Mangaland #04 por Marc Bernabé

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1768

SEX
Título original: SEX
Autor: Atsushi Kamijō
Editorial: Glenat
Precio: 8,95 euros
Formato: tomo con sobrecubiertas
Clasificación: seinen
Tomos: 7

SEX es otro de estos manga que injustamente han pasado sin pena ni gloria por nuestro país a pesar de su gran calidad, víctima del brutal alud de novedades que ha asfixiado nuestras librerías en los últimos años y que ha obligado a los lectores a hacer una dura selección de lo que quieren leer. Además, evidentemente, el título no ayuda: es complicado a ciertas edades –o en general, a cualquier edad– comprar un cómic cuyo título sea SEX. ¡Y eso que en este cómic el sexo brilla por su ausencia a excepción de algún escasísimo pecho al aire! Por no decir del público que se compra el primer tomo atraído por su título y pensando que está ante un nuevo Urotsukidōji y se encuentra con una obra que no tiene nada que ver con la temática hentai…

SEX es una especie de road movie protagonizada por una chica y dos bad boys que conforman una especie de triángulo amoroso. Kaho, la chica, se desplaza en un viaje de fin de curso a la isla de Okinawa, de clima tropical, donde se separa del grupo para ir en busca de su amigo de la infancia Natsu, del que solo sabe que se mudó a esta isla en el pasado. Sin embargo, Kaho se topa de buenas a primeras con Yuki, un gamberrillo daltónico de porte enigmático que a ella le recuerda tremendamente a Natsu. Y resulta que Yuki conoce a Natsu, que a su vez está implicado en una trama que incluye a la yakuza –mafia japonesa– de Okinawa y al propio ejército americano.

Sinceramente, SEX no es una obra que atraiga por el argumento en sí, que está bien, pero que –en mi opinión– por sí solo no justifica la compra de estos siete tomos. Lo que prima en SEX es el ambiente que Atsushi Kamijō consigue crear. El trío protagonista, misteriosos los tres, enigmática y magnética ella, atractivamente “malos” ellos; la impresionante ambientación en tres zonas japonesas –Okinawa, Fussa y Yokosuka– marcadas por las bases militares norteamericanas; el uso del peculiar “aroma” de una Okinawa que durante casi tres décadas (1945-1972) estuvo bajo total dominio americano y que aún sigue teniendo una altísima concentración de bases militares, con lo que aún conserva esas peculiaridades del “American way of life” como grandes descapotables americanos de los 50 marca Buick o Mustang, pick-ups GMC, “rock bars” añejos, graffitis, hamburgueserías, cazas de guerra y helicópteros… Uno casi puede oír las tonadas de Layla, Like a rolling stone o Suzie Q filtrándose de entre las viñetas.


Cazas surcando el cielo

Estamos ante una Okinawa llena de alambradas por todas partes que delimitan los perímetros de las enormes bases estadounidenses, animada y deprimida a la vez por el calor tropical y por el evidente desamparo que sienten los okinawenses respecto al gobierno central de Tokio: su lejanía; su antigua independencia (hasta el siglo XIX era el reino de Ryūkyū); la tremenda batalla de Okinawa de 1945 –la única sobre suelo japonés de la Segunda Guerra Mundial y que dejó graves cicatrices en el sur de la isla principal de Okinawa–; la ocupación americana y la actual situación de principal tierra de “acogida” de bases americanas en Japón provocan bastante resquemor entre la población. Aunque actualmente las islas del archipiélago reciben la visita de millones de turistas al año, que dejan miles de millones de yenes en el territorio, cuando uno visita la zona nota claramente este pesar, esta decadencia, y también un cierto atisbo de “resignación” mezclada con rabia bajo la superficie de los rostros de los sonrientes okinawenses que riegan sus deliciosos sōki soba (fideos con carne de cerdo) con cerveza Orion y/o licor awamori.

Este ambiente opresivo y decadente es el que retrata Kamijō a la perfección en SEX con un dibujo que deja con la boca abierta. Podemos decir que los tres puntales de este manga, dejando de lado el propio argumento, que es más bien normal, son 1) los enigmáticos personajes, 2) la gran puesta en escena y 3) el excelente dibujo. El dibujo de los personajes en sí es bastante de estilo manga de los 80, no tiene mucho que destacar: personajes estilizados, de facciones sencillas. Los fondos, por otra parte, son lo que a mí personalmente me fascina. Estas viñetas, en ocasiones enormes, repletas de detalles reproducidos con precisión milimétrica: fondos perfectos, con los edificios trazados hasta el último detalle, coches y motos en los que se dibuja hasta la última bujía, etcétera, son realmente para quitarse el sombrero. Me permito destacar las alambradas: me parece complicadísimo dibujar las alambradas con la perfección –¡y la profusión!– con la que lo hace Kamijō. Intrincados diseños de alambres enrollados entre sí que hay que colocar encima de dibujos ya de por sí detalladísimos… Es que marea con solo verlo. A pesar de la velocidad con la que se puede leer este título –la cantidad de texto en los primeros tomos es escasa–, uno se puede pasar minutos enteros contemplando una sola viñeta.


Página con todo lujo detalles


La dificultad gráfica de la alambrada

Un par de apuntes sobre el argumento y el dibujo. Sobre el argumento, constatar que, aunque la historia empieza de forma muy enigmática e incluso “esotérica”, poco a poco se va aclarando y constituye una buena historia bastante bien construida, aunque puede decepcionar a los que, atraídos por el ambiente melancólico y misterioso de los primeros dos tomos, esperan algo más etéreo. El argumento finalmente desemboca en una historia de yakuzas bien construida, pero bastante más “normal” de lo que podría sugerir al principio. Sobre el dibujo, decir que, a pesar de que en los primeros tomos es increíble, hasta cierto punto resulta lógico que poco a poco Kamijō se iba cansando de dibujar fondos detallados, alambradas y edificios intrincados, e iba más al grano, centrándose más que nada en los propios personajes y en escenas de interior.

Y ahora sobre la curiosa historia de este título. SEX fue publicado originalmente entre 1988 y 1992 en la revista Young Comics, pero en la época solo llegaron a publicarse dos tomos de los siete de los que debería constar, quedando la obra inconclusa en forma de tomo durante 13 años hasta que, en 2005, la editorial Shōgakukan decidió recuperarla y publicarla, por fin, en su totalidad. Desconozco por qué no se publicó originalmente en tomo de forma completa, pero me congratulo porque por fin decidieran recuperarla y porque Glénat la licenciara para España –aunque imagino que los resultados económicos, visto lo poco que se habla de ella, fueron desastrosos–.

Tengo en mi posesión el tomo 1 de la edición antigua japonesa y puedo constatar varias diferencias: para empezar el tamaño del tomo es mayor en la edición antigua, y la calidad del papel es mucho mejor. Por otro lado, la nueva edición tiene galerías tituladas “after SEX” con preciosas ilustraciones al final de cada tomo, y en el volumen 7 estos extras son a todo color. Pero la principal diferencia, o por lo menos la que más llama la atención, radica en el uso de algunos “puntos” de color rojo en ciertos detalles de algunas páginas. Realmente son detalles muy sutiles, he detectado solo diez sitios en todo el tomo donde se destaca algún punto concreto con color rojo, a veces algo tan absolutamente sutil como el pequeño pendiente que Kaho lleva en la oreja, a juego con el de Natsu. Se trata de un efecto similar al que se usa en el manga de Afro Samurai (de reciente publicación por Panini), pero infinitamente más sutil. Sin duda, un alarde de las técnicas de impresión y, tal vez, del “gastar por gastar” típico de la época en la que se editaron estos tomos, a finales de los años 80 y principios de los 90, cuando Japón estaba inmerso en una enorme burbuja económica y todo era Jauja.


Diferencias entre la edición original y la española

En definitiva, un delicioso manga, un alarde visual ochentero que hará las delicias de los que aprecian el buen arte en el cómic.

Lady SnowBlood de Kazuo Kamimura (dibujo) y Kazuo Koike (guión); Planeta deAgostini; 500+ págs, b/n, 19 € (tomos 1 y 2); 384 págs, b/n, 12,95 € (El retorno).

Ya hace unos años que Planeta deAgostini lanzó los dos tomos de manga de los que se compone la historia en la que se basaron unas películas japonesas muy sangrientas de los años 70 que, a su vez, sirvieron de fuerte inspiración para Kill Bill. Además, hace solo unos meses la misma editorial rescató del olvido un nuevo tomo de esta serie, llamado Lady Snowblood – El Regreso, que amplía las aventuras de la sanguinaria Yuki.

La historia nos narra el periplo de Yuki en su afán por consumar la venganza de su madre, a quien unos desalmados violaron tras matar a su marido y a la que, al cobrarse la venganza del primero de estos desalmados y matarlo, encierran en la cárcel. La madre de Yuki, frustrada por ser incapaz de consumar su venganza al encontrarse entre rejas, urde un siniestro plan que consiste en acostarse con cualquier hombre que se ponga a tiro, hasta quedar preñada. El fruto de estas relaciones nacidas del odio, Yuki, es educada con la sola idea de que, en el futuro, conseguirá vengarse en nombre de su madre. Y así empieza una sangrienta historia enmarcada en el Japón Meiji de finales del siglo XIX con muchas dosis de batallas con espadas… Y desnudez, ya que Yuki tiende a quedarse en pelotas a las primeras de cambio.

Lady Snowblood es una obra trepidante y muy bien narrada, como se podría esperar habiendo salido su guión de la pluma del gran Kazuo Koike (guionista de El lobo solitario y su cachorro, Asa el ejecutor y Hanzō, el camino del asesino). El dibujo es ciertamente anticuado, ya que estamos hablando de un estilo setentero, pero aun así acompaña perfectamente a la historia.

El tomo de El regreso es bastante prescindible, pero satisfará las ansias de los que hayan disfrutado mucho con Lady Snowblood 1 y 2 y se hayan quedado con ganas de más. Como curiosidad, en 2009 salió en Japón un tomo único con algunas aventuras más del personaje, esta vez dibujadas por el gran Ryōichi Ikegami (Santuario, Crying Freeman, Ryūgetsushō, Strain, Mai la chica con poderes…) ya que el dibujante original, Kazuo Kamimura, falleció en 1986. Más información en mi blog MangaLand.

Biomega y Abara de Tsutomu Nihei; Panini; 200+ págs, b/n, 7,95 € (Biomega – 6 tomos); 200+ págs, b/n, 9,95 € (Abara – 2 tomos).

Tsutomu Nihei sorprendió a propios y extraños cuando, hace casi ya diez años, Glénat empezó a publicar la que tal vez sea su obra más conocida: Blame! Este magnífico manga cyberpunk de detallado grafismo, personajes estilizados y edificios increíbles –Nihei estudió arquitectura–, sin casi texto pero con una gran fuerza expresiva, llegó a calar muy hondo.
Tras muchos años de sequía “Niheiana”, Panini apostó fuerte el año pasado por este autor y empezó a publicar sus otras dos obras –lamentablemente, Nihei no es un autor demasiado prolífico–: Abara (2 tomos) y Biomega (6 tomos), ambas series ya terminadas.

Explicar aquí, en tan poco espacio, el argumento de estas dos series resultaría demasiado ambicioso, así que os remito a los argumentos oficiales ofrecidos por la editorial (aquí y aquí ). Solo decir que, en ambas obras, Nihei nos sumerge en sus mundos cyberpunk donde nada se da por sentado, y donde hay que estar muy atento para seguir la historia… y aun así, los conceptos y descripciones son tan abstractas que a menudo uno se queda con cara de tonto.

A pesar de eso, el delicioso grafismo, con los típicos edificios intrincados –que no aparecen, sin embargo, con tanta profusión o espectacularidad como en Blame! –, muchas
explosiones y muchos personajes estilizados, así como los crípticos argumentos, tienen un magnetismo espectacular que atrae irremediablemente a los “cyberpunk-tards”. Para aquellos que se quedaron frustrados con la falta de explicaciones de Blame! –algo intencionado, y es que si algo define al estilo de Nihei es su capacidad para dejar que el lector saque sus propias conclusiones sobre lo que está ocurriendo u ocurrirá–, cabe decir que tanto Biomega como Abara, sin ser obras basadas en la elocuencia de sus personajes ni mucho menos, contienen bastante más texto que Blame!

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Servobot
Servobot
Lector
1 marzo, 2010 15:24

Tsutomu Nihei es un gran artista, he leído y tengo las 3 obras citadas, pero ya empiezo a cansarme de ese estilo que mencionas de no explicar nada nunca…
Añado la recomendación de la obra Lobezno: Snikt, de este mismo autor y ambientada en el mundo de Blame. Un crossover entre Marvel y el autor. Muy recomendable.

Maesemediarock
Maesemediarock
1 marzo, 2010 15:45

La verdad es que es espectacular en dibujo, pero  le falta un poco de mejoria en la parte de las historias que quiere contar.

marc
marc
Lector
1 marzo, 2010 21:44

¿soy el único a quién Blame! le parece de lo peor?  lo siento, no puedo con ese estilo de dibujo.
en cuanto a SEX y Atsushi Kamijō no los conocía. la estética de los personajes me a recordado algo a Hiroya Oku y su «iniciático» HEN.
(por cierto, ¿os habéis fijado en el emblema de Batman en la cola del reactor?)

Raku
Raku
Lector
2 marzo, 2010 2:11

marc, es que si no te gusta el estilo de dibujo de Nihei es imposible que te guste «Blame!» xD

jessica jones
2 marzo, 2010 9:01

Sex fue una apuesta muy arriesgada de esas que actualmente no volveremos a ver en nuestro pais en muchos años y que por desgracia no le salio bien a Glenat, creo que a parte de Marc y yo nadie mas lo leyo XD

Sex es un manga excelente que a mi parecer emula el cine independiente con pretensiones, con grandes silencios, primeros planos, poses y escenas de postales, …. , que nos presenta una historia algo sencilla a primera vista, pero intensa, muy bien elaborada y desarrollada, y lo más importante, personajes profundos, jóvenes desarraigados pero muy atractivos, rebeldes, marcados por la tragedia, que buscan su lugar en un tumultuoso mundo.

El apartado grafico destaca por su estilismo y delicadeza, tanto en los fondos como en los personajes, a los que pone mucho esfuerzo en darles naturalidad y personalidad propia, y por su trasfondo urbano, que junto a la ya citada forma narrativa, da ese aire, tan fascinante de cine independiente.

En fin que sex es un muy interesante obra, a la que le vendría de maravilla mientras la leemos una banda sonora acorde con la historia y el ambiente, en mi opinión algo de punk de los 70, aunque tampoco estaría mal una de Manchester de los 80/90.

Pedro
3 marzo, 2010 9:39

Hace un par de días me topé precisamente con SEX en mi librería habitual, y si lo descarté fue precisamente por la explicitud del título, pero una vez expuesto me parece una propuesta muy interesante. 

Gracias, sr. Bernabé.

P.D. Secundo la moción mancuniana.