Marvel Limited Edition. Especial The Hulk!

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Febrero ha sido el mes elegido para dar cobertura en los Marvel Limited Edition a un nuevo volumen de Hulk, en este caso, continuación directa del tomo procedente de 2015, Rampaging Hulk. Estos cómics comenzaron a publicarse en los años setenta en formato magazine, lo que suponía un tamaño mayor que el comic-book habitual y la ausencia del Comics Code, o lo que es lo mismo, mayor libertad para los creadores. No hablamos de la cabecera regular del Goliat Esmeralda, que discurría por los derroteros habituales del universo Marvel, sino de una que se ubicaba fuera de la continuidad, con el objetivo de intentar alumbrar tiempos oscuros de la vida de Bruce Banner y su alter ego. La serie comenzó a publicarse en un estilizado blanco y negro pero a partir del número diez se introdujo el color, además de producirse un cambio de nombre. Esto ocurrió porque los máximos mandatarios de la editorial quisieron emparentar el magazine con el fenómeno televisivo del momento, la serie a imagen real de nuestro Hulk, protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno. Así pues, en estas historias no podemos abstraernos de esas dos cuestiones tan singulares para entenderlas en su contexto: la efervescencia del formato revista y la llegada a la pequeña pantalla del Increíble Hulk. Por tanto, son dos aspectos a los que vamos a dedicar las siguientes líneas antes de entrar en harina sobre los contenidos del nuevo MLE. Aprovechamos la ocasión brindada para repasar el volumen de Rampaging Hulk, que no reseñamos en su momento, y hacemos notar que todavía nos faltaría un último ejemplar antes de finalizar la andadura. Con la seguridad de que Panini y SD nos lo brindarán, tarde o temprano, ya que es material bastante codiciado al componerse de números inéditos en nuestro país, lo dejamos pendiente hasta su próxima salida. De momento tenemos suficiente material acerca del Gigante de Jade para cubrir expectativas. Comenzamos con el germen de las revistas en blanco y negro, todo un territorio inexplorado en Marvel Comics, fuente y origen de grandes alegrías para los aficionados.
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La lucha por el formato magazine

Las características de los cómics que vamos a reseñar están delimitadas por el formato en que fueron publicadas. Como ya hemos dicho, el magazine estaba ideado para tener un tamaño superior al comic-book estandar, en completo blanco y negro y no tener que pasar por el desagradable trago del Comics Code, la autoimpuesta censura por parte de la industria. Los primeros intentos de Marvel Comics en cuanto al formato, básicamente de Stan Lee, datan de finales de los años sesenta. En 1967 el bueno de Lee se hallaba en la cresta de ola. Había conseguido, junto a sus colaboradores habituales, revitalizar de tal manera la editorial que se sentía preparado para cualquier envite. Como máximo responsable en la toma de decisiones, solo superado por el gran jefazo Martin Goodman, se puso como objetivo continuar aumentando la leyenda. Eso incluía seguir refinando las historias para llegar a un mayor número de público, nuevos personajes y, porque no, renovados formatos. A Marvel le iba extremadamente bien y Goodman no tenía reparos en dejar al editor jefe a su aire mientras que las ventas mantuvieran el nivel ascendente. Y este posó su vista en el buen hacer de una editorial especializada como era Warren Publishing. Especialista en los relatos de horror, ya a finales de los sesenta se podía sentir su influjo y su prestigio gracias a cabeceras como Eerie o Creepy, todas ellas en formato revista. Obviamente, Stan no pretendía copiar el modelo pero sí pensó que el formato le vendría muy bien para atraer nuevos lectores. Así que, ni corto ni perezoso, puso en marcha una nueva colección para la estrella de la compañía, Spider-man, cuyo rendimiento no había dejado de crecer en manos de Lee. Para ello contaría con uno de sus dibujantes fetiche, el excelso John Romita a los lápices, mientras que Jim Mooney se haría cargo de las tintas. The Spectacular Spider-man sale al mercado en julio de 1968 (fecha de portada) con un tamaño superior, en blanco y negro y con una mayor cantidad de páginas al precio de treinta y cinco centavos (un comic-book de la época costaba doce). Parecía que un nuevo camino se abría para el trepamuros, solo que Lee no contó con un escollo importante: su jefe.

Primer intento en el terreno magazine por parte de Marvel Comics
Primer intento en el terreno magazine por parte de Marvel Comics

Goodman no era ajeno al formato revista. De hecho, había cimentado su fortuna en parte gracias a ellas, pues llevaba desde 1947 regentando Magazine Management como una pieza más de su compañía de publicaciones. El problema es que Martin no veía la conveniencia del formato, más caro y laborioso, para un producto inferior como era el género de los superhéroes. Recordamos que es este Goodman el que aleccionaba a sus creadores para que los comic-books fueran sencillos pues sus lectores eran niños o adultos con pocas entendederas. Este Goodman que pensaba que la clave para un buen producto no era su interior, sino tener una portada atrayente. Con estos precedentes el gran jefazo permitió la publicación de apenas dos números (el segundo ya a color) del citado The Spectacular pero canceló la salida de los siguientes, sin tener en cuenta siquiera si las ventas habían estado a la altura o no. La continuación, ya preparada, tuvo que congelarse hasta la salida definitiva de Goodman y quedó integrada en la colección mensual de Spidey.

Con Martin Goodman todavía presente en la editorial se hizo un segundo intento con idénticos resultados. Estamos ya en 1971, varios años después del anterior affaire, cuando Lee como editor jefe, a petición de su más apreciado pupilo, Roy Thomas, decide dar salida a Savage Tales, un magazine donde observaríamos el devenir de la legendaria creación de Robert E. Howard, Conan el Bárbaro, en una publicación destinada para público adulto. No vendría solo, también tenemos historias de Ka-Zar o la flamante llegada de un personaje de terror, el Hombre Cosa. Resultado, de nuevo cancelación inmediata. Thomas era un apasionado del Cimmerio y luchó a brazo partido por su continuación en formato revista. Pero no había nada que hacer. Goodman no quería ninguna colección que no pasase por el filtro del Comics Code.

Segundo intento y de nuevo paralizado por Goodman
Segundo intento y de nuevo paralizado por Goodman

La conclusión a este enroque por parte del mandamás vino con su salida. También ayudó lo suyo que el organismo censor rebajara en bastantes puntos sus exigencias por aquellos días. El ambiente era propicio y Lee volvió a reflotar el concepto de magazine con toda una línea de revistas en blanco y negro. Quedaban englobadas en el sello Magazine Management, rama de publicación de Goodman que mantuvieron con toda su funcionalidad los nuevos dueños, el conglomerado Cadence Industries. Es decir, no llevaban el sello Marvel pero eran sus creadores los encargados de darles vida. El bueno de Stan se empecinó con una línea exclusiva para adultos y no dudó en intentar recabar importantes nombres de la escena alternativa como Harvey Kurtzman o Dennis Kitchen. Solo este último hizo un tímido intento pero aquello no funcionó. Lo que sí tuvo un impacto inmediato fue la vuelta con fuerza de Savage Tales, de nuevo con Conan como principal atractivo, y con ella la sucesión de nuevas publicaciones para cubrir esa demanda: Monster Madness, Crazy, Haunt of Horror, Dracula Lives!, Vampire Tales….. y tantas otras, dando la razón al editor jefe de que sí había público para estas revistas.

De esta guisa llegamos al año 1977, con la línea de revistas bien asentada en el discurrir editorial. Archie Goodwin, como director editorial, piensa que Hulk sería un buen refuerzo para la susodicha línea tras escuchar el tratamiento de guion propuesto por el escritor Doug Moench. Este autor comenzó a colaborar con Marvel en el año 1973, como parte de esa renovación de creadores que se produjo a inicios de los setenta. Se asentó firmemente en el área de las revistas en blanco y negro, donde dejó una profusa producción, destacando entre otras El Planeta de los Simios o Doc Savage. También es recordado por ser co-creador de personajes superheroicos del Universo Marvel como Deathlok o el Caballero Luna. Moench se sentía muy cómodo en el terreno de la producción para adultos y quiso aportar nuevas variantes que resultaran atractivas a los lectores de la línea. Y qué mejor que un monstruo desatado como Hulk. Para no entorpecer el discurrir editorial estándar del Gigante Esmeralda, en manos de Len Wein, el guionista propuso enmarcar sus aventuras fuera de la continuidad actual (de 1977) y para ello buscó un punto ciego del personaje para ubicar su reconstruido periplo.

Ese punto se estableció en el periodo que va desde el cierre de su serie epónima y el comienzo del serial que protagonizaría en Tales to Astonish. Es público y notorio que la andadura de Hulk no empezó con buen pie. A pesar de su llamativo debut, con ese trasunto de Jekyll y Hyde de la era nuclear, la cabecera apenas duró seis números. Ni Stan Lee ni Jack Kirby consiguieron convencer al personal con su errático peregrinar, pues los cambios de un número a otro denotaban que los dos creadores no sabían muy bien por dónde tirar. Aun así, no se olvidaron del personaje y lo utilizaron de secundario en diversas cabeceras hasta que encontró acomodo en el citado serial compartido. En esa época era un monstruo más primario, más instintivo, y ese aspecto le pareció interesante a Doug Moench para narrar renovadas aventuras. Archie Goodwin dio el okey necesario para que la revista, que sería conocida como Rampaging Hulk, viese su salida enero de 1977 (fecha de portada). No sería exclusiva de Banner y su alter ego; personajes como el Caballero Luna, Bloodstone o Shanna también circulan por sus páginas, aunque sus referencias deben quedar aplazadas para otro momento y lugar.
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Hasta aquí lo que da de sí el fenómeno de los magazines y Hulk. Del discurrir de la serie daremos cuenta en líneas siguientes. Pero ya hemos advertido que al poco se produjo un intento de atraer a un nutrido grupo de espectadores que en ese momento disfrutaban de las desventuras de Bruce (David) Banner en la pequeña pantalla. Y para ello pasó a ofrecerse material promocional de la misma a la vez que fluían sus historias en papel. Se mantiene la numeración pero se produce un cambio de nombre (ahora es solo The Hulk!) y se le añade el color. El cómo llegó Hulk a protagonizar su propia teleserie es un punto interesante, que habla de la misma esencia de Marvel. Punto al que pasamos de forma consecuente.

Y Hulk se hizo carne

Marvel y el mundo audiovisual tienen una larga tradición desde el inicio de los tiempos. No hay intención de hacer una larga diatriba sobre las diversas adaptaciones que han sufrido los personajes de la Casa de las Ideas. Existen estudios en el mercado que cubren esa necesidad (permitan que recomiende el Viaje del Superhéroe de Iñigo de Prada y Sara Rodríguez), pero sí, de manera sucinta, vamos a recordar que los primeros coqueteos datan de tiempos pre-Marvel. Desde programas radiofónicos a principios de los años cuarenta hasta el primer serial a imagen real protagonizado por el Capitán América en 1944. Un proyecto producido por Republic Pictures y protagonizado por Dick Purcell cuya característica definitoria era la nula fidelidad al material original. Estaba claro que en Hollywood gustaban las aventuras de esos nuevos superhéroes, que tanto despuntaban en el papel. Otra cuestión bien diferente era como trasladar todos esos universos a las pantallas.

Tras ese avance de 1944, ya en los sesenta, en plena Era Marvel, Martin Goodman hizo tímidos intentos de conseguir algún éxito en el campo de la animación infantil. Siguiendo, a gran distancia, la estela de DC, que había conseguido triunfos incontestables con sus versiones en la pequeña pantalla de Superman en los años cincuenta y de Batman en los sesenta, puso en marcha su primer proyecto animado llamado Marvel Super-Heroes, con un sistema de viñetas en movimiento bastante rudimentario. Más elaborados son los siguientes programas con protagonismo de los 4 Fantásticos y de Spiderman. Dos series de calidad media-baja, con unas características técnicas más bien limitadas por el bajo presupuesto, pero que al ser pioneras no dejan de tener una cierta aura de mito contemporáneo. Acompañadas de un relativo éxito, sobre todo la de Spidey que se mantuvo en antena por tres temporadas, son de obligada cita al abrir el camino para las propiedades marvelitas en el terreno audiovisual. El caso es que esa aceptación le vino de perlas a Stan Lee, una de las mentes pensantes de la editorial que siempre tuvo unos muy marcados sueños de grandeza. La salida de Goodman, con la venta a Cadence, también facilitó la tarea de buscar nuevas posibilidades para los héroes Marvel fuera del círculo de los tebeos. Una de las más imaginativas fue colar un segmento protagonizado por el Hombre Araña en un programa infantil. Interpretado por actores de carne y hueso, durante 1974 y 1975 los espectadores americanos asistían absortos a las peripecias del trepamuros, donde se combinaban la imagen real y un cuidado uso de las viñetas y los bocadillos típicos del cómic. El show no acababa más que comenzar y Lee, ya muy desvinculado de tareas editoriales, ponía muchos de sus esfuerzos en conseguir los apoyos necesarios para producir una película de Spiderman. De hecho, en 1976 circularon rumores de una posible adaptación al séptimo arte pero, como es sabido, se quedó en agua de borrajas.

El Hulk televisivo y su alter ego humano
El Hulk televisivo y su alter ego humano

Más suerte tuvo nuestro amistoso vecino en 1977 con el acuerdo entre Marvel y CBS por el que Spiderman tendría una serie a imagen real para él solo. Protagonizada por Nicholas Hammond, esta producción de bajo presupuesto pudo colmar las ansias de los seguidores de la época pero no ha aguantado nada bien el paso del tiempo. Reducido a la mínima expresión, obligado a luchar contra criminales de medio pelo y sin presupuesto para lucirse, el periplo de Spidey apenas resistió catorce episodios. El mismo destino incierto le podría haber ocurrido a nuestro Hulk, también parte del acuerdo con CBS y también presta a debutar en 1977. El factor determinante en esta ecuación para que el resultado fuese distinto fue Kenneth Johnson. Realizador bastante versado en el mundo televisivo, no veía con buenos ojos la adaptación de estos superhéroes a imagen real pues, según palabras literales, “existe un nivel de fantasía que puedes conseguir en los cómics o en los dibujos animados que se vuelve absurdo cuando le das forma real”. A pesar de su rechazo inicial, empezó a barruntar un tratamiento específico para este personaje, mezcla de Jekyll y Hyde, donde la huida de su alter ego humano articularía las sucesivas tramas. Ya tenemos el concepto inicial para la serie; ahora era necesario acoplar todos los elementos para que el conjunto funcionase como mecanismo de reloj.

Johnson, como productor y máximo responsable del proyecto, se puso al mando de las operaciones principales. Esto incluía un tratamiento de guion para el episodio piloto. Su primera acción fue acercarse al material de origen, es decir, los cómics protagonizados por Hulk. No le gustó la experiencia. Después de leer su nacimiento como monstruo gamma y algunas historias sueltas concluyó que aquello no era lo que quería para su serie. Buscaba un tratamiento más realista y no estaba interesado en la vertiente fantástica. El coloso haría sus consecuentes apariciones pero necesitaba un leit motiv para Banner, como punto fuerte de la andadura de la teleserie. Tocaba reescritura de origen y cambio de motivaciones. El productor se puso en contacto con Stan Lee para comunicarle todas las alteraciones; el editor Marvel ya estaba acostumbrado a este proceder y dio su beneplácito. Para empezar el personaje pasaría a ser David Banner, perdíamos el Bruce para los restos. La razón es que Johnson no era partidario de las aliteraciones típicas del cómic Marvel en los nombres personales; a esto se añade que uno de sus hijos se llama David, perfecto homenaje familiar. Continuamos con el principal objetivo de Banner, huir de un periodista que le pisa los talones, por lo que se dedica a esconderse por la América profunda del acoso de Jack McGee, caracter inventado por Johnson para darle credibilidad a la serie. En su origen no hay bomba gamma, ni Rick Jones al que salvar; David Banner realiza estudios acerca de la adrenalina, su aumento vía rayos gamma y la influencia en el cuerpo humano. Incapaz de salvar a su mujer de un coche en llamas, decide investigar en su propio cuerpo con los rayos, propiciando su transformación en Hulk. Banner es un hombre torturado, por la pérdida de su esposa y por ser un alguien incapaz de regir su destino. Este será uno de los aspectos en los que más énfasis pondrá el equipo de producción pues si bien la aparición del coloso será la parte espectacular, es el segmento dedicado a Banner en el que mayor interés dramático destinará el guionista y productor. Respecto a la forma de Hulk también se deciden cambios fundamentales como el hecho de que sea totalmente mudo o que sea vulnerable a ciertos ataques, algo impensable en el Gigante Esmeralda versión noveno arte.

Kenneth Johnson, artífice del proyecto, flanqueado por sus estrellas
Kenneth Johnson, artífice del proyecto, flanqueado por sus estrellas

Con estos mimbres había que buscar protagonistas que se ajustaran al plan de la cadena. La elección del elenco “humano” no fue mayor problema. Bill Bixby fue seleccionado para el papel de David Banner, actor veterano con las suficientes tablas para aportar un enfoque dramático y adulto al personaje. El segundo en discordia, Jack McGee, fue asignado a una cara habitual de la televisión americana, Jack Colvin. Hasta aquí sin problema. La cuestión de fondo era localizar al actor que diera el pego como Hulk, tarea del todo harto complicada. Tras varios test, desde la productora optaron por Richard Kiel, que se había hecho popular años antes como el villano Tiburón en las pelis de James Bond. A pesar de que llegó a grabar algunas secuencias, fue despedido antes de saltar al aire. Kenneth Johnson no las tenía todas consigo. Buscando en el mundo del culturismo, llega a sus manos un documental sobre el mismo. Por allí paseaba un tal Arnold Schwarzenneger, eliminado por Johnson por no ser lo suficientemente alto. En el mismo documental, llamado Pumpin Iron, aparece un imponente ejemplar de 1,95 metros de altura. Su nombre, Lou Ferrigno. Sería este el designado para el papel, tras pasar por un laborioso proceso de maquillaje que duraba varias horas.

Comienzan las aventuras de nuestro gigante preferido con una acogida excelente. Rápidamente se da luz verde para una temporada completa con un esquema invariable en toda ella. Conflicto en torno al personaje interpretado por Bixby, acosado por McGee, y un par de escenas para Ferrigno, sin abusar, pues Johnson siempre quiso que la serie fuese lo más realista posible. Y ese empeño, junto con la positiva aceptación en el aficionado, posibilitó su pervivencia en antena durante cuatro temporadas. En sus episodios vimos la primera representación “digna” de un icono Marvel, además de servir de plataforma para presentar héroes y villanos característicos de la editorial: Thor, Daredevil, Kingpin….
Es indudable que desde la editorial abrazaron el proyecto como una posibilidad de conseguir nuevos lectores. Sí la serie obtenía éxito, tendrían una horda de público buscando saciar su hambre de Hulk tocando a sus puertas, o eso pensaban en las altas instancias. Era necesario estar preparado ante esa contingencia, tener una cabecera accesible para todos aquellos no dispuestos a pagar el peaje de una continuidad de varios años. Daba comienzo Rampaging Hulk, una nueva colección para una renovada demanda.

Bixby, próximo a transformarse en Hulk
Bixby, próximo a transformarse en Hulk

The Rampaging Hulk
 
Rampaging

Edición original:. The Rampaging Hulk 1-9 (Marvel Comics)
Edición nacional/ España:. Panini y SD
Guión:. Doug Moench y Jim Starlin
Dibujo:.Walt Simonson, Jim Starlin y otros
Entintado:.Alfredo Alcalá, Alex Niño y otros
Color:.-
Formato:.Tomo en tapa dura
Precio:.

37,95 Euros

 

Con la luz verde por parte de los altos estamentos editoriales, con Archie Goodwin a la cabeza, la salida de la nueva serie bimensual en formato magazine del Goliat Esmeralda está pensada para debutar a inicios de 1977. El equipo creativo será el compuesto por el guionista Doug Moench, el debutante a los lápices Walt Simonson y el artista filipino Alfredo Alcalá para las tintas y los grises. Simonson acababa de aterrizar en Marvel, un pipiolo en la compañía, después de haberse cimentado una reputación en DC Comics. Al ser una colección ideada para salir en estricto blanco y negro el papel del entintador era fundamental. Aquí entra en escena Alcalá, todo un veterano y un maestro con un trazo muy acusado. De hecho, Simonson reniega bastante de este trabajo al afirmar que el bueno de Alfredo distorsionó sus lápices hasta el punto de no reconocerlos. El caso es que Moench tenía un punto de partida con el que jugar, ubicando las aventuras de Hulk no en tiempo presente, sino en una época en la que el Goliat era un ser primario, sin tener que renunciar por ello a algunos de sus signos característicos.

El equipo creativo tiene que pagar el peaje de recontar el origen de nuestro protagonista, para todos aquellos no iniciados, con Thaddeus “Trueno” Ross, Betty y Rick Jones prestados de la continuidad tradicional. Después de esta cita obligada, el bueno de Doug circulará por otros derroteros, más cercanos a la ciencia ficción clásica, con la única compañía de Rick Jones y una extraña alienígena llegada de un lejano planeta. Moench, al igual que el Kirby de la época, era un entusiasta de las historias que involucraban a seres llegados de allende las estrellas. La reacción que provocaba en los humanos, como interactuaban, como podían alterar nuestras vidas, etc. interesaban sobremanera al guionista. Así que ya en el primer número dispone la llegada de los Kryrolianos, una raza con capacidades multiformes (anda, como los Skrulls) con los que Hulk tendrá sus más y sus menos. La suerte es que entre estos kryrolianos tenemos una renegada, una tecnoartista capaz de generar todo un abanico de sugerentes cachivaches, llamada Bereet. Esta ayudará a Rick Jones a localizar a un confuso Hulk y juntos harán frente a las amenazas de los extraterrestres. Con el fin del primer número tenemos a nuestro pequeño grupo ensamblado, dispuesto a correr un sinfín de aventuras.

Interior de Rampaging Hulk, obra de Walt Simonson
Interior de Rampaging Hulk, obra de Walt Simonson

Como ya hemos dejado patente, la invasión Kryroliana vertebra el relato pero, entre conflicto y conflicto con alienígenas, el guionista nos llevará por diversos huecos del Universo Marvel, interactuando con más personajes destacados de la editorial. Entre ellos, la Patrulla X original, es decir, los jóvenes pupilos del Profesor X, el Príncipe Submarino Namor o unos recién creados Vengadores, intentando aplacar la furia de su ex compañero, sin saber que el buen Hulk estaba nada menos que intentando detener todo una invasión del planeta por parte de cambiantes (quién dijo que Invasión Secreta era una idea original). En medio de toda la trama ideada por Moench tenemos un episodio de transición, a cargo de John Warner (editor de la serie, que se hizo cargo de los diálogos) y el gran Jim Starlin, encargado del argumento general y de los lápices. Totalmente alejado de la historia principal, Starlin se lleva al Goliat Esmeralda a un lejano paraje sideral para plantear una historia de ciencia ficción muy del gusto del artista.

El planteamiento del guionista se puede seguir fácilmente en el recorrido de la cabecera. En ella apenas hay rastros de la personalidad de Bruce Banner y sí mucho de Hulk. Un viaje a los interiores de un monstruo carente de cualquier sentimiento social o empático, pero a la vez con un buen poso debido a la camaradería con la alegre Bereet y con su viejo sidekick, Rick Jones. La suculenta relación entre Jones y el Gigante Esmeralda es una de los elementos más conseguidos por parte del escritor. Aquí tenemos un Hulk de lo más primario y las escenas de acción se llevan gran parte de la trama. Lo que nos hace resaltar la importancia del apartado gráfico, en exclusivo blanco y negro. Por el volumen pasa una serie de artistas bastante elevada para sus escasos nueve números, plasmando sus variadas capacidades por el camino, empezando por el ya citado Simonson y continuando por Keith Pollard, Sal Buscema o Herb Trimpe. Contando que un detalle fundamental es la ausencia de color, el trabajo del entintador se torna fundamental, destacando en esos menesteres Alfredo Alcalá. El resultado es dispar pero básicamente satisfactorio, dotando al conjunto de un acabado elegante y muy característico.

La Patrulla X, secundarios en este volumen de Hulk
La Patrulla X, secundarios en este volumen de Hulk

Todo el trabajo de Doug Moench sufre un parón radical en el #9. A partir del siguiente número se da la orden de renovar la cabecera, añadiendo el color, y redefiniendo el tono de las aventuras. El tratamiento adulto que estaba triunfando en la serie de televisión, sin rozar si quiera el género fantástico, propicia que se busque un acercamiento similar para las aventuras en formato magazine. Ese dato dejó en un cierto limbo editorial estas historias. Años después, Bill Mantlo recuperó a Bereet para la serie regular del monstruo gamma y, además, transformó toda esta andadura de Rampaging Hulk en una filmación ficticia por parte de la tecnoartista. Básicamente, la despojo de cualquier valor respecto a su importancia editorial. Esta polémica decisión fue tomada con el beneplácito del editor jefe cuando Moench ya estaba fuera de la Casa de las Ideas. Curiosamente, Steve Gerber quiso utilizar el mismo truco para dinamitar el concepto de Duckworld, introducido por Mantlo en los magazines de Howard el Pato, concepto que horrorizaba al creador original del palmípedo más famoso de Marvel. En aquellos momentos, con Jim Shooter al mando, no se consideró como una idea apropiada. Curiosidades editoriales que no nos alejan del hecho claro y meridiano, estas aventuras de Hulk están fuera del canon de la continuidad.

A modo de conclusión, recordar que este tomo (y su continuación) viene a formato comic-book, lo que se traduce en un tamaño sensiblemente inferior del que fueron concebidos. Este pequeño apunte resta puntos a un aspecto gráfico cumplidor, con variados artistas, donde destaca el portentoso trabajo de Alcalá en el entintado. Los guiones de Moench responden al intento de adentrarse en el interior de la parte más salvaje e intratable del personaje. Y a fe que lo consigue, destacando la parte física y la acción sobre el resto de aspectos. La trama Kryloriana no deja de ser una excusa para mantener las espaldas en alto durante todo su periplo, ya que los extraterrestres, a excepción de Bereet, carecen de cualquier fondo relevante. En definitiva, un disfrute para los amantes de Hulk, del monstruo más desatado y esencial. Y no se vayan todavía, porque lo mejor está por llegar.
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The Hulk! El color del odio
 
The HUlk!

Edición original:.The Hulk! 10-19 (Marvel Comics)
Edición nacional/ España:. Panini y SD
Guión:. Doug Moench y Roy Thomas
Dibujo:. Ron Wilson Y Gene Colan
Entintado:. Alfredo Alcalá y otros
Color:. Steve Oliff y otros
Formato:. Tomo en tapa dura
Precio:.

42,95 Euros

 

A la altura de agosto de 1978 era un hecho evidente que el show catódico del gigante Marvel iba viento en popa. Atención mediática que la editorial se propuso rentabilizar en la línea de revistas. Para hacerlo más atractiva la publicación acabó por incorporar el color; además, se incluirían interesantes complementos de la serie de tv, tales como entrevistas a sus protagonistas o material promocional. Todo aquello estaba muy bien pero había algo más que el guionista Doug Moench, que continúa al mando de la nave, tenía pensado para acercarse a potenciales compradores. Tomando como base el conflicto de Banner, la idea de estar en permanente movimiento, sin pertenecer a ningún lugar concreto, y problemáticas lo más realistas posibles, cambia totalmente el registro anterior para conformar una serie de episodios autoconclusivos donde Bruce Banner y su alter ego gamma son el instrumento para mostrar un Universo Marvel repleto de miserias e injusticias, exactamente iguales a los que podía sufrir el mundo fuera de las viñetas. Por tanto, rebajamos el nivel de fantasía al mínimo (dentro de lo que cabe, pues hablamos de un cómic de superhéroes), centramos la atención en Banner más que en Hulk y acercamos la lupa a la problemática del mundo real. Difícil reto para una serie con un protagonista monstruoso dispuesto a aplastar a todo aquel que se cruce en su camino.

En el aspecto gráfico, frente al baile de dibujantes visto anteriormente (cinco artistas para nueve ejemplares), se asigna un dibujante fijo que se hará cargo de la mayor cantidad de historias contenidas en este volumen. Hablamos de Ron Wilson, un artista que había ingresado en la filas de la editorial a inicios de los setenta, conocido sobre todo por su larga etapa en Marvel Two-in-One (de 1975 a 1978) y que se había ganado un gran prestigio en la confección de portadas. Con el equipo creativo ensamblado y las ideas claras da comienzo la andadura de The Hulk!, el renovado magazine del Coloso Esmeralda, manteniendo la numeración de Rampaging pero variando el tono sustancialmente e incluyéndolo en la continuidad del momento . La razón ya le hemos detallado líneas arriba. Moench va articular las historias de manera conclusiva, explorando problemas reales, aunque sin evitar la acción pura y dura cuando el monstruo es liberado. Existen conexiones, finas líneas entre episodios, y los típicos recordatorios de la época, pero, frente a la historia rio previa (la invasión extraterrestre), aquí nos asomamos a las interioridades de la torturada alma de Bruce Banner como argumento principal. Descubramos de qué forma tiene previsto hacerlo el equipo creativo.
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El tratamiento de desechos radioactivos.

“En la cuna de un monumento destrozado al prodigioso misterio de la naturaleza, vulnerable y afligido, Bruce Banner se queda dormido, llorando….”

Las tropelías medioambientales que el ser humano está cometiendo en este planeta es un asunto que no se debe tomar a la ligera. La sobreexplotación de los recursos y el nulo cuidado para con nuestros bienes naturales son motivos de preocupación para todos aquellos que buscan habitar un entorno sostenible. La llegada de Hulk a un alejado y bucólico paraje, donde una mina y sus trabajadores esconden mucho más de lo que se observa a simple vista, va a poner en un brete a nuestro protagonista, tanto a la parte humana como a la monstruosa.

Maltrato Infantil.

“Todd Gregory está muy contento. El circo ha llegado al pueblo por vez primera en su joven vida. Pero hay algo en su cabeza inclinada, algo que aletea sobre su cara, algo siniestro que consigue enturbiar todos los colores brillantes de la alegría juvenil….”

Un tema áspero sin duda. Pocas historias causan mayor impacto que las protagonizadas por infantes violentados de forma injusta por adultos inseguros y miserables. Desgraciadamente, este es un tema donde la realidad supera la ficción. Hulk arriba a un pequeño pueblecito donde vive Todd Gregory, un muchacho que ansía asistir a un día de circo, aunque sabe a ciencia cierta que eso nunca será posible. Un Bruce Banner generoso se convertirá en la mejor opción del chaval para cumplir su sueño. Una historia tierna, emotiva y realista acerca de la inocencia y su pérdida; inocencia que es capaz de distinguir a los monstruos, que curiosamente, no tienen por qué ser gigantes verdes.
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Racismo. El odio a lo que es distinto.

“Bruce Banner estudia el oscuro rostro, leyendo sus muchas arrugas en un mapa de viajes frustrados, aventurándose en lugares de emociones conflictivas: sabiduría y tozudez, risas y pesar, un toque de desenfado y una tonelada de dolor, muchas puñaladas a la paz y demasiados tajos de dolor…cada surco enganchado en discordias, cada arruga cruzándose”

Rechazo al que el distinto, justificaciones variadas al respecto: miedo, desconfianza; un mar de separación entre personas, cuya única diferencia en la mayoría de casos, es una tonalidad de color. Esto mismo lo pudo vivir Bruce Banner en esta aventura, con elementos tomados del episodio anterior del circo, donde se demuestra que si el odio consigue dominar nuestra alma nos aboca a un callejón sin salida. Solo en aquellos que saben ver más allá reside la salvación. Y de ellos hay que aprender todo lo que se pueda, pues son pocos y suelen pasar desapercibidos.

Terrorismo político.

“- Si queremos imponernos debemos usar el poder. Debemos aplicar tácticas para poner al estado de rodillas. – Aquí no veo ningún estado. Habéis puesto de rodillas a personas comunes, ¿quién os da derecho?”

A finales de los años setenta, la oposición entre comunismo y capitalismo era la principal fuente de división entre los países que constituyen nuestro planeta. Y un fenómeno concreto tenía si cabe una mayor repercusión en la sociedad norteamericana, el tema de las guerrillas revolucionarias. Bruce Banner se embarca en una viaje a Suiza, en busca de una cura para su “enfermedad”, cuando el avión es secuestrado por elementos subversivos. Mal va a acabar el asunto cuando tienes un monstruo gamma a bordo. Desde un punto de vista ciertamente interesado, Moench intenta mostrar el proceder y pensamiento de esos revolucionarios armados, empeñados más en la vía agresiva que en la política.

La ciencia y sus límites.

«Casi un erudito, consagrado a los nobles logros del hombre. En verdad, exalta los triunfos de la humanidad sobre el salvajismo, y adora la chispa divina que hace que los hombres no sean meros animales, sino humanos. Sí, a veces es muy difícil de creer….que en realidad sea el monstruo conocido como Hulk”

La ciencia es algo que está muy ligado al trasfondo y a la esencia misma del personaje. Era lógico y normal que el guionista articulase alguna historia con ese componente como base argumental. Banner llega finalmente a un pequeño pueblo de Suiza donde se encuentra el doctor Feelstadt, todo un premio Nobel, su última oportunidad para librarse de la maldición de Hulk. A partir de aquí el relato se construye en torno a los límites de la investigación, que punto no se debe rebasar en aras del conocimiento científico. Y la respuesta no siempre es agradable.
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El militarismo.

“Los rusos están trabajando en el desarrollo de permutas para todos los nuevos sistemas bélicos imaginables. Ha llegado el momento de que dejemos de depender exclusivamente de la inteligencia, del espionaje encubierto. Caballeros, ha llegado el momento de que empecemos a llevar la iniciativa nosotros”

Aunque lo parezca por el encabezado, las puyas no van dirigidas solo al sector “rojo”. Aquí el guionista plantea una cuestión latente en muchas administraciones americanas, la carrera armamentística. ¿Qué pasaría si un grupo de prominentes militares formaran un proyecto secreto? ¿Y qué pasaría si las factura las pagaran, no los jefazos, sino a los simples soldados que por amor a su país acceden a ser conejillos de indias? Todo eso y mucho más queda reflejado en esta historia, con un final tremendamente agrío y descorazonador.

A vueltas con la ciencia

“He encontrado la forma de utilizarle para algo bueno. La mutación funciona de dos maneras, como todo en este mundo. Lo único bueno de Hulk es que tiene la clave que me permitirá hacerlo, crear una nueva forma de vida…vida mejorada, perfeccionada, mutada”

De nuevo Moench recurre a los anhelos de un científico para uno de los episodios más endebles de la serie. Comienza como un interesante relato de intriga, con unos misteriosos personajes que conocen la verdad sobre Hulk y Banner. Luego parece transformarse en una aventura submarina en busca de un importante tesoro perdido en el océano. Finalmente no es más que un intento, a cargo de un desquiciado científico, de utilizar a Hulk para sus mezquinos fines. Y bueno, sale un calamar mutado. Nuff Said.

La caza furtiva.

“Recuerdo las historias que mi abuelo me contaba, de cómo la caza era un ritual de valor y respeto mutuo entre el guerrero y la bestia. Un ritual celebrado con dignidad y nobleza. Pero ahora los depredadores ya no son bestias”

África, el continente olvidado; incombustible a todas sus desgracias y problemas, sigue siendo un lugar repleto de belleza natural incontestable. Y entre esos activos se encuentra una rica fauna, mucha de ella protegida por estar en peligro de extinción. Pero esto no es freno para determinadas personas, muchas de ellas occidentales que solo buscan el subidón de la caza, sin respetar al animal. Ni mucho menos para todos los furtivos que sacan tajada con ello. Hasta el continente negro llega Hulk para enfrentarse a animales salvajes, algunos de la peor calaña, armados y peligrosos.

La vejez.

“No entiendo como no puede haber sitio para tanto lo nuevo como lo antiguo. Tanto lo joven como lo viejo. Mientras la gente siga equiparando todo lo viejo y lento con lastres, las viejas costumbres se convertirán en artes perdidas”

Si este trasfondo tenía vigencia a inicios de 1980, cuando se publicó esta historia, no imaginemos su validez actual. En una sociedad en la que a cada minuto aparece algo nuevo que deja por obsoleto lo anterior, el llamamiento del guionista a valorar los valores intrínsecos de la vejez tiene, sin duda alguna, una mayor significación. Y Bruce Banner aprenderá bien esa lección conviviendo con un amable naufrago en una isla desierta. Que inconveniente sería que despertara el monstruo en tan idílica situación.
The 5
Llegamos así a The Hulk!#19, un número especial con casi cincuenta páginas en exclusiva para el Goliat Esmeralda. En realidad, está dividida en tres historias distintas. La principal, en la que se mantiene Moench pero dibujada por Gene Colan, es la mejor de todo el tomo y una que debiera estar entre las historias más celebradas del personaje. Guionista y dibujante nos hacen una disección tan perfecta de la psique de Banner, que no sabemos dónde acaba el hombre y comienza el monstruo. Un prodigio no solo narrativo sino también gráfico, donde se alterna de forma magistral las planchas “reales” con las “ficticias”, conformando una grandísima historia de Hulk y de su esencia. Las otras dos son breves acercamientos sobre aspectos quintaesénciales del Gigante Esmeralda, aunque mucho menos ambiciosas, guionizadas por Roy Thomas y, de nuevo, por el escritor fijo de la cabecera, Doug Moench.

Respecto al aspecto gráfico, Ron Wilson realiza un buen trabajo, sobre todo en la parte que implica al desarrollo de Banner, aunque es necesario decir que es entintado por una pléyade de artistas (hasta siete), lo que hace que el resultado no sea siempre homogéneo. De todas formas, se agradece la uniformidad gráfica, ya que exceptuando un fill in a cargo de Mike Zeck, y las colaboraciones de Colan y Herb Trimpe en The Hulk!#19, Wilson se mantiene en plena forma en todo el periodo que afecta a este volumen. Destacar, en lo referente al color, el trabajo de Steve Oliff, cuya aportación hace subir enteros el apartado gráfico.
The 6

Nos encontramos, en definitiva, ante unas historias con un sorprendente grado de madurez, con un Moench disfrutando de la dicotomía Banner-Hulk y traspasando los niveles de unas simples aventuras superheroicas. Unas tramas que pueden hacer disfrutar a aquellos que incluso no sean muy partidarios del monstruo gamma, pues si bien es cierto que es necesaria la salida a la luz de Hulk de vez en cuando, son momentos justificados por la trama y llevados de forma exquisita por el dibujante. Por lo demás, ha sido todo un placer dejarse embaucar por las aventuras contenidas en este volumen, que además son consecuentes con la idiosincrasia de Marvel Comics, la editorial que siempre ha intentado que el mundo real se refleje en sus obras.

A la espera del último tomo que cierre la serie en formato magazine, nos despedimos del Hulk ¿monstruo?, ¿de verdad, él es el monstruo?

Febrero ha sido el mes elegido para dar cobertura en los Marvel Limited Edition a un nuevo volumen de Hulk, en este caso, continuación directa del tomo procedente de 2015, Rampaging Hulk. Estos cómics comenzaron a publicarse en los años setenta en formato magazine, lo que suponía un tamaño mayor…

The Hukl! 1

Guion - 7.5
Dibujo - 6.5
Interés - 7.5

7.2

Muy Buena

Un firme acercamiento a la figura de Hulk y,sobre todo, a la de Bruce Banner. Imprescindible para todos los seguidores del Goliat Esmeralda

Vosotros puntuáis: 8.78 ( 5 votos)
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Imparcial Enmascarado
Imparcial Enmascarado
Lector
5 marzo, 2016 19:16

Y digo yo, ¿cómo es que nadie se ha animado todavía a comentar en este hilo? Magnífico artículo (que más bien es un reportaje en toda regla) y enorme labor de documentación, Arturo. Me ha encantado leerlo y descubrir un montón de anécdotas, sobre todo en torno a la serie de TV.

Yo creo que los nueve primeros episodios en B&N tienen una mayor calidad artística (el entintado de Alcalá era de ‘chapeau’, por más que Walt Simonson se sintiera legítimamente ‘tapado’) que la etapa en color, de temática casi exclusivamente social, y donde la imitación del esquema de la serie de TV lastra demasiado las historias. Sí, tienen la novedad de que se introducían en el cómic temas nuevos del ‘mundo real’, pero no nos engañemos: el tratamiento es tan estereotipado y ligero que tampoco aportan mucho, sólo la curiosidad friqui de ver a un monstruo verde coexistiendo en un universo de drogadictos, abusadores, prostitutas, terroristas y empresas que atentan contra el medio ambiente. Pero aquello no era Watchmen, para entendernos.

Eso sí, todos ellos, tanto los de ‘the Rampaging…’ como los de ‘The hulk’ son unos cómics con una personalidad propia, marcadísima, de esa que tanto se echa de menos hoy en día, y tienen un valor sociológico muy destacado. Será un placer volver a acercarse a ellos (algunos que ya contamos unas cuantas décadas llegamos a tener en su día la edición ‘interrupta’ de Vértice… ¡qué nostalgia de aquellos tebeos y también de esas tardes de domingo de paella casera viendo la serie de televisión en TVE!).

frankbanner49
frankbanner49
Lector
6 marzo, 2016 11:55

¡¡brutal el articulo,arturo¡¡. 😮

tengo un recuerdo fantastico de aquella colección de relatos salvajes:hulk,shang-shi,master of kung-fú,el caballero luna,ka-zar..¡el starlord de byrne¡,me encantaba el formato,las historias de tumbita,no sé..habia algo que las hacia diferentes del resto de cabeceras de vertice.
y en cuanto a hulk.hoy en dia el tratamiento del color en la serie ya está superado,pero en aquel momento fué algo revolucionario para muchos de los que las leiamos(como me pasaba cuando leia en las revistas de mortadelo lo de EL IMPERIO DE ETRIGAN) y más con aquellas portadas fantabulosas,como esta que me parece mítiquisima:

http://www.universomarvel.com/wp-content/uploads/2015/12/rampaging-hulk-16A-2.jpg
…que sobre todo era muy publicitada en las revistas de la época.

hace bien poquito he ojeado el tomaco de HULK:EL COLOR DEL ODIO en la libreria,y aunque me resisto,me mira con unos ojillos que no sé yo….

es que es esto,y luego el de furia y los comandos aulladores.y luego…

menudo año.que desangre. 🙁

M0ng0
M0ng0
Lector
En respuesta a  frankbanner49
6 marzo, 2016 18:25

Si señor, tanto esa ilustración como la del Marvel Limited Edition, obra del grandísimo Earl Norem.

Dynamo
Dynamo
Lector
7 marzo, 2016 10:10

Extraordinario, Señor Porras. Esperaba un gran artículo sobre la edición y me he encontrado además de lo primero con un soberano acercamiento al mundo televisivo de Hulk.
Enhorabuena por el artículo.

Inigo de Prada
Inigo de Prada
Lector
7 marzo, 2016 19:06

¡Gracias por recomendar «El viaje del superhéroe», Arturo! y enhorabuena por el artículo

Sergio Aguirre
7 marzo, 2016 19:58

Llevaba un par de días buscando un rato para leer el artículo/reseña y una vez más, Arturo, no decepciona. Genial trabajo, me volveré a releer los ejemplares de Vértice que andaban por mi casa de esta serie.

Un anécdota que leí por algún lado: por lo visto a Kenneth Johnson también había otro aspecto del cómic que no le convencía nada y que estuvo a punto de lograr cambiar para la serie televisiva: el tono verdoso de la piel de Hulk. Según Johnson, era totalmente ilógico y estúpido, y como mucho debía ser de color rojo por representar éste la ira. Así que estuvimos a punto de ver a un Rulk en las pantallas de televisión décadas antes de que Jeph Loeb lo hiciese aparecer en las viñetas.

Mimico
Lector
7 marzo, 2016 21:47

Genial artículo, sr. Porras. Interesante y didáctico a más no poder y lleno de datos curiosos y divertidas anécdotas (ChuachiHulk!?!?). No tenía ni idea de esa aparición de la Patrulla-X en esta serie. Para quitarse el sombrero, caballero.

Dynamo
Dynamo
Lector
En respuesta a  Mimico
7 marzo, 2016 22:02

Hola, Mimico, cuánto tiempo!! Si, a mí también me ha sorprendido lo de Chuache.

TheBaldRocker
TheBaldRocker
Lector
8 marzo, 2016 4:22

Pues esas anécdotas del mundo del espectáculo, junto con el resto de la parte del artículo dedicado a la serie de tv, me ha encantado, Arturo. Que recuerdos!
Y el resto también, claro. En tu línea como siempre, ya sabes 😉
Lo que pasa es que me estoy resistiendo a estos dos MLE por cuestión de presupuesto, que el año viene muy cargadito e interesante, y estos Tocho Porras tuyos diría que no me ayudan mucho, no…

the drummer
the drummer
Lector
En respuesta a  TheBaldRocker
8 marzo, 2016 19:57

no te resistas, gañán, que son canela fina; to tengo ambos en mi poder desde el minuto uno.

the drummer
the drummer
Lector
8 marzo, 2016 19:59

por cierto, que lo de colocar a tiburón haciendo de hulk habría sido de lo más chanante. esas pruebas de cámara han de valer su peso en oro.

the drummer
the drummer
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
9 marzo, 2016 21:16

pues indagando un poco he visto en youtube una escena en que se ve a kiel en el papel de hulk, pero está tomada desde arriba y apenas se le distingue. dejo aquí el fotograma (aunque no sé si se verá aquí):
http://i.imgur.com/r3HPGfO.jpg
EDITO: parece que si se ve.

jaque
jaque
Lector
8 marzo, 2016 21:21

Portentosa reseña Arturo, de esas que se saborean con deleite. Lo había dejado pasar y me lo has vendido.