«¡He terminado con los 4 Fantásticos!¡Esta vez, para siempre!»
En los años 70, Marvel lanzó un par de colecciones basadas en juntar a un superhéroe muy popular, que ejercería como “anfitrión” de la serie, con otros personajes de la editorial. En Marvel Team-Up, el héroe titular sería Spiderman mientras que en Marvel Two-In-One el papel recaería en la Cosa, miembro de los reconocidos 4 Fantásticos. En el caso de Marvel Two-In-One, las historias tenían un claro componente de ligereza y diversión, pensadas como complemento en el que diversos autores pudieran jugar no solo con Ben Grimm sino con las posibilidades que un personaje con una personalidad tan marcada como él podían crearse a partir de su interacción con el resto del universo Marvel. El caracter episódico de la serie permitía, a su vez, que cualquier equipo creativo entrase y saliese del título sin afectar la naturaleza de las aventuras que la Cosa vivía en sus páginas. En los 10 años de vida del título se pueden destacar las aportaciones de Chris Claremont, Steve Gerber, Len Wein, Roy Thomas y Tom DeFalco, pero especialmente, tanto por importancia como por longevidad, las de Mark Gruenwald, Ralph Macchio, Bill Mantlo y Marv Wolfman; así como sagas con la del Proyecto Pegaso o la del Caso de la Corona Serpiente.
Ya entrados los años 80, el Editor en Jefe de Marvel, Jim Shooter, consideraba que la fórmula de los Team-Up estaba agotada y urgía un cambio de cromos. Marvel Team-Up dejaría paso a La Telaraña de Spiderman, pero la sustituta de Marvel Two-In-One no estaba tan clara. ¿Habría mercado para una colección de la Cosa que no incluyera constantes invitados especiales? Por si fuera poco, por aquel entonces, Los 4 Fantásticos estaban en manos de John Byrne. En 1983, Byrne se encontraba en la cima de su popularidad. Su estancia en La Patrulla X, ilustrando los guiones de Chris Claremont, le habían convertido en una superestrella del medio. Enfrentado a su primera gran tarea como autor completo, encargarse de Los 4 Fantásticos, la serie decana de la editorial (al menos en su encarnación moderna a partir de los 60), Byrne había cumplido con nota, realizando una etapa que, hoy en día, sigue siendo considerada como una de las mejores del grupo. Pero Byrne era también un hombre inquieto, siempre en busca de nuevos desafíos. La carga de trabajo del famoso autor va a aumentar en gran medida al poner en marcha un anhelado proyecto personal: Alpha Flight, un grupo de superhéroes de su patria adoptiva, Canadá. Byrne conoce de los planes de Shooter para cancelar Marvel Two-In-One y propone que la colección que sustituya a la vieja cabecera sea una dedicada íntegramente a la Cosa con él a los guiones. Byrne piensa en control, no quiere que nadie más escriba a los personajes de los 4 Fantásticos mientras él esté al mando de la colección principal. Byrne actúa, también, con el corazón. Sabido es que la Cosa es uno de sus personajes favoritos y la tentación de escribir sus aventuras en solitario es demasiado grande. Para acompañarle, de los lápices se encargará el veterano Ron Wilson, que se había estado encargando, intermitentemente eso sí, de dibujar Marvel Two-In-One.
Tanto Byrne como Wilson serían los encargados de dar carpetazo a Marvel Two-In-One en una historia con un significado especial para el guionista ya que era la continuación de una de sus primeros trabajos como escritor. De tal manera que el Marvel Two-In-One #100 funcionaba como secuela de la historia escrita y dibujada por Byrne en 1979 para el Marvel Two-In-One #50. En la historia original la Cosa viajaba al pasado con el objetivo de “curarse” de su condición rocosa gracias a un suero fabricado por Mister Fantástico y acababa enfrentándose a una versión de sí mismo casi recién llegada del espacio tras el viaje que le dio sus poderes a los 4 Fantásticos. Por otra parte, en la secuela, Ben retorna a ese pasado tan solo para verlo convertido en una realidad alternativa en la que la curación del Ben Grimm alternativo ha dejado a los 4 Fantásticos “huérfanos” y las cosas han salido, para el planeta, espantosamente mal, Galactus mediante. Es un cierre más que digno a la colección y que respeta mucho la tradición de historias un poco locas además de muy imaginativas que habían sido marca de la colección durante su década de existencia. Apenas un mes después se ponía a la venta el primer número de la nueva colección protagonizada por la Cosa.
En este tomo, Panini incluye, además de la aventura en dos partes que acabamos de comentar, los números escritos por Byrne, ayudado por Mike Carlin y Bob Harras (#1-23), además de los cruces con Los 4 Fantásticos. Estos 23 números se dividen claramente en dos bloques. El primero de ellos incluye los #1-10 y es el más irregular de los dos. Byrne estructura la colección en aventuras de uno o dos números como máximo, lo que le permite gran flexibilidad a la hora de presentar sus historias pero que también denota una falta de dirección clara en el título. Por ejemplo, hay varios números cuyo orden de publicación podría haber sido distinto. De hecho, tan solo el #1,8,9 y 10 no son intercambiables, siendo la única subtrama de este bloque, la convalecencia en el hospital de Alicia Masters tras lo ocurrido en Los 4 Fantásticos #256. Son números centrados en la psicología de Ben Grimm y en los que Byrne muestra el cariño y conocimiento que tiene del personaje. El escritor enfatiza las dudas y miedos de Ben, esa sensación de soledad que le invade al tener que vivir encerrado en un cuerpo que muchas veces él mismo define como monstruoso y finalmente la conclusión a la que llega el personaje según la cual ser la Cosa pone en peligro a sus seres queridos como en el caso de su amada Alicia. Byrne reduce al mínimo imprescindible la presencia de otros miembros de los 4 Fantásticos y enfrenta al héroe con amenazas conocidas como el Amo de las Marionetas junto a otras de nuevo cuño. Es precisamente en estos nuevos enemigos donde el guionista más flaquea. Zapatazos es un villano bastante ridículo aunque es de justicia reconocer que el mismo Byrne se ríe de su propia creación en un momento deudor de la parte más divertida del famoso creador, una vis cómica que además de en colecciones como Hulka, también se puede disfrutar en varias historias para la antología de humor What The–?!, que es donde se publicó dicha refutación a Zapatazos. Tampoco funciona la historia en dos partes en la que Ben es poseído por el espíritu de un esclavo del antiguo Egipto, aunque sí que es fundamental para el devenir de la relación entre Ben y Alicia. Lo mejor de este bloque es, como decíamos, el análisis que Byrne hace de la psicología del personaje, ahondando en sus motivaciones y en su pasado. En este sentido, destaca el trasfondo que le otorga a la historia (una de las bromas internas más antiguas de la colección después de tantos años) entre Ben y la banda de la Calle Yancy, pero especialmente la triste pero muy tierna historia de amor de un Ben universitario pre-4 Fantásticos con una joven llamada Alynn.
El primer año de existencia de la colección presentaba historias de una calidad aceptable pero que se leían como complemento de lo que ocurría en la serie principal de los 4 Fantásticos. El segundo de los bloques en los que había dividido este tomo, es algo completamente distinto. Shooter estaba preparando sus Secret Wars, una maxiserie de 12 números en la que los principales héroes y villanos de Marvel se enfrentarían unos contra otros en el Mundo de Batalla, un planeta creado ex profeso para dicho enfrentamiento por una entidad conocida como el Todopoderoso. Byrne y Shooter deciden que Ben Grimm, una vez terminada la aventura de las Secret Wars, no vuelva a la tierra y se quede solo en este planeta perdido en el espacio, siendo su puesto, en las filas del cuarteto superheroico, ocupado por Hulka. Por lo tanto, la segunda parte del tomo que estamos reseñando (#11-23), se centrará en un Ben Grimm viviendo aventuras en solitario en este paraje alienígena. Byrne llamará a esta saga “Rocky Grimm, Ranger Espacial”, como guiño a los seriales matinales de dibujos animados de su infancia. Los primeros diez números de la colección han ido creando el estado de ánimo de Ben para justificar que prefiera quedarse en Mundo de Batalla en vez de volver a la tierra. Además, en este planeta, Ben puede cambiar de forma humana a su aspecto como la Cosa a voluntad, lo que alivia su sensación de ser un monstruo inadaptado. Byrne aprovecha las casi infinitas posibilidades que ofrece el planeta creado por el Todopoderoso y lo utiliza como un patio de juegos particular. Nuestro protagonista vivirá toda una serie de aventuras en las que el guionista mezclará distintos géneros como la soap-opera espacial, el terror, el western o la épica medieval e incluirá múltiples referencias o guiños a otras obras como pueden ser El Mago de Oz, Conan o las películas de monstruos clásicas (Drácula, Frankenstein). Esta serie de peripecias se pueden disfrutar sin haber leído ningún cómic de la Cosa o los 4 Fantásticos. Byrne crea sus propias reglas en este mundo que funciona como un lienzo en blanco para sus inquietudes narrativas. El gran villano detrás del telón será el propio Ben Grimm, al menos una versión de Ben Grimm surgida del inconsciente del héroe que ha alcanzado entidad propia.
En conjunto, este tomo de Marvel Héroes: La Cosa es una lectura amena y entretenida. Los fans del personaje descubrirán (o recordarán) historias que no cambiaron para siempre la naturaleza de la adorable cosa de ojos azules pero que sí profundizaron en la personalidad de uno de los héroes más carismáticos del universo Marvel. A nivel de guion, Byrne brilla en los monólogos interiores del personaje y en la divertida mezcla de géneros con que se atreve en la estancia de Ben en el Mundo de Batalla. Siendo relatos que apuestan mas por lo intimista que por lo épico, aún así podemos encontrar momentos muy potentes como la despedida entre Ben y Tarianna, con ese fondo negro que enfatiza el dramatismo de la situación y señala el fin de la odisea alienígena del héroe. En cuanto al dibujo, Wilson es un dibujante de corte clásico, narrador competente y capaz de ilustrar todos y cada uno de los 23 números de la colección disponibles en el tomo. Ese aroma clásico se ve reforzado por las tintas de Joe Sinnott, veterano de Marvel y cuya presencia trata de hacernos recordar las clásicas historias de Stan Lee y Jack Kirby en Los 4 Fantásticos.
El retorno de la Cosa a la tierra es el final de John Byrne como guionista de la colección. El tomo se cierra con la primera historia de la nueva etapa escrita por Mike Carlin, en la que se presenta un cisma entre Ben y Reed Richards que Byrne no planteaba cerrar hasta el #300 de Los 4 Fantásticos. Sin embargo, Byrne abandonaría la colección de la Primera Familia (y Marvel) dejando esta subtrama sin cerrar. Finalmente, su estancia en la colección de la Cosa sigue siendo recordada con cariño por muchos aficionados. Es poco probable que Panini continúe con la recopilación de los números restantes, varios de ellos inéditos. Del #24 al #28 fueron publicados en España dentro de (ironías de la vida) cabecera Marvel Two-In-One Capa y Puñal + La Cosa entre 1990 y 1991 pero ni las ventas ni la calidad de las historias acompañaron. Por lo que respecta a los fans de la Cosa, al menos pueden disfrutar de la recopilación completa de los casi dos primeros años de la colección lanzada por Byrne. Que no es poco.
Lo mejor
• El torrente de ideas y referencias que Byrne mezcla en las aventuras espaciales de Ben Grimm.
Lo peor
• Se siente más un complemento que una colección con identidad propia
Guion - 6
Dibujo - 5.5
Interés - 5.5
5.7
Para completistas de los 4 Fantásticos y curiosos de los devenires de Mr. Byrne
Felicidades Pablo, todas y cada una d tus entradas demuestran esa estupenda mezcla que resulta de la investigación y el cariño, el cual sabes transmitir. Que siga!