Quien nos hubiera dicho hace décadas que los Guardianes de la Galaxia se convertiría, merced al cine, en una de las colecciones más populares de la Casa de las Ideas, y en aquella en la que había que contar todos los aspectos cósmicos y espaciales de calado del universo de ficción de la editorial, ocupando el lugar que otrora hubieran ocupado Los Cuatro Fantásticos.
Puede que hoy, esto no nos parezca tan sorprendente, pero es curioso como las sinergias del cine y de los cómics se unen en ocasiones, buscando por supuesto la maximización del beneficio de la editorial, que decide apostar por sus personajes secundarios, poniéndolos en primera plana, en detrimento de otros más populares en las viñetas, pero de los que no posee los derechos cinematográficos.
El caso de los Guardianes de la Galaxia ya ha sido suficientemente comentando en esta casa, bastando recordar que estos personajes constituyeron el eje central de la gran reforma de la “Marvel de las Galaxias” que Keith Giffen comenzó con Aniqulación en el año 2006 y que continuaron Dan Abnett y Andy Lanning en la colección de Nova, en diversos eventos cósmicos y, por supuesto, en la colección de Guardianes de la Galaxia que resurgía de sus cenizas en el año 2008 para dejarnos una muy buena etapa, hoy todavía no superada por los sucesivos escritores que han recogido el testigo de DnA.
Pues bien, cuando Marvel Studios decidió que la siguiente película de su MCU iba a estar protagonizada por estos personajes, puso la maquinaria comiquera de Marvel Comics a trabajar, otorgando esta serie desde 2013 a
No es la primera vez que hablamos de esta serie (véase esta reseña que si bien no coincide exactamente en los cómics que la integran con los del primer tomo de este formato, incluye la mayoría de los mismos) y de como Bendis no supo acercarse a estos personajes, quizás por exceso de trabajo (el de Cleveland llevaba por aquel momento varias series en Marvel y además solía guionizar o coordinar todos los eventos y crossovers de calado en la editorial), pero esto es algo que decimos ahora con el paso del tiempo, puesto que mientras su larga etapa al frente de los Guardianes de la Galaxia duró, las ventas ya sea por el nombre del guionista o del supergrupo, funcionaron, y por ello esta etapa fue tan larga.
En esta ocasión, tras la primera toma de contacto de Bendis con los famosos parias galácticos, aprovechando para recontar el origen de Starlord y para introducir y después sacar de este grupo a Iron Man (personaje con el que el escritor se sentía mucho más cómodo) y a Ángela (creación de Neil Gaiman traída desde el Spawn de Todd Mcfarlane mediante una curiosa maniobra mercantil y jurídica llevada a cabo por ambas editoriales) decide contar el origen de los simbiontes, entes parasitarios cósmicos que conocimos por primera vez en Secret Wars y en The Amazing Spiderman.
Durante la década de los noventa, los simbiontes y los distintos personajes que los portaban habían protagonizado innumerables series y cabeceras, acabando por hastiar al lector, pero en la segunda década del Siglo XXI, el concepto ya no estaba tan gastado y manido y bien se podía recurrir al mismo, como un elemento más del espacio exterior que era para espolear la colección de los Guardianes de la Galaxia.
De este modo, Bendis aprovecha para introducir a la Capitana Marvel y al Agente Veneno en la colección, utilizando a éste último y a la relación más pacífica con el simbionte que tiene comparada con Eddie Brock o Mac Gargan para llevarnos al planeta de los Klyntar, un planeta del que proceden los simbiontes (concepto ya en su día introducido en las diversas series simbióticas de los ochenta y de los noventa), que resultan ser unos entes parasitarios que no son particularmente malos, o villanescos, si no que dependen de huésped que habitan para emprender buenas o malas acciones. Realmente, Bendis tampoco viene a inventar nada nuevo, si no a otorgar cierto orden a una serie de ideas y conceptos que llevaban años sin ser reexploradas y que ya formaban parte del Universo Marvel.
Esta trama no pasa de entretenida, pudiendo haber ofrecido mucho más y quedándose en muy poco, pero tan mal no lo haría Bendis cuando los elementos que se introducían en este arco argumental, fueron más tarde recogidos por Donny Cates, aunque fuera parcialmente, para su colección de Veneno que todavía hoy está en curso.
El siguiente gran argumento de este tomo, es el que explica cómo es posible que Peter Quill y Richard Rider estén vivos tras supuestamente haber muerto en el Cancerverso al final del evento Imperativo Thanos. Baste con decir que la respuesta es tan poco original como manida, careciendo de sentido incluso para un cómic de superhéroes en cuanto se intenta analizar mínimamente la explicación que se nos da, lo que resulta un poco vergonzoso para un tipo de lectura en el que su público objetivo está más que acostumbrado a las resurrecciones y regresos de personajes supuestamente fallecidos.
En cuanto al dibujo, si algo caracteriza a casi la totalidad de las colecciones en las que ha participado Brian Michael Bendis, es la calidad de los dibujantes que le acompañan, participando en las páginas de este tomo tanto Nick Bradshaw que ejecuta un dibujo muy potente, como nada más y nada menos que Arthur Adams, que es el nombre en el que realmente deberíamos pensar para justificar la adquisición de este tomo.
Un volumen que solo merece la pena adquirir o por su dibujo, o por completismo y amor a Star Lord y su tropa.
Guión - 5
Dibujo - 8
Interés - 5
6
Pasable
Continuamos con la etapa de BMB al frente de los parias galácticos más cotizados de Marvel.
