Marvel Limited Edition. Ka-Zar. Retorno a la Tierra Salvaje

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Edición original:.Astonishing Tales #17-20, Shanna The She-Devil #1-5,Ka-Zar: Lord of the Hidden Jungle#1-5, Daredevil #109-112, Marvel Two-in-One#3
Edición nacional/ España:.Panini y SD Distribuciones
Guión:.Mike Friedrich, Carole Seuling y Steve Gerber
Dibujo:.Dan Adkins, Ross Andru y otros
Entintado:.V.V.A.A.
Color:.V.V.A.A.
Formato:. Tomo en tapa dura
Precio:.

39,95

 

El camino de los Marvel Limited Edition, en su aspiración de completar material minoritario, continúa lento pero seguro. En este caso, para el referente al mes de julio de 2018, toca remontarse a un personaje pionero en la línea, Ka-Zar, del que ya comentamos en 2015 su primer volumen y del que recientemente se recuperó su aportación a magazines en blanco y negro marvelitas, cortesía de Panini y SD Distribuciones. Por lo tanto, este “Retorno a la Tierra Salvaje” es continuación directa de “Señor de la Tierra Salvaje”, lo que hace necesario una lectura correlativa entre ambos volúmenes. En este tomo podremos apreciar el enfoque de un guionista como Mike Friedrich con el amo y señor de la Jungla Escondida, además de contar con una estrella invitada como Shanna, la Diablesa, un caracter con el que Ka-Zar tiene innegables similitudes. Se ha utilizado esas semejanzas para incluir las historias particulares de Shanna O’Hara, justo a tiempo para que los dos especialistas selváticos cruzaran sus caminos. De los designios de la Diablesa se encargarán dos guionistas muy distintos, Carole Seuling y Steve Gerber. Por supuesto, todo ello acompañado de los aportes gráficos de una pléyade de artistas que discurrían por las oficinas del Bullpen, motivo más que suficiente para echarle un vistazo al MLE. Pero antes de entrar en materia, como siempre, hagamos un pequeño recordatorio de quién es Ka-Zar, el Señor de la Tierra Salvaje.

El personaje proviene de una larga tradición. Desde la creación de Tarzán de Edgar Rice Burrows, a principios del S.XX, la producción pulp se llenó de remedos que trataban de aprovechar su popularidad. Timely, la primigenia compañía comandada por Martin Goodman, intentó el suyo propio con la creación de Ka-Zar, allí por la década de los 30. Esta versión de Tarzán apadrinada por Goodman duró bien poco en la Golden Age, pero hete aquí que por aquellos días comenzaban a dar sus primeros pasos en el medio dos creadores que ahora sabemos bien que iban a cambiar la industria, Stan Lee y Jack Kirby. Esta dupla creativa supo ver las posibilidades de un “buen salvaje” y lo readaptaron en el inicio de la Era Marvel como secundario en un cómic de X-Men (el #10, marzo del 65, fecha de portada). El tándem creativo se preocupó de hacer los reajustes necesarios y nos presentaron la Tierra Salvaje, un enclave donde el tiempo se había detenido, por lo que distintos clanes humanos convivían con dinosaurios, extinguidos en el resto del globo. Ósea, que el personaje seguía vinculado al terreno selvático, solo que el trasfondo era un imaginario paisaje perdido en el interior de la Antártida más que una jungla africana; esto provoca que ya no vaya acompañado por un león, como el anterior portador del nombre, sino por un extinto tigre dientes de sable. En un momento de creatividad desatada, cualquier personaje tenía potencial para convertirse en cabeza de cartel, y este renovado Ka-Zar poseía los mimbres para brillar. Se notaba en sus breves apariciones estelares que gustaba en el respetable, por lo que la cúpula editorial dispuso un número en una cabecera contenedor, Marvel Super-Heroes#19 (1969), para explicar un poco su intrahistoria. Así, conocemos algo más el pasado del personaje y que Ka-Zar es parte de una familia nobiliaria, los Plunder. El más joven de los dos hermanos se desplazó con el padre a la Tierra Salvaje donde éste había descubierto el Anti-Metal. Desgraciadamente, un territorio inhóspito como una jungla escondida puede pasar indeseadas facturas a las gentes de la civilización, por lo que el patriarca murió a causa de la tribu de los Hombres Mono, liderada por Maa-Gor. Un tigre dientes de sable, que luego conoceremos como Zabú, fue el salvador del muchacho y su mejor cicerone en un territorio tan cruel. Ka-Zar y Zabú, a partir de entonces, serán uña y carne, casi como hermanos.

Ya tenemos un origen de manual, donde se tira de rudimentos pulp para conectar con un pasado nobiliario. Además, nos deja la clásica dicotomía entre bien y mal, pues su hermano Parnival ha pasado a convertirse en un villano de lo más típico. De forma maniquea, se establece esa dualidad, que ya fue introducida por Roouseau en la Ilustración, por la que el hombre en consonancia con la naturaleza es bueno por definición, mientras que el que se haya atado a la civilización acaba por echarse a perder, siendo el caso de Lord Plunder.

El test de Marvel Super-Heroes debió de funcionar pues para el año siguiente se anuncia una cabecera compartida en la que Ka-Zar tendrá protagonismo destacado (el otro inquilino, el Doctor Doom, empezó con fuerza pero fue retirado relativamente pronto). El hombre de la selva, marca Marvel, empezaba su propia serie, en la que seríamos testigos de sus aventuras en la Tierra Salvaje, acompañado de su dientes de sable. Astonishing Tales se convirtió en la cabecera del Señor de la Jungla Escondida, especialmente a partir del #8, ya que se hizo con la totalidad del cómic. Diversos creativos (Stan Lee, Jack Kirby, Roy Thomas, Gerry Conway…) pasearon al personaje por variadas localizaciones e interactuó con diferentes partes del Universo Marvel. Llegó a conocer al Hombre-Cosa (con el que compartió espacio en la primera revista para adultos de la editorial, Savage Tales), se enfrentó a I.M.A. (Ideas Mecánicas Avanzadas, supervillanos científicos) por el control de una réplica del suero del Supersoldado y trabó lazos de amistad con S.H.I.E.L.D., debido a su conexión espontánea con una de sus agentes, Bobbi Morse. Esto le llevó a visitar la Gran Manzana, Nueva York, la más impactante jungla de asfalto de la Tierra, periodo que se enclavaba bajo la batuta del guionista Mike Friedrich. Precisamente, nos hallamos en ese punto de corte que supuso el anterior tomo y recogemos el testigo a partir de Astonishing Tales#17 (abril de 1973, fecha de portada).

Ka-Zar y los problemas de la civilización

Tenemos a Ka-Zar disfrutando de unas merecidas vacaciones en la civilización, aunque hay que admitir que le cuesta adaptarse a las convenciones sociales. El guionista quiere que el lector sepa que Ka-Zar está aquí por unos incipientes sentimientos hacia la agente de S.H.I.E.L.D. Eso es algo que el bueno de Mike se apresura a aclarar en uno de los prólogos del tomo: él quería a Ka-Zar junto a Bobbi, por ese viejo lema que reza que los polos opuestos se atraen (el Señor de la Jungla Escondida, todo un salvaje; Morse, una urbanita de pies a cabeza). Finalmente, el interés romántico de Kevin Plunder giró hacia otros derroteros, pero no adelantemos acontecimientos. El asunto del suero de Supersoldado todavía colea por lo que pronto entrará en acción un personaje que ya debutó en el tomo anterior, Géminis, una curiosa amalgama que fusiona a dos hermanos, uno policía y el otro criminal (y que años después será integrado en el entramado del Zodiaco). No se puede negar que esa misma dicotomía es la que tienen Kevin y Parnival, por lo que Friedrich hace bien en hilar los puntos. Hablando de Lord Parnival Plunder, será añadido a la lista de los invitados a la fiesta, pues se posiciona como otro de los aspirantes al suero. Esta larga trama (del #17 al #20) tendrá como eje central la obtención del dichoso brebaje y Ka-Zar terminará demostrando a sus enemigos que lo natural siempre supera a cualquier invento científico.

Concluye la participación del Señor de la Tierra Salvaje en Astonishing Tales (colección reciclada en otros menesteres), pero no es el fin del personaje, ni mucho menos. Obtiene su propia cabecera regular a partir de enero del 74 (fecha de portada), justo cuando eclosiona también en el terreno adulto de los magazines. Pero los editores deciden hacer un hiato en este volumen, a la finalización de la cabecera antológica, para introducir a Shanna, por razones que luego comentaremos. Más adelante retornaremos con las peripecias de Ka-Zar, es momento de conocer a la Diablesa.

La lucha con Victorioso, por el suero del Supersoldado

Los setenta fueron unos años reivindicativos y el feminismo tuvo un gran influjo durante esta década en los EEUU. Marvel, como la editorial que mejor reflejaba el mundo exterior en sus cómics, decidió lanzar una pequeña avanzadilla en forma de tebeos protagonizados por heroínas y además guionizados por féminas. Una llamada de atención para decir que el noveno arte no estaba adscrito a un único género. Así, entre esas nuevas cabeceras (algunas realmente efímeras) podemos nombrar The Claws of the Cat, donde debuta Greer Nelson, a la larga conocida como Tigra; Night Nurse, una serie donde diversas enfermeras vivían situaciones de distinto raigambre (romance, misterio, aventura…); y nuestra Shanna The She-Devil, una colección con las ya consabidas conexiones selváticas.

Para saber del origen de Shanna debemos hablar de Carole Seuling, una mujer que era conocida en el mundillo, pero no por cuestiones creativas. Nacida como Carole Petersen, la autora se reconoce como una gran entusiasta de los cómics, desde su tierna infancia, allá por los años 30 y 40 del pasado siglo. Su matrimonio con Phil Seuling será el detonante que provoque un renovado acercamiento al entorno de la viñeta, por lo que ambos compartirán esa pasión. Seuling fue uno de los primeros encargados de aglutinar los diferentes movimientos de aficionados en la ciudad de Nueva York, dando lugar a la New York Comic Art Convention. Su nombre rápidamente se asoció a los creadores, moviéndose en la misma sintonía y coincidiendo en los mismos “saraos”. Y allí donde estaba Phil, su mujer estaba cerca. Carole recuerda una estrecha relación con Roy Thomas y Jim Steranko, habituales en las reuniones de su piso de Coney Island. Fue esa cercana amistad la que propulsó que Thomas le pidiera a la señora Seuling que escribiera un cómic para la editorial Marvel. Roy le planteó la idea de una mujer de la selva, otro de tantos de remedos de Tarzán, pero en versión femenina. Algo, por cierto, que no era novedad pues en la Era Atlas, con Stan de editor jefe, surgieron unos cuantos de estos personajes cortados por ese mismo rasero, como Leopard Girl o Lorna The Jungle Queen. No era lo que Thomas buscaba. En Carole Seuling aspiraba a conseguir el toque de una mujer con ciertas sensibilidades, y como buen conocedor de las mismas, pues disfrutaban de una cercana amistad, le ofreció contar el origen y las primeras aventuras de una heroína que debía representar un ideal para las lectoras jóvenes de esa época.

Seuling se vio en la tesitura de dar un trasfondo a un personaje que, en apariencia, no daba señales de tener ninguno. Así, como piedra de toque, rechazó de plano el presentarla como una suerte de salvaje. Shanna O’Hara era una muchacha de buena posición social y estudios universitarios, pues en su poder reposa una licenciatura en veterinaria. Trabajadora del zoo de Nueva York, tiene una especial conexión con los grandes felinos (tigres, panteras, etc.), de ahí su sobrenombre de Diablesa. Y también le procura un trauma con la caza, con el abuso animal, que le sirve de catalizador, en un momento dado, para huir de la civilización a refugiarse en la reserva natural de Dahomey, perdida en la sabana africana. Para que hubiera un punto de pérdida de credulidad poco acusado, al hacerla capaz de reinar en un ambiente tan inhóspito como la jungla africana, nos relata que en sus años universitarios se entrenó como una atleta de nivel olímpico. Fuerza, destreza, inteligencia, compromiso…todos esos atributos marcan el carácter de Shanna, como bien comprobaremos desde el mismo #1, escrito a medias por Carole y por Steve Gerber. Thomas tenía fe en su amiga pero prefirió contar con alguien de su confianza, como era el genial paisano de Misuri, para servir de apoyo en el terreno literario, no en vano era una novata en esas lides. Ya tendría tiempo de volar sola.

Para el aspecto gráfico, Roy, en su papel de editor jefe, asignó primero a George Tuska, para luego establecer a Ross Andru como el artista definitivo para los interiores. A estas alturas de 1972, Andru era todo un veterano del medio. Muy lejos quedaban ya sus primigenios pasos a finales de los 40, cuando Burne Hogarth le ofreció las primeras asignaciones profesionales. Lo cierto es que era un artista que había dejado sus mejores años en DC Comics, dibujando temática de guerra o iconos de la compañía, como Wonder Woman y The Flash. Los editores de Marvel tuvieron buen ojo y cuando pudieron, lo ficharon para la Casa de las Ideas en 1971, dejando una fulgurante producción durante estos años, hasta su vuelta a la Distinguida Competencia en 1978. Por tanto, esta Shanna The She-Devil se enmarca entre sus primigenias aportaciones a la mitología marvelita, que llegaría a su culmen con su brillante etapa en Amazing Spider-Man. Para las portadas no podía faltar el buen amigo de la familia Seuling, el gran Steranko. Quiso aportar su granito de arena al feliz acontecimiento y dibujó las dos primeras, cediendo el testigo a John Romita y John Buscema para las siguientes ocasiones.

Ross Andru, el artista de Shanna

Carole puso mucho empeño en que el personaje funcionase, tanto para el sector femenino, al crear una heroína con la que las posibles lectoras se pudieran identificar, como para el masculino, al mantener los estándares de acción y aventuras del cualquier tebeo Marvel. Shanna es una figura respetada en la zona, sobre todo cuando va acompañada de Ina y Biri, dos grandes felinos (leopardo y pantera, respectivamente) tan fieros como la Diablesa. De esta manera, es capaz de enfrentarse a problemas muy reales como la caza furtiva o el tráfico de personas. Todo ello mientras dibuja un tira y afloja amoroso con el encargado de la seguridad de la reserva, el irlandés Patrick McShane. Como ven, no todo iba a ser fantasía. La reluciente guionista trató de meter una cierta carga de profundidad en sus tramas. Mas alocado es su #3, donde Seuling dejó llevar su imaginación al juntar a O’Hara y su trasfondo selvático con la civilización minoica. Su gusto por Mary Renault le pudo en esta ocasión. Para el #4 nos presenta una amenaza doble, con el debut del Mandril (un mutante muy temido, de ahí la aparición estelar de Charles Xavier) y Nekra, pero desgraciadamente no pudo terminar esta historia en sus propios términos. La llamada de la enseñanza, auténtica vocación de Seuling, hizo que tuviera que abandonar este tímido intento de ser guionista de cómics. Ya no ha vuelto a dedicarse a ello, pero se muestra orgullosa en la forma de moldear a Shanna y a sus dos temibles mascotas, además de presentar a Patrick, al agente de S.H.I.E.L.D. Jakuna Singh o a los ya citados villanos, aunque sería su continuador el que de verdad perfilase sus personalidades.

Como hemos dicho, el #4 presenta el argumento principal de Seuling pero tuvo que ser terminado por Steve Gerber, que ya colaboró en el primer ejemplar. Gerber olvida la gravedad e implicación que la anterior guionista estaba tejiendo sobre Shanna para ofrecer un lado mucho más desmitificador. Solo recordar la escena de la Diablesa leyendo a Albert Camus y su consiguiente reflexión (básicamente, qué hago aquí vestida con un bikini de leopardo) son buena muestra de la socarronería marca de la casa. Y es que Steve pocas veces podía resistir su lado iconoclasta. Tampoco es que Gerber se tomase a broma a la buena de Shanna, más que nada porque apenas tuvo tiempo de desarrollarla. Se dedicó a cerrar la trama de Nekra y el Mandril, donde nos mostró el culto al odio, algo que sabemos que es muy Gerber, al poner en solfa el comportamiento gregario de las sociedades, que tanto le molestaba (que recuerda igualmente a otras creaciones suyas como el Culto a la Entropía o la Legión de los Nihilistas). Hablamos de apenas un par de números (el #4 y el #5) puesto que las ventas eran paupérrimas y la editorial decidió cancelar la colección. Quizás no era el momento indicado para una Diablesa y sus grandes felinos.

La panda de la Diablesa, a saber, Patrick, Singh y sus felinos

Volvemos a Ka-Zar, con su reluciente y epatante nueva serie con el nombre del personaje en el encabezado. Su #1 nos anuncia el retorno a la Tierra Salvaje, después de su periplo en la civilización. La vuelta del pequeño de los Plunder, junto a su inseparable Zabú, nos enseña las intrigas de Malgato, un mago que rinde culto a Garrok, unido a Maa-Gor en sus intenciones de doblegar al protector de la zona. Y es aquí donde recuperamos a Shanna, puesto que el cliffhanger final del número nos introduce a la Diablesa en la Tierra Salvaje. La editorial se encarga de proveer finales a cada trama inconclusa y le tocó a Friedrich el explicar el destino de Shanna, algunos meses después del cierre de su serie epónima. Como eran dos especímenes con un fuerte componente selvático, se suponía el ambiente ideal para seguir desarrollando algo más a la especialista en felinos. El #2 de la colección es un team-up en todo regla, con Ka-Zar y Shanna luchando codo con codo contra el malvado nigromante. Pero hasta ahí. El propio Mike lo comenta en la intro del tomo, no le interesaba la Diablesa como presunto interés amoroso, aspecto que quedaba da reservado para la agente Morse, que se mantiene en su papel de secundaria habitual, pese a moverse muy alejada del entorno S.H.I.E.L.D.; Bobbi siempre tiene alguna excusa para acercarse a la vera de su rubio selvático preferido. Aun así, con el paso del tiempo, la relación entre Shanna O’Hara y Kevin Plunder terminaría por consolidarse. Pero para este Ka-Zar: Lord of the Hidden Jungle#2, la situación entre los dos contendientes se da por concluida, antes del siguiente round, ya en magazines.

Mike Friedrich tiene claro que quiere asentar el poso de las historias en la Tierra Salvaje por lo que sigue desarrollando el siguiente feudo en esa localización, con su trasfondo mágico detrás, como característica intrínseca de la región. Uno de esos parajes ignotos nos trae al Hombre-Dios, alguien que se encuentra muy relacionado con la tribu de los Hombres Monos, por tanto, con Maa-Gor, la que venía a ser la némesis por antonomasia de Ka-Zar. Este enfrentamiento rutinario compromete los últimos pasos del Señor de la Jungla Escondida en este tomo (que van del #3 al #5), volviendo los editores a centrar sus esfuerzos en la figura de Shanna. Y traemos de nuevo a colación a uno de sus guionistas de cabecera, el genial Gerber, como muestra de que el autor todavía tenía cierto interés en el personaje y su trasfondo.

Steve Gerber era un escritor atareado en 1974; diversas colecciones ocupaban su tiempo en la redacción. Alguna como Marvel Two-in-One o Daredevil son importantes para nuestra narración. Gerber estaba al tanto de la participación de Shanna O’Hara en la cabecera de Ka-Zar, pero no le pareció que Friedrich hubiese terminado de cerrar todos los cabos sueltos que quedaron pendientes. Sí, había recuperado a la Diablesa, explicado su llegada a Tierra Salvaje, justo cuando él la dejó, pero la aventura con el lord inglés reconvertido a Tarzán no dejaba de ser una batalla intrascendente, de las muchas que ya llevaba en danza. ¿Y Nekra? ¿Y Mandril? Así, da comienzo un ciclo, apenas un mes después de la salida de aquel Ka-Zar: Lord of the Hidden Jungle#2 (siempre, siguiendo las fechas de portada), que le llevará a poner fin a lo que realmente valoraba como inconcluso, es decir, la cuestión de ese culto al odio, que acaba reconvertido en una organización subversiva llamada Espectro Negro. Y para ello se servirá de las ya citadas Daredevil y Marvel Two-in-One.

Todo comienza en Daredevil#109, donde el guionista ya se sabía diestro con los secundarios de la colección, como la Viuda Negra o Foggy Nelson. Aquí tenemos la aparición estelar de Nekra, luchando contra la antigua espía, y una página final con entrada de Shanna y sus dos imponentes felinos. Se daba la circunstancia de que en su etapa en San Francisco, Matt Murdock trabó relaciones con un comisario de la zona, llamado Robert O’Hara. Steve lo trae de visita a Nueva York, siguiendo pistas, y de paso traza un parentesco con la Diablesa, por la coincidencia en el apellido, que permite la inclusión de la diva selvática en la trama. Como decimos, el tema capital era juntar puntos para poner la historia en marcha, por lo que en este tomo solo se han reproducido tres páginas, las necesarias para comprender lo que ocurre.

Pasamos ahora a Marvel Two-in-One#3, donde Murdock continúa su búsqueda de Espectro Negro y para obtener más información se dirige a Shanna, que le cuenta que el líder de la organización, el temible Mandril, mató a su padre y que desde entonces lleva siguiendo su rastro. Esta serie se había convertido en la típica colaboración entre héroes Marvel, en este caso, siempre con la Cosa de los 4F como protagonista destacado. Por tanto, son simples tebeos pijameros, con la aventurilla del día, a lo que poco más podemos añadir. Aun así, se puede rescatar el espíritu Gerber en este aparente cómic intrascendente. Matt, en su personalidad civil, tiene una cita con Candace Nelson, la hermana perdida de Foggy, y juntos van a ver una obra pro-patriótica de vanguardia (¡¡!!). Pues la representación no tiene desperdicio. Un hombre afroamericano, con la malsana imaginería de la esclavitud, le espeta a la Estatua de la Libertad, por su condición. Un Capitán América (obviamente, un actor) muy enfadado, golpea al hombre de color, tildándolo de comunista. Llegados a este punto, el público está tan extrañado como el lector. El fin de fiesta es un Adolf Hitler, representando a la nueva América, matando de un tiro (nada figurado, todo real) al supuesto Capi. Todo este montaje le sirve al guionista para demostrar el poder del líder de Espectro Negro. Pero no se puede negar que el lector avispado recoge esa vena contestataria tan asociada al guionista.

Los dos episodios anteriores están cercenados, mutilados, en este MLE; dejadas solo las piezas para la comprensión de lo que viene a continuación. Una saga en tres partes que se desarrolla de forma exclusiva en la serie del “cuernecitos”. Un tour de forcé que deberá afrontar con entereza el protector de la Cocina del Infierno, puesto que las aspiraciones de Espectro Negro disparan a lo más alto, hacerse con el control del país y sus instituciones. Nekra y Mandril tienen un ejército de seguidores (más bien, seguidoras) capaces de cualquier cosa con tal de contentar a su líder. Pero es que además se han buscado un refuerzo de altura, el llamado Samurái de Plata. Estamos ante el debut de Keniuchio Harada, un personaje que acabó imbricado en el entorno mutante, pero que hizo su primera aparición aquí, como mercenario al servicio de Espectro Negro. Sin duda, un hueso duro de roer para Daredevil; suerte que cuenta con la ayuda de Shanna en este ciclo (el #111, incluso, ocupa el lugar en portada que solía estar reservado para Natasha Romanoff). Como decimos, una aventura intensa, con fuertes implicaciones a nivel mundial, con un Murdock que muchas veces se ve superado por los acontecimientos (el derribo de la torre del Empire State Building supone la muerte de decenas de personas, sin que Dan Defensor sea capaz de impedirlo). Pero también un análisis milimétrico de las personalidades de los dos malévolos mutantes, Nekra y Mandril. Sabremos su historia, de donde proviene su conexión y como cuán decididos están por cambiar su futuro…..hasta que Daredevil y Shanna se cruzan en su camino (Daredevil #110-112). Fin de camino para la Diablesa y cierre definitivo para este volumen.

Así concibe Gene Colan el entorno del Mandril

Una vez visto los contenidos, que se pueden separar en dos bloques claros (aunque en el tomo se hayan dispuesto de manera separada), es el momento de pasar a las valoraciones. Para la parte concerniente a Ka-Zar, contamos al procesador de texto con un único escritor, Mike Friedrich. Guionista forjado bajo la batuta de Julius Schwartz, era un habitual de los superhéroes, en las dos grandes. Su estilo es el clásico de la Silver Age, por lo que no destaca en demasía. Trayendo tramas prestadas del anterior tomo, sin duda se nota un intento de focalizar al personaje en la Tierra Salvaje, tras el cierre de su periplo en Astonishing Tales. Mapas de la zona, historia antigua de la región….Friedrich se esfuerza en hacer la Jungla Escondida un paraje interesante, pero choca con los mismos problemas de sus antecesores, un héroe plano de motivaciones, que cuesta demasiado acercar al lector y que atesora como única baza el constante combate cuerpo a cuerpo con algún antagonista. Ni siquiera el pretendido romance con Bobbi Morse consigue alguna empatía para con nosotros. Más allá de malos recurrentes, como Maa-Gor o Lord Plunder, magos y apariciones estelares, nos vamos a quedar con un dato que nos parece curioso. Mike empezó el ciclo que le enfrenta con el Hombre-Dios en Ka-Zar: Lord of The Hidden Jungle#3, apareciendo en los créditos como guionista titular. Pues bien, para el #4 y el #5 solo consta como autor del guion, de los diálogos, mientras que el argumento es atribuido a una figura etérea llamada Bullpen West, algo que suena a comité y que no ha vuelto a ocurrir en Marvel, en toda su historia. Esta extraña separación parece que indica que hubieron imposiciones desde arriba (¿Stan, Roy?) y que Friedrich no estuvo muy de acuerdo, por lo que decidió esquivar responsabilidades, al desentenderse del hilo argumental. Su propia versión del Alan Smithee cinematográfico. Tampoco es que haya confirmación oficial al respecto, pero suena realmente raro ese tipo de figura en una trama que ya había sido comenzada por el guionista titular. Quién sabe.

El aspecto gráfico sufre un bajón pronunciado con respecto al tomo anterior. Los artistas que habían trabajado con Ka-Zar suponían auténticas estrellas del medio: Jack Kirby, John Buscema, Barry Smith, Gil Kane…. El Señor de la Jungla Escondida debe contentarse con Dan Adkins para finalizar su segmento en Astonishing Tales. No es para nada un mal dibujante, pues no deja de ser un alumno bastante bien avenido de Wally Wood, pero su estilo académico no suele despertar grandes pasiones. También le echan un cable a Ka-Zar gente como Jim Starlin, Marie Severin o Werner Roth, en muy pequeñas dosis, eso sí. Para Ka-Zar: Lord of the Hidden Jungle, todavía nos venimos un poco más abajo, dado que tras un episodio inicial dibujado por Paul Reinman y Mike Royer (claramente, tratando de que el dibujo pareciese algo cercano a Kirby), entra en escena el ínclito y cumplidor Don Heck, uno de los profesionales con menos talento en la editorial. Sobran las palabras.

Dan Adkins, uno los dibujantes del tomo

Finalizado el asunto Ka-Zar, giramos nuestra atención hacia Shanna, pues debido al espacio compartido, se antoja que esta recopilación hubiera de haberse titulado con ambos nombres. Dejando de lado cuestiones peregrinas, el acercamiento de Carole Seuling es llamativo por el hecho de ver cómo articula esta nueva heroína en mundo repleto de testosterona. La autora es muy consciente del medio, pues se ha declarado entusiasta del mismo desde su infancia, pero también aboga por la liberación femenina arquetípica de los 70. Así, vemos un constructo donde diversas características definen a la Diablesa, algunas de ellas muy unidas al héroe masculino (fuerza, velocidad, fiereza…), y que la autora supo implementar en el poco tiempo que duró en la cabecera. La llegada de Gerber supuso una leve pátina desmitificadora, pero no es óbice para afirmar que esos cinco números son lo mejor del tomo, a nivel argumental. En el terreno gráfico se podría mantener tal aseveración pues el trabajo exquisito de Ross Andru es de gran calidad. Indudablemente, un dibujante a reivindicar.

Por último, y muy asociado a la Diablesa, nos queda el segmento final protagonizado por Daredevil. La cabecera del abogado ciego estaba escrita por el mismo Steve Gerber. Dado que era una serie asentada, con una fuerte tradición, se puede tildar de los trabajos más mainstream del de Misuri. No siempre se la podía jugar, pues el fantasma del despido paseó varias veces delante de su mesa. Como hemos dicho más arriba, con algún ramalazo de genialidad, pero procedimental en su esencia. La trama es vibrante, el peligro es real, lo que deja una historia de superhéroes bastante apañada, pero muy lejos de la osadía y el atrevimiento de cabeceras secundarias realizadas por Gerber. Además, pese a que Shanna es el hilo conductor, parece que el guionista se muestra fuertemente interesado en Nekra o el Mandril, más que en la propia heroína, que sufre del síndrome secuestro tanto como cualquier novia de superhéroe estándar. Artísticamente, esta saga final se reparten los créditos entre Bob Brown y Gene Colan (y algo de Sal Buscema, en Marvel Two-in-One), destacando éste último, uno de los dibujantes que han sentado cátedra dibujando a Daredevil.

Daredevil y Shanna, leit motiv del último tramo de la recopilación

En resumidas cuentas, un tomo que representa un estancamiento claro respecto a la evolución del personaje. Por más que lo intente, Friedrich no consigue sacar nada relevante de su visión sobre Ka-Zar, lo que hace reiterativas y rutinarias casi todas sus tramas. Y más si lo comparamos con sus aventuras en terreno magazine, mucho más inspiradas, a cargo de un Gerry Conway que supo bien cómo utilizar sus bazas. Así lo vieron también en el Bullpen, por lo que el equipo Friedrich-Heck sería reemplazado para el #6 por el formado por Conway-Buscema (Big John, para ser concretos). Aspecto este que tendremos que esperar para entrar en materia hasta el siguiente volumen, muy probablemente el último en Marvel Limited Edition (la serie cerró en el #20USA). Por tanto, si eres completista de Ka-Zar, te gustan los personajes minoritarios, adoras los desmadres de Steve Gerber o disfrutas tramas de la Silver Age al uso, este es tu tomo. Para el resto de los mortales, pocos alicientes podemos rescatar, más allá del tímido intento de levantar a heroínas femeninas como Shanna, en un entorno dominado por el elemento masculino. Puede parecer que hablamos de siglos atrás, pero esto ocurrió apenas hace cuarenta años, cuando Marvel Comics trató de instaurar una pequeña porción de sus publicaciones con guionistas y personajes femeninos. Tantos años después, y todavía lo que queda por recorrer.

  Edición original:.Astonishing Tales #17-20, Shanna The She-Devil #1-5,Ka-Zar: Lord of the Hidden Jungle#1-5, Daredevil #109-112, Marvel Two-in-One#3 Edición nacional/ España:.Panini y SD Distribuciones Guión:.Mike Friedrich, Carole Seuling y Steve Gerber Dibujo:.Dan Adkins, Ross Andru y otros Entintado:.V.V.A.A. Color:.V.V.A.A. Formato:. Tomo en tapa dura Precio:. 39,95   El camino de…

Ka-Zar. Retorno a la Tierra Salvaje

Guion - 5.5
Dibujo - 6.5
Interés - 5.5

5.8

Valoración Global

Ka-Zar y Shanna, unidos por sus trasfondos selváticos, nos dejan aventuras arquetípicas, muy deudoras de un modelo que muchos pensarán ya superado

Vosotros puntuáis: 5.4 ( 6 votos)
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Dynamo
Dynamo
Lector
13 agosto, 2018 12:26

Fin de semana fuera de casa y sin internet. Se me ha hecho larga la espera para leer otro buen artículo!!!
Buen repaso a un tomo que parece flojear en el desarrollo del personaje, hasta el punto de que le comen la tostada los invitados. Agradable saber que ya hace tiempo Marvel hacia algún intento, por tímido que fuera para apoyar a alguna autora en el cómic.

Mimico
Lector
13 agosto, 2018 14:08

Pues a mí me ha hecho muy ameno el trayecto en bus de regreso de la playa a la ciudad. Como ya es habitual, entretenido, didáctico y genial artículo, sr. Porras. Leyendo los nombres de varios de los artistas implicados en este tomo (Heck, Tuska, Andru, Steranko, Adkins, Roth…) me viene a la mente la P-X original… ¿porqué será?