Marvel nunca ha sido muy fiel a sus sellos. Pese a los variados intentos, la editorial nunca ha logrado formular la combinación perfecta para dar con un nombre propio en el panorama ‘adulto’, que sirviese de respuesta a Vertigo en DC. Más allá del Max “solo para adultos” -que nació con los mismos impulsores-, Marvel Knights (o Caballeros Marvel) se erigió en su día como el más cercano equivalente. El que fuera uno los emblemas de la era Joe Quesada, sin embargo, lleva buscando personalidad propia en una travesía del desierto desde 2006. El sello Marvel Knights, fundado en 1998 como respuesta a la mayor crisis histórica de la editorial, ha vuelto recientemente a las estanterías estadounidenses de la mano de una colección de series limitadas dirigidas al público generalista, que echaba mano en su promoción de un original look artístico. En el éxito de estos lanzamientos dedicados a Spiderman, X-men y Hulk residirá ahora la continuidad de esta enésima reinvención.
Con el sello de nuevo de plena actualidad, por lo tanto, es un momento inmejorable para echar una mirada atrás y repasar los orígenes y evolución de una línea que cambió el porvenir de la industria de los superhéroes, y que parió toda una colección de títulos percibidos hoy como verdaderos clásicos modernos. Los que corrieron mejor suerte, y también los que lo hicieron peor en las listas de ventas, todos tienen cabida en el repaso a las series y personajes más ilustres durante estas casi dos décadas. Para el broche final nos reservamos además las reseñas a las nuevas mini-series llamadas a encabezar el nuevo amanecer de la línea: Marvel Knights: Spider-Man de Matt Kindt y Marco Rudy; Marvel Knights: X-men de Brahm Revel, y Marvel Knights: Hulk de Joe Keatinge y Piotr Kowalski.
En la segunda mitad de los 90, Marvel corría uno de los momentos más críticos de su historia. Después de tocar el cielo con los récords de ventas, una obsesiva pasión por lo llamativo de sus propuestas -que habían roto la tónica artística de tres décadas- y la especulación en el mundo financiero y coleccionista habían traído a la puerta de la editorial en bancarrota el final de una era. El recientemente nombrado editor en jefe Bob Harras, que hasta el momento había sido editor mutante dentro de la estructura donde los editores en jefe vivían separados por secciones, se había encontrado de bruces con la ya establecida Heroes Reborn y una Marvel llena de despidos y malos rollos, junto con unos personajes argumentalmente tocados. Era la hora de dar un golpe al timón. En el del mundo independiente, mientras tanto, comenzaba a despuntar una pareja de autores completos, además de inseparables colegas, llamados a trazar un esperanzador nuevo rumbo. Su nombre: Joe Quesada (New York, 1962) y Jimmy Palmiotti (1961).
La carrera de Palmiotti, paradójicamente, había despegado en Marvel, donde se había ocupado de entintar títulos como Punisher, The Nam y la línea 2099, allá por 1991. Quesada, por su parte, había dado sus primeros pasos como dibujante en el universo independiente, dentro la editorial Valiant, donde empezó a colaborar de manera regular con el que se convertiría su entintador fetiche. Trabajos como X-O Manowar, Ninjak o Solar acabaron conduciendo a ambos a DC, donde Quesada creó un personaje tan importante para la década como era Azrael. La rápida ascensión de su fama los acabó por empujar a tomar una valiente decisión que tornó sus vidas boca abajo. Juntos fundaron la editorial Event Comics, donde como guionistas y artistas tenían la oportunidad de crear héroes de cuño propio. Allí nacieron, por ejemplo, el bombero Ash y Painkiller Jane, a la que más tarde incluso cruzarían con algún héroe de Marvel.
Fue la revista Wizard -que más tarde ayudó en el lanzamiento- la que empujó al jefazo de Marvel Joe Calamari a hablar con la pareja. Cuenta el libro Las historias jamás contadas de Marvel, de Sean Howe, que había dos razones por las que el ejecutivo estaba dispuesto a reunirse con los autores: su demostrada valía para crear cómics con bajo presupuesto, y su red de contactos -engordada por las grandilocuentes fiestas que organizaron para lanzar su editorial- que podía servir en el nuevo relanzamiento que preparaba la Casa de las Ideas. La pareja no solo bebía e iba de juerga con autores de cómics, tanto de Marvel como de DC, sino que salían habitualmente con granados nombres de Hollywood aficionados a los superhéroes. Estas conexiones incluso les habían llevado a calibrar una oferta de Dreamworks -que habían rechazado- para convertir a Ash en una franquicia cinematográfica. Las cartas estaban sobre la mesa, pero Palmiotti y Quesada ya habían demostrado que tenían manera de líderes. No se iban a remilgar ante la propuesta de las grandes.
Queríamos demostrar a Marvel que podíamos hacer sus personajes mejor»
Ése era el lema de Palmiotti. Su oferta para «arreglar su compañía»: lograr directamente el puesto co-editores en jefe. Su primera estrategia sería colocar en Daredevil , a punto de ser cancelada, a Kevin Smith, director de Clerks y Mallrats, chico mimado del Hollywood indie de Sundance y un verdadero apasionado de los cómics. Pese a no conseguir el puesto de directores editoriales de buenas a primeras, Marvel acabó concediéndoles cuatro series regulares dedicadas a personajes secundarios. Allí tendrían libertad absoluta para jugar con los juguetes de un universo mucho más contenido. Parecido en su concepción de libertad a Heroes Reborn, pero con un salario mucho más humilde al que recibieron Rob Liefeld y Jim Lee, había nacido Marvel Knights, un sello diseñado a su gusto con el que probar su valía como editores. El objetivo de su marca era, aun así, diametralmente opuesto al de Reborn (más cercano posiblemente a Marvel Edge en personajes y principios). No querían crear un universo de bolsillo apartado de la continuidad habitual, sino aprovecharse de los personajes y de sus continuidades sin cambiar su fundamento, para narrar historias modernas y adultas con algunos de los nombres clave del movimiento de autor. Junto al Hombre sin miedo, pasaron a estar bajo su manto El Castigador, Los Inhumanos y Pantera Negra.
Cuenta la leyenda que estos Caballeros Marvel de brillante armadura fueron alojados en el ático de la sede neoyorquina, desde donde tenían libertad para dibujar su rincón del Universo Marvel sin interferencias. Trabajaban casi como una vertiente independiente dentro de la marca madre. Event se encargaba de los contratos y autores, y Marvel ponía los personajes y la distribución. Una situación que trajo el esperado resentimiento de los más veteranos. Después de meses de despidos y problemas de puertas para adentro, los chicos nuevos se habían hecho de la noche a la mañana con una oficina propia donde hacer lo que quisieran, algo que se traduciría tanto en el mundo de las viñetas como en el físico. Los editores tenían la décima planta, los ejecutivos la undécima, y Quesada y Palmiotti se alojaban en exclusiva en ese ático misterioso que se habían encargado incluso de rediseñar a su gusto. Pero, al mismo tiempo, no querían romper lazos con la Marvel editorial. No en vano, Quesada visitó la oficina de Harras en variadas ocasiones, pero el editor en jefe nunca enseñó su rostro en la cúpula de los “chicos malos”. Unos chicos que iban tan en serio con este planteamiento que acabarían por heredar su puesto.
El lanzamiento de la línea, rodeado de expectación y atención mediática, sería reflejo perfecto de lo que estaba por venir a Marvel. Smith era el primer gran nombre de Hollywood en lanzar su propio cómic, lo que les había concedido suficiente publicidad en los medios de comunicación generalistas. La carrera en marketing de Quesada (que también dibujaba la etapa de Smith) y Palmiotti, por su parte, les había ayudado a levantar un plan que los lanzó de convención en convención, promocionándose al unísono en la revista Wizard y MTV. Entre fiestas y apariciones, el sello fue haciéndose un hueco en la percepción editorial, mientras que sus personajes ganaban un prestigio poco habitual en la Marvel de 1998. Quesada y Palmiotti se reunían con cineastas de alta alcurnia como Robert Rodriguez y John Singleton, y, si los guiones de Kevin Smith se retrasaban (algo que se tornaría en habitual), no pasaba nada. Tenían mayor libertad, tiempo y dinero. Mientras tanto, en los pisos de abajo, la compañía, sumida en el back-to-basic de Heroes Return que trataba de hacer borrón y cuenta nueva, seguía ahogada en la bancarrota.
Durante los casi tres años que duró esta primera hornada, habría de sumar a las cuatro series regulares originales –Daredevil, Pantera Negra, Inhumanos y Punisher– varias mini-series de culto como Marvel Boy, de Grant Morrison y J.G. Jones (quien además había dibujado una limitada sobre la Viuda Negra), donde el escocés daba una perspectiva posmoderna a una colección de conceptos de la Marvel más clásica; y El Vigía (Sentry), otro personaje de nuevo cuño con el que Paul Jenkins hacía todo un ejercicio de retro-continuidad. En series como Daredevil, por su parte, se aprovechaba el público ganado por Kevin Smith para tomar decisiones audaces, como las de contratar al artista David Mack y al experto en cómics policíacos Brian Michael Bendis, llamados a construir una de las más memorables etapas del hombre sin miedo. Poco a poco, autores como Morrison y Bendis comenzarían a colarse también por los títulos de la Marvel ‘convencional’. No cabía discusión: el sello MK había lanzado una nueva generación de autores Marvel que estaban para quedarse. Declaraciones tan esclarecedoras como éstas de Jenkins demuestran que esta insólita manera de hacer las cosas daría pie a un fértil creatividad, capaz de conjugar el prestigio y el poder, y que no volvería a repetirse dentro de las oficinas de la Casa de las Ideas ni fuera de ellas.
Daredevil vol. 2 #1-25, de Kevin Smith, Joe Quesada, David Mack, Bob Gale y Brian Michael Bendis
Y, como ya hemos comentado, se eligió a Daredevil de título bandera del sello. Los tiempos en los que la colección había cosechado una popularidad (y buenas críticas, no lo olvidemos) sin precedentes a manos de Frank Miller habían quedado atrás. A pesar de algunas interesantes etapas que la habían continuado, como las de Ann Nocenti y Karl Kesel, entre otras, Daredevil languidecía aun siendo un personaje de culto. Kevin Smith, acompañado del propio Quesada al dibujo, firmó una breve (apenas siete números, relanzando la serie con un nuevo número uno) pero memorable saga que revitalizó a Matt Murdock y su mundo de cara al siglo XXI, volviendo a captar la atención de público y crítica. A pesar de caer en el recurso fácil de abundar en el lado atormentado del protagonista machacándole con desgracias, (una tradición vigente con Daredevil hasta hace relativamente poco) y de una resolución algo tramposa, la caracterización e inteligentes diálogos de Smith unidos a los dibujos de Quesada dotaron a la serie del cuernecitos de un impulso notable.
Este empuje fue necesario para crear una inercia y mantener la colección a flote durante los siguientes números. La marcha de Smith y su sustitución a los guiones por David Mack dieron lugar a otra etapa, caracterizada por la introspección y los experimentos con la puesta en escena de las páginas, en la que pudimos asistir a la primera aparición de Maya Lopez, Echo. Después, Mack pasó a dibujar y el apartado gráfico se vio enormemente potenciado por las bellas ilustraciones y la lírica narrativa del autor de Kabuki. Mack contaba con unos seductores guiones de un Brian Michael Bendis que tocaba por primera vez al diablo defensor de Hell’s kitchen en su colección regular (tras su paso por la mediocre miniserie Daredevil:Ninja) y en los que ya demostraba no saber demasiado de continuidad Marvel. Que se lo pregunten al villano Rana saltarina y a su hijo.
Del número 20 al 25, Bob Gale, (co-escritor de Regreso al futuro junto con Robert Zemeckis), nos contó acompañado por Phil Winslade a los lápices un proceso legal en el que Daredevil resultaba demandado en los tribunales por daños a la propiedad. A pesar de su tramposa resolución (una vez más, que los misterios a resolver tengan explicaciones basadas en hipnotismo, ilusiones y control mental demuestra defraudar), no se puede negar que esta exploración de las implicaciones de las actividades y ética de los superhéroes sobre la gente de a pie tenía cierto atractivo.
Pero el interés del público iba diluyéndose poco a poco. La serie parecía sin rumbo, incluso con la calidad de los autores involucrados y de sus historias, tal vez debido precisamente a sus constantes relevos. Y tuvo que volver Bendis, colaborando esta vez con Alex Maleev para dar lugar a una larga etapa que dejase autentica huella en la historia del personaje.
Los Inhumanos vol. 2 #1-12, de Paul Jenkins y Jae Lee
Paul Jenkins, escritor venido del Hellblazer de Vertigo-DC, hizo su desembarco en Marvel con esta maxiserie de 12 números que redefinió la óptica desde la que ver a los habitantes de Attilan, y muy especialmente a su familia real. Ganadora de un premio Eisner a la mejor nueva serie en 1999, Jenkins tejió una historia en la que lo importante no era tanto lo que se narraba, sino cómo se hacía, con ese sobrio acercamiento edificado sobre lo ya conocido a la personalidad de los protagonistas, aplicándoles nuevas capas, nuevos ángulos. La alegoría sobre una cultura ajena al mundo exterior del siglo XX basada en la distinción de castas y el ritual de madurez, una metáfora siempre presente pero pocas veces explotada, es desarrollada en estas páginas en las que la tenebrosa atmósfera es fundamental para definir su disfrute.
Y es que, claro, Jenkins no estaba solo a la hora de establecerla, sino que contó con un colaborador de lujo. Los lectores de Marvel pudieron reencontrarse aquí con un Jae Lee que tras su paso por Image había dejado atrás la hipertrofia que le había caracterizado y se encontraba en estado de gracia. Lee desplegó aquí por primera vez en un cómic de la casa de las ideas su estilizado, oscuro y elegante estilo, del cual ya había dado muestra en la lamentablemente, inconclusa y tremendamente interesante segunda parte de Hellshock (la primera es bastante del montón, un pastiche noventero más del Cuervo de James O’Barr), su proyecto personal para Image.
En sus fechas de publicación, los aficionados asistían mes a mes atónitos a lo bien que funcionaba un uso tan, digamos sofisticado, de conceptos coloristas de Kirby de los años 60 bajo un prisma tan distinto, sin traicionarlos con reinvenciones escatológicas mediante retrocontinuidad. Es cierto que se va edificando una tensión episodio a episodio que no termina de explotar y que el final resulta un tanto anticlimático. Y aunque hoy por hoy su lectura y atmósfera le puedan resultar rutinarias al lector recién llegado, acostumbrado a un tono así ya como algo habitual en muchas esquinas del universo Marvel desde hace ya tiempo, esta es una de las obras que allanó ese camino y que resultaron realmente rupturistas en su momento.
Pantera Negra vol. 3 #1-12, de Christopher Priest y Mark Texeira
Y, usando también personajes regios nacidos en la mejor etapa de Stan Lee y Jack Kirby en los Cuatro Fantásticos, Christopher Priest nos ofreció esta colección abierta que de nuevo nos dejó atónitos. El escritor anteriormente conocido como James C. Owlsley, una de las voces afroamericanas más relevantes de la industria, decidió que era necesario que el primer superhéroe de color de la historia tuviese la importancia y la molonidad debida.
Así, reinventó al monarca de Wakanda como nunca se le había visto, no solo como un honorable y respetado luchador, sino también abundando en un aspecto del personaje que parece mentira que tan a menudo se pase por alto: el de una de las personas más inteligentes del Universo Marvel . T’Challa aquí siempre tenía un plan, como si fuese una suerte del Batman de la competencia, lo cual unido al uso de artefactos de alta tecnología (una característica que muchos escritores también parecían olvidar y que limitaba bastante las capacidades de Pantera Negra), le permitía enfrentarse a pesos pesados como Mefisto.
Pero la tónica del título no era exclusivamente cósmica ni mística, ni mucho menos, sino más bien urbana, con un aspecto visual impactante debido a Mark Texeira. Éste le devolvió la capa que lucía en sus primeras apariciones y le dotó de esos ornamentos metálicos dorados que dan contraste a su imagen monocroma. El color era sensacional, pero Texeira solo duró seis números a bordo, y fue sustituido por Joe Jusko, Mike Manley y Mark Bright, entrando la colección en un declive paulatino del apartado gráfico.
Pero los guiones seguían ahí:, los impagables e inolvidables secundarios (Everett K Ross, las Dora Milaje, Zuri…), la narrativa no linear con títulos en cada escena a lo Pulp Fiction… y las sombras, además de la luces de un T’Challa que revelaba un lado tristemente poco honorable con sus aliados los Vengadores. La interesante y bien hilada trama que aunaba una acción frenética con un thriller político de Priest vio su continuación cuando la serie se incorporó a la línea ‘normal’ de Marvel, y aunque tuvo después también bastantes aciertos, los episodios que se ganaron la admiración de la crítica, a pesar de las discretas ventas y los pronósticos de luminarias como Chris Claremont (que vaticinó, parece ser que con cierto desprecio, que la colección no llegaría ni al número seis), fueron estos.
Punisher vol. 4 #1-12, Punisher vol. 5 #1-37, de Garth Ennis y Steve Dillon
Aunque hoy parezca increíble, los responsables de Marvel Knights no dieron con su versión perfecta para El Castigador hasta el segundo intento. Con el lanzamiento de la línea, Tom Sniegoski, Christopher Golden y el dibujante Berni Wrightson (casi lo único reseñable del experimento)trataron de relanzar a Punisher en una serie que, al final, se convirtió en una limitada de cuatro números, Punisher: Purgatory, donde Castle tenía que hacer frente a una serie de sucesos sobrenaturales.
No fue hasta el 2000, cuando Quesada pensó en el rompedor equipo creativo de Predicador, Garth Ennis y Steve Dillon, para diseñar al Punisher definitivo, el que influyó en todo lo que el personaje hizo después. En 12 números, este cuarto volumen dedicado al justiciero de la calavera, con un aire todavía más tenebroso que cualquier otra serie de la línea, seguía la estrategia de Daredevil de volver a traer a sus protagonistas al mundo real. Ennis se cargó de golpe y porrazo los conceptos más ‘superheroicos’ y fantásticos que no le convencían -los ángeles-, para convertir la cabecera en una mirada salvaje y real de los bajos fondos de Nueva York , de las familias del crimen, y de la guerra contra las drogas.
Ya sin su dibujante, el quinto volumen, en 2005, mantuvo la misma tónica a lo largo de 37 números. Durante la larga etapa, lograron crear lo que pocos autores del personaje habían logrado, todo un sub-universo personal a su alrededor, con secundarios, escenarios y villanos propios. A partir de 2004, Ennis trasladó a Castle a la línea Max, donde se deshizo de cualquier vestigio de continuidad que se apreciara para dedicarse a narrar durante 60 números las historias reales que revolotearan por los periódicos (armas, contrabando, trata de humanos, prostitución, guerra…) y que despertaran su imaginación. Todavía más salvaje y sangriento. Sin lugar a duda, uno de los grandes clásicos modernos de la Marvel del siglo XXI. Las icónicas portadas de Tim Bradstreet lo acompañaron durante toda su andadura.
Marvel Boy #1-6, de Grant Morrison y J.G. Jones
Marvel Boy, un personaje de nuevo cuño sin relación con el héroe de los años 50, es un Kree con funciones diplomáticas que atraviesa millones de dimensiones alternativas camino a casa. Tras sufrir el ataque de un multimillonario obsesionado con la adquisición de poderes, Noh-Varr acaba en una Tierra parecida a la 616, donde declara la guerra a todos los habitantes.
La colección fue fruto de lo que Grant Morrison consideró un “retiro de seis meses” del mundo del cómic, y que supuso que solo escribiese esta limitada, la novela The If y una o dos ideas para películas. Sobre No-Varr, el autor escocés afirmo que era su «intento de crear un personaje insignia para Marvel. También estoy intentado huir del nostálgico estilo ‘retro’ que actualmente dominan los tebeos, así que aparte del nombre y del respeto hacia el trabajo de Bill Everett [escritor de Namor: The Sub-Mariner], esto es algo completamente fresco y que mira hacia el futuro. Es como un arcade punk con una banda sonora de Atari Teenage Riot y el trabajo más deslumbrante de J. G. Jones que jamás hayas visto. Estoy disfrutando de muy buenos momentos en el cómic y espero que éste establezca nuevas tendencias para el inicio del Siglo XXI«.
Morrison se atrevió incluso a incluir a Marvel en esta crítica a la globalización y el consumismo, aunque reconociendo que le hubiera sido imposible contar la misma historia solo dos años después, bajo algo que no fuera el ultra-protegido sello de Quesada y Palmiotti. Su fantasía definitiva del poder adolescente se convirtió en un éxito de culto inmediato y le abrió las puertas de la gran franquicia Marvel, los X-Men, donde podría poner boca-abajo el universo mutante.
Su joven protagonista, y los conceptos que le rodeaban, gozaron también del abrazo de la Marvel convencional, y, tras su participación en Guerra Civil (donde se cruzó con Runaways y Jóvenes Vengadores) e Invasión Secreta, Noh-Varr fue establecido definitivamente en el universo de la editorial. Primero en los Vengadores Oscuros de Norman Osborn y más tarde como miembro oficial de Los Vengadores de Bendis en La Edad Heróica, Marvel Boy ya es un personaje insignia. Su bautizo de fuego lo ha acabado de dar como carismático Peter Pan chulo-playa y musiquero en la muy morrisoniana Jóvenes Vengadores de Kieron Gillen y Jamie McKelvie.
Sentry #1-5, Sentry: Fantastic Four, X-men, Spiderman, Hulk & The Void, de Paul Jenkins y Jae Lee
Sentry es, junto con Marvel Boy, el único personaje original que la línea lanzó en su primera etapa. Otro superhéroe que utilizaba la longeva historia Marvel para darle un giro retorcido y oscuro. Creado por Paul Jenkins, Sentry (El Vigía en España) fue concebido como una especie de Superman marvelita luchando contra todo tipo de adicciones y psicopatías. El artista y guionista Rick Veitch fue quien dio la idea de fusionar el personaje, una especie de guardián, con las diferentes épocas de Marvel desde los años 40, concediendo un estilo artístico diferente a cada una de las eras por las que viajara.
El truco era que un tremendo suceso habría llevado a todo el Universo Marvel a borrar su existencia de la memoria de todos, la de él -Bob Reynolds- incluida. Una miniserie llena de metatextualidad dibujada por un Jae Lee en estado de gracia recién salido de Inhumanos. Para su lanzamiento, MK incluso se atrevió a jugar con el marketing en un artículo de Wizard donde se aseguraba que El Vigía era un personaje previo a la creación de los Cuatro Fantásticos, recuperado desde Startling Stories #17 de 1961. Supuestamente, dichos bocetos redescubiertos habían sido creados por Stan Lee y Artie Rosen.
A la limitada de cinco números del 2000 le siguió una serie de números únicos interconectados donde el desconocido se cruzaba con los héroes de distintas épocas, los 4F, Hulk, Spiderman y los X-men. Diferentes artistas dieron su visión retro de la historia, para concluir el relato con Jae Lee en un número especial donde Sentry se enfrentaba al que se convertiría en su antagonista, El Vacío. Tras este concluso final, el Vigía parecía haber desaparecido. Al menos hasta el momento en el que Brian Michael Bendis lo convirtió en uno de los miembros clave de Nuevos Vengadores.
Desde entonces, habiendo pasado por variadas re-imaginaciones, ha tenido una importancia vital en los engranajes del universo compartido, incluso ahora que está muerto. Jenkins aprovechó 2005 para lanzar un segundo volumen ya fuera de la línea MK.
Viuda Negra #1-3, de Devin Grayson y J.G. Jones
Sacada directamente de su aparición en el Daredevil de Kevin Smith, Natasha Romanova protagonizó un miniserie de tres episodios (retitulada posteriormente como The itsy-bitsy spider, el nombre una canción infantil norteamericana) en la que el tono de acción desenfrenada y espionaje sucio usando personajes Marvel precede, salvando las distancias, al posterior y popular trabajo de Ed Brubaker en Capitán América.
Devin K Grayson, una notable guionista (que lamentablemente fue más conocida por su noviazgo con Mark Waid y a la que hace tiempo que henos dejado de ver en el mundo del cómic) lanzó a la hoy en día archiconocida miembro de los Vengadores a un thriller a largo de varias localizaciones internacionales, en el que estaba de fondo el tema de las relaciones y fricciones entre el espionaje Ruso y Norteamericano tras la guerra fría y antes del 11-S. En ese ambiente, la antigua agente soviética desertada a los Estados Unidos, a los Vengadores y a SHIELD, conoce por primera vez a la sustituta que la agencia rusa La habitación roja ha puesto en su lugar como nueva Viuda negra: la avasalladora joven Yelena Belova, ansiosa por demostrar su superioridad en el cargo respecto a su antecesora.
La escritora contó que para este proyecto Kurt Busiek le asesoró, que Joe Kelly dejó caer alguna idea, y que se usó a propósito la narración en primera persona que Grayson, acostumbraba a emplearla en Catwoman, para así mostrar el carácter melancólico, distante y espartano de la protagonista. La dinámica de estos tres números, en los que la gelidez a punto de quebrarse de una Natasha que se enfrenta a una profunda crisis personal contrasta con la experiencia de blockbuster de cine de acción, encontró una perfecta compañía en el soberbio trabajo de JG Jones, en una de sus primeras incursiones dibujando para las majors Estadounidenses. En resumen, un gran cómic de acción, sin demasiadas pretensiones pero con oficio.
El personaje de Yelena, además, quedó para la historia conectada del sello. La viuda rubia había sido como invitada especial en Los Inhumanos de Jenkins, y volvería a enfrentarse a Natasha en la miniserie de tres números Black Widow: Breakdown, escrita por Greg Rucka en 2001. También se asomó, a su vez, por la serie regular -que solo duró seis números- que MK acabó dando a la Viuda en 2004, capitaneada por Richard K. Morgan y Bill Sienkiewicz. Este último escritor acabó llevando la batuta, con la ayuda de Sean Phillips, de la cuarta -y última- limitada que Natasha tuvo bajo el sello MK, ya en la última etapa en 2005.
Marvel Knights #1-15, Marvel Knights vol. 2 #1-3, de Chuck Dixon y Ed Barreto
Dado el carácter auto-conclusivo y oscuro de la línea, tener un equipo de super-héroes Marvel Knights parecía un concepto algo anacrónico. Había que aprovechar, no obstante, la buena recepción para conseguir que los lectores que acudían en masa a Daredevil -muchos de ellos curiosos empujados por la promoción- se interesaran por otros rincones del universo. Así, en el 2000, nació este equipo callejero que, si bien nunca recibió el nombre de caballeros Marvel en las viñetas, cumplió ese lugar en las estanterías. El grupo sin nombre del hombre sin miedo resultó una suerte de lo que Brian Bendis haría años más tarde con Nuevos Vengadores.
Para llevar a cabo esta labor, además, contaron con Chuck Dixon, guionista, que, al contrario de muchos de sus compañeros del sello, tenía una larga historia con los supertipos más clásicos, pero sobre todo con Punisher. Era precisamente Castle quien, superado por una masacre a la mafia rusa, recomienda a Daredevil -en una estrategia bastante alejada del personaje- formar una alineación callejera para investigar el suceso. Murdock da en los barrios neoyorquinos con su ex la Viuda Negra, Puñal (a la que más tarde se une Capa tras dar un poco de guerra) y Shang-Chi.
Juntos se enfrentan a amenazas a las que no están acostumbrados, como Ulik, Fu Manchú o incluso el crossover Maximun Security, y a antiguos enemigos comunes. Con el paso de los números se fueron uniendo a las filas el Caballero Oscuro (con quien Dixon también compartía historia) y Luke Cage. El Castigador, a su vez, se acabó convirtiendo en el foco del grupo, el enemigo al que deben dar caza. Tras la clasicista primera temporada de 15 números, el segundo volumen de solo seis, ya bajo el mando de Stuart Moore, trató de casar mejor con la oscuridad de la línea. John Figueroa y Alberto Ponticelli (de dibujo menos claro y sucio) pusieron de nuevo a trabajar juntos a Matt, Natasha y Frank, a regañadientes, contra una mafiosa europea, controlada por el mayordomo, adicta a la cirugía plástica y que ha ascendido en el hampa aprovechando la ausencia del Kingpin narrada en Daredevil.
Tanto revuelo había causado la manera de hacer las cosas de Marvel Knights, que, solo dos años y medio después de ser contratado por la editorial, Joe Quesada acabó ascendiendo hasta el que era su objetivo inicial: sustituir a Bob Harras en la posición de editor en jefe. El creador de Azrael dio carpetazo tanto a su carrera artística como a la de la editorial Event Comics para dedicarse en cuerpo y alma a la marca de Stan Lee, convirtiéndose en el primer dibujante en ostentar esta posición. Con sus obligados altibajos, y una fidelidad a la marca casi insólita (tras casi 11 años como director sigue teniendo en 2014 un puesto afincado, ahora en la sección de ‘Entertainment’ en Hollywood), Quesada trasladó hasta los mimbres del Universo conectado todo lo que había aprendido en su andadura anterior. El marketing estaba ahora a la orden del día, tanto en medios de comunicación especializados como en generalistas, para los que se guardaban los grandes anuncios y sorpresas. Ya no era raro, por otra parte, que Marvel bebiese de guionistas televisivos y autores independientes para crear una nueva cantera. En su primera etapa, además, se premiaban los proyectos sin demasiada continuidad y auto-contenidos guiados por la visión de un autor concreto.
MK, por otro lado, quedó en las manos de Stuart Moore, editor fundacional de Vertigo que trató de respetar los mimbres, pero multiplicando al mismo tiempo el número de series de la línea. Dar un significado más abierto a lo que significaba formar parte de Marvel Knights. Su principal tarea se convirtió casi desde el principio en estabilizar Daredevil, serie que pese a haberse convertido en el gran emblema de la línea, sufría de constantes retrasos. Primero en la corta etapa de Kevin Smith y después con David Mack. La solución: convertir a Brian Michael Bendis -hombre de confianza de Quesada que había ayudado a lanzar la línea Ultimate y Max– en el nuevo guionista, tras su prueba de fuego en la limitada Daredevil: Ninja y un arco para la serie regular. Así, la serie llegó a probar las mieles del éxito que no disfrutaba casi desde la época de Frank Miller. Junto a ella, el Punisher de Garth Ennis y Steve Dillon se había convertido en todo un éxito de culto, a punto de abrir su quinto volumen. La serie se mantendría bajo MK, hasta que el guionista y la editorial decidieran trasladar al anti-héroe hasta la línea Max, donde desarrollar todavía más su vena «adulta». Pantera Negra también lanzó un polémico nuevo volumen, ahora con Reginald Hudlin -otro nombre del audiovisual- a la cabeza. Jenkins, por su parte, volvía acercarse a El Vigía mediante una serie de one-shots que lo cruzaban con héroes más famosos; mientras que la Viuda Negra -tanto rubia como pelirroja- tenía la oportunidad de volver a probar suerte con una nueva limitada, ahora a cargo de Greg Rucka.
Pero la perspectiva de Moore iba mucho más allá. 2004 dio la expansión definitiva de Marvel Knights. Ya no era necesario el concepto de anti-héroe para entrar en la línea. Era el momento de abrir la puerta a otros héroes ‘más populares’. De este modo, a una mini-serie de Los 4 Fantásticos guionizada por Grant Morrison le siguió una serie regular a cargo de Roberto Aguirre-Sacasa donde explorar el lado mágico y tenebroso de la primera familia. Ya convertido en uno de los escritores más punteros de la editorial, Mark Millar, asimismo, se atrevió a desarrollar la galería de villanos de Spider-Man en una nueva serie regular del trepamuros. Los mutantes, a su vez, se adentraban en la oscuridad, de la mano del nuevo -y muy noir– barrio mutie, con Madrox y Distrito X como el ejemplo perfecto. Otras series ya establecidas como el Hulk de Bruce Jones -seis números antes del regreso de Peter David-, X-Statix de Mike Allred o el Lobezno de Rucka simplemente heredaron el sello, aunque fuera durante un corto periodo. Esta sobre-explotación lo llevó a alcanzar su culmen, para darse de bruces con el suelo de manera súbita, en cuestión de un par de años.
Jeph Loeb y Tim Sale, por su parte, utilizaron esta plataforma para lanzar una serie de títulos ‘de colores’ que daban una vuelta de tuerca al origen de algunos de sus héroes favoritos. Así, a Daredevil: Yellow siguieron Hulk: Grey, Spider-Man: Blue y Captain America: White, ya en 2008 y con otra dirección de Marvel Knights. Asimismo, Neil Gaiman tuvo aquí la perfecta plataforma para lanzar su Marvel de 1602, e incluso la línea 2099 trató de relanzarse, sin éxito, de la mano del sello.
Poco a poco, Moore se fue alejando de su labor editorial para centrarse en su carrera como escritor, cediendo sus labores al frente de MK a un grupo de editores separados por líneas. Era el momento de enfrentarse a un cambio y reinvención. Tan rápido como había rozado el éxito, el prestigio y las ventas de la línea se comenzaban a esfumar.
Con Joe Quesada en la cabeza de la Marvel generalista, a partir del 2000 Marvel Knights dejó de ser ese pequeño sello de prestigio solo reservado para anti-héroes y autores venidos del mundo independiente. La linea se había convertido en toda una operación con varios editores que llegaba a todos los rincones del Universo Marvel. La nueva MK quería dar una visión diferente, adulta y no tan apegada a la continuidad de héroes como Spiderman, Los 4 Fantásticos, Hulk y los mutantes. Nombres como los de J. Michael Straczynski, Mark Millar, David Hine, Frank Cho, Greg Rucka e incluso Neil Gaiman se unieron a la prestigiosa lista de autores envueltos con el todavía prometedor proyecto. Camino a 2006, sin embargo, la línea fue muriendo de éxito, en una editorial dirigida por su precursor donde su planteamiento había dejado de ser lo excepcional para convertirse en norma. Las series más maduras (Punisher, Alias, La Viuda Negra de Rucka…) se encontraban más cómodas bajo el sello MAX, sin censuras de ningún tipo. A mediados de década, y con las series regulares preparadas para renumerar sin necesidad de este paraguas editorial, había llegado el momento de cambiar el propósito originario.
Daredevil vol. 2 #26-81, de Brian Michael Bendis, Alex Maleev y David Mack
Tras los vaivenes que hicieron peligrar la colección del Hombre sin Miedo tras la marcha de Kevin Smith y Joe Quesada, ésta encontró por fin su rumbo con los guiones de Brian Michael Bendis y el arte de Alex Maleev. Juntos firmaron una de las escasas etapas que rivalizan con la de Frank Miller a la hora de señalar como la definitiva del personaje.
Bendis, con su decompressive storytelling, y Maleev con su oscuro, realista, urbano y sórdido apartado gráfico, relataron sólidamente durante más de cincuenta números, en clave de serie negra moderna con tintes superheroicos, la historia de cómo se hace pública la identidad de Matt Murdock como Daredevil y las consecuencias de tal filtración. Mostrándonos algunos de los recovecos más mundanos y burocráticos de aspectos del Universo Marvel, que nunca se nos habían enseñado pero que por fuerza deben estar ahí, pudimos asistir a la caída de Kingpin como señor del hampa y a una solida crónica de cómo el bajo mundo se comportaba fluctuando según este vacío de poder. Incluso vimos como Matt trataba de ocuparlo para proteger su barriada de Hell’s Kitchen, una proclama que marcaría definitivamente su descenso en una espiral que acabaría con él en la cárcel, teniendo que afrontar sus cuestionables decisiones y el acoso de un FBI movido por intereses políticos, obsesiones personales y maquinaria burocrática, pocas veces por la justicia.
Y así, de forma cruel, fue como se despidió Bendis del personaje que inició su ascenso al estrellato en la editorial, dejándolo en las eficaces manos de Ed Brubaker, que siguió torturando al pobre Matt ya fuera del sello Marvel Knights.
Daredevil: Amarillo / Hulk: Gris / Spiderman: Azul / Capitán América: Blanco, de Jeph Loeb y Tim Sale
Considerando que el artista Tim Sale es daltónico de nacimiento, resulta paradójico que se encargase (junto a su colaborador habitual en varios notables trabajos con Batman y Superman, Jeph Loeb) de estas miniseries en las que se relacionaba temáticamente a un color con una etapa clásica de un conocido personaje de Marvel. De este modo, Daredevil:Yellow, la primera de todas, nos mostraba los primeros días de Matt Murdock en su carrera superheroica, cuando vestía ese primer traje predominantemente amarillo. El juego de palabras de Yellow (que inglés significa tanto amarillo como cobarde, irónico al aplicarse a quien es conocido como El Hombre sin miedo) no fue muy explorado por el guión de Loeb, y aunque no es uno de esos trabajos lamentables que a veces firma (Tim Sale parece sacar siempre lo mejor del escritor), resulta simplemente correcto en comparación con la belleza del dibujo.
Es ya en Spiderman: Blue, donde el guionista nos recuerda que a veces puede sorprendernos y ofrecer historias maravillosas. Si en Yellow había hecho que el relato fuese contado en forma de una carta de Matt Murdock a su fallecida amada Karen Page, Loeb decide que ese monologo con un difunto es la mayor fuerza de aquella narración y que repetirá el recurso, que será lo que tengan en común de algún modo estas miniseries, aparte del juego de palabras temático sobre el color, el cual reforzará. Y así, ya que blue es tanto azul como tristeza en inglés, Loeb aprovecha y lanza una nueva y nostálgica visión acerca de la etapa dorada (números 40 al 49 de Amazing Spiderman), de Stan Lee y John Romita Senior al frente de la colección del trepamuros. Nos encontramos a Peter en la actualidad (la del momento de publicación de la obra, a principios de siglo XXI), grabando una cinta de audio dirigiéndose a la desaparecida Gwen Stacy y recordando aquellos felices tiempos de juventud cuando su primer amor seguía vivo y combatía a sus coloristas villanos clásicos. Si en Yellow el trabajo de Sale se imponía de largo al de Loeb, en Spiderman:Blue, ambos están a la misma altura, geniales.
En Hulk: Gray, Bruce Banner habla sobre su por aquel entonces difunta esposa, Betty Ross (ah, el Universo Marvel y sus giros…) en una sesión de psicoanálisis con el doctor Leonard Samson. Volvemos a visitar las primeras 48 horas tras la detonación de la bomba Gamma (y su consecuente transformación en la Masa) y examinamos cómo era su relación con el resto de secundarios de la serie en aquellos entonces: la amistad con Rick Jones, la animosidad del General Ross… Incluso asistimos a un apócrifo primer encuentro con Iron man. El juego de palabras cromático viene en esta ocasión tanto por el color de la piel del protagonista, como por la idea de que nada a nivel moral es puramente bueno o malo, en blanco y negro, sino más bien dentro de espectro tonal de grises. Justo como la naturaleza de Hulk, por un lado un héroe dada su bondadosa naturaleza y por otro un peligroso monstruo debido a su poder, su ira y su incapacidad de comprender las devastadoras consecuencias de sus actos. Sin embargo, el juego empieza a dar señales de agotamiento. Tampoco es que podamos encontrarle mayores defectos al cómic más allá de un perdonable anacronismo: el breve intervalo en sus orígenes en el que lució piel gris, Hulk no tenía la personalidad que aquí aparece, la de bien intencionado pero incomprendido salvaje de vocabulario limitado, sino que era el perverso lado oscuro de la psique de Bruce Banner, llevado a acciones heroicas casi por accidente. No, el problema no es ese, y lo cierto es que las virtudes que se daban en Spiderman: Blue siguen aquí presentes. Sin duda este trabajo de Loeb con el personaje es infinitamente mejor que su posterior etapa con Ed McGuinness. Las últimas páginas en blanco, negro y verde además son realmente memorables, precedidas por una escalofriante revelación sobre la naturaleza del atractivo que Betty sentía por Bruce. Pero en realidad, lamentablemente todo ya nos suena y no nos resulta fresco.
Un proyecto adicional fue anunciado, pero su publicación nunca terminó cristalizando. Captain America: White iba a contarnos los recuerdos que Steve Rogers tenía sobre la segunda guerra mundial y la relación con su camarada Bucky en aquellos años. Tim Sale afirmó estar haciendo mucha investigación para el aspecto gráfico de una obra ubicada en esa contienda, pero no se pasó de publicar un número cero (cuya salida se publicitó para el 4 de Julio de 2008 para coincidir con la celebración de la fiesta nacional norteamericana, retrasándose finalmente una semana respecto a esta fecha ) en el que se incluía solo 16 páginas de historieta, siendo el resto bocetos de Sale y una entrevista con ambos autores. Los fans siguieron clamando pidiendo la aparición del título, pero el tiempo fue pasando y poco a poco Captain America: White cayó en el olvido, víctima de los retrasos debidos a la agenda del dibujante, para terminar desapareciendo de cualquier horizonte de publicación con los años.
1602, de Neil Gaiman y Andy Kubert
1602 puede considerarse como una obra menor en la carrera de Neil Gaiman -algo que ya es decir mucho, en comparación con otros-, guionista que regresaba al cómic tras un lustro de ausencia. La mini-serie que sitúa a los héroes Marvel en los primeros días de unos Estados Unidos incipientes es, sin embargo, un What if? de lo más curioso e imaginativo. Sir Nicholas Fury, Peter Parquagh, el Inquisidor español Enrique (Magneto), el indio Rojhaz (Steve Rogers) o la escuela de Brujería -mutantes- eran solo algunos de los extravagantes personajes que galopaban a caballo entre el viejo y el nuevo Continente, y por donde también se asomaba un personaje histórico de postín como la Reina Isabel I. Todo acompañado por los dibujos de otra estrella de las viñetas que se prodiga poco como Andy Kubert.
Mucho menos mencionables son, por el contrario, las colecciones spin-off y continuaciones que llegaron después, y por las que, como era de esperar, Gaiman nunca apareció. Las ganancias de la serie, por suerte, sirvieron para que Gaiman pudiera financiar parte de la lucha para recuperar los derechos de MarvelMan. Una puerta abierta para que el creador de Sandman volviese a Marvel, aunque fuera de modo indirecto.
Elektra vol. 2 #1-22, de Brian Michael Bendis, Chuck Austen, Greg Rucka y Carlo Pagulayan
Elektra es un personaje difícil de escribir. Aparte de su creador Frank Miller, que tomo elementos de la Sand Sareff de Will Eisner, de las tragedias griegas y de la moda de las artes marciales de los años setenta para concebirla, pocos han sabido dar en el clavo con ella. A la hora de caracterizarla de forma correcta al tiempo que hacerla vivir aventuras suficientemente interesantes como para sustentar una colección propia, a menudo uno o varios elementos terminan fallando. Esta serie, a pesar de los reputados escritores con los que cuenta, lamentablemente no es una de esas excepciones.
Bendis tenía inicialmente algunas ideas tan extravagantes como hacer que la protagonista muriese en cada episodio (como el Kenny de South Park, declaraba) pero por suerte finalmente las descarto. Y aunque acertó con la forma de narrar y presentando la personalidad de Natchios, aquella historia sobre una invasión de Irak en el universo Marvel que precedió a la del mundo real resulta floja. Tampoco el inteligente uso de elementos como SHIELD, sus SDVs, Hydra o la llave de Escorpio consigue levantar la trama. Pero además de detalles como la desastrosa aparición del Samurai de plata, es que el de Cleveland tuvo la desgracia de contar con los dibujos de Chuck Austen, y lo cierto es que las bellas portadas de Greg Horn evocaban más a una dulce y voluptuosa modelo californiana que al sutil y letal atractivo de Elektra.
Con la llegada de Greg Rucka, el apartado artístico mejoró algo, pero, a cambio éste se volvió algo inestable y fue el guionista el que firmó uno de los trabajos más flojos de su carrera. Una premisa a priori interesante, embarcar a la protagonista en un camino de redención tras afrontar las consecuencias de una vida de adicción a la violencia, terminó con resultados ridículos.
Fue ya con la salida del sello Marvel Knights, a partir del número 23, cuando Robert Rodi escribió los mejores momentos de la colección, menos pretenciosos pero más dignos. Su oficio, combinado con el arte del algo estático Sean Chen y las magnificas portadas de un Bill Sienkiewicz que volvió así a tocar al personaje, no salvaron a la serie justo cuando empezaba a despegar, y quedó cancelada en su trigésimo quinta entrega. Una pena, la verdad.
Capitán América vol. 4 #1-28, de John Ney Rieber, John Cassaday, Chuck Austen, Jae Lee, Robert Morales, Chris Bachalo y Dave Gibbons
Inmediatamente después del ataque terrorista del 11-S, la A de América en la capucha del Capitán América se veía obligada a cambiar su significado. Su salto a Marvel Knights, llevaban a cambiar de arriba a abajo el mundo de Steve Rogers. Los grandes villanos casi caricaturescos de la política y la historia dejaban paso a una mirada más realista y cínica del mundo contemporáneo y el sueño americano. La desconfianza y el pesimismo frente al Gobierno y los EEUU se convertían en idea principal de este nuevo Capi, más intimista, que debía luchar contra la amenaza islámica, los prejuicios de los estadounidenses sobre sus conciudadanos diferentes y las desavenencias en la agencia de espionaje SHIELD. Rogers, desenmascarado, se convertía en una ciudadano y los ciudadanos se convertían en los héroes. El mensaje patriótico estaba muy vivo, a veces rozando cierta incomodidad para los foráneos.
El casi desconocido John Ney Rieber (Transformers, G.I. Joe) se unía en los lápices a un John Cassaday, que daba vida a la serie y que la ponía gracias a sus dibujos por encima de la media. La narrativa del futuro creador de Astonishing X-men era clara, moderna y creativa. La pareja, que marcó indudablemente el camino que tomaría años más tarde Ed Brubaker, no duró en el título ni tres arcos argumentales. La irregularidad se convirtió en la tónica de la continuación
Chuck Austen tomó las riendas para devolver a la serie sus raíces más clásicas y los villanos más famosos. Sus números resultaron tan típicos e impersonales como toda su historia en la industria, pese a estar acompañado de un dibujante ya veterano en la línea como Jae Lee, que como de costumbre apostaba por la oscuridad. Tras un clasicista arco escrito por Dave Gibbons (Watchmen), que sumergía al héroe en un universo alternativo del 1964 controlado por Cráneo Rojo, el número 21 trajo a Robert Morales, quien, junto a Chris Bachalo, quiso volverlo a sumergir en el lado más humano y contemporáneo. Quien medio año antes había creado al Capitán América negro, decidió salpimentar su etapa con problemas tan palpables como Guantánamo y la paradoja que supone convertir al héroe en material de propaganda. El desencanto de Steve volvía a estar muy presente, aunque de nuevo muy influido por el ámbito de los super. La etapa terminaba de manera abrupta en el número 27, abriendo la puerta a Vengadores Desunidos y un cambio de status quo que llevaría al Capi a su mejor etapa, ya fuera de MK pero muy cercana a los propósitos de esta primera Marvel de Quesada.
MK: 4 #1-27, de Roberto Aguirre-Sacasa, Steve McNiven, Jim Muniz y Valentine De Landro
Después de aparecer por la línea en 2001 con una miniserie de 4 números de la mano de un potente equipo creativo formado por Grant Morrison y Jae Lee (dos Caballeros de Marvel con todas las de la ley), Los 4 Fantásticos aterrizaron definitivamente en MK durante 2004 con una serie regular que correría en paralelo a la cabecera principal. Roberto Aguirre-Sacasa decidió dar un giro a la familia de imaginautas, para tratar de huir de los conceptos de ciencia-ficción de Lee y Kirby en los que se habían bañado ya innumerables equipos creativos, desde John Byrne hasta Mark Waid.
El escritor venido del teatro ponía todo su foco en los conflictos y relaciones familiares de los miembros. La colección, dibujada por un desconocido -y ya espectacular- Steve McNiven, comenzaba con una propuesta insólita. El cuarteto se enfrentaba a la bancarrota, era desahuciado del Edificio Baxter, y cada uno de los miembros se veía obligado que ponerse a buscar trabajos de verdad. A partir de esta propuesta, el escritor comenzó a desarrollar la iconografía obligatoria de cada etapa: Namor, Pantera Negra, Muerte, el Hombre Imposible… Pero también números autoconclusivos -algunos divertidos, otros personales- que navegaban por el universo como un todo.
La andadura, que poco a poco fue perdiendo su rumbo y la regularidad artística, se reconvirtió con su número 28 simplemente a Four, para acabar desapareciendo con el 30. Nadie dijo que el mercado pudiera aguantar dos cabeceras de Los Cuatro Fantásticos durante mucho tiempo.
MK: Spiderman #1-22, de Mark Millar, Terry Dodson, Frank Cho, Reginald Hudlin y Billy Tan
En 2004, Mark Millar todavía tenía que probarse con el Universo Marvel tradicional. Tras triunfar con su visión de Ultimate, y particularmente de Los Ultimate, el escocés entró por la puerta del 616 de la mano de Marvel Knights: Spider-Man. La serie, tras la polémica Trouble, le dejaba practicar con los juguetes arácnidos, aunque sin necesidad de regirse por la continuidad de la cabecera madre. Como principal foco de atención, la excelente galería de villanos del redes que se dispuso a reformular desde la portada del número uno.
Acompañado por los Dodson y un nombre como el de Frank Cho para fill-ins, Millar tuvo espacio en sus 12 números para presentar su visión de Octopus, el Duende Verde, la Gata Negra, los mafiosos de los bajos fondos e incluso un nuevo Veneno (con Mac Gargan en su interior) que se mantuvo durante un largo tiempo en la continuidad. Como mandaban los objetivos originales de la línea, la historia fue autocontenida e independiente, hasta que, cuando marchó Millar, entró Reginald Hudlin , para convertirla en otra serie secundaria del tres al cuarto complemento de las aventuras de Spidey con Los Vengadores. El enfoque se acabó diluyendo -como había ocurrido con tantas series antes- y, con el 22, MK acabó regresando al manido Sensational Spider-Man.
Distrito X #1-14, de David Hine, David Yardin y Lan Medina
Siguiendo una de las ideas presentadas en los Nuevos X-men de Grant Morrison, la proliferación de mutantes hasta el punto de tener su propia barriada marginal dentro de Nueva York, David Hine nos presentó está serie de corte policíaco.
El escritor inglés, ayudado principalmente por Lan Medina a los lápices desarrolló la historia de Lucas Bishop, el hombre X venido del futuro, que aquí trabajaba para el FBI resolviendo casos criminales relacionados con el día a día en las vidas de los habitantes del susodicho Distrito X. Para ello contaba con la ayuda de un policía humano, un patrullero común asignado como su compañero. Sin embargo, afortunadamente el tono de la colección distaba de ser el de un frívolo buddy movie de un poli negro y otro cubano. La visión de miseria urbana, de drama policíaco moderno, estaba exenta de cualquier glamour, aun pasada por el filtro del cómic de superhéroes, o el de mutantes, si existe tal distinción.
Lamentablemente la serie no ofrecía mucho más que ese ambiente. Las tramas eran correctas, los personajes estaban definidos tridimensionalmente, se aprovechaba de forma inteligente las peculiares características de los habitantes del gueto para ofrecernos casos interesantes, tragedias domésticas, fricciones entre grupos sociales, prejuicios, dramas adolescentes, historias de mafias de barrio…pero algo le faltaba. Era como leer el Top Ten de Alan Moore (incluso había un personaje llamado Melek), pero sin esa chispa, ese genio, y por supuesto sin ese sentido del humor, cosa que por otra parte Hine no buscaba.
El dibujo de Medina, aunque muy eficaz, tal vez parecía demasiado superheroico como para enfatizar el ambiente de decadencia urbana que se pretendía describir. Apenas había interrelación con el resto del Universo Marvel (alguna aparición del coronel Alexei Vazhin, el Nick Furia ruso y la del propio Bishop) y eso finalmente jugó en su contra. En el número 14, con fecha de portada de 2005, la serie fue cerrada. De nuevo, una lástima: tal vez con tiempo la colección hubiese podido asentarse y servir de plataforma para una gran obra. Nos queda la muy agradable lectura de esos episodios.
Madrox #1-5, de Peter David y Pablo Raimondi
Dale limones y Peter David te hará batido de chocolate. El nuevo Distrito Mutante abrió un mundo de posibilidades al guionista para volver a dar una vuelta de tuerca más a algunos de sus personajes favoritos, pero con la originalidad que habitualmente le caracteriza. Madrox era un eterno secundario de la franquicia X al que nadie, salvo David en su etapa al frente de Factor X, había sabido tratar. Ahora, el veterano autor daba un giro a su vida y lo trasportaba hasta una agencia de detectives única, de lo más ‘noir’.
Dispuestos a ayudarle a resolver los misteriores que envolvían el barrio mutoe, junto a él aparecían por esta miniserie Guido Carosella y Loba Venenosa, tres secundarios mutantes cuyo aterrizaje en Marvel Knights les hacía ganar madurez y profundidad. Madrox era, sin embargo, solo una introducción. Lo mejor que dio la cabecera fue, sin duda, el legado que dejó en la larga andadura de PAD al mando de X-factor -y de la que hemos hablado largo y tendido– que llega hasta el día de hoy, de una forma u otra.
Shanna: The She-Devil #1-7, de Frank Cho
Esta versión «moderna» de la compañera de Ka-Zar, el rey de la Tierra Salvaje, llegó a las estanterías con el beneplácito de haber causado cierto revuelo en Internet. Shanna nunca hubiera tenido una serie propia -más allá de ese frustrado intento en el 73, donde se trataba de empoderar a personajes femeninos- si al experto en dibujar mujeres bellas y esbeltas Frank Cho (Liberty Meadows) no se le hubiera encaprichado. En un primer momento, sin embargo, el dibujante y guionista decidió soltarse la melena demasiado en sus bocetos, y dibujó a Shanna como vino al mundo, con su voluptuosidad al aire. Dado el tiempo que le lleva a Cho acabar sus dibujos, las ilustraciones, que serían meticulosamente censuradas en lo que se publicó, no tardarían en dar el salto a Internet. El personaje se convirtió así en un tema de conversación entre las páginas de cómics. Las comparativas comenzaron a multiplicarse.
Pese al revuelto, y lo efectivo de sus dibujos, la mini-serie de siete números resultó un quiero y no puedo, que si bien dejaba claro que las bellezas se le daban de miedo a Cho, el argumento y la evolución de personajes no era uno de los fuertes de la serie. De colores brillantes y con un estilo pulp que encandilará a muchos, la serie tiene cierto encanto, que gustará a los que busquen una lectura rápida y un divertimento con un punto de locura. Ah, sí, y dinosaurios. El propio Palmiotti trató un par de años más tarde hacer una continuación de esta especie de Shanna Ultimate, pero ya sin Cho, se escapaba la única razón por la que un título así podía tener algún interés.
Extraño #1-6, de J. Michael Straczynski y Brandon Peterson
Tras una discreta miniserie escrita en 1999 por Dan Jolley y con un apartado gráfico de Tony Harris y Paul Chadwick (sin duda el aspecto más interesante de ese The Flight of bones), el mago más conocido del universo Marvel volvió a gozar de una oportunidad dentro del sello.
Sin duda, cuando Joseph Michael Straczynski afrontó este encargo de redefinir y modernizar de cara al siglo XXI el origen del Doctor Extraño en seis episodios, acababa de verse la primera película de la trilogía Matrix. Y así, forzó las ciertamente ocurrentes similitudes entre ambas historias, y estableció a Stephen Strange en el papel de Neo, a Clea en el de Trinity, al Anciano en el de Morfeo, al Baron Mordo en el del traidor Cifra, a Wong como el resto de la tripulación de la Nabuconodosor y cambió la amenaza del agente Smith y las máquinas pensantes por la de Dormammu y sus demonios de la dimensión oscura. El guionista de Rising Stars mezcla el relato de redención del egoísta cirujano para terminar fusilando sin piedad la estructura de la cinta de los hermanos Wachowsky (con los que incidentemente colabora ahora en el mundo del cine y la televisión).
Tal vez Straczynsky no comprendía la diferencia entre el sello Marvel Knights y la línea Ultimate, en la que este tipo de revisión hubiese encajado bastante más y con cuyo tono no hubiese desentonado tanto, siguiendo la gracia de Mark Millar en aquella escena de The Ultimates también sacada de la cinta protagonizada por Keanu Reeves.
El apartado gráfico de Brandon Peterson, es cumplidor pero bastante limitado. No le beneficia nada la comparación con la riqueza visual desplegada por Steve Ditko en la versión original de la aventuras del buen Doctor, quintaesencial para el personaje y a la cual ni se acerca. Sus rediseños, con una capa de levitación transformada en una horterísima gabardina larga que parece hecha con unas cortinas exóticas y un Dormammu más parecido que nunca a Johnny Storm, francamente tampoco están a la altura.
Una autentica lastima, decepción y ocasión perdida, ya que el escritor de Midnight Nation parecía el hombre adecuado para este personaje dadas sus declaraciones de intenciones, y a veces, nos da oro en sus historias. En cambio, en otras ocasiones como esta, nos tenemos que conformar con el epilogo de las últimas páginas, única muestra a la altura del errático talento con el que Straczynski a veces nos conquista.
Pantera Negra vol 4 #1-13, Capitán América/Pantera Negra: Banderas de nuestros padres, de Reginald Hudlin, John Romita Jr., Scot Eaton y Denys Cowan
Reginald Hudlin era otro de estos fichajes de Marvel Knights, a lo Kevin Smith, que fue anunciado a bombo y platillo gracias a su estrecha relación con el mundo del cine. Toda una eminencia entre el cine de corte afroamericano nacido a rebufo del éxito de Spike Lee, no había título más perfecto para este cineasta -nominado al Oscar hace un año por ser productor en Django Desencadenado– que Pantera Negra, primer gran superhéroe negro del cómic. La carrera de Hudlin, sin embargo, no era tan brillante como la de Smith, con Colgado de Sara, Boomerang o The Ladies Man en su curriculum.
Para el primer arco, en el que estuvo acompañado por un John Romita Jr. en buen estado, este guionista todavía no completamente cómodo con el medio se dedicó a presentar a T’Challa a los nuevos lectores. Una revisión propia casi del universo Ultimate. ¿Quién es Pantera Negra? eran básicamente seis números cocinados específicamente construidos para hacer un tomo recopilatorio. Casi una limitada. Pasado este trance, perdida completamente la coherencia argumental dentro del título, hacer ligar la serie con el universo Marvel se convirtió entonces en objetivo principal. Así, a un tie-in de Dinastía de M siguió un crossover con X-men, con el que trató de convencer al lector de que el Rey de Wakanda y Tormenta estaban hechos el uno para el otro.
Si la piel del supertipo tenía una pigmentación más oscura que la habitual en Marvel, tenían todas las papeletas de asomarse por el trabajo de Hudlin. Incluso héroes como Luke Cage, Sang-Chi, Monica Rambeau, el Halcón, Brother Voodo y Blade tuvieron tiempo para pasarse por las viñetas antes de que con el número 14 las altas estancias decidieran borrar el inservible sello MK de la portada y terminar de devolver a T’Challa a la casa madre. Así empezaron los preparativos, y la inmensa promoción, para la boda del año. Una vez fuera de la línea, y siempre aprovechando cualquier cruce en las oficinas editoriales, Hudlin se mantuvo en el título hasta el número 38, volviendo más tarde para guionizar el volumen 5 protagonizado por la femenina Zuri.
El autor, asimismo, regresó a la línea años más tarde, en 2010 y bajo una Marvel Knights muy diferente, para hacerse cargo de una miniserie que rememoraba el primer encuentro de Pantera Negra -el padre de T’Challa, T’Chaka- con un joven Capitán América, Nick Furia & co. durante el ataque Nazi a Wakanda, en el epicentro de la Segunda Guerra Mundial.
Daredevil: Redención #1-6, de David Hine y Michael Gaydos
Durante el tiempo que Marvel Knights estuvo en pie, y gracias al continuado éxito de su serie regular, ningún personaje contó con tantas miniseries como Daredevil. A pesar de la cantidad, ninguna llegó al nivel de calidad de esta pequeña joya de David Hine y Michael Gaydos (Alias) que saca a Matt Murdock de su zona de confort para narrar una historia de la América profunda más cercana a un episodio de Ley & Orden o True Detective que al habitual cómic de superhéroes.
El héroe de La cocina del infierno se olvida momentáneamente del mundo de los bajos fondos de Nueva York por los que se caracterizan sus aventuras de Frank Miller, para retomar la dupla abogado/supertipo en un municipio rural donde un niño aparece brutalmente asesinado. Con el pequeño pueblo llamando a la justicia de manera muy sonora, Murdock deberá hacer todo lo posible para evitar que el supuesto asesino, el joven “malo” de la escuela, pase por la silla eléctrica. Un canto a la hipocresía de la pena de muerte y lo trágico de los abusos a menores, así como una reflexión sobre esa complicada perspectiva con la que los conservadores vecinos del corazón de EEUU ven la justicia penal.
Ghost Rider: The Road to damnation (Motorista Fantasma: Autopista al infierno) #1-6, de Garth Ennis y Clayton Crain
Algo que caracteriza a la producción de Garth Ennis cuando se embarca en algún proyecto para Marvel es que se nota que sus personajes no le interesan ni lo más mínimo. Excepto por sus magníficos trabajos con Punisher y Nick Furia, (fundamentales para ambos personajes y que en realidad son el grueso de su obra para la editorial), da la impresión de que normalmente coge al héroe que toque, lo ridiculiza hasta extremos humillantes, y que para tener algo que contar tira de una historia sacada de un cajón de ideas almacenadas para usar cuando le hacen algún lucrativo encargo. El resultado final del tebeo, siguiendo este supuesto, queda por tanto totalmente en función de la calidad del concepto que el irlandés encuentre en ese cajón, que tendrá sus propios protagonistas y secundarios creados para la ocasión, y que luego perfilará ligeramente para que encaje en el mundo del supuesto protagonista. Pero relato y héroe suelen tener una relación más bien tangencial y a veces el producto resultante huele demasiado a alimenticio. En este caso, sin embargo, estamos de suerte.
Y es que, el salvaje, sobrenatural e irreverente relato que aprovecha la infernal naturaleza del Motorista fantasma podría perfectamente ser, sin la presencia de este, una de las historias que el autor suele publicar bajo el sello Vertigo. Una de las apasionantes y divertidas. El, por un lado caricaturesco y por otro terrorífico arte de Clayton Crain, con ese espectacular coloreado digital que ya disfrutamos en su etapa en X-Force, resulta acertadísimo para esta miniserie que consigue muchos más aciertos que la anterior incursión del Motorista Fantasma en el sello Marvel Knights.
Aquella, sin ser mala en absoluto, tenía el guion firmado por Devin Grayson, pero el dibujo de Trent Kaniuga, un Chris Bachalo de segunda con todo lo bueno y malo que eso implica (incluido el hipertrofiado aspecto del protagonista), deslució bastante el resultado.
Años después, Ennis y Crain se reencontraron con el Motorista Fantasma en una precuela de esta historia, Trail of tears. Ambientada en la Guerra civil americana, y contando la historia de Travis Parham, otro avatar del espíritu de la venganza anterior a Johnny Blaze, Ennis pudo volver sobre otro de sus géneros predilectos y que mejor se le dan. A pesar de esto, y de lo interesante de la propuesta, Trail of tears resultó menos acertada que esta muy disfrutable Road to Damnation.
Ya en 2006 estaba claro que Marvel Knights con la forma en la quese conocía hasta el momento había dejado de tener sentido, como consecuencia de su ya notable influencia en el resto de Marvel. El sello, sin embargo, era demasiado famoso y demasiado preciado por Quesada como para que Marvel lo dejara marchar por las buenas. Ocho años después de su nacimiento, había que redefinir los objetivos. El reto suponía convertirlo en el enésimo intento de crear una marca para lanzar mini-series (género en declive) auto-conclusivas de autores de prestigio y alejadas de la continuidad tradicional. Se respetaría la perspectiva adulta que la había caracterizado y a algunos de los personajes y firmas más famosos. Al respecto, el editor en jefe comentaba que se buscaba «desafiar al lector al rememorar a sus personajes favoritos y re-evaluar la leyenda que les rodea. En otras palabras, Marvel Knights será un lugar donde los grandes talentos puedan trabajar sin cortapisas, y entregar el producto que los seguidores merecen«.
Las series regulares exitosas como Daredevil (ahora con Ed Brubaker como escritor), mientras tanto, se reformuló en una Marvel madre ya no demasiado lejos de la aptitud originaria de Quesada y Palmiotti. MK: 4 se convertió simplemente en 4; MK: Spider-Man se tornó en The Spectacular Spider-Man, con Roberto Aguirre-Sacasa; Lobezno se preparaba para Guerra Civil, y Pantera Negra hacía planes para su gran celebración en ‘La boda de la pantera’, donde T’Challa contrajo matrimonio con Tormenta. Series regulares preparadas para Marvel Knights como el Escuadrón Supremo de J. Michael Straczynski y Gary Frank (continuación de la serie Max, que solo duró siete números) así como El Caballero Luna de Charlie Huston y David Finch se publicaron finalmente sin la protección del sello, aunque las bases estaban ahí. Se aprovechó la oportunidad también para lanzar continuaciones a propuesta que ya habían cuajado como Captain America: White (al menos el número cero de una serie que no ha acabado de llegar); la segunda parte del Ghost Rider de Garth Ennis y Crain; una nueva miniserie de la Viuda Negra de Richard K. Morgan, y Punisher: War Zone, donde Ennis y Steve Dillon se reencontraron para narrar una última historia de El Castigador frente a los enemigos que ellos mismos crearon.
Supervisada por Quesada, el gran jefe señaló a mini-series como Loki de Robert Rodi y Esad Ribic, Shanna de Frank Cho o El Motorista Fantasma de Garth Ennis y Clayton Crain de punto de partida para diseñar este nuevo enfoque. El primer lanzamiento fue una limitada dedicada a la época de guerra de Nick Furia, y, desde entonces, las series fueron estrenándose sin ningún tipo de regularidad ni propósito aparente. Algunas, eso sí, serían recibidas y promocionadas, con más éxito y efusividad que otras, dependiendo en parte de la calidad y renombre de los autores envueltos. Poco a poco, a propósito o no, las cabeceras fueron perdiendo el sello MK en sus portadas, dejando la firma prácticamente desaparecido a la llegada de Axel Alonso como editor jefe. Sin colecciones regulares. Según nuestros cálculos, la segunda colección de Strange Tales dedicada a autores independientes, publicada en diciembre de 2010, e Iron Man: The Rapture, principios de 2011, fueron las últimas que llevaron impreso la marca en su portada.
Furia: Pacificador, de Garth Ennis y Darick Robertson
Garth Ennis se alejaba de Punisher momentáneamente para hacer frente a un encargo en el sello que lo coronó en la editorial muy diferente a lo que había hecho antes, pero con el mismo alma y mala leche. Junto a él, en este regreso a la Segunda Guerra Mundial de la mano del espía más famoso de la editorial, Darick Robertson, quien ya dibujó la guerra vietnamita de Frank Castle en Punisher: Born.
Seis números donde el director de SHIELD -de Sargento y todavía sin parche- se envuelve en una historia bélica de corte clásico, que podría haber estado completamente separada del universo Marvel, con Nazis, venganza, sexo, sangre y balas. Una lectura menor en la carrera de Ennis -que acabaría guionizando a un Furia mucho más salvaje y sin tapujos en Max-, que, sin embargo, deja con buenas sensaciones.
Silver Surfer: Réquiem, de J. Michael Straczynski y Esad Ribic
Coincidiendo con el estreno de la película Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer en 2007, se decidió lanzar esta miniserie con Estela Plateada de protagonista y prestigiosos autores a su cargo. Lamentablemente, volvemos a ver muestras de la tendencia de JM Straczynski a utilizar la premisa argumental de alguna obra de más que probado éxito pasándola por su tamiz personal. Si en Strange todo nos sonaba a Matrix, en Supreme Power recordábamos Miracleman, y en Rising Stars pudimos sentir ecos de Watchmen, El pueblo de los malditos y Los Inmortales, ahora le tocaba el turno a las ideas que Grant Morrison tenía para el proyecto Superman Forever y que se vieron publicadas finalmente en All-Star Superman.
Y así, la historia gira en torno a cómo Estela Plateada afronta sus últimos días antes de morir por una incurable enfermedad y asistiremos a cómo hay quienes al compartir su percepción del mundo sufren una epifanía, cómo le pasase a Lex Luthor en la visión del escocés sobre el hombre de acero. A pesar de este cargante tipo de cosas con las que Straczynski a veces nos trufa sus historias, ( y de algún chiste de Spiderman que sería más adecuado para el Capitán América del universo Ultimate), lo cierto es que la belleza de los monólogos internos de Estela y la emotiva recta final de la miniserie la salvan. La llegada de Galactus a Zenn-La, el planeta natal de Norrin Radd al que éste ha ido a morir, resulta emocionante, al reflejar con acierto la despedida del devorador de mundos a aquel que a pesar de haber sido su sirviente y haberse rebelado contra él, también fue tal vez su único amigo. Y si bien el guion se redime hacia su conclusión, el verdaderamente impresionante arte de Esad Ribic nos mantiene pegados boquiabiertos a las páginas desde la primera viñeta.
Spiderman: Reino, de Kaare Andrews
Ambientada en un futuro distópico, esta obra fruto del esfuerzo de Kaare Andrews al guion y el dibujo (sin olvidar la impresionante labor de José Villarrubia en el coloreado) tiene la etiqueta de ser el Dark Knight returns de Spiderman. Y en efecto, las similitudes con la seminal obra de Frank Miller para Batman, están ahí: Un protagonista anciano y retirado de su carrera superheroica, aplastado por la culpa debido a la muerte de un ser querido, decide volver a sus andanzas ante el decadente, corrupto y casi apocalíptico estado de las cosas.
Si cambiamos el nombre de Bruce Wayne por el de Peter Parker, el de Jason Todd por el de Mary Jane Watson (y, forzando esta comparación y dando la vuelta a los papeles de forma inaudita, el de Alfred Pennyworth por el de J Jonah Jameson), tenemos dos premisas argumentales prácticamente idénticas. Eso sí, al contrario a como pasaba con el moderno cruzado de espartano y arisco carácter que Miller redefinió para Batman, Peter nos resulta básicamente reconocible en lo que a personalidad se refiere, aparte de que los derroteros de los relatos terminan yendo por caminos distintos.
El aspecto gráfico de Reign no hace sino acentuar este paralelismo con aquella obra clave de los años ochenta protagonizada por el hombre murciélago, y si bien en ese ámbito incluso lo supera, es en todo el resto donde sufre, precisamente por la comparación. Y es que, por parecerse tanto a Dark Knight Returns, de Spiderman: Reign hay que decir que en el guion es más floja y que no tiene la trascendencia rupturista para el medio que tuvo la obra de Miller, ya que en realidad, no pasa de ser una imitación hecha muchos años más tarde. Con todo, no deja de ser una interesante y entretenida anécdota, un What if? visualmente brillante y un tebeo curioso que contiene uno de los mayores WTF? de la historia del hombre araña, el relativo a las circunstancias de la muerte de su pelirroja esposa.
Logan, de Brian K. Vaughan y Eduardo Risso
Cuando, tras recordar todo su pasado como consecuencia de Dinastía de M, Lobezno viaja a Hiroshima buscando un cabo suelto de su vida pasada, el relato sobre otra ocasión en la que allí estuvo se desata. Huyendo junto con otro fugado no muy de fiar de un campo de prisioneros japonés durante la segunda guerra mundial, Logan conoció y amó a una mujer durante una sola noche. Las consecuencias de esa historia en el presente no se harán esperar más: ya lo han hecho durante más de sesenta años.
Brian K. Vaughn, uno de los guionistas más interesantes de lo que llevamos de siglo, nos presenta un drama más bien simplón, bastante por debajo de las posibilidades del escritor de Y, el último hombre o Saga. Con todo, lo cierto es que resulta un relato con todos los ingredientes que los fans del personaje pueden pedir a una historia de Lobezno (fascinación por la cultura japonesa, referencias al pasado de James Howlett, acción a raudales, venganza, amor perdido…) y que podría perfectamente haber aparecido en su día en la etapa de Larry Hama en la colección del mutante de garras de adamantium. El soberbio dibujo de Eduardo Risso, la mejor parte de la sobrevalorada 100 balas, convierte a este Logan en una nada innovador pero muy efectivo cómic del más popular miembro de la Patrulla X.
Magneto: Testamento, de Greg Pak y Carmine Di Giandomenico
No nos engañemos: en esta historia no aparece Magneto. Ni falta que le hace para ser soberbia. Greg Pak tiene el acierto de contarnos la infancia del villano como si fuese la de un niño judío “normal” en los tiempos del exterminio de su pueblo a manos de los Nazis. Sólo intuimos los tremendos poderes magnéticos del joven Max Eisenhardt durante un par de ocasiones en toda la obra e incluso ahí son tratados con ambigüedad.
A través de los ojos de Max y de su historia de inalcanzable amor con la gitana Magda, asistimos a una lección de historia sobre ese periodo del siglo XX en la que se nos muestra desde la perspectiva del protagonista el nazismo en la Europa de los años 30 y 40: las olimpiadas de Berlín, el asesinato del agregado alemán en París a manos de un judío (y cómo esto fue usado como excusa para desencadenar la infame Noche de los cristales rotos), la huida de Alemania, la invasión de Polonia, la vida en el guetto de Varsovia, el traslado a Auschwitz, la Zigeunernacht (la noche de los gitanos, en la que se exterminó a casi tres mil personas de esta etnia), la supervivencia en el campo de exterminio como uno de los Sonderkommandos… Visto tan oscuro relato desde los ojos de un niño que va creciendo entre el horror, el magnífico arte de Carmine Di Giandomenico resulta simplemente perfecto por lo adecuado. Una pequeña joya.
Capitán América: The Chosen, de David Morrell y Mitch Breitweiser
David Morell es el escritor de la novela First Blood, cuya adaptación al cine de 1982, Acorralado, lanzó definitivamente al estrellato nada menos que a Sylvester Stallone en el papel de John Rambo. A pesar de ciertas diferencias ideológicas entre el libro y la posterior y conocida franquicia del personaje, la cual contaba con el beneplácito de ilustres como Ronald Reagan, lo cierto es que todo esto ya nos podía dar pistas acerca de cómo iba ser el tratamiento de Morell de un icono como el Capitán América en el clima de los Estados Unidos post 11 de Septiembre.
Y así, nos encontramos con la historia de un valiente y sacrificado soldado, el cabo James Newman, que solo quiere ayudar a su país. Bueno, y al que está invadiendo, Afganistán, dice. Newman empieza a tener visiones en medio de enfrentamientos con los insurgentes del Capitán América luchando a su lado, pero nadie más parece verlo. No es que el capi sea un personaje ficticio en este relato: más o menos la historia se desarrolla en el Universo Marvel, aunque no exactamente, como veremos. Newman cree estar alucinando hasta que descubrimos que lo que sucede es que Steve Rogers está muriendo y busca a su sucesor. El suero de supersoldado en sus venas está empezando a fallar y al Vengador de las barras y estrellas le quedan las horas contadas. Así que en Washington le han conectado nada menos que a una maquina telepática que en su lecho de muerte le permitirá explorar el mundo y encontrar a quien transmitirle su legado.
Tal vez sea injusto juzgar el guion de Morell solo por todos estos desatinos argumentales y por la clara intención propagandística de apología de sus fuerzas armadas e idiosincrasia nacional. Si se consigue escapar de esto (y no es fácil porque impregna cada página: honor, valentía y sacrificio es un mantra repetido a lo largo de toda la obra) lo cierto es que se nota que está escrita para llegar al corazón. Su revisitacion de la historia del Capi a lo largo de los años está bastante conseguida, los diálogos no son malos y el giro final de que sea una multitud de honrados y valientes ciudadanos, no un solo hombre, quienes heredan el manto del Capi cuando éste muere (porque muere, si) tiene cierta gracia. El dibujo de Mitch Breitweiser trata de transmitir las mismas bondades siendo descarnado, y resulta en una especie de mezcla entre Olivier Coipel y Jae Lee, sin llegarpor supuesto a las cotas de ninguno de estos dos. Prescindible, tendenciosa…esta miniserie de seis episodios puede generar sentimientos encontrados, ya que a pesar de estas evidentes faltas, mala per se tampoco se puede decir que sea.
X-Statix Presents: Dead Girl, de Peter Milligan, Nick Dragotta y Mike Allred
Peter Milligan y Mike Allred vuelven a tocar varios personajes más queridos de su aclamada X-Force (luego X-Statix) en esta intrascendente pero muy entretenida miniserie de cinco números. A pesar del título, el protagonismo no recae solo sobre Dead Girl, sino también sobre el Doctor Extraño y sobre varios de sus compañeros en el peculiar grupo mutante.
Aprovechando el estado de fallecidos de Dead Girl y sus camaradas Orphan, U-Go Girl y El Anarquista, Milligan embarca al Hechicero supremo en una trama llena de metalenguaje acerca del espinoso tema de las resurrecciones en el universo Marvel, como ya hiciese Jim Starlin en su Marvel: The end. Un misterioso villano muerto recluta en el infierno a célebres difuntos como Kraven, Mysterio, El Anciano (el maestro de Strange), Miss América y Tike Alistair, para reaparecer temporalmente en el mundo de los vivos y atacarlo para conseguir un modo de hacer permanente tal retorno. Stephen Strange, cumpliendo las obligaciones que vienen con su cargo, recluta a Dead Girl, para viajar a la otra vida y abortar el plan de los infernales villanos. En su periplo se les irán uniendo los mencionados U-go Girl y Orphan, pero también otros conocidos fallecidos como Scott Lang, el Hombre Hormiga o Carter Slade, el Jinete Fantasma, algún desconocido como el hilarante Pianista, y contarán con la ayuda puntual del Club de lectura de las hermanas muertas de Gwen Stacy, Moira MacTaggert y Pájaro Burlón.
Milligan pocas veces ha sido de lectura tan divertida. El tono es más distendido que nunca, con memorables diálogos, algunos llenos de tensión sexual como los que hay entre Miss América y El Anarquista, o entre Stephen y Dead Girl. El esperpento aparece una y otra vez, poniendo relieve algunas de las características más inverosímiles del Universo Marvel. Incluso se nos da otra explicación a por qué son tan frecuentes las resurrecciones en este ficticio cosmos. A veces, es cierto, el humor roza el mal gusto, como en lo concerniente a las flatulencias soportadas por el Anciano y a las hemorroides del Doctor Extraño. Del arte de Mike Allred (ayudado por Nick Dragotta) hay poco que decir, mantiene su genialidad y su peculiar estilo, que resulta idóneo para el tono de la obra.
Una muy disfrutable gamberrada, más aún hoy por hoy, al observar que aquello de lo que se cachondeaba Milligan, lo frágil de la muerte en los cómics, no ha ido sino en aumento. ¿Cuántos de los personajes presentados aquí como difuntos continúan siéndolo? No todos, desde luego.
Angel: Revelations, de Roberto Aguirre-Sacasa y Adam Pollina
Agradable sorpresa esta miniserie dedicada a un personaje a quien pocos han sabido sacar más provecho que transformarlo en el violento Arcangel. Si como superhéroe no parece dar mucho de sí, se demuestra una vez más (como ya hiciesen en su día Ann Nocenti y David Mazzuchelli) que se pueden contar buenas historias de otro corte con Warren Worthington III.
Un veterano de la línea, Roberto Aguirre-Sacasa, nos traslada a los días en que al adolescente y futuro hombre X no le habían crecido todavía sus alas, interno en un colegio religioso de niños bien. Y a pesar de tratarse fundamentalmente de un drama juvenil de instituto, aquí no hay espacio para ñoñerías ni visiones edulcoradas o nostálgicas de la adolescencia. La serie expone un ambiente despiadado, el que se puede dar en una institución así, con sus despiadadas relaciones de poder y diversos tipo de abusos entre los estudiantes. Cuando sus alas empiezan a crecer en la espalda, el cambio del imperturbable Warren no se limita a este aspecto, sino a uno más profundo: el de pasar de ser un popular estudiante y atleta a un marginado cuando empieza a actuar de forma esquiva para ocultar su mutación física y evitar una marginación aun mayor, todo ello manteniendo su orgullo, altivez y dignidad. Su ex novia, su rival deportivo, su amigo secretamente enamorado de él, el profesor que agrede sexualmente, son todos personajes que apuntalan la atmósfera de opresión y soledad en la institución del relato.
Para que no sea solo una historia digamos costumbrista y haya algo de acción, veremos también el periplo de un fanático religioso que va recorriendo el país asesinando mutantes, a los que considera criaturas del demonio. Para ello se guía por las visiones de una niña que tiene secuestrada y que intuye en sus premoniciones lo que Warren llegará a ser como miembro de la Patrulla X. Esta sub-trama añade no solo un componente de tensión, sino un elemento terrorífico, y al confluir con la historia principal desencadenará alguna sorpresa sobre el comportamiento de varios de los personajes.
El expresionismo de Adam Pollina, con su elegante diseño de página y sus estilizadas (casi caricaturescas) figuras, nunca ha estado a un nivel tan alto. Tanto su trabajo como el color de Matt Hollingsworth, contribuyen de forma rotunda a generar esa atmósfera casi gótica y llena de imaginería religiosa. Otra joya a reivindicar.
Punisher: War Zone, de Garth Ennis y Steve Dillon
Poco más se puede decir de Ennis y Punisher. Tras un par de años retirado del título, era el momento de que Garth Ennis volviera a unirse a Steve Dillon (que no ha acabado de encontrar su sitio en Marvel en ninguna otra colección) para recuperar a El Castigador y a algunos de los secundarios que presentaron en su primera etapa. Los seis números de Zona de Guerra ponían a Frank de nuevo frente a la resucitada Ma Gnucci. Más locura, vísceras en el canto de cisne del que era ya el gran autor detrás del historia del personaje, el que lo había redefinido para todo lo que vendría después. Ennis, que parece que volverá una «última vez» en 2014, se ha creado su propio cajón desastre en este universo en el que desarrollar sus locuras lejos de la continuidad y en el que ya ha ubicado también miniseries dedicadas a su personal Furia (bajo la línea Max).
Namor: The Depths, de Peter Milligan y Esad Ribic
Incluso como uno de los más clásicos (anti)héroes de Marvel, Namor ha tenido siempre una complicada historia editorial. El personaje no ha contado con una cabecera importante desde hace tiempos inmemoriales. Su historia en el mundo de la ficción, además, no ha dejado de dar tumbos. Desde su recuperación en los primeros tiempos de Los 4 Fantásticos, el príncipe de Atlantis ha sido héroe, villano incomprendido, vengador, Illuminati, miembro de la Patrulla X, romántico con causa y secundario habitual de cientos de colecciones. Depende del guionista que lo escribiera, la perspectiva era distinta.
Dos veteranos del sello, el personal Peter Milligan y el realista Esad Ribic, se reúnen en esta mini de cinco números para dar una nueva perspectiva casi fílmica que, sin embargo, se centra más el descubrimiento del mito de Atlantis en un mundo todavía sin super-tipos que en la existencia del propio Namor. Un grupo de exploradores sub-marinos se adentra en las oscuras profundidades del océano para destapar uno de los grandes misterios de la historia de la humanidad. El hombre submarino acaba siendo un simple MacGuffin de esta curiosa idea alejada del típico cómic pijamero, pese a que, eso sí, ocupe todas las portadas.
Thor: Por Asgard, de Robert Rodi y Simone Bianchi.
La limitada Loki de Robert Rodi (Codename: Knockout), de 2004, sentó las bases para fortalecer los objetivos de la nueva Marvel Knights. Por lo que resultó lógico conceder una continuación al mismo autor, esta vez de vuelta a la perspectiva del Dios del Trueno, aunque sin la potencia artística del entonces desconocido Esad Ribic -ya una marca del sello-, que dejó boquiabiertos a los lectores. La segunda serie limitada, Thor: Por Asgard en la que Rodi se adentró en los pasillos de la mítica Asgard no pudo tenerlo como dibujante, pero el espectacular e igual de realista Simone Bianchi tampoco tenía nada que envidiar al croata. Loki cede el protagonismo al Dios del Trueno, aunque el tono, la ambientación y el espíritu de la primera se mantienen en este título publicado bajo el sello Marvel Knights que, sin embargo, adolece de una trama inacabada que parece no tener un rumbo claro. Rodi continuaría su historia con el vengador nórdico en Astonishing Thor. Guía de Lectura: Thor.
Strange Tales I y II, de VV.AA.
Siguiendo el ejemplo de Bizarro Cómics de DC, Marvel recuperó uno de sus títulos antológicos más clásicos, Strange Tales, para ceder a una lujosa lista de autores independientes y/o underground a sus personajes más icónicos, aunque fuera por un puñado de páginas. Imaginativo, divertido y, sobre todo, lleno de narrativas originales y con personalidad propia, estos Relatos Extraños son una pequeña joya para amantes del universo Marvel y de los autores envueltos, por igual. Dos volumenes de tres números cada uno firmados por un elenco de lujo con una libertad creativa poco habitual; a saber, Sergio Aragonés, Stan Sakai, Harvey Pekar (conoció a La Cosa en un relato publicado de manera póstuma), Johnny Ryan, Nick Bertozzi (y sus relatos de Uatu), Jhonen Vasquez, Terry Moore y Mark Evanier. Especialmente destacable es el trabajo de Peter Bagge, que por fin pudo ver publicada la postergada El Incorregible Hulk, la historia más larga de la colección. Incluso Jonathan Hickman y Matt Kindt tuvieron tiempo de aportar su pequeño granito de arena, antes de desembarcar en la primera plana de la editorial.
Iron Man: Viva Las Vegas, de Jon Favreau y Adi Granov
Pese al potente equipo creativo envuelto, Iron Man: Viva Las Vegas no era más que una excusa para conectar el estreno cinematográfico del hombre de hierro con el mundo del cómic. El director de la cinta, Jon Favreau, se dejaba llevar por la locura de las viñetas para narrar una historia que nunca podría contar en la gran pantalla: La batalla de Tony (y Elsa Bloodstone) contra un Fin Fang Foom dispuesto a destruir Las Vegas. Adi Granov, encargado del diseño de la armadura y los carteles cinematográficos, creaba la versión renovada del clásico monstruo subterráneo de Marvel. Pero las estrellas deslumbraron demasiado la idea. Los múltiples compromisos de guionista y dibujante hicieron que, tras dos publicados, la mini de cuatro números fuera pospuesta sine die. Uno de los grandes proyectos nunca concluidos de los últimos tiempos. Los primeros ejemplares eran, aun así, bastante poco memorables. No creemos que nadie espere todavía con impaciencia la continuación de la aventura. Está bastante claro que nunca llegará a las estanterías.
Iron Man: The Rapture, de Alexander Irvine y June Chung
El que según nuestros cálculos es el último título del sello antes de la reconversión, pasó sin pena ni gloria por las estanterías. Alexander Irvine (el novelista experto en series terciarias de Marvel) y Lan Medina se encargan de esta limitada de cuatro números donde ponen el universo de Iron Man boca-abajo de la mano de un thriller cyberpunk sobre la tecnología y los límites entre lo físico y lo digital. Dentro de un StarkWorld convertido en un infierno, Pepper Potts y Jim Rhodes luchan por salvar al mundo de Stark 2.0, un potente virus que amenaza con poner en jaque todo el mundo al volver todo a su imagen y semejanza. Mientras tanto esta creación lleva a Tony al borde de la locura y la muerte.
Tan famoso se hizo el sello editorial que Marvel decidió trasvasar la denominación también a sus proyectos audiovisuales. Era la hora de devolver el favor a un medio del que se habían aprovechado desde los inicios, con la contratación de autores como Smith, Hudlin o JMS. Con el estreno en pantalla grande de la olvidada (y poco memorable) Man-Thing en 2005, además, MK incluso se había atrevido a contratar al guionista Hans Rodionoff para narrar una historia adicional de El Hombre Cosa en una mini de tres números. Una estrategia de sinergias que mantendría la editorial madre más adelante con films más exitosos.
La primera película en presentarse encabezada por la careta de Marvel Knights fue Punisher: War Zone (Punisher 2: Zona de guerra) de Lexi Alexander, en 2008. Si bien la cinta bebía sin tapujos de la etapa de Ennis en el título, no encontró el apoyo de la crítica, el público, ni de los fans. Después del escarmiento que había supuesto el The Punisher con Thomas Jane -también con la inspiración en Ennis-, la oficiosa secuela se convirtió en uno de los grandes desaguisados de la historia de la marca Marvel en el celuloide. La misma suerte corrió Ghost Rider: Spirit of Vengance, calamitosa segunda parte de El Motorista Fantasma de Nicolas Cage que también se atrevió a llevar el sello de los caballeros.
En una estrategia sin relación, la nomenclatura la han recibido una serie de proyectos animados mezcla entre cómics animados y dibujos más tradicionales, habitualmente vendidos en iTunes. Astonishing X-men, Iron Man: Extremis o Los Inhumanos probaron este formato, pero fue la adaptación del cuarto volumen de Pantera Negra que hizo el propio Hudlin la que hizo más ruido, gracias en parte a un reparto de lujo compuesto por Djimon Hounsou, Kerry Washington, Jill Scott, Stan Lee, Alfre Woodard, Adrian Pasdar y Carl Lumbly.
El sello se expandió incluso por las jugueterías, con diferentes colecciones de figuritas de los Marvel Legends de Hasbro dedicadas a la línea. Entre los personajes incluidos aparecían Punisher, Capa y Puñal, y el Motorista Fantasma.
Ahora que la plana mayoría de personajes de la línea han vuelto a las manos de producción personal de Marvel Studios, la productora acaba de vender a Netflix un plan que bien podrían llevar la marca MK. Cuatro series, Daredevil, Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage, concluirán con un crossover que conoceremos como Los Defensores pero que recuerda más a cualquiera de los equipos presentados en la línea (teniendo en cuenta que Elektra y Punisher también se pasearán muy posiblemente por allí).
Y cuando ya nos parecía que en el mundo de las viñetas la línea había quedado en el olvido, Axel Alonso anunció su retorno. Así, en julio de 2013 el editor en jefe de la casa de las ideas comunicaba con regocijo para no pocos aficionados que a finales del mismo año se lanzarían tres miniseries con el mismo concepto con el que el sello editorial inició originalmente su andadura. De ese modo, grandes talentos del medio procedentes del panorama independiente o de la competencia que no habían colaborado habitualmente hasta ahora con Marvel, se harían cargo de contar historias de varios de sus personajes. Pero con importantes diferencias y puntualizaciones.
Primero, esta vez no se trataría de personajes de, digamos, segunda fila (por muy queridos que sean por los aficionados) sino que las miniseries contarían historias de iconos reconocibles por el gran público, como Spiderman, los X-men o Hulk. De hecho, abundando en esta idea, incluso parece ser que Brahm Revel presentó inicialmente un proyecto relacionado con Daredevil, pero que finalmente fue descartado en beneficio del de los mutantes.
Segundo, la continuidad en la que se desarrollarían esos relatos no quedaría perfectamente definida. Si en la oleada original lo contado era trascendente para el status quo de aquellos personajes y se circunscribía de forma rotunda en la actualidad y vigencia oficial del Universo Marvel de aquel entonces, en la de ahora no está tan claro.
Mientras que es el añorado Peter Parker el que aparece protagonizando el Spiderman de Matt Kindt y Marco Rudy, en la miniserie mutante aparece una formación de la Patrulla X que podría encajar con justo la anterior a la Batalla del átomo. Y respecto al Hulk de Joe Keatinge y de Piotr Kowalsky, la verdad es que podría tener lugar en casi cualquier momento de la vida de Bruce Banner.
Tal vez la pista nos la de este último caso y la clave resida en que en todos ellos se usan versiones icónicas, algo atemporales de los personajes; quizás la cuestión sea captar a un público distinto al habitual de Marvel, el que venga arrastrado por los nombres que firman las obras en cuestión y que este no se vea ahuyentado por los detalles de la intrincada continuidad marvelita.
Sin duda Alonso, hombre venido (no lo olvidemos) de la línea Vertigo de DC y acostumbrado a tratar con autores digamos menos mainstream, ha tenido que asistir con interés a la captación de talentos poco usuales que Rob Liefeld ha llevado a cabo en su línea de cómics antaño asociados a los peores vicios de los noventa. Que Prophet, Glory (y en menos medida Bloodstrike y Supreme) hayan captado la atención e incluso el respeto de la crítica y parte del público no ha debido pasarle desapercibido al editor en jefe de Marvel. La incorporación de Joe Keatinge (responsable de Glory) a la iniciativa Marvel Knights parece sustentar la idea de que se podría estar intentando seguir este ejemplo (y en general el de la Image de los últimos lustros) y atraer nueva sangre en materia de lectores (aunque provenga de un sector pequeño en comparación como es el de las independientes) al poco a poco menguante sector de seguidores de las dos majors estadounidenses. Tal vez haya un plan a largo plazo; el respaldo de la crítica es fundamental a la hora de concebir obras que a largo plazo generen interesantes dividendos en forma de reediciones constantes, en contraposición al pelotazo de los superventas de turno en cada temporada que en mayor medida terminan luego siendo olvidados por la generaciones venideras. No hay más que pensar en las ventas que recogieron inicialmente Watchmen, Sandman, etc y compararlas con las de eventos de más o menos aquella época, como por ejemplo Proyecto Exterminio o Invasion!
Además, está la cuestión de luego vender estos cómics a la gran audiencia que se vaya acercando al medio por el interés despertado a raíz de futuras películas. El hecho de que, contrastando con buena parte del Marvel Knights original, además de personajes atemporales e icónicos siempre reconocibles, este relanzamiento conste no de colecciones regulares sino de miniseries, más sencillas de recopilar luego en tomo unitario, convirtiéndose teóricamente en productos idóneos para este público, parece apoyar la tesis.
Probablemente Alonso, con su posición asentada ante los inversores dadas las ventas de los crossovers y similares, haya querido dar un paso en la desesperada batalla del medio para captar nuevo publico dando algo que no sea pan para hoy y hambre para mañana ahora que se lo puede permitir con seguridad: algo una pizca más experimental en una Marvel que hoy por hoy ofrece unos productos de alta calidad pero muy de estudio, un tanto homogéneos y con menos espacio para voces más personales y rompedoras tanto a nivel ventas como de respeto académico y de crítica. Voces que quizás pueden ayudar a salvar la languideciente industria. Este pensamiento a medio-largo plazo es posible que no esté presente en las agendas de las altas esferas de los imperios financieros a los que pertenecen las grandes editoriales estadounidenses, pero sin duda Alonso lo tendrá en mente. Como decíamos, este hombre proviene del sello Vertigo y probablemente sea un enamorado del medio, así que esta cuestión debe preocuparle, incluso siendo cínicos y pensando que solo sea para hacer del negocio algo perdurable, dados los visibles errores del pasado que han llevado a la situación actual.
Con todo, esta por otra parte muy respetable estrategia, tiene como contraprestación que nos anuncia que lo contado probablemente carezca de impacto real en las andaduras actuales de las colecciones regulares de estos queridos personajes, restando cierto interés para el aficionado habitual. Si además las miniseries no consiguen llevar a buen puerto las expectativas de resultados creativos digamos sofisticados que la crítica ha depositado en la iniciativa, se corre el riesgo de no satisfacer ni a un público ni a otro, quedándose en una peligrosa tierra de nadie que podría dar al traste con el futuro de este necesario tipo de proyectos.
Guion: Matt Kindt
Lápices: Marco Rudy
Tinta: Marco Rudy
Color: Val Staples
Portada: Marco Rudy
Editorial: Marvel Comics
Contiene: Marvel Knights: Spider-Man, #1-5 (de 5)
Formato: Grapa, 32 páginas
Precio: 3,99 $
Valoración:
Como hemos comentado, uno de los atractivos de este proyecto escrito por Matt Kindt, es la presencia de Peter Parker, algo que muchos seguidores del trepamuros no encuentran en el Universo Marvel actual. Así, ya sea una historia no contada del pasado del sobrino de May o simplemente un relato fuera de continuidad, esta miniserie de cinco números precede a la novela gráfica Family Business y a los episodios 700.1, 2, 3, 4 y 5 de Amazing Spiderman en esa tendencia de devolver al hombre araña original de algún modo a las estanterías de novedades, independientemente de lo que suceda en Spiderman Superior. El propio dibujante y compañero de Kindt en este lanzamiento, Marco Rudy, afirmaba que este trepamuros es el de Roger Stern, el de David Micheline, el de Tom DeFalco.
Y, si bien Kindt lamentablemente evidencia que el gran autor de Revolver no parece saber estar a la altura en trabajos de encargo para las majors estadounidenses (como ya demostrase en el especial Solomon Grundy para DC), de lo poco que consigue es que por lo menos reconozcamos al Peter de siempre.
Eso sí, no nos engañemos: sin duda el atractivo de Marvel Knights: Spiderman reside en el trabajo visual que Marco Rudy despliega. El planteamiento de cada página parece heredero del trabajo de David Mack, JH Williams III y del de Bill Sienkiewicz en lo experimental, onírico y lisérgico de la disposición de las viñetas. Y aunque tal vez su representación de Spiderman nos resulta en exceso feista y estilizada, encaja a la perfección en ese aire pesadillesco que se respira en la narración. Hacia el final de la miniserie, incluso se permite de homenajear brevemente a Sal Buscema o Ron Frenz.
Rudy ha declarado que su trabajo aquí también recibe influencia de su pasión por los videojuegos. Y la historia de Kindt apoya esta relación entre ambos medios: Cuando Peter acude como fotógrafo a hacer unos retratos familiares para ganarse unas perrillas extra y así pagar unas facturas, se encuentra en la casa de Madame Web, la cual le profetiza que tendrá que enfrentarse con 99 problemas. A partir de ahí todo se vuelve vertiginosamente confuso y nuestro vecino y amigo se enfrentará de repente con un oponente tras otro, prácticamente sin descanso, como si ante una máquina recreativa estuviésemos.
Lo borroso de la transición entre escenarios (de la mansión a un túnel, de ahí a un avión y después a un submarino) y la desorientación en la percepción temporal de Peter (y del propio lector), queda justificado con una droga que Arcade, trabajando para un misterioso jefe, ha administrado a Spiderman para este incesante combate contra sus viejos enemigos. Muchos de estos, por cierto, han visto interesantemente rediseñado su aspecto para la ocasión, y varios parecen estar tan involuntariamente atrapados en esta demencial lucha como el propio hombre araña. Y aunque en general se pasa de uno a otro como si fuesen simplemente extras, sin reflejarse la idiosincrasia de cada uno, hay algún momento de caracterización reseñable, como el encuentro con Nitro, que nos hace pensar de forma nueva acerca de la naturaleza de sus poderes y lo que tener una capacidad así podría implicar en una persona.
Pero globalmente, la trama de Kindt decepciona, ofreciendo una resolución apresurada y simplona. Se desperdician las posibilidades que daba tener a Arcade de por medio, que podrían haber justificado la apabullante galería de oponentes y el cambio de telón de fondo constante. Ni Peter está confundido rebotando de una sección a otra de Mundo asesino, el parque de atracciones criminal que el villano habitualmente usa, ni la legión de supercriminales sin personalidad con los que se enfrenta son las replicas robóticas que allí suelen encontrarse, como numerosos aficionados habían propuesto de forma aguda en los foros. No hay enigma, todo es exactamente lo que parece, una sucesión de peleas sin sentido, ya que la explicación final del porqué se ha lanzado a Spiderman a esta aventura resulta francamente ridícula, con multitud de inconsistencias y cabos sueltos.
El veredicto es claro: Marco Rudy se ha ganado su jornal, Matt Kindt ha cogido el dinero y nos ha dejado con lo primero que se le ha ocurrido.
Guion: Joe Keatinge
Lápices: Piotr Kowalski
Tinta: Piotr Kowalski
Color: Nick Filardi
Portada: Piotr Kowalski
Editorial: Marvel Comics
Contiene: Marvel Knights: Hulk, #1-3 (de 4)
Formato: Grapa, 32 páginas
Precio: 3,99 $
Valoración:
Algo similar sucede aquí: si bien el guion de Joe Keatinge no es malo, el escritor de Glory no ha aportado nada especial todavía en los tres episodios aparecidos de esta miniserie. Sin embargo, es de nuevo el aspecto visual el que salva al conjunto, ya que Piotr Kowalsky nos ofrece unas hermosas páginas en las que incluso se puede apreciar cierta influencia del gran Berni Wrightson.
Lo cierto es Keatinge también se lo pone fácil a Kowalsky para que este se luzca. La aventura nos presenta a un amnésico (e incapaz de transformarse en Hulk) Bruce Banner que es perseguido en París por dos misteriosos agentes de una célula escindida de la organización criminal IMA. Cuando durante la persecución estos se inyectan un suero que les transforma en monstruos gamma a punto de literalmente explotar, la belleza presentada por Kowalsky en sus dibujos de la ciudad a orillas del Sena contrasta con lo espectacular de las escenas de destrucción con abundantes victimas que sufre la capital francesa. Una vez apresado Banner, sus captores le lavaran el cerebro para convertirlo en el arma decisiva en su guerra para independizarse de IMA. Asistiremos así a una ensoñación en la que el buen doctor, atrapado e inconsciente dentro del cuerpo de su controlado otro yo, cree vivir la existencia que hubiese tenido si no se hubiese transformado en el Goliat verde tras la detonación de la bomba Gamma.
El guionista habló en su día de abundantes influencias del cómic europeo en esta obra, como del Corto Maltes de Hugo Pratt, Diabolik o del XIII de Vance y Van Hamme, además de la del cine Italiano y Francés de los años 60 y 70. La verdad es que no se llega a tanto y el tono de Keatinge nos recuerda vagamente más bien, por buscar comparaciones con referencias conocidas, al de la etapa de Bruce Jones con el personaje. Esta inclinación europeísta, algo fallida de momento, era presentada por Keatinge como el leit motiv de la obra: Si él es un escritor norteamericano que creció adorando los superhéroes para descubrir después a Moebius y el resto de representantes de la Bande dessineé del viejo continente, Kowalsky es según el escriba la elección optima, al tratarse de un artista europeo que ha recibido una gran influencia del catalogo Marvel en su juventud. Hay que reconocer que Keatinge, con prudencia, afirmó en esas mismas declaraciones que tampoco era su intención sonar pretencioso y que en el cómic asistiríamos también a un espectáculo trepidante de acción. Tal vez sea pronto para hacer valoraciones no habiendo concluido la miniserie, pero de nuevo, la impresión inicial es que lo visual gana sobre lo contado.
Guion: Brahm Revel
Lápices: Brahm Revel
Tinta: Brahm Revel
Color: Cris Peter
Portada: Brahm Revel
Editorial: Marvel Comics
Contiene: Marvel Knights: X-men, #1-4 (de 5)
Formato: Grapa, 32 páginas
Precio: 3,99 $
Valoración:
Y si bien en los dos casos anteriores a pesar de un guion normalito por lo menos nos encontrábamos con un gran dibujo, según abrimos la miniserie dedicada a la Patrulla X no parece que nos vayamos a encontrar ni con eso. El trabajo a lo lapices de Brahm Revel va algo más ajustado que en su Guerrilla y no pasa de discreto aunque efectivo.
En el apartado del guion, una vez más no es que se trate de una mala historia, simplemente según arranca no parece tratarse de nada especial. Nos da la impresión de que podría tratarse perfectamente de unos números de relleno durante la andadura de Grant Morrison con los personajes. Lo cual, claro, tampoco es que sea precisamente malo, pero al principio todo parece ya visto y algo tópico.
Se abunda en los aspectos fundamentales de los X-men: un grupo formado por Lobezno, Picara y Kitty Pryde llega guiado por Cerebro, el artefacto detector de mutantes, a una localidad rural de la Norteamérica profunda para localizar y si es necesario como parece, rescatar, a tres nuevos Homo Superior adolescentes.
La metáfora de los mutantes como personas en un entorno reaccionario que no les comprende y les margina, se marida una vez más con las problemáticas propias de la adolescencia. Sin embargo no se trata, eso sí, de una visión romántica y edulcorada de la misma: el ambiente white trash que se respira en esta sociedad redneck situada en los Apalaches, con su marginalidad, drogas (y aquí volveremos a recordar el nombre de Morrison), comunidades aislacionistas cercanas, malos tratos, desapariciones de jóvenes, mafias locales y corrupción policial resulta ciertamente deprimente.
De nuevo, hay ciertos hallazgos como la caracterización de Pícara (para la que un entorno así resulta muy familiar dada su infancia sureña) o el creativo uso que se da al superpoder de la adolescente Dala. Éste, da lugar por un lado a escenas muy bien pensadas sobre las terribles consecuencias que podría tener sobre una familia normal y por otro a secuencias de acción con algunos invitados especiales inevitables en la franquicia que de otro modo no podrían estar justificadas.
Y a la altura del tercer episodio, todo explota, dándose lugar a un ritmo desenfrenado de acción mientras el caos en forma del poder descontrolado de Dala se desata en el pueblo. A la vez, en ese frenético y delirante escenario, las personalidades de Picara y de un manipulado Lobezno son examinadas e interaccionan la una contra la otra y cada una contra sus propios demonios internos, naciendo de estas fricciones los momentos más interesantes de la obra.
A falta de un número (en el que parece que le tocará el turno de ser vuelta del revés a Kitty Pryde) para finalizar, podemos decir que a pesar de empezar siendo la que menos llamaba la atención, esta miniserie ha resultado ser la más interesante del relanzamiento el sello.
menuda «currada»,eneko,eres un makina,xddd¡¡.
lo mejor:daredevil y punisher.
lo peor:el vigia y 1602.
la sorpresa:marvel boy e inhumanos.
hala.ya esta.
Un artículo en verdad trabajado y detallado, pero que en mi opinión peca de excesivo por que de momento estas nuevas miniseries MK no han demostrado ni estar la altura de lo que el mercado de cómic índie ofrece en estos momentos ni ir más allá de ser unos experimentos con dibujo interesante cuyas historias son extravagancias si, pero poco más que vaya a algún lado.
El sello MK murió hace años y dudo que cosas como esta pasen de poder darle dos o tres miniseries anuales, lo cual por supuesto es mucho más de lo que tenían hasta ahora, ni de devolverle la gloria.
O sea que el artículo esta bien, pero vendría más a cuento si estas miniseries estuviesen siendo u éxito arrollador que estuviesen confirmando una nueva era Marvel Knights, algo que por lo pronto no parece que vaya a ser así.
me gustaron las primeras series de Marvel Knights, principalmente Inhumanos, Marvel Boy y Vigía, es que me encanta Jae Lee y Morrison, y también la Viuda Negra de Ed Brubaker y el estupendo estilo de dibujo de Devin K Grayson visto también en Marvel Boy
y 1602 tiene una historia interesante y refrescante
ya,tharlock,pero yo juzgo resultados en base a las expectativas.y yo esperaba mas,muchisimo mas, de alguien como gaiman en marvel.a mi 1602 me parece un trabajo «alimenticio» como los que hacian el propio gaiman,frank miller y alan moore para todd mc farlane.se trataba de pagar a marvel por su contrapartida en su litigio contra mc farlane,y el resultado es un trabajo en piloto automatico,y sin alma.
de todas maneras,cada vez me molesta mas que cada vez que un autor de los muy grandes trabaja para marvel,tiene que ser en un una especio de universo alternativo fuera de continuidad para que este a sus anchas.
¡demonios¡¡trabaja con lo que ya existe¡,y demuestra que sigues siendo un guionista fresco e imnovador.de lo contrario,quedate con tus trabajos de creacion propia,que yo ya me apaño como lector con los nuevos valores de hoy en dia,que al menos encaran su trabajo con mas honestidad.y con ambicion.lo que les falta a estos grandes tras estar tan «baqueteados».que en sus trabajos mas «mainstream» ponen el automatico…y tira millas.
si quesada contratase a alan moore(cosa probable) yo lo quiero en los 4 fantasticos,y lo quiero en la coleccion clasica.no en su contrapartida ultimate,o en un universo a lo 1602.yo quiero que demuestre que sigue siendo alguien en la industria.
de lo contrario,apartate,y deja paso.que guionistas de nueva hornada salen a patadas y dispuestas a patear culos.curratelo o pirate.asi de sencillo.
y,el vigia de paul jenkins,son cientos de paginas de material «hueco» que no cuentan nada,para llegar a unas pocas paginas donde se revela la sorpresa final.lo considero el «bluff» mas grande que he visto nunca en la historia de marvel.que ya es decir.
la misma historia la coge jack kirby en su momento,y te la resuelve en 24 paginas,quitando todo ell grano y la paja,y quedandose con lo esencial de la historia.
para lo unico para lo que sirvio esa historia es para que bendis tuviese su version de superman al que sacarle todo el jugo(esta vez si) en sus series de vengativos.si era la idea,oye,objetivo cumplido.
«El soberbio dibujo de Eduardo Risso, la mejor parte de la sobrevalorada 100 balas»
Hasta aquí hemos llegado.
http://robotb9.files.wordpress.com/2013/11/thats_all_folks-wide.jpg
ey¡¡.me alegro que se recupere este post.me parecio muy injusto que toda esta informacion se perdiese.que aunque la mayoria la hayamos vivido en primera persona,seguro que hay mucha peña joven por ahi que no controla mucho de este material.y el articulo es muy clarificador al respecto.
y se prepara un documental frances que cubre desde la quiebra en 1996 de marvel comics y su posterior renacimiento hasta la actualidad,con declaraciones de mark millar,quesada(of course) jimmy palmiotty y otros autores de la epoca.un documento que nos hubiese venido al pelo para este post…los tiempos que no coinciden,jeje.
precisamente el otro dia cuando se publico por primera vez este articulo,encontraba en una tienda de comic el daredevil yelow y el spiderman Blue,(aunque precintado por la tienda,creo que eran de segunda mano,aunque estan en perfecto estado),al precio que marcaba en su dia(15),pero los dibujos merecen la pena,cuando lo lea dire si la historia corresponde con lo que espero.
A mi lo que mas me ha gustado de este sello es:
Daredevil de Bendis/Quesada.
Punisher de Ennis
Los «colores» de Loeb y Sale.
1602
Inhumanos
Luego tambien me parecio interesante el Spidey de Millar, ya que vemos a un Osborn que actua como actuaria mucha gente y no con esa forma de gusrdar el secreto a toda costa.
Sobre la line decir que ha ido un poco cuesta abajo desde practicamente sus inicios (en numero de titulos y calidad de los mismos). Viendose fagocitada por la linea Max en muchas ocasiones.
Un sello que propuso cosas interesantes y algunas de ellas las tengo todavía entre mis favoritas, como el Daredevil de Smith y Bendis.
También me gustaron el Spiderman de Millar, 4 con un genial McNiven, 1602 (aunque no deja de ser un what if…) y las diferentes minis de la Viuda.
SgtCantamal ha comentado:
«1602 (aunque no deja de ser un what if…)»
No es la primera vez que lo oigo pero es una cosa que no entiendo. Calidad de la obra a parte, decirlo de de esa manera es como para quitarle valor.
No lo digo por 1602 en particular, pero es que cuando saca algo asi Marvel sale el tema del What if cuando por ejemplo DC esta lleno de What ifs (Kingdome Come, El Clavo, Hijo Rojo….) y no se suele decir nada.
Aunque seguramente es porque Marvel tiene una serie que se lalma What if.
No lo digo como critica a ti SgtCantamal, es solamente una cosa que he ido viendo amenudo y queria comentarla.
Currada de la de Dios.
Pero eso de cascar un suspenso largo al MK Spider-Man de Kindt y Rudy y valorarla como la peor mini-serie de esta última hornada me ha matado un poco por dentro
«Pero eso de cascar un suspenso largo al MK Spider-Man de Kindt y Rudy y valorarla como la peor mini-serie de esta última hornada »
Pues yo-que quedé flipado con los fuegos de artificio del primer número- llegado al 3 o el 4 (no sé por qué número me quedé, y no creo que ni la acabe) estoy totalmente de acuerdo con esta frase:
“El veredicto es claro: Marco Rudy se ha ganado su jornal, Matt Kindt ha cogido el dinero y nos ha dejado con lo primero que se le ha ocurrido.”
Visualmente impresionante, argumento escrito en una servilleta.
Y mi opinión sobre los restantes títulos de MK, si bien no los he leído todos, recuerdo que el Inhumans me gustó moderadamente, que Madrox era graciosillo, no tenía ni idea que un X-static salió con ese sello -¿por qué?-, el Marvel Boy de Morrison debería haber sido una mini de Vertigo –lo digo como elogio- y que, por lo demás, qué grande es Garth Ennis (cuando quiere).
Uff, el eterno debate.
El de «Morrison se limitó a poner el nombre en Arkham Asylum y We3», «FF y Ojo de Halcón molan solo por el dibujo» o que «Promethea es más de J.H. Williams de Moore».
Cada vez que un guionista deja que el dibujante lleve la voz cantante, parece que nuestra conclusión lógica es que está haciendo mal su trabajo, aprovechándose del dibujante o algo por el estilo
Me gustaron los capítulos de David Mack en Daredevil, me entusiasmó Pantera pese al terrible baile de dibujantes, y disfruté tanto con Viuda Negra que creo que sería una linea argumental perfectamente válida para la aventura cinematográfica en solitario de la Romanova.
El Punisher de Dillon… lo intenté, juro que lo intenté, pero ese dibujante no me atrae nada nada nada…
“El de “Morrison se limitó a poner el nombre en Arkham Asylum y We3″, “FF y Ojo de Halcón molan solo por el dibujo” o que “Promethea es más de J.H. Williams de Moore”.”
Por partes: Arkham Asylum me parece que tiene una historia bastante elaborada; We3 es un show de Quitely. Ojo de Halcón me parece que es 50% de Aja y un 50% de Fraction, lo que pasa es que hay quien prefiere el 50% de Aja. FF no lo he leído. Y quien diga eso de Promethea es una burrada, pocos cómics hay con un guión tan denso y cargado de referentes 😉
Primero de todo, pedir disculpas por la aparición del artículo del pasado Martes, cuando no estaba finalizado.
Ha sido una tarea monumental y un error en la edición hizo que saliese a la luz antes de tiempo. Pido perdón especialmente a la gente que comentó durante las horas en que estuvo publicado.
Y ahora, entrando en materia:
-Tíldoras, la verdad es que no entiendo muy bien tu queja ¿No te parece bien que se haga un retrospectiva aprovechando el motivo que sea si el tema es interesante? Como habéis visto,a mi tampoco me parece nada destacable el nuevo lanzamiento, pero eso no quita para que las anteriores etapas merezcan un análisis.
-Mr X, lo siento, sí, 100 balas (y gran parte de la producción de Azzarello) me parece una de las mayores ventas de humo de los últimos 15 años. Sí, mas que las obras de Millar. Qué le vamos a hacer, cuestión de gustos, incluso con vacas sagradas: por aquí alguna vez ha habido quien ha puesto en solfa a Watchmen y tampoco pasa nada 🙂
-Daniel, el caso de Kindt aquí es muy distinto a los que mencionas, en mi opinión (aunque esto vuelven a ser gustos). Mientras que Morrison, Fraction etc se pueden ver superados por los dibujos de sus colaboradores en las obras que citas, yo creo y defenderé que esos guiones son como mínimo muy correctos. Lo de Matt Kindt en Marvel Knights: Spiderman es una tomadura de pelo como no había leído desde el Dark Knight Strikes Again de Miller.
«el Marvel Boy de Morrison debería haber sido una mini de Vertigo –lo digo como elogio-»
Talmente de acuerdo, a mi me parecio una mini muy chula, con un estupendo dibujo de J.G Jones dibujante que tenia en muy alta estima y que la semana pasada me llego una pagina suya y he de decir que es absolutamente acojonante, mucho mejor al natural que impreso, una autentica «delicatessen»:
http://www.comicartfans.com/gallerypiece.asp?piece=1099799
¡coño¡ ¡robert mitchum¡…
Franky, los conocidisimos Scoop Scanlon y Rusty James.
Primero, enhorabuena por el artículo, de esos completos y amenos que hacen afición, analizan todo y nos ofrecen una visión completa.
En segundo lugar, yo el sello marvel nights en sus primeros años lo definiría así; «Marvel hizo truños de cómics en los 90 y acabó en la ruina. Empezó a hacer cómics buenos y se recuperó». Lástima que las grandes no aprendan de la historia, incluso los que la vivieron en primera persona como el amigo Quesada…
Y también lástima que esa línea esté en estos tiempos a medio gas, con alguna obra destacable de tanto en tanto pero sin los bríos, el mimo, las ganas y los resultados de antaño.
Sobre algunas en sí;
Para Sentry también es un bluff que, además de absurdo, es aburrido de cojones. Sin duda lo peor de esos primeros años.
Marvel Boy también yo la veo como una miniserie de Vértigo y, coincido con molón, G Jones es un dibujante cojonudo. (por cierto, molón, tienes originales de alguien de la escuela Bruguera?). Un Morrison menor pero accesible y entretenido en una edición española bastante mala, la verdad.
Lo mejor, el CASTIGADOR de Ennis y Dillon, que ya en el primer número arreglaron el nefasto primer intento de resucitarlo comercialmente por parte del propio sello. Una gozada tanto cuando están de coña como cuando se ponen serios.
Primero decir que ARTICULAZO!! Por cosas como estas ZN está a muchas millas de cualquier otra página. Mi felicitación a los autores.
Muchas obras aquí reseñadas de las que no habré ni catado el 40%. Las positivas: Inhumanos, Spiderman Reino,Spiderman de Millar, 1602, Viuda negra,Angel Revelaciones y el Punisher de Ellis. Más frío me dejaron: Capitan América (tanto la de Nieber como El Elegido)o el Logan de Vaughan.
Espero que las nuevas series se publiquen en España para poder valorar. Aunque se me antoja difícil ya que no han tenido mucho éxito en USA.
Realmente este sello podría funcionar muy bien para series autocontenidas, fuera de la continuidad y con un alto grado de experimentación. El error quizás ha sido utilizar personajes mainstream para empezar. La gente que sigue a Hulk, X-men y no digamos Spiderman no es muy dada a este tipo de experimentos. No creo que sea imposible crear un pequeño territorio para series experimentales (MK), otro para adultos (MAX, vamos sexo y violencia) y luego el UM tradicional.
Lo primero,felicitar al autor por el peazo artículo que se ha currado.
Lo segundo,una pequeña crítica,y es que cuando hacéis estos tochos no creéis que quedarían mejor divididos en partes?
Porque en serio y sin coñas,se me ha ido más de un 40% de la batería del móvil y al final estaba hasta los mismísimos de leer,que parece que últimamente tenéis una competición a ver quién hace el artículo más largo y sinceramente creo que estás cosas dosificadas quedan mejor y son más asimilables.
De todas formas insisto,felicidades al autor.
Y ya hablando del tema decir que para mí lo mejor de esta línea fué la cole de Pantera Negra,a ver si se animan a reeditarla entera.
«por cierto, molón, tienes originales de alguien de la escuela Bruguera?»
De momento no, he tenido en las manos alguno, pero bueno lo que me interesa(Vazquez-Ibañez-Raf) no hay mucho en el mercado y lo que hay es a precios desorbitados, pero vamos en este tipo de coleccionismo lo importante es esperar hasta tener una buena oportunidad, que tarde o temprano aparece, seguro.
Voy a leer el artículo. Seguro. Pero es que me da miedo quemarme las corneas.
La línea fue estupenda, con algunas grandes obras (y algún pinchazo también) pero perdió un poco su razón de ser cuando Quesada ascendió a jefe y marvelknigsizó toda Marvel, con Bendis en Vengadores como punta de lanza.
Desde luego mereció la pena.
Maravillosos caballeros.
¡Pedazo de artículo!. En serio: vaya pasada, no falta nada.
Me ha sorprendido el personaje de Marvel Boy, porque no sabía nada de él. Al leer que lo han presentado en tiempos de Civil War no podía creerlo (pensaba que me había leído prácticamente todas las series relacionadas con ese crossover) pero, efectivamente, casi todo lo relacionado con Jovenes Vengadores me ha pasado desapercibido.
Por cierto, estuve releyendo MK: 4 (el de Aguirre y McNiven) hace unos días y me decepcionó un poco. A lo mejor es que tenía el día tonto, pero me aburrió un poco. (Eso sí, los dibujos de McNiven estupendos).
Daredevil de Bendis estuvo bien, lo de kevin smith me pareció horroroso.
Inhumanos super chula y refrescante. Me encantó.
La limited serie de la viuda negra muy bonita pero con poca chicha, casí me gustó más la de rucka.
El número de los 4 fantásticos de Reed Richards buscando trabajo me pareció cien mil veces mejor que los de waid de la misma época.
El resto ya ha caido en el olvido.
Para mí, lo mejor Pantera Negra y Marvel Boy, por lo menos de las que he leído. También Madrox y Chica Muerta, pero esas no sabía que eran de MK.
De Dd lo de Smith, bueno, normalito, lo de Mack, Gale y el primer Bendis, malo de pelotas. El Bendis con Maleev empezó muy bien y acabó aburriéndome tanto que ni la terminé. Como siempre me pasa con Bendis.
MK Spidey un bluff.
Las Viudas Negras entretenidas, y sí, yo también opino que mejor la de Rucka que las otras.
Los colores de Loeb y Sale anecdóticos, no dejan de ser una revisitación a los orígenes más que leídos ya, eso sí Sale se sale (juju).
Me estáis dando ganas de leer lo de 4 de McNiven, que yo creía que no era nada de otro mundo.
MK Punisher la sigo teniendo pendiente, pero me da perezón. Nunca me ha ido mucho tanto el personaje como el dibujante.
Logan de Vaughan, olvidable.
Y los Strange Tales, curiosos.
Me ha faltado Inhumanos, que también me empezó gustando mucho pero acabó aburriéndome, una serie muy lenta. Y también lo de Sentry, que bueno, olvidable y un poco absurda.
La verdad es que molaron aquellos años de Marvel «vertiguizada». Y claro que algunas cosas salieron mal, otras regular, otras bien a secas… Pero el intento fue glorioso y dejó cosas gloriosas. Y solo la voluntad de traer a los mejores talentos y dejarles jugar con los juguetes de Marvel ya me parece digno de elogio.
Echo de menos en el repaso la mini de Vaughan sobre el Doctor Extraño, que no recuerdo si salió bajo el sello MK, pero que forma parte de todo aquello y está sin duda entre sus grandísimos aciertos.
Estamos todos de acuerdo en que la magia empezó a perderse cuando hicieron mandamás supremo a Quesada y los antaño outsiders se convirtieron en los nuevos «integrados»: los Bendis, Millar, éxito de los Nuevos Vengadores, Dinastía de M y Civil War… Pero lo que me llama la atención es que casi al mismo tiempo, como si todo el mundo hubiera notado que algo en el ambiente hubiera cambiado, gente como Ennis, Vaughan, Milligan, etc. que hasta ese momento le habían dado buenos resultados a Marvel empiezan a escribir con el piloto automático puesto.
Creo que la última gran muestra de aquella Marvel-a-la-vertigo fue el Nextwave de Warren Ellis (quién sin duda es el mejor ejemplo de la actitud de «piloto automático» en casi todo lo que ha hecho después). Al poco empezaron las andaduras de los Fraction, Aaron, Hickman y compañía, que para bien o para mal ya representan otra época diferente.
Increíble artículo… ¡Felicidades!
Aún lo estoy leyendo pero ya me miraré un par de series que me interesan sobretodo por los autores.
buff, menudo articulazo!!, es en ocasiones como ésta cuando recuerdo lo poco que os agradecemos las curradas que os pegáis; en verdad deberíamos estar dandoos las gracias a diario.
sobre la línea, pues que tengo bastantes más cosas de las que pensaba; de lo que tengo, recomendaría todas las series ‘de colores’ de loeb/sale, las dos de la viuda guionizadas por r.k.morgan con arte de parlov/sienkiewickz/phillips, el ‘trail of tears’ de ennis/crain (que a mi me gustó más que ‘road to damnation’) o la serie de fury de ennis/robertson.
el primer punisher de ennis/dillon (joer, cuánto bueno de ennis en marvel por ésta época!) lo había leído parcialmente y lo he retomado ahora, con la edición en CES; no está al nivel de lo que el propio ennis hizo después, pero sigue siendo altamente recomendable; sabéis is van a seguir editando el resto de la serie en este formato? yo me la pillaría entera (el dibujo de dillon es de los que aguanta relativamente bien la reducción de tamaño).
de lo que no he leído, quizás a lo que más ganas le tenga es a la serie de los inhumanos de jenkins/lee, y eso que también lo han reeditado recientemente en CES; a ver si localizo el tomito por ahí; merece la pena el gasto, no?
Em mejor cumplido para el sello Marvel Knights es que un día toda la editorial acabó convirtiéndose al sello. Con el tiempo las cosas han cambiado, claro…
Respecto a las series, la que recuerdo con más cariño es precisamente la de Marvel Knights de Dixon (creo que ni sabía que sacaron un segundo volumen de la serie). A ver si la saca Comixology a buen precio y me la vuelvo a agenciar…
Saludos!
Sólo entro a comentar para agradecer el peazo artículo que os habéis currado.
Tremendo artículo que habéis hecho. En mi caso, recuerdo especialmente el de Spider-Man, los 12 números de Millar concretamente.
Espero que este artículo forme parte de la siguiente revista pdf de ZN.
Me ha gustado mucho recordar aquellos tiempos con Daredevil, Inhumanos y Pantera Negra a la cabeza de todas las demás. Luego es cierto que hay algunas que no sabia que estaban catalogadas dentro de este sello y me ha sorprendido ver que las había leido también.
Si tuviera que elegir me quedaría con Daredevil de Bendis y Maleev, Spiderman de Millar, Madrox y Shanna (por fácil de leer y sin pretensiones por parte de Cho más que por hacernos disfrutar), 1602 que me sorprendió gratamente (pensaba que iba a ser un truñaco, pero luego está bien) y por último porque me la leí el mes pasado El Castigador de Ennis (también ligerito y fácil de leer)
Marvel Knights, que recuerdos! y que pedazo de articulo, si señor… para mi los mejorcito fue el Daredevil de Smith y Los Inhumanos de Lee, que amabas acabaron algo desinfladas en comparación con unos inicios mucho mas prometedores, pero aun así me encantan, y personalmente no entiendo la muchas criticas que se les oyen, sobre todo a la primera.
De lo demás, guardo buen recuerdo de las dos minis de la Viuda de Devin Grayson, a ver si alguien de Panini lee esto y las saca en un tomo asequible (no reducido por favor) el Sirver surfer réquiem me hizo soltar una lagrimita, y el spiderman reino, aun suscribiendo punto por punto lo dicho por Eneko me gustó mucho, muy recomendables ambas.
1602 me parece una muy buena serie lastrada por las esèctativas, y en cuanto a blufs, el Vigia y el capi lo primero, Elektra lo msegundo (cuando se van a anterar que Elektra esta muerta?) seguido de esos «4» que no les vi la gracia por ningún lado.
Nunca me llamarón la atención ni Shanna ni Marvel Boy, pero visto lo visto ya le estoy poniendo remedio.
¡aquellos primeros numeros de electra DIBUJADOS por brian michael bendis¡.
¿alguien se acuerda ya de eso?.
No sé si es la misma serie Frank, pero yo recuerdo una serie de Electra con guiones de Bendis cuyos primeros números estaban «dibujados» por Chuck Austen: el horror.
Ahora que habría sido peor que los guionizara.
¡ostras¡¡si¡es cierto,antoine.recordaba que esos numeros los dibujaba un guionista,y recordaba,ademas,que era un dibujo esquematico,casi de storyboard.y lo asocie a bendis,un joven aspirante a george perez(segun declaraba el mismo)que si que ha dibujado.
suplico a marvel que conceda una coleccion para chuck austen y rob liefeld¡NECESITAMOS esa coleccion¡.
¿o lo mismo ya han trabajado juntos?.no me extrañaria.
y lo mismo hasta saldria algo bueno.peores cosas se han visto.
Inexplicable el auge y caída de Austen como autor de comics.
Bueno, inexplicable su auge.
No te preocupes Frank, cualquier día lo recupera DC.
Pedazo de artículo. Enhorabuena, señores, lo habéis vuelto a hacer. Sois cojonudos.
Y, leyéndolo, veo que hay mucho material que desconozco. Que ya sabía que no me había leído todo lo salido bajo el sello MK pero no era consciente de tener tanto hueco pendiente.
De lo que he leído.
El Daredevil de Smith y Quesada no me pareció para tanto; muy chulo el dibujo pero el guión no me gustó demasiado. No sólo por la resolución; es que (tendría que releérmela, pero en su momento) me pareció un refrito de Born Again.
La mini de la Viuda Negra de Grayson y J.G. Jones. Esta me gustó más. Tanto el guión como el dibujo.
Marvel Boy de Morrison y J.G. Jones. A mí esta me gustó mucho. Por lo que recuerdo, había algún momento en el que la historia desbarraba bastante, pero es que el dibujo vendía lo que fuera. No he visto mucho de él ultimamente pero, en aquél entonces, J. G. Jones estaba en plena forma.
La del Capitán América… mmmm… pasable, más que nada por Casaday.
La de los Inhumanos de Jenkins y Jae Lee la dejé a medias. Me parecía bastante desangelada.
El Punisher de Ennis y Dillon estaba bien; muy gamberra y bestia. Pero tampoco es que me animara a seguir leyendo más allá de esa historia. Entre que el personaje no es de mis favoritos, precisamente, y que el dibujo de Dillon me parece horrible…
1602 me pareció muy mala y desganada.
Con Madrox lo pasé pipa.
Y las nuevas que se anuncian… Pues tampoco es que me parezcan demasiado interesantes. Y lo dicho en el artículo no es que me haya cambiado esa percepción.
En general, yo tampoco encuentro nada especialmente destacable en estos Marvel Knights. De lo que conozco, vaya. Y la perspectiva del tiempo tampoco es que le haga ningún favor a aquellos cómics.
Me encantó la imagen que dieron Quesada a Daredevil y Lee a los Inhumannos. Los guiones de Ennis para El Castigador. Y poco más, la verdad.
El nombre de Gaiman realmente perjudica a 1602, bastante olvidable.
Y lo de Steve Dillon jamás lo he entendido. Un dibujante horrible que ha participado en multitud de series. Yo no sé que le ven, la verdad. Todavía en Predicador tenía un medio pase, pero en el género súper heroico es directamente horripilante.
Una vez más, felicidades a ZN por brindarnos un artículo impecable.