Demasiado sabor a clásico
En el Magazine de Marvel del mes pasado ya se habló de esta serie, pero en realidad se habló más de la figura de Paul Levitz guionizando su primera obra para Marvel. Tanto se habló que en realidad el texto derivó hacia la Legión de Superhéroes, por lo que, de alguna forma, era necesario darle espacio de calidad a comentar lo que este trabajo da de sí, tanto a nivel de guion como de dibujo, ya que no hay que olvidar que al lápiz está el gran Alan Davis. Así que, si queréis saber más de la figura de este guionista y pieza clave de DC durante más de treinta años, pasaros por el Magazine, porque ahora toca hablar de los Vengadores.
No hay medio cultural que pueda escapar, cada cierto tiempo, de la nostalgia. Nostalgia que mira sin descaro a ciertos lectores de tiempos pretéritos de la editorial (en nuestro caso), buscando dar calor a esos recuerdos cargados de emociones con los que vivieron ciertas lecturas en sus tiempos jóvenes. Y el noveno arte no es inmune a esa nostalgia (como vamos a poder ver), como una poderosa herramienta que en el caso que nos ocupa se pone en movimiento con potentes resortes para captar la atención de todo aficionado a Marvel y en particular a los Vengadores en sus primeros años. Y, además, viene aderezado por lo ya comentado, un equipo creativo que, en lo que se refiere a Levitz, es toda una anomalía marveliana gustosamente recibida, mientras que Davis es un ya querido y conocido dibujante de la casa de talento indestructible con el paso del tiempo.
Así que estamos ante un trabajo contenido, con un poderoso aroma a clásico, que se sitúa temporalmente en los primeros pasos del grupo, explicado de forma detallada en el texto con el que cierra el tomo de la mano de Julián M. Clemente, que vienen decir que estamos entre los años 1964 y 1965 que es el año de cimentación del grupo dentro del Universo Marvel. Y es que se agradecen estos textos, tanto el introductorio hablando de sus autores, como el final posicionando al lector, haciendo que el cómic, como tal, en esa edición tenga más carisma y sentido en el tiempo.
Con esto claro, podemos ya desgranar que la lectura de esta obra va a ser distinta, poque si hay algo de lo que se preocupa Levitz a la hora de dar voz a la historia y los personajes, es que suenen como lo hacían en ese primer año, con una historia que transcurre a través del tiempo de la mano de Kang, el Conquistador, ansioso de encontrar oponentes que le planteen un verdadero reto a su superioridad.
Para poner todo esto en funcionamiento, Levitz, apuesta por conjugar una historia entre historias y que además tenga, en su interior, como una Matrioska, sub-argumentos como los que poder narrar al más viejo estilo Marvel de aquellos años. Tanto se esfuerza que lo consigue, para bien y para mal, porque el tono y forma de este cómic está escrito para ser un cómic de 1964. Y eso le pasa factura.
La trama que Levitz diseña es compacta, pero no le falta de acción, tal vez demasiada, aprovechando que no necesita disponer de páginas previas para poder definir a los personajes, porque ya están más que definidos. Solo debe tomarlos y dejarlos fluir por la historia, poniendo diálogos, algunos más que chocantes para un lector actual, mientras añade componentes con los que ir avanzando de manera algo terca y machacona hacia el objetivo final. Son los Vengadores de 1964 y se comportan como tales, como lo hacían entonces, con ese halo de misterio sobre algunos de sus miembros, mientras que otros mostraban su lado más ingenuo, pomposo o inseguro, en el que se siente que todavía no hay plena confianza entre ellos. Y eso es digno de elogio.
Donde la obra comienza a resbalar es en el propio desarrollo de la trama. Esa terquedad comentada se va tornando más y más pesada porque, aunque Levitz elimina los aspectos narrativos más característicos de los años 60, no logra idear una historia que de verdad funcione con los personajes en ese momento concreto de su propia historia editorial. La trama es demasiado moderna, por mucho que quiera vestirse de clásica, y hay un ruido de fondo constante entre lo que uno lee y lo que pasa, haciendo que no se acabe de encontrar del todo a gusto en el ecosistema ideado por Levitz. Y se nota que algo no acaba de encajar.
Levitz tira de oficio escribiendo esta historia donde hay un poco de todo, pero el oficio no es suficiente cuando se quiere idear un trabajo de este tipo. Y puede que el problema radique en que, aunque se siente que se ha documentado mucho, buscando el detalle enciclopédico, lo que acaba elaborando es algo a lo que le falta alma. Y no porque estemos ante un guionista sin capacidad para insuflar alma a sus trabajos, al contrario, Levitz es muy capaz, pero con los Vengadores, y esta formación en concreto, lo que se acaba sintiendo es que hay un decorado de cartón piedra que no es capaz de soportar el peso de la historia por sí mismo. Y esa falta de alma es precisamente el problema de esta obra. Es un magnífico cómic de superhéroes, con un potente guiño al pasado, pero no despierta pasión alguna, más allá de lo anecdótico de su génesis, con una trama que sabe demasiado a clásico manufacturado.
¿Y que podemos encontrarnos al otro lado del cuadrilátero? A un Alan Davis que, siendo totalmente fiel a sí mismo, nos ofrece un trabajo en el que se entinta a sí mismo, para firmar páginas de innegable belleza, pero acabado tosco y rudo. La verdad es que se añoran las tintas de Mark Farmer o de Paul Neary, sobre los lápices de Davis, para dulcificar su trazo, añadiendo suavidad a su ya de por si estilo fluido, por lo que resulta impactante ver este dibujo de acabado mucho más árido del que nos tiene acostumbrado.
En definitiva, estamos ante un trabajo con un innegable sabor a clásico, que no logra arraigar de forma que llegue a tener alma propia, jugando con múltiples aspectos que lo hacen atractivo para un tipo de lector muy concreto. Esto, unido al trabajo de Davis, algo más alejado de su acabado habitual, hacen que el resultado final sea el de una obra que busca gustar a un selecto grupo de lectores, sorprender a otro (sobre todos lectores más asiduos a DC), mientras lucha contra si misma por ofrecer una historia moderna y clásica al mismo tiempo. Así que el veredicto es que es una obra anécdota, que se olvidara pronto, una oportunidad perdida, que disfruta de autores de gran solvencia, a los solo se les puede criticar el haber hecho un trabajo tan bien hecho que no acabe por encontrar su sitio entre los aficionados de hoy ni los de antaño.
Lo mejor
• La combinación de autores y personajes.
• Siempre está bien disfrutar de Alan Davis.
• El trabajo que hay detrás de documentación.
Lo peor
• Lo desequilibrada que queda la propuesta para satisfacer al gran público.
• Que acabará siendo una anécdota editorial.
Guion - 5.5
Dibujo - 8
Interés - 6
6.5
Mera curiosidad
Un trabajo de exquisita factura clásica que no logra sorprender y que acaba perdido entre el ayer y el hoy, dejándose el alma por el camino.
Es entretenidillo. Un poco como si Stan Lee hubiera tenido a Alan Davis en vez de a Jack Kirby como dibujante en aquellos años, con el mismo tono naif y tontorrón de aquellos tiempos, pero no da para mucho más.
Coincido con los comentarios. Es un tebeo simpático y poco más. El trabajo tanto de Levitz commo de Alan Davis se siente demodé, ajado, como un vino añejo que cuando lo descorchas te das cuenta que está picado.
El trabajo de Davis (gran dibujante pero que en mi opinión a veces se suele sobrevalorar) resulta extraño, no solo porque su propio entintado da un acabado más tosco a lus lápices, sino porque utiliza una planificación de viñeta y página extremadamente clásica y sus fondos apenas están trabajados en la mayoría de viñetas, lo que le da un aspecto bastante insulso en el apartado gráfico. Un 8 en el dibujo me parece excesvamente generoso.
Gracias por la reseña, coincido con bastante de lo que comentas, es una obra olvidable en muchos sentidos.
Un detalle no menor, al contrario de lo que explicas creo que Levitz no se documento en nada y jugo a las apariencias ofreciendo con la mano derecha una obra supuestamene clásica mientras con la izquierda hacía un ejercicio de retro continuidad tonto (con anuencia de la editorial). Resulta muy molesto a estas alturas que los editores sigan empleando autores consagrados para usarlos como escudos de sus fechorias para probar cosas absurdas cuando no tienen las agallas de firmar ellos mismos esas obras de dudosa calidad, cosa que paso con Waid en forma previa.
Esta más que claro que este comic no conforma a nadie, pero por diferentes motivos, al supuesto lector moderno porque piensa equivocadamente que es una obra con tufillo a clásico, y al lector de toda la vida porque cuando empieza a leer esto se da cuenta al toque que es una inconsistencia tras otra y no vale la pena.
Si quieren comics que rememoran obras clásicas y que son de gran calidad hay que remitirse a Vengadores / Defensores: Tarot que justamente escribe Alan Davis o más allá en el tiempo a Vengadores: Año Uno de Joe Casey que cumplen muy bien en modernizar conceptos clásicos sin entrar en tonterias de ejercicios de retro continuidad.
En cuanto al dibujo, desde ya admito que tengo debilidad por el arte de Alan Davis, y me parece que cumple muy bien aquí, aunque es cierto que ni por asomo es su mejor trabajo y le falta un buen entintador a sus trazos para realzar su trabajo.
En resumidas cuentas, una obra que cuando la anunciaron la esperaba con gran expectativa debido al equipo creativo que la firmaba, pero al final me decepcionó bastante por lo que en definitiva no gastaria dinero.
Me ha gustado bastante, si bien es cierto que desde el principio tenía más que claro lo que me iba a encontrar, y que seguramente sea más fácil de digerir de mes en mes que de una tacada como lo han editado por aquí.
Pero se hace muy necesario conocer una obra así y entender su valor, porque tíos, esto no es el UCM ni los Ultimates ni el Cónclave vs. los Illuminati, es ni más ni menos que los auténticos Vengadores.
Y Kang.
Siempre me ha gustado el dibujo de Alan Davis y erlo es un placer. Aunque con Levitz a bordo, me decepciono un poco que no apareciera la Guardia Imperial.