Marvel Gold. Capitán América 7: La Corporación

Séptima entrega de la recopilación cronológica de la primera cabecera moderna del Capitán América

1
2206

Edición original: Captain America 215-246, The Incredible Hulk 232 y Marvel Premiere 49 USA (Marvel Comics, 1977-1980)
Edición nacional/España: Marvel Gold. Capitán América 7: La Corporación (Panini Cómics, 2024)
Guion: Roy Thomas, Don Glut, Bill Mantlo, David Kraft, Steve Gerber, Peter Gillis, Roger McKenzie, Roger Stern, Jim Shooter, Michael Fleisher, Paul Kupperberg, Alan Kupperberg, Mike W. Barr, Steve Grant
Dibujo: George Tuska, John Buscema, Sal Buscema, Mike Zeck, Fred Kida, Alan Kupperberg, Frank Springer, Carmine Infantino, Jerry Bingham
Entintado: Pablo Marcos, Mike Esposito, John Tartag, Joe Sinnott, Don Perlin, Jack Abel, Frank Miller, Tom Sutton, Josef Rubinstein, Al Gordon
Color: George Roussos, Phil Rache, Mary Ellen Beveridge, Don Warfield, Francoise Mouly, Nelson Yomtov, Bob Sharen, Roger Slifer, Ben Sean
Formato: Tapa dura cartoné. 624 páginas. 55,00€

Septimo Marvel Gold que Panini edita dedicado al centinela de la libertad, un volumen bastante controvertido como iremos comentando. Este tomo se diría una pausa entre dos etapas bastante significativas de la colección, la vuelta de Jack Kirby al personaje por un lado, y la muy recordada estancia de Roger Stern y John Byrne. Así que sí, esté es un volumen de transición que contiene los Captain America 215-246, The Incredible Hulk 232 y Marvel Premiere 49. Parece mentira que hablemos de transición cuando tenemos 30 números por delante pero es que los avatares editoriales de la colección del Capi fueron bastante caóticos a finales de los 70.

En 1976, Jack Kirby volvió a Marvel tras salir rebotado de DC al no haber podido darle el fin que él hubiera querido a su amada saga del Cuarto Mundo. En su retorno a la Casa de las Ideas, Kirby se hace cargo como autor completo del Capitán América en unos números en los que, si bien el talento al tablero de dibujo del Rey era incuestionable, las historias volvían a pecar, como en DC, de diálogos recargados y situaciones rocambolescas. En su haber, el especial del Bicentenario y la creación de Arnim Zola, que no es poco. Sin embargo, en 1977, Kirby abandona la serie para ser sustituido por otro de los grandes nombres de la primera época de Marvel: Roy Thomas.

El problema es que el Thomas de finales de los 70 no es el guionista de una década antes. Tras su última gran etapa en Marvel (Hulk, finalizada en 1974), Thomas se convierte y con gran éxito, no lo vamos a negar, en escritor de licencias dentro de Marvel. El guionista se encarga de Tarzan, Star Wars, pero sobre todo Conan el Bárbaro. Si por evolución personal o por necesidad profesional, Thomas se aleja de los superhéroes y de paso se va sembrando la semilla de su futuro salto a DC en 1981.

Una de las críticas que más se suelen hacer de Thomas es su obsesión por la Silver Age, sus conceptos y personajes. Esto se puede acabar convirtiendo en un arma de doble filo. En el Capitán América, las cosas no salieron bien para el escritor. Da inicio a una saga conocida como “la Búsqueda de Steve Rogers” en la que el Capi busca respuestas a las extrañas pérdidas de memoria que padece. El contexto es el enfrentamiento entre el Capi, el Halcón y SHIELD contra la Corporación, grupo criminal-empresarial que irá dando tumbos por distintas colecciones de Marvel (Deadly Hands of Kung-Fu, Hulk, Marvel Two-in-One) durante la segunda mitad de los 70.

En fin, que se hace complicado explicar el tremendo quilombo en el que se convierte la serie en esos números. Narrativamente tenemos:

– una subtrama un tanto rara pero con potencial en la que el Halcón se convierte en el líder y mentor de un grupo de superseres auspiciados por SHIELD (llamando mucho la atención de un Marvel Boy/Marvel Man/Quasar que será retconeado muchos años después) queda abandonada de un número al siguiente
– el Capi viaja a Europa en el submarino en el que los Vengadores le encontraron congelado en el hielo y en el que encuentra una cinta en la que se narra lo que pasó aquel día. En Europa se encuentra con un general nazi que ha creado un robot Capitán América, el Ameridroide.
– Resulta que el Capi original se estrelló con el avión (en el origen que todos conocemos) para ser rescatado por el general nazi, con el que pelea para después VOLVERSE A ESTRELLAR CON OTRO AVIÓN y entonces sí quedar atrapado en el hielo de donde despertaría años después.
– El plan, en el presente, del general nazi es robar la fuerza del Capitán América, transferirla al Ameridroide y pasar su cerebro al robot, al más puro estilo Ultrahumanita (o el Adolf Hitler de Savage Dragon). El plan funciona y el villano es derrotado por el poder del nuevo guionista de la serie, Steve Gerber, que es quien consigue que el nazi-robot-Capi se dé cuenta de lo absurdo de su plan y lo abandone.

¿Qué narices ha pasado aquí? Pues que Thomas solo escribe apenas tres números, pasa a ser “editor” de la serie y se tiene que pedir ayuda a Don Glut, Archie Goddwin, David Anthony Kraft y, sobre todo, Steve Gerber para intentar (sin éxito) darle algo de coherencia a este innecesario retconeo de parte del origen del Capitán América. Lo mejor (peor) es que esto no resuelve la subtrama de los agujeros de la memoria del Capi y Gerber lanza al héroe a enfrentarse a la Corporación mientras sigue en busca de respuestas. Respuestas que le dará el inventor de la Bomba Loca (concepto de Kirby) que es quien le ayuda a “recordar” que en su infancia, Steve era una artista frustrado por un padre controlador y que tenía un hermano mayor que fue a la 2ª Guerra Mundial donde falleció nada menos que en Pearl Harbor, tras lo que Steve Rogers jura venganza. Evidentemente, este retconeo del origen y motivaciones del Capitán América fue casi por completo ignorado de ese momento en adelante. Y digo casi porque lo del artista podría relacionarse con el trabajo de civil que le dio Mark Gruenwald a Rogers al inicio de su larguísima etapa con el personaje. Todo esto es disparate pero al menos Gerber hace muy entretenidos sus cómics, en los que además incluye villanos muy de su estilo que las malas lenguas dirían influenciado por las drogas, como una furgoneta asesina o la estatua de Abraham Lincoln.

Sin embargo, Gerber tampoco aguantará mucho más en el título. Hay un nuevo editor, Roger Stern, y entre él y el nuevo guionista, Roger McKenzie, intentan devolver a la cabecera a cierta normalidad con historias más superhéroicas. Pero McKenzie tampoco será el definitivo, puesto que su breve estancia (menos de 10 números) estaría repleta de fill-ins de otros escritores (Peter B. Gillis, Chris Claremont, Mike Barr, Steve Grant, Alan Kupperberg) e interferencias en sus propios guiones (de nuevo Claremont y nada menos que Jim Shooter). En estos años, la colección del Capitán América bien parecía La Patrulla X de los 90 por tanto control editorial por encima de los guionistas. Aún así, esta es la mejor parte del tomo, un enfrentamiento ya más directo contra la Corporación que incluye un pequeño cross-over con la serie de Hulk. Historias solventes y bien contadas en las que encontramos a enemigos como Constrictor, el Doctor Fausto y sobre todo la Fuerza Nacional, un grupo estilo los Hijos de la Serpiente que resulta estar liderado por el Capi de los años 50 reintroducido en la continuidad en la famosa saga de Steve Englehart. Entre tanto lío no puedo dejar pasar el hecho de que en el #237 muere Sharon Carter, no con la importancia que debería haber tenido creo yo aunque la página del Capi viendo morir a Sharon me sigue pareciendo fantástica, pero una muerte que no revertiría hasta MUCHOS años después gracias a Mark Waid y Ron Garney.

El plan de Stern era que Claremont sustituyera a McKenzie pero el británico solo trabajaría oficialmente en el #237 donde Steve Rogers cambia por completo de entorno y secundarios, pasando de SHIELD a un apartamento en Nueva York con un nuevo elenco de secundarios y a trabajar como artista freelance. De ahí hasta el #246 todo se lee como fill-ins, incluso con la efímera (3 números) vuelta de McKenzie.

Con la cantidad de fill-ins de los que hemos hablado, la parte artística es muy diversa. La mayor parte de los dibujantes son profesionales competentes como Dave Cockrum, Don Perlin o Rich Buckler pero quien destaca es el artista que más números ilustra, el siempre agradecido Sal Buscema, a finales de los 70 ya un clásico en Marvel y dentro de la cabecera del Capi. De Buscema nada nuevo a lo que ya he mencionado en otras reseñas. Es un currante con una narrativa solvente si bien rara vez espectacular, un 7 en muchas cosas pero un 9 en casi ninguna. Nunca será el dibujante favorito del lector pero siempre deja una buena impresión cuando es él quien se encarga de los lápices.

Con todo este caos, Stern decidiría dar un golpe en la mesa y llamar a su amigo John Byrne para relanzar la serie entre ambos en una no muy extensa pero también muy recordada etapa en la serie del Centinela de la Libertad (y menos reeditada de lo que muchos lectores creerán). El Capitán América no era una colección puntera en Marvel en aquellos años y tardaría todavía un tiempo en encontrar la estabilidad deseada. Llegan los 80 y se avecinan cambios… y si Panini quiere, una reedición en condiciones de la era DeMatteis-Zeck.

Lo mejor

• No hay mucho que destacar. Las historias de McKenzie son entretenidas, el dibujo cumplidor de Buscema

Lo peor

• El retconeo, un horror

Edición original: Captain America 215-246, The Incredible Hulk 232 y Marvel Premiere 49 USA (Marvel Comics, 1977-1980) Edición nacional/España: Marvel Gold. Capitán América 7: La Corporación (Panini Cómics, 2024) Guion: Roy Thomas, Don Glut, Bill Mantlo, David Kraft, Steve Gerber, Peter Gillis, Roger McKenzie, Roger Stern, Jim Shooter, Michael Fleisher,…
Guion - 5.7
Dibujo - 6.3
Interés - 5.5

5.8

Vosotros puntuáis: 5.84 ( 7 votos)
Subscribe
Notifícame
1 Comment
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Justiciero Desmesurado
Justiciero Desmesurado
Lector
10 octubre, 2024 13:55

Como se reseña, lo más destacable es que Rogers entra a vivir en un apartamento y por fin su identidad civil empezará a cobrar importancia.

Lo bueno para el personaje que mirando estos comics parecía ya algo demodé y anclado en la edad de plata empezaba a partir de aquí unos muy buenos y largos años con tres etapas para el recuerdo seguidas (Byrne y Stern, DeMatteis y Zeck y la de Gruenwald).