No se puede negar que la recuperación de la etapa en Los Vengadores del editor-guionista Bob Harras está siendo un tanto accidentada. 15 años después (si contamos los antiguos Marvel Gold que reeditaron Operación: Tormenta Galáctica) por fin podemos leer el inicio de su estancia en la serie, unos años que tuvieron momentos muy buenos y otros que se recordarán como de los peores en la franquicia. La cuestión es que en 2013 acabó la serie de Marvel Golds que alcanzaron el #300 USA para saltar de allí al primer tomo de Marvel Héroes en 2019 (Actos de Venganza). En 2020 se publicaron dos Marvel Héroes con el núcleo y el desenlace de la Saga de Proctor y en 2021 Panini dio un salto al pasado para cubrir el hueco entre el adiós de John Byrne y la etapa de Harras (Marvel Héroes. Los Vengadores: La línea a cruzar). Dos años después, el hueco se cierra por completo con este Marvel Héroes Los Vengadores: La obsesión por coleccionar que incluye tan solo 11 números de la serie regular (#334-344), publicados originalmente en 1991 además de dos cross-overs completos publicados en anuales tanto de 1991 como de 1992 –Las Guerras Subterráneas y Ciudadano Kang-.
Tras la salida de John Byrne del título, ni Fabian Nicieza ni Larry Hama consiguieron asentarse como el siguiente escritor de los Vengadores. La alineación que herederará Harras consistirá en el Capitán América, Sersi, Vision, Quasar, la Viuda Negra y Hulka. La elección de Harras no debería sorprendernos tanto puesto que la Marvel de finales de los 80 y principios de los 90 era, en muchos casos como en las colecciones de los Vengadores, territorio de editores/escritores: Mark Gruenwald en Capitán América, Len Kaminsky en Iron Man, Tom DeFalco en Thor o Roy Thomas en Vengadores Costa Oeste. Harras era conocido por ser el editor de la Oficina X que publicaba los títulos mutantes, superventas en la Marvel de la época. Pero también había mostrado cierta competencia como escritor con la miniserie Nick Furia Vs S.H.I.E.L.D y los primeros números del vol. 3 de Nick Furia, Agente de S.H.I.E.L.D. Sin embargo, escribir la serie de los Héroes más Poderosos de la Tierra es harina de otro costal.
En un principio, Harras, que venía apadrinado por el editor de la serie, Ralph Macchio, tan solo iba a estar temporalmente en el título, escribiendo una saga, La obsesión por coleccionar, que suponía el evento veraniego en la serie, que además se publicaría de manera bimensual. El único movimiento en esta historia que enlazaría con el resto de su etapa sería la aparición de Cristal, quien acabaría convirtiéndose en miembro regular del grupo en el #343. Por lo demás, La obsesión por coleccionar presenta a un nuevo grupo de villanos, la Cofradía, que amenazan con invadir y destruir la tierra. Imitando la estructura de un blockbuster veraniego, tenemos grandes batallas en entornos urbanos como Nueva York, una amenaza aparentemente invencible y un giro final en el que se revela que la Cofradía son bacterias revolucionadas a humanoides por los Celestiales para servirles como tropas de asalto cuando deseaban “limpiar” un planeta. Que el villano final detrás de la Cofradía sea el Coleccionista no es tan sorprendente como sí lo es que Harras le dé un power-up y pase de ser un manipulador a un supervillano superpoderoso clásico con el que los héroes tienen que darse de tortas. La saga, además de contar con el dibujo de Andy Kubert en el #334, verá el debut en Marvel de Steve Epting, quien ha tenido una larga y exitosa carrera en la Casa de las Ideas desde entonces. Epting tardará unos meses en depurar su trazo (con no poca ayuda de las tintas de Tom Palmer) y puede verse lo que cambia el resultado final de sus dibujos según el entintador.
Tras la saga y a la espera que Harras se haga con las riendas definitivas del título, tenemos un fill-in espantoso (#340) escrito por Scott Lobdell a partir de un argumento (supongo que guardado en el cajón más escondido en Marvel) de David Michelinie y dibujado por el terrible Paul Abrams. Ojito a la historia porque tenemos a un superviviente de un campo de concentración nazi que al querer emular al Capitán América, acaba utilizando a sus cinco hijos para llevar a cabo un plan que consiste en esconder varias bombas nucleares en ubicaciones desconocidas.
Los #341-342 no son ya relleno aunque el guionista sea Nicieza. No solo porque el equipo creativo esté formado de nuevo por Epting-Palmer sino porque la historia da por finalizada la estancia de Rabia dentro del grupo ya que Harras no lo había incluido en sus planes para la serie. En estos cómics, los Vengadores y, sobre todo, los Nuevos Guerreros se enfrentan a una nueva versión del Aborrecedor y los Hijos de la Serpiente. Por último, los #343-344 son oficialmente, el inicio de la run de Harras, con la presentación de “su” grupo (Hulka fuera, Cristal dentro), cambios de estatus (la nueva espada laser del Caballero Negro) y la inclusión de subtramas al más puro estilo Claremont (algo raro le está pasando a Sersi). Argumentalmente, los Vengadores se enfrentan a un, en apariencia, resucitado Espadachín y a su acompañante, Magdalena. Tras la pelea, los “villanos” se retiran a un lugar secreto en el que son recibidos por Proctor, en su primera aparición.
Antes de volver a este final, mencionar brevemente las otras dos historias que se incluyen en el volumen.
Las Guerras Subterráneas es el cross-over que se extendió por los Anuales de 1991 de, por este orden, Los Vengadores, Hulk, Namor, Iron Man y Vengadores Costa Oeste. La premisa es interesante -ese enfrentamiento entre las distintas razas subterráneas que pululan por el Universo Marvel como son los Lemurianos, Topoides y Hombres Lava- pero acaba siendo una decepción importante. La historia en realidad solo avanza en el primer y último capítulo siendo los tres Anuales entre medias, relatos independientes que dan algo de contexto pero que funcionan de forma autónoma. En resumen, una nueva raza de Desviantes mutados ataca al resto de razas y Tyrannus, el Hombre Topo y Grotesk piden ayuda a los Vengadores quienes primero son derrotados por el líder de esta nueva facción, Brutus, pero que, gracias a la ayuda de sus compañeros de la Costa Oeste, acaban triunfando y dejando el statu quo como estaba antes. Artísticamente, los principales artífices de la historia son el matrimonio Thomas, Roy y Dann, que hacen un trabajo mediocre que no se beneficia de unos dibujantes (Kevin West, Tom Morgan o George Freeman) muy justitos de calidad. Mención aparte merece el Anual de Hulk, guionizado por Peter David y que es, fácilmente, lo mejor del cross-over, con mucho sentido del humor y que se integra en la continuidad de la serie regular del personaje.
Mismo esquema de publicación nos encontramos un año después, 1992, con Ciudadano Kang. En este caso, los Anuales corresponderían al Capitán América, Thor, Los 4 Fantásticos y Los Vengadores siendo los responsables del evento Roy Thomas (de nuevo) y Mark Gruenwald. La excusa argumental es que la Visión ha desaparecido mientras iba a la búsqueda de una parte de su cuerpo perdida. Primero va en su busca el Capitán que acaba en un pueblo de los años 50; luego será Thor quien, en su caso, se encontrará en la edad media luchando entre vikingos. Entre medias, el Doctor Druida y Nébula unen fuerzas para detener a Kang y piden ayuda a los 4 Fantásticos al mismo tiempo que los Vengadores se lanzan a la búsqueda de sus dos compañeros perdidos en el tiempo. Ambos grupos acaban lanzados a la corriente temporal y luchando entre sí para, al final, unirse y derrotar a los anacronautas (grupo formado por personajes de distintas épocas como el primer Lobo Rojo o el hijo de Sersi en el futuro). Nébula acaba revelándose como Ravonna y Kang acaba en estado de coma por un martillazo accidental de Thor. Aquí nos encontramos con una pretendida saga épica que nunca acaba de cuajar, con acción sin chispa, diálogos un tanto acartonados y sobre todo un dibujo indescriptible de Herb Trimpe en lo que parece una mala imitación de Rob Liefeld.
Estos dos cross-overs son los principales responsables de que el tomo se vaya a más de 600 páginas y por lo que muchos lectores podrán quejarse al sentir que hay demasiado material de relleno. Ser coleccionista no es cosa fácil, no. Con este volumen, Panini afronta el futuro de la serie con La Encrucijada en el horizonte, el denostado final de la etapa de Harras junto con el terrible Terry Kavanagh. Mientras esperamos la publicación (o no) de estos cómics, parece que en 2024 tendremos reedición en un tomo de Operación: Tormenta Galáctica. Pero no olvidemos, el tiempo pasará pero Panini tendrá que decidir cómo (y si) publica La Encrucijada, la Saga del Clon o los mutantes de Scott Lobdell.
Lo mejor
• Aunque a mí me gusta el ritmo de Harras, lo mejor es el Anual de Hulk
Lo peor
• El relleno y los dibujos de Herb Trimpe
Los números de la serie regular no están mal y Epting es una buena incorporación pero las dos sagas de anuales son terribles. Lo de Herb Trimpe no tiene nombre, hubiera preferido que dibujara con su estilo clásico a esa aberración noventera que parece uno de los clones malos de Liefeld.
Espero que el siguiente tomo sea la recuperación de la saga completa de Tormenta Galáctica. Lo de la Encrucijada ya veremos, que tiene muy mala fama