INTRODUCCIÓN
Pues llegó el mes de las vacaciones por excelencia y con la canícula sobre nuestras cabezas afrontamos el mes con un refrescante Magazine DC. Un mes que viene cargado de novedades.
En esta entrega del Magazine DC hablamos del Blue Beetle, porque no hay mes más azul que en el que nos encontramos, con la publicación de la obra Día de Graduación, dibujada por Adrián Gutierrez, del que esperamos poder daros una sorpresa en breve. Es cierto que el tomo se editó el mes pasado, pero consideramos pasarlo a agosto por la conveniencia de la llegada de la película dedicada al personaje. Todo esto nos da pie a profundizar en la figura de este personaje del que hay hasta tres versiones distintas del mismo.
En los aniversarios nos trasladamos en el tiempo y miramos de frente a la trilogía de Ra´s Al Ghul (que para ello tenemos Un mal día dedicado a su figura), que cumple la nada despreciable cantidad de 35 años. Un villano de Batman mítico, de reciente creación, comparado con algunos otros de la galería del Caballero Oscuro, pero de impacto innegable dentro de su mitología.
Tendremos espacio para hablar de uno de los grandes villanos de DC el Antimonitor, motivados por el final del evento Crisis Oscura, al tiempo que contamos con la colaboración estelar de Samuel Secades, que nos recomienda una lectura DC de lo más jugosa.
Y como siempre, un libro, cumpleaños y efemérides, en un mes destinado al relax y el disfrute, donde romper la rutina es fundamental y podemos aprovechar para leer más cómics de esos que tanto nos gustan. Felices vacaciones a todes.
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Planetary vs. Authority
A favor
El cómic lo inventaron los yanquis… tal y como lo conocemos. Aunque hay precedentes en otras culturas y latitudes, el arte que tanto nos gusta nació en América. Otro aspecto cultural de Estados Unidos es su tendencia radical al individualismo. Esto ese ve en múltiples aspectos, desde del deporte (cantidad de premios individuales, camisetas personalizadas) hasta el cómic donde fue el primer mercado en el que se acreditaba a todos (o casi) los participantes de una obra.
Uno de los principales problemas del individualismo es el culto al individuo. Eso nos lleva a esa tendencia a mezclar obra y autor. Y de ahí a los dilemas morales que tenemos los lectores cuando nos encontramos con que el autor de obras que nos gustan es un miserable, un jeta, un estafador, un plagiador o un acosador sexual.
¿Qué hacemos? ¿Quemamos los cómics?
Lo que este humilde redactor aconseja es… que dejemos de idolatrar, de adorar a tipos que solo intentan hacer su mejor trabajo y que a veces aciertan y escriben una gran obra. Pasa del tío (el masculino no es casual) y disfruta del cómic.
Sí, claro, hablo de Warren Ellis y de cómo nos enfrentamos a su obra y a las relecturas. Ellis es un cerdo, ok… pero que gran cómic es The Authority… y es de lo que vengo a hablar.
El punto culminante de los cómics de superhéroes fue ese dichoso año, 1986. A partir de entonces hemos gozado de obras memorables pero siempre a la sombra de ese gran tótem que formaban las obras cumbre de Moore y Miller.
Parecía que poco más se podía hacer. Sin embargo, Ellis borracho de influencias, de lecturas, de referencias… embelesado en la miasma del género… sacó de su capacidad de síntesis un guion potente, eficaz y estratosféricamente entretenido.
Authority puede que sea el punto culminante del cómic de superhéroes, puede que no el mejor pero si merecería estar en un top ten. Su capacidad de influencia arrasó los años posteriores. Este género tan veleta se quedó estupefacto ante la fuerza, la grandiosidad y el impacto de las aventuras de Jennie Sparks y su cuadrilla.
El dibujo de un Bryan Hitch, que muchos descubrimos entonces, explotaba página a página, desbordaba las viñetas, desparramaba la acción de manera que se caía del tebeo. Nunca habíamos visto nada igual, ni siquiera las veces que pensamos que nunca habíamos visto nada igual. Hitch le dio una pátina de impactante espectacularidad, de modernidad y belleza que como un barniz de alta calidad nos permite leer esta obra como un desafío estético imperecedero. No envejece.
Planetary es complejo, intelectualmente estimulante… un cómic excelente, maravilloso, ideal para hacerse el interesante, para comprarse un chaleco a cuadros y lucir una boina de esas modernas y de decir “leo cómics… pero de los buenos” escuchando jazz.
Authority es lo que buscamos cada vez que vamos al quiosco, a la librería o la biblioteca… el sabor, la fuerza… que se nos ponga la piel de gallina leyendo. Esa sensación irrepetible e inexplicable para quien no puede disfrutar de este maravilloso género y medio. Tiene un sabor picante, un puna palomitero que agita al fan de toda la vida, que nos hace decir “esto sí que sí”.
En contra
Ante la dicotomía de presentar dos obras de gran nivel e influencia y tener que elegir entre ellas, surge la penosa por repetitiva analogía que se concreta en el dilema “¿A quién quieres más a mamá o a papá?”. Es una manera de decirnos que no se puede responder a esta pregunta, que no tiene respuesta.
Esto es falso.
La pregunta tiene respuesta pero cuesta darla porque tenemos la sensación de no estar diciendo a quién queremos más si no simplemente a quién queremos, dejando al otro con un cero en el casillero.
Pero no nos engañemos todos tenemos afinidades y preferencias. Siempre hay alguien con quien tenemos un punto más de cariño.
En este caso, ante las dos obras mayúsculas de Warren Ellis en WildStorm tenemos una sensación similar. Pero cuando intentamos rememorarlas siempre se nos va el recuerdo en una dirección. La del que esto escribe es para Planetary.
Y hay una explicación más o menos racional, más o menos objetiva. Aunque eso en realidad no exista.
El principal motivo es la originalidad. Ambas obras comparten muchos aspectos, una visión madura de los superhéroes, unos diálogos adultos, una concepción del mundo desinfantilizada aunque un poco paranoica.
Sin embargo, la grandeza de Planteary ese milímetro más de calidad que se anticipa en la photo finish es que se trata de un compendio, un resumen, una síntesis de la ficción popular, fantástica y aventurera del prodigioso (en cultura pop) siglo XX.
Planetary nos sitúa los principales elementos en un mismo mundo, en un mismo universo, los hace interaccionar y les da una coherencia interna. Eso mismo ya es un elemento típico de la ficción popular del siglo. Pero es que además tenemos historias chinas de fantasmas, Godzilla, los 4 fantásticos y Sherlock Holmes como gran pope (¿Con él empezó todo?).
Ellis no lo explica todo de forma lineal, si no que tira de sobreentendidos y trata al lector como lo que era ese lector en ese momento, un adulto ávido de nuevas formas narrativas.
Le acompaña un primerizo Cassaday que le da el punto de contención, realismo y solvencia narrativa que necesita una historia tan compleja como esta, llena de guiños, dobles lecturas e interpretaciones engañosas.
En definitiva un cómic de superhéores diferente, cruel, denso y que no decae con los años. Algo en lo que su hermana Authority falla un poco.
Y llegó la hora de la encuesta…
Phil Hester es nuestro autor del mes. Nació en la minúscula población de North English (Iowa) en 1966.
El dibujante cursó estudios de Bellas Artes en la universidad de su estado, cuyos miembros reciben el apodo de Hawkeyes.
Debutó en DC con la Cosa del Pantano en la etapa de un primerizo Mark Millar y en Flinch. En sus inicios realizó numerosos fill-ins y colaboraciones en series de diferentes editoriales como Clerks de Kevin Smith, The Crow, Ultimate Marvel Team-up, etcétera.
Su gran paso adelante lo supuso The Wretch que fue nominada a los Eisner como una de las mejores series nuevas en 1996. La serie es una creación de Phil Hester donde ejercía como autor completo. En ella conocíamos a Wretch el enigmático protector de Glass City, una extraña ciudad que solía ser víctima de oscuros peligros como payasos asesinos, extraterrestres y magia negra.
En 2001 aterrizó en la colección de Green Arrow para acompañar al que fue el fichaje estrella de la editorial para guionizar al arquero esmeralda, Kevin Smith. Teníamos a un ojo de halcón dibujando a Flecha Verde. Ironías.
La serie fue un bombazo de ventas y relativizó (y resucitó) a uno de los personajes más queridos de la editorial. La etapa atrajo y recuperó muchos lectores que se encontraron con un dibujo peculiar y es que Hester se salía bastante del estilo más convencional de cómics de superhéroes.
Hester es cocreador de Mia Darden, Onomatopeia y Constantine Drakon, este último junto con Winnick.
Tras la etapa de Smith, Hester trabajó con Brad Meltzer y el propio Winnick. Quedando ya eternamente asociado al personaje del arco y las flechas.
En paralelo creó con Andy Kuhn al personaje Firebreather para Image.
Tras su etapa en Green Arrow, Hester fue a parar a la Maravillosa Competencia para dibujar el Incorregible Hombre Hormiga, una divertida miniserie escrita por Robert Kirkman sobre un Ant Man algo menos heróico de lo habitual.
Como autor consolidado y consagrado, Hester se dedicó a realizar colaboraciones puntuales en DC además de la miniserie Flash Temporada Cero y la un par de arcos en la Liga de la Justicia.
Entre las colecciones en las que ha colaborado están Superman, Wonder Woman, los Titanes, Batman o Deathstroke, desarrollando en algunas ocasiones labores de guionista.
Fuera de DC, también destaca su colaboración en Family Tree con el guionista superestrella y super familiar, además de aficionado al Hockey, Jeff Lemire.
En la actualidad y continuando con su suerte a la hora de colaborar con grandes guionistas, colabora con Tom King en la excelente y negrísima, Gotham Year One, donde profundizamos en la figura del primer detective de DC, el durísimo y agrio Slam Bradley.
Phil Hester posee un estilo propio y característico, sencillo y bronco a la vez con una predominancia de contrastes claroscuros que le dan un sabor particular a sus cómics más superheroico y algo más convencional a los tebeos de corte noir o realista.
Narrativamente es un autor solvente, las historias avanzan con soltura y compagina perfectamente su labor con la del guionista, plasmando las intenciones del escritor son solvencia.
El de mes de agosto el mes del Escarabajo Azul en DC. Llega a las salas un proyecto de esos que parecen improbables, pero que logra alzarse por encima de lo imposible para llenar las salas con la versión de Blue Beetle con Jaime Reyes vistiendo la armadura azul. Y es por eso por lo que este mes se lo dedicamos a este personaje y sus distintas encarnaciones a lo largo de su historia.
En este apartado el Magazine nos vamos a entrar en la figura de Reyes, último portador del nombre de Blue Bettle, para ceder el testigo a nuestro entomólogo profesional, el señor Enrique Doblas, para que nos hable, en el apartado de Clásicos, de Garrett y Kord, para completar este repaso azul por uno de los personajes más queridos de la enorme galería que puebla el Universo DC.
Jaime Reyes debutó en Crisis Infinita #03 en el año 2066 (así que lleva correteando por el Universo DC 17 años). Fue una creación del guionista Keith Giffen junto con John Rogers y Cully Hammer (el dibujante encargado de diseñarlo). Jaime puede que lleve le nombre de Blue Beetle, pero su condición y origen dista mucho de parecerse en algo al de sus dos predecesores. El primero data de 1939 y cuyas habilidades estaban vinculadas a la mística de una joya con forma de escarabajo azul. El segundo, Ted Kord, nunca tuvo poderes y si un elegante arsenal de utensilios con los que hacer frente al crimen y un intelecto de lo más ingenioso.
Jaime Reyes, por el contrario, tiene poderes, pero no tienen nada que ver con la magia, el misticismo. Si que están vinculados a un artefacto, pero de tecnología alienígena (aunque eso ya no es así), no terrestre, con forma de escarabajo (hay que ser fiel a las tradiciones) que se vincula a Jaime dotándole de una armadura de extraordinarias habilidades. Ese escarabajo alienígena no es sino una forma de vincular a las tres encarnaciones de los portadores del nombre, una actualización del propio mito y una forma de dotar al Universo DC de un personaje joven, con habilidades tecnológicas, con el acercarse mejor a un público más joven. Es el mismo escarabajo que tenía Garrett y que se dotaba de ciertas habilidades especiales, que heredó Kord, pero que nunca uso ni le confirió habilidad alguna, para acabar mostrando todo su potencial cuando llegó a las manos de Reyes.
Aunque hemos dicho que Jaime Reyes hizo su aparición en Crisis Infinita #03, no fue hasta la quinta entrega en la que se le pudo ver asumiendo la identidad de Blue Beetle. Y llegada al Universo DC estaba planificada, puesto que tan solo dos meses más tarde ya contaba con su propia colección regular que llegó a las tiendas en mayo de 2006. Los autores encargados de llevarla a buen puerto fueron sus mismos creadores, desvinculándose del proyecto Giffen antes de cumplir el primer año de vida. Fue también el momento en el que se incorporó al proyecto el dibujante Rafael Alburquerque. La serie no tuvo una larga vida editorial, cancelándose en 2009, con la publicación de su número 36.
En España, solo Planeta la ha publicado, dentro de su formato Universo DC, en dos tomos que recopilaban los primeros 25 números de la serie regular USA.
La vida de Reyes dio un vuelco cuando en Blue Beetle #18 se unió a los Teen Titans, en su entrega #50. Hay que añadir que las aventuras de Reyes han tenido siempre relación con los dos portadores anteriores del Escarabajo, así como con Booster Gold, lo que confiere al personaje, o más bien a la propia idea del Escarabajo Azul, el concepto de legado.
Pero, aunque Jaime Reyes no dejó de aparecer en diversas colecciones del Universo DC, no volvió a disfrutar de una oportunidad en solitario hasta la llegada de los Nuevos 52. En otoño de 2011, tras Flashpoint, el Escarabajo regresó como protagonista absoluto de su serie, capitaneada por Tony Bedard y dibujo de Ig Guara, que no pudo soportar los vaivenes editoriales de DC y volvió a ser cancelada en 2013.
Y llega Renacimiento en 2016, momento en el que de nuevo se retoma al personaje, que trabaja con Kord mano a mano, intentando estudiar al escarabajo fusionado en Reyes, para que a través del Dr. Fate, se reconfigure el origen de nuevo. Aquí se pone de manifiesto que no, no es un objeto ni artefacto alienígena, sino mágico, lo que permite que quede mejor cosido a la continuidad pre Crisis Infinita de la que hemos hablado antes. Ya lo habíamos avisado antes, eh.
Y esto nos lleva a su miniserie actual, la que se ha publicado en España a raíz del inminente estreno de su película, bajo el título de Día de Graduación, con artista patrio entre sus hacedores, Adrián Gutierrez, y guion de Josh Trujillo. Un trabajo centrado en la figura de Reyes como adolescente que encara el paso del instituto a la universidad, su condición de héroe y lo que implica ser el portador del escarabajo.
Jaime Reyes es un personaje de corto recorrido editorial, además de que ha sido un recorrido errático, donde no acaba de encontrar su sitio, pero es un personaje que representa un tropo especialmente interesante y necesario dentro del Universo DC y que esperamos, gracias a su película, alcance un estatus más potente y estable entre los aficionados. La miniserie que se publicó el mes pasado es un ejemplo claro de un trabajo bien hecho, donde se entiende al protagonista a la perfección y en la que, además, se puede disfrutar de un dibujo fresco y dinámico perfecto para las intenciones de la obra.
ENCUESTA BLUE BEETLE
Y ha llegado la hora de la verdad…
BLUE BEETLE – DÍA DE GRADUACIÓN
En este magazine y en la reseña del primer número de Blue Beetle Graduation Day ya tenemos un detalle importante sobre las diferentes encarnaciones, identidades y fases del Escarabajo Azul.
La última encarnación, Jaime Reyes, creada en en 2006 era consecuencia del hambre insaciable de DC (compartida con su hermana Marvel, las majors cinematográficas, programas de televisión e incluso de partidos políticos) de captar la atención, de fomentar la fidelidad de minorías crecientes, de nuevas formas de identidad personal.
En este caso hablamos de una combinación de ambas. Los jóvenes hispanos de EEUU. El personaje fue reinventado en una muy apreciable miniserie, dinámica y divertida. Pero el personaje pasó al cajón de los secundarios con apreciables participaciones en crossovers y eventos.
Fue un personaje creado con una intención muy concreta y real en su momento pero que se ha agudizado su oportunidad en 2022.
Cada vez es más creciente la representación de las minorías en las colecciones, esta ha llegado también a las adaptaciones cinematográficas. Warner ha rebuscado en la caja de los juguetes y se ha encontrado una idea fabulosa. Un superhéroe adolescente hispano.
A DC le corresponde dar cobertura en papel y invoca un curioso equipo con Josh Trujillo y el asturiano Adrián Gutiérrez.
Los autores nos traen un Jaime Reyes chispeante divertido, alocado en el que nada más empezar la serie vemos llegar tarde a su graduación por evitar un delito (¿esto me suena?).
No nos engañemos. Esta nueva versión de Blue Beetle bebe de la que ya es una tradición clásica del género. El superhéroe adolescente. Con toques de comedia nos recuerda a Spiderman (lo siento por invocar al innombrable) o a Invencible, que ya demostró que la fórmula no es caduca.
No hay malos personajes, hay malos autores. Con esto queremos decir que con calidad y cariño, un concepto como este que tiene ya 60 años de antigüedad aún es aprovechable.
Y esto es lo que nos traen Trujillo y Gutiérrez, diversión, entretenimiento y frescura. Un superhéroe alocado, superado por las dificultades, siempre a contrapié, siempre complicándose la vida, sin dejar de eludir su responsabilidad.
Ojalá este reboot salga bien y tengamos al bueno de Jaime consolidado y firme en la primera línea.
PLANETA LÁZARO
No vamos a comentar la polémica decisión de ECC de publicar todos los cómics relacionados con este evento en dos tomos, incluido, supongo, el último número de Batman contra Robin, colección hasta ahora editada en grapa.
¿Qué incluye este tomo? Para empezar, el one-shot Lazarus Planet: Alpha, por Mark Waid y Riccardo Federici, prácticamente lo único que merece la pena salvar de entre los contenidos de este libro. Como consecuencia de los eventos de ese one-shot, nuevos poderes se están desatando por todo el mundo.
Así, encontramos cómics confeccionados con pequeños relatos cortos, como Assault on Krypton (donde los miembros de la familia Superman deben enfrentarse a esta problemática), We Once Were Gods (dedicado a Wonder Woman, Detective Marciano, Capitán Marvel y Aquaman), y Legends Reborn (con protagonismo de Firestorm, Renee Montoya y Raven). Cada cómic contiene cuatro relatos cortos. Son historias anodinas, intrascendentes y con un dibujo que tiende a lo chapucero.
Si estás disfrutando (como yo) de la nueva andadura de Mark Waid en DC, me temo que tendrás que comprar este tomo. Si no es el caso, mejor no regales tu tiempo a novedades mediocres y degusta obras de verdadera calidad.
SUPERMAN: EL REGRESO DE KAL-EL
¿Has seguido las series regulares de Superman en grapa? ¡Pues tengo una mala noticia para ti! ECC va a terminar esas series con un grueso tomo. Atención, además, al cínico detalle de poner el sello de “Obra Completa” en la portada.
El Regreso de Kal-El cierra las tramas centrales de las series Son of Kal-El (escrita por Tom Taylor) y Action Comics (escrita por Phillip Kennedy Johnson). Después de su epopeya en el planeta de Mongul, Superman vuelve a la Tierra para reencontrarse con su familia y amigos, pero también con nuevas amenazas. Se trata de un material muy recomendable y emotivo que cierra un ciclo en la vida de Superman.
“Bueno”, pensarás, “con la llegada de Williamson a Superman tendremos otra vez una edición en grapa del supers”. ¡Pues no! ECC publicará la etapa Williamson directamente en tomo, a razón de cinco números por tomo. Está por ver que no nos vendan Jon Kent y Action en tomo, o, peor, partidas en trozos en distintos tomos, como va a suceder con la JSA de Johns.
Este mes acaba Crisis Oscura y el evento que ha sacudido al universo DC acaba por todo lo alto, con su villano principal, Pariah, elevándose por encima de sus otros muchos competidores, para escalar puestos y ser uno de los más importantes y representativos de la historia del Universo DC. Y es por eso que le vamos a dedicar unas líneas a Pariah y a otro gran villano, el Anti Monitor, pues entre los dos han sido responsables de los grandes cambios que han sacudido el Universo DC a lo largo de los últimos 35 años.
Ambos son dos villanos que de alguna forma han sido recurrentes en los grandes acontecimientos de DC. El anti monitor y Pariah vieron la luz en la misma maxiserie, Crisis en Tierras Infinitas, siendo el segundo un observador mártir, condenado a ver la destrucción del multiverso por sus experimentos para ver el inicio de todo. Aquí no era el villano, sino una especie de personaje conductor de la trama, un heraldo de la destrucción. Al finalizar esta epopeya cósmica, él, Lady Quark y Harbinger se unieron para explorar juntos la Nueva Tierra, la única que quedó tras la destrucción del Multiverso a manos del Antimonitor.
El Anti Monitor, es un villano de proporciones tan enormes que asusta. Su éxito en su cometido, en su existencia, abruma, porque aunque no lograra acabar con todas la Tierras en su primera aparición (primero entre las sombras en lo narrado en Crisis en Tierras Infinitas #02, hasta su aparición estelar en los números 5 y 6) de la mano de Marv Wolfman y George Perez, si tuvo una tasa de efectividad muy alta y un considerable nivel de bajas humanas. Pocos pueden exhibir un currículo tan abrumador.
Pero no había dicho su última palabra.
La idea, el concepto, era demasiado bueno para dejarlo descansar eternamente y tras su destrucción al final de Crisis, el personaje no hizo acto de presencia durante un tiempo. Todo cambio cuando su presencia regresó en la Guerra de los Sinestro Corps y La noche Más Oscura. Pero sería en Crisis Infinita donde su cuerpo, o más bien su armadura, pues el Anti Monitor es más un ser de antimateria que otra cosa, fue campo de batalla para el enfrentamiento entre Superboy Prime y Kol-El, muriendo este último, mientras Prime portaba una versión de la armadura del Anti Monitor. El papel del Anti Monitor fue más activo en la citada Guerra de los Sinestros Corps, cuando los Manhunters restauraron su cuerpo y el reclutó a los Sinestros Corps, Parallax, Superboy Prime y el Superman Cyborg, un Dream Team de la villanía de alto octanaje.
En este evento acabo siendo derrotado cuando la Linterna Central de los Sinestro Corps explotó, lo que dañó su cuerpo, oportunidad que aprovechó Superboy Prime para atravesarle el pecho. Aquel impacto lanzó su cuerpo al planeta Ryut, en el sector 666, donde Nekron se encargó de hacer suyo al villano y catapultarlo al siguiente evento del Universo DC, La Noche Más Oscura.
Y es en esta historia en la que villano actúa de forma que podría resultar beneficiosa para el Universo DC, puesto que no habiendo tolerado bien el encierro al que lo sometió Nekron dentro de la batería de poder de los Linternas Negras, y tras ser resucitado por el Anillo Blanco, le hizo frente pero con consecuencias para su corporeidad pues terminó desterrado en universo de antimateria.
La vida de villano del Anti Monitor seguiría activa tras estos acontecimientos en lo narrado en El Día Más Brillante, para no dejar de tener protagonismo en los Nuevos 52, durante Maldad Eterna. Y es en la Guerra de Darkseid, cuando se reveló su nombre, Mobius, primer dueño de la silla que siempre hemos visto llevar a Metrón. Esta revelación venía a explicar su presencia en las incontables Crisis y que su ciclo de muerte y resurrección parecía no tener fin. Cada intervención o intento por lograr sus fines, había afectado al Universo y había posibilitado que otros aprovecharan la oportunidad para poner en practica sus planes, como hizo Brainiac durante los acontecimientos de Convergencia.
Y llegó el momento de Dark Nights: Metal, donde el Muro de la Fuente quedó destruido, liberando fuerzas que hasta ese momento siempre habían estado contenidas tras esa barrera física celestial que marca el final mismo del Universo DC. Todo esto bajo la atenta batuta de Scott Snyder, maestro de ceremonias de esta locura cósmica que acabó con la revelación de que la Celestial, Perpetua, era la madre de tres hijos, el Monitor, el Anti Monitor y el Forjador de Mundos.
¿Pero qué pasa con Pariah? Pues que regresa, como hemos visto en Crisis Oscura, para reclamar le papel de villano cósmico, y marca un nuevo hito en maldad multiversal. Pero no sin antes de haberse dejado ver en otros eventos de la editorial, como fueron Crisis Infinita y La Noche Más Oscura, así como aparecer prisionero en una celda de A.R.G.U.S en los Nuevos 52 y hacer acto de presencia en Frontera Infinita ya con ideas maquiavélicas sobre temas multiversales.
Un villano cocido a fuego lento desde que viera la luz en las Crisis originales y que regresa para crear mundos perfectos de la forma más violenta posible, aliándose con la Gran Oscuridad, ese peligro que lleva ya tiempo rondando por diversas colecciones de DC y que por fin se manifestó hace unos meses con la publicación del primer número de Crisis Oscura.
EFÉMERIDES Y CUMPLEAÑOS…
KEVIN SMITH (2 de agosto de 1970, cumple 53 años)
Nacido en Nueva Jersey, ciudad por la que siente especial cariño, tal y como demuestra su filmografía y donde arrancó su carrera profesional.
Su primer trabajo en el cine tuvo que costeárselo vendiendo su colección de cómics. La grabó en la tienda en la que trabajaba, en blanco y negro, porque el celuloide era más barato, y destacaba por sus diálogos descarnados y una puesta en escena vivaz y descarada. Clerks, que así se titulaba la cinta, gozó de éxito inmediato al ganar el premio de 1994 de Sundance. Algo que permitió que los estudios se interesaron por su figura y le dieron carta para rodar dos películas más, Mallrats y Persiguiendo a Amy, todas ellas con vínculos al noveno arte, con un trabajo de diálogos depurado, sin desatender siempre a la comedia, salpimentado por el drama justo. Le siguió Dogma, Bob y Jay el silencioso contraatacan, La chica de Jersey, Clerks II…
Para los aficionados a los superhéroes una de las historias que más se repite cuando se habla de Smith, es la de su guion de Superman que nunca se llegó a rodar y de la que hay leyendas y verdades repartidas por todo Internet.
Si centramos la atención en su faceta de guionista de cómics, su producción ha sido muy limitada. En Marvel podemos encontrar trabajos en Daredevil y una miniserie de Gata Negra, mientras que en DC firmó una etapa gloriosa del Arquero esmeralda, Flecha Verde, resurrección mediante, que continúa siendo muy recordada por los aficionados.
MIKE WIERINGO (24 de junio de 1963 / 12 de agosto de 2007 – Hubiera cumplido 60 años)
De nuevo tenemos una efeméride triste este mes, pues un 12 de agosto de 2007, moría el dibujante Mike Wieringo, debido a una disección aortica a los 44 años.
Comenzó a interesarse por los cómics gracias a su padre, que era un ávido lector y empezó a dibujar ya a los 11 años, pero sin aspiraciones profesionales de por medio. Estudió diseño de moda en la Universidad de Virginia. Realizó algunas tentativas de profesionalizare y fue cuando comprendió que no tenia el talento necesario para la ilustración comercial, cuando apostó de lleno por el noveno arte.
Su primer trabajo se publicó en 1991, en Doc Savage: Doom Dinasty #01, de Millenium Publications y fue en 1992, cuando contactó en la San Diego Comics Con con el editor de servicios creativos de DC, Neal Pozner, que puso en manos de otros editores de la editorial el trabajo de Ringo (como firmaba sus trabajos) hasta que le ofrecieron dibujar Justice League Quaterly #11-12. Su trabajo llamó la atención del editor de Flash, Bryan Agustyn, que le propuso hacer unas pruebas y tras ver el resultado le ofreció la serie. Ringo comenzó su andadura en 1993, con Mark Waid, y se encargó de los números 80-92, con la excepción de dos entregas. Tambien realizó numerosas portadas de la serie y co creó, junto con Waid, a Bart Allen, alias Impulso.
También se encargó de realizar los primeros números de Robin con Chuck Dixon y en Marvel firmaba la miniserie Rogues. Ya en 1996 pasó a trabajar en Marvel, convirtiéndose en el dibujante regular de The Sensational Spiderman en una etapa que comprendió desde el número 8 al 31. Su siguiente gran proyecto fue, de nuevo, con Todd DeZago, pero esta vez para Image, donde crearon la serie de aventuras Tellos de los que se publicaron 10 entregas, antes de regresar a DC para dibujar The Adventures of Superman #592-600, con Joe Casey. Regresó a Marvel y volvió a unir fuerzas con Mark Waid en su etapa de los 4 Fantásticos, realizando un total de 27 números de los 37 que estuvo Waid al frente de la colección.
Su estilo de dibujo, fresco, con cierta tendencia la exageración corporal, así como su línea suave y limpia, hicieron de su trabajo algo muy reconocible y querido por los lectores que lamentaron profundamente su muerte temprana.
JACK COLE (14 de diciembre e 1914 / 13 de agosto de 1958 – Hubiera cumplido 109 años)
El 13 de agosto de 1958 (con tan solo 43 años) el mundo del cómic perdió a uno de sus creadores más relevantes, el magnífico Jack Cole, famoso por sus caricaturas en la revista Playboy y, sobre todo, por ser el creador del superhéroe Plastic Man.
Nacido en el seno de la familia con ciertas aspiraciones artísticas, publicó su primera obra ilustrada con 17 años, narrando su viaje en bicicleta, a campo a través, desde New castle, Pensilvania, hasta Los Ángeles, en una obra titulada: A Boy and His Bike.
En 1936, recién casado, se mudó a Nueva York, donde intentó encontrar trabajo como ilustrador en revista y periódicos, acabando en el estudio de Harry Chesler. En 1939 fue contratado por Lev Gleason para editar Silver Streak Comics, donde se encargó de renovar al recién creado héroe, Daredevil, creación de Jack Binder. Ya en 1940 dio el salto a Quality Comics, donde trabajó con Will Eisner, como asistente, de la reimpresión de las tiras dominicales de Spirit.
Fue en Quality, donde Cole comenzó a dar muestras de su talento, realizando ya sus primeras creaciones, como el héroe satírico del estilo de Spirit, Midnight, para Smash Comics #18. Durante la Segunda Guerra Mundial, se encargó de dibujar como artista en la sombra a Spirit, puesto que Eisner había sido llamado a filas.
En 1941, dentro de Police Comics #01, apareció por primera vez Plastic Man. Fue un éxito rotundo. Ya en el número cinco de la colección se hizo el protagonista absoluto de la misma, gracias a su humor poco convencional y las habilidades físicas del protagonista, capaz de adquirir cualquier forma imaginable, le permitía a Cole poder experimentar con la narrativa y los textos de forma muy innovadora hasta ese momento. En 1943 se lanzó su propia serie en solitario. En 1956, la serie fue cancelada, llevando ya años con reimpresiones y con dibujantes que imitaban el estilo de Cole. El personaje acabó en manos de DC, cuando se hizo con el fondo editorial de Quality, entre los que estaban Condor Negro, The Ray, Blackhawks, Doll Man…
El dibujante y guionista de la eterna sonrisa se subió a su camioneta, un 13 de agosto, con una escopeta, y se pego un tiro dejando una nota de suicidio explicando sus razones para acabar de manera tan radical con su vida. Aquella nota no trascendió, pero si la que envió a su editor, en la que exponía que no podía seguir viviendo consigo mismo y lastimando a sus seres queridos. Pero, aun así, las razones de sus acciones son uno de los grandes misterios de la historia del noveno arte de los Estados Unidos.
RACHEL POLLACK (17 de agosto de 1945 / 7 de abril de 2023 – Hubiera cumplido 78 años)
Licenciada en ingles por la Universidad de Nueva York, Rachel Pollack ha distribuido su carrera entre la escritura de novelas y la de los cómics.
Experta en tarot, en 1985 publicó un libro, El Tarot de Salvador Dalí, donde comentaba el famoso tarot ilustrado por el pintor español. Sin dejar el arte de las cartas, entre sus obras destaca, también, 78 grados de sabiduría sobre la lectura del tarot y hasta ha creado su propia baraja, Shinig Woan Tarot y está detrás de la creación, junto a Neil Gaiman y Dave McKean, de Vertigo Tarot Deck.
En 1993 se encargó de escribir la serie de La Patrulla Condenada tras la marcha de Grant Morrison, Aquí os dejamos un texto sobre su etapa para el que desee saber más de esta tristemente olvidada etapa. Su trabajo abarcó desde la entrega 67 a la 87, siendo hasta la fecha la escritora que más tiempos ha estado escribiendo una serie de Vertigo de su historia y con la desaparición del sello, nadie podrá arrebatarle el honor. Su trabajo destacó por el tratamiento de temas como la menstruación, la transexualidad y la identidad sexual. Fue en esta serie donde presentó a Coagula, un personaje transexual.
También se ocupó de la antología Vertigo Visions con una historia de Brother Power of Geek y Tomahawk, así como los primeros 11 números del cuatro volumen de los Nuevos Dioses en 1995. Para el sello Helix, firmó la serie limitada Time Breakers.
Tiene en su haber tres novelas de fantasía y ciencia ficción, Unquenchable Fie, Godmother Night y Agencia Temporal. Son novelas muy centradas en el realismo mágico, con elementos extraídos de las tradiciones y creencias culturales de diversos pueblos, insertándolas en una realidad alternativa.
También estuvo 32 años impartiendo seminarios en el Instituto Omega en Nueva York y ha sido profesora de escritura creativa. Desgraciadamente nos dejó este mismo año en abril. Una autora con una sensibilidad especial y cuya lectura nos trasporta a lugares escondidos en nuestra propia realidad.
ESTE MES ES EL ANIVERSARIO DE… LA TRIOLOGÍA DEL DEMONIO
El hijo del Demonio 1987 / La Novia del Demonio 1990 / Nacimiento del Demonio 1993
Este año se cumplen 30 desde la publicación de la última parte (y para el que escribe, la mejor) de aquella ¿trilogía? que definió el universo de R’as Al Ghul, y eso ya nos parece suficiente excusa como para dedicarle nuestras humildes líneas. Y dudo de llamarla trilogía porque los autores de las tres entregas son diferentes (aunque conectados), pero es cierto que por el formato prestigio extragrande, la temática, y el demonio en el título las hacen conformar un todo bastante disfrutable.
La saga comienza con Batman: Son of the Demon (publicada en USA en diciembre de 1987), escrita por nuestro querido Mike W. Barr y exquisitamente dibujada por Jerry Bingham. Fue publicada en un formato especial, mucho más cuidado y de gran tamaño, tanto en tapa blanda como dura, y la fórmula fue un exitazo de ventas que ayudó a agrandar aún más la imagen de DC en aquella maravillosa década. Y la verdad es que lo merece, releída vuelve a mostrar sus encantos combinando lo mejor de Batman (detective, moral intachable, luchador experto) con un thriller internacional que no escatima en golpes de efecto.
El mayor de ellos y que con el tiempo aumentó si cabe la fama de la novela, el romance de Bruce con Thalia As Ghul que da como resultado un hijo para el Caballero Oscuro. Sin embargo, eso fue demasiado para la época y el estatus quo de una de las máximas estrellas de la editorial (algo extraño después de todos los cambios que se estaban dando en la misma) y se decidió echar tierra por medio. Durante mucho tiempo la aventura se consideró fuera del canon y archivada en el cajón desastre de la “Tierra 85”, donde se colaron otras aventuras de difícil digestión de continuidad.
No sería hasta 2006 que Grant Morrison rescataría el concepto para darnos una de las mejores etapas de Batman y uno de los mejores personajes “recientes” del universo DC, Damian Wayne. Tal sería el impacto que serviría para reeditar la obra por primera vez, aunque en formato grapa y con portada de Andy Kubert, que, aunque no está mal, no tiene ni punto de comparación con el portadón que se marcó Bingham.
El dibujante se dio en cuerpo y alma a la obra y es sin duda lo mejor de la misma. No se puede quitar mérito a Barr, que como siempre nos ofrece un recital de cómo debe ser un cómic de Batman que abrace sin tapujos el mundo pijamero (además de marcarse una trama bastante intrincada y con un puntito geopolítico bien conseguido). Pero es que Bingham ofrece un recital de detalle, maquinaria, edificios, cuerpos… simplemente impresionante. Sin escatimar de una narrativa fluida y aprovechar el gran formato para el uso de viñetas apaisadas o verticales de una manera imaginativa pero apropiada.
Para colmo no sólo se entinta, sino que se colorea a si mismo estupendamente (con una gama de acuarelas en la que predominan los beiges y azules muy claros), dando una solidez al conjunto y un nivel que se corresponde al formato “de prestigio” elegido para la obra. Una pena que este dibujante, que no se prodigó mucho, dejara definitivamente el mundo del cómic en la década siguiente.
El éxito tentaría, cómo no, a DC para repetir jugada. Sin embargo, Batman: Bride of the Demon (octubre, 1990), en la que repite Barr pero Tom (Adams de Marca Blanca) Grindberg toma las riendas del dibujo acompañado de su esposa Eva Grindberg al color, es sin duda la peor de las tres.
Repasarla de nuevo es desesperarse con el desperdiciado talento de Mr Grindberg. Ya que éste domina sin duda el arte del dibujo (los cuerpos desprenden soltura, la maquinaria está magníficamente retratada) y el entintado (a veces muestra una técnica que recuerda a maestros como Janson o Sienkievitz) pero parece no esforzarse lo más mínimo para estar a la altura del tomo anterior.
Son repetitivas sus manazas imposibles, unos cuerpos enormes que se pelean por estar en la viñeta sin naturalidad, la narrativa difícil de masticar que se hace bola… y no he llegado a las caras. Si muchos de sus rostros (especialmente los infantiles) parecen tener discapacidades mentales, lo de R’as es sin duda de síndrome de Proteus o directamente lo que sea que padeciera Sloth de los Goonies.
Sería injusto en todo caso que sólo el dibujante pagara con las culpas, pues Barr tampoco está en su mejor momento. Pese a iniciar bien la trama con visos de Calentamiento Global y su Batman prototípico, pronto cae en repetitivas relaciones entre el villano y los suyos (siempre a vueltas con Talia y sus traiciones), demasiados agujeros argumentales y esta vez los golpes de efecto no llegan a nada.
Habría, de hecho, un nuevo embarazo. Esta vez de la mujer (que sale de una chistera, narrativamente hablando) de R’as e igualmente terminaría en agua de borrajas (léase Tierra 85), en este caso sin que ninguno haya querido rescatar con el tiempo semejante extravagancia.
Y por fin llegamos a Batman: Birth of the Demon (enero, 1993), en la que cambiamos de guionista para que se encargue del trabajo el editor de la anterior, Dennis O’Neil. Pero aquí el cambio más notable es el dibujo de Norm Breyfogle, que se colorea a si mismo con resultados realmente espectaculares.
La historia también es intensa y realmente entretenida, aunque digamos que se acerca más a la faceta más fantasiosa de O’Neil, capaz tanto del realismo más reivindicativo como de las aventuras más edaplatistas. En todo caso, como decíamos, aquí combina trazos de narración detectivesca y combate superheroico para abrir y cerrar una epopeya digna de los clásicos del género.
Venganzas, crueldad, amores perdidos, épica, lealtad, muertes y resurrecciones, batallas, reinos olvidados… todos los ingredientes son mezclados para ofrecernos un fresco muy bien hilado que se lee en un soplo y deja la sensación de haber proporcionado al misterioso Al Ghul un pasado más que digno.
Lo mejor del tomo, repito, es Breyfogle. Para los que ya amen u odien al dibujante tienen todas sus maestrías y tics habituales, desde primeros planos detallados a monigotes lejanos para apoyar la narrativa, desde anatomías forzadas hasta el más sutil de los músculos faciales, desde la acción más trepidante a la gestualización sobreactuada de las conversaciones.
Pero en esta ocasión, además, esto es acompañado de un color, aplicado directamente sin entintado, que lo dota de una pátina de calidad innegable. Aprovechando la técnica y el formato más grande de lo habitual, el artista se lanza con splash pages y experimenta con composiciones de página combinando varias escalas. Para mí personalmente, miel sobre hojuelas.
Los tres tomos se publicaron en España respetando el peculiar formato gracias a Ediciones Zinco en el 88, 91 y 93. Sin embargo, no las hemos vuelto a disfrutar salvo por 2 tomos de una edición de coleccionable Salvat/ECC (2017 y posteriormente 2020), obviamente en formato más humilde. Por tanto, los suertudos que aún poseen los tres tomos, buen cariño que les tienen.
Normal, pues pese a sus más y sus menos, se trata de historias mimadas por sus autores y editores, en las que se intentaba contar algo nuevo e indagar en un personaje que, por suerte, siempre ha resultado de culto y ha conseguido conservar mucho de su misterio. R’as Al Ghul, la Cabeza del Demonio.
LA FÍSICA DE LOS SUPERHÉROES
La física, una de las ciencias más interesantes, se pone al servicio de los superhéroes en un libro que busca hacer amena la forma de ver y entender las leyes con las que se rige el universo que nos rodea. Un libro con tres objetivos claros. El primero romper el tabú que existe sobre la dificultad que hay para entender la física. El segundo es acabar con la creencia de que es necesario disponer de grandes conocimientos matemáticos para poder disfrutar y entender esta ciencia. Y el tercero hablar de como los superhéroes, y por ende los cómics, pueden ayudarnos a entender y disfrutar de la física.
El escritor, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Chicago, conocido por sus trabajos relacionados con las propiedades electrónicas y ópticas de los semiconductores amorfos, es también un fiel seguidor de los cómics de superhéroes. Una pasión que le hizo crear un seminario denominado: todo lo que aprendí de física lo aprendí leyendo cómics. Un curso con el que poder motivar a los estudiantes a pensar sobre las cuestiones de la física y que pudieran ver sus aplicaciones reales.
Fue todo un éxito de asistencia y llegó a poner en marcha conferencias al respecto, hasta que, finalmente, James Kakalios, se animó a escribir este libro.
Para llevar a cabo este libro, Kakalios hace uso de un sutil sentido del humor, al tiempo que desmenuza la física acudiendo a las proezas realizadas por muchos de los personajes principales del cómic superheroico. Y aquí todo sirve. Desde los poderes de Electro, la habilidad de Flash para correr a velocidades de vértigo, la altura a la que Superman podía saltar en sus orígenes, el control del magnetismo de Magneto o incluso, viajar la microverso.
Aquí se dan cita también cuestiones básicas que, como lectores, muchos se hayan podía plantear alguna vez. Cosas del estilo de cómo es posible que la Mujer Invisible vea cuando es invisible o porque Atom puede viajar a través de la línea telefónica analógica o como funciona el poder de leer la mete de Saturn Girl y el Profesor X. Y por supuesto, saber si fue el Duende Verde o la red de Spiderman lo que mató a Gwen Stacy.
Y para ello opta por ser provocativo, directo y sin concesiones, porque es un libro exigente, narrado de forma exquisita.
Dividido en varias secciones, se abre con la mecánica, para dar paso a la energía, luz y color y saltar a la física más moderna, siendo, además, todo un canto a este tipo de cómics, porque tal y como se habla en una de sus introducciones, fue la ciencia la que salvó a los superhéroes de desaparecer de las tiendas.
Una lectura que no deja de tener cierto grado de dificultad, que debe ser acometida por mentes curiosas e interesadas en aspectos científicos para ser realmente disfrutada durante sus más de 350 páginas.
LOS OTROS BLUE BEETLE
Los verdaderos orígenes de Blue Beetle nos llevan a dedicar clásicos DC, no a una serie o etapa concreta, sino a una editorial (¡ni siquiera DC!) que dio lugar a un particular panteón de héroes en nuestro querido (ahora sí) universo deceíta, incluido el personaje del mes. Efectivamente, hablamos de Charlton Comics, ya desde sus comienzos, pero especialmente en una prolífica y recordada Edad de Plata que marcó una época y un estilo definitivo.
Todo empieza con una editorial al uso de la Edad de Oro de los comics; es decir, avara, escasamente interesada en la creatividad y mostrando sistemas poco lícitos. Entre otras lindezas, era conocida por pagar muy escasamente a los dibujantes y por rapiñar material de compañías que habían cerrado (curioso esto último, pues el karma le tenía reservada una sorpresa). De hecho, es aquella práctica la que le proporcionaría los derechos de Blue Beetle.
El personaje había nacido en Mystery Men Comics #1 (fecha de portada agosto de 1939) de la editorial Fox Comics. Como era un cómic salido como churro de una fábrica (en concreto del estudio Eisner & Iger) estaba “acreditado” a Charles Nicholas. Este apodo lo llevaron varios autores; Chuck Cuidera, Jack Kirby y, el que nos ocupa en este caso, el verdadero Charles Nicholas Wojtkoski (1921–1985). No es seguro si el propio Will Eisner también contribuyó a la creación del Escarabajo Azul, pero es cierto que supervisaba personalmente todos los héroes que salían de su empresa.
El caso es que el policía novato Dan Garret, que se tomaba la “vitamina 2X” y se ponía un traje antibalas para combatir el crimen, obtendría enseguida serie propia, tira de prensa y ¡hasta un serial de radio! Eso no impediría que su serie fuera muy irregular y los problemas económicos de Fox le llevaran a perder al personaje durante algunos números por Holyoke Publishing, para luego retomarlo cuando las cuentas dejaron de tener color rojo. Los autores se sucedían (y admito que para un servidor eran todos bastante desconocidos ¡si es que se acreditaban!), aunque casi siempre había algún Charles Nicolas rondando.
Parece que Victor Fox no era un amo de las finanzas, porque en los 50 termina de arruinarse y les vende las planchas (algunas inéditas) de nuestro héroe, ya por fin, a la Charlton. Estas se publican en Space Adventures #13-14 (octubre de 1954 y enero de 1955), para luego fagocitar la cabecera The Thing! a partir de su número 18 (febrero 1955) y ya en el 20 incluir nuevas aventuras… aunque el periplo sólo duraría hasta el 21 (y una backup en Nature Boy #3, marzo de 1956). La cortísima aventura, eso sí, contaría con portadas de un jovencísimo Dick Giordano, atención al dato.
Nos quedamos sin enmascarados hasta que llegamos a una temprana Edad de Plata de una vez. En 1960 la compañía sigue siendo lo peor de lo peor; Giordano comenta que sus prácticas eran las que eran porque para ellos los cómics eran basura que sólo servían para mantener la imprenta funcionado mientras que las revistas de música hacían el dinero. Sin embargo, el incombustible guionista Joe Gill y un incorruptible Steve Dikto, que era incapaz de bajar la calidad aunque le pagaran una miseria, se sacan de la manga un héroe para los tiempos de Guerra Fría.
En Space Adventures #33 (marzo de 1960) el capitán de las fuerzas aéreas Allen Adam detona con su nave en el espacio para volver reintegrando sus moléculas como el Capitán Atom (como le bautizaría el propio presidente Eisenhower en las viñetas). Pero la editorial seguía con su odio a los superhéroes y tras 12 números termina por apartarlo de la revista.
Pese a la autonegación de los directivos de Charlton, en el 64 los superhéroes vuelven a estar más de moda que nunca. Así que tirando de armario vuelve a la carga nuestro Blue Beetle con revista homónima (en abril de 1964). El editor Pat Masulli va a por todas y le añade superfuerza, vuelo, visión rayos x, un logo y un uniforme (que cambiaría a los pocos meses por la sugerencia de un lector) sospechosamente parecidos a los de Superman y hasta una “t” a Garrett. De nuevo sería el prolífico Gill el encargado de inventarse la historia, escarabajo egipcio y palabra mágica (Kaji Dha!) mediante, y los dibujantes Bill Fraccio y Tony Tallarico los de darle forma.
El cómic sería clasificado, por cierto, como uno de los peores del año (suspiro). Cabe destacar sin embargo en ese mismo 1964 (en diciembre para ser exactos) la creación de otro personaje menos fantasioso pero que también terminaría formando parte de nuestro panteón. Dibujado por un cada vez más estilizado Giordano (basándose en un boceto de Masulli) y guionizado, cómo no, por Gill, nace en su propia serie el detective privado/agente secreto con mano de acero, Sarge Steel.
Como la cosa parece que funciona, en 1965 vuelve el Capitán Atom en Strange Suspense Stories. Aunque del #75 al #77 no son más que reimpresiones, en el 78 la cabecera se retitula con el nombre del héroe (diciembre) y presenta nuevas aventuras de Gill y Ditko (entintado por Rocke Mastroserio). Como ahora no se limitan a historias de complemento de unas pocas páginas, el comic adquiere profundidad y la experiencia adquirida por el dibujante en Marvel se deja notar.
También nacen nuevos héroes que terminarían en el baúl de DC, como Son of Vulcan (Mysteries of Unexplored Worlds #46, mayo del 65) o Judomaster (Special War Series #4, noviembre de 1965). El primero, ideado por Masulli pero ejecutado por Gill junto con Fraccio y Tallarico, es un reportero de guerra llamado Johnny Mann que es bendecido y condenado a partes iguales por los dioses romanos. El segundo, creado, dibujado y con el tiempo (Gill mediante) también guionizado por Frank McLaughlin, se trata del sargento Rip Jagger, entrenado por la “resistencia” japonesa en una isla durante la segunda guerra mundial para repartir justicia con su traje hortera.
Pero la verdadera revolución llega al año siguiente, cuando un Giordano harto de la inestabilidad laboral del dibujante, se ofrece como editor justo cuando la editorial da puerta a Masulli. Comienza reduciendo el número de títulos (incluidos los mediocres, lagrimita, Blue Beetle, Son of Vulcan y Sarge Steel), renombrando algunos y haciendo todos los cómics bimensuales para dar más tiempo a los creadores.
Entre ellos, un policía aficionado al medio y reconvertido en autor completo, la última baza de Masulli antes de partir; Peter Anthony Morisi. Éste pone todo su cariño y pasión por los cómics en Peter Cannon… Thunderbolt #1. Con el traje del Daredevil original y el nombre del posteriormente conocido como Dynamo de los T.H.U.N.D.E.R. Agents, este chulazo rubio con las piernas al aire se enfrenta al mal repitiéndose “puedo hacerlo… debo hacerlo… ¡lo haré!”.
El éxito de Thunderbolt es anecdótico en los planes de Giordano, que revoluciona la línea de “Héroes de Acción” de la Charlton respondiendo todos los correos de los aficionados personalmente. Aparte de para dar un tono más cercano a la línea, lo hace para explicar su idea de historias más realistas sin despreciar el carácter superheroico: “tú leerás una historia de Superman para ver cómo prevalece, no si prevalece”.
A Ditko le chifla la idea, charla constantemente con el editor, y colabora a través de su Cap Atom. Se mete en los argumentos y reduce dramáticamente los poderes del héroe, además de quitarle el favor del pueblo. Además, le cambia el traje pues sus poderes atómicos ya no son fiables y han de contenerse mejor. No contento con eso y aprovechando que nuestro Beetle estaba defenestrado, le da nuevo origen en los complementos de Captain Atom #83-84.
El gran artista es por tanto el creador del alter ego que muchos conocemos y queremos, Ted Kord. Un gran científico capaz de inventar cachivaches para su lucha contra el crimen disfrazado con el característico uniforme azulado y las gafas amarillas. Es más, Ditko lo conecta con Garrett iniciando una interesante trama en la que Ted es acusado del asesinato de su predecesor.
Y para rematar jugada, ya en Captain Atom #82, bajo los guiones de Dave Kaler (otro fan reconvertido en profesional), Ditko cocrea también a Nightshade. La misteriosa agente secreto Eve Eden que colabora (y algo más) con el protagonista para atrapar malhechores.
Pero no sólo de Ditko vive el hombre. Por un lado, McLaughlin sigue desarrollando a Judomaster (y a Sarge Steel, que rescata en sus páginas) y Morisi hace lo propio con Thunderbolt (al que se le añaden complementos como The Sentinels y The Prankster, que curiosamente DC nunca ha llegado a utilizar aunque probablemente posea los deechos). Por otro, en Fightin’ Five #40 (noviembre del 66), Gill, para variar, y el elegante Pat Boyette crean al Pacificador, que por aquel entonces le basta un “¡amar tanto la paz que está dispuesto a luchar por ella!”.
Giordano se las arregla para pagar todos estos encomiables esfuerzos con una triquiñuela. Los dibujos de la mayoría de los títulos románticos, del oeste y de guerra los encarga a muy bajo precio a una compañía brasileña, mientras que con el dinero ahorrado sube los sueldos de los mejores talentos. Ditko no es el único, pues el nuevo editor está además mimando artistas como Jack Keller y descubriendo otros como el cuarentón Boyette y un jovencito llamado Jim Aparo.
Pero sobre todo, tampoco es que los sueldos subieran mucho, lo que convence a los artistas es la libertad que ofrece el editor. Ésta atraería también a escritores como Denny O’Neil (aunque firmaría como Sergius O’Shaughnessy para evitar sospechas de Marvel) que entregaría una de sus mejores historias, Children of Doom, o un jovencísimo Will Franz, que junto al veterano Sam Glanzman crearía una inusual y atrevida historia de guerra que humaniza al intocable (en el mal sentido) ejército alemán, The lonely war of capt. Willy Schultz.
En todo caso, que se me va, lo que nos interesa es que los Action-Hero se siguen potenciando; Nighshade consigue protagonizar las historias de complemento (Kaler y Aparo en CA #86-87) mostrando su conexión con la dimensión sombra y tanto Peacemaker (marzo del 67, por Gill y Boyette) como Blue Beetle (junio de 1967, cortesía de Glanzman y Ditko) consiguen protagonizar su propia serie.
Es en este nuevo volumen de nuestro escarabajo favorito donde se junta la última pieza del elenco; Ditko, para variar, presenta en la historia de complemento a The Question. Vic Sage es un duro reportero que con una simple máscara se enfrenta a lo peor de la sociedad con una dureza inusitada que sólo entiende el blanco y negro. Las cartas de aficionados inundan a Giordano, estupefactos por las frases que escupe el antihéroe ante la muerte de los culpables como “tuvo lo que se merecía”.
Por otro lado, el dialoguista Glanzman tiene que defender la autoría de las mismas, pues Ditko parece el verdadero autor de un personaje que no es sino una copia “suavizada” de otro absolutamente suyo. Unos meses antes había aparecido en la revista de Wally Wood witzend #2 otro enmascarado sin poderes de rostro impasible, Mr A.
Sin embargo, todo este esfuerzo creativo no tuvo su respuesta en ventas (al menos para Charlton) y todos los títulos da la línea fueron cancelados en apenas tres meses. Giordano se marcha a DC y deja hasta 6 meses de trabajo sin publicar. Sin embargo, de todo se esto, la marchita editorial sólo publica Blue Beetle #5 y Mysterious Suspense #1, que compilaba complementos de Question inéditos, en el verano del 68.
Antes del declive final, nos quedan dos nuevos intentos con el mismo nombre, Charlton Bullseye. Una curiosidad en 1975, un fanzine del “CPL Gang” (John Byrne, Roger Stern, Bob Layton y Roger Slifer), donde publican bajo comisión trabajo inédito de Cap Atom de Stern y Ditko con acabados de Byrne en el número 1 y un episodio de Question por Stern y Michael Uslan dibujado por, atención, Alex Toth en el 5. El segundo, un canto de cisne de la propia Charlton en el 81, mezclando a Beetle y Question por Benjamin Smith y Dan Reed en el #1 y en el #7 sendas historias de Atom por el mismo equipo y de Nightshade por Bill Black.
Pero tras esta anécdota la crónica de una muerte anunciada llega a su fin y en 1983 la mayoría de los protagonistas de la línea de Action-Hero son adquiridos por DC (a 5000$ el personaje). Bueno, realmente por el director Paul Levitz como regalo al editor gerente Giordano. Se propone usarlos para la serie que está ideando un tal Alan Moore pero finalmente se decide integrarlos en el nuevo universo DC a través de las Crisis en Tierras Infinitas, donde aparece por primera vez Blue Beetle en la editorial que se convertirá en su casa…
Y el resto, es historia ¿o es todo lo que os hemos contado?
(D):
Como le gusta a Tom King escribir una buena historia de género negro. Casi tanto como a ECC le gusta meternos por el gaznate un tomo carísimo.
Para la ocasión y junto a Phil Hester, King recupera a Slam Bradley, detective hardboiled y protagonista de Detective Comics #1 (lo que lo convierte, si no me equivoco, en el personaje en activo más antiguo de DC). En su momento, el gran Ed Brubaker ya escribió al bueno de Slam en las páginas de Catwoman.
En este ocasión, Bradley se ve involucrado en un turbio caso de secuestro relacionado con la todopoderosa familia Wayne. A partir de aquí, King escribe y Hester traza los contornos de una ciudad oscura, peligrosa y en decadencia.
No faltarán tampoco los elementos típicos de una historia clásica de género negro: femme fatal, policías corruptos, y un crimen como metáfora de una corrupción social desoladora.
Uno de los mejores cómics DC del año y otra muesca en el revólver de un Tom King que no cesa en su empeño por convertir cada miniserie que toca en una obra maestra.
(D):
Le he estado dando vueltas desde que los compañeros de DC me ofrecieron participar en este Magazine, pensando en qué obra que me gustase podría comentar. Podría haberme ido a lo esperable y tirar de mi querencia por Superman y las infinitas recomendaciones que se me ocurren sobre el Hombre de Acero, pero luego pensé en otro de mis personajes favoritos, y lo hice asociándolo a algo que tengo tan reciente como la última película que he visto; es curioso cómo funciona la memoria y las conexiones que hacemos entre obras tan aparentemente poco relacionadas entre sí: tengo que reconocer que llevo días pensando en esa rugiente bomba atómica detonada en Los Álamos que hizo temblar mi butaca en Oppenheimer, la última cinta de Christopher Nolan, y cómo los ecos de un arma tan terrible resonaban en el cerebro de su creador, y más cuando fue lanzada ya no en una prueba, sino sobre (o más bien contra -qué importantes son las preposiciones-) población civil. Y, aunque la película no nos muestre ese inerte agujero en la tierra que dejó la bomba en Hiroshima y Nagasaki, uno de los lugares a los que voló mi imaginación fue a las viñetas, y más concretamente a Coast City. Y es que no es normal que veamos en los cómics de superhéroes el nivel de destrucción y ataque indiscriminado a toda una ciudad como lo que vivimos en la conclusión de El Reinado de los Superhombres, un trauma más que añadir a la reciente muerte de Superman que ya nos había dejado tocados a muchos lectores por su crudeza y violencia. Pero la destrucción de Coast City fue un punto y aparte en aquel desenfreno que vivieron las viñetas allá por 1996, con Mongul y el Cyborg Superman forjando una terrible alianza que les llevaría a volar por los aires el hogar de Hal Jordan, asesinando a siete millones de personas para sustituirlas por un motor gigantesco que pretendía convertir a la Tierra en un nuevo Mundoguerra.
Era lógico que Superman acabase volviendo a su status quo tras su muerte (bueno, llevaba el pelo largo, pero era el equivalente al nuevo sombrero de Stacy Malibú -sí, tenía que meter también una referencia a Barbie si hacía lo propio con Oppenheimer-). Pero Linterna Verde era un personaje mucho menos popular que Kal-El, y no importaba demasiado si se le llevaba a límites más salvajes que una mera muerte y resurrección. Y así lo hicieron con este Crepúsculo Esmeralda que me vino a la mente, no sólo como uno de mis cómics favoritos de la adolescencia que me engancharon al universo de los Green Lantern, sino como aquella imagen que se me quedó grabada de Hal Jordan arrodillado en medio de una gran nada, un agujero en la tierra que había sido su casa y donde habían vivido sus seres queridos antes de ser aniquilados en cuestión de segundos. Hal no era Superman, y no había un final feliz para él (o sí, como pasa siempre en los cómics, pero aún faltaría mucho para verlo); al menos en aquel momento, y como lector jovenzuelo, me pareció de una crueldad (editorial, inclusive) tremenda lo que le estaban haciendo a Hal Jordan, pero a la vez era una historia fascinante sobre la pérdida y la desesperación. Y es que el bueno de Hal tenía en su mano un arma con un poder mucho mayor que la que había aniquilado Coast City, una que, si tenías la fuerza de voluntad suficiente, podía hacer literalmente cualquier cosa. Y qué mayor fuerza de voluntad tiene uno de querer retroceder el tiempo para enmendar errores o desear ver de nuevo a los que ya no están. Hal Jordan era un gran héroe, pero también un ser humano, y cuando todo lo que te queda es arrodillarte sobre las cenizas de todo lo que has amado, tenía que pesar mucho más el ser humano que el héroe intergaláctico. Y lo que hizo Hal fue lo que haríamos cualquiera de nosotros: usar todo el poder del que disponía para intentar rellenar ese agujero en el suelo, que en realidad era un enorme agujero en su corazón.
A pesar de que Crepúsculo Esmeralda sea una historia con todos los defectos de los cómics de los noventa, torpe, apresurada y efectista como la misma muerte de Superman (defectos de una época que no hacen sino incrementarse con el tiempo, aunque conservemos hacia ellos un cariño nostálgico), desde el momento en el que Hal alza su anillo al cielo y utiliza toda su fuerza de voluntad para recrear la Coast City de sus recuerdos más idílicos, el cómic se convierte en algo muy especial; porque uno, como lector, asistía al duelo de Hal llevado de la peor manera posible, engañándose a sí mismo con imágenes fantasmales de su familia o su primer amor, hasta que la energía del anillo se agotaba y nos encontrábamos de nuevo en aquel agujero en la tierra que no habíamos abandonado en ningún momento. A partir de ahí, las ansias de Hal de conseguir más poder a toda costa le llevan a rebelarse contra Oa y el mismo cuerpo de Linternas Verdes, algo a la vez impensable y comprensible, y quizás uno de los mejores ejemplos de construcción de un villano a partir de un héroe al más puro estilo de Anakin Skywalker. La transición, eso sí, no está hecha con ningún tacto, y ahí volvemos a lo precipitados que eran los cómics por aquel entonces. Pocas viñetas separan al Hal Jordan abatido por la pérdida del Hal Jordan desatado en su viaje hacia Oa, mutilando y asesinando por el camino a algunos de sus mejores amigos sin espacio para la reflexión, aunque, eso sí, con una traumática sensación de viaje sin retorno que hacía del cómic algo muy especial, y más arriesgado que matar y traer de vuelta al Último Hijo de Krypton. Hal Jordan pasaba de héroe a villano, y su llegada a Oa y el enfrentamiento final con Sinestro (demostrando los pocos escrúpulos de los Guardianes y su nula inteligencia emocional y empatía hacia su mayor héroe) se convertía en el último capítulo de un Hal cuyas acciones imperdonables ya no tenían remedio. Parallax absorbía el poder de la batería central de Oa, acabando con el cuerpo de los Linternas Verdes y con todos (menos uno) de los Guardianes, y se convertiría en el gran villano en la sombra de la esforzada, pero decepcionante, Hora Cero, el gran evento que supuestamente daría una nueva forma al Universo DC y en el que Parallax intentaría arreglar el multiverso con sus nuevos poderes y conocimientos que le permitían modificar la corriente temporal. Como villano, Hal (o Parallax), argumentaría unas razones que nos retrotraen de nuevo a los dilemas morales de Oppenheimer: ¿por qué no utilizar ese terrible poder para intentar arreglar las cosas, aunque fuera mediante la destrucción? ¿Y si se pudiera traer de vuelta a Coast City, o impedir por ejemplo la destrucción de Krypton, aunque fuera a costa de matar a millones destruyendo otras líneas temporales? ¿Y si se pudiera terminar la Segunda Guerra Mundial tan sólo sacrificando dos ciudades?
Sí, todos sabemos que más tarde se le daría una excusa a la locura de Hal Jordan, infectado por el miedo amarillo de Parallax que daría lugar a otra de las mejores etapas de Green Lantern. Pero para siempre quedará en el recuerdo aquella vez que uno de los grandes héroes, miembro de la mismísima Liga de la Justicia, lo perdió todo, y utilizó todo lo que estaba en su mano (incluso su propia alma) para intentar recuperarlo. Luego, Hal llegó a ser el Espectro, y renació y volvió a volar y a portar un anillo, pero yo me sigo quedando con aquel Hal Jordan arrodillado en medio de un agujero alzando su anillo al cielo para traerlo todo de vuelta. Nunca un héroe (o un villano) había sido más humano.
Y LA ENCUESTA FINAL…
Nos vemos en 30 días.
Gran magazine like always, vamos x partes decía Jack:
-Se que el comic americano es asi…pero algunos personajes tienen que quedarse donde estaban si o si. Hablo por el antimomitor y Pariah. Lo que le hizo Johns al AM es tan cualquiera como lo que le hizo a Darkseid, dos monstruos descerebrados a tortazos. Y Pariah…maldito hijo de William.
-siempre me fascinó la tapa de El Hijo del Demonio que salia en las publicidades de Zinco, pero nunca vi un tomo por acá. Capaz que busco el de Salvat, debe andar en algun saldo.
-buenisima la historia de los Bicho Azul. Claramente Ted el favorito de TODES… aunque no tenga ni un comic solitario que valga la pena. Pero el de la LJI es todo.
-de Gotica Año Uno ya opine…esta bien, como un ejercicio de pulp basico y llano. Prefiero su progresion en Rorschach o Blanco Humano.
-Crepúsculo: el primer número (Marz-Willingham) es buenisimo, puro drama DC, y un arte perfecto. El segundo (Marz-Haynes quien corno es??) es un HORROR novenchoto por donde se vea. Tanto el guion como el dibujo. Feo feeeo. El tercero levanta un poco, sobre todo el arte. Y si, lo apresurado y ridiculo del cambio de Anakin en Episodio III parece inspirado aca («Lord Jordan? Yes, my parallax? Bright…). Asi y todo de irregular me gusta el riesgo que metian en los 90. Yo tengo el tomito de Zinco (donde ya no te ponian nada de nada, de pedo las tapas en la contratapa). Me gusto el // con Oppenheimer.
Gracias Kadok! Siempre atento
Excelente sección y artículos, como siempre. Se nota por cierto el nivel viejuno de los lectores en las encuestas.. Una puntualización, la trilogía del demonio también la publicó Planeta, en los primeros tomos del coleccionable «La saga de R’as Al Ghul». Descatalogado, claro, pero no tan difícil de encontrar de segunda mano
Tienes razón, se nos pasó! Pero por formato, me sigo quedando con la d Zinco. Gracias por los piropos!