Conservadurismo vs Clasicismo
Si hay un autor que comprende el funcionamiento del cómic superheroico, no solo como arte y/o elemento cultural, si no como medio y objeto de consumo de masas, ese es Mark Waid. Cuando el prolífico guionista escribió Kingdom Come o Flash, sabía perfectamente en qué momento se encontraba la industria y sus guiones, eran hijos de aquella época.
Sin embargo, si leemos sus obras más recientes como Doctor Extraño, Daredevil o por supuesto, Vengadores y Campeones, parece que estamos ante otro autor, puesto que el mismo ha adaptado su estilo a lo que demandaban los cómics de un nueva era.
Y hacer eso, no es nada fácil. Cada artista es hijo de su época, y conseguir cambiar y evolucionar a la vez que el medio para el que trabajas sin perder tu esencia en el camino, es algo prácticamente imposible que solo está en manos de unos pocos, entre los que se encuentra Mark Waid, quien hace muy poco volvió a Marvel para narrarnos nada más y nada menos que los ochenta años de historia de este universo.
En el caso de Los Vengadores, Waid es muy consciente de que su estilo se parece al de Jonathan Hickman, su antecesor, tanto como un huevo a una castaña, o puede que incluso menos, y por eso hizo discurrir su etapa por un estilo mucho más superheroico en el tono de sus historias, en el que la acción y la espectacularidad primaban por encima de un guion más sesudo, teniendo también mucha importancia las distintas relaciones entre personajes.
El tomo comienza con unos cuantos números de una calidad muy dudosa e inferior a la acostumbrada, porque en ellos Waid no tuvo más remedio que abordar el evento Imperio Secreto de Nick Spencer, y por tanto, romper con su historia para narrar el tie in de rigor.
Sin embargo, y afortunadamente, Waid, perro viejo y avispado en esto escribir cómics, sale con gracia y rapidez del paso para pasar a narrar el siguiente paso en su historia, uno al que tenía muchas ganas de hincarle el diente: El choque y posterior alianza de Vengadores y Campeones.
Si nos remontamos al primer tomo de la serie, Waid había presentado un grupo de Vengadores en el que primaban los personajes que en aquella época, 2015, traían a la editorial novedad y tolerancia: El Capitán América Sam Wilson, Thor Jane Foster, Miles Morales, Kamala Khan, la Visión tradicional, el Spiderman de siempre, un crisol de juventud y madurez, de novedad y clasicismo que estaba llamado a estallar tras Civil War II, momento en el que jóvenes y adultos rompían su asociación para que los primeros formaran Los Campeones.
Desde ese momento, ambos grupos se dividían en dos colecciones (las dos escritas por Waid) que representaban conservadurismo contra idealismo, Vengadores contra Campeones, con un conflicto entre ambos que más pronto que tarde, tendría que llegar.
Dicho conflicto no es otro que Los Mundos Chocan, arco argumental que discurre por ambas colecciones y en el que El Alto Evolucionador decide destruír nuestro planeta haciendo chocar a su Contratierra contra nuestra Tierra.
Un plan descabellado y tan ridículo a la vez que molón como solo puede serlo en el cómic superheroico, un clásico villano de opereta, y dos grupos que tienen que poner a parte sus no pocas diferencias para conseguir salvar el día.
Lo dicho: Nada nuevo, nada destacable, pero todo ello entretenido y dinámico, justo lo que el lector medio de este tipo de cómics necesita.
En el apartado gráfico, toda una pléyade de grandes artistas como Jesús Saiz, Mike del Mundo o Jeremy Whitley, quienes juntos construyen un divertido tomo ideal para los amantes de esos Vengadores más superhéroes de siempre en los que el clasicismo prima sobre la desestructuración familiar.
Lo mejor
• La forma en la que Mark Waid escribe, siempre uno con la época en la que trabaja.
Lo peor
• El cómic cumple tanto con una premisa tan simple que termina por resultar anodino.
Guión - 6.5
Dibujo - 7.5
Interés - 5.5
6.5
Entretenido
Asistimos al primer crossover entre los Vengadores y los Campeones en el tercer tomo recopilatorio de la etapa de Mark Waid al frente del primero de los grupos.
Gracias por la reseña, como ya dije en otro artículo referido a esta colección Waid fue victima ¿involuntaria? de las movidas de la editorial, era un guionista que había sonado mil veces para tomar las riendas de los Vengadores y justo le dan esa oportunidad en una etapa por demás convulsionada y polémica de este super grupo con el único fin de recibir los golpes que iban dirigidos para los popes de la editorial por sus.
Pero lamentablemente como suelen decir la vida no acostumbra ser justa y por más que Waid mereciera haberse hecho cargo en otro momento diferente le tocó bailer con la más fea y lamentablemente no salió airoso de esa situación, sino que padece todo lo malo que le podía pasar como es un desgano creativo tremendo al momento de desarrollar los guiones y para colmo tener que intercalar números con eventos que él no impulso y que no sabe como resolver en forma efectiva, seamos claros esta etapa no es que sea simplemente anodina como ocurrió con otras obras de este guionista (que tuvo varias), es mala hasta tal punto que no pudo sostener a las figuras por las que Marvel apostó fuerte para mantener como formación estable en los Vengadores.
En tal sentido, y algo que se apunto en forma mordaz en ese momento es que hasta los nombres de los equipos estaban mal asignados (ninguno representaba lo que decían ser).
Asimismo, nada es casualidad y se puede decir que este cruce entre equipos fue impulsado en mayor medida para intentar dar aire a la colección de los Champions que a la principal que todos sabían que tenía los días contados; yo siempre pensé que el citado autor se encontraba mucho más comodo escribiendo esta que a los titulares aunque ninguna fuera buena en última instancia.
En cuanto al apartado gráfico el único que salva los papales es Jesús Saiz que cumple con su parte, ya que el resto hacen agua y para muestra solo hace falta ver las páginas que acompañan esta reseña, y es hasta cierto punto bizarro porque si uno se toma el tiempo de observar los dintintos números que componen esta colección ni siquiera los coloristas estan a la altura, cuestión que es muy rara.