Historia de caballerías para los nuevos tiempos
«La gloria del padre. El sacrificio del hijo. El dolor de la mujer.»
¿Están las historias de caballerías, los relatos clásicos de fantasía medieval, pasados de moda? Sí, es una pregunta retórica. Quizás su esencia, algo arcaica, haya dejado de estar en consonancia con los tiempos que nos toca vivir, pero no es su culpa, todas las historias son hijas de su tiempo. Sin embargo, no por ello vamos a dejar de acercarnos a ellas, y menos aún cuando se le da un giro a sus tripas, dejándola igual en aspecto pero distinta en su interior. La pretensión no es articular un discurso que desestime la figura de la historia de caballerías, es entender su belleza y trasladarla al ahora, hacer de lo clásico algo contemporáneo, para que su sustancia sea atractiva en nuestro tiempo. Veamos si estos dos grandes autores lo consiguen.
Ante nosotros tenemos a una dupla ya consolidada, y muy conocida en el mundo del noveno arte. Zidrou (1962, Bruselas) y Oriol (1983, Cataluña) se darán cita por primera vez al ilustrar Maman Noël, una de las historias que componen la colección Joyeuses nouvelles pour petits adults et grand enfants publicada en 2010 por Dupuis; historia que también sería publicada en la revista Spirou. Desde aquel momento esta pareja trabajaría en diferentes álbumes, todos de enorme calidad, La Peau de l’ours, aquí conocido como La piel del oso, historia que le llevaría a ganar el Premio de Revelación 2013 en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona , el Premio Mor Vran(premio de cómic otorgado por la asociación Goéland Masqué), así como el Premio Saint-Michel para el Futuro 2013. En 2015 traerían al mundo Les 3 Fruits, que hoy traemos a nuestra morada, y en 2017 Natures mortes, ambas publicadas por Dargaud. En España se las conoce como Los tres frutos y Naturalezas muertas, ambas publicadas por Norma editorial. Hoy pondremos el foco en solamente una de ellas.
El gran homenaje a un género en retirada
Esta obra nos narra la historia de un rey cuyo final ve próximo. Entonces decide comenzar una búsqueda de la inmortalidad. Alguien misterioso parece poder concederle la inmortalidad, pero a cambio tendrá que sacrificar aquello que más aprecia. “Come la carne del más valeroso de tus hijos y vivirás para siempre”.
En este trabajo nos encontramos con estructura clásica, con una sucesión episódica en la que se repiten los patrones de las misiones que se llevan a cabo para dar esa sensación de cuento clásico en la que la analogía pretendida se va construyendo y consolidando encada una de las repeticiones. Dentro de cada misión, pese a mantener esa disposición, las situaciones son bastante originales, y en ocasiones sumamente inquietantes. Vemos una gran incidencia en la iconografía mitológica clásica, desde dragones, pasando por magos, brujas, gigantes, hasta pactos faustianos. Sin embargo, para cada uno de ellos, el lector tiene una sorpresa preparada.
El otro elemento que aparece, casi de soslayo, pero que se evidencia en el subtexto, es el cariz de corte feminista que no se solía dar en estos relatos, en los que la mujer quedaba relegada al segunda fila, esperando al amado padre o esposo, o a ser rescatada por esos mismos personajes. El caso, y lo curioso, es que aquí vemos que eso mismo sucede, pero se reflexiona al respecto. Por eso no se deshabilita su esencia, sino que se delibera sobre ella, y con gran acierto. Excepto en el final. Toda la obra es llevada con gran maestría en todos los sentidos hasta los compases finales, donde, supongo que por pura necesidad moral ligada a la acertada visión actual del papel femenino, pero deshonesta con el relato, se desarticula toda esa solidez en pos de una edulcoración y una explicación forzada, que acaba por caricaturizar el profundo mensaje feminista que vertebra la obra. En cualquier caso, esa licencia contemporánea que se toman no es, ni mucho menos, suficiente motivo para lograr tumbar una propuesta tan robusta como esta.
Pese a tener estructura de relato, muy ligado culturalmente a un público infantil, con aventuras, misiones de caballeros, y monstruos a batir, tiene un aspecto muy oscuro y tenebroso en fondo, pero sobre todo en forma. Ese elemento que dota de solidez y madurez al trabajo, viene en gran parte dado por el trabajo de Oriol y su arte.
En el apartado gráfico tenemos a un Oriol muy pictórico. Podemos reconocer en este trabajo lo que después nos encontraríamos en La piel del oso, Madriguera o Naturalezas muertas, también con Zidrou, pero ese estilo estaba aún por concretarse. Aquí le vemos en un registro mucho más ambiguo, que juega con las formas indefinidas, con unos bordes en las figuras que se expanden y se diluyen fusionando personajes, objetos y fondos en una unidad indivisible pero muy evocadora. La gama cromática es en términos generales oscura y lúgubre, pero cuando hay puntos de luz, en ningún caso hacen referencia a algo positivo, sino más bien lo contrario. Todo el aspecto es lúgubre y tenebroso, y por momentos he tenido reminiscencias de un Saturno devorando a su hijo, y de unos fondos y escenas Caravággicas (perdón por la expresión). El aspecto visual, como ya es costumbre con este autor, es una pieza indispensable que otorga de estabilidad y sazón a toda la obra.
La edición de Norma editorial es de gran tamaño, de tapas gruesas de tacto agradable y páginas satinadas, perfecto para degustar el exquisito arte de Oriol, y sin más tripas que la propia obra.
Estamos ante una obra que pueden aceptar todo tipo de público, desde los de gustos clásicos hasta los de preferencias más contemporáneas. La original manera de presentar los sucesos de Zidrou como la riqueza del arte de Oriol, son sin duda una apuesta segura para nuestras estanterías.
Lo mejor
• La revisión de los aspectos más arcaicos de estas historias sin hacer de ellos una parodia, tratándolos con respeto, en casi toda su extensión.
• El dibujo tenebroso de Oriol que acompaña a la obra y la eleva.
Lo peor
• Ese final que desencaja el subtexto feminista tan bien cohesionado con la esencia de la obra, por un aplauso fácil.
Guión - 7.5
Dibujo - 8.5
Interés - 7.5
7.8
Revisión
Los tres frutos termina por funcionar como homenaje a esas historias mitológicas medievales, pese a su desafortunado final. Gracias a la honestidad y el respeto generalizados en el guion y el intachable dibujo de Oriol, es difícil no definirla como una obra de recomendada lectura.