Cuando la gente de Gallo Nero Ediciones decidió iniciar su andadura en la publicación de manga, identificaron que en el mercado español había una carencia de obras relacionadas con el gekiga, el movimiento iniciado por TATSUMI Yoshihiro que pretendía ofrecer historias de un corte más adulto, con argumentos más elaborados y un dibujo más realista, para aquellos niños que habían crecido leyendo manga y en aquel momento demandaban otro tipo de contenidos. Esta iniciativa fue uno de los acontecimientos más relevantes en la historia del manga y dio lugar a obras cumbre del medio, como El lobo solitario y su cachorro, El club del divorcio o Adolf.
Para nutrirse de grandes obras, han acudido en repetidas ocasiones a los títulos publicados en la mítica revista Garo, en cuyas páginas publicaron todos los grandes nombres del gekiga. Así, tras publicar trabajos del propio Tatsumi, o de los hermanos Tsuge (Yoshiharu y Tadao), rescatan del olvido otra obra de este movimiento artístico, que se une a las indispensables Pescadores de medianoche, El hombre sin talento, La mujer de al lado, Nejishiki o Mi vida en barco y nos permite disfrutar por primera vez en nuestro país del arte de ABE Shin’ichi.
La obra de este autor está estrechamente emparentada con la de los hermanos Tsuge, encuadrándose en el manga del yo, una corriente en la que las historias tienen un componente autobiográfico y suponen una introspección para sus autores, con un carácter apesadumbrado y crítico con la sociedad en la que les tocó vivir. Los sentimientos de Miyoko en Asagaya comienza con un delicioso y breve capítulo que presenta a Miyoko, una chica joven y atractiva, de grandes ojos, que habla en voz alta consigo misma para darse a conocer a los lectores, mostrándose como una perezosa que se levanta tarde y parece moverse a cámara lenta, quemando las horas del día maquillándose, desayunando, fumando un cigarrillo, leyendo o tocando la guitarra. Endeudada y con un novio pobre, su única esperanza reside en que su novio consiga prosperar gracias a su prometedor trabajo.
A partir de ese momento, se sucederán una serie de relatos cortos que nos llevarán a conocer a su novio en distintos momentos de su vida. De esta manera se nos presenta por primera vez en su adolescencia tardía, taciturno, desencantado con las expectativas sociales que se ciernen sobre él, reacio a estudiar en la universidad y decidido a buscarse la vida cultivando el arte de la escritura y el dibujo del manga. Poco a poco, asistiremos a distintos episodios de su vida y se abrirá ante nosotros el microcosmos del tokiota barrio de Asagaya, un distrito bohemio por el que desfilarán una galería de personajes representativos de la sociedad japonesa de aquel momento, sumidos en una fuerte crisis existencial, con una identidad que se derrumba a causa de la precariedad y la falta de oportunidades, sin más objetivos que sobrevivir un día más, consumiendo el presente sin preocuparse por el futuro, adormecidos por los efluvios del sake y el vino. Abe refleja con brillantez las penalidades por las que pasa el joven artista y el constante paso de los días marcados por la presencia permanente del alcohol, la música, las conversaciones con otros aspirantes a ocupar un lugar en el panorama cultural y el sexo.
El dibujo de Abe resulta algo tosco y confuso, no es precisamente pródigo en detalles y resulta demasiado estático. En determinadas ocasiones comete errores de bulto al plasmar las emociones de los personajes mediante sus expresiones faciales, pero en las escenas de sexo da el do de pecho, transmitiendo el calor del contacto de los cuerpos, el salvaje ritual, la liberación del instinto primitivo y la rendición ante los placeres de la carne.
A pesar de tener un gran valor artístico por la sinceridad con la que el propio autor desnuda sus miserias y sus anhelos ante los lectores o por el amor y la admiración que siente por su pareja, que sirve de base para dibujar al resto de mujeres que aparecen en los relatos, la lectura de Los sentimientos de Miyoko en Asagaya puede resultar farragosa en ciertos momentos y aparentemente vacua, pues se recrea en el lento discurrir del tiempo y se sumerge profundamente en la psique de sus personajes. No obstante, funciona mejor en pequeñas dosis que permitan madurar cada relato, reflexionar sobre ellos y saborear todos sus matices.
El pasado mes de enero Gallo Nero Ediciones, que en su sello Gallographics está publicando manga de muchos kilates, publicó por sorpresa este tomo. Se trata de un único volumen de 272 páginas, en formato A5 (15×21 cm), con encuadernación rústica con solapas y sin sobrecubiertas a un precio de 21,00 euros. A modo de apéndices, el libro incluye una biografía del autor que complementa y enriquece la narración de los distintos relatos, una bibliografía de los mangas creados por Abe, que incluye la revista y la fecha de publicación y un breve resumen de cada uno de ellos, y un breve artículo que desgrana la carrera profesional de este mangaka. Además, aunque anteriormente se habían limitado a una publicación anual, han confirmado en sus redes sociales que este año doblarán su producción, lo cual es una grandísima noticia, teniendo en cuenta el buen ojo que tienen para seleccionar títulos de una calidad excelsa.
VALORACIÓN GLOBAL
Guión - 8.4
Dibujo - 7.2
Interés - 8.5
8
Yo, autor
Los sentimientos de Miyoko en Asagaya es un notable exponente del manga del yo, con claras influencias del trabajo de los hermanos Tsuge, aunque no alcanza las cotas de brillantez de estos. A pesar de ser una lectura densa, la honestidad de su autor y su deseo de reflejar fielmente sus vicisitudes la convierten en una obra con un valor intrínseco que cumplirá las expectativas de los aficionados a esta corriente del manga.