Byrne y el plan definitivo de los supervillanos
«El que haya sido una vez vengador, lo será siempre»
A finales de 1987, Roger Stern abandonaba los guiones de Los Vengadores. Acababa así una de las mejores etapas del grupo en toda su historia. Su sustituto sería otra leyenda de la Marvel de los 80, Walter Simonson. Simonson venía de realizar una extraordinaria etapa en Thor y aceptó el encargo de escribir las aventuras de los héroes más poderosos de la tierra. La etapa de Simonson (The Avengers #291-300, Mayo 1988-Febrero 1989) sería inesperadamente breve y, en general, poco memorable. Simonson abandonó el título por “interferencias editoriales”, ya que no se sentía respaldado por su editor, Mark Gruenwald. El caso más significativo de esta situación fue la intención de Simonson de incluir en el equipo a Mr. Fantástico y a la Mujer Invisible. El guionista pidió permiso para utilizar a estos personajes con meses de antelación y tras el OK inicial, posteriormente no hicieron más que ponerle pegas ya que Tom DeFalco, el Editor en Jefe, quería de vuelta al cuarteto clásico en la cabecera de Los 4 Fantásticos.
El tomo que focaliza esta reseña, Marvel Héroes. Los Vengadores: Actos de Venganza, se inicia con los #301-303, en los que Ralph Macchio y Rich Buckler narran, en un fill-in alargado, un enfrentamiento entre los héroes y Supernova. Al mes siguiente, en #304, Danny Fingeroth y de nuevo Butler, entregan otra historia de relleno más contenida en la que los principales villanos serán los U-Foes y que contará con Puma como invitado especial. Todas estas historias servían, claro, como puente entre la salida tanto de Simonson como del dibujante John Buscema, y la llegada del nuevo equipo creativo.
Los aficionados a los Vengadores de la época difícilmente podrían contener la alegría al saber que el encargado de escribir la colección, a partir del #305 sería, nada más y nada menos, que John Byrne. Tras su polémica salida de los títulos de Superman en DC, el autor británico-canadiense había recalado de nuevo en Marvel para, en primer lugar, deshacer el legado de Jim Shooter en Starbrand (precisamente con las tintas de Tom Palmer). Obviamente, Byrne, una de las mayores estrellas del mundo del cómic en aquellos tiempos, merced a su trabajo en La Patrulla X, Los 4 Fantásticos, Alpha Flight, etc., no iba a quedarse en una colección minoritaria. Una de las ideas que más rumiaba el guionista era deconstruir a un personaje muy querido por él, la Bruja Escarlata. DeFalco, Gruenwald y el nuevo editor de las colecciones de los Vengadores, Howard Mackie, aprobaron los planes de Byrne para los Vengadores Costa Oeste con respecto a Wanda Maximoff pero insistieron en que se encargara también de la colección principal. Byrne aceptó, pensando que podría llevar a cabo, con el control casi total de la franquicia, un experimento narrativo inédito para él hasta entonces: integrar ambos cómics no tanto en una única historia sino en un único equipo de Vengadores.
La primera saga de Byrne enfrenta a los héroes contra uno de sus antagonistas más antiguos (desde Los Vengadores #5 allá por la década de los 60), los hombres lava. Las primeras páginas están dedicadas a deshacer el grupo reunido por Simonson -Capitán, Thor, Sue y Reed Richards y Gilgamesh- y hacer una declaración de intenciones. Para Byrne, casi todos los héroes que alguna vez hayan sido Vengadores son susceptibles de ser “llamados a filas” en cualquier momento. De tal manera que, con Byrne a los mandos, no habría un equipo del Este y otro del Oeste sino una gigantesca alineación general que permitiría total flexibilidad al guionista. En la realidad, esta idea no sería desarrollada de forma consistente, especialmente en los Vengadores Costa Oeste cuyos miembros -Hank Pym, Bruja Escarlata, USAgente, Iron Man, Hombre Maravilla- se mantendría, con sus añadidos como la Antorcha Humana original o la Avispa, se mantuvieron estables durante casi toda su estancia en la colección. Tras lidiar con los hombres lava, los Vengadores se encontrarán con los Eternos y derrotarán a Blastaar.
Al poco de iniciar su run en la franquicia, Byrne asumiría como propia la idea de un cross-over lanzada por Mark Gruenwald. Una idea sencilla pero con potencial: los villanos “cambiarían” a su héroe tradicional por otro nuevo, se supone que para potenciar el elemento sorpresa. Actos de Venganza presentaba conceptos muy interesantes como esa cábala de supervillanos formada por el Mago, Craneo Rojo, Kingpin, el Mandarín, Dr. Muerte y Magneto. Sin embargo, el resultado final adolece de falta de coherencia interna y, sobre todo, de coordinación. En este sentido es especialmente llamativo cómo el mismo Gruenwald se encarga de poner un poco de orden en la continuidad de la saga en la historia de complemento del Anual #19. Y eso que el inicio del cross-over era realmente potente con un ejército de robots lanzados por el Doctor Muerte hundiendo la hidrobase de los Vengadores. Mackie intentó aprovechar al rebufo de la saga para dar más protagonismo a la tercera serie vengadora, Avengers Spotlight (antes Solo Avengers) y hay que reconocer que Dwayne McDuffie hace un buen trabajo con la historia que muestra una fuga masiva de supervillanos de la Bóveda. Inciso: la Bóveda era la prisión de Marvel para seres superpoderosos durante los 80 y los 90 y más parecía una puerta giratoria que una cárcel. Solo a finales de los 80 podemos contar varias fugas y brechas de seguridad, desde Iron Man en las Armor Wars hasta Veneno escapándose en El Asombroso Spiderman #315 o el motín que se narra en la novela gráfica del mismo nombre, la Bóveda, trampa mortal. Fin del inciso.
Actos de Venganza parece una idea bastante tontorrona que dio algunas historias buenas (las protagonizadas por Spiderman con y sin el poder del Capitán Universo, el segundo viaje en el tiempo del Doctor Muerte e Iron Man), espectaculares (el Mandarín en La Patrulla X), directamente extrañas (la participación de Capa y Puñal recientemente recuperada por Panini o el Buitre contra los Nuevos Mutantes en unos “recordados” números por gracia de Rob Liefeld), divertidas (los 4 Fantásticos en su viaje a Washington) o simplemente correctas (Thor vs Juggernaut que prometía mucho y terminó siendo un tanto decepcionante). El cross-over acabó siendo un cajón de sastre donde todo valía y era mejor no pensar mucho en las motivaciones de los villanos. Una de las mejores cosas de la saga era que no interrumpía ni condicionaba demasiado el resto de colecciones, lo que daba bastante libertad a los guionistas. Actos de Venganza era una historia centrada en el puro entretenimiento palomitero, sin más pretensiones. Lo peor era la ausencia de un plan real por parte de la cábala malvada. El problema de tener a Loki como la mente maestra detrás de la idea era 1) dejar al resto de supervillanos como peones fáciles de manipular (salvo que Loki los hubiera influenciando todo el tiempo con… ¡MAGIA!), y 2) que Loki debía tener otro plan dentro del plan… algo que no existía. Loki es finalmente derrotado con bastante facilidad en un climax que, salvo un par de guiños al origen de la colección, carece del drama y la épica que un cross-over tan masivo como este demandaba. En otro orden de cosas, pocos recuerdan que Actos de Venganza también supuso el final de una subtrama como la del acta de registro superhumana, una idea que es descartada tras la saga y que sería fundamental para el devenir del universo Marvel 15 años después. ¿Balance de los supervillanos? La hidrobase hundida y Mantarraya herido. Mucho ruido y pocas nueces.
La siguiente historia sería la última de Byrne en la colección y ni siquiera llegaría a terminarla (se encargaría de ello Fabian Nicieza). En ella, el guionista se centra en un nuevo plan de Nébula para acabar con el universo en números cuyo principal atractivo era poder ver como vengador, aunque fuera temporalmente, a Spiderman. Y así terminó la etapa de John Byrne en una de las colecciones insignias de Marvel. En otro coitus interruptus, al menos menos traumático que en su marcha de los Vengadores Costa Oeste. En la reseña de su saga de la Bruja Escarlata oscura, ya comentamos cómo una confusión y desacuerdo entre DeFalco y Byrne acabó con este último abandonando ambas colecciones.
Los Vengadores de Byrne es un cómic que apela a un lector clásico y clásica es la narración de sus historias. Son cómics de superhéroes estándar, bien desarrollados y competente dibujados pero sin nada que destaque en ellos. Leídas en conjunto, la sensación que transmiten estos relatos es la de haber sido creados para cumplir un trámite. Byrne no lleva a cabo ningún desarrollo de personajes y tampoco expande el universo de la franquicia más allá de hacerles volver a los terrenos de la antigua mansión, donde inician su reconstrucción o de ser el primero en incluir a Sersi en el grupo. Repasando entrevistas de la época, Byrne afirmaba tener un plan para algunos personajes (Quasar, por ejemplo) pero nada de eso se plasmó en las viñetas. El mismo Quasar aparece in media res y tuvo que ser presentado en una historia posterior del Anual #18 y el propio Byrne reconocería años después que el personaje había sido una imposición de Gruenwald y que no le interesaba lo más mínimo. En cuanto a su idea de la alineación masiva y flexible para los Vengadores, aunque prometedora sobre el papel, acababa haciendo que la colección se sintiera sin rumbo fijo. Por ejemplo, en el #312 los héroes titulares serían Hank Pym, la Avispa, Visión, la Bruja Escarlata y el Halcón; mientras que en el #313 nos encontraríamos con el Capitán América, el Hombre Maravilla, Gata Infernal y la Viuda Negra. No es imposible, claro, pero es muy difícil desarrollar una narrativa continuada cambiando constantemente a los protagonistas. Byrne pretendía incluir como miembro permanente a Spiderman pero su idea tampoco fue bien acogida por DeFalco, quien consideraba al lanzarredes como un héroe más urbano y con un universo propio que no casaba con el de los Vengadores (Bendis y Quesada tendrían otra opinión sobre esta idea…).
A nivel artístico, el peso recae en su mayoría en Paul Ryan, dibujante de corte clásico de la escuela John Buscema pero sin la espectacularidad y dinamismo del legendario ilustrador de Conan. La continuidad de Tom Palmer en la colección, que se extendería hasta bien entrados los años 90, permite una ligazón estilística entre la etapa Buscema y la etapa Ryan pero, como hemos dicho, la comparación entre los dos no le hace ningún favor al dibujante de este tomo. A Ryan, en todo caso, hay que reconocerle la consistencia e incluso podríamos decir que lo histórico de su trabajo puesto que, en este intervalo entre décadas, en un momento dado se encargó casi al mismo tiempo de los lápices de Los Vengadores, Los Vengadores Costa Oeste e Iron Man. Todo un logro.
Byrne pasó sin pena ni gloria por la colección de los héroes más poderosos de la tierra, dejando la historia que quería contar y los personajes que más le interesaban (además de la polémica, claro) para la colección hermana de la costa oeste. Incluso el punto álgido de su estancia, Actos de Venganza, se siente como una historia a medio gas. El Asalto a la mansión de los Vengadores nos presentó un plan por parte de los supervillanos que se sentía, como pocas veces habíamos visto, lógico y con posibilidades de triunfar. Con el recuerdo fresco de aquella aventura, Actos de Venganza no consigue capitalizar ni su premisa ni su reunión de pesos pesados villanescos. Byrne encontaría un nuevo acomodo en Namor, Iron Man y Hulka. Los Vengadores, tras dos vacas sagradas como Simonson y el propio Byrne, apostarían por otro perfil completamente diferente de guionista, como el de Nicieza. El auge imparable de la franquicia mutante amenaza con dejar a los Vengadores en la irrelevancia, y los años 90 serían tiempos turbulentos para la colección. Para muchos, una travesía en el desierto. Hasta entonces, puedes coger tus palomitas y disfrutar de una buena dosis de acción sin pretensiones. En unos años, estas historias también serían echadas de menos.
Lo mejor
• Mucha acción y mucho entretenimiento palomitero
Lo peor
• Nulo desarrollo de personajes
• La resolución de Actos de Venganza
Guion - 6
Dibujo - 6.5
Interés - 6.5
6.3
Las expectativas de tener a John Byrne en uno de los títulos más importantes de Marvel se saldó con una relativa decepción e historias con ároma clásico pero sin sustancia
Bastante de acuerdo con la reseña. Un “mucho ruido y pocas nueces” para estar confabulados los peores (por malignos no por irrelevantes) villanos de Marvel (menos el Mago, que siempre me pareció un pringao con ínfulas) y una pena por la dinamica ami-enemigos que se podía haber creado entre ellos. Es como si los guionistas consiguieran dar en la diana pero lejos del centro. Entretenido.
Byrne empezando a gastar el (mucho) crédito que aún tenía. Aquí sin concretar ni llegar a nada y perdiendo su tiempo en hundir en el fango la serie de su némesis Starbrand. Dificil ser más rencoroso.
Lo único destacable que me gustara de esa relación entre ellos es como se la guarda Magneto a Cráneo Rojo y su resolución en la colección de Capitán America.
Uno pensaria que Shooter le mato un perro a Byrne que le tenia tanto rencor. Menos mal que Byrne entonces nunca coloco sus dedos formalmente en la legion, donde tantas creaciones de Shooter pululaban. Quien sabe que vejaciones hubieran sufrido los personajes.
(No mas que las que estan sufriendo con Bendis, eso si).
A saber, que igual Shooter sí le mato el perro. Que uno era el hambre y el otro las ganas de comer. Lo que tengo claro que la próxima película Marvel que quiero ver no es de ningún personaje sino de estos tipos y el resto del bullpen de la época haciéndose zancadillas.
Y sobre la legión, aiss, no podría juzgarlo. Como no puedo juzgar los destrozos de Bendis. La Legión de Levitz es un “must” que tengo pendiente y un día me tengo que quitar de encima.
Gustos personales, pero recuerdo que en su día huía si un comic lo entintaba Tom Palmer. Daba igual el dibujante oculto tras las tintas, el resultado no era un Bryne o un Buscema sino… Tom Palmer. En mi opinión algo envejecido y poco dinámico ya para esa época. Me pasaba lo mismo con Tony DeZuñiga entintando Infinity Inc y demás…
A Bryne le sentaba a años luz mejor el acabado de Terry Austin (bueno, em realidad a quién no…).
Sí que llegó un momento en el que a la vez que era una garantía de calidad, también era una garantía de bostezo. Pero con Buscema, especialmente en los primeros números hizo un trabajo brutal.
Yo aun recuerdo la sensación de fiasco que tuve con la etapa Simonson. Venir de Stern y de repente ver cómo Walt se lo carga TODO, con casi todos los protagonistas fuera de personaje: Dr. Druida, Nébula, Kang irreconocibles, Capitana Marvel ninguneada etc. Y todo para acabar imponiendo la ¿podemos decirlo ya? peor alineación de Vengadores de la historia. Así como el editor la cagó largando a Stern, estuvo acertado largando a Simonson. Y en el fondo es un claro precedente del arranque de Bendis. La saga que va del 293 al 297 USA es un Desunidos en toda regla. Y lo de traer a los Richards un paralelo a lo de Spiderman y Lobezno. Algún día los tendré que releer de forma desapasionada, olvidando deliberadamente lo que había habido antes, igual los disfruto más así. Porque algunas de las tramas de esta etapa las recuperó Simonson, ya como autor completo en Fantastic Four 337-341 y ahí sí que lo hizo muy bien.