La línea Marvel Limited Edition está en pleno proceso evolutivo. Surgida en 2015 como la única forma de publicar cierto material de difícil salida en los planes comerciales, la etiqueta elitista que se le presuponía provocó cierto rechazo en sectores de aficionados que trataban de recordar que el cómic debe ser de acceso popular. Pero el mercado es el mercado y parece que éste admite en su amplio regazo a gran cantidad de productos, puesto que el acuerdo entre Panini Comics y SD Distribuciones se encuentra más asentado que nunca. Prueba de ello es que los editores han dado el siguiente paso, abriendo el espectro a nuevos territorios. Hasta ahora, el campo de juegos se había centrado en los años setenta, aunque teníamos un par de casos datados en los 60 y alguna rareza de los noventa. El caso es que el adelanto ha sido bastante grande, puesto que nos remitimos a la Golden Age, con la salida a tiendas de “Capitán América. La Edad Dorada”, que incluye los números originales pertrechados por Joe Simon y Jack Kirby, unos episodios legendarios que ni por asomo pensábamos que veríamos por estos lares. Inaugura la vertiente Marvel Golden Age Limited, tal y como reza el renovado logo insertado en su lomo. Aunque no se vayan, porque todavía hay más. El mes de febrero nace el 80’s Limited con la llegada del Escuadrón Supremo. La expansión se ha hecho hacia atrás y hacia delante, por lo que las posibilidades de la línea se han multiplicado exponencialmente, dado que resta una buena cantidad de tebeo minoritario de los setenta todavía por publicar.
Centrándonos en el MLE que tenemos entre manos, no nos queda más que aplaudir la osadía de Panini y SD al lanzar un producto confeccionado en la Golden Age. Esto, de partida, le hace un tomo no apto para todo tipo de paladares. Simon y Kirby se encontraban en los estadios iniciales de su desarrollo, en una época en el que el comic-book estaba casi en pañales. Todo es nuevo, alocado, siguiendo la senda del ensayo y error, por lo que no esperen ningún tipo de refinamiento, ni exquisitez. En esos lejanos días, el cómic estaba enfocado para niños (o adultos con pocas luces) como una forma barata y simple de entretenimiento; una manera de obviar la realidad, muchas veces demasiado áspera, ante las aciagas posibilidades de gran parte de aquellos lectores. Por eso, hemos pensado que necesitamos una contextualización para comprender mejor el fenómeno del comic-book, y de paso, ver el lugar que ocupaban Simon&Kirby como los primeros integrantes fijos de la plantilla de Timely Comics, una de tantas empresas que trataron de explotar en la industria de la historieta norteamericana. Y a esos menesteres nos dedicamos en las siguientes líneas, previo paso a la reseña de las primigenias aventuras del Capitán América. Esperemos que el trayecto sea de su agrado.
La Era Dorada de los Cómics
Érase una vez, en un tiempo muy, muy lejano, existía una clara división entre la diferente población de los llamados países desarrollados. El potencial económico de la familia delimitaba tu futuro, ya que en naciones como Estados Unidos, el hecho de obtener una educación básica, el saber leer y escribir, era un coto dedicado a unos pocos elegidos. Pasados los años, surgió una forma barata y sencilla de lectura para todo un grupo de ciudadanos, en unos días donde se abogaba por una paulatina democratización de la cultura. Por la forma de reproducción, debido al material utilizado para esas obras baratas, se le denominó literatura pulp. A rebufo de esa nueva forma de trasladar historias, que en general carecía de ninguna buena consideración, surgió el mercado del comic-book, heredero del pulp y de la viñeta en periódicos, ya que la prensa diaria fue otro instrumento difusor de la palabra escrita. Allí se podían localizar pequeñas estampas donde un grupo de talentosos creadores daban forma al noveno arte norteamericano, en fechas tan lejanas como finales del siglo XIX. Y mucho más evidente cuando Joseph Pulitzer, editor pionero como pocos, decidió innovar con un suplemento dominical a color con historias ilustradas, fuente de inspiración para el resto de sus colegas. Nosotros vamos a adelantar un poco el relato, ya que este artículo va a obviar el desarrollo de las tiras, ya sean diarias o dominicales. Nos encontramos en los años 30 del pasado siglo, para tratar de contextualizar de manera cronológica, y un avispado editor decide aglutinar varias strips, la unidad básica del cómic de prensa, para formar un cuadernillo donde aunar una mayor cantidad de historias. Es el llamado comic-book, el formato por antonomasia del tebeo americano, auténtico protagonista de nuestro relato.
Eastern Color Printing era una empresa de artes gráficas cuya única función en el proceso artístico era el de producción, es decir, imprimir los cómics dominicales que eran facilitados por las diversas agencias. Operativa desde 1924, en 1933 George Janosik, el dueño de la compañía, tuvo la ocurrencia de colocar en horizontal los pliegos de papel, reduciendo levemente el tamaño, lo que le permitía incluir dos sundays donde antes solo cabía una. Como ven, se trata de una decisión empresarial, para nada artística. En aquel taller tenía un puesto preeminente Max C. Gaines, al que podríamos denominar como el listo la función. Sabiendo la forma de proceder, se dedicó a tratar de vender la innovación a diversas compañías, ya fueran del ámbito del cómic o de la publicidad. La novedad llegó a un empresario modesto llamado Malcolm Wheeler-Nicholson y éste hizo algo inaudito con ella.
En 1935, Wheeler-Nicholson se veía en una extraña tesitura. Con un buen puñado de material sin vender y los cajones llenos de posibilidades, o lo que viene ser la triste necesidad, alumbra una idea revolucionaria. Era conocedor que en un formato tabloide es posible de juntar varias strips, por lo que lanza a imprenta una revista llamada New Fun; treinta y seis páginas con cómics inéditos, con el target claro de ser enfocada para niños, a un precio de diez centavos. Así, con este comienzo tan sencillo, puesto que Wheeler-Nicholson planteó New Fun como un muestrario publicitario por si alguien decidía comprarle esos personajes, se consolida el formato más longevo que jamás ha tenido el cómic norteamericano. Para todos aquellos a los que no les suene el nombre, hablamos del fundador de National Allied, el germen de la actual DC Comics. Así se lo contaba el editor vía postal a un jovenzuelo, que preguntaba por el nuevo negocio, llamado Jerry Siegel: “yo veo estas revistas más o menos como folletos para lograr que algún sindicato de prensa se interese por alguna idea”. Primeros pasos de un sistema de producción que, de aquí en adelante, no hará más que crecer y crecer, hasta convertirse en todo un fenómeno en la década siguiente. La variedad de géneros comenzó a asomar conforme se iba probando su valía comercial.
Wheeler-Nicholson tuvo algo más que la sana ocurrencia de lanzar New Fun a los quioscos. Por supuesto, supo ver el potencial del comic-book y se decidió a explotarlo con cabeceras nuevas, como Detective Comics o Action Comics. El editor tenía especial interés en esta última, cuyo título tenía obsesión en registrar; no tanto por lo incluido en su interior. De hecho, su primigenia intención era incluir reediciones en la nueva colección, extraídas de su revista hermana, Detective. Por tanto, la idea era continuar siendo una cabecera con un fuerte componente de género negro. Por ahí iban a circular la reedición de rudos detectives como Slam Bradley, un invento de un par de jóvenes creadores llamados Jerry Siegel y Joe Schuster, dos chavales que Wheeler-Nicholson había empleado regularmente. Los dos muchachos criados en Ohio trabaron una pronta amistad, por su origen judío, y en sus primitivos sueños desarrollaron el concepto de Superman, una mezcla de ciencia ficción y pulp que daría origen al género de los superhéroes. No está claro si el gran jefe conocía las ideas de Siegel y Schuster con respecto al kryptoniano, pero sí se sabe que fue un subordinado de Wheeler-Nicholson, un tal Vincent Sullivan, el que incluyó la historia en Action Comics. Parece ser que la dupla artística se la ofreció primero a M.C. Gaines, que la tenía cogiendo polvo en la mesa de su despacho. Vincent la recibió de un empleado de Gaines, Sheldon Meyer, un guionista con el que tenía una cercana amistad. Y Sullivan, editor de confianza de Wheeler-Nicholson, la introdujo en la revista. Las páginas de rigor, según sus propias palabras, “me parecieron buenas”. El éxito del Superman de Action Comics en 1938 provocó toda una fiebre con respecto a los personajes en pijama, tanto que contagió a una gran parte del mundillo editorial. Consecuencia directa, el personaje alcanza en 1939 un hito muy particular, ser el primer cómic con su propio nombre en el encabezado, con la salida al mercado de Superman.
Como vamos notando conforme avanza la narración, a finales de los años treinta se percibe un clima de bonanza en la industria del comic-book y una especial querencia por un renovado género, el de los superhéroes. No había que desaprovechar ocasiones y mucho más si eras un empresario forjado a ti mismo en el mundo de las revistas pulp. Ese es el puesto de Martin Goodman en la foto fija de finales de los treinta. Metido en el negocio desde 1932, asociado a Louis Silberkleit, y Publisher en solitario desde 1934 con Western Fiction, su principal campo de acción era la literatura pulp, que distribuía en los quioscos de la América de la época. Pero claro, enseguida supo ver el cambio de rumbo y notó que, en su territorio, el comic-book se tornaba sensación, por lo que decidió probar a ver qué tal. De forma inicial, únicamente se dedicó a comprar material a agencias, principalmente a Funnies Inc., un estudio regentado por Lloyd Jacquet, evitando tener su propio personal. De aquí surgieron dos conceptos fundamentales, que acabaron siendo treméndamente populares: la Antorcha Humana y Namor, los primeros superhéroes de la recién creada Timely Comics. La cuestión es que la aparición de estos dos titanes suponía una importante cantidad de ingresos…. que Goodman debía compartir con Funnies Inc. Conforme se fue asentando la producción en viñetas, Martin se dio cuenta de que era necesario saltarse al intermediario, si quería que la empresa fuese del todo rentable.
Goodman comenzó la caza de artistas, solicitando material a cualquier interesado en dedicarse a los tebeos. En uno de esos testeos para probar nuevos enmascarados, había respondido uno de los colaboradores de Jacquet, presentando en sociedad al personaje apodado Fiery Mask. El nombre de ese artista era Joe Simon, uno de los grandes pioneros del cómic, que ya llevaba lo suyo a cuestas. Goodman se quedó muy convencido de las capacidades de Simon por lo que le ofreció el primer puesto fijo como integrante de Timely Comics; como tal, sería dibujante, guionista, editor…todas las decisiones pasarían por sus manos. El gran jefe ponía el grueso de la responsabilidad de Timely en manos de este prometedor historietista. Si no funcionaba, Martin cerraría la sección de cómic y seguiría con el pulp, que tan buenos resultados le había granjeado en el pasado. Joe había desempeñado diversas funciones en el mundillo, pasando por prensa, el departamento de arte en compañías cinematográficas y, por supuesto, el comic-book. Uno de sus mayores logros fue alcanzar un alto puesto creativo en Fox Comics, donde coincidió con un muchacho de talento llamado Jacob Kurtzberg, más conocido como Jack Kirby, el futuro Rey de los Cómics. Durante esa lucrativa etapa, ambos aprendieron a trabajar codo con codo, llegando a mimetizar su estilo. Por eso, cuando Goodman puso al frente a Joe, la primera solicitud del mismo fue incluir a Kirby en el equipo. Pero a Goodman había algo que no le gustaba del proceder de la pareja, el pluriempleo; los quería trabajando a tiempo completo con la editorial, algo difícil de conseguir cuando tratas con dos artistas tan hambrientos de éxitos como eran Simon y Kirby.
Jack Kirby era un chico del Lower East Side, de orígenes judíos, como Simon, que había tratado de labrarse un camino es varios aspectos creativos: animación, tiras de prensa y comic-book, en este religioso orden. A Jack le estaba costando encontrar acomodo y lo cierto es que su asociación con Joe no pudo traerle más que beneficios. Simon era un tipo mucho más inteligente en el aspecto empresarial y siempre supo ser lo suficientemente despierto para lograr asignaciones. En palabras del futuro Rey de los cómics: “confiaba en Joe porque conocía el negocio mejor que yo, y sabía lo que los editores le querían, pues tenía afinidad con ellos…”. Su encuentro en el taller de Victor Fox marcó el origen de su despegue y desde ese día siguieron sus caminos juntos en el medio como la primera marca autoral de una época, Simon&Kirby.
En sus inicios, la forma de trabajar conjunta era bastante estándar, es decir, cada uno se hacía cargo de una parte del cómic, tratando de no irse mucho de estilo, y así finalizar antes la faena. Hay que tener en cuenta que se trabajaba a destajo, sin ningún tipo de filtro; se pagaba por página entregada, no importaba la calidad de la misma. Poco a poco, consiguieron un método eficaz de producción. El propio Simon lo relata de una manera ciertamente cruda: “en aquella época no nos interesaba el dibujo…queríamos ganar dinero, y lo que más nos interesaba era producir lo más rápido posible. Como al principio las series eran mías, yo solía escribir los guiones y los rotulaba yo mismo…..y Jack terminaba los lápices. Luego yo entintaba…”. El caso es que a su llegada a Timely Comics, la entente funcionaba a plena máquina, sorprendiendo de manera favorable a Goodman, ante la capacidad de producir páginas y páginas.
El final de la década es un periodo convulso en términos históricos. La invasión de Polonia, por parte de la Alemania nazi, supuso el fin de una calma tensa en Europa, que se llevaba sosteniendo a duras penas, desde el fin de la Gran Guerra. Este acto supone la declaración formal de hostilidades entre dos frentes, el aliado (Francia, Gran Bretaña y la Rusia comunista) contra las llamadas fuerzas del Eje (Alemania, Italia, Japón). Hablamos, obviamente, de la II Guerra Mundial. EEUU se mantiene como país neutral. La Gran Depresión, consecuencia directa del Crack del 29, todavía tardaría en alejar su sombra, por lo que no se advertían visos de recuperación. El viejo continente quedaba lejos y la población, en general, no veía motivos para ir de frente hacia la devastación de un conflicto de tal magnitud. Eso sí, se movían las filias y las fobias entre la mayoría de ciudadanos, como no podía ser de otra forma, al ser una nación construida a golpe de inmigración. Así, muchos con orígenes germanos eran partidarios del Reich de Hitler, mientras que la totalidad de los que tenían ascendencia judía centroeuropea recelaban de ese señor bajito y gritón. Y se da la casualidad de que gran parte de los creadores, que trabajaban en el terreno del cómic, eran de credo judío. Un medio no elitista en el que desclasados sociales pudieron hacer carrera. Uno de ellos era Jack Kirby. Por supuesto, también Joe Simon, pero Jack ya había dado muestra pública de su animadversión por los valores de la Alemania nazi, años ha de asociarse a su actual compadre. Trabajando en Lincoln Newspaper Features, una agencia que vendía tiras de prensa, Kirby (con el pseudónimo Jack Curtiss) consiguió vender una viñeta de corte político donde criticaba abiertamente la actitud permisiva del premier británico, Neville Chamberlain, frente a los desmanes germanos. Jack tenía claro que el ideario nazi era algo a lo que enfrentarse, bastante antes de que saliera a luz las barbaridades que estaba preparando y cobijando el régimen del Fürher.
Para resumir, la situación quedaba de la siguiente manera. El mercado del comic-book en franca expansión. Simon y Kirby asentados en una novedosa editorial, Timely, con asombrosa capacidad de decisión. Y un clima bélico, que por mucho que se quisiese omitir, comenzó a calar en la población, posicionándose en un sentido u otro. Como ya hemos avanzado, la industria tenía una clara preeminencia judía y estos sintieron poca empatía por la Alemania de Hitler. La consecuencia directa de eso es que en los simpáticos tebeos comenzó a aflorar el sentimiento patriótico, de una manera descarada. Alemanes, japoneses e italianos proliferaron como pintorescos enemigos de los héroes americanos vestidos para la ocasión de la cuatricromía. Este reguero corrió rápido como la pólvora. La compañía de Goodman dispuso a sus principales estrellas, Namor y la Antorcha Humana, en el medio del conflicto. Desde principios de los 40, los dos personajes se enfrentaban a las fuerzas del Eje (el Príncipe Submarino a nivel global, mientras que el androide se centraba en territorio patrio). Treméndamente gráfico es el ejemplar Human Torch #5, donde el lector recibía una imagen del Sub-Mariner, Hitler, Mussolini y la Muerte como alegoría de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Bill Everett y Carl Burgos no tuvieron reparos en marcar quienes eran los malos de la función.
Para Joe y Jack son tiempos frenéticos. Tenían que poner en marcha una editorial, prácticamente en solitario (sin contar el material de Funnies Inc., que Goodman quería eliminar a no muy tardar). Con anterioridad, habían dejado muestras de su saber hacer con la creación Cuervo Rojo, Marvel Boy o la Visión, entre otras historias. El Publisher estaba contento con el rendimiento de sus dos empleados, aunque no podía imaginar el regalo que ambos creadores tenían pendiente de entregar. En un clima de evidente furor patriótico, la dupla le presenta a Goodman el proyecto del Capitán América, a finales de 1940. Y éste no puede más que caer rendido ante el concepto. Tanto que exige una revista con su nombre en el encabezado y que salga al mercado con una celeridad pasmosa.
Hemos alcanzado el objetivo esperado. Se ha organizado este relato para llegar al punto de no retorno de la creación del Abanderado, con la intención de hacer notar el trasfondo histórico y editorial que dio lugar a un personaje como este. La autoría del invento está fuera de toda duda, cosa de Simon&Kirby, pero no se crean, hubieron momentos de cierta polémica. Jack siempre ha declarado que fue un trabajo conjunto, pero digamos que Joe tuvo una temporada en la que puso en tela de juicio esa afirmación. Según el bueno de Simon, el concepto de Capitán América fue algo que llevaba en mente varios meses antes de que saliera a la luz. Trata de atribuirse en solitario su diseño, ya saben, el traje conformado con la bandera estadounidense, botas altas, máscara alada con A mayúscula y escudo con forma triangular. De hecho, eso sí se puede asegurar, el primer boceto del que tenemos constancia está extraído de los archivos de Joe Simon. Parece ser, y siempre siguiendo su relato, que se pasó la noche anterior a la presentación abocetando posibilidades hasta que dio con la definitiva. Como hemos expuesto previamente, al ser una pareja que trabajaba tan conjuntada, cuesta creer que Kirby no tuviera nada que ver con su concepción, a sabiendas del torrente creativo que poseía el muchacho del Lower East Side. Pero eso no impidió que Joe reclamara para sí la autoría, ya en los años sesenta del pasado siglo, obligando a Jack a testificar contra él en el juicio por los derechos, fallando el tribunal a favor de Marvel Comics. Dejando de lado polémicas posteriores, los autores tuvieron vía libre en la editorial de Goodman para alumbrar al más longevo de los superhéroes patrióticos, uno que llega hasta nuestra misma actualidad.
También parece aceptada la implicación personal de la dupla creativa. Martin quería el cómic en la calle cuanto antes (tenía el firme convencimiento de que Hitler iba a caer, de un día para otro), por lo que aceptó involucrar a más artistas en el proyecto (en esta terna pueden entrar Syd Shores, Al Gabriele o Al Avison). Pero Kirby se negó a eso. Tenía que ser realizada por su inseparable compañero y por él mismo. Como mucho, se aceptaría a un entintador. Así recuerda el frenético proceso Simon: “escribí el primer número de Captain America Comics rotulando directamente sobre la mesa de dibujo, haciendo bocetos muy rudimentarios de las figuras y los fondos. Kirby hizo lo que mejor sabía, dotar de una anatomía musculosa a los personajes, aportar sus propias ideas y darle un sentido de la acción que solo él poseía. A continuación, añadió detalles a los fondos, rostros y figuras. Finalmente, buscamos a un entintador”. Jack únicamente no se quedó ahí, se puso al frente de los lápices en las historias de complemento, que no estaban protagonizadas por el Capi, además de ilustraciones varias y de confeccionar la portada….Ahhh, esa portada. Pocas hay más icónicas que ver al Centinela de la Libertad arrear un golpe de derechas al mentón al pequeño dictador. La impresión causada por esa ilustración ha perdurado durante décadas; varias generaciones de aficionados han podido verla recreada de las más sugerentes maneras. Si hay una definición de icónica, la portada de Captain America Comics#1 debe ilustrarla.
Ese primer número (con fecha de portada marzo de 1941) contenía la historia del origen del personaje: Steve Rogers, un chico enclenque, de salud débil pero espíritu fuerte, es seleccionado para un experimento muy particular. El ejército americano, observando la destrucción de efectivos en terreno patrio por parte de la quinta columna, decide iniciar un programa para crear supersoldados; seres perfectos a nivel físico y mental. Rogers es el primer conejillo de indias del proyecto comandado por el profesor Renstein (que luego la continuidad convertirá en Erskine). El experimento es un éxito, aunque la alegría es pasajera; espías alemanes se han aventurado en el complejo y asesinan al profesor allí mismo, dejando a Steve como una rara avis. Éste decide vestirse con las barras y estrellas para luchar por la patria y la democracia como el Capitán América. Conserva una identidad civil, para pasar desapercibido, el bonachón y descuidado soldado Rogers, tomando como base de operaciones el Campamento Lehigh. Allí, la mascota del destacamento, el joven Bucky Barnes, descubre su secreto, por lo que decide aceptarlo como sidekick en su lucha contra los nazis. En ocho páginas tenemos dispuesto la trama de origen, directa y sin ningún tipo de florituras, por lo que el personaje está preparado para afrontar sus siguientes aventuras, con unos enemigos muy afines al nacionalsocialismo (tal y como se puede nombrar al Cráneo Rojo, que debuta en este #1).
Estaba claro que sus peripecias se iban a revestir con un sentimiento patriotero, muy difícil de enmascarar. A las claras nos lo comentaba Kirby, con respecto a su invención: “el Capitán América fue creado en un tiempo que necesitaba de figuras nobles. Todavía no estábamos en guerra, pero todo el mundo sabía que íbamos a estarlo. Esta es la razón por la que nació el Capitán América; EEUU necesitaba un superpatriota”. Es decir, su buena dosis de propaganda la llevaba. Pese a eso, los autores contaban en su ADN con una forma de concebir los cómics y esa pasaba por la diversión, por lo que la aventura y la acción desenfrenada son características tan fundamentales como el sentimiento patriótico. Esa justa mezcla, entre diversión y mensaje, propició que la revista se transformase en un fenómeno desde su misma salida. Las cifras de ventas no arribaban con rapidez a las editoriales, ni tampoco se puede hablar de datos contrastados, pero se estima que vendió más de un millón de copias (y durante la duración del conflicto pocas veces el título bajó del medio millón).
La colección puso a Timely Comics en el mercado. Aquellos que nunca supieron de ella, comenzaron a mirar de reojo a ese empresario experto en pulp que ahora quería copar el mundo del superhéroe. Y Goodman entendió que había hecho un gran trabajo al contratar a estos dos muchachos. Pero no todo fueron alabanzas y parabienes. Como hemos dejado apuntado, existían elementos filo nazi en terreno estadounidense. Joe Simon recuerda que sospechosos grupos de hombres extraños se congregaban en torno a las oficinas editoriales, llegándose a recibir alguna misiva amenazadora. Esto provocó que el editor y sus chicos denunciaran a la policía las presiones por parte de estos grupúsculos, llegando a involucrarse personalmente el legendario alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia: “la ciudad se cuidará de que no les suceda nada malo a ustedes”. Y, afortunadamente, nada ocurrió, como ahora sabemos, a toro pasado. Pero su rato de tensiones debieron pasar nuestros protagonistas. De todas formas, el clima cambió en diciembre de 1941, con el ataque japonés a Pearl Harbor. Cualquier elemento pro Eje fue acallado con la entrada de los Estados Unidos en la guerra.
Otra cuestión que tuvo que solventar Goodman fue un pequeño asunto legal. Cuenta Joe Simon que, tras la salida del #1, recibieron el requerimiento de John Goldwater, propietario de MLJ, y sus abogados. Resulta que la citada editorial contaba con otro héroe de corte patriótico, llamado The Shield, y su logotipo era muy similar al escudo que habían forjado Simon&Kirby: “el señor Goldwater nos llamó a su oficina para amenazarnos, exigirnos y hacer lo que sea que hagan los abogados, quizá incluso enviarnos una orden de “cesar y desistir”, que parecía ser su favorita”. Ante esta tesitura, no quedó otra más que modificar el diseño del escudo del Capi, por lo que para el #2 ya obtendría su más reconocida forma circular. El cambio fue todo un acierto, pues se pudo utilizar como arma arrojadiza, más que como un simple elemento defensivo, lo que ha dado lugar a sugerentes usos durante la larga trayectoria del personaje.
La dupla creativa fue consciente, desde su práctico lanzamiento, que habían conseguido un hito con la creación del Capitán América. Siguieron trabajando en otras historias para Timely, pero donde más se esforzaron fue en el héroe de las barras y estrellas. Casi crearon un género en sí mismo al fusionar acción, múltiples elementos del pulp y propaganda patriotera. Los spin off no tardaron en llegar: USA Comics, All Winners Comics o Young Allies dan buena muestra de ello. Timely edificó una franquicia sobre la idea de Simon&Kirby. Y el público respondía de forma creciente en los quioscos. Se podría decir que Martin Goodman estaba exultante con sus opciones de negocio. Pero…… y siempre hay un pero, Goodman era feliz con las ventas y su cada vez más creciente imperio del comic-book, aunque no tanto con el reparto de beneficios. Para mantener atados (y bien atados) a la pareja al tablero de dibujo, Martin había negociado un acuerdo muy ventajoso para los autores, con respecto al Capitán. Les ofrecía un 15% de los beneficios, directos por unidades vendidas, y otro 10% a repartir entre todos los participantes de la revista (en estas fechas, no se acreditaba a los responsables, pero no eran solo Simon&Kirby los autores totales; muchas manos ayudaron a moldear al personaje). Esto era una generosa contribución por parte del Publisher, que no esperaba la brutalidad de ejemplares vendidos que representó Captain America Comics. Y ya saben, uno no se hace rico siendo generoso, por lo que optó por escamotearles parte (importante) de esos beneficios que les correspondía, por ser los creadores del personaje. Esto no podía acabar nada bien.
Jack y Joe tardaron un tiempo en enterarse pero lo hicieron. Las cuentas no cuadraban, por lo que abordaron de manera directa al contable de la compañía, que les confirmó sus sospechas. La pareja de autores tenía que tomar una decisión al respecto. Ellos, pese a su creciente fama en el medio, eran pescaditos frente a un tiburón como Goodman; a nivel legal, poco tendrían que ganar y siempre es algo muy costoso enfrentarse a un juicio. Dejar de lado su pasión, por enfrentarse en una carrera legal a un empresario contrastado, parecía ser un camino sin muchos visos de salida. Rápidamente, cambiaron de estrategia: ¿qué era aquello que más hincapié hizo Martin a su llegada a Timely? Que trabajaran en exclusiva para él, por lo que decidieron buscarse otros mecenas, a escondidas de Goodman. Novios no les faltaban en aquel año 1941, puesto que eran reconocidos en el mundillo por ser los creadores de un fenómeno como el Capitán América. Simon nos cuenta a quién se dirigieron: “contactamos como Jack Liebowitz de DC Comics. Era quien dirigía la editorial. Se mostró muy contento de hablar con nosotros”.
Obviamente, no iban a dejar de lado a la gallina de los huevos de oro, es decir, su Capitán. Continuaron con el desempeño habitual en Timely, mientras que en sus escasos ratos libres (noches inclusive) se congregaban en un hotel adyacente, maquinando trabajos para otras editoriales. Joe y Jack fueron lo suficientemente cuidadosos, intentando realizar este cometido en secreto, aunque alguien los pilló in fraganti. Hablamos de Stanley Lieber, el primo de la mujer del jefe, que había entrado de chico para todo en la editorial pero que ya había comenzado a hacer sus pinitos en labores de producción y escritura (en Captain America Comics #3 debuta con un relato en prosa, firmando con un pseudónimo, Stan Lee, a la postre el nombre con el que sería recordado). Stan no parece mostrar ninguna animosidad, es más, se ofrece como ayuda y colaboración en sus labores extraoficiales. Los dos autores aceptan; más vale tenerlo de su lado.
Con el décimo número de Captain America Comics ya avanzado, en pleno año 41, reciben una incómoda visita en su guarida secreta. Martin Goodman, acompañado de un numeroso séquito de familiares, descubre el pastel, ante la impotencia de Simon y Kirby. Martin los despide al instante. Para Jack, estaba claro quién los había sacado a la luz, Stan Lee, mientras que Simon tenía una opinión muy diferente: estaba convencido de que fue el propio Liebowitz, dado que si quedaban libres, podían fichar por DC para trabajar a tiempo completo. La verdad de esta historia nunca la sabremos; ninguno de sus participantes queda entre nosotros. Solo nos consta el hecho consumado de que, después de diez ejemplares, Simon y Kirby abandonan a su criatura para dedicarse a renovados menesteres. El personaje queda en otras manos, las de Stan Lee, Al Avison o Syd Shores. Pero la magia original, aquella que forjaron sus primigenios creadores, nunca más volvió. Eso sí, no se puede negar que había nacido un mito y como tal, destinado a hacer historia. Una que comenzó a finales de 1940, en manos de dos jóvenes judíos que pretendieron demostrar al mundo que se podía luchar contra la tiranía y la opresión desde las páginas de un cómic. Y no quedó nada mal, chicos, nada mal.
Capitán América. La Edad Dorada
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El año 2017 conmemoramos el Centenario de Jack Kirby. El que escribe estas líneas puso su granito de arena con una biografía donde se exponían los hechos más relevantes de su carrera. Acaba aquella entrada con un llamamiento, con un grito sordo que probablemente se perdiera en el vacío de Internet. Recuperar obras que entonces parecían imposibles, entre ellas, este Captain America Comics. Por ello no puedo más que celebrar la valentía que han tenido Panini Cómics y SD Distribuciones al lanzar este Marvel Limited Edition al mercado. Las primigenias aventuras de un icono moderno como es el Capitán América, las que perfilaron Joe Simon y Jack Kirby en 1941, un momento histórico crucial, previa entrada de los EEUU en la II Guerra Mundial.
Personalmente, y fuera de la contención de una reseña canónica, tengo que admitir que son unos tebeos con un encanto especial, que además otorgan toneladas de diversión al lector, si sabes asumir a qué te enfrentas. Este redactor ya se empapó de Captain America Comics cuando le dedicó una entrada al cómic patriótico y a la guerra. Y debo admitir que me sigue sorprendiendo el carácter alocado, sin vergüenza y totalmente desenfadado que supieron imprimir los creadores originales a un personaje de corte propagandístico. Pero también quiero hacer un llamamiento para que no se me preocupe el personal; voy a intentar tomar distancia de mis propias filias personales, alejar una cierta pátina de entusiasmo que me produce la salida al mercado hispano de una obra como esta. Cada uno sabe cómo manejar las emociones y no dejar que se le nuble el juicio, cuando es público y notorio que éste no es un MLE para todo el mundo. Si solo buscas una seriedad trascendente, profundas reflexiones y subtextos, o tramas tan elaboradas que te mantengan en tensión frente a la página, ya debo advertir que este tomo no es para ti. No ocurre nada; hay mucha oferta y variedad en las publicaciones actuales sobre el noveno arte. A todos aquellos que quieran sacar su ñiño interior, desenfadado y sin miedo a la pura diversión, bienvenidos sean.
La primera acotación que surge en cuanto a este volumen tiene que ver con su título, la Edad Dorada. Bien, la llamada Golden Age, según todos los historiadores del medio, se fecha entre la salida al mercado del #1 de Action Comics y la publicación del Showcase#4, en octubre de 1956, donde debuta un nuevo Flash, dando el pistoletazo de salida a la Silver Age. Teniendo en cuenta que el tomo solo contiene cómics datados en el año 1941, se puede decir que el título ha quedado algo hiperbólico. Captain America Comics duró en el mercado la friolera de 73 números (en el año 1949, se renombró como Captain America Weird Tales, con tres ejemplares más, en los que no aparecía el Abanderado), con un pequeño epílogo de tres números en 1955. Siendo precisos, todo ello sería el Capi de la Edad Dorada. En realidad, lo que tenemos entre manos es la etapa íntegra de los creadores originales, Joe Simon y Jack Kirby, los diez números que firmaron antes de que Goodman los despidiera por incumplimiento de contrato. Sabemos que Marvel USA ha publicado algún tomo más con las continuaciones de Lee, Shores y Avison, por lo que esa recopilación todavía permanece incompleta en territorio yanquee. De todas formas, tenemos serias dudas de que podamos ver ese material por estos lares, aunque si este tomo funciona bien, quizás Panini y SD se planteen una continuación.
El otro detalle a tener en cuenta, antes de meternos en faena, es que no nos consta la publicación completa del Captain America Comics. La revista estaba compuesta por varias historias sueltas, gran parte de ellas protagonizadas por Steve Rogers y Bucky, pero también teníamos complementos muy interesantes. Así, en los primeros números observábamos las peripecias de un dios vestido con la piel de un hombre, Hurricane (precursor de un futuro integrante de la raza de los Eternos como Makkari) o la difícil vida de Tuk en un mundo prehistórico (cuesta no reconocer trazas de Kamandi en este personaje). Caracteres que representan algunos de los intereses permanentes de Jack Kirby. Estos complementos no han sido incluidos en el Marvel Limited Edition, entre otras cosas por la dificultad de asignar su autoría. Gran parte de los trabajos de la época vienen sin firmar, por lo que muchas veces solo partimos de elucubraciones de quien ha hecho qué o tal cosa. Simon y Kirby, sobre todo este último, quisieron estar muy metidos en el proceso creativo de toda la revista, pero en ocasiones fue imposible. Otros artistas, sin acreditar, finalizaron su trabajo. Lo que sí tenemos son los relatos en prosa protagonizados por el Capitán América. Se han incluido desde el primero hasta el último. Los que corresponden al #1 y al #2, vienen sin firma autoral. Suponemos que se atribuyen a Simon, el guionista no oficial de la dupla. Pero a partir del #3 se encargará de esos menesteres el chico para todo de la oficina, el simpar Stan Lee. Aquí pueden leer sus primeros trabajos como profesional, textos todavía muy grandilocuentes y bisoños.
Habiendo hecho las matizaciones de rigor, es el momento de meternos con las aventuras del Capi. Tras una trama de origen que nos muestra sus fortalezas básicas, el personaje desfila de un punto a otro sin mayor conexión que una base más o menos estable, el Campamento Lehigh, y un minúsculo grupo de secundarios. Algunos solo sirven de alivio cómico, como es el caso del sargento Duffy, el empecinado oficial que trata de hacerle la vida imposible al convenientemente recluta patoso que aparenta ser Rogers. Otras comparten intereses por la justicia y el bien de la nación, como la agente del gobierno Betty Ross, aguerrido personaje alejado del cliché “dama en apuros”. Sin embargo, si hay un secundario que merece resaltarse es Bucky Barnes, el sidekick propio del Capitán. Esta figura, la del acompañante juvenil, es una convención no escrita en el medio, en aquellos lejanos días. Los editores tenían muy claro que su principal consumidor eran niños o jovencitos, chavales que aspiraban a vivir múltiples aventuras. De alguna forma, se llegó a pensar que incluyendo a este tipo de personaje, las ventas aumentarían, debido a la conexión emocional de los lectores, al sentirse como probables sidekicks. Esto implicaba una fuerte suspensión de la incredulidad. En lo que respecta a Barnes, se le define como mascota del destacamento, algo que es un completo dislate. Bucky pocas veces se separa de Steve y siempre está presto a luchar contra sus correosos enemigos.
La aventura y la acción marcan el carácter de la revista, sin olvidarse del tono propagandístico de la obra. Eso nos va a llevar a que la mayoría de los villanos que aparecen en el tomo pertenezcan a las fuerzas del Eje. Alemanes y japoneses se transforman en seres abyectos, de bajo calado ético, que no solo transmiten sus acciones, sino también su apariencia física. Simon&Kirby saben cómo moldear horrendos rostros o huesudos dedos, que reflejan una maldad intrínseca, algo que se le presupone al bando enemigo. Y eso lo notamos de forma más clara cuando en un argumento introducen a germanoamericanos leales a su patria, lo que les permite marcar una separación entre buenos y malos conciudadanos. Un hito importante supone la introducción de altos gerifaltes del nazismo, como Goering o el propio Hitler. Mientras que el puñetazo de la portada del #1 resultó simple postureo, dado que no tuvo traslación a los interiores, en el #2 tuvimos resuelta esa deuda pendiente, con la visita de nuestra pareja patriótica a la mismísima Alemania nazi. Hay que apuntar que no todos los antagonistas son de tipo político. Hay hampones, gánsters y maleantes de medio pelo a los que el Capi debe detener en sus actividades delictivas. En realidad, casi ninguno de ellos merece mucha consideración. Obviando detalles que se reciclarán en el futuro, como el Jefe de Pista, lo más interesante es el constante instigamiento de la quinta columna, elementos pro alemanes en territorio americano, y el concepto de Cráneo Rojo, uno que ha probado su valía y cuya vigencia se ha mantenido hasta la actualidad.
Un detalle que puede llamar la atención al lector actual es del nivel de violencia y la abundancia de muertes ocurridas durante todo el tomo. Quizás, el Comic Code Autorithy haya mediatizado y mucho nuestra visión del comic-book americano. Pero éste comenzó sus nefasta andadura en 1955, muchos años después de la salida de este Captain America Comics. Por estas páginas vemos crudos asesinatos, hasta escenas de tortura, casi sin corte. Por poner un ejemplo práctico, hay una aventura donde los enemigos del Capi cuentan con un aparato que causa bajas entre la población civil, delante de la cara de nuestros héroes. Según Simon y Kirby, el invento “causa el caos en la ciudad. ¡Destrozando grandes edificios y matando a miles de personas!” Repetimos, ¡¡¡miles de personas!! Y Steve Rogers es incapaz de evitar la debacle.
Los autores plantearon la cabecera como una suerte de episodios totalmente independientes. No hay nada que conecte unos con otros más allá de los elementos comunes que hemos comentado líneas arriba. La recurrencia de Cráneo Rojo como antagonista, la base de operaciones del Campamento militar, Betty Ross como eventual colaboradora….. El modus operandi suele ser muy similar. Rogers es enviado a algún sitio exótico (una isla del Pacífico, una prisión en la Guayana francesa o de excursión a la Alemania Nazi) o bien se da de bruces con una problemática en terreno patrio. Trata de escabullirse de sus deberes, junto con su inseparable Bucky, resuelven el entuerto y vuelta a Lehigh, donde el sargento Duffy se enoja por pillarlos escaqueados de sus obligaciones y los pone a pelar patatas. Así, una y otra vez, vuelta a repetir.
El género que predomina es el recién creado del superhéroe, eso es evidente, dado que el Capitán es un pintoresco personaje que opera en pijama. Los autores, con una pequeña tradición a sus espaldas, no se resisten a dar su visión propia del Superman de Siegel y Schuster. A esto habría que añadirle sus necesarios toques pulp, fuente de sabiduría de la época (monstruos, trasuntos desfasados de Batman, gigantes asiáticos salidos de no se sabe dónde o inmensos dragones marinos) y la obligada ración de propaganda (nazis y esvásticas por los lugares más insospechados), mucho más acusada cerca de los números 8 y 9 con el país a punto de entrar en guerra. Es cierto que esas trazas predominan sobre las demás, pero la dupla creativa supo introducir una extraña mezcolanza de temáticas, según fueron perfilando la obra. Así, te podían meter una historia que recuerda a las fábulas medievales (Kirby era un declarado entusiasta del Valiant de Harold Foster), pero también conatos de terror o tramas con intrigas, cercana al policiaco. Hablamos de Simon&Kirby, dos mentes permeables a todo tipo de influencia, que en su carrera habían tocado casi cualquier esquina del medio, desde tebeos de humor, ciencia ficción o intriga. Ponían todos sus recursos para que Captain America Comics fuese un género en sí mismo, algo que el aficionado medio no pudo resistir, convirtiéndose en una sensación en los puntos de venta.
Hasta aquí el resumen básico del contenido, ya que no vamos a desgranar las tramas de manera concreta, aspecto que queda reservado a los valientes que se hagan con el tomo. Pasamos, pues, a la valoración argumental del mismo. Patata caliente ya que hasta los mismos autores han declarado la celeridad y poco cuidado que se ponía en montar los argumentos. Por tanto, nosotros tampoco vamos a adornarnos con sesudas disertaciones. La simpleza de las tramas resulta casi insultante, la resolución de las mismas es arquetípica y siempre basada en golpes, porrazos y filigranas. Los diálogos suenan a cartón piedra, además de ser ofensivos cuando se refieren a los agentes del Eje. Jack y Joe no gastan tiempo en explicar las traslaciones entre acción y reacción. Por ejemplo, un importante industrial es raptado y llevado a tierras alemanas. Steve y Bucky deciden disfrazarse como una fornida señora y un infante prepubescente. Salen así, de esa guisa, en pleno Campamento, y sus compañeros no notan nada raro….y tres viñetas después, han montado en avión y están en terreno germano. Plis, plas, todo bien rápido, puesto que lo que importa es enfrentar al Capi con el propio Führer; el camino para llegar allí es apenas relevante. Esto es una muestra del tipo de relato que nos vamos a encontrar, ligero y directo al meollo.
Tampoco debemos ser injustos con la estructura argumental de estos cómics. Los editores no es que exigieran trabajos refinados y cultos para su publicación. Su misma base pervivió hasta bien entrada la Silver Age. Es decir, que tenemos un tipo de tebeo cuyo aire nos puede recordar fácilmente a muchas de las obras que veneramos a comienzos de la Era Marvel de los cómics o durante todos los sesenta en la producción de DC Comics. Si no atendemos a análisis racionales en tal o cual detalle argumental, podemos disfrutar y mucho con las historias que nos ofrecen Simon&Kirby. Son unos cómics tan explosivos, por momentos tan surrealistas, pero a la vez tan divertidos, tan mágicos, tan naífs, que si eres capaz de dar el salto de fe y cogerte de la mano de la propuesta de ambos artistas, se te asegura un buen torrente de diversión. Gran parte de ese encanto proviene de la parte gráfica, sin duda, el aspecto más destacable de este combo artístico. Podemos señalar despectivamente sus diálogos desfasados o sus evidentes agujeros de guion, pero la narrativa gráfica nos sumerge de lleno en las aventuras de Steve y Bucky.
Simon y Kirby habían ido perfeccionando su arte conforme fueron pasando por diversos estudios. Al ser dibujantes autodidactas, hay mucho de experimentación en sus viñetas. Algo que siempre puso de manifiesto Jack es que los tebeos de superhéroes, como digno representante de la acción, debían suponer una forma extrema de representación. De ahí, que la pareja creativa se salte todas las convenciones posibles y muestre escenas arrebatadoramente cinéticas, con unos movimientos eléctricos y unos combates que casi se salen de los encuadres. La narrativa, más que académicamente perfecta, destaca por ser demasiado dinámica, para los estándares de los años 40. Gran parte de esos efectos se los debemos a Jack Kirby, por su experiencia previa en animación y por sentir una mayor implicación por los procesos artísticos. Sabemos que Joe Simon dibujaba, sí, solo si era estrictamente necesario. Su función era abocetar, marcar la línea general del argumento, mientras que Jack hacía todo lo demás. Tampoco es cuestión de hacer de menos a Joe, puesto que también le reconocemos que le gustaba innovar con la estructura de la página. Eso es algo que puede sorprender al lector actual, la modernidad de la composición que realizaban ambos artistas en Captain America Comics. Se utilizaban viñetas circulares, arqueadas, en forma de S, quebradas….hay páginas que se opta por el manido recurso de la flechita, para que el lector no se perdiese por el camino, prueba tácita del riesgo que asumieron nuestra pareja de artistas. El apartado gráfico, en definitiva, es rompedor y muy avanzado para su tiempo. Simon&Kirby estaban poniendo las bases para que toda una generación de historietistas siguieran sus pasos en la realización del cómics de superhéroes.
Jack y Joe eran el motor artístico de la revista, pero no eran los únicos que participaban en su confección. A Stan Lee, como encargado de los relatos novelados, ya le hemos nombrado. También tenían un entintador oficial, Al Avison, el único acreditado en el tomo. Pero hay que ser conscientes de que en la Golden Age no se tenía mucho respeto por los autores; algunos colaboraban sin recibir crédito a cambio. Así, por ejemplo en las portadas se han podido determinar, como ayuda para Kirby, los nombres del propio Simon, Alex Schomburg y Al Gabriele. En cuanto a la ilustración del #1, quizás el aporte más importante, se desconoce el nombre del encargado de las tintas. El historiador de la viñeta, Michael J. Vasallo, ha llegado a descubrir a varios profesionales a los que nunca se acreditó, pero sigue habiendo algunos otros en las sombras. De todas formas, se trata de conjeturas, pero ya que en el MLE nos advierten de la posible participación de otros artistas, nosotros vamos a nombrarlos, en el caso de que así sea: Reed Crandall, Bernie Klein, Al Gabriele, Al Liederman, Syd Shores, Alex Schomburg, Ed Herron, Martin A. Burnstein, Howard Ferguson y William Clayton King. Mucho más flagrante es el caso del color, cuya autoría es totalmente desconocida. Artesanos de la época que han perdido su oportunidad de ser recordados.
Respecto a las calidades de la edición, poco nos vamos a extender ya que el Marvel Limited Edition es uno de los productos más redondos que publica Panini actualmente. Papel de calidad para un material que ha sido restaurado por Marvel de forma reciente, por lo que la reproducción es excelente. La casa madre ha hecho un gran trabajo al tratar de reconstruir el color original, aspecto para el que ha contado con varios estudios expertos en la materia (Jerron Quality Color, Jamison Services y Son Cone Studios). En cuanto a los extras, tenemos los artículos aclaratorios de rigor (con Eduardo de Salazar, Roy Thomas, Joe Simon y Michael Uslan haciendo los honores), además de un buen puñado de anuncios de aquellos tiempos. El carácter propagandístico se aprecia también en estos anuncios, donde se apelaba a los Centinelas de la Libertad, el grupo que presentaba su fidelidad al Abanderado. Como regalo final, se han incluido las portadas de Fantasy Masterpieces, una cabecera de la Era Marvel donde se reeditaban las aventuras de la sagrada trinidad Timely, las que realizó Kevin Maguire para los TPB Classic Years de 1998, y algunos bocetos originales donde observamos el proceso artístico de la dupla. Perfectos complementos para un tomo con casi 500 páginas de cómic.
En definitiva, nos encontramos con algo más que un tebeo. Es una pieza de historia, un pedazo congelado de tiempo donde podemos observar como un país iba aclarando sus sentimientos hacia la guerra. También es una forma de ver la evolución en el cómic de superhéroes, puesto que, sin comerlo ni beberlo, Simon&Kirby estaban sentando las bases de una forma muy concreta de afrontar el medio, una que será referenciada durante décadas. Es cierto que falta un tiempo para ver las habilidades del mejor Kirby, aunque no es menos excitante reconocer las trazas de alguien que será santo y seña en el mundillo. Observar desde el privilegiado ojo de la distancia y ver el trabajo del pionero, aquel que comenzaba a innovar, también debe ser motivo de algarabía para todo buen aficionado al medio, ya que es un material que no se había publicado de forma completa en nuestro país. Ahora bien, no nos vamos a engañar, son cómics pensados para ser material fácil de deglutir, una lectura escapista y con un fuerte componente de propaganda, por lo que es necesario dar un necesario salto de fe para enfrentarse a su lectura. Bienaventurados aquellos que lo realicen, pues el Rey Kirby espera al otro lado, dispuesto para hacerles disfrutar.
Capitán América. La Edad Dorada
Guion - 5
Dibujo - 7
Interés - 10
7.3
Valoración Global
Pura historia del cómic. Unos tebeos donde Joe Simon y Jack Kirby revolucionaron el panorama del superhéroe, conviertiéndoles en la primera marca autoral de una época. Explosión bruta de diversión, sin más complicaciones.
Otro gran artículo Arturo! Uno de esos que me encanta coger por banda con una taza de café en la mano para disfrutar tranquilamente. Enhorabuena compañero!
Muchas gracias Raúl!!! Espero que el viaje haya sido liviano. Me parecía obligado un contexto general pues hablamos de los primeros Simon&Kirby, algo muy significativo. Captain America Comics es el epítome de la obra apegada a su tiempo histórico.
Saludos!!!
¡Tremendo artículo, sr. Porras! ahora le vendría bien otro del Fighting American como continuación…
Gratitud amigo Mimico, ya no se como decirlo sin repetirme como el ajo 😉
Ains, como le gusta el Fighting…. si hace dos días, como quien dice, le dedique un estudio bastante extenso!! Y mi médico no me recomienda visitar a Super Apestovich, Robin Rendondete y demás fauna de ese tebeo muy a menudo 😀
Un abrazo compañero!!!
Excelente articulo,Arturo. Lo he disfrutado mucho!.
Conocia esa anécdota de Stan Lee en el asunto del pluriempleo de Jack y joe con Jack Liebobitz de D.C. Cómics. Y, como entonces, no puedo evitar que se me escape una sonrisa, recordándola, jé.
Hay, de hecho, algunas más que parecen retratar a Stan como una especie de «sapientin», ese estudiante algo repelente y «largón» que parece saber más que nadie (razones no le faltaban) y que Martz Schmidt retrataba tan bien como personaje en su serie del profesor Tragacanto.
Alguna como que el propio Martin Goodman ordenase a Stan que despidiese personalmente a trabajadores.
¿y porqué eran despedidos?.
Porque Goodman había descubierto que Stan tenía toneladas de material guardados en un armario, por lo que podía permitirse el lujo de prescindir de nuevos trabajadores mientras tuviese material de los que tirar.
La hiperactividad del jovial Stanley.
Lo que quiero decir con todo esto, es que incidimos siempre en lo de Stan y su exceso de protagonismo adjudicandose una autoria que, sin duda, nunca debió ser exclusiva. Pero la impresión que queda es que en ese momento concreto «todos disparaban sobre todos».
Y ese conato de enfrentamiento entre Jack y Simon da buena muestra de ello.
Le daría consistencia al argumento de Simon, más que nada porque ya demostró previamente que era un autor que se defendia sobradamente bien en solitario (como en BROTHER POWER THE GEEK. ¿Leeria Clint Eastwood esto para su saga de peliculas de DURO DE PELAR?). 😀
La verdad es que tuvo que ser absolutamente apasionante vivir aquella época de absoluta efervescencia creativa. El primer titulo de Namor y la antorcha humana se hizo en apenas unos días, con dialogos escritos sobre la marcha,y con una docena de manos implicadas en él, por mucho que lo firmasen Bill Everett y Carl Burgos.
Aquellos eran tipos bregados en la vida. A Jack se le describia como «un golfillo callejero que siempre estaba buscando pelea». Casi pareciese que te estuviesen describiendo al James Cagney de ANGELES CON CARAS SUCIAS, y tanto Stan como Jack sirvieron en el ejercito en una época dificil.
Y, salvo eso, a priori, uno no entiende como dos tipos aparentemente tan distintos pueden acabar confluyendo y convirtiendose en dos de las más importantes figuras del comic norteamericano en su genero. Máxime cuando todo arranca con Stan ejerciendo de botones Sacarino de Jack Kirby.
El destino, que dirían algunos…
Volviendo a Joe Simon, xd.
He leido THE SHIELD y The Fighting American.
El de Fighting American es el de un mundo de espias que llegan del frio, sirvientas robóticas, mafiosos con dos (mala) testas, malvados aliens del espacio exterior, el guiño «meta» del guionista que pierde la cabeza…
La edición de Kraken recoge una pequeña parte de las aventuras del joven Nelson que, por medio de la ciencia del ejercito, acaba confinado en el cuerpo de su hermano, y recibe poderes por el camino para combatir al mal junto a su joven sidekick Speedboy.
En THE SHIELD,el agente del FBI, Joe Higgins combate contra toda suerte de espias por tierra, mar y aire (y no es una forma de hablar. Es literal) asumiendo el manto del mismo nombre: un uniforme en forma de escudo central a prueba de balas (parecido al del capi, sí) sumado a una gran fuerza y sorprendente agilidad (en ocasiones el dibujo casi parece mostrarle en pleno vuelo).
Hombre, hay bastante más elementos de coincidencia/fusileo en el Fighting American, que en The Shield, pero tampoco me extraña la reclamación del propietario de la editorial del citado tebeo.
Lo gracioso del tema es que según el propio Joe Simon relata en «the comic book makers», el mismo propietario de MLJ, John Goldwatter, tuvo que dejar caer a The Shield, porque sus abogados le dijeron que este se parecia demasiado sospechosamente a los poderes de Superman.
Un giro más al hilo del hombre de acero…
Simon& Kirby tuvieron una felíz colaboración en Archie Comics en un titulo de tan solo dos números llamado THE PRIVATE LIFE OF PRIVATE STRONG (y que recomiendo totalmente aunque solo sea por ver a dos autores en un estadio de calidad bastante bueno. El primero lo dibuja Kirby en su totalidad. El segundo no está acreditado del todo,pero se sospecha que el dibujante de buena parte de este es George Tuska).
Sigo.
Bueno, el pequeño Roger es el resultado de los experimentos de su padre,el profesor Fleming, que cree poder activar una serie de poderes en el cerebro del chavalin. cuando se ve atosigado,huye en coche, pero tiene un accidente. los dos parecen haber muerto, pero el crio sobrevive y desorientado acaba en brazos de un granjero que le lleva a su granja. Allí, su esposa, MARTHA, dice algo así como «que rezaban por tener a su propio hijo» cuando apareció este, y deciden adoptarlo bajo el nombre de Lancelott Strong.
A-hem…
Lo dicho, no parece que el contexto de la época diese lugar a que las practicas éticas abundasen.
Vaya rodeo.
El tomo del capi.
Me gusta. Mucho. Bonito diseño.Portada icónica. excelente reproducción (la remasterización luce de cojones) , la falsa publicidad patriotica, los relatos de Lee.
Me gustan estas tonterias…
Lectura «naif» y de lectura ágil, a ratos descacharrante en su propuesta.
Pues sí. como muchos de los seriales de la Republic, como la serie de Superman de los 40, como buena parte de la sci-fi de los 50´s, como las peliculas de Basil Rathbone con el detective Sherlock, donde en apenas una hora te entregan una historia de buenos y malos, en las que se va al grano, sin zarandajas por medio.
Estos tebeos nunca tendrán el acabado ni la ambición artistico-creativa de algo como THE SPIRIT.
Pero ese gozoso espiritu lúdico de serial de aventuras sin mayor pretensión que la de ofrecer un espectaculo honesto, sí que está ahí.
Parece que el tomo ocupa unos dos masterworks, y diría que como un «cuarto» de un tercer tomaco.
Es un tajo importante. Eso, contando con que hablamos de «solo relatos del capi», sin los otros personajes a los que se han sacado de los masterworks yanquis (estaría bien recuperar los USA COMICS de la Golden Age 1 y 2. Principalmente, el segundo, que trae una historia bizarrisima con los «victory boys», y que incluyen a Hitler, Benito Musollini y al emperador Hirohito, en un relato dibujado con mucho gracejo).
Dos cosas más, y dejo de dar la brasa:
1. mira, con respecto a lo de aplaudir que se editen este tipo de materiales…joder, sí, ya lo creo. Bravo por esta gente. Gran trabajo. Y no solo con este tomo. Es un suma y sigue.
Lo que si que creo y pienso en ello últimamente, es que a diferencia del «salto al vacio» en los timidos primeros intentos por parte de Forum, ahora si hay un cierto nicho de mercado capaz de aceptar este tipo de materiales, a priori,algo más «durillos». Que salto, haberlo, haylo. pero que esta vez se cuenta con una red de seguridad.
Y, de verdad, quiero pensar que el experimento va a funcionar.
Lo que me lleva al punto 2.
No sé cuanto se podrá alcanzar en cuanto a objetivos iniciales, pero ojalá se puedan editar, al menos, los Young Allies (me encanta ese material) los Golden All Winners, y si acaso algo de Golden Age Mistic Comics (es más duro todavía que esto, pero, oye,por pedir..jé).
última reflexión algo amarga:
La de tebeos chulos que ha facturado Kirby en DC. COMICS y que no se vea nada de ello por estos lares.
Esos THE NEWSBOY LEGION…
(Nstch) 🙁
Muchas gracias Frank, por leer y por este pedazo comentario para enmarcar.
El mundo del cómic americano en sus inicios es fascinante, con tanta gente yendo y viniendo, reciclando ideas y trabajando a destajo. Incluso hubo gente sin talento que logró hacer dinero….. Ese no sería el caso de Stan que siempre estuvo ahí y que aguantaba los envites de un Martín Goodman que quiso cerrar la división de cómic no una, no dos veces… Y Lee siempre le sacaba otra oportunidad más. El tema del despido masivo de los 50 tuvo que ver con ese material que mencionas, correcto, pero es que Atlas estaba en crisis galopante. Desde que los supers dejaron de tener interés, malvivian copiado géneros… Y Stan tuvo que despedir a gente como John Romita Sr. O John Buscema… Ahí es nada.
La comparativa entre The Shield y Fighting American es un poco descompensada. El héroe patriótico de MLJ es contemporáneo del Capi mientas que el FA es una copia de los propios Simon & Kirby de los años 50.los creadores originales reaccionaban a la vuelta al ruedo de su creación. Pero claro, el patriotismo no funcionó igual que durante la II GM. Por mucho que le agrade al Mimico 😀 este FA gira hacia la parodia y no de la buena…
Y ya para finalizar, pues no se como le funcionará el tomo a Panini, que yo espero que muy bien, pero veo difícil la salida de material Golden Age por estos lares. Esta claro que hay gente receptiva, nosotros dos somos ejemplos de ello, pero no sé si la suficiente…. Ojalá que sí.
Abrazos socio!!!
Excelente repaso. Maravillado co.ñn la historia para plantear el escenario de cara a la salida del Capi.
Creo que por una vez las notas dan para pensar sobre el cómic, con ese 10 en el interés que le cascas, pues el valor histórico de cara al futuro del cómic le da un empujón importante a la nota global. Además es agradable ver los inicios de Kirby y su narrativa visual. En varias viñetas se aprecia como la accion sale de las mismas, como los personajes se salen de ellas dando más énfasis a las acciones. Una pinta excelente. Coincido en que es de aplaudir la valentía de la editorial para sacar esto adelante, pero pese a las historias simples tiene otros puntos que compensan con creces la adquisición por lo que veo.
Una curiosidad a última. Una tontería más que nada. La última banda del escudo circular en color azul la había visto en alguna portada de la época atribuyéndola a un error del colorista, pero veo en las páginas interiores que era el color oficial. Quien cambiase más adelante el color de esa franja acertó.
No me quedan sombreros que quitarme ante usted y sus artículos, gracias de nuevo por el trabajo.
Muchas gracias mi buen amigo Dynamo!! Su comentario siempre es bien recibido.
El tema del interés a mi me parece muy claro…. Una obra señera, reconocida como influencia en el medio, y que jamás se había publicado en España, da como resultado un 10 como un piano 😀 . Luego está en cada uno elegir o no en función de lo que he comentado en la reseña.
Respecto a la narrativa de Simon y Kirby, creo que es algo que salta a la vista. Tenían una manera rompedora de afrontar la página y la energía que sabía imprimir el Rey, aunque fuera en un estadio inicial, era vertiginosa.
Los colores del escudo se mantuvieron varios números pasada nuestra dupla con el acadado en azul, en vez del rojo. Del responsable no se conoce nombre puesto que los coloristas no recibían crédito en la Golden Age… Otro misterio más que solventar.
Agradecerle su fidelidad y mandarle un fuerte saludo.!
Yo es ver lo añejo que es el material reseñado y que el autor de la reseña es el enciclopédico Paco Porras y ya se me están poniendo los dientes largos . Con lo que acostumbras a documentar tus artículos estoy seguro que será una lectura amena , sustanciosa y de provecho, así que me pongo a ello
Gracias por echarle un ojo, Manolin! Me interesa su opinión sobre los años 40, como defensor de los 90, termino acuñado tiempo ha. Y bueno, no Le tengo en cuenta que me haya confundido con el lechugino aquel que salía en Crónicas Marcianas…. Nada que ver conmigo 😀
Saludos!.!
buufff , madre ¡¡ que lapsus!!! ¡¡ confundirle con el loco ese de los nabos y los pepinos!! Mil perdones por tan inexcusable confusión. Aunque como tú me acusas de «noventero» o «noventoso» pues quedamos 1 a 1 , je je je.
En fin, que al final he tardado mucho mas de lo previsto en ponerme a leer el artículo/reseña , pues quería hacerlo en total relajación y concentración, lo cual no he conseguido hasta hoy ya que he tenido una semana intensísima.
Yo de los 90 solo defiendo aquello que es defendible , que es mas de lo que se piensa. Si bien, como buen representante de la quinta del 73 mis primeros comics de SH fueron de los 70 y 80, solo que en los 90 es cuando empezé a tener poder adquisitivo para comprar todo lo que quería , e incluso aquello que no quería, en una vorágine consumista cuyas consecuencias aún padezco -ustedes no saben lo dificil que es vender de segunda mano los comics de Extreme Studios , pero carajo ¡¡¡estos tios no eran unos superventas???-
Mi primer contacto con los comics de los 40 del género superheroico -tiras de prensade esa época si creo que habia leido antes- fué cuando me pedí para Reyes el tomaco de Zinco de «Las mejores historias de la Edad de Oro» . Yo pedí este regalo por varios motivos : su «prestancia» -en aquel entonces era muy dificil tener comics en tomo de tapa dura , aparte de los SuperHumor- , mi amor por los personajes de la JSA , a los que había conocido en la serie Infinity inc. , y por su valor histórico….si bien pensaba que me iban a resultar algo añejos. Sin embargo, aunque realmente resultaba que eran comics mas infantiles que los de los 70 u 80 , no me parecieron mucho mas vetustos que los de los 60 , que ya conocía por los Clásicos Marvel o los Orígenes Marvel. A pesar de las innovaciones de los comics Marvel de los 60 , estos de los 40 me resultaban mas adultos , y oscuros en algunos aspectos : ambientación , crudeza a la hora de eliminar al villano , etc… De hecho aún hoy creo que personajes como Wildcat o el Sandman original son mas trasladables a la gran pantalla que muchos coloridos personajes de la Edad de Plata.
Por otra parte , me pasa con tus reseñas y con muchas de las de tus compañeros de ZN , que estas hacen muchos comics mas interesantes de lo que serían si nos enfrentáramos a su lectura sin más. No digo con esto, que no se me malinterprete, que estas reseñas sean falsas o quieran mejorar el material que reseñan, pues tú de hecho admites las debilidades de este comic – cierto infantilismo, argumentos muy simples, ..-, sino que al contextualizar el comic en su época , le dan unas capas de interés y complejidad que no percibiriamos con su mera lectura.
Y es que en general , cuando se trata de material tan antiguo , disfruto más leyendo «sobre él» que el material propiamente.
Así por ejemplo estoy leyendo ahora un libro que recomiendo: «La plaga de los comics» de David Hajdu , y es. fascinante ver los primeros pasos tanto del medio del comic como del género de los SH, y conocer a tantos pintorescos personajes que participaron en su concepción, los rudimentarios medios con que trabajaban, etc…
De tu artículo me ha parecido especialmente interesante Joe Simon, un personaje del que muy poco se ha escrito si lo comparamos con Lee o Kirby. ¿ Que estuvo haciendo en el largo intervalo de tiempo entre que cortó con Kirby e hizo en los 60-70 esos comics tan raros de BrotherHood o Prezz?
Bueno, mucho me he enrollado, me despido no sin antes desearte que sigas con tus reseñas y tus batidos de pepino contra el cancer……..ah, no, que ese era elPaco je je je
Tengo pendiente de comprar ese de LA PLAGA DE LOS CÓMICS, Manolín. El caso es que al principio no lo tuve muy claro con lo de su primera edición, pero con la segunda en la que han incluido ese de LOS CÓMICS DE LA PLAGA ya la cosa cambia. Aunque parece que voy atener que pedirlos directamente a ellos por correo, porque, al parecer, no sirven a librerias o grandes superficies (yo no he tenido suerte por ahí, la verdad).
Supongo que tienes el de Sean Howe de MARVEL COMICS LA HISTORIA NO CONTADA. Si no es así, es un libro super recomendable. Uno de cabecera, practicamente.
Frank, ponte con «La Plaga de los Cómics». Un libro intenso y trepidante que recuerda mucho al de Howes. Compra obligada
A ver, a ver, si ganas le tengo. 😀
Jeje, Manolín, totalmente empatados. Aun así, permite que me explique. Los años noventa nunca han gozado de consideración en cuanto a superhéroes. Recuerdo ataques furibundos en los comentarios esta página y tú eras de los pocos que sacaba a colación que esto o aquello tenían su valía. De ahí viene lo de «defensor». En mi caso, y así me permito hilar temas, jamás los he tenido en consideración puesto que fue el momento en que abandoné el cómic (concretamente en el 89). La secundaria me hizo pensar que estos tebeos eran solo para ñiños, deshaciéndome de casi toda mi colección (aprovecho para recordar los clásicos americanos en los que me forjé, como Flash Gordon o The Phantom). Me dediqué a temas más cultos y refinados; de hecho, me metí en temas de ensayo y alta literatura, todo ello reforzado en mi periplo universitario. Hubo una época que no leía novelas que no fueran anteriores al S.XX… hasta ese punto de esnobismo se podía llegar. Todo este relato tiene un sentido puesto que vengo a conectar con lo que comentas de que hacemos los textos mas interesantes con nuestros análisis. Cuando volví a los supers en este siglo, y con ese bagaje cultural a mi espalda, he podido leer muchas de estas obras desde diversos puntos de vista, aplicando el contexto. Y por eso me gusta confeccionar así los artículos. Porque toda obra de ficción es hija de su tiempo, de las corrientes que se mueven a su alrededor y de las inquietudes personales de los creadores. Se trata de rascar un poco más, alejarse de la superficie para encontrar motivos para su lectura. Es cierto que a veces, rascas y rascas y no hay nada….. en otras , como este Capi de los 40, rascas y sacas oro. Y bueno, el propósito es continuar en esa senda, mientras que los lectores y lectoras se mantengan al otro lado.
También recomiendo «La Plaga de los Cómics». De hecho, hay citas literales del mismo en este artículo. Contiene gran cantidad de información sobre el origen del cómic y la llegada del Comic Code Autorithy.
Joe Simon se retiró del mundo de cómic tras el cierre de Mainline, la editorial que montó junto a Kirby, en pleno terremoto del Comics Code. Se pasó al campo de la publicidad, más tranquilo y mejor pagado, pese a que hizo retornos ocasionales para algunos proyectos en el medio.
Muchas gracias Manolín, por el apoyo y por recordarme que tengo que ponerme con los batidos….. 😀
Saludos!!
Frank, si que tengo el libro de Sean Howe , una maravilla. Y el de Hajdu también te va a encantar. De ayer a hoy he llegado a la parte en que empieza a hablar del Doctor Frederick Whertam y la verdad es que fué un hombre con muchas facetas de las que uno esperaba . Aunque fastidie admitirlo tenía una formación mucho mayor que otros puritanos apologistas anti-comics anteriores.
Señor Porras, tranquilo , ya sé que la fama de noventero me la he ganado yo solito, je,je,je… Y oye , agradesco la información sobre Joe Simon , y todo lo demás . Ese alejamiento de los comics todos lo hemos tenido, y a mi concretamente esta página de ZN me animó y ayudó a volver al mundillo
Comento antes porque dudo que lo termine de leer hoy, sus artículos hay que leerlos con calma y sin interrupciones, y seguro que lo disfrutaré como siempre, enhorabuena por tu esfuerzo . Saludos
Muchas gracias Bea, un placer ya lo sabes… Y si te apetece comentar a la conclusión de la lectura, por aquí andaré 🙂
Un saludo!!
Llevo un buen rato de un viaje leyendo este artículo y me flipa. Gracias por escribirlo.
Me sabe mal hacer un comentario tonto pero es una expresión que he leído varias veces recientemente mal y sea una errata o no aprovecho para ponerlo: es «suspensión de la incredulidad»
Volviendo a lo importante, no me veo comprando el tomo por motivos de prioridad del gasto, pero gracias a este texto me ha dado muchas ganas de leerlo y ser capaz de hacerlo desde la perspectiva de aquellos años. Ojalá alguien cercano se lo pille y le pueda echar un ojo.
Me reitero con la felicitación!
Gracias Duma, por el comentario y por su aporte. La expresión de marras… Recuerdo haber tenido algún debate con alguien más sabio que yo en lengua sobre la misma y no se porque se me he quedado en la cabeza la versión incorrecta, detalle que pasará a subsanarse. Gratitud, de nuevo.
En lo que se refiere al material, sabiendo lo que se va a encontrar, creo que no he engañado a nadie. Historias cortas, directas y muy simples…. Eso sí, no se puede negar que es un trozo de historia del cómic, con mayúscula, y en él vemos las bases del cómic de superheroes, con un Kirby que comienza a despuntar una cosa mala…..
Saludos!
Muy buen artículo, da gusto leer repasos como este y no ser el único «loco» que se pone con el material de los 40.
Yo tampoco daba un duro porque sacaran este material (de hecho juraba y perjuraba que jamás lo harían) y no puedo sino quitarme el sobrero y esperar a que tenga mucho éxito para poder disfrutar de más material de la época (como puedan ser Namor y la Antorcha humana). En lo personal no veo publicándose un segundo tomo del Capi aquí salvo que sea el de los 50 (el machaca comunistas) para el contraste entre el inicio y fin, el poder contemplar a Golden Girl (la segunda compañera del Capi), etc.
En cuanto a la edición, me parece todo un acierto que incluyan los textos planos y poder disfrutar de ellos (y que de no incluirse no se podrían haber recuperado nunca me temo), por contra me parece un fallo que excluyeran las otras historias para poder disfrutar del Simon/Kirby en otras lides.
Muy de acuerdo con las notas, sobre todo ese 10, poder ver esa concepción primigenia y en que derivó décadas después es digno de leerse como poco.
PD: Quizás tarde, mal y a destiempo pero no podía no comentar el artículo.
Gracias Meyol! Nunca es tarde si el aporte es valioso 🙂
Tengo que darle buenas nuevas ya que es segura la publicación de una representacion de las aventuras de Namor y la Antorcha de Timely en el próximo Décadas Marvel. AÑOS 40 (del que me encargaré de reseñar) y del Capi de los 50 con el Décadas Años 50 (del que también hablaré). Por tanto, algo de Golden Timely tenemos a corto plazo vista. De posibles sorpresas en ese sentido nos queda esperar a ver si han tenido buena recepción.
Concuerdo contigo en cuanto a que hubiera sido deseable tener esos complementos. Aún así, me doy con un canto en los dientes por tener el Capi de Simon y Kirby. Una pequeña joya. 😀
Si quieres, ya sabes, por aquí seguiremos con la Edad Dorada.
Saludos!.!
Grandísima noticia la que me das, así da gusto.
Y por supestímismo que aquí me tendrás cada vez que haya algo de la Golden Age o del Capitán América, aunque sólo sea para darte la enhorabuena.
¡Tremendo artículo! Gracias, fue un placer leerlo 😀
Gracias Maycar!! el placer es que, ustedes lectores, disfruten con lo que hacemos.
Un saludo!!