El año pasado estábamos reseñando el tercer Marvel Gold de Daredevil, donde hablábamos de la etapa de Roy Thomas heredando el título de manos de Stan Lee en la transición de finales de los años 60 a principios de los 70. Para este siguiente volumen, Panini recopila la estancia completa de Gerry Conway con el personaje (#72-98), acompañado casi en su totalidad por la leyenda Gene Colan. A modo resumen, esta es una etapa que, o la amas o la odias. Para muchos, es considerado uno de los mejores momentos del Daredevil pre-Frank Miller; para otros, una colección de locuras orquestadas por Conway con algún buen momento suelto.
Conway era un chaval de apenas 18 años cuando Marvel le dio la oportunidad de escribir para ellos siendo Daredevil su primer trabajo como guionista regular. Para Marvel, claramente era una apuesta fuerte ya que entre 1971 y 1973, el escritor se encargaría, además de la serie del cuernecitos, de El Asombroso Spiderman, Namor, Iron Man, Hulk o Los 4 Fantásticos. Casi nada.
Pero los comienzos no fueron fáciles. De hecho, el primer año de Conway, tanto en Daredevil como en Iron Man, resultaron en unas cifras de venta decepcionantes que explican, en el caso del héroe ciego, un cambio de rumbo importante para la serie y del que hablaremos en breve. Tras el gusto por el melodrama de Thomas, Conway daría un salto de tono importante en su primera historia, en la que Daredevil se enfrentaba a una raza de hombres-leopardo de otra dimensión. No es precisamente el tipo de historia con la que el lector medio relaciona (o relacionaba a Daredevil). Inmediatamente después tenemos un cross-over con Iron Man que empieza como una historia de espías alrededor de la llave del Zodiaco (y donde Nick Furia no desentonaría) y que acaba inexplicablemente con los héroes en otra dimensión extraña, en este caso en un remedo de fantasía heroica con magos y dragones.
El primer año de Conway es duro. Muy duro. El chico tenía ideas, eso está claro, pero dudo que estuviera preparado para llevar una serie regular sobre sus hombros. Y que tuviera ideas no quiere decir que estuvieran bien ejecutadas o que fueran adecuadas para una serie como Daredevil. En el #74, todos los habitantes de Nueva York se quedan ciegos, los #75-76 transmiten vibes de los primeros años de Marvel con Matt Murdock y Foggy Nelson viajando a un país latinoamericano (con todos sus clichés) donde Daredevil peleará con El Condor. En el #77 inicia un cross-over con Namor con estos dos héroes peleando además con Spiderman en la típica pelea/confusión sin lógica alguna. Pero quedaba lo peor, “la saga de Mr. Kline”, un desastre absoluto. Abarcando los #78-84, además de varios números de Iron Man y Namor, podemos estar hablando de una de las peores historias (y desde luego el peor cross-over) de la Marvel de los 70. Mr. Kline se presenta como una mente maestra de corte mafioso estilo Kingpin que de la noche a la mañana parece estar omnipresente en la vida de Matt Murdock, ya sea mandando villanos contra Daredevil (el Buho, Escorpión) o chantajeando a Foggy. A mitad de saga descubrimos que Mr. Kline es un robot, rebautizado como El Asesino, que trabaja a las órdenes de Baal, un superviviente de la tierra dentro de 12.000 años y que manda al pasado a Mr. Kline/El Asesino para evitar un desastre que dejara el planeta casi inhabitable. Al final, otros seres llegados de la tierra pero de un futuro más distante todavía, acaban con Baal, Mr. Kline y devuelven a los héroes a su vida normal.
Aparentemente y teniendo en cuenta que, en aquel momento, Daredevil se publicaba una vez cada dos meses, esta saga hizo mucho daño a la reputación de la cabecera (también a la de Iron Man) y los lectores fueron abandonando la serie. Un cambio de rumbo se hacía necesario y las semillas del mismo ya se habían plantado con la aparición a mitad de saga de la viuda negra. Tras un par de números en los que la serie parece volver a la normalidad con villanos clásicos (#85 Gladiador, #86 Buey), Conway manda a Daredevil y a la Viuda Negra, ya como coprotagonista de la serie, a San Francisco. Eso supone romper con el statu quo y abandonar a los secundarios como Foggy o Karen Page. El tratamiento que le da Conway a la parte romántica del argumento es una muestra clara de su falta de oficio en aquellos años. En un número, Karen está saliendo con su agente (recordemos que ella es aquí una casi estrella de Hollywood), en el siguiente está prometida (¿?) a Matt, y en el siguiente rompen definitivamente con el héroe marchando al otro lado del país con otra mujer. Hay que leerlo para creerlo. Por último, un detalle de continuidad que a más de uno le volará la cabeza: Karen Page abandona la serie durante los siguiente ¡14 años! Para un personaje que hoy tenemos tan asociado a Daredevil, pocos se dan cuenta de lo fundamental que fue la recuperación que del personaje hizo Frank Miller en Born Again.
Lo mejor del tomo son las aventuras del ya renombrado Daredevil y la Viuda Negra en San Francisco, con un nuevo grupo de secundarios y con un cada vez mayor protagonismo de Natasha Romanoff. En estos números los héroes lucharán contra Electro, el Hombre Púrpura o Mr. Miedo. A la mejora general se suma el dibujante, Gene Colan, que brilla mucho más, por contradictorio que parezca si conocemos los fuertes de su estilo de dibujo, en el entorno de la ciudad de la Bahía. Colan, ya deberíamos saber, tiene sus fuertes en la ambientación y en las escenas más cotidianas como la maravillosa plancha a toda página de Daredevil en lo alto del Puente Golden Gate. Sufre más dibujando acción, con escenas en algunos momentos confusas. Aunque si algo no le perdonaré a Colan es el rediseño del traje de Electro, un auténtico horror. Otro apunte histórico: en el #76 comienza a entintar la serie, y colaborar con Colan, Tom Palmer. La dupla Colan-Palmer se mostraría una de las más sólidas, artísticamente hablando de los años 70 en Marvel.
Conway se marcha en el #98 y de ahí al final del volumen tenemos a Steve Gerber y el primer crédito en Marvel como escritor de un tal Chris Claremont. El #100 pasaría, tengo que reconocer, sin demasiada fanfarria, si exceptuamos tener la oportunidad de ver a un ciego Daredevil pilotando un avión, claro. En conjunto, un volumen un tanto irregular, con elementos que pasarían a la historia del personaje como la dupla con la Viuda Negra pero que no acaba de convencer a nivel narrativo. Personalmente, no creo que Conway tenga un mejor trabajo en Marvel que su labor con Spiderman (e incluyo lo que estamos a punto de ver reeditado en España), pero este Daredevil es un tanto decepcionante excepto en sus últimos números. Son los 70 y a Daredevil todavía le quedaba una pequeña traviesa por el desierto hasta llegar a finales de la década y recibir la savia nueva que redefiniría al personaje.
Lo mejor
• la dinámica entre Matt y Natasha
Lo peor
• la saga de Mr. Klein
Lamento que se publique a cuentagotas (las ventas seguro que tendrá algo que ver), pero le estaré agradecido enormemente a Panini por esta completa edición del cuernecitos. Poco a poco voy sustituyendo mis cutre ediciones por una en condiciones.