Siempre ha estado muy claro dentro de Marvel, que lo que definía a la editorial en el género, y lo que la situaba por encima de la Distinguida Competencia (en la humilde opinión de este redactor) era la humanidad y el realismo psicológico de sus personajes, el cual no estaba reñido con el tono épico y heroico de las historias. Y es que allí estaba
A finales de los 70, y pese a que por aquel entonces la editorial se encontraba en un estado muy temprano, y con el Código de Censura de los Cómics como permanente espada de Damocles que constreñía a la industria, resultaba muy difícil hacer historias que se salieran del tono simpático y aventurero que pululaba por la editorial. Sin embargo
El Demonio en una Botella nos narra cómo cada vez que Stark se enfrenta a un problema que no puede solucionar con su armadura, encuentra consuelo y alivio en las bebidas alcohólicas, demostrándosenos que Tony es por el vengador más humano y cercano a nosotros como lectores de todos los que han formado parte del variopinto grupo.
Como punto de partida que hace que Iron Man caiga más bajo que nunca en su vida hasta entonces, se introduce otro concepto que rara vez ha tenido traslado en cómics y mucho menos de super héroes, el de las OPA’s (Ofertas Públicas de Acciones) o técnica económico – financiera mediante la cual una empresa, o el propio gobierno en su deseo de adquirir otra compañía, puede forzarla a vender.
Y es que
Es desde ese momento en el que lo que aparentemente eran escaerceos con el alcohol se convierte en una adicción desmesurada, siendo el único apoyo que Tony tiene (o cree tener) para poder sobrellevar su convulsa vida personal.
El dibujo de John Romita Jr., que en mi opinión siempre fue un digno hijo de su padre llegando a superarle en muchas ocasiones, se sale de todos los gráficos en este clásico, siendo heladoras las expresiones fijadas en la cara de Tony cuando éste es víctima de los delirios que el alcohol le producen.
El Demonio en una Botella es ante todo una historia de caída, de bajos instintos, de cómo las adicciones afectan a las relaciones humanas con todos aquellos que nos rodean, y de cómo de nada sirve ser un héroe con poderes sobrenaturales, o en este caso, con una brillante y letal armadura a tu servicio, a la hora de enfrentarse a la decisión de rellenar el vaso de Whiskey vacío, no siendo de extrañar por tanto, que este cómic se llegara a recomendar en Asociaciones de Alcohólicos Anónimos como parte de la terapia de quienes padecen la enfermedad del alcoholismo.
Un clásico que no debéis dejar escapar, y que ya en los años 70 nos enseñó lo rompedora que podía llegar a ser Marvel.
Guión - 10
Dibujo - 8
Interés - 10
9.3
Clasicazo
David Michelinie, Bob Layton, Carmine Infantino y John Romita Jr. nos ensañaron en este clásico, que los héroes marvel son muy humanos, y como tales, pueden caer.
Probablemente se asimile mejor la trama conociendo el hilo argumental de aceros Hank Rearden en ‘La rebelión de Atlas’. Ayn Rand en versión Marvel, por enésima vez.
¿El héroe con pies de barro que termina por no ser nadie sin la ayuda de los demás?
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¡Pues anda que hay poco melodrama en ‘La rebelión de Atlas’! Esas viñetas podrían ser perfectamente una escena entre Hank Reader y la de los ferrocarriles, que no me acuerdo de cómo se llama.
Pero a lo que me refiero es a lo de la OPA desde el malvado gobierno keynesiano, muy similar a lo que cuentan aquí con Nick Furia.
Me hago una idea en la que el armazón que rodea al personaje es ese, y así es, pero el conflicto vital de esta historia ha terminado por definirlo más allá de lo anecdótico y ¿lo aleja? del ideal randiano.
La verdad es que ahí no me puedo pronunciar, porque soy incapaz de diferenciar el ideal randiano en ‘La rebelión de Atlas’ y el del señorito Iván en ‘Los santos inocentes’, más allá de que la autora y la obra tomen partido por éste,
Si sirve como aproximáción, la secta randiana se mostró más que encantada con las adaptaciones cinematográficas del personaje.
Y tanto. Con la inestimable colaboración de Bob Layton, eso sí. Que cuando volvió para las Armor Wars II la cosa ya no era lo mismo, a pesar de ser un JR JR en teoría mucho más evolucionado.
Para mí, Romita Junior alcanzó muy pronto la madurez como artista (de casta le viene), ya en estos números y su casi paralela etapa en Spider-man, con Jim Mooney. Luego ha ido cambiando de estilo y experimentando con mucho acierto, adaptándose a los nuevos tiempos y gustos. Pero no necesariamente mejorando.
Para mí el mejor Romita fue el de la primera etapa en la Patrulla X
Para mí Romita Jr. encuentra su estilo en el DD de Nocenti. Y me atrevería a señalar el número concreto: el 251 USA. El Daredevil que entra en el bar a enfrentarse con Bala es uno, y el que sale es el Junior evolucionado de trazo preciso y narrativa depurada que asombró al mundo. El resto es historia.