El Capitán América a Juicio
«¿Es siempre la Guerra verdad?»
Parece casi una exageración pero es una absoluta verdad: Hace ya más once años que tuvimos en nuestras manos el primer volumen de la recopilación en formato integral de la etapa de Ed Brubaker al frente del Centinela de la Libertad.
En aquel lejano 2013, el primer volumen llegó a las librerías españolas con ocasión de la adaptación a película de imagen real del Soldado de Invierno, ese Bucky Barnes redivivo que Marvel Studios no quería perder para su colección de superhéroes y en cuya existencia se basaba la segunda película del Capitán América y, en gran medida, también la tercera.
Y es que, la larga etapa de Brubaker al frente del Capitán América, aunque comienza con Steve Rogers y en ella aparecen otros muchos personajes, siempre estuvo centrada alrededor de Bucky. En el primer tomo, conocimos qué precisamente el antiguo sidekick del Capitán América era ese misterioso Soldado de Invierno al que la Unión Soviética había lavado el cerebro, pero al que Rogers rescataba de dicha manipulación cubo cósmico mediante.
En el segundo volumen, vimos como el personaje lidiaba con un mundo nuevo que desconocía al tiempo que la Guerra Civil Superheroica se desataba sobre el Universo Marvel con el Capitán América en el lado contrario a la ley.
En el tercer integral, se trataba la manipulación orquestada por Cráneo Rojo para que Sharon Carter matara a Steve Rogers y, con ello, la serie llegaba a uno de sus puntos más interesantes: El de continuar sin Rogers en ella, pero preparando el camino para la llegada de su sustituto, de un nuevo Capitán América que no era otro que el propio Bucky que, portando el escudo de las barras y estrellas trataba de compensar a su pueblo por su pasado como Soldado de Invierno.
Seguidamente, y a sabiendas de que el regreso de Rogers tenía que producirse más pronto que tarde, Brubaker elegía en Renacimiento, el cuarto volumen de la serie, cómo llevar a cabo dicha proeza, y como, tras la obligada refriega contra Cráneo Rojo lidiaría el mundo con dos Capitanes América. Bucky se había ganado así el derecho a portar el escudo y Rogers pasaba a ser el Director de S.H.I.E.L.D. en una nueva Era Heroica que tenía que deshacer los males de Norman Osborn y su H.A.M.M.E.R.
Y así llegamos a este quinto volumen, el que suponemos, según las cuentas de quien esto escribe, que será el penultimo de la recopilación de esta etapa (dependiendo de si Panini publicará junto con el mismo la serie en solitario de Bucky Barnes guionizada igualmente por Brubaker, o dado que ésta ya está publicada a parte, si la mantendrá separada) en el que como su propio nombre indica se trata el Juicio de Bucky Barnes por sus crímenes como Soldado de Invierno.
Pero antes, de eso, la serie comienza con un especial en el que Steve y Bucky resuelven finalmente quién de los dos debe llevar el escudo del Capitán América, al tiempo que recuerdan sus misiones durante la Segunda Guerra Mundial. En el mismo, Butch Guice y Luke Ross desempeñan un estilo realista y repleto de acción que recuerda mucho al de ese Steve Epting con el que todo empezó.
Tras este primer especial, llega el arco Dos Américas, con dibujo de Luke Ross en el que el Capitán América de los años cincuenta, apodado como “Capi Loco” vuelve a la palestra para organizar su propio escuadrón de extrema derecha con el que según sus perturbadas ideas hacer a América grande de nuevo, con Bucky y el Halcón parándole los pies.
El tomo llega aquí a un interesante hiato, puesto que se incluye la miniserie de cuatro números Supersoldado, con dibujo de Dale Eaglesham en el que se trata el regreso del científico Abraham Eskirne, creador del suero supersoldado responsable del origen del Capitán América, a través de su nieto en una trama de espionaje industrial y mercado negro en el que Rogers deberá de parar la venta ilegal de la replica del suero que lo creó para evitar la formación de células terroristas y/o mercenarias que siembren el caos en el mundo.
Volvemos a la trama habitual y a la numeración corriente de la serie con Sin Salida, un arco argumental de cinco números con dibujo de Butch Guice, en el que para regocijo del fandom regresa un clásico villano del Capitán América: El Barón Zemo. Este personaje, hijo del Barón Zemo original (como ya venía siendo así desde hacía décadas) en esta ocasión, al enterarse de que Bucky Barnes (al que supuestamente él dio muerte) sigue vivo, decide jugar con la mente de éste y llevarlo al límite para que los secretos del Soldado de Invierno sean revelados al mundo, en una cruel venganza contra uno de sus enemigos ancestrales que nos lleva, directamente, al nudo gordiano de este tomo.
Y así, con la revelación de que el nuevo Capitán América no solo es Bucky, sino que fue el Soldado de Invierno, figura hasta entonces supuestamente legendaria e inexistente, comienza el Juicio del Capitán América, arco de cinco números con dibujo, de nuevo, de Butch Guice en el que se juzgan los crímenes de Barnes mientras su cerebro fue lavado por los rusos en el que una vieja conocida de la colección sale a escena: Bernie Rosenthal como abogada de Bucky Barnes.
Tras un complicado juico que recuerda mucho a las películas y series televisivas del género en el que la duda sobre el veredicto final, como debe ser, se mantiene hasta el final, en un curioso giro de los acontecimientos, Bucky es extraditado a Rusia, en concreto a un Gulag en Siberia por sus crímenes contra la Madre Patria.
Lo que Zemo, Cráneo Rojo, el Hombre Supremo y Pecado no han podido hacer lo consiguen la diplomacia y los Tratados Internacionles: Encerrar al Soldado de Invierno para que sufra por el resto de sus días. Por supuesto, Steve, Sam, Natasha y Sharon no van a permitir que esto ocurra, pero esta vez, tendrán que pensar como salvar a su amigo con un perfil muy bajo que no infrinja las leyes internacionales y que no dañe el puesto de Rogers en el gobierno. Para colmo, si Barnes escapa del Gulag en el que está encerrado y en el que lo enfrentan día sí, día también a una arena de combate en la que puede perder la vida contra enemigos tan temibles como Ursa Mayor, se le considerará fugitivo no solo del gobierno ruso, sino también del estadounidense.
En este punto de la historia que casi cierra el tomo, continúan los ya mencionados dibujantes pero a estos se une Chris Samnee que se encarga de dibujar las partes en las que Steve Rogers o La Viuda Negra tratan de hacer su parte para ayudar al hombre antes conocido como Soldado de Invierno. Por su parte, Mike Deodato Jr. un habitual de la casa, es quien narra las partes de la trama en las que Bucky se encuentra en el Gulag (palabra que da título a este último arco argumental).
Y llegamos así al final del tomo con el especial de Miedo Encarnado que daría pie a la serie en solitario de Bucky Barnes que Panini ya publicó hace unos pocos años y cuya reseña podéis encontrar aquí.
Un tomo que a pesar de su elevado precio resulta imprescindible en la estantería de todo amante del Capitán América moderno o de Ed Brubaker.
Lo mejor
• Como siempre, Ed Brubaker.
• Como la serie pasa por distintos subgeneros, desde el thriller político, a aventura de acción o incluso a serial de juicios.
Lo peor
• A pesar de la calidad del dibujo, el enorme baile de dibujantes incluidos en este tomo.
Guión - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
8
Imprescindible
Ed Brubaker, Butch Guice, Chris Samnee y otros narran el cara a cara del Capitán América con el sistema legal.
