Perdidos en el tiempo
«Tranquilo, Rover, volverán. Los buenos siempre vuelven, ¿verdad?»
Quizás si mencionamos viajes en el tiempo en cómics Marvel, muchos de nosotros pensemos instintivamente en los múltiples aventuras temporales (y sus consiguientes realidades alternativas) que han vivido los Hombres-X. Pero todo buen conocedor de las historias publicadas por la Casa de las Ideas sabe que el tropo del viaje al pasado o al futuro ha sido utilizado con mayor o menor medida, con más o menos fortuna, en buena parte de los personajes de la editorial. Si pensamos en los Vengadores y viajes en el tiempo lo normal es recordar aventuras clásicas como Siempre Vengadores o eventos más modernos como La Era de Ultrón. La epopeya medieval de Iron Man y el Doctor Muerte también puntuaría alto en las preferencias de muchos aficionados. En fin, material hay de sobra para que cada lector pueda escoger su historia favorita. Pero pocos de estos relatos han alcanzado el nivel de complejidad y el punto de locura que presentaron el guionista Steve Englehart y el dibujante Al Milgrom en su saga para Los Vengadores Costa Oeste: Perdidos en el Espaciotiempo.
El guionista de Indiana, curtido durante la década de los 70 en colecciones como Capitán América, Los Vengadores o Los Defensores, afrontaba su segundo año en la colección de Los Vengadores Costa Oeste en su retorno a Marvel ya entrados los años 80. En anteriores tomos, se nos narraba cómo, merced a lo narrado por Roger Stern en Los Vengadores, se decidía crear una sucursal del grupo en la costa oeste de los Estados Unidos. La alineación del mismo estaría formada, como núcleo principal, por Ojo de Halcón, Pájaro Burlón, Iron Man, Tigra y el Hombre Maravilla. En los números que precedían a la saga que nos ocupa, los héroes se enfrascaban en una serie de aventuras contra Ultrón XII o Pandemonium mientras buscaban un sexto miembro fijo para su alineación (una norma, la de los 6 miembros, que estuvo vigente varios años en las colecciones de los Vengadores), recibiendo el “no” de, entre otros, Mortaja y La Cosa.
Vaya por delante que tratar de explicar con detalle la trama de la saga que da nombre a este tomo nos llevaría una cantidad desmesurada de palabras. Hasta tal punto llegan los quiebros argumentales, los giros y retruécanos con que nos bombardea Englehart en estos cómics. Como breve resumen, diremos que los Vengadores Costa Oeste se desplazan a Nuevo México para pedirle a Ave de Fuego que se convierta en el ansiado sexto miembro del grupo. Al llegar, acaban siendo interceptados por un extraño grupo de supervillanos que están a las órdenes de Dominus, un alienígena que el guionista, en uno de sus clásicos ejercicios de arqueología comiquera, recupera de una de las primeras historias de Roy Thomas para La Patrulla-X allá por 1966 y que aparecería brevemente en Iron Man y Capitán América. El villano atrae a los héroes hasta una cueva donde terminarán atrapados en la máquina del tiempo del Dr. Muerte que, al estar dañada, solo les permite viajar hacia atrás en el tiempo, sin posibilidad aparente de volver a su época.
A partir de aquí, la trama se complicará sobremanera, llegando la historia a dividirse en 7 partes por cada una de los segmentos de acción que tienen lugar. Primero llegarán al salvaje oeste donde se cruzarán con Látigo Kid, Dos Pistolas Kid y el Jinete Nocturno. Tras perder a Pájaro Burlón en esta época, el resto del equipo pasará, siempre hacia atrás en el tiempo, por 1776 hasta llegar al Egipto de los faraones donde coincidirán con Rama-Tut (y su más que complicada cronología), Los 4 Fantásticos (en una de sus primeras aventuras como recién creado grupo) e incluso el Doctor Extraño (que también pasaba por allí en busca del alma de una periodista y breve interés amoroso llamada Morgana Blessing, recién salida de la etapa de Roger Stern y Marshall Rogers en la colección del Hechicero Supremo). Pero será gracias a la intervención de las antepasadas de Ave de Fuego, junto con la ayuda del Caballero Luna y Hank Pym, que finalmente los héroes consigan regresar a su presente, y de paso derrotar a Dominus y sus planes para conquistar el mundo.
Los Vengadores Costa Oeste: Perdidos en el Espaciotiempo es una saga que condensa buena parte de los defectos y virtudes de la etapa de Englehart en la colección. Para empezar, no podemos negar la pericia del guionista como narrador. No es nada fácil mantener tantos hilos temporales abiertos y conseguir una narración fluida y que se entienda sin necesidad de volver atrás y releer constantemente páginas anteriores. Es difícil no experimentar cierta sensación de vértigo por el salto con triple tirabuzón que intenta Englehart con esta historia. Es cierto que no todo en ella está precisamente pulido. Las motivaciones de Dominus como villano principal de la historia son manidas y repetitivas, y además acaba siendo derrotado en apenas un par de páginas. Por otra parte, del creador de la saga de la Madonna Celestial siempre se espera un cierto nivel de “extrañeza” o directamente “locura” en parte de las ideas y conceptos que presenta en sus historias. De entre los muchos ejemplos que podríamos mencionar, no podemos olvidar al grupo de villanos que trabajan para Dominus, parte hilarantes, parte ridículos: Insolación, Monte, Gila, y ese personaje carne de meme que es Cactus. No hay que olvidar tampoco, que el arma secreta que Englehart se saca de la manga para derrotar a Dominus es, literalmente, la esquizofrenia del Caballero Luna. Como decíamos, un escritor que es difícil que deje indiferente al lector.
Y sin embargo, junto a estas locas ideas y el clásico folletín que preside las relaciones entre los distintos héroes (la actitud sensual de Tigra hacia varios de sus compañeros, los roces entre Ojo de Halcón-Iron Man-Hombre Maravilla), la historia contiene dos momentos de gran dramatismo que son también ejemplo de cómo Englehart nunca pierde de vista lo importante que es el desarrollo de personajes en cualquier relato de Los Vengadores que se precie.
El desarrollo más acentuado lo protagoniza Hank Pym. Tras su crisis de personalidad, juicio y divorcio de La Avispa, Pym, en una de las primeras sagas de Roger Stern en Los Vengadores, había abandonado su carrera superheroica para dedicarse únicamente a su labor como científico. Englehart decidió traérselo a su equipo de la costa oeste (en un movimiento que llevaba al personaje en dirección contraria a lo dispuesto por Stern en la colección principal. Otro personaje sobre cuya dirección se enfrentarían ambos guionistas sería La Visión. Pero eso es una historia para otro día) y convertirlo en un asesor científico. Sin embargo, en el último número de Los Vengadores Costa Oeste: Pecados del pasado, Torbellino se burlaba de que Pym ya no era un héroe de verdad, lo que llevaba a este último a entrar en una profunda depresión que al inicio de la saga que nos ocupa llegaba al extremo del intento de suicidio. Este no se consumaría gracias a la intervención de Ave de Fuego que, que no solo salvaría la vida de Pym sino que le encauzaría de nuevo como héroe, en esta ocasión con el nombre de Dr. Pym, el atuendo del 4º Doctor Who (Tom Baker) y el poder de reducir y aumentar el tamaño de objetos en un homenaje anticipado, si se me permite la broma, a la creación de Doraemon.
Pero, sin duda, uno de los momentos mas recordados de la saga, si no el que más, es la “violación” de Pájaro Burlón a manos del Jinete Fantasma. En la primera parada temporal del grupo, en el salvaje oeste, Pájaro Burlón es secuestrada por el Jinete Fantasma quien droga a la heroína y le hace creer que son pareja, manteniendo un idilio de amor durante varios números hasta que Látigo Kid y Dos Pistolas Kid consiguen romper el influjo del Jinete. Sintiéndose violentada y agredida por el engaño al que ha sido sometida, Pájaro Burlón se enfrentará al Jinete y le dejará morir al no ayudarle cuando se despeña por un barranco. Se trata de un momento brutal y que tendría consecuencias para su matrimonio con Ojo de Halcón. Sin embargo, pocos guionistas posteriores hicieron referencia a este hecho, al menos hasta que Chelsea Cain volvió a poner este “incidente” en primer plano en su breve etapa escribiendo las aventuras de Bobby Morse.
La saga de Perdidos en el Espaciotiempo tiene aroma a clásico. Un tanto particular, sí, pero clásico al fin y al cabo. Uno llega incluso a apreciar el sentido de la narrativa de Al Milgrom, un dibujante muy limitado que apenas transmite dinamismo en una historia que pedía a gritos unos personajes menos estáticos y una composición de página más atrevida. Los 5 primeros capítulos, con tintas de Joe Sinnott, consiguen, en parte, tener un aire más clásico, como de la Marvel primigenia de Lee y Kirby. El resto, con acabados de Kim DeMulder, Romeo Tanghal y Mike Machlan, presentan un aspecto más tosco que no ayuda al conjunto de la obra. Una historia que, mientras se lee, supone un auténtico viaje al pasado para el lector gracias a ese inconfundible aroma de aventura de los Vengadores con trasmas más grandes que la vida y el tono a lo folletín en las interacciones entre los personajes. Una locura imperfecta pero en la que encontraremos amor, venganza, acción, humor. Y un cactus.
Lo mejor
• La capacidad de Englehart de desarrollar ideas que no deberían funcionar… pero que lo hacen
Lo peor
• El dibujo de Al Milgrom, especialmente cuando no lo entinta Joe Sinnott.
Guion - 7.6
Dibujo - 5.2
Interés - 7.8
6.9
Mítica aventura
Un guión atrevido, un dibujo flojo. Sigue siendo una historia clásica de Los Vengadores Costa Oeste
Gran trabajo, compañero. Esta serie con todos sus defectos es uno de mis placeres culpables y esta saga es tan bizarra que me encanta.
Muchas gracias, Diego. En lo personal, estos cómics me encantan también, la verdad. Habrán envejecido todo lo mal que se quiera, pero qué gozada leerlos, sobre todo de joven.
No soy el mayor fan del Steve Engleheart de los 70, pero le reconozco virtudes que me parecen innegables.
Por el contrario, el de los 80 me resulta absolutamente insoportable. Si ya me parecieron malos sus Vengadores Costa Oeste en su momento, no me quiero ni imaginar lo que me parecerían ahora.
Ni con un palo, vaya.
A los que crecimos con Al Milgrom nos debería pagar el estado una pensión vitalicia para tratamiento psicológico…
De Los Venagdores Costa Oeste me quedo con las interacciones entre personajes que me parecían muy entretenidas.
Respecto a esta saga, me encantó como la iba complicando en cada capítulo diversificando las líneas temporales y esas magníficas páginas iniciales de cada capítulo en las que se hacía un resumen de la situación. A Milgrom como dibujante normalmente no lo aguanto pero ahí estuvo inspirado
Yo a esta saga le pongo un 10.
Qué bien me lo pasé en su día leyéndola mes tras mes y qué bien me lo paso ahora cada vez que me pillo este tomo.
Lo tiene todo, es pijamera 100%, divertida, a ratos demencial…
La pena es que Sinnott -que embellecía todo lo que tocaba y, en especial, el «dibujo» de Milgrom- no la entintara entera.
A destacar, por supuesto, el personaje de Cactus y la viñeta en el que -herramienta de poda en mano- el Caballero Luna masacra a sus réplicas.
Otro momento memorable es cuando se cuelan en la base de Rama-Tut en el justo instante en el tiempo en el que también están los 4F, que es el justo instante al que también había viajado el Dr. Extraño en su propio cómic. La manera de engarzar las tres historias de forma que el desenlace estuviera ligado ligeramente a cada una de ellas es genial.
De verdad, para quien no la haya leído aun -qué envidia-, es altamente recomendable.
Mis primeros comics de Vengadores! Un ejercicio de malabarismo fascinante de Englehart y lo mejor que le he visto a Milgrom. Para mi es magia en cuatricomia. No soy objetivo.
El tiempo se ha dividido en cuatro!
A mi me hacía gracia como – conforme avanzaba la saga- Englehart se veía obligado cada vez a dividir el tiempo en más fracciones. Al final tenía que hacer piruetas para cuadrar la progresiva división con el número del capitulo.
Que gran comic y que gran etapa de Los Vengadores, por más que la historia podía ser en principio medio fumada al final Englehart lograba drle un cierre excelente.
Es como dicen, el autor juega con un monton de conceptos que hoy en día jamás dejarían emplear ni por asomo en Marvel, y solo por mencionar algunos como son: intento de suicidio de un miembro, una protagonistaque disfruta su libertad sexual, un abuso sexual por parte de un supuesto heroe, una victima que se convierte en verdugo, un lider que lo que menos parece es eso y ni hablar de las cuestiones religiosas. Una locura que todo eso transcurrió en la decada los 80 y hoy en día la editorial no se anima ni a un tercio de eso.
El tema del dibujo no es que sea malo pero no se lo puede comparar a un John Byrne o George Pérez, mal que mal Al Milgrom cumplia en tiempo y forma con las entregas y eso era fundamental.
Si al menos Aaron leyera una sola vez en su vida material antiguo de los comics que escribe podría evitar pasar verguenza.
La gente a veces se olvida que estos tebeos estaban escritos para un target de chavales de 10-12 años, y para ese target son una triunfada, a todos nos divirtieron un montón.
Que si luego aguatan también una relectura adulta pues ya miel sobre hojuelas.
Esta etapa es de lo único que me compraría por pura y dura nostalgia, para desconectar un rato y volver a ser un chavalín despreocupado.
Aquí otro fan de esta etapa. Yo creo que esto es lo más parecido al concepto «Camp» en el cómic de superhéroes. Algo así como el Show Girls de los tebeos pijameros: algo que pretende ser serio y bueno y acaba siendo un despropósito tan loco que acaba trascendiendo, aunque sea por los motivos equivocados. Aunque últimamente dudo si Englehart no lo estaría haciendo aposta para reírse del género.
Lo mismo sus 4 fantásticos, pasadísimos de rosca, yo también espero una reedición, a ver si Panini se anima.
Y para quien piense que ya era un guionista acabado, que eche un vistazo a su Estela Plateada de la época, un cómic estupendo, del que luego se han recuperado muchos aspectos en las subsiguientes sagas cósmicas de Marvel.
En su momento la trama de Pajaro Burlon me parecio muy currada. Que leido sobre el papel puede parecer una variante de damisela en apuros o damisela ultrajada, pero que se libre del condicionamiento mental, se enfrente al Jinete, decida dejarlo morir, que le plante cara a su marido que es mas chulo que un ocho y lidere una corriente en el grupo que acabe en escision me parecio de una fortaleza que no le he vuelto a ver. Y el conflicto entre ella (soy tu mujer, si me quisieras y con lo que he pasado me entenderias) y el (la firme conviccion de que los Vengadores, el nucleo de su vida, no matan aunque el villano lo merezca) tiene un planteamiento casi de tragedia griega. En los 80 Englehart no era lo mismo,pero tenia un oficio que ya querriamos hoy!
Pues yo lo veia bastante integrado. Wra como una especie de Batman de segunda sin sentido del humor. «Los Vengadores tienen que vengarse».