Cuatro años y medio después, Panini publica el tercer Omnigold dedicado al Increíble Hulk, el que corresponde a los #122-144 que vieron la luz originalmente entre 1969 y 1971. El desfase temporal ha visto entre medias el debut de las nuevas Bibliotecas Marvel. ¿Podríamos tener, en el caso de Hulk, dos ediciones clásicas del mismo material conviviendo entre ellas en el mismo periodo de tiempo? Preguntas y más preguntas y un guiño a los que siguen esperando el segundo volumen de Marvel Héroes Los Nuevos Guerreros. No desesperéis.
Hay que reconocerle a Stan Lee su empeño en hacer funcionar al personaje. Hulk fue una de las primeras series de la nueva era Marvel, con su #1 editado en mayo de 1962. Creado como un trasunto monstruo-heroico del mito literario del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, Lee y Jack Kirby desarrollaron historias alejadas de todo canon superheroico en las que Bruce Banner se transformaba en un ser/gollem confuso y extremadamente poderoso. Sin embargo, el personaje no caló en esta su primera serie y la colección fue cancelada en el #6. Pero Lee no desistió. Un año después de la cancelación, en 1964, el todopoderoso editor Marvelita decidió incluir a Hulk en Tales to Astonish a partir del #60 compartiendo páginas (que no aventuras) con el Hombre Gigante y la Avispa. Esta segunda encarnación editorial tendría más éxito que la primera hasta el punto de ver cómo Tales to Astonish se rebautizaba en su #102 (1968) como El Increíble Hulk. Las historias seguían escritas por Lee pero ya se encontraba en la fase de su vida profesional en la que iba dejando poco a poco de dedicarse a escribir y cedía los galones a una nueva generación de guionistas, siendo uno de los más importantes, el legendario Roy Thomas.
Lector empedernido y fan irredento, Thomas comenzó a trabajar en Marvel en 1965 con solo 25 años y fue subiendo en el escalafón hasta convertirse en Editor en Jefe de la Casa de las Ideas en 1972. Suyas son algunas de las etapas más recordadas en series como Los Vengadores, La Patrulla X o Doctor Extraño, por no hablar de que su nombre siempre permanecerá asociado a Conan el Bárbaro. Historia viva de Marvel. Este Marvel Gold. El Increíble Hulk 3 incluye la mayoría de la etapa de Thomas en la serie que, además de los números ya mencionados, cuenta también con los #105–106, 121, 145, 147, 158 y 172–178.
Centrándonos ya en el tomo, las aventuras de Hulk de la época nunca tuvieron los argumentos más enrevesados. El gigante esmeralda funcionaba como una figura trágica que se veía metido en peleas y embrollos casi siempre sin quererlo en parte por carambolas o siendo, en el mejor de los casos, el protagonista pasivo de la historia (el general Ross le ataca con un cachivache o maloso nuevo, Hulk se defiende). Es 1968 y Thomas ya no es un novato a la sombra de Lee pero sus historias para Hulk no son tan diferentes de las de The Man. Hay ideas diferentes, sin duda, alguna de ellas sorprende que serían retomadas por otros escritores años o décadas después.
Es el caso de lo que plantean los Hulk #122-123, en los que Reed Richards encuentra una cura para Bruce Banner que no le libra de Hulk pero sí le permite transformase de Banner a Hulk y viceversa a voluntad. Ahora que no tiene el miedo de convertirse en un monstruo superfuerte, Bruce y Betty, la eterna novia maldita, deciden casarse, boda que además es bendecida por el General Trueno Ross, padre de Betty y enemigo acérrimo de Hulk. La felicidad durará poco ya que la boda será interrumpida por el Líder (#124). El tono de estos cómics es de acción, mucha acción, con algunos toques de ciencia ficción. Tenemos peleas contra el Hombre Absorbente (#125), Mogol y los topoides (#127), los Vengadores (#128), Iron Man (#131), Hydra (#133), Kang (en el loquísimo #135 donde el Conquistador temporal manda a Hulk a la Primera Guerra Mundial…), alienígenas sin gracia (#136-137), el Hombre de Arena (#139), la Encantadora y la Valkiria (#142) o el Doctor Muerte (#143-144).
Otra idea con mucho potencial es la presentada en el #129, donde aprendemos que Samuel Sterns es una entidad independiente y separada de su villanesco alter ego, el Líder. Desafortunadamente, esto no da lugar a una historia que profundice en esta dicotomía. En el #126 tenemos, además, una especie de “origen secreto” de los Defensores en un cross-over entre las series de Hulk, Doctor Extraño y Namor. Otro número a destacar es el #140, co-escrito por Harlan Ellison, en el que Hulk es reducido a tamaño subatómico y llega por primera vez al reino de Jarella, personaje que adquirirá gran importancia en etapas posteriores de la serie. Otro debut también fundamental para la mitología del Gigante verde es el de Doc Samson (#141), que en esta su primera aparición se presenta como un cretino insufrible acorde a una visión estereotipada de lo que sería un psiquiatra arrogante.
El estilo de Thomas en estos cómics es un tanto acartonado. Tiene buen sentido del ritmo pero los diálogos no han envejecido bien para nuevas audiencias. Las tramas son bastante simplonas y las que no lo son (como la del viaje en el tiempo con Kang), rozan lo caricaturesco por lo enrevesado. Hulk sigue siendo un personaje muy pasivo y errante, sin objetivos ni un entorno reconocible. Sí tengo que mencionar detalles loables del guionista como la pequeña evolución de Trueno Ross, más empático que nunca hacia Banner, y sobre todo la creación de Jim Wilson, un chaval afroamericano que pasará a formar parte de la galería de secundarios de Hulk. Jim peca de estereotípico pero es un soplo de aire fresco en una serie narrativamente demasiado estancada. Thomas fracasa, eso sí, en la creación o desarrollo de villanos o amenazas a la altura de Hulk. Por momentos parece que los supervillanos son siempre prestados de otras colecciones o héroes: Rino y Hombre de Arena de Spiderman, el Hombre Absorbente y la Encantadora de Thor.
El principal dibujante en este tomo es Herb Trimpe, quien estaría casi una década de forma por muy poco ininterrumpida en la serie (#106–142 y 145–193) dando forma al Hulk de toda una generación. Trimpe es fantástico creando escenarios y mundos, lugares donde dejar volar la imaginación como el mundo de Jarella o recreaciones de otra época como los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Es un dibujante enfocado también a la acción y destaca en sus representaciones de Hulk enfurecido. Por contra, flaquea (y mucho) en los detalles como las caras (la de Richard Nixon en el #139 es un espanto) o elementos con los que no se siente a gusto como los Vengadores.
Después de este tomo, tras Thomas, la serie tardaría en tener un escritor regular, pasando por sus páginas Archie Goodwin, Steve Englehart, Chris Claremont o de nuevo el propio Roy Thomas. Uno de los problemas de la colección era escapar a la rígida fórmula argumental que parecía imbricada en el ADN de Hulk. Hasta que llegara el guionista que pudiera romper ese nudo gordiano, Thomas y Trimpe nos traen comics correctos y con muchas ideas interesantes.
Lo mejor
• los nuevos conceptos que trae consigo Roy Thomas
Lo peor
• la muy repetitiva estructura en varias historias
