejores cotas.
Lo peor
• Sin duda, dejarnos sin el final.
Judas
Guión - 9.5
Dibujo - 10
Interés - 9
9.5
El punto álgido de la colección
Ahi tenés otro enorme número individual de DC, el.No34 de Zinco, ¿Quien es Donna Troy?
Mira que a mi ese número aunque lo vistan de historia detectivesca me parece un dramón de sobremesa de los de media tarde… aiss pobre Donna.
En cuanto a lo partir la saga en dos tomos, en fin, esta gente siempre se supera. Cabrones no, lo que viene después.
Ah, y ligándolo con lo de números individuales de DC, la serie Vigilante tenia sus perlas unitarias. Como no valdría “el día del padre” de Alan Moore (un Moore “menor” pero creo que condensa en pequeñas dosis todo lo bueno de hace de Alan Moore, eso, Alan Moore) por ser una historia de dos números citaré el numero Vigilante 14, titulado “Sombras”, uno de los finales ya de Marv Wolfman y para mi el mejor de los guionizados por él en esa colección, que a partir de hay creo que cogió velocidad de crucero.
un Moore menor es mayor que mil de otros…mi tomito del Universo DC de Alan Moore lo demuestra: en 4 páginas de lo que venga (Omega Men!) hace más que en 1000 páginas de…Johns ponele.
Y si, arranca detectivesco pero después se pone melodramático (ufff ese Terry Long más grasa que Bee Gees) a lo Claremont, pero para mi no deja de ser un gran relato de 22 páginas de los que ya no se escriben.
De acuerdo con vosotros, es detectivesco y dramón a la vez. Es un número redondo dibujado como los ángeles ¿Quién da más en tan poco?
Y qué decir de Vigilante que no dijera en su momento, me dejo turulato.
Ese Terry Long es el avatar de Wolfman/Perez (sí, su Mary Sue)
Terry Long nunca tuvo superpoderes. Al menos no oficialmente.
El superpoder de su pecho peludo
Su superpoder evidente es siendo hombre de mediana edad fo***se a Donna. Por eso decia que era su alter ego de Wolfman en los comics.
Y…ya advertía el Psico Pirata en Animal Man «El Hombre Lobo! El Hombre Lobo!»
A ver si os creéis q Long era el apellido… era el apodo!
De los 5 tomos aparecidos hasta ahora, ha sido el que más he disfrutado: La aparición del Vigilante, «Quién es Donna Troy?», los números del contrato de Judas y los del hermano Sangre.
No me convenció demasiado el cruce con los Outsiders aunque coincido en el buen dibujo de Aparo.
El final… es una aberración. No me lo podía creer. Eso de elegir como portada del tomo la de un cómic que no está incluído en él es una genialidad de ECC que no me vi venir.
Este tomo incluye también un puñado de páginas de Pérez entintándose a sí mismo que es mi acabado favorito de los dibujos de George Pérez.
Para terminar, diré que, al menos en mi caso, el número de Tridente se incluía en el tomo anterior.
Gracias Qwerty, fallo mío. Me fie de lo que pone en la web de ECC y la cagué. Ante el despropósito de no incluir el final del contrato sí lo comprobé en tienda… pero no me di cuenta del principio del tomo.
Es por ese cruce con los Outsiders o lo de los hermanos Trueno y Relámpago que no le pongo el 10 a Wolfman, pero a Pérez no me lo quita nadie.
Yo tengo que reconocer que la alegría de comentar en estos artículos de la reedición de Los Nuevos Titanes me la está quitando ecc.
Han convertido lo que debería ser una fiesta del aficionado DC español en una práctica sudorosa e indecente porque comprar sus tomos está siendo estresante ante el temor de quedarte sin uno de ellos. Al final una «genialidad» como la de no incluir el número final del Contrato de Judas y además poner su portada como cabecera del tomo palidece ante todo el sinfín de despropósitos que tiene esta edición desde el minuto 1. Por todos estos motivos no estoy comentando de forma habitual cuando aparece una reseña de Los Titanes.
A pesar de eso tomo muy interesante con la serie alcanzando su cénit en cuanto a madurez,no sólo por el Contrato sino también por ese número unitario de Quién es Donna Troy?,todo un clásico que bien podría haber aparecido en el artículo de números unitarios de DC para el recuerdo.
En resumen una gran serie publicada por una minúscula editorial.
Venga Jaime, que no te quiten la alegría! Gracias por comentar
Gracias a ti por las reseñas.
Eso de partir El contrato de Judas es lamantable. Ya les ofrecí una solución cuando anunciaron el cf y todavía «funcionaba» la sección de consultas de su web. Consistía en acabar el último tomo con el primer anual de la serie baxter y concluir este con el anual, así cierras el tomo con una saga completa y queda redondo.
También les pedí que dejasen los numeritos de las páginas que vienen en las esquinas en esos cuartos de círculo (por cierto esos cuartos de círculo ¿tienen algún nombre técnico?). Mira que quedan mal en blanco, aparte de que son inútiles. Huelga decir que ni me contestaron ni me hicieron caso.
Por otra parte he detectado una ausencia de texto (que no un texto difuminado, que de esos hay muchos) en el número 38, pg 11, viñeta 4. Me di cuenta de que había mucho espacio en blanco y decidí compararlo con la edición de pda. Debería poner también «Por un escándalo de explotación infantil o algo así». Al principio pensé que podría tratarse de un caso de autocensura de los americanos en su reedición pero no, ya que vuelve a hacerse referencia a esto en la página siguiente, también viñeta 4, si bien en este segundo caso parece que esté mejor la traducción de ecc que la de pda. En la de pda dice simplemente «escándalo» mientras que ecc pone «escándalo de tráfico de niños».