Dentro del Universo mutante, hay personajes sobradamente interesantes. Y es que, si unimos el hecho de que con frecuencia estos personajes son temidos, odiados y perseguidos por el ser humano a que cualesquiera habilidades y poderes que salgan de las cabezas de los guionistas pueden tener lugar en las páginas de los X-Men y sus muchas colecciones mutantes derivadas, al final resulta que todo es posible si hablamos de mutantes.
Entre esos personajes, quizás uno de lo más interesantes, o como mínimo, el que más interés me ha despertado a mí por encima de otros muchos portadores del Gen X, es sin duda,
Así, con frecuencia Mística, o
Por ello, Mística pedía a gritos que alguien se encargara de ella en solitario, que le diera el protagonismo y la profundidad que merecía, y ese alguien no fue otro que
Vaughan, resulta ser un guionista original, muy especializado en ahondar en la psique de los personajes, en los intereses de estos, en sus anhelos, y en aquello que les mueve a comportarse de una determinada manera u otra. Es por ello por lo que el reto que afrontaba con Mística, y que adelantamos, afronta con un sobresaliente, le sentaba como anillo al dedo.
Así, la Mística de Vaughan se nos reventa como un personaje que aunque ha estado en muchísimas ocasiones en el lado de los villanos, siempre lo hacía por su ferviente convicción de que el ser humano, el homo sapiens, solo vive para destruir a los mutantes, dejando a éstos, más poderosos y siguiente paso evolutivo en la tesitura de tener que sobrevivir de cualesquiera maneras posibles. Ello convierte a Mística en un personaje que por encima de todo destila resentimiento, un resentimiento que esta historia es utilizado por Charles Xavier para luchar a favor de la causa mutante.
De esta modo, Xavier (quien no puede rastrear a Raven con Cerebra porque la habilidad metamorfa de ésta le otorga un cerebro en constante cambio) acaba por encontrar a Mística con ayuda de Forja, quien en el pasado mantuvo un tórrido romance con Mítica, y la rescata de una situación de vida o muerte en la que la cambiante no tiene más opción que colaborar con el Profesor X a riesgo de perecer si se niega a ello.
Si bien no es muy propio de Xavier actuar de forma tan radical, el bueno del profesor sabe de buena tinta que la única forma de retener a Mística en una misión que no resulta interesante para ésta es la amenaza, quizás el único lenguaje que desgraciadamente conoce Raven.
De este modo, Mística se convertirá a lo largo de estos trece números en un agente encubierto de Xavier, que no puede involucrar a La Patrulla X en el rescate de mutantes en peligro en países como Cuba, China etc, a riesgo de causar un incidente diplomático si se descubre el papel del telépata en los mismos. Por ello, necesita a Mística, para poder ayudar a estos mutantes desvalidos y poder negar su papel (y por extensión el de la Patrulla X) en el resultado de dichas acciones si fuera necesario.
A través de estas distintas misiones, lo que para Mística empieza como un trabajo que se ve obligada a realizar por las circunstancias, acaba por resultar un viaje en el que la metamorfa se encuentra a sí misma, y descubre un lado bueno y compasivo que creía que llevaba décadas enterrado (sin por supuesto dejar de lado su naturaleza traicionera y artera y que tan intrínsecamente está unida al personaje).
Además, BKV utiliza esta inusual colección dentro de su trabajo para aportarnos su ácida crítica sobre el terrorismo, la apropiación cultural o el mal menor en un contexto diplomático que sin duda otorga un valor añadido a este cómic.
En cuanto al dibujo, éste es llevado a cabo por varios ilustradores;
Sin duda, un tomo cuya compra resulta más que recomendable, dada la calidad de su guionista, y la apuesta por lo diferente que nos llega a otorgar.
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.8
Cambiante
Brian K. Vaughan, Manuel García, Michael Ryan y Jorge Lucas dan el pistoletazo de salida a la colección protagonizada por la metamorfa favorita del Universo Marvel
La tengo en grapa y la disfruté muchisimo , un dibujo muy acertado, unas portadas divinas y un Brian que ya asomaba la cabeza como futura estrella