Caída de dos Capitanes
Y finalmente, tras cuatro tomos, decimos adiós a la etapa de Nick Spencer al frente de no una, si no dos colecciones del Centinela de la Libertad, la protagonizada por Steve Rogers y aquella en la que Sam Wilson llevó el escudo.
Resulta curioso leer estos cómics tras conocer la etapa de Spiderman del mismo escritor, y ello por cuanto parece casi imposible que ambas colecciones estén escritas por el mismo guionista, dada la mediocridad de la serie dedicada al hombre araña y la genialidad de esta colección, que podemos considerar entre una de las mejores etapas del Capitán América del Siglo XXI.
En esta ocasión, centramos la acción del tomo a la par que el evento Imperio Secreto cuya reseña publicamos este mismo mes. Como ocurre con otros muchos eventos de Marvel o incluso de DC, Imperio Secreto habría funcionado muchísimo mejor como arco argumental de ambas colecciones del Capitán América, que como evento, y este tomo lo demuestra.
El repentino golpe en la mesa que da Steve Rogers al rebelar sus verdaderas intenciones como líder de Hydra, así como el viaje de negación y posterior redención de Sam Wilson como Capitán América casi que pasan desapercibidos en Imperio Secreto, quedando totalmente desdibujados en dichas páginas.
Por fortuna, faltaban los últimos números de Nick Spencer en ambas colecciones, los cuales, si se leen intercalados con el evento mejoran éste sobre manera.
Así, y de este modo tenemos por un lado a un Sam Wilson que tras intentar ser el mejor héroe posible para el pueblo estadounidense no solo se ve rechazado por dicho pueblo, que lo considera un anti sistema tan solo por querer defender a los más desfavorecidos, si no que ve como su referente, aquel que le legó su escudo, un símbolo tan importante, no es si no uno de los mayores villanos con los que ha tenido la desgracia de toparse.
Lógicamente, todo esto minará poco a poco la moral de Sam Wilson, quien, de este modo, pasará durante el mandato de Rogers a la más absoluta clandestinidad, ayudando a quien lo necesita a cruzar el país, pero sin barras o estrellas que anuncien su llegada.
Sam Wilson en estas páginas no es el Capitán América, pero tampoco es el Halcón, es simplemente un ciudadano que ayuda a los suyos y que hace priorizar la justicia y su sentido del deber, por encima de símbolos que en la tesitura en la que se encuentra, tan solo le perjudicarán.
Por otro lado, si nos centramos en la serie protagonizada por Steve Rogers, lo que en el evento resulta abrupto y casi sin sentido, ese Steve Rogers desdibujado que entendíamos perfectamente como miembro de Hydra por sus vivencias pasadas, pero no como villano capaz de incomunicar a otros héroes con la Tierra o de encerrar a Nueva York en una cúpula de oscuridad, aquí poco a poco nos va aportando esas características de su personalidad que nos faltaban por ver en el resto de la serie y en Imperio Secreto.
De este modo, el lector aunque no empatice con este Rogers, que al final de Imperio Secreto resulta casi tan sádico y cegado por el poder como Cráneo Rojo, por lo menos puede entender el por qué de sus acciones. Y es algo tan sencillo como el hecho de que el Rogers Hydra cree que dichas acciones, dichos medios, se justifican con un fin correcto y superior, cual es ni más ni menos, la transformación absoluta del mundo que le rodea en un nuevo orden que corregirá todos los errores del pasado.
Y es que, si algo ha definido a Steve Rogers como personaje a lo largo de sus noventa años de historia, es sin duda su sentido del deber, esa compulsión inevitable a hacer siempre lo correcto cueste lo que cueste.
Si en otras ocasiones, lo correcto era tirarse encima de una granada para salvar a su pelotón, en el contexto de Imperio Secreto, y por contradictorio que nos resulte, lo correcto supone traicionar a quienes te han creído amigo por un bien superior que curará todos los males, en la ferviente creencia de que algún día, quienes hoy te llaman traidor, acabarán llamándote su salvador.
Todo un ejercicio de análisis psicológico del Capitán América que Nick Spencer idea como tarea a seguir en su etapa, y que aprueba con nota.
En lo relativo al dibujo, éste está llevado a cabo por los habituales de la colección como los paisanos Daniel Acuña o Jesús Saiz, así como Yildiray Çinar y otros, que resultan muy solventes en el cierre de la etapa.
Pero el tomo no termina aquí. Y es que, contiene un epílogo, Generaciones, título que abarcó varias historias protagonizadas por distintos héroes y quienes les habían sucedido durante la era All New All Different, y que aquí tiene como protagonistas a ambos capitanes, Wilson y Rogers, en un one shot que sirve para cerrar heridas abiertas entre ambos personajes.
Lo mejor
• Spencer tiene tiempo aquí de cerrar tramas y compensa por los defectos de Imperio Secreto.
Lo peor
• La despedida de Sam Wilson como Centinela de la Libertad nunca podrá estar bien justificada.
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Recomendable
Ponemos punto y final a la etapa de Spencer al frente del Capitán América en este cuarto y último tomo recopilatorio de la colección.
