Amarga vuelta al pueblo.
A pesar que estos dos últimos años tan extraños que he hemos vivido por la pandemia han transcurrido en un suspiro u nos dejan con la impresión de que no ha sucedió nada, habitualmente el tiempo pasa muy despacio, así que los diez años que han pasado desde el buen sabor de boca que nos dejó a los lectores de cómics
La novela gráfica nos cuenta la historia de Mary Pain, una mujer treintañera esa edad en la que la frontera entre la juventud y la madurez resulta realmente difusa, que debe volver al pueblo donde se crio cuando sus apuros económicos hacen imposible que puede vivir en la ciudad, además también debe cuidar a su abuelo enfermo. En ese contexto de crisis personal, familiar y económica, que la ha dejado totalmente paralizada incapaz de avanzar, debe afrontar la vuelta al entorno cerrado de su niñez, donde habitan los fantasmas de un pasado que creía haber dejado atrás.
Maganta es un término peyorativo ya en desuso, aunque todavía se sigue empleando en algunas zonas de España como en las que se crio Lola Lorente, se usa para describir a las personas vagas, pensativas, flojas o débiles. Una definición que se le podría aplicar a la protagonista, pero que dice mucho más sobre el carácter del pequeño pueblo donde transcurre la historia. Ya que la reacción ante la vuelta de Mary sirve para ejemplificar el choque cultural entre la tradición del pueblo y la modernidad en la que ella ha vivido lo últimos años. En las calles del pequeño pueblo, Mary debe luchar contra el miedo a volver al lugar de su niñez y ver como ahora es un lugar al que ya no pertenece. También se debe enfrentar a la crisis que le provoca su edad y la dura realidad de sentir que ha fracasado al no poder que no ha podido cumplir con las expectativas, sueños e ilusiones con las que se marchó. Un sentimiento muy habitual al llegar a esa edad. Algo que tiñe de amargura tanto a ella como a la obra, aunque al final consigue, de alguna manera, aceptar su situación y sentirse a gusto para encarar el futuro con un halito de esperanza.
A pesar de contarnos una historia tan apegada a la realidad, Lola Lorente incluye en la novela gráfica pasajes oníricos, por momentos cercanos al terror, que dotan a la obra de un halo de irrealidad y fantasía oscura. Al igual que sucede con alguno de los personajes secundarios que resultan bastante siniestros, pero que enriquecen la obra.
En el apartado gráfico se puede ver una notable evolución en el estilo de Lola Lorente desde su anterior trabajo. El estilo limpio y claro que veíamos en aquel trabajo se vuelto algo más recargado, pero sin que ello halla supuesto una merma en la calidad, ni una pérdida de su identidad gráfica que sigue siendo muy marcada. Se siguen observando sus referencias salidas del underground, pero sin ese feísmo que vemos en algunos autores y con un gran dominio del blanco y negro. La protagonista nos recuerda inevitablemente a las formas redondeadas que vemos en los cuadros de Botero. Narrativamente es un gran trabajo, y las escenas oníricas son particularmente brillantes e impactantes. También hay que destacar el minucioso trabajo que la alicantina ha realizado en los fondos y elementos decorativos.
La edición de Astiberri es de la calidad habitual en ellos, pero en esta ocasión hay que destacar el estupendo y cuidado diseño que han realizado para esta obra desde la portada, hasta las guardas y todos los elementos que componen el cómic.
Maganta es una obra que nos enfrenta a la amarga realidad cuando no se han podido cumplir los sueños de la niñez. Un relato duro y amargo en el que Lola Lorente confirma lo que apunto con su primer trabajo con una evolución gráfica muy notable.
Lo mejor
• Mary Pain.
• Las secuencias oníricas.
Lo peor
• Deja una sensación desasosegante que te llena de congoja.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Amarga.
Lola Lorente regresa el cómic con fuerza renovadas y una propuesta de lo más interesante.