Maakies

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Edición original: The House at Maakies Corner, When We Were Maakies, Der Struwwelmaakies, Maakies With The Wrinkled Knees, Little Maakies on the Prairie, Green Eggs and Maakies, 2002, 2004, 2005, 2008, 2010, 2013, Fantagraphics Books.
Guión, dibujo y tinta: Tony Millionaire.
Formato: 96 y 120 páginas en B/N editadas en cartoné apaisado.
Precio: 19,95 $ cada volumen.

 

Que en España siga inédita una de las obras cumbres de Tony Millionaire es algo que me desconcierta. Zurullos como soles de carácter independiente son traducidos e impresos como joyas en tapa dura mes sí y mes también para epatar el entendimiento del moderno de turno, avasallado por las loas de sectores de la crítica para los que la palabra snob es una necesidad vital como respirar. Y mientras tanto los siete volúmenes de una de las tiras cómicas más auténticamente subversivas del planeta siguen sin aparecer por las estanterías españolas.

¿Qué es Maakies? Maakies es caos, visceralidad, misoginia, una oda al alcoholismo, una mirada irónica y desenfadada al suicidio, escatología, devoción por lo grotesco. Y más. ¿Todo esto cómo es posible? Porque está protagonizada por funny animals. En su versión más hardcore, por supuesto. Drinky Crow y Uncle Gabby, un mono y un cuervo que suelen trabajar como marineros, son los protagonistas. Borrachos, pendencieros, salvajes, borrachos, violentos, bromistas, borrachos, obsesos sexuales, ¿he dicho borrachos? Sus jornadas transcurren entre la necesidad de apurar el último trago, la resaca subsiguiente y el ansia por una nueva curda. Ese fragmento de tiempo es el que permite a Millionaire libertad absoluta para crear unos gags, probablemente de los más extremos del mercado, donde el gore se da la mano con repentinas estéticas naives, donde la carcajada brota directamente de la ofensa pensada como ejercicio de incorrección política no apta para pánfilos y meapilas. Así, Millionaire toma las riendas de su tira, convirtiéndola en adalid de la libertad de contenido. Pero no lo hace desde una perspectiva adolescente que busque molestar porque sí. La naturaleza desquiciada de la obra del creador de Sock Monkey tiene su lógica interna, sus patrones reiterativos y su sentido. El autor usa la excusa de los funny animals para hacer brotar el humor desde los límites del mal gusto, como si fuera un cruzado en contra de la mojigatería, con la máxima kafkiana de pegar un puñetazo al lector, para despertarle. Es por eso que sus gags funcionan como pequeñas granadas, desde el asco y la escatología, con el fin de espabilar a un lector adocenado por culpa de tiras sobrias y tebeos reiterativos. Millionaire es así. O cuanto menos, su punto de vista del humor.


Maakies es así ese amigo de tremendo carisma, ese colega invasivo, excesivo, que puede llegar a agobiar, pero que asegura una noche de carcajadas que te parten la tripa. Millionaire usa así la comedia como revulsivo contra una sociedad pacata, demostrando que ciertos clichés de comportamiento, ciertas buenas maneras no esconden más que racismo y miedo al prójimo, que la sociedad idiotiza y al no poder escapar de esto, el hombre necesita de la parodia más hiriente para huir de esta zombificación. Los límites de la comedia, de lo permitido, como manera de demostrar la auténtica falta de libertad del ser humano. Un reaccionario del humor, vamos, en busca de épocas editoriales de mayor libertad creativa y mayor experimentación artística.

De todas formas, resulta curioso y debe ser una consecuencia de esto, que el hecho de que sus personajes caminen por un sendero sádico, descreído y brutal, donde la vida parece que no vale un pimiento y vivir suponga un sufrimiento tan grande como para pasarlo narcotizado, Maakies resulta al final un canto no sólo al hedonismo más radical, sino a la vida entendida como una travesía de la que más vale aprovechar hasta los últimos jugos. Maakies como el libro de autoayuda definitivo, aquel que te certifica que debes apurar hasta la última gota de tu tiempo, de que hay que ocuparse, más que preocuparse, pues la Parca tiene la guadaña lista para rebanarte el pescuezo. Y ahí radica otra de las glorias de semejante tira de prensa. Viñetas de constante muerte y suicidio, de descomposición y entropía, para recordarte la suerte de estar vivo y la fragilidad de la misma vida. Todo un logro para unos gags encerrados entre cuatro viñetas, ¿no es cierto?


Ácido, obsesivo, zafio, pero enormemente inteligente, el humor de Millionaire es único por tanto. Sus tiras son totalmente reconocibles por las particularidades temáticas, pero ya no solo por su estilo sino por ese trazo del todo suyo. Millionaire, dibujante sucio a priori, es capaz de deleitar al lector repentinamente con inspiradas estampas marinas, donde barcos dieciochescos aparecen en las viñetas plasmados con minucioso detalle, como testigo y escenario de las diatribas de los animales protagonistas. El amor de Millionaire por semejantes detalles se extiende a los paisajes decadentes de enormes mansiones victorianas al borde del mar, vehículos de épocas más elegantes o repentinos arranques pseudo steampunks, donde el objeto retratado adquiere tanta importancia como el chiste en sí. Esto constata la habilidad del creador de Drinky Crow con el lápiz y confirma la tira como el lugar donde su autor lleva a cabo sus ideas más arbitrarias. No en vano, en alguna de ellas llega a reconocer que aparecen ciertos elementos con total detalle ya que le urgía la necesidad de dibujarlos.

Por si fuera poco, el creador de Billy Hazelnuts se permite el lujo del doble gag. Bajo la tira principal dibuja otra tira, sencilla, de viñetas rectangulares muy largas, como si tratase de aprovechar todo el espacio de la página. En estas tiras secundarias se esconden los gags más convencionales quizá, siendo un bonus track constante, un contrapunto menos lisérgico por norma general, a la tira madre, demostrando que como generador de punchlines es un titán. Esta doble ración de humor por página duplica la lectura y le permite jugar con la palabra tanto como la tira superior juega con el absurdo desde el dibujo.

Aunque pueda parecer reiterativo, e incluso resulte que acabo muchas de mis reseñas del mismo modo, esta vez sí, esta vez no me equivoco, Maakies es un tebeo que debería pasar a los anales de la Historia del Cómic y Tony Millionaire, de la mano de su también espléndido Sock Monkey, debería recibir una sala propia en el Museo de Joyas Tebeísticas, ese que algún día construiremos con fondos públicos. Ah, no, espera, ¿me estoy confundiendo de país, no?

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BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
21 agosto, 2013 11:46

«Que en España siga inédita una de las obras cumbres de Tony Millionaire es algo que me desconcierta. Zurullos como soles de carácter independiente son traducidos e impresos como joyas en tapa dura mes sí y mes también para epatar el entendimiento del moderno de turno, avasallado por las loas de sectores de la crítica para los que la palabra snob es una necesidad vital como respirar.»

+1000 puntos para Raul Silvestre.

Ocioso
Ocioso
Lector
21 agosto, 2013 14:47

samanosuke ha comentado: pero es lo que pienso de los trabajos que he leído de Woodring o Clowes

El problema de estas obras no es que estén sobrevaloradas, sino que están sobreeditadas.
Salvo que seas un fan rendido, es imposible que el contenido de estos tochos colme tus espectativas después de pagar semejantes pastizales. Puta manía de tapas duras, letras metalizadas, lomitos de tela, y papel inadecuado por caro.

Antoñito Millonario. ¿Cómo piensa ganarse la vida con este nombre artístico? Y el caso es que el del mono me gustó un montón.

the drummer
the drummer
Lector
21 agosto, 2013 16:45

‘porque más de uno nos hemos lanzado a comprar obras multipremiadas y alabadas recomendadas en webs como ésta (entre otras) a cambio de un riñón, para encontrarnos con títulos del montón’

yo mismo sin ir más lejos, no hace mucho me dejé un pastizal en los 4 tomacos de los 52 de dc, cegado por el entusiasmo general, y resultó ser un truño de aquí te espero.
mecagontósvuestrosmuertos!!
pd1: los dejo baratos. alguien los quiere?
pd2: esto de maakies tiene pinta de ser lo bastante majarón como para que merezca la pena hacerse con ello si llega a editarse por estos lares.

BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
21 agosto, 2013 17:15

Este comic descataporque ofrece una vision mucho más salvaje y sin ninguna moderacion frente a las rayadas unipersonales de otros autores o analisis de la realidad a traves de interminables dialogos entre los personajes (sí, hablo de Peter Blaggle en Odio…)

Por cierto, por si no lo sabiais Drinky Crow tuvo su propio show en Adult Swim: https://www.youtube.com/watch?v=K-UOcQcuvuM

Un saludo.

Dillinger
Dillinger
Lector
22 agosto, 2013 9:44

Por lo que veo es todo lo contrario a su Billy Avellanas que me pareció infantiloide y simplista a más no poder. Se ve que leí al millonario malo.

Ocioso
ha comentado el 21 agosto, 2013 a las 14:47h

samanosuke ha comentado: pero es lo que pienso de los trabajos que he leído de Woodring o Clowes.

Ocioso ha comentado: El problema de estas obras no es que estén sobrevaloradas, sino que están sobreeditadas.
Salvo que seas un fan rendido, es imposible que el contenido de estos tochos colme tus espectativas después de pagar semejantes pastizales. Puta manía de tapas duras, letras metalizadas, lomitos de tela, y papel inadecuado por caro.

je, aún me acuerdo cuando La Cupula las editaba a 6€. David Boring, Como un guante de seda forjado en hierro, Pussey…. Pagabas 6 o 7€ y te llevabas un tebeo del copón ¿Qué no te gustaba? Pues no pasa nada ya que el desembolso tampoco era para tanto.

Antes tenias la línea Brut donde sacaban en grapa Agujero Negro a ¿190 Ptas? en 10 u 11. Lo ibas leyendo y si no te gustaba, a la papelera.
Ahora apoquinas 35€ por lo mismo. Con su tapa dura, eso sí.

Dillinger
Dillinger
Lector
22 agosto, 2013 9:48

the drummer
ha comentado el 21 agosto, 2013 a las 16:45h

«yo mismo sin ir más lejos, no hace mucho me dejé un pastizal en los 4 tomacos de los 52 de dc, cegado por el entusiasmo general, y resultó ser un truño de aquí te espero»

vaya, pues a mi 52 me encantó y me pareció de lo mejor de DC de la época.
Ahora bien…..¿Como para sacarla en tapa dura?
Pues no, lo suyo era leerlo semana a semana.

the drummer
the drummer
Lector
22 agosto, 2013 18:11

un puto truño (al menos para mi gusto hoyga, que tien que haber gustos pa tó)

Lemmytico
Lemmytico
Lector
23 agosto, 2013 14:37

Estoy de acuerdo con Oci y Dillinger. El problema es la forma de editar y vender según qué obras, no dichas obras en sí. La verdad es que para todo esto se echa de menos las revistas tipo CIMOC, que te permitían ir picando.

Por otro lado, cada autor tiene obras mejores y otras peores. Si de Clowes te lees «Bola 8» dices, pues qué parida, si la mayor parte de las cosas las hacen en El Jueves pero con más gracia. Pero «Como un Guante de Seda Forjado en Hierro» es otra cosa, es algo que no hace cualquiera, que es rompedor y revolucionario (independientemente de que te guste o no). O un comic suyo como «Mr. Wonderful» del que se habla mucho menos, pero que es una maravilla.