El regreso de la fantasía
«Lo siento chicos, pero he tenido que traer de vuelta a todo el mundo. Nos jugamos mucho»
Si no valoramos lo que tenemos, lo mejor que nos puede pasar para provocar dicha añoranza, es perderlo. Y es que, hasta que no somos conscientes de nuestra carencia, no somos en muchas ocasiones, conocedores del valor de aquello que poseíamos.
En el caso de los cómics de superhéroes, y dada la cadencia mensual y con vocación de perpetuidad de las colecciones que protagonizan sus distintos personajes, en no pocas ocasiones el lector acaba cansado de leer siempre más de lo mismo y, muchas veces, eso hace que la fatiga no se predique exactamente de una etapa editorial en general, si no de unos personajes en particular.
En el caso de La Primera Familia, grupo fundacional de Marvel Comics, aquella fantástica alianza con la que todo un universo comenzó, en el año 2015 se encontraba siendo víctima de dicha fatiga. Su colección en aquel momento resultaba anodina, sin que fuera particularmente mala pero desde luego, sin que tuviera un mínimo de la calidad que se exige de un grupo que guarda un rincón tan especial en los corazones de muchos lectores.
Desde que en 2011 Jonathan Hickman irrumpiera en la franquicia fantástica, demostrando que era capaz de hacer cosas muy grandes con dicho grupo a pesar de a menudo, desdecirse de lo que los personajes que lo integraban significaban, la colección no había conseguido con los autores que sucedieron a Hickman, recuperar un poco de esa chispa que el autor de Los Proyectos Manhattan había impreso a aquellos cómics.
Es por eso, que en el año 2015, y aprovechando aquel enorme golpe sobre la mesa que iba a suponer Secret Wars, precisamente, del propio Jonathan Hickman, un evento en el que todo era posible y en el que el Universo Marvel tal y como lo conocíamos se iba a ir al traste, Marvel lo tuvo claro: Si quería que Los Cuatro Fantásticos volvieran a ser amados, tan solo tenía que matarlos.
Aquella muerte, fue más una convalecencia grave en hospital, y desde luego lo fue en sentido editorial más que ficcional, puesto que los personajes no murieron, pero sí que se despidieron a lo grande en las ya mencionadas Secret Wars, un evento en el que Reed Richards llevaba la voz cantante en el lado de los héroes (como en cierta medida ya la había llevado en Los Nuevos Vengadores de Jonathan Hickman) y en el que el resto de su familia se encontraba desperdigada por un Mundo Batalla gobernado por el Dios Muerte que había conseguido engañarlos a todos.
Tras Secret Wars, Hickman lo dejaba claro: Reed, Susan, Franklin y Valeria se quedarían en los confines del multiverso contribuyendo a sanar éste, creando nuevos universos a partir de un cosmos prácticamente vacío. Por el contrario, Ben y Johnny volverían a la tierra, pero sin el resto de su familia, la cual los había abandonado por no se sabía cuánto tiempo.
Ambos dos protagonizaron justo después un nuevo volumen de la mítica cabecera Marvel 2en1, que analizamos aquí, en el que Chip Zdarsky, acompañado de varios dibujantes de buen nivel, llevaba a la extraña pareja por distintos rincones del Universo Marvel aprovechando las sinergias que su divertida y difícil relación propiciaba, al tiempo que lidiaban con la búsqueda del resto del cuarteto (o sexteto fantástico) y con el duelo de haberlos perdido.
Además, en la etapa de Los Guardianes de la Galaxia de Brian Michael Bendis, La Cosa, formó parte del equipo durante unos cuantos números, dejándosenos claro por parte de Marvel que la disolución de Los Cuatro Fantásticos no eran flores para un solo verano.
Y así continuamos, añorando a unos héroes a los que no tanto tiempo antes no habíamos valorado lo suficiente, hasta que en el año 2018 y ya bajo el mandato editorial de C.B. Cebulski, en plena era Fresh Start, Los Cuatro Fantásticos volvieron a las librerías, y con serie propia.
El encargado de dar vida a sus guiones no sería otro que Dan Slott, quien venía de firmar una de las etapas modernas de Spiderman mejor recordadas, y que ahora ponía sus manos sobre el cuarteto fantástico, al tiempo que Sara Pichelli le acompañaba al comienzo de la etapa, siguiéndola distintos dibujantes de estilos muy variados.
La realidad es que la primera vez que me enfrenté al análisis de esta etapa, no fui muy justo con ella. Ya me lo decía (y aquí lo plasmaba) nuestro amigo y fundador, Raúl López, que Dan Slott ganaba en el largo recorrido, y me estaba apresurando. Algo que también fue apreciado por mi gran compañero y amigo Nacho Teso en esta reseña.
De este modo, cuando analicé las seis primeras grapas de la serie, incluidas en este tomo, taché a la serie de poco arriesgada, carente de originalidad e incluso de interés. Pero ¡ay! ¡Qué equivocado estaba!
Desde luego, no estamos ni ante la etapa de Jonathan Hickman, ni desde luego ante la de John Byrne, o ante la fundacional de Stan Lee y Jack Kirby, pero si estamos ante unos cómics que no tienen nada que envidiar al trabajo que con la Primera Familia han realizado autores como Mark Millar, Matt Fraction o incluso Mark Waid.
En ese sentido, Slott, si bien se toma su tiempo en construir la trama por la que discurrirá toda su etapa, y que comenzamos a atisbar en Imperio, es muy directo en traer a Sue, Reed, Franklin y Valeria de vuelta, para así, poderse concentrar en desarrollar la relación entre los personajes que llevan tiempo sin verse o añorándose unos a otros.
De este modo, todo comienza con una refriega superheroica en mitad de la calle que sirve para que el lector reconecte con la Primera Familia si ya la conoce, o para que el consumidor más novel los vaya conociendo a todos ellos, si bien Slott tira de bitácora y no se corta a la hora de introducir en la ecuación no solo a Valeria y a Franklin, sino a Alicia Masters y a Wyatt entre otros.
El tomo continúa con la boda más esperada por el fandom de Los Cuatro Fantásticos: La de la ya mencionada Alicia Masters y La Cosa, quienes por fin y tras muchos años se dan un sí quiero interrumpido por un Doctor Muerte que no sabe aprovechar muy bien el don de la oportunidad. Sobre todo si se ve acompañado de otro villano no menos icónico de la colección como lo es Galactus.
En este punto, se criticó mucho en su día (yo mismo lo hice) que Slott deshiciera con tanta facilitad y sin explicación los cambios vividos por Víctor Von Doom tras Secret Wars e Infamous Iron Man, pero la realidad es que si Marvel quería que este cómic calara entre los lectores, debíamos reducir la colección a aquellos factores que la hacían única, y eso pasaba por mantener intacta a su némesis más clásica.
En lo relativo al dibujo, Sara Pichelli realiza un trabajo simplemente espectacular, que por desgracia no se ve igualado por otros de los dibujantes del tomo como Nico Leon, entre otros, siendo este un problema que sí que afecta mucho a esta etapa, su constante baile de dibujantes, que hace que carezca de consistencia y que no se termine de valorar lo suficiente el guion de Slott.
Este tomo incluye lo que serían los tres primeros tomos Marvel Premiere de la colección, o lo que es lo mismo, once grapas de la misma más el especial de la boda de Ben y Alicia, números que apenas si dejan atisbar lo que vendrá pero que ganan en calidad una vez que ya sabemos como se desarrolla y termina esta etapa que nunca será lo suficientemente valorada.
Lo mejor
• Un comienzo muy prometedor.
• El dibujo de Sara Pichelli.
Lo peor
• El excesivo baile de dibujantes.
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Fantástico
Reseñamos el comienzo de la etapa de Dan Slott al frente de Los Cuatro Fantásticos, la cual marcó el regreso de la Primera Familia a su serie regular tras un hiato de casi tres años.