El granito de arena de Al Ewing a los Guardianes de la Galaxia
Si hay un autor dentro de Marvel Comics, que en los últimos años podemos definir claramente como el que más peso tiene dentro de la Casa de las Ideas hasta el punto de unir su nombre con el de Marvel, este es sin duda, Al Ewing.
Otros autores, como Jason Aaron, Chip Zdarsky o Donny Cates, entre otros, han hecho mucho en los últimos diez años por elevar la calidad de los cómics de la compañía, pero Al Ewing es quizás el que ha estado en más colecciones distintas en los últimos tiempos, teniendo todas ellas muchísima calidad, hasta el punto de que solo con que su nombre forme parte de un equipo creativo, allá que vamos los lectores a adquirir la obra en cuestión.
Y es que, que el autor de la insigne El Inmortal Hulk (no exenta de elementos cósmicos y de ciencia ficción) o de la nunca demasiado reconocida (The Ultimates) esté al cargo del grupo espacial por antonomasia de Marvel Comics (al menos desde que en 2014 la popularidad de estos héroes se disparara) es sin duda una buena noticia porque sabemos que el resultado será como mínimo, entretenido.
En este caso, Al Ewing comenzó a jugar con los miembros de este grupo tan variopinto en la miniserie Rocket, protagonizada por el personaje del mismo nombre, en la que, junto al ilustrador Adam Gorham narró una clásica historia de “heist” o golpe criminal al más puro estilo Ocean’s Eleven que nos demuestra que Ewing, cuando así lo desea, o su historia así lo pide, también es capaz de hacernos reír.
Esta serie que en resumen narra el regreso de Rocket a su vida criminal tras conseguir sobrevivir a su más que segura muerte en la etapa de los Guardianes de la Galaxia de Donny Cates (la anterior a ésta) sirvió como prólogo de la siguiente serie del autor para Marvel que no es otra que, precisamente, los Guardianes de la Galaxia, cuya siguiente y breve etapa fue llevada a cabo por este escritor, al tiempo que también se hacía cargo de Veneno.
Ello resulta cuanto menos curioso, porque de este modo, Ewing sucedió a Donny Cates en dos de sus series: Guardianes de la Galaxia y Veneno.
En el caso de la primera, siempre ese ha dicho que nunca se ha conseguido recuperar en el presente siglo esa magia y canallismo que tuvo la etapa de Dan Abnett y Andy Lanning al frente de los famosos parias galácticos, pero la realidad es que ya con la serie de Donny Cates se consiguió volver las tornas en favor de los lectores con unos números que, como poco, fueron muy divertidos.
Pues bien, Ewing se hizo cargo de esta etapa compuesta de dieciocho números americanos, y por tanto, también muy breve en la que, en lugar de utilizar el tono más humorístico que pudimos ver en su serie Rocket (incluida en este volumen), aunque no renuncia al humor, el autor decide entrar en materia más metafísica, llevando a los Guardianes a una confrontación directa con los Dioses del Olimpo.
El primer aspecto interesante de esta etapa no es otro que el hecho de que el enemigo elegido por fin sea uno que puede tener conexiones con el mundo cósmico marveliano, que sea temible e invencible (al menos a priori) y que no sea ni Thanos, ni la Iglesia Universal de la Verdad, ni tampoco Annihilus o Galactus, puesto que parece que son los únicos villanos existentes en el espacio exterior del Universo Marvel, sin que esto sea cierto, optando Ewing por dar originalidad a una serie que ya hacía tiempo que se encontraba a ese respecto en stand by.
Por otro lado, como suele ser costumbre en esta colección, en la que los miembros del grupo varían con mucha frecuencia, Ewing decide introducir en ellos de nuevo a Phylla-Vell y a Dragón Lunar (o a sus versiones de un mundo alternativo) a las que no veíamos desde la etapa de DnA, apostando por sangre nueva como Hulkling, Marvel Boy, Hércules, o el propio Doctor Muerte.
En este punto, además, resulta muy de agradecer que Ewing no dude ni por un segundo en además de mantener la relación amorosa entre Phyla y Heather, introducir una nueva relación homosexual como es la existente entre Marvel Boy y Hércules.
Por si esto fuera poco, Ewing, a quien le gusta mucho indagar en la hemeroteca marveliana para dar más profundidad a sus cómics, decide retomar aquella primera versión de Peter Quill, Star-Lord, que fue creada en Enero de 1976 por Steve Eaglehart y Steve Gan para Marvel Preview #4, y que nada tenía que ver con el Star Lord, hijo de J’son Quill que conocimos muchos años más tarde.
Ewing une con gran inteligencia ambas versiones del personaje otorgando un sentido más metafísico a cada una de ellas y sorprendiéndonos a la par que elabora una narrativa poco habitual en el cómic superheroico actual y que convirtió esta serie en un sleeper que no deja indiferente a ninguno de sus lectores.
Este tomo recopila la miniserie Rocket al completo y los primeros cinco números de la etapa, completándose el mismo entendemos que un solo tomo más (aunque lo desconocemos) que imaginamos verá la luz el año que viene. Un imprescindible para este mes tan otoñal.
Lo mejor
• Ewing construye algo distinto con los Guardianes sin olvidarse de las esencias que los hacen quienes son.
Lo peor
• Que la etapa fuera tan corta, pudiendo dar para mucho más todo lo que plantea.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.5
Magnífico
Analizamos este primer tomo de los Guardianes de la Galaxia con guion de Al Ewing, y dibujo entre otros, de Adam Gorham y Juann Cabal.
Una lástima de etapa muy corta. Me lo estaba pasando muy bien. Podría haber llegado a la altura de DnA.