Edición original: Marshal Law: Takes Manhattan USA, Marshal Law: Kingdom of the Blind USA y Marshal Law: The Heateful Dead USA .
Edición nacional/ España: Abril 2014 (ECC Ediciones).
Guión: Pat Mills.
Dibujo: Kevin O’Neill.
Entintado: Mark A. Nelson, Kevin O’Neil.
Color: Kevin O’Neil, Mark Chiarello.
Formato: Rústica. 160 págs.
Precio: 14.95€.
Tras haber hecho crítica destructiva de los superhéroes estadounidenses a costa de la figura de Superman en Marshal Law: Miedo y asco, los británicos Pat Mills y Kevin O’Neil retoman el personaje del policía de San Futuro para seguir con su particular disección del mundo superheroico poniendo en su punto de mira al Universo Marvel, a Batman y a los muertos (superpoderosos) vivientes.
En más de una ocasión Pat Mills ha declarado que no le gusta nada el género de los superhéroes y leyendo Marshal Law: Miedo y asco queda bastante claro lo que piensa de ellos. En dicha obra el escritor se despachaba a gusto sobre los valores retrógrados sobre los que se basa el género utilizando como personaje representativo de todos estos males a un sosías de Superman, el superhéroe más emblemático y representativo que hay. En contraposición a estos héroes depravados y viciosos, presentó a Marshal Law, una especie de reverso oscuro de los superhéroes que odia todo lo que estos representan siendo, a su vez, el más brutal de ellos. Utilizando un vehículo lleno de violencia extrema y sexo bastante explícito (potenciado por el dibujo feísta de Kevin O’Neil), Mills realizaba una crítica feroz no sólo de los superhéroes sino también de los valores de la sociedad (la norteamericana) que los había creado y potenciado. Aunque dicha obra fuera pionera a la hora de mostrar el lado oscuro de los superhéroes, su carácter extremo la convirtió en una obra con menos reconocimiento que otras similares de la misma época, aunque eso no evitó que los autores retomaran el personaje en una serie de oneshots para seguir con su particular vivisección de los superhéroes. Este tomo publicado por ECC contiene los tres primeros de estos especiales que aparecieron entre 1988 y 1991.
El primero de estos especiales es Marshal Law takes Manhattan y posiblemente sea, junto con El reino de los ciegos, de lo mejor que Mills y O’Neil han hecho con el personaje. Para valorar adecuadamente esta obra hace falta un poco de contexto. Este especial apareció en 1988, al final de la conocida como era Reagan en la que Estados Unidos vivió una ola de conservadurismo y giro hacia la derecha más estricta y que tuvo se reflejo en el mundo del cómic donde superhéroes de toda la vida, como Batman, se iban transformando en seres más oscuros y violentos o bien cobraban protagonismo personajes más recientes que se caracterizaban por sus métodos más contundentes, como Lobezno. El nuevo tipo de héroe surgido de esta época encajaba a la perfección con la mentalidad que Mills había querido satirizar en la primera miniserie de Marshal Law por lo que resultaba lógico que el siguiente tipo de héroe en poner en su punto de mira fuese ese y ninguno ejemplificaba mejor ese estereotipo de Punisher. El guionista además aprovechó la ocasión para despacharse a gusto con algunos de los personajes más emblemáticos del Universo Marvel.
Marshal Law ha de viajar a Manhattan para ir a buscar al Perseguidor, un vigilante de métodos letales que ha sido recluido en un manicomio para superhéroes a la espera de determinar si ha de ir a la cárcel o no. Sabedor de que Marshal Law va a por él, el Perseguidor provoca un motín en el manicomio por lo que el policía del alambre de espino en el brazo deberá enfrentarse a su contundente manera contra un puñado de superhéroes dementes y peligrosos.
En esta ocasión Mills va directo al grano y simplifica el argumento hasta poco más que una simple excusa para presentar al conjunto de personajes que usa como medio para su crítica. Esta simplificación hace que la sátira sea más evidente aunque no por ello menos efectiva. Mills deja claro su punto de vista contrario a las doctrinas que justifican cualquier acción por violenta o inmoral que sea en aras de un ideal superior (la justicia, la nación,…). En este sentido llaman la atención las descarnadas escenas de torturas, tristemente vigentes aun hoy en día. La concreción de la trama y el estilo directo de Mills se benefician de un sentido del humor negro que ya se dejaba ver en la primera miniserie del personaje y que en esta ocasión explota con toda su mordacidad. La parodia que hace Mills de algunos personajes del Universo Marvel es memorable con algunos chistes que rozan la crueldad (el del superhéroe ciego con sentidos aumentados es mi favorito, junto con el chiste final con la antorcha humana) y con homenajes que los lectores habituales de Marvel sabrán reconocer de inmediato (cómo el de la imagen que acompaña este texto).
La síntesis de la que hace gala el guión de Mills también parece contagiarse al estilo de dibujo de O’Neil cuya representación del personaje principal se va haciendo más caricaturesca, enfatizando rasgos como la mandíbula cuadrada o la gorra de cuero y exagerando directamente la anatomía y el tamaño del personaje. De todas formas, su impactante estilo de dibujo ayuda a enfatizar el carácter provocador de la obra, siendo el complemento perfecto para el guión de Mills.
El segundo especial recogido en este tomo es todo un «homenaje» a uno de los héroes más famosos del mundo: Batman. La elección del personaje no es gratuita y es perfectamente acorde con las intenciones provocadoras y revisionistas de Mills y O’Neil en estas primeras aventuras de Marshal Law. Situando la obra en su contexto temporal, Batman fue una de los personajes clave que ejemplificaron el cambio que sufrieron los superhéroes en los años 80. Gracias al trabajo de Frank Miller, el Caballero Oscuro se había convertido en el ejemplo perfecto de héroe reaccionario que se recrea en la violencia que ejerce contra los criminales. Además, la exitosa adaptación a la gran pantalla que había hecho Tim Burton el año anterior había convertido a Batman en el centro de atención del panorama superheroico por lo que era el momento perfecto para pasar al personaje por el cedazo desmitificador de Marshal Law y, desde luego, que Mills y O’Neil se esmeraron en ello.
Scott Brenan es un multimillonario huérfano desde niño tras el trágico asesinato de sus padres que por las noches se convierte en el Ojo Privado, un superhéroes de métodos contundentes que lucha contra los criminales de San Futuro. La opinión pública lo admira y hasta Marshal Law siente cierto respeto por él, pero no todo es lo que parece y el Ojo Privado esconde oscuros secretos. El enfrentamiento entre el héroe y el cazador de héroes será inevitable y de consecuencias trágicas.
Esta historia supone el mejor trabajo de Mills con Marshal Law ya que aúna el sentido crítico y desmitificador de Miedo y Asco con la concreción y síntesis del anterior especial. En esta ocasión no es la parodia lo que domina la historia sino directamente un retrato descarnado de un héroe obsesivo y desequilibrado. Mills lo deja bien claro por boca del propio Marshal: «La única razón por la que un multimillonario se convierte en vigilante es para aferrarse a su dinero» y es que de las muchas formas que una persona puede ayudar a otras con su dinero, convertirse en una criatura de la noche y enfrentarse en luchas cuerpo a cuerpo con la escoria de la sociedad es la más desquiciada de todas. Mills coge los elementos fundamentales de la figura de Batman y les da la vuelta para desmontar el mito pieza por pieza, sin olvidar el toque provocador que caracteriza todas las historias de este dúo de artistas (por ejemplo, el papel de los ayudantes del Ojo Privado va más allá de las insinuaciones de homosexualidad que acostumbran a pender sobre Batman y Robin).
La transformación del estilo de dibujo de O’Neil va acorde con la historia, apostando directamente por un estilo más visceral y esquemático que resalta los elementos más sórdidos del relato y el carácter icónico de los personajes.
La última historia recogida en este tomo es la más floja de las tres ya que pierde el espíritu crítico y desmitificador de las historias anteriores para centrarse más en los aspectos más escandalosos y sensacionalistas que caracterizan las historias de Marshal Law. El policía de héroes acaba enterrado en un cementerio de superhéroes justo cuando el resto de inquilinos del camposanto resucitan como zombis sedientos de sangre, lo que lleva al enfrentamiento de Marshal Law con muchas de las antiguas victimas de sus brutales métodos policiales. Mills se deja llevar por el estilo que el mismo ha creado en los especiales anteriores y presta más atención a las formas que al fondo. En esta aventura no hay una figura a la que desmitificar y eso repercute en la fuerza del mensaje. Curiosamente, de las tres historia esta es la que más se centra en Marshal Law, en su vida después del trabajo e incluso se atreve a explicar algo de su pasado y de su familia, aunque eso no quiere decir que Mills se dedique a explorar las motivaciones del personaje sino que ayuda a dar una imagen más escabrosa del protagonista. A pesar de ello sigue siendo un cómic impactante y entretenido y Mills aun deja ir algunas ideas interesantes e inquietantes como la de los héroes que venden sus poderes como prostitutas para que la gente ordinaria pueda abusar de ellos.
Otro aspecto negativo de esta historia es que no es autoconclusiva como las anteriores y las consecuencias de la escena final se explicaron en un especial que no está incluido en este tomo por lo que habrá que esperar a que ECC continúe con la recuperación de las aventuras de Marshal Law para saber cómo termina la historia.
Lo compré un poco por comprar y la verdad es que me han gustado bastante. Lo que si me parece es que The Boys se ha inspirado más que un poquito en Marshal Law, ¿no? (y en peor)
¿Se sabe ya si publican el tercer tomo? ¿O cuando saldrá?
Me pillé el primer tomo, y me gustó mucho: este caerá, y un tercero, cuando lo saquen -si han dejado una historia a medias, doy por supuesto que si- también.
Y como dice Mr. Nob, lo de Ennis con Pat Mills… bueno, es como para que el segundo fuera a su casa a pedirle un tanto por ciento de los derechos de autor.
Ya, y lo maltratado que está Pat Mills por el mercado en España.
De lo publicado:
-La saga de la tierra maldita de Juez Dredd (1978) es Mad Max II tres años antes y Jurassic Parc 12 años antes (de la novela). Canelita en su momento.
-Marshall law: Pues eso, clasicazo de los 80 veinte años antes de The Boys.
-Slaine: el de Bisley no mata pero el de McMahon es canelita también.
Y nos falta por ver su mítico Némesis the warlock con Kevin O’Neal y Bryan Talbot que debe ser buenérrimo también, Slaine en condiciones, Charleys War, Third world war etc. que me parece que está la cosa cruda porque los derechos los tienen los gañanes de Kraken, que ya sólo publican a Dredd.
A mi me gusto mucho el primer tomo del tandem Mills Oneal. Este segundo recopilatorio. Lo tengo en casa pendiente para leer. Habra un tercer tomo de estos dos autores o hay otros arrtistas implicados?
La verdad es que si ahora lo flipamos con el tratamiento del genero superheroico que hacen Mills y Oneil no me puedo ni imaginar lo que alucinaron los yanquis con estas miniseries a finales de los ochenta. Grande Epic y grande Archie Goodwin.
Marshall Las Takes Manhattan ya me la había leído en su momento. Fue la primera historia que leí del personaje. Y releída ahora me gustó tanto como entonces. Brutal, la imagen que los autores dan de los personajes Marvel.
La segunda, con el Marshall enfrentado a Batman, es otro despiporre. Y la escena del famoso asesinato de los padres de «Bruce Wayne» es impagable.
En cambio, la última historia con los zombis no me gustó. No sólo es de menor calidad, es que, además, pierde casi toda la carga crítica y mordaz de las historias precedentes quedándose en un festival gore sin más.
Las historias siguientes (las que compondrían ese hipotético tercer tomo)… ¿mejoran o están al nivel de esta última? Que supongo que me lo pillaré igual, pero, bueno, por ir sobre aviso.