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Tenía que llegar. En un ambiente donde el terror se había convertido en moda, casi un furor, no debía ser nada descabellado que alguien, en la editorial Marvel Comics, pensara en abordar un fenómeno tan controvertido como el satanismo. Y para ello se buscó un tratamiento complejo, intentando hilar la maldad intrínseca del diablo con el lado positivo de un nuevo héroe sobrenatural. De aquí surgió el
El Hijo de Satán, como ya hemos señalado, es un claro producto de los años setenta del siglo XX. Aquella década representó un momento definitorio en Marvel. O se iba a la quiebra o se convertía en número uno del mercado. Mucho de su éxito vino por el escoger vías alternativas para su expansión. Se añadieron renovados formatos, como el magazine, y se diversificaron las temáticas: espada y brujería, licencias, artes marciales, terror….Sin duda, esta última se convirtió en una de las más exitosas. El género, que permanecía vetado en comic-book (no así en las revistas en blanco y negro, libres de censura) desde el año 1955 por el Comics Code, fue recibido por el aficionado con inusitada algarabía cuando el organismo censor levantó el embargo. Y la Casa de las Ideas respondió inundando el mercado con gran cantidad de títulos, tanto en revista como en formato cómic. La primera oleada, que se circunscribe al año 1972, se consideró todo un éxito en las oficinas del Bullpen. Por lo que, a primeros del 73, hubo reuniones con los principales responsables editoriales para tratar de ver cuales iban a ser los siguientes pasos. De esos encuentros nace Son of Satan.
Cuentan los mentideros de la corte (en este caso, una insider como Carla Joseph) que la idea del Hijo de Satán proviene del mismo Stan Lee en persona. Lee, editor jefe durante muchos años y luego presidente de Marvel Comics, era la figura más poderosa a nivel editorial. Detrás de él, el entonces editor al cargo, Roy Thomas. También participan en el encuentro John Verporten, como Director de Producción, y Cam LeCraw, en el papel de Director de Circulación. Todos mandamases de primer nivel. En esa reunión se vio de forma tangible, con datos encima de la mesa, que los títulos basados en el horror funcionaban a las mil maravillas. Así que Stan comenzó a soltar ideas de por donde debían ir las siguientes cabeceras. Uno de los conceptos esbozados hablaba de Dios y el Diablo. Esto es algo que se ha repetido hasta saciedad. Lee había buscado, por activa y por pasiva, la posibilidad de mostrar las dinámicas entre dioses. Lo hizo cuando le planteó a Kirby jugar con la mitología nórdica en Thor, en los 4F con la llegada de Galactus o en Estela Plateada con la presentación de Mefisto, una representación primigenia del satanismo. Por aquellos días, está temática podía serle contraproducente, pero ahora estábamos en los setenta. El clima de libertad es más que propicio para intentarlo.
También hay que decir que la popularidad del demonio, ejemplarizada en las sectas satánicas, se encuentra en todo su auge. Desde el año 1966 tenemos la figura de Anton Szandor La Vey, todo un personaje pues se dedicó a distintos oficios: domador de leones, fotógrafo de la policía, organista, pintor y hasta hizo sus pinitos como actor en una película de Roman Polanski, Rosemary’s Baby. Sacamos a colación su nombre ya que en esa fecha instauró, de forma oficial, la Iglesia de Satán, la primera congregación en Norteamérica que adopta el culto al diablo. Tampoco es que la adoración al demonio fuese algo novedoso en el siglo XX; ya se habían dado casos concretos y documentados. Remontándonos algo más en el tiempo, hay constancia de organizaciones que se datan de tiempos tan lejanos como el S. XVIII, caso del Hell Fire Club, o la Black Order of Germany, fundada en 1912, que se sustentaban en un apasionado gusto por el Ángel Caído. Ambos grupúsculos han sido señalados como la base de la futura Iglesia de Satán, aunque éstas nunca pasaron de ser cónclaves casi clandestinos, con un perfil claramente filosófico y bohemio, más que religioso. La Vey funda toda una iglesia a su servicio, estableciendo los Nueve Mandamientos Satánicos, y llegando al culmen con la publicación de la Biblia Satánica en 1969. Su influjo se extiende como la pólvora a inicios de los setenta, convirtiéndose en un personaje recurrente en los medios de comunicación. La cultura popular asimila, de una manera rauda y veloz, la cuestión satánica. Y como ejemplo, que mejor que citar el impacto, a nivel de crítica y público, de “El Exorcista” en pleno 1973, film dirigido por el gran William Friedkin, basado a su vez en una novela de cierto recorrido. Cada vez es más habitual oír hablar de Satán y sus sectas, por lo que en el Bullpen pensaron que no era un tema para subestimar.
Eclosión del terror, la moda del satanismo, películas populares…todo muy bien, pero aquí el que mandaba era Stan Lee. Volvemos a la reunión con los altos mandos editoriales. En la tormenta de ideas, Stan lleva la voz cantante: “¿qué conflictos son más dinámicos que aquellos relacionados con Dios y el Diablo?….¿por qué no debería Marvel hacer una serie con el propio Satán como personaje importante?” (reproducido a partir de un artículo de Monsters Unleashed!#3, escrito por la ya nombrada Carla Joseph). La propuesta fue aceptada de buen grado por los asistentes, muy especialmente por Roy Thomas. Éste ya había bordeado el tema con la creación de Satanish en Doctor Strange (la primera encarnación del Diablo en un cómic Marvel) o la configuraron del Ghost Rider, hecha al alimón con Gary Friedrich, donde las fuerzas demoniacas tenían un influjo trascendental en el personaje. Lee y Thomas entraron en modo creativo y perfilaron líneas generales, dando lugar al Hijo de Satán, entre otras cosas. De esa reunión surgieron varias propuestas, como el Hermano Vudú, contrapartida en comic-book del vuduismo, que circulaba con estimable aceptación en el magazine Tales of the Zombie. El otro gran concepto fue introducir la descendencia del Demonio. En este caso, se decidió una manera de proceder curiosa. Se determinó que Satán tuviera dos vástagos, un niño y una niña. La muchacha centraría su periplo en magazines (pese a que luego pasaría a la continuidad tradicional), debutando en Vampire Tales#2, con el equipo creativo formado por Thomas y John Romita Sr. El chico iría destinado al tebeo a color.
Tras las ideas generales, sería Roy el encargado de ir limando detalles en solitario. Para empezar, el conflicto con el padre. El muchacho sería un exorcista en su vida diaria, a la vez que su dualidad malvada le granjería choques por doquier. Esto indicaba una cierta complejidad, puesto que era necesario que el protagonista fuera heroico (así lo determinaba el Comic Code); no es que fuese un personaje caracterizado por el blanco o el negro. Los matices serían su punto fuerte. El nombre fue otra cuestión designada por Thomas: Daimon Hellstrom, al que nadie puso ninguna pega. Sonoro y definitorio. Por último, el encabezado de la serie, que se optó por algo directo, Son of Satan, que no dejaba espacio a la duda. Con todas las líneas maestras, Roy debía encontrar la manera de introducir al personaje y elegir un equipo creativo, ya que para él era poco menos que imposible hacerse cargo de una colección regular.
Roy Thomas se acercó a Gary Friedrich, por si estaba interesado en la flamante nueva creación Marvel. Ambos habían trabajado en consonancia para dar vida al Motorista Fantasma. La jugada podía volver a funcionar. A Gary le pareció muy interesante todo lo esbozado, por lo que rápidamente se puso a idear dinámicas con Daimon. Para la parte artística se tiró de veteranía puesto que Thomas seleccionó a Herb Trimpe como el dibujante encargado de diseñar sus características gráficas. Roy y Herb se sentaron juntos para configurar su imagen, sin duda, un aspecto de gran importancia. Trimpe fue presentando bocetos a sugerencia del editor, hasta que se dio con la tecla correcta. Llama la atención su gigantesca marca de nacimiento, con forma de pentagrama infernal en su torso. El personaje iría a pecho descubierto, por lo que se convertiría en un aspecto muy reconocible por el aficionado. Algo que va a definir al Hijo de Satán es su tridente, atrezzo fundamental para realizar los exorcismos. Forjado con una metal imaginario, el netheránium, que solo se localizaba en los pozos del infierno, es un arma tan poderosa que hasta consigue mantener alejado a su maléfico padre. Con los elementos fundamentales ya configurados, le toca a Friedrich introducir al personaje, que estaba pensado primero para pasar por cabecera contenedor, medidor ideal de sus posibilidades. Pero Gary le comenta a Roy la posibilidad de generar interés, metiéndolo de soslayo en la colección del Ghost Rider, que él mismo guionizaba. Organizar un crossover entre colecciones, con la resolución final en la serie del vástago del demonio. El editor jefe acepta; el Hijo de Satán estaba dispuesto para saltar a escena.
Nos encontramos en el inicio de nuestro MLE pues los dos episodios del Motorista en el que hace de secundario aparecen incluidos en la recopilación. Los #1 y #2 del Ghost Rider (no era su comienzo editorial, pese a la numeración, que se inició en Marvel Spotlight) se datan de septiembre y octubre de 1973. Hellstrom es el nombre que primero impacta en el lector, pues las primeras viñetas del Ghost Rider#1, dibujadas por Tom Sutton y Syd Shores, nos muestran la lápida de Victoria Hellstrom. A sus pies un hombre misterioso, ya que únicamente se esboza su figura, nos es introducido en la trama como un suplicante hijo presentando sus respetos. Solo tres viñetas; luego toca las aventuras y desventuras de Johnny Blaze durante un buen puñado de páginas. Volvemos a recuperar al misterioso personaje cuando conocemos el maltrecho estado de Linda Littletree, una nativa americana que parece estar poseída. Sus familiares llaman a un exorcista, que se propone sacarla de tal trance. Para cuando llegue será demasiado tarde pues Linda ha sido asimilada, no por un demonio cualquiera, sino por Satán en persona. La nativa se transforma en la Bruja, una hechicera al servicio del rey de los infiernos, y tendrá como principal objetivo neutralizar al Motorista Fantasma, pues ya se habían enfrentado de forma previa en Marvel Spotlight#11.
Nos hallamos ya en las páginas del Ghost Rider#2. Tenemos dos arcos bien distintos: el principal, el feudo de Johnny con el poder combinado de la Bruja y la fuente de su maldad, el mismísimo Diablo; por otro, el exorcista llega a casa Littletree, para encontrar que la poseída ya no está presente. Son horas intempestivas, casi cercanas a la medianoche, por lo que el extraño pide un favor a los nativos americanos. Mantenerlo encerrado mientras esté presente el cielo nocturno, con un peculiar colgante alrededor de sus manos. Bajo ningún concepto, deben quitárselo. Pero los anfitriones sienten lástima por su invitado cuando éste comienza a pedir auxilio y que lo liberen. Craso error pues la persona que surge de la habitación es alguien muy distinto al que entró. Las mismas páginas del cómic nos emplazan a Marvel Spotlight#12 para saber más del personaje. Lo cierto es que el equipo creativo supo crear expectación con respecto al nuevo caracter. Ninguno de los dibujantes de Ghost Rider, Tom Sutton y Jim Mooney, mostraron nada de él, dejando los honores para el creador gráfico de Hellstrom, Herb Trimpe. Friedrich planteó la trama para que quedara inconclusa, aplazando su finalización en la cabecera contenedor que a partir de ahora incluiría sus aventuras individuales.
Marvel Spotlight#12 supone la culminación lógica de todo este ciclo y la presentación formal del Hijo del Diablo (octubre de 1973, fecha de portada). Esta era una publicación que servía para introducir personajes a desarrollar a posteriori, en sus propias cabeceras. En ella habían debutado gente como Lobo Rojo, el Werewolf by Night o el propio Motorista Fantasma. De hecho, estaba pensado que renglón seguido de su paso a serie regular ocupase su hueco el propio Daimon Hellstrom, pero su inclusión en las tramas particulares de Blaze hizo que su salida se demorase un par de meses (el #11 corresponde a agosto del 73, fecha de portada). Así pues, el #12 iba a cerrar el arco argumental iniciado en Ghost Rider#1. Vemos, por fin, el aspecto real de aquel que salió de la casa de los Littletree, en busca de su verdadero objetivo, el Diablo en persona, pues ahora sabemos que es el mismo Hijo de Satán. Este detalle le va a llevar a interactuar con Johnny, en pugna abierta con Satán y sus acólitos. El poder que detenta este nuevo personaje, gracias sobre todo a su tridente infernal, no esconde que nos hallamos ante alguien con un alma negra, pues hasta el mismo Blaze, habituado a todo tipo de demonios, percibe la maldad de su aura.
Marvel Spotlight#13 tardó un tiempo en llegar, pues no fue hasta enero de 1974 (fecha de portada) cuando se autorizó, de manera definitiva, el inicio de las aventuras de Hellstrom en solitario, publicadas de manera bimestral. Por tanto, es la piedra angular de la concepción primigenia del Hijo de Satán. Continúan Friedrich y Trimpe, que nos descubren toda la historia de la familia, incluidas las vicisitudes de los progenitores, la difícil niñez de Daimon y el destino de su hermana. A su vez, también establecen los puntos básicos sobre los que deben deambular sus futuras aventuras: transformación nocturna, solo evitada por un abalorio cedido por su madre; dualidad perenne en el protagonista (exorcista religioso de día, monstruo malvado de noche); conflicto con el padre, auténtico leit motiv de su vida; y base establecida en una mansión victoriana a orillas del lago Fire, en la apartada Nueva Inglaterra, que además tiene conexión directa con el Infierno. Es casi un número de presentación ya que apenas hay un par de escenas de acción. Después de este #13, el equipo creativo, que parecía entusiasmado con la idea del Hijo de Satán, abandona la colección. Gary Friechich no volvería a acercarse al personaje y Herb Trimpe lo dibujó de forma ocasional en un Marvel Two-in-One. No sabemos si proyectos más importantes asomaron por sus puertas o si fueron retirados por la dirección editorial al presentar un registro demasiado formulario. El caso es que, tras un par de ejemplares, tenemos nuevo equipo artístico para Son of Satan.
Entra en escena Steve Gerber con Marvel Spotlight#14, acompañado en el aspecto artístico de Jim Mooney a los lápices (alguien muy cercano al guionista pues juntos desarrollarán el concepto de Omega The Unknown en el futuro) y Sal Trapani a las tintas, junto con Petra Goldberg al color. Gerber era un escritor adelantado a su tiempo, un dolor de cabeza para los censores del Comic Code y un alivio para cualquier lector que exija algo más a un tebeo que simples y llanas tortas por doquier. Por aquel 1974 ya era un autor relativamente conocido en el staff editorial. Había dejado su buen hacer en otra cabecera monstruosa como Adventure into Fear, con el Hombre-Cosa como reclamo (por estas fechas había debutado, con bastante estruendo, Howard el Pato), en el terreno del comic-book; y en magazines no iba a la zaga, pues era el escritor titular de las historias principales de Vampire Tales y Tales of the Zombie (con Morbius y Simon Garth, respectivamente). Nada mal para un guionista que en su tiempo renegaba del género del horror. Roy Thomas lo contrató de editor asistente, al ser un paisano de Misuri, pero rápidamente supo ver su potencial, otorgándole cada vez más asignaciones. Si había probado su valía en cabeceras análogas, ¿por qué no confiar en él una vez más para el Hijo de Satán?
Sobra decir que el bueno de Steve cumplió con creces. Suyo es el grueso de Marvel Spotlight (once ejemplares; eso sí, con variaciones en el apartado gráfico) y se nota un subidón de calidad desde su práctica entrada. Friedrich había un montado un personaje con unas bases tan prosaicas que parecen hasta repetitivas. Así, por ejemplo, la transformación nocturna era un calco a la del Ghost Rider. Por el día, buenas personas, por la noche la bestia se desata. Steve mantiene ese proceder apenas un número, pues Marvel Spotlight#15 es una brillante historia de corte onírico, donde Daimon confronta sus dos personalidades interiores, dando como resultado la fusión de las mismas. El Hijo de Satán no es bueno o malo, según la hora del día, sino que es una entidad compleja donde colisionan dos partes antagónicas, todo ello por intentar prevalecer, una sobre la otra. Hellstrom ya no tendrá miedo de las transformaciones; él las controla. Con un simple gesto, invoca toda la parafernalia infernal. Otro aspecto que decide obviar es la ubicación en Nueva Inglaterra. Un paraje apartado no le dice nada a Gerber y opta por localizar una nueva base de operaciones en San Luis, Misuri (el hogar de nacimiento del escritor). Aparte de que le sería más fácil retratar lugares comunes para él, lo más interesante es que se propone instalar a Hellstrom en el ambiente universitario, lo que le va a llevar a introducir temas sociales y filosóficos en sus aventuras. Esto ocurre desde su misma llegada, Marvel Spotlight#14, y lo mantendrá hasta su marcha. Como ya hemos dicho, Gerber no era un fan del terror en sí, prefería otras temáticas, casi siempre propuestas a través de secundarios. En este caso hay que nombrar a la Dra. Reynolds, profesora de Parapsicología de la Universidad de Misuri, alguien muy cercana a Daimon durante la estancia del guionista. También decide acabar con el feudo interminable con el padre, instaurado por Friedrich. Era un callejón sin salida; no había forma de derrotar de forma definitiva a Satán y el héroe debía prevalecer. Tarde o temprano, este estancamiento pasaría factura a la serie. Sin hacer desaparecer el influjo de la figura paterna, Steve se sumerge en las distintas mitologías diabólicas, trayendo a colación diferentes encarnaciones del demonio: Ikthalon, Baphomet…. lo que hacía que las dinámicas fuesen mucho más interesantes.
Es público y notorio que Gerber es un escritor de innegable talento. Lo notamos en sus inteligentes líneas de diálogo y a la vez en el cómo articula sus tramas. De los pequeños detalles, a los grandes conceptos. Así, por estas páginas podemos observar la dicotomía entre un versado agente de policía y un incómodo periodista, la lucha de egos en al ámbito universitario (Daimon es llamado a Misuri por la Dra. Reynolds porque quieren cerrar la sección de parapsicología), las posiciones gnoseológicas de un secundario como Byron Hyatt, estudiante de teología, o la representación de la Legión de los Nihilistas como parte de la preocupación de Gerber por los problemas de la sociedad norteamericana de su época. Aspectos sociales que el guionista sabe introducir como subtextos en las aventuras de Daimon Hellstrom. El autor, con su habitual colaborador, Jim Mooney, llevará al paroxismo lo conceptual en el fantástico Marvel Spotlight#17, donde el Hijo de Satán viaja al pasado de la remota Atlantis para descubrir los entresijos de la creación. Solo un número unitario, pero le basta. Simplemente, espectacular. No solo lo onírico, lo social y lo conceptual se le da bien a nuestro autor. Cuando quiere tirar de los rudimentos del horror, Steve sigue desempeñándose de manera brillante. Basta recordar el ciclo que componen los números 18 y 19, acompañado al dibujo por un maestro como Gene Colan, para que nos sintamos invadidos por el terror al observar un escalofriante y descarnado ejercicio de exorcismo. Daimon deberá poner todo de su parte para salvar a una inocente familia. Pero lo mejor queda para el final. Una trama que circulará de Marvel Spotlight#20 hasta el #22, con los lápices de Sal Buscema. Una historia que apela a la imaginería y rudimentos del tarot para enfrascarnos en un viaje definitivo por el alma de Daimon Hellstrom. Después de esto, nada será igual para nuestro protagonista.
Nos encontramos en el año 1975 y Steve Gerber era un guionista a tener en cuenta en la editorial, con variadas asignaciones. Eso hizo que tuviera que abandonar la cabecera contenedor protagonizada por el Hijo de Satán. Marvel Spotlight#23 todavía viene firmado por él, aunque a medias con Mike Friedrich, manteniendo los lápices de Silvio como nexo de unión. Es un episodio más convencional, donde nos encontramos la amenaza del día, el Padre Darklyte, y sirve para poner punto y final al recorrido de la Legión de los Nihilistas. Se notaba que tocaba un cambio de rumbo.
Marvel Spotlight#24 iba a ser el último de Son of Satan en la colección. Otros personajes tomarían el relevo. Pero todo estaba preparado para el salto de Hellstrom a su propia serie. Para ello, había que preparar el terreno ya que el nuevo guionista venía con ideas propias, muy distintas a las de Gerber. Así pues, este #24 es un número de transición, escrito por Chris Claremont y con Sal Buscema nuevamente al dibujo, en el que tenemos como hitos relevantes la salida de Daimon de Misuri, dejando atrás a secundarios como la buena de Katherine Reynolds, y el cruce con su hermana Satana. Hasta ahora habían circulado de manera separada, siendo conscientes de su existencia, pero evitando sus caminos. Claremont establece un team up entre ambos pues se enfrentan a una amenaza que puede poner en jaque a los vástagos del Demonio.
Diciembre de 1975 (fecha de portada) se marca en el calendario como la llegada de The Son of Satan#1, la primera colección regular del hijo del diablo como protagonista absoluto. Hay cambios en el aspecto creativo. Para el procesador de textos se elige a John Warner, todo un especialista en las revistas para adultos de Curtis. Más conocido como editor, pues su trabajo como guionista no ha sido tradicionalmente destacado, era alguien de una intachable carrera con respecto al terror. Se puede decir que se trata de su especialidad en el ámbito del cómic. Fue un habitual en los años 70 de Dark Shadows, una revista publicada por Gold Key con la temática del horror por bandera. También trabajó como freelance en Warren, en la época en que la editorial causaba furor con su producción. En Marvel Comics prefirió el ámbito de la edición, pues suya es la fuerza detrás de magazines como Deadly Hands Of Kung-Fu, Rampaging Hulk o Doc Savage. Pocos saben que fue uno los escritores de Flash Gordon, editado por Gold Key en los setenta, pero obviamos esa parte para centrarnos en su periplo en el Hijo de Satán. En el aspecto artístico también hubo la obligada rotación; sale Sal Buscema, entra Jim Mooney, viejo conocido del personaje. De todas formas, su estancia es efímera. Solo permanece en el primer número de la colección. La dupla formada por P. Craig Russell y Sonny Trinidad son los principales creativos gráficos de la serie, sin olvidar los obligados fill in, a cargo de Russ Heath o Ed Hannigan.
Como ya hemos adelantado, Warner se deshace de todo el bagaje de Gerber. No le interesa ni las cuestiones sociales, ni las filosóficas. Su enfoque está basado en los mecanismos del terror, por lo que le busca situaciones truculentas y enemigos infames, tal y como son el Poseedor y Estrella Mental, los dos antagonistas preeminentes en su recorrido. Recupera algunos conceptos primigenios, de los apuntados por Friedrich, como es la vuelta a su mansión del lago Fire y el enfrentamiento, de nuevo a cara descubierta, con su padre Satán. La imagen arquetípica del demonio, originaría de los viejos tiempos del Ghost Rider, vuelve a hacerse habitual, por lo que se realza el conflicto con el padre. Todo esto es utilizado por el guionista para llevar las historias a su terreno, el horror más puro. Y hay que decir que funcionan muy bien, sin llegar a los niveles de calidad de Gerber, pero continúa siendo una lectura placentera si se sabe degustar la temática.
Desgraciadamente, parece que el lector Marvel la dejó de lado. La colección apenas alcanzó los ocho números antes de su cancelación. No fue un caso específico de este Son of Satan. Aquella segunda oleada no resultó ser tan exitosa como la primera; tanto Daimon como el Hermano Vudú, retirado de Strange Tales, al igual que Satana, muy difuminada en Vampire Tales, finiquitaron muy rápidamente sus aventuras individuales. Ya vendría el Universo Marvel en su auxilio para ofrecerles roles secundarios (en el caso de Hellstrom, Steve Gerber lo introdujo en la órbita de los Defensores, allá por el #32USA, y al final acabó echando raíces por allí). Pero antes de despedirnos, destacar The Son of Satan#8, a cargo del Bill Mantlo y dibujado magistralmente por Russ Heath. Warner terminó su ciclo en el #7 y ya no quiso saber más de la colección. Pudiera ser que al tratarse de un último ejemplar, sabedor de que la cancelación ya era efectiva, el guionista se soltara la melena, ya que nos deja una historia unitaria de lo más atrevida. Su base, la relación entre padre e hijo. Su contexto, el plano onírico, nunca real pues vemos a Daimon paseando por muchos y variados limbos. En uno de ellos, es capaz de verse a sí mismo, realizando los autores una traslación mezquina del via crucis de Jesucristo. Pero….. eso jamás lo llegó a ver el lector de la época. El Comic Code censuró esa parte, que fue cambiada por un dibujo a página completa a cargo de John Romita Sr., rompiendo gran parte del mensaje implícito. Afortunadamente, en este MLE tenemos reproducida la original al final del volumen (en inglés, por supuesto, ya que es una plancha que proviene del fondo de Marvel Comics), por lo que los usuarios actuales podemos deglutir la historia, tal y como fue pensada. Aun así, no se puede más que alabar el intento de Mantlo por volver a conectar con el espíritu Gerber y deja este ejemplar como uno de los mejores episodios de la corta trayectoria con el Hijo de Satán.
En definitiva, en el apartado guion tenemos tres partes bien diferenciadas. La puesta en contexto del creador original, Gary Friedrich; breve y muy floja. La brillante parte central, estructurada en torno a Marvel Spotlight, que le corresponde a un Steve Gerber siempre capaz de derivar las historias hacia sus filias y sus fobias. Por último, la cabecera homónima donde John Warner se dedicó a hacer terror de manera satisfactoria. Aparte de esto, tenemos un par de números de colecciones adyacentes. Hablamos de las recurrentes Marvel Team-Up y Marvel Two-in-One. En el primer caso, el #32 concretamente, tenemos una trama escrita por Gerry Conway y dibujada por el prolífico Sal Buscema. En esta ocasión no estaba protagonizada por Spidey sino por la Antorcha Humana, sustituto del trepamuros cuando éste no estaba disponible. Johnny Storm se entera de que su amigo Wyatt Wingfoot esta poseído, por lo que decide avisar al más famoso exorcista del Universo Marvel. Marvel Two-in-One#14, guionizado por Bill Mantlo y dibujado por Herb Trimpe, estaba protagonizado por la Cosa, como siempre. Unas inconvenientes fluctuaciones maléficas en nochevieja envían a Ben Grimm a un poblado abandonado en Arizona. Casualidad que Daimon acabase de terminar su feudo con el Poseedor por aquellos páramos y que también notase ese poso de maldad. Estas historias son complementos a las aventuras principales de los protagonistas. Su único objetivo es consignar que los personajes son parte de un todo, de un entorno compartido, sin mayor validez.
Si en el apartado literario se pueden hacer claras reparticiones, no ocurre así en el gráfico, puesto que este tomo incluye gran cantidad de dibujantes, entintadores y coloristas. Vamos a destacar el buen hacer de Sal Buscema, la maestría de Gene Colan y el potente acabado que otorgan la dupla Rusell-Trinidad a la cabecera homónima del Hijo de Satán. El tipo de historia que estaba planteando John Warner necesitaba una ambientación oscura y tenebrosa, que recogiese el aspecto tan típico del terror, y en ese proceder no se puede más que ensalzar su trabajo, sobre todo el del filipino, ya que Russell solo aportó bocetos. La atmósfera gráfica está muy bien construida en estos números, lo que hace que la lectura sea bastante intensa. No vamos a olvidar a otros artistas, que hacen acto de aparición en el volumen, como Tom Sutton, Bob McLeod, Ed Hannigan o Russ Heath, pero dedicamos las palabras finales a Herb Trimpe, el creador gráfico del personaje. Pese a su poca aportación efectiva, nos parece injusto dejarlo de lado. Sus carencias son evidentes, eso nadie lo discute. Mucho más en artistas limitados, a los que editores han confesado que se les pagaba menos tarifa por página, por lo que suplían ese detalle aportando si cabe más producción para llegar a fin de mes. Y ya se sabe, talento limitado y rapidez no son buenas compañeras de viaje. Aun así, pese a quien pese, y nos guste más o nos guste menos, pertenece a Herb Trimpe el honor de haber diseñado el aspecto final del Hijo de Satán. Eso es algo que nadie se le va a poder quitar, jamás.
Como despedida y cierre, resaltar el buen sabor de boca que deja este Marvel Limited Edition al término de su lectura. La calidad media de sus historias es bastante alta, al igual que el acabado gráfico, que con sus altos y bajos, alcanza una media más que correcta, a lo que añadimos las potentes portadas de artistas como Gil Kane o John Romita Sr. Lo que es una grata sorpresa puesto que el bueno de Daimon Hellstrom nunca ha sido un primer espada editorial. Muchos, por ese desconocimiento, dejarán pasar este tomo. Una pena pues se perderán un buen puñado de acción, de reflexión y de mucho terror, terror del bueno. Así que, sin más que añadir, queda en ustedes, queridos lectores y lectoras, el decidir si acompañan al
Hijo de Satán
Guion - 7.5
Dibujo - 7
Interés - 7.5
7.3
Valoración Global
Conocemos a Daimon Hellstrom, el Hijo de Satán, en un tomo muy deudor de la época, con un fuerte componente del terror, pero en el que uno puede encontrar de todo, teniendo como uno de sus guionistas destacados al genial Steve Gerber
Interesante artículo, conocí a este personaje en los Defensores, a primeras y según avanzaba la colección me pareció interesante pero no le seguí la pista como hago con otros personajes; después de leerlo señor Porras lo buscaré y le daré una oportunidad, siento atracción y debilidad por personajes como éstos. Saludos
Muchas gracias Bea por su comentario. Este tipo de personajes, eternos secundarios que no consolidan una posición, tienen sus épocas de repuntes. Después de su serie regular estuvo asociado a Defensores, con el asunto de Hellcat como trama destacada, también tuvo un paso por Vengadores Costa Oeste; en los noventa, con el tema de los Hijos de la Medianoche, volvió a ser habitual e incluso con una segunda serie regular, con Warren Ellis como guionista… Lo más reciente que recuerdo de él ha sido su papel de secundario en Patsy Walker y a su hermana Satana en el Doctor Extraño de Jason Aaron, en un número unitario. Van y vienen, siempre a la espera de una mejor oportunidad.
Un saludo!!!
Su papel de secundario en Hellcat lo conocía, pero no la he leído; si me permite y ya que mencionó al Doctor Strange, quisiera preguntarle: que opina de la etapa de Aaron y Bachalo? Yo como novata en este medio me limito a opinar poco sobre las colecciones y autores; pero a mi en dejo indiferente al final y algo decepcionada, saludos.
Hola Bea. Primero comentar que he tratado de arreglar lo de los mensajes repetidos, dejando uno solo, el primero que dejó.
Luego, respecto a Extraño de Aaron y Bachalo.. pues por no alargar mucho el offtopic, tengo que decir que no soy nada fan de este periodo. No me gustó el final, ni el principio, ni el desarrollo. Cierto es que soy un apasionado de las esencias del Doctor, aquellas que emanan de las páginas de Lee y Ditko. Ojo, no me considero contrario a los cambios. Etapas como las de Roy Thomas, Steve Englehart o Roger Stern modificaron aspectos pero siempre teniendo en cuanta lo anterior, teniendo en cuenta una evolución. Aaron no se preocupa de eso y básicamente lanza cambios molones, algunos cargándose años de historias, sin que a la larga sirvan de nada. Lo peor de todo es que muchas de sus decisiones todavía se perciben en su continuador, Donny Cates. pero bueno, confío en Waid para que recomponga la situación. Como ves, no soy de los defensores de la etapa Aaron 😀 .
Saludos
Gracias por su respuesta y arreglar el lío que armé, para terminar este asunto y cerrar el offtopic, espero lo mismo que usted con Waid, algo de orden, mientras tanto a leer al Hijo de Satán se ha dicho, un saludo y gracias de nuevo.
Excelente artículo como siempre. Thomas, Gerber, Mantlo, nombres que se repiten siempre en toda esta etapa clásica que reseñas. Si fuera un potentado no dejaba pasar estos tomos tal y como los relatas. Y de nuevo esa obra historia en el bullpen, que hace que en ocasiones leyendo tenga la impresión de estar entre las mesas viendo trabajar a esta gente. Gracias por el esfuerzo señor Porras.
Se me olvidaba. Sobre el personaje reconocer que soy un absoluto desconocedor del personaje. Conozco el nombre y poco más.
Muchas gracias amigo Dynamo, por leer y comentar.
La Marvel de los 70 estaba llena de talento. Y uno siente especial debilidad por Gerber. Justificada además, porque cada cosa que lee de nuevas de él nunca me decepciona. Sabe siempre hacerme conectar con la historia y con su intrahistoria personal. Nunca deja de sorprenderme. Un guionista único, entre un millón.
Saludos!
Nos tiene acostumbrados a grandes artículos, sr. Porras. Y este no es la excepción. Del personaje poco que decir, lo poco que le recuerdo es lo que ya ha comentado más arriba, que disfrutó de ese revival con los Hijos de la Medianoche y la serie de Ellis en los ’90…
Muchas gracias Mimico, por el detalle. Recientemente se ha anunciado en USA la redición del Hellstorm de Ellis, a ver si hay suerte y lo vemos reeditado por estos lares.
Y bueno, sin desmerecer este texto, en comparación con lo que viene es una frusleria. Lo que viene… Ese si que tiene tela 😀