Rescatamos este artículo publicado hace más de un año como parte al homenaje realizado en este ZNDay dedicado a la figura de Conan en los cómics. Es por ello que, en él existen incoherencias relativas a la andanza editorial del personaje en Marvel, puesto que el mismo está escrito cuando apenas habíamos podido leer unos pocos números de Conan el Bárbaro de Jason Aaron.
En Enero de 2018 saltaba la noticia, de la que nos hicimos eco en esta casa. Los derechos de
Como vemos, Marvel apuesta fuerte por esta recuperación de los derechos del personaje, y lo hace concediendo dos series a Conan, a la que da los títulos de las colecciones más famosas y longevas que el personaje tuviera en Marvel desde la década de los setenta. Además, los equipos creativos a cargo de dichas series son verdaderos pesos pesados de la Casa de las Ideas actual, por lo que se espera que el regreso del Bárbaro a su primer hogar en el noveno arte esté rodeado de obras de gran calidad.
Ambas series ya han comenzado a publicarse en territorio USA, pudiendo encontrar aquí las primeras impresiones y acalorados debates vertidos en esta casa sobre el número uno de la primera de las colecciones nombradas. De momento, lo que sabemos es que Conan el Bárbaro será una serie regular con un equipo creativo más o menos estable y con continuidad directa, mientras que La Espada Salvaje de Conan será una serie de mini series, contando cada una de éstas con un equipo creativo distinto. Y es que Marvel tiene muy claro que, cuando se trata de Conan en el mundo del cómic, en la variedad está el gusto.
Todavía es pronto para analizar si estas series tendrán un éxito recordable o si harán al personaje más atractivo, aunque desde luego está claro que la Casas de las Ideas está decidida a devolver al famoso Cimmerio a la primera plana del noveno arte, pues ya sabemos que Gerry Duggan y Mike Deodato Jr. nos traerán durante este año en territorio USA la serie Savage Avengers (Salvajes Vengadores) brutal grupo en el que militaran Elektra, Venom, El Castigador, Hermano Vudú, Lobezno y… Conan. Lo que aún no sabemos es si toda esta nueva fiebre por Conan será aprovechada por Disney para encargarse de una nueva saga cinematográfica del personaje y si ésta tendrá algo que ver con el UCM, pero lo que está claro es que Conan está viviendo el revival que como personaje mítico merece, por lo que éste es un momento genial para hablaros sobre él en esta casa.
Por si esto fuera poco, en Estados Unidos se está publicando Avengers: No Road Home (algo así como Vengadores: No hay vuelta a casa), serie limitada que pronto llegará a España y en la que se sabe que se hace formar parte a Conan de la continuidad Marvel oficial.
Finalmente, a partir de este mes de Marzo, en territorio estadounidense ha comenzado a publicarse Age of Conan: Bêlit, escrita por Tiny Howard y dibujada por Kate Nyemczy, y dedicada a tratar la desconocida juventud y los inicios como pirata de la que fuera la Reina de la Costa Negra, capitana de la Tigresa y el gran amor de Conan el Bárbaro.
De este modo, la intención de este artículo no es especular sobre todas esas preguntas a las que todavía no podemos tener respuesta, si no aprovechar la salida en Marzo de este año del primer Omnibus de Panini dedicado a los primeros cómics Marvel de Conan para analizar no sólo la figura de este mítico personaje, si no también al autor que le dio vida, Robert E. Howard, y la época literaria en la que su creación se desarrollaba. Dicho análisis, desde el punto de vista de este redactor y el de otros grandes compañeros de dentro y fuera de esta casa, también lo podéis encontrar en el poscast de Zona Negativa dedicado a Conan, que podéis escuchar aquí.
Antes de hablar del personaje de Conan, o de su padre literario, Robert E. Howard, lo justo es analizar previamente la literatura Pulp como movimiento artístico que fue y que ha dado lugar a algunos de los mitos modernos más conocidos, entre los que por supuesto se encuentra nuestro bárbaro favorito.
La palabra Pulp, en la literatura, hace referencia a un formato de encuadernación de revistas de ficción que vieron la luz entre el primer tercio del Siglo XIX y finales de la década de los 50. El tono de estas historias era siempre de ficción en general, pudiendo cada obra tratar sobre ciencia ficción, terror, suspense, acción etc. Al caracterizarse por portadas con ilustraciones muy llamativas que buscaban llamar la atención del consumidor y con ilustraciones en su interior que acompañaban al texto, podríamos decir que la literatura pulp, en cierto sentido, es uno de los predecesores del comic book superheroico.
Si bien en un principio, y etimológicamente hablando, podemos definir el término pulp (pulpa o deshecho de la madera del que salía el papel en el que se imprimían estas publicaciones) como el papel de baja calidad con el que se fabricaban estas obras. A partir de la década de los años veinte del siglo pasado, este término acabó por utilizarse para referirse a las obras literarias que acabamos de mencionar.
Como hemos dicho, las revistas pulp, al tratar todo tipo de temáticas que iban desde la fantasía, a la ciencia ficción, al romance o al terror, nos recuerdan mucho a esos primeros cómics Marvel en el que la editorial tocaba todos los ámbitos posibles con tal de acercarse al lector con historias cortas y de precio barato. No hay más que fijarse en el título de algunas de la revistas pulp estadounidenses más conocidas de la primera mitad del Siglo XX para darnos cuenta de las similitudes al menos en el título con las primeras publicaciones marvelitas. Así, entre esos títulos podemos encontrar Amazing Stories, Weird Tales, Marvel Tales, Oriental Stories, y por supuesto Doc Savage, revista que debía su nombre a las aventuras de su protagonista, que podemos considerar el héroe pulp por excelencia.
De este modo, estos títulos son muy similares a aquellos que acogieron las primeras apariciones de algunos de los héroes marvel más conocidos: Amazing Fantasy (Spiderman), Journy into Mistery (Thor), Tales of Suspense (Iron Man) o Strange Tales (Doctor Extraño) entre muchas otras. Por tanto, es innegable que el cómic superheroico tal y como lo conocemos se influenció mucho por la temática pulp, influencia que se convertiría en retroalimentación cuando las editoriales de cómic adquirieran los derechos de ciertos personajes pulp para realizar cómics sobre ellos, como ocurrió con Conan. Si bien, todavía es pronto para hablar de eso.
Para poder hablar sobre Conan, lo justo es hablar sobre su padre literario, Robert Ervin Howard, más conocido como
Howard nació en Texas el 22 de Enero de 1906, y por tanto se cultivó y maduró como autor en plena popularidad máxima del género pulp. A pesar de que el joven Howard podía caracterizarse como un muchacho inteligente y amante de la literatura, compartía dicha pasión con el boxeo, lo que quizás, especulamos, diera alas adicionales a su imaginación cuando creaba personajes que, como Conan, solían resolver la mayoría de sus problemas merced a la fuerza de sus puños.
De hecho, es hoy conocido que de joven, Howard sufría cierto maltrato escolar, lo que llevó a refugiarse en la violencia como fuente de resolución de problemas, a la par que despreciaba toda figura de autoridad que estuviera por encima de él; aspecto que sin duda impregnaba sus obras y que caracterizaría al famoso bárbaro en el futuro.
Desde muy temprana edad, Howard soñaba con hacerse un nombre en la literatura, pero no sería hasta los veintitrés años que vería su trabajo publicado. Por raro que nos pueda parecer, el personaje por el que más conocido, Conan el Bárbaro, no vio una recopilación de las aventuras escritas por su progenitor en vida de éste, que murió suicidándose a la edad de treinta años.
Siendo un voraz lector desde muy joven, y animado por sus profesores, Howard comenzó a escribir a la temprana edad de nueve años, centrando sobre todo sus escritos en ficción histórica en la que podíamos encontrar historias sobre Vikingos, Árabes o batallas históricas en general. Entre los autores que influenciaron a Howard tenemos a nombres tan conocidos como Ruyard Kipling o Thomas Bullfinch.
La afición de Robert E. Howard por el género pulp comenzaría a sus quince años, cuando comenzó a coleccionar varias revistas de dicha temática, como Adventure, en la que trabajaban autores como Talbot Mundy o Harold Lamb. Ello le llevó a crear varios personajes y escribir diversas historias y relatos que enviaba a dichas revistas, con la esperanza de ser publicados. Sin embargo, Howard se encontraba cerrada la puerta de dichas revistas, frustrándose su sueño de convertirse en un escritor profesional.
Sería en 1922, a la edad de dieciséis años, cuando Howard merced a una nueva estancia en Brownwood, conocería a amigos que compartían las mismas aficiones que él, entre los que podían destacarse Tevis Clyde Smith y Truett Vinson, con los que escribía historias de todo tipo, entre las que podemos incluir poemas y literatura existencialista. A través de Truett Vinson, Howard comenzó a colaborar con el periódico The Tattler, el periódico de su instituto, lugar que podemos situar como la primera vez que Howard vio publicados sus escritos.
Poco después, en 1924, la insistencia de Howard dio sus frutos, y éste consiguió vender por la cifra de dieciséis dólares, la historia Spear and Fang (Lanza y Colmillo) sobre un hombre prehistórico a la revista pulp, Weird Tales. Al ver su talento recompensado, Howard dejó sus estudios y se volcó aún más en la escritura, publicando pronto otra obra, “The Hyena” (La Hiena) en Weird Tales.
A pesar de estas primeras publicaciones, y de que Howard pronto se convirtió en un habitual de Weird Tales, ello no le reportaba grandes beneficios, por lo que tenía que compaginar la publicación de estas historias, con la escritura de poemas (que pronto abandonó pues no le compensaba económicamente) y diversos trabajos para poder sobrevivir, llegando a escribir una novela que nunca fue publicada mientras vivió.
En 1926, Howard abandonó su trabajo de tendero y decidió retomar los estudios abandonados, sin dejar nunca de escribir. En este periodo de sitúa The Shadow Kingdom (El Reino de la Sombra), una de sus obras más importantes, que fue publicada por Weird Tales en 1928, que pagó a Howard cien dólares por el relato. Esta obra combinaba fantasía, terror, mitología, género romántico e incluso bélico, lo que la incluyó dentro de un nuevo género literario que podríamos decir sin tapujos que Howard inventó: La Espada y Brujería.
El protagonista de The Shadow Kingdom no era otro que Kull, un bárbaro que sería el precursor de Conan. Más historias de Kull fueron publicadas en este periodo, pero Howard abandonó al personaje después de que dos de sus relatos fueran rechazados.
Sería en 1928, cuando otro de los personajes más populares de Howard viera la luz. La revista pulp Argosy había rechazado el relato titulado Red Shadows (Sombras Rojas), en la que un puritano caza demonios llamado Solomon Kane hacía su debut. Ello no hizo temblar a Howard, que envió la historia a Weird Tales, que la publicó, aspecto que dio bastante fama al joven escritor.
Si bien este artículo no trata de ahondar en la figura de Solomon Kane, justo en mencionar que el personaje sin llegar a ser tan popular como Conan el Bárbaro, ha conocido una adaptación al cine, y diversas adaptaciones al cómic.
Aunque el Shadow Kingdom también publicado por Weird Tales es anterior a Red Shadows, la historia de Solomon Kane fue publicada antes que la de Kull por lo que se considera el inicio del género de espada y brujería tal y como lo conocemos hoy.
En 1929 Howard comenzó a publicar en otras revistas como Argosy (la misma publicación que había rechazado a Solomon Kane) o Ghost Stories, donde escribía relatos que aunaban boxeo e historias de fantasmas.
En esta época llegaría el verdadero éxito para Howard, que comenzó a publicar en la revista Fight Stories (Historias de Pelea), las aventuras del pendenciero marinero Steve Costigan. Este nuevo reconocimiento le valió a Howard el ser contactado por la editorial Street & Smith, que pidió al joven escritor que publicara en su revista Sport Story Magazine, los relatos de Costigan, a lo que Howard se negó, si bien desarrolló un personaje similar para dicha editorial, Kid Allison.
De este modo, y a la edad de veintitrés años, Howard había conseguido cumplir su sueño: Vivir profesionalmente de la escritura, pues a partir de entonces no volvería a compaginar su pasión con otros trabajos de ningún tipo.
En 1930, una nueva publicación pulp, Oriental Stories, vería la luz. Pronto, Howard comenzó a publicar sus relatos en la misma, donde se atrevió con temáticas nuevas ambientadas en la Edad Media y en el Renacimiento temprano, siendo uno de los escritores fijos de dicha revista hasta el año 1934, en el que la misma cerró debido a la gran depresión.
Sería también en 1930 cuando se produjo un importante hito en la vida de Robert E. Howard. Y es que, tras leer en Weird Tales, revista de la que como hemos dicho, Howard era un colaborador habitual, un relato de nada más y nada menos que H. P. Lovecraft llamado The Rats in the Walls (Las Ratas en las Paredes) escribió una carta a la revista acerca de ciertos términos gaélicos usados en el relato en cuestión. Weird Tales remitió la carta a Lovecraft, que le dio una buena acogida, lo que pronto motivó una animada correspondencia entre ambos. De este intercambio de misivas, pronto llegó la acogida de Howard como miembro destacado del llamado Círculo de Lovecraft, un exclusivo club literario en el que sus miembros intercambiaban escritos, lo que eventualmente llevó a que también participaran en la gestación de los mitos ideados por Lovecraft.
Algunos de los relatos escritos por Howard y pertenecientes a dicha temática son The Black Stone (La Piedra Negra) o The Children of the Night (Los Niños de la Noche), relatos que de hecho, podemos ver publicados hoy en día entre las abundantes recopilaciones existentes de los mitos lovecraftianos.
De esta colaboración con Lovecraft, y de las frecuentes cartas que ambos escritores se intercambiaban, llegaron las discusiones entre ambos artistas relativas a las tribus bárbaras como estado de la humanidad opuesto a la civilización, que Howard consideraba corrupta y fallida de toda base.
Es también en 1930 cuando Howard escribe Kings of the Night (Reyes de la Noche) en la que vuelve sobre el personaje de Kull, convertido en un monarca británico precristiano que ayuda a los Pictos contra los invasores romanos.
Sin embargo, los efectos del crack de la bolsa de 1929 pronto se hicieron notar, y numerosas revistas pulp en las que Howard colaboraba acabaron por dejar de ser publicadas, mientras que Weird Tales pasó a ser publicada bimestralmente. Ello, unido a la desaparición de los ahorros de Howard en el banco en el que los tenía depositados, pronto dejó a Howard, como a tantos otros estadounidenses, sumido en la práctica bancarrota.
Sería en 1932 cuando la creación más importante y conocida de Robert E. Howard, Conan, vería la luz por primera vez, pero de ello hablaremos en otro apartado dedicado exclusivamente al personaje y a la importancia de éste.
En 1933 cuando Howard, mientras compaginaba sus publicaciones en Weird Tales, comenzó a trabajar con el agente literario Otis Adelbert Kline, quien le influenció para que escribiera otros géneros, debido por supuesto a la crisis económica que azotaba el país. De aquella época surgieron escritos como The Horror from the Mound (El Horror de la Colina) que mezclaba temática fantástica y de terror con género westerm. Al mismo tiempo, Howard intentó introducirse en la literatura detectivesca, pero pronto abandonó dicho género, pues ni siquiera le gustaba leerlo.
En esta época Howard adquirió una nueva pasión por la historia de su Texas natal y del Oeste Americano, lo que le llevó a centrarse más en la escritura de relatos de temática Western, lo que también influenció algunos de sus relatos de Conan como Beyond the Black River (Más allá del Río Negro) o Wolves Beyond the Border (Lobos allende la Frontera).
En 1934 Howard dejó de colaborar con Weird Tales, que debido a la gran depresión le debía bastante dinero por la publicación de sus relatos. Ello le llevó a colaborar con otras publicaciones en las que ya era conocido, escribiendo las aventuras del vaquero Breckinridge Elkins en Action Stories, creando al personaje Pike Bearfield para Argosy, y Buckner J. Grimes para Cowboy Stories.
En 1936 Howard se atrevió con el género erótico romántico, vendiendo algunos relatos a la revista Spicy Adventure Stories.
También en 1936, y a pesar de que Howard ya estaba prácticamente alejado de la escritura de relatos pulp, centrándose sobre todo en las novelas de temática western, lo que ya le había convertido en un escritor profesional, Howard sufrió la marcha de su pareja, Novalyne Price y el agravamiento de la tuberculosis de su madre, aspectos que junto a otros, lo llevaron a un suicido (a punta de pistola) que aparentemente había planeado con anterioridad.
El mundo literario perdió de esta manera a uno de sus mejores artistas, pero su legado, sobre todo a través del personaje de Conan el Bárbaro, perduró durante décadas, llegando hasta nuestros días, de lo que hablaremos en los apartados siguientes.
Habiendo ya hablado sobre la temática pulp, y sobre Robert E. Howard como autor del personaje objeto del presente artículo, toca ya por fin, analizar la llegada de Conan al mundo literario que le vio nacer, para lo que es inevitable volver a tocar algunos aspectos de la vida de Robert E. Howard que oportunamente nos hemos guardado para este apartado.
Es en 1932, durante uno de los frecuentes viajes de Howard a Texas, donde podemos situar la génesis de Conan, uno de los héroes pulp más conocidos de todos los tiempos. Cuentan que en efecto, mientras el autor se encontraba en Fredericksburg, Texas, la idea de una tierra fantástica poblada por aguerridos bárbaros, llamada Cimmeria, llegó a su mente, dándole Howard forma de poema al que tituló simplemente Cimmeria, como aquella tierra imaginaria.
De vuelta al hogar, la idea de aquella imaginaria Cimmeria habitada por fieros guerreros (recordemos que para Howard la civilización estaba corrupta y pervertida de toda base y consideraba el estado barbárico como el natural del hombre, reflexión que no en pocas ocasiones, pondría en boca del propio Conan) no dejaba de planear por su mente, y comenzó a escribir acerca de la era Hyboria, un momento imaginario en la historia de la humanidad en la que la magia estaba presente, y tanto hombres como monstruos de toda clase habitaban el planeta. La era Hyboria podríamos situarla, ficcionalmente hablando, como posterior a la caída de Atlantis y anterior al surgimiento de ninguna civilización conocida. El hecho de que se tratara de un periodo de la humanidad inventado por el propio Howard le otorgaba más libertad a la hora de emplazar las que serían las futuras historias de Conan el Bárbaro, en las que podía huir legítimamente de cuantos detalles históricos le estorbaran o sobre los cuales, no deseara investigar.
El primer relato de Conan no era realmente una historia del personaje, si no que estaba protagonizada por Kull, aquel Rey Bárbaro que hiciera su primera aparición e en el relato The Shadow Kingdom que Howard publicara en Weird Tales allá por 1928. Lo que Howard hizo fue aprovechar aquella historia ya existente, reciclándola y cambiando a Kull por Conan el Bárbaro un personaje de nuevo cuño, cuyas aventuras transcurrían en Cimmeria y en la era Hyboria de la humanidad. El título de esta historia de Kull recuperada y reconvertida en primera historia de Conan, sería By This Axe I Rule (Mediante este Hacha, Gobierno) y trataba sobre un bárbaro, Conan, que había acabado por llegar a Rey de su gente y de su civilización y de la conspiración pergeñada para asesinarle.
En la historia original, existía un elemento de romance, que pronto fue cambiado por Howard por una trama sobrenatural y fantástica, que acabó por cambiar el título del relato, llamado a partir de entonces, The Phoenix on The Sword (El Fénix en la Espada).
Pronto Howard se encariño con el nuevo personaje, escribiendo otras dos historias protagonizadas por él, The Frost Giant’s Daughter (La hija del Gigante de Hielo) y The God in The Bowl (algo así como el Dios en la Tinaja).
De estas tres pretéritas historias cortas sobre Conan, sólo El Fénix en la Espada resultó publicada por Weird Tales, no sin sufrir una tercera reescritura en la que el escritor introducía aspectos de su ensayo La Era Hyboria que Howard escribió y en el que desarrollaba más profusamente todo el universo que rodeaba a Conan el Bárbaro.
Ello le valió la temprana publicación de otra nueva historia protagonizada por el personaje, The Tower of the Elefant (La Torre del Elefante). Howard pronto conoció el éxito gracias a Conan, y publicó un total de diecisiete relatos en Weird Tales entre 1933 y 1936, llegando algunos a ilustrar la portada de la famosa revista pulp. De este periodo, del que se dice que provienen los relatos más flojos del personaje, podemos destacar obras como Black Colossus (El Coloso Negro), basándose la mayoría de historias del personaje provenientes de esta época, conocida como la segunda oleada de relatos del personaje, en el rescate de damiselas en peligro. Howard tenía claro que Conan vendía fácil, por lo que no derrochaba demasiada originalidad en estos relatos.
Tras un periodo en el que Howard se dedicó a otros escritos, en 1933 volvía a Conan con el relato The Devil in Iron (El Diablo en Acero) o The People of the Black Circle (El Pueblo del Círculo Negro).
La totalidad de historias de Conan escritas por Robert E. Howard siempre vieron la forma de relatos, a excepción de una sola novela del personaje titulada The Hour of the Dragon (La Hora del Dragón) en la que se combinaban historias anteriores de Conan con el mito Artúrico, buscando así el acercamiento al público británico.
Hacia 1934 el interés de Howard por Conan iba decayendo, perteneciendo a esta época obras como Wolves Beyond the Border (Lobos allende la Frontera) que nunca fue terminada, o Beyond the Black River (Más allá del Río Negro) a las que nos hemos referido en el apartado dedicado a la biografía del escritor.
A estos relatos de Conan que se consideran más experimentales, le siguió The Black Stranger, también de corte más innovador, y The Man Eaters of Zamboula (Los Caníbales de Zamboula), la única historia de este periodo final que fue publicada por Weird Tales, por ser más similar a las primeras obras del personaje.
Red Nails (Uñas Rojas) sería el título de la última obra de Conan que sería escrita por Robert E. Howard, que como hemos explicado antes terminó sus días como escritor de western, abandonando al personaje que, a título póstumo, más famoso le haría.
Tras la muerte de Howard, de la que antes hemos hablado, los derechos de autor de Conan el Bárbaro pasarían por varias manos, y serían reescritos y revisados en no pocas ocasiones, sobre todo por L. Sprague de Camp, autor que a su vez aportó nuevo contenido a las historias del personaje de Conan, al que amaba profundamente. No sería hasta la década de los ochenta, que otros autores pudieron publicar sus propias historias sobre el personaje, entre los que podemos mencionar a Poul Anderson, Leonard Carpenter, Lin Carter, J. Green, John C. Hocking y Robert Jordan entre muchos otros.
Hoy día, y con el permiso de los herederos de Howard, el autor literario de Conan el Bárbaro es John C. Hocking, quien de hecho, publica (al más puro estilo pulp) un relato por entregas dentro de cada entrega mensual de la reciente serie marvel de Conan el Bárbaro a cargo de Jason Aaron y Madmud Asrhar.
Tampoco podemos dejar de citar a Scott Oden, a quien podemos considerar un escritor de temática pulp en la actualidad, que también escribe en cada número de la nueva serie de Marvel Savage Sword of Conan de Gerry Duggan y Ron Garney (a la que antes hemos hecho referencia) un relato dividido en varias partes, al igual que John C. Hocking.
Finalmente, Michael A. Stackpole, se encarga de escribir un relato pulp sobre Bêlit, el cual podemos encontrar al final de cada número USA de la serie de cómic protagonizada por la famosa reinta pirata.
Conan, héroe pulp por excelencia, es como hemos dicho un bárbaro procedente de la imaginaria Cimmeria que vive en la también imaginaria era de la humanidad llamada era Hyboria, y es descrito por Robert E. Howard como un corpulento bárbaro de ojos azules y abundante pelo negro. Curiosamente, Howard también nos dice que Conan poseía un velludo pecho, aunque tanto en las adaptaciones del personaje al cine como al cómic, es reinterpretado con unos pectorales más bien lampiños.
Los relatos de Conan son de temática muy variada y no siempre guardaban continuidad entre sí (en una época en la que la continuidad de las aventuras de este tipo de personajes no era una preocupación para sus lectores). En ellos Conan bien podía ejercer de rey, mercenario, ladrón o pirata, pero si había un denominador común de todas aquellas historias éste era que Conan defendía hasta su último aliento a las mujeres indefensas que se encontraba en su camino, ayudada de la fuerza que la imaginaria deidad Crom, a la que adoraba, confería a sus hinchados músculos.
Ese carácter del personaje, que hoy sin lugar a dudas podríamos tildar de machista, era el que definía lo que por aquel entonces, en la década de los treinta, se consideraba como una de las más evidentes expresiones de la galantería, sin que proceda juzgar con concepciones más actuales, obras concebidas hace más de ochenta años.
La popularidad de Conan ha sido tal durante las décadas, que el personaje ha sido adaptado no sólo al cómic, si no al cine, televisión, juegos de rol, videojuegos e incluso juegos de mesa.
Si nos detenemos en el séptimo arte, no es difícil que nos vengan a la mente las interpretaciones que de Conan hizo el mítico actor austriaco Arnold Schwarzenegger, siendo la primera de ellas Conan el Bárbaro, estrenada en 1982, seguida por Conan el Destructor en 1984 (con guión de Roy Thomas y Gerry Conway, quienes en la época y como mencionaremos más adelante ya se encargaban de guionizar los cómics sobre el personaje), una película que no trataba tanto de adaptar como su predecesora, la obra de Howard, si no de contar una historia de Conan más, en las que el famoso bárbaro vivía distintas aventuras.
Hasta el año 2011 no volveríamos a ver a Conan una pantalla de cine, con la película también titulada Conan el Bárbaro protagonizada por Jason Momoa, más conocido por interpretar a Khal Drogo en la serie Juego de Tronos, y más recientemente a Aquaman en el Universo Cinematográfico DC. La crítica y las bajas ventas en taquilla condenaron este reboot a la soledad, sin que hasta ahora hayamos visto otra versión de Conan en pantalla grande, estando actualmente congelados todos los proyectos que pudieran existir al respecto, habiéndose rumoreado en no pocas ocasiones, la existencia de una tercera película de Conan protagonizada por Arnold Schwarzenegger en la que al actor convertido en político interpretaría a un Conan envejecido y regio.
Cierto es que estas tres cintas merecen un análisis mucho mayor y minucioso, pero de esto se encargarán mis compañeros del área de cine en unas reseñas que pronto se publicarán y que no os podéis perder.
Si descendemos al campo de la pequeña pantalla, existen principalmente tres series de televisión sobre Conan.
La primera de ellas, y la más conocida por los que ya nos encontramos en la treintena, es Conan The Adventurer (Conan el Aventurero) una serie de sesenta y cuatro episodios emitida entre 1992 y 1994 en la que Conan, junto con sus amigos, perseguía hombre serpiente buscando una cura para sus padres, convertidos en estatuas de piedra. Esta serie fue la que dio a conocer al personaje a este redactor y tuvo un éxito bastante generalizado en España.
La segunda de estas series, Conan and the Young Warriors (Conan y los Jóvenes Guerreros) fue emitida en 1994 y duró trece episodios estando planteada como una continuación de Conan el Aventurero.
Finalmente, la hasta ahora única serie de televisión protagonizada por actores de carne y hueso, ha sido Conan the Adventurer (titulada exáctamente igual que la serie de animación) de veintidós episodios de duración y emitida en 1997 con el aleman Ralf Möller en el papel de un Conan jovial y amable bastante alejado de la concepción original de Robert E. Howard.
Dejando de lado las adaptaciones a cómic del personaje, que merecen un apartado a parte que inmediatamente abordaremos, Conan y su universo han protagonizado varios juegos de rol y de mesa. En ese sentido, podemos encontrar Hyborian Gates, un juego de cartas coleccionables, o Age of Conan: The Strategy Board Game, un juego de mesa.
Descendiendo al vasto campo de los Juegos de Rol, en 1984 el juego de rol fantástico por excelencia, Dragones y Mazmorras, publicó tres suplementos en los que los jugadores podían desarrollar sus aventuras en la era hyboria, con el popular sistema de juego de Dungeons & Dragons.
En 1985, TSR, compañía que por entonces publicaba Dragones y Mazmorras, renombrada posteriormente como Wizards of the Coast, sacó un juego de rol llamado simplemente Conan: El Juego de Rol, pensado para jugadores de aproximadamente 10 años de edad.
En 1989, Conan sería adaptado al sistema de juego de rol llamado GURPS (Generic Universal Role Playing System), un sistema famoso por la fácil comprensión de sus reglas.
Ya en el Siglo XXI, el año 2004 nos traería Conan: El Juego de Rol, que contaba con un gran número de suplementos, y que utilizaba el conocido sistema d20 (dado de veinte caras) popularizado por Dragones y Mazmorras.
En 2016, merced a una campaña de crowdfunding de Kickstarter llegó el que sería el actual juego de rol sobre Conan y su universo, llamado Robert E. Howard’s Conan: Adventures in an Age Undreamed Of (Conan de Robert E. Howard: Aventuras en una era nunca soñada).
Además, existen varios wargames sobre el personaje, siendo el más actual Conan: Hyborian Quests (Conan: Gestas de Hyboria) que fue lanzado en 2015 también gracias a una campaña de crowdfunding realizada en la plataforma Kickstarter.
Además de películas, series, juegos de rol y de mesa, y cómics, Conan ha protagonizado no pocos videojuegos, que han visto la luz en sistemas tan antiguos y como Atari o Commodore 64 (Conan: Hall of Volta), o videoconsolas más modernas. Quizás el videojuego de Conan más famoso sea Age of Conan (la Era de Conan) un MMORPG (Juego de rol multijugador masivo).
Existen fundamentalmente dos eras de Conan en el cómic, medio en el que el personaje más historias ha protagonizado. Los derechos para la explotación del personaje en arte secuencial fueron primero propiedad de Marvel Comics, que publicó un gran número de aventuras del personaje entre 1970 y el año 2000.
Entre los años 2003 y 2018 ha sido la editorial Dark Horse la que se ha encargado de publicar las aventuras del bárbaro más famoso, hasta que en 2018 los derechos han revertido a Marvel Comics, lo que lógicamente ha supuesto la salida de nuevas series para el personaje publicadas por la Casa de las Ideas en 2019, las cuales hemos citado al comienzo de este artículo y cuyos primeros números ya podemos disfrutar en territorio USA (habiéndose publicado ya algunos de ellos por Panini en España).
Sin embargo, si queremos analizar en profundidad las distintas incursiones de nuestro bárbaro favorito en el mundo del cómic, no sería justo empezar por Marvel. Y es que, antes de que la compañía de Stan Lee le hincara el diente al cimmerio, el relato de Robert E. Howard, La Reina de la Costa Negra, fue adaptado al cómic por Corporación Editorial Mexicana, en una serie de doce números comenzada a publicar dentro de la antología Cuentos del Abuelito que presentaba distintas historias en cómic en un reducido tamaño.
Este cómic comenzaba adaptando el cuento original de Howard, pero acababa por añadir material propio, ofreciéndonos a un Conan de pelo rubio, en lo que ya se podía ver como una de las primeras distinciones del material primigenio, siendo otra importancia distinción que la protagonista aquí era Bêlit, la pirata que podríamos considerar el primer amor de Conan. Además, Conan no luchaba contra corsarios negros, como en la historia original, si no contra vikingos.
Durante finales de los años cincuenta y mediados de la década de los sesenta, La Reina de la Costa Negra sería publicada por otras editoriales como Ediciones Mexicanas Asociadas o Ediciones Joma que reeditarían el material de Corporación Editorial Mexicana añadiendo continuaciones al mismo.
No podemos abandonar el comentario acerca de esta primera incursión de Conan en el noveno arte sin mencionar que L. Sprague de Camp, autor que en aquel momento poseía los derechos de explotación del bárbaro cimmerio, cuando conoció la existencia de este cómic, tuvo la intención de emprender acciones legales contra la editorial mexicana, de lo que al final desistió, conformándose con que el cómic en cuestión no fuera publicado en territorio estadounidense. Conseguir hoy en día alguna de las múltiples ediciones que existieron recopilando parte de este material es una proeza harto improbable, digna del más aguerrido de los bárbaros cimmerios.
La Etapa Marvel
Descendiendo ya a la etapa Marvel (cuyos primeros números se incluyen en el omnibus que pasaremos a reseñar en el siguiente apartado y que ha publicado Panini en Marzo de este año), Conan no era si no una de las muchas licencias que la editorial había adquirido anteriormente como Fu Manchú, Drácula, Star Wars, Tarzán, El Hombre Lobo y un largo etcétera de derechos de personajes de muy diverso tipo con los que Marvel pretendía acaparar el mayor número de temáticas posible. En este caso, la licencia en cuestión sería adquirida por el propio Roy Thomas, guionista de las principales series de Conan, que en su labor de editor asociado de la casas de las ideas, había adquirido (con el permiso por supuesto, de Martin Goodman y la bendición de Stan Lee) los derechos de explotación en cómic del personaje, tras percatarse de que las librerías demandaban historias de Conan en dicho formato.
Sin duda, en este punto podemos y debemos decir que Thomas era un verdadero lince para los negocios, pues en la misma época presionaría a Marvel para la adquisición de la licencia de Star Wars, de las que Marvel también publicó diversos cómics (curiosamente, ambas licencias fueron adquiridas por Dark Horse a principios del presente siglo y hoy día las dos han revertido de nuevo a Marvel Cómics).
Sería en 1970 cuando los primeros cómics Marvel de Conan verían la luz, con los guiones del legendario Roy Thomas y el dibujo del también legendario Barry-Windsor Smith, que después sería sustituido por John Buscema. Sin duda, se trata de nombres adscritos al cómic estadounidense desde muy antiguo y que me atrevo a decir que no resultan desconocidos a ninguno de los lectores de esta casa. Estos cómics recibirían el título de Conan the Barbarian (Conan el Bárbaro) siendo sus primeros números los que nos podemos encontrar en el omnibus que pronto reseñaremos.
La serie Conan el Bárbaro se caracterizaba por tener un tono muy similar al del resto de cómics marvel de la época; esto es, estaba más dirigida a un público adolescente y en ella Conan vivía aventuras junto con personajes como Bêlit (a quien podemos considerar su único y verdadero amor junto a la princesa Zenobia cuando era Rey de Aquilonia), o la mismísima Red Sonja (la cual podemos considerar una creación más atribuible a Roy Thomas, que la introduce en el número veintitrés de la colección, que al propio Robert E. Howard, pues solo salía en un par de páginas del relato La Sombra del Buitre publicado en 1934, sin que tenga mucho que ver con el posterior personaje marvelita que se inspiró levemente en la creación de Howard). También veríamos en las páginas de esta serie a Elric de Melniboné, un personaje pulp creado por el escritor Michael Morcock para la revista pulp Science Fantasy, que jamás había tenido nada que ver con Conan, pero que Thomas decidió introducir en el número catorce de la serie Conan el Bárbaro al tener un tono similar al del cimmerio y como manera muy útil de gestionar las licencias poseídas por Marvel Comics.
El mayor punto fuerte de esta serie era que, en primer lugar, daba más libertad a sus escritores al estar desligada por completo del resto del Universo Marvel, mientras que combinaba acción y fantasía protagonizada por un personaje cuyos principios morales y carácter eran, como mínimo, cuestionables.
Sería en estos cómics donde realmente podríamos hablar de una continuidad fácil de seguir para el lector en las aventuras de Conan. Y es que, los relatos que Howard escribió sobre el bárbaro no tenían una continuidad muy determinada, esbozándose tan solo algunos atisbos de la misma, y siendo necesaria la reedición y el retoque del material de Howard por L. Sprague de Camp y otros autores para dar cohesión a lo que no la tenía.
La realidad es que, como comentaremos en el apartado dedicado al análisis del primer omnibus de panini, podemos decir que estos cómics han sobrevivido muy bien al paso del tiempo, puesto que siguen siendo entretenidos y constituyen, bajo mi punto de vista, una de las mejores maneras de acercarse por primera vez al personaje de Conan y a su mundo, puesto que a riesgo de contrariar a los más puristas, la lectura de los relatos de Howard se antoja árida y demasiado repetitiva.
La serie original de Conan el Bárbaro duró nada más y nada menos que 275 números, desde 1970 a 1993, contando además con la totalidad de doce anuales que fueron publicados entre 1973 y 1987.
En ella, no solo Roy Thomas se encargaría del guión, si no que por sus páginas pasaron autores tan conocidos como J. M. DeMatteis, Bruce Jones, Doug Moench, y Chuck Dixon entre muchos otros.
Sin embargo, no todo lo que hizo Marvel con Conan se resume a esta colección. Y es que, en 1974, buscando satisfacer al lector más maduro, a la par que huir del Comic Code Authority que no afectaba a publicaciones en blanco y negro. Por tanto, y huyendo de la censura, vio la luz Savage Word of Conan (La Espada Salvaje de Conan), serie que duró 235 números, desde 1974 hasta el año 1995 y que contó con un anual. Entre los escritores de la misma se encontraba el propio Roy Thomas, que aquí tenía más manga ancha a la hora de introducir ciertos elementos violentos o medianamente eróticos en las historias que guionizaba, contando con el dibujo de figuras hoy legendarias en el mundo del cómic como Jim Starlin, Al Milgron, Walter Simonson, Alfredo Alcalá, John Buscema, Dick Gordiano o Neal Adams entre otros.
El Conan de La Espada Salvaje de Conan era más mayor y maduro que el Conan de Conan el Bárbaro, por lo que se ha llegado a decir que existía un remedo de continuidad entre ambas colecciones, pero La Espada estaba situada unos cuantos después que las historias de Conan el Bárbaro (si bien a veces, adaptaba los mismos relatos originales de Howard que su serie hermana, por lo que esa predicada continuidad es más un anhelo que una realidad). Por otro lado, sería en esta serie en la que, no sin ciertas libertades, se buscaría la adaptación más o menos fiel de material original de Robert E. Howard. Así, podemos encontrar entre las páginas de La Espada Salvaje de Conan, adaptaciones de relatos clásicos del personaje como La Hija del Gigante de Hielo, El Coloso Negro o El Diablo en Acero entre otras muchas.
Marvel no solo explotaría los derechos de Conan con estas dos colecciones (cuyos títulos como hemos visto al principio de este extenso artículo rescata para las nuevas series que se están desarrollando con la recuperación de los derechos del personaje) si no que además, y también bajo la batuta de Roy Thomas y John Buscema (a los que luego se unirían otros autores), se publicaría una tira dominical en los periódicos entre los años 1978 y 1981, tratando así Marvel de que el personaje de Conan llegara a la mayor parte de público posible.
Finalmente, y antes de comenzar a analizar la era Dark Horse, Marvel nos ofreció otras colecciones de Conan que tuvieron menor recorrido y que resultan menos conocidas en la actualidad como Savage Tales (cinco números publicados entre 1971 y 1975 de los cuales se incluyen dos en el ómnibus que analizaremos en el siguiente apartado), Giant-Size Conan (cinco números entre 1974 y 1975), King Conan (que cambió el título a Conan The King, serie de cincuenta y cinco números que vio la luz entre 1980 y 1989), Conan The Adventurer (que trataba de aprovechar el éxito de la serie de animación y que tuvo doce números publicados entre 1994 y 1995, entendida como un reboot de Conan el Bárbaro), Conan the Savage (diez números publicados entre 1995 y 1996 planteados como un reboot de La Espada Salvaje de Conan), o la que simplemente, fue titulada Conan (once números publicados entre 1995 y 1996).
Además, Conan tendría algunas miniseries como las que adaptaban las dos famosas películas de la década de los ochenta (Conan the Barbarian Movie Special, Conan The Destroyer, The Usurper, River of Blood etc), no pocas novelas gráficas (The Witch Queen of Aqueron, Conan the Reaver o The Skull of Set entre muchas otras), mientras que aparecería en varios What if…? en los que se compartiría escena como personajes como Thor, Lobezno o el Capitán América, mientras que referencias a la era Hyboria eran utilizadas por Marvel en algunos de sus títulos, como por ejemplo los números 11 y 26 del volumen 3 del Doctor Extraño.
Cierto es que la era marvelita primigenia en la que Conan vio la luz en el arte secuencial por primera vez merece un estudio más pormenorizado, pero no es menos cierto que estos cómics (sobre todo las series Conan el Bárbaro y La Espada Salvaje de Conan) verán la luz en diversos tomos a partir de la publicación del que analizamos más adelante, así que será en dichas reseñas en las que nos explayaremos más sobre aquellos clásicos.
La Etapa Dark Horse
Analizada la era Marvel de los cómics de Conan, toca viajar hasta el año 2003, momento en el que Dark Horse, la famosa editorial del caballo negro que publica obras como Hellboy, AIDP o Black Hammer (y que en su día poseyera los derechos de los cómics de Star Wars que también adquirió después de Marvel y así mismo, también perdió en favor de La Casa de las Ideas tras la compra de Lucas Films por Disney) y que en dicho año se haría con los derechos de explotación en cómic de Conan el Bárbaro, lo que daría lugar a no pocas colecciones sobre el personaje, pudiendo hablar principalmente de siete de ellas.
La primera de estas series, titulada simplemente Conan, tenía a nada más y nada menos que Kurt Busiek al guión (los últimos números los guionizaría Timothy Truman) con Cary Nord a los dibujos, quien también se encargaba de las portadas, pasando en ocasiones el testigo a Thomas Giorello. Entre los coloristas, podíamos encontrar nombres tan influyentes a día de hoy como Dave Stewart o Richard Isanove.
Como casi todas las series nuevas que vieron la luz en los albores del Siglo XXI, hablamos de historias más entretenidas y actuales, y que son las responsables de la visión del personaje de Conan que muchos tenemos hoy en día. Esta serie duró la friolera de 51 números (cincuenta, más un número 0 especial publicados entre los años 2003 y 2008). Esta serie, de tono más maduro y que por fortuna, ya no necesitaba ser impresa en blanco y negro para poder huir de un Comic Code Authority que ya brillaba por su ausencia, adaptaba relatos del propio Howard (The Hand of Negral, Rogues in The House) a la par que realizaba historias de nuevo cuño.
El argumento aprovecha el hallazgo de un príncipe y su artero visir de la tumba de Conan (inspirado en el famoso “Know oh Prince…” con el que comenzaban muchos relatos de Howard sobre el personaje), junto a la que se encuentran diversos papiros que cuentan la historia de un temido bárbaro que fue ladrón, guerrero, pirata, saqueador e incluso Rey. Será la insistencia del aburrido príncipe la que convencerá a un reticente visir de que le cuente las historias sobre el bárbaro que fascinan al primero y que el segundo tilda de leyendas de mal gusto.
En ella se narran los primeros años de la juventud de Conan, que nacido en Cimmeria entre sangre y dolor, pronto decide partir al ancho mundo en busca de aventuras, en las que justo a personajes como Nestor de Gunderland o la sensual y traicionera Jaria no sólo ejerce de guerrero si no sobre todo, de ladrón y saqueador, convirtiéndose en el mayor calvario de cuantos sacerdotes y gobernadores de las ciudades estado se cruzaban en su camino.
Además, existen diversos números dedicados a la infancia y adolescencia del personaje, tratándose por primera vez cómo Conan probó la sangre por primera vez, sus primeras conquistas en la batalla y en el lecho y los primeros enemigos que hizo entre los miembros de su propia tribu, dejando el personaje Cimmeria tras la cruenta batalla de Venarium.
Lo curioso de esta serie es que, si bien se adaptan muy fielmente relatos previos de Howard, Busiek y Nord logran dar coherencia al guión, haciendo que todo forme parte de la misma historia río y que cada número guarde continuidad dentro del resto de la serie. Por tanto, si no sabéis cómo acercaros al personaje por primera vez, aconsejo encarecidamente comenzar por estos cómics de un tono más moderno y actual que los de la primera era Marvel y que además de resultar muy divertidos y cargados de una gran calidad visual debida sin duda al magnífico estilo de Nord, muestran una muy fiel adaptación de diversos relatos de Howard.
Sin duda lo mejor de estos cómics es que los mismos no resultan en absoluto pretenciosos, puesto que tan solo narran historias de aventuras, al más puro estilo que trataba de dar Howard a sus relatos, tratando de entretener y divertir, sin que ello reste calidad al producto final, si no más bien todo lo contrario, en una época como la actual en la que parece que todos los productos deben tener una profundidad que los haga más complejos, confundiéndose en no pocas ocasiones la calidad argumental ante lo enrevesado de los planteamientos del guión.
La segunda serie de Dark Horse protagonizada por nuestro bárbaro favorito, sería Conan the Cimmerian (Conan el Cimmerio), duraría veintiséis números (veinticinco y un especial número 0) y sería publicada entre los años 2008 y 2010 con guión de Timothy Truman y dibujo de Thomas Giorello, Richard Corben o Joe Kubert entre otros.
Al igual que su predecesora, esta serie combinaba adaptaciones de relatos originales de Howard (Black Colossus, Shadows in the Moonlight) con material original propio. Esta segunda colección se planteaba como una continuación directa de la anterior (no en vano Truman, su guionista, venía de guionizar los números finales, 47 a 50 de la serie anterior), en la que el Cimmerio (ahora más experimentado y con una mayor visión de mundo) volvía a su hogar tras vivir no pocas aventuras en la colección que le predecía.
El dibujante principal sería Thomas Giorello, que se encargaba de dar vida al guión de Truman en lo relativo a las nuevas aventuras del bárbaro, mientras que un Richard Corben desatado (y su estilo maravillosamente feista reconocible a kilómetros) se encargaba de ilustrar los flashbacks protagonizados por Connacht, abuelo de Conan, y aventurero que le influenciará mucho en su educación y en la posterior decisión del bárbaro de dejar Cimmeria en pos de trepidantes aventuras.
Este arco argumental que abarcaría los números 1 a 7 de la colección, daría paso a un segundo arco, más largo (números 8 a 25) en los que el Cimmerio se uniría a una compañía de mercenarios. De esta forma se adaptaban otros relatos clásicos de Howard pero dando al lector a conocer a un Conan que era más soldado que bárbaro, y que pese a su espíritu aventurero y solitario tenía que aprender a trabajar en equipo para poder ganar sus batallas.
Pasamos ya a la tercera de las series publicadas sobre el personaje por Dark Horse. Esta serie, titulada Conan: Road of Kings (Conan, Camino de Reyes, llamada así por la carretera a lo largo de la cual Conan viajaría en diversas aventuras) recuperaría a Roy Thomas como guionista (que llevaba sin tocar al personaje desde la era Marvel) y duraría doce números, de 2010 a 2012 con Dan Panosian y Mike Hawthorne al dibujo. Cuentan que Mike Richardson, editor jefe de Dark Horse, llamó a Roy Thomas para que éste colaborara en el cuarenta aniversario del bárbaro como personaje de cómic (corría el año 2010, y el primero número de Conan el Bárbaro data de 1970) y es que, en el planning editorial de Dark Horse estaba adaptar el relato de Howard “La Reina de la Costa Negra” tras haber abordado otros como “El Coloso Negro”, pero aunando ambas historias con otras aventuras que sirvieran de puente.
De este modo, y si había que añadir nuevas gestas a la azarosa y aventurera vida del bárbaro, no había nadie mejor que su padre en las viñetas, Roy Thomas, para cumplir este papel. Es por ello que, en este caso, y como no podía ser de otra manera si hablábamos de Thomas que había creado una mitología propia del personaje, no se adaptarían ya libremente relatos de Robert E. Howard, si no que estaríamos en todo momento ante material puramente original, si bien siempre guardándose continuidad con las anteriores colecciones que Dark Horse desarrollaba para el personaje, de forma y manera que cada serie arrancaba donde la anterior había acabado.
Sin embargo, para quien escribe estas líneas, esta serie es una de las joyas de la corona recientes en cuanto a cómics de Conan el Bárbaro. Y es que, Thomas se encarga aquí de narrar las aventuras de Conan como pirata (papel que comenzaba a desempeñar al final de Conan el Cimmerio), para pronto dar paso al clásico rescate de damiselas, enfrentamiento a monstruos y a terribles hechiceros que tan a la perfección comprendía un Roy Thomas que aquí no estaba limitado por censura alguna y era libre para dar alas a su imaginación con uno de los personajes al que mejor supo escribir durante toda su carrera.
La serie finalizaba con una trama que llevaba al personaje a Aquilonia, ese gran reino que tantas veces era nombrado tanto en los relatos de Howard como en los de sus sucesores literarios y en multitud de cómics, y del que poco sabíamos más allá de que era un vasto Estado del que algún día Conan acabaría siendo Rey, si bien no en estas páginas.
La cuarta de las series publicada por la editorial del Caballo Negro se llamaría Conan The Barbarian (Conan el Bárbaro) un título que traía reminiscencias de la era Marvel y que durante veinticinco números publicados entre los años 2012 y 2014 bajo los guiones de Brian Wood y el dibujo de Mirko Colan, Paul Azaceta y Declan Shalvey entre otros se ocuparían de contar historias propias a la par que adaptaban el famoso relato de Howard, La Reina de la Costa Negra.
Sin embargo, lo que más caracterizaría a esta serie, sería que estaría que Conan no era el único protagonista de la misma, puesto que la mísmisima Reina de la Costa Negra, Reina y Capitana del navío la Tigresa, navegaría a su lado y durante los veinticinco números de la colección. Nos referimos por supuesto, al que podemos considerar el primer y único amor de Conan el Bárbaro, Bêlit.
Y es que sí, es cierto que hasta este punto Conan había tenido no pocas relaciones con bellas féminas a lo largo de las diversas colecciones que protagonizara en la editorial Dark Horse, pero jamás le veríamos tan profundamente enamorado ni tan dispuesto a perderlo todo como al lado de Bêlit. Este personaje, que también fue de gran importancia para Howard, y que en la era Marvel original ya daría esa sensación de verdadero amor del bárbaro, era por fin abordado por Dark Horse tras casi diez años creando historias para el mítico personaje.
De este modo, esta colección se distanciaría un poco de sus predecesoras, pues no se limitaba a narrar una aventura tras otra en las que Conan buscara tesoros y retos para su corazón guerrero, si no que ante todo estaríamos ante un cómic romántico de aventuras (si se me permite utilizar tal término) en el que ambos amados surcarían los mares a bordo de La Tigresa en pos de lo desconocido. La Bêlit que Brian Wood escribe y que con gran talento Mirko Colan y Paul Azaceta dibujan, es fiera, temible, de nívea piel y cabello como ala de cuervo, y tan válida en el campo de batalla como el propio Conan que encuentra aquí a una igual que resulta ser el punto diferenciador de esta colección.
Fred Van Lente sería el encargado del guión de la quinta serie de Conan, que como su predecesora adaptaba relatos de Howard como The Snout in the Dark o A Witch Shall Be Born, mientras daba historias originales al personaje. Esta serie recibió el título de Conan the Avenger y duró veinticinco números, desde 2014 a 2016, con Brian Ching y Guiu Villanova entre otros, al dibujo. La realidad es que estamos ante una serie que sin ser mediocre, comienza a dar muestras del agotamiento del personaje en manos de Dark Horse, que ya parecía no saber muy qué hacer con él, viviendo aventuras cada vez más anodinas y menos atractivas. Van Lente no es ni mucho menos un mal guionista, pero construye aquí una serie que no logrará despertar gran interés en los fans del bárbaro que tienen mucho mejor material dentro del noveno arte (y de la propia Dark Horse) para elegir.
En Conan el Vengador, cómo se traduce el título de la serie, el bárbaro luchará una vez más contra temibles hechiceros y rescatará a indefensas damiselas, mientras lucha contra el recuerdo de una Bêlit que nunca podrá olvidar y que le hace madurar como personaje.
De hecho, pese a lo poco destacable de los arcos argumentales de estos veinticinco números, su mayor valor está en los seis primeros, que sirven de puente entre Conan el Bárbaro y la presente colección, y en los que efectivamente seremos testigos de un Conan más maduro que ha conocido el sufrimiento emocional, el cual no se cura con vendas y días de descanso, refugiándose en el alcohol y la batalla para tratar de ahogar las penas de un corazón herido.
Entrando ya en la última serie de larga duración publicada sobre el personaje por Dark Horse, esta sería Conan The Slayer (traducida en España muy acertadamente como Conan el Asesino), que contó con doce números publicados entre los años 2016 y 2017, con guión de Cullen Bunn y dibujo de Sergio Dávila en su mayor parte, estando dibujado el último número por Dheeraj Verna. Esta se ocupó de adaptar el relato de Howard The Devil in Iron durante su segunda mitad, estando la primera dedicada a narrar aventuras originales.
En este caso, Cullen Bunn nos otorga una etapa sutancialmente mejor que la anterior a cargo de Van Lente, con un argumento que arranca con el fortuito encuentro de un Conan perseguido con una tribu de nómadas del desierto que además de enfrentarse a diversos peligros de tipo sobrenatural deberán enfrentar una serie de desagradables luchas internas.
Bunn sabe encontrar el equilibrio perfecto entre la acción que debe presidir toda historia de Conan el Bárbaro con los obligados aderezos de magia y aspectos sobrenaturales, todo ello rehogado con una intriga suficientemente atrayente como para mantener el interés del lector número a número sin descuidar ni dejar de lado en ningún momento la obligada y necesaria epicidad que debe rodear a toda historia del icónico bárbaro.
Lamentablemente, esta serie duraría tan solo doce números, acabando de forma inconclusa a pesar de lo mucho que prometía.
Como vemos, y con excepción de lo que comentaremos inmediatamente, la labor de Dark Horse en Conan fue no solo muy prolífica, siguiendo siempre la estela de series cerradas de mayor o menor numeración, que si bien estaban íntimamente relacionadas entre sí, y combinaban magistralmente las aventuras originales con la adaptación de material de Robert E. Howard (excepto la Road of Kings de Roy Thomas, a quien por lo menos yo considero tan padre del personaje como el propio Howard), constituían cada una de ellas un perfecto punto de entrada para cualquiera que deseara iniciarse en las aventuras del famoso bárbaro y no supiera por dónde empezar.
De este modo, el material producido durante lo que llevamos de Siglo XXI en el mundo del cómic sobre Conan corresponde exclusivamente a Dark Horse, editorial que ha hecho en líneas general un muy buen trabajo con el personaje, creando un inevitable espejo en el que tendrán que mirarse las por el momento dos nuevas colecciones del personaje a cargo de Marvel, que tendrán muy difícil el estar a la altura de las colecciones editadas por la compañía del caballo negro.
Finalmente, existe una séptima serie, titulada King Conan, o Conan Rey, un poco más apartada del resto pues su tono y argumento principal se antoja algo diferente, que tuvo lugar entre los años 2011 y 2016, con guión de Timothy Truman y dibujo de Thomas Giorello que adaptando relatos clásicos de Conan como The Phoenix on the Sword o The Hour of the Dragon, narraba las aventuras de un Conan que este momento era Rey de Aquilonia, combinando una trama más política dedicada a las conspiraciones para destronarle con la acción pura del bárbaro que estaba más hecho para portar una espada que un regio cetro.
La realidad es que leer esta serie resulta una auténtica delicia, al estar a cargo de dos talentos como Truman y Giorello que habiéndose encargado de escribir y dibujar, respectivamente, la segunda de las series de Conan para Dark Horse (Conan el Cimmerio), así como los cuatro últimos números de la serie Conan (primera colección dedicada por Dark Horse al famoso bárbaro), estaban muy familiarizados con el personaje y se encontraban perfectamente cómodos en los zapatos de éste.
Al tratarse de una serie que narra determinadas aventuras y conflictos a los que el bárbaro tuvo que enfrentarse como Rey de Aquilonia la serie es más independiente que el resto de las producidas por Dark Horse pero, por otro lado, en todo momento se hace referencia a sucesos que han tenido lugar en otras colecciones, por lo que su tono es marcadamente continuista, estando siempre ante el mismo Conan que protagoniza el resto de las colecciones producidas por la editorial de Hellboy.
Cada capítulo está introducido por una conversación entre un Conan Rey ya anciano, que relata sus diversas aventuras al frente del trono de Aquilonia a su escriba, pasándose en seguida al flashback de rigor (protagonizado por un Conan bastante nobel en las artes del gobierno) en el que se nos cuenta la aventura en cuestión.
De este modo, se daba pie a la adaptación de relatos de Howard como El Fénix en la Espada o La Hora del Dragón que tenían lugar cuando Conan era ya Rey de Aquilonia, trono que tomaba por la fuerza de las armas al deponer al pérfido Numedides, que permitía que su pueblo se muriera de hambre. Además, esta colección nos presenta por primera vez en los cómics de Conan de Dark Horse a Zenobia, la que fuera reina de Conan y la segunda mujer capaz de ganarse el corazón del aguerrido bárbaro después de Bêlit, quien en no pocas ocasiones es mentada en las páginas de Conan Rey.
Además de estas series, Dark Horse otorgó al personaje diversas miniseries e historias cortas que buscaban el acercamiento de nuevos lectores que no quisieran leer etapas de mayor duración. Son las siguientes:
En el año 2004, esto es, al poco de obtenerse los derechos del personaje por Dark Horse, y coetáneamente a la primera de las series del personaje, Conan and the Daughters of Midora (Conan y las hijas de Midora) con guión de Jimmy Palmiotti y dibujo de Mark Texeira, resulta una historia muy entretenida en la que Conan es convencido por un Rey, de nombre Midora, para que parta junto con su hija en busca de la hermana mayor gemela de ésta, secuestrada por un mago. De este modo, todos los ingredientes necesarios para una buena historia de Conan (hechiceros, damiselas en peligro, reyes y un enemigo al que abatir) se dan cita en las Hijas de Midora, cómic perfecto para iniciarse en el personaje.
Al año siguiente, en 2005, vio la luz una miniserie de tres números, llamada Conan and the Jewels of Gwahlur, dibujada y guionizada por P. Craig Russell, una de las mejores y más recordadas series limitadas del personaje en las que el autor de conocido por su trabajo con obras de Neil Gaiman o el Anillo del Nibelungo adapta el relato original de Robert E. Howard titulado The Servants of Bit-Yakin (Los Sirvientes de Bit-Yakin), que narra como Conan en busca del misterioso tesoro conocido como los dientes de Gwahlur, custodiado en el reino de Keshan, ha ofrecido su ayuda al monarca de dicho país para dirigir su ejército en una disputa contra un reino vecino. Las facetas militar y más pícara de Conan se unen aquí en una interesante historia.
Al año siguiente, en 2005, tendría lugar la serie limitada de tres números Conan and the Demons of Khitai (Conan y los Demonios de Khitai) dibujada por Paul Lee y guionizada por Akira Yoshida (pseudónimo con el que se daba a conocer como autor japonés el actual editor jefe de Marvel, C.B. Cebulski), serie en la que un Conan ya regio es supuestamente invitado por el monarca de Khitai (una misteriosa región que traslada al mítico personaje a un ambiente asiático-oriental) para conocer dicho reino, acabando el bárbaro por luchar contra un antiguo héroe de la región devenido en asesino merced a una extraña posesión.
En el año 2006 llegó Conan: Book of Thoth (Conan: El Libro de Thoth) en el que Kurt Busiek coguionizaría junto con Len Wein una interesante mini serie de cuatro números dibujada por Kelley Jones. En ella, Dark Horse decidió ir a lo grande y mucho más allá de las meras adaptaciones de relatos de Howard, puesto que se atrevía a contar el oirgen de un personaje como Thoth-Amon, el maligno hechicero tan icónico en las obras de Conan el Bárbaro. Y es que, si Bêlit y Zenobia son los dos grandes amores de Conan, su némesis definitivo, si podemos hablar de alguno, es sin duda, Thoth-Amon.
Continuando en el año 2006, Dark Horse decidió participar en el Free Comic Book Day (Día del Cómic Gratis), con The Spear (La Lanza), historia de tan solo catorce páginas (el cómic gratis se complementaba con Star Wars, la otra gran licencia de la época para la editorial) en el que el bárbaro, escrito por nada menos que Timothy Truman y dibujado por Paul Lee, hacía lo que mejor se le daba, arrebatar místicos y poderosos objetos de las manos de poderosos y malignos hechiceros.
También en el año 2006, tuvo lugar Conan and the Songs of the Dead (Conan y las Canciones de los Muertos), mini serie de cinco números con guion de Joe R. Lansdale y dibujo de Timothy Truman (que en este caso cambiaba de rol en su gran aportación al mundo comiquero del bárbaro) en la que el viaje por el vasto desierto de Stygia en busca de un tesoro llevará a Conan a enfrentarse con guerreros no muertos y por supuesto, un peligroso hechicero.
El año 2006 nos trajo también el cómic de un sólo número Age of Conan: Hyborian Adventures, que contenía dos historias muy cortas y simples; estando la primera, Age of Conan, escrita por Joshua Dysart y dibujada por Tone Rodríguez y la segunda, Road of Kings, guionizada por Timothy Truman y dibujada por Cary Nord. El objetivo de este número no era otro que promocionar el juego de cartas del personaje e incluso acercar sus cómics al jugador habitual.
El año 2007 unió a Joshua Dysart como escritor, y a Will Conrad como ilustrador para traernos Conan and the Midnight God (Conan y el Dios de la Medianoche) miniserie de cinco números en la que volvíamos a la siempre atractiva trama del Conan Rey de Aquilonia que en este caso, debía dejar a su amada Zenobia y al hijo que esperaba, para enfrentarse a un temible hechicero que amenazaba la paz de su reino y de su corazón.
El número 11 de la revista especial My Space: Dark Horse Presents, nos trajo en 2008 The Trophy (El Trofeo) una sencilla y divertida historia escrita a cuatro manos por Timothy y Benjamin Truman) y dibujada con un estilo muy particular por Marian Charchland en la que un ebrio Conan acaparaba el protagonismo de una taberna contando la historia que le unía a cada uno de los objetos que portaba.
También dentro de la revista Dark Horse Presentes, sus números 28 y 29, publicados en 2009, contenían The Mad King of Gaul (El Malvado Rey de Gaul) una historia escrita y dibujada por Darick Robertson, a la que siguió en el año 2010 la historia The Weight of the Crown (El peso de la Corona), historias ambas ambientadas después de los números 9 a 13 de la serie Conan el Cimmerio de Truman y Giorello en la que Conan se une a una banda de mercenarios para luchar contra un extraño señor de la guerra.
En el año 2010, USA Today publicó junto con Dark Horse, Kiss of the Undead (El Beso del no muerto) una historia de Conan guionizada por el mítico Ron Marz y dibujada por Bart Sears, en la que en unas pocas páginas Conan se dedica a salvar damiselas en apuros de horribles monstruos. Puro Conan.
El mismo equipo creativo nos trajo en 2011, Island of no Return (Isla de No Retorno) en la que una alianza entre Conan y dos hermanas dedicadas a la muy noble profesión del latrocinio desembocará en una aventura más peligrosa de lo que a priori parecía.
En 2012 llegó la mini serie de cinco números, The Phantoms of the Black Coast (Los Fantasmas de la Costa Negra) con guión de Víctor Gischler y dibujo de Attila Futaki en la que Conan se verá prisionero de los designios de una maligna hechicera que dice conocer el paradero del alma atormentada de Bêlit. Una de las mejores mini series del personaje, sobre todo por la nostalgia que implica traer a colación a un personaje tan capital para el bárbaro como la que fuera capitana de La Tigresa, y por ser una de las pocas que nos deja ver que tras tanta furia y sed de aventuras existe un Conan que sufre y que es capaz de amar hasta el último aliento.
Fred Van Lente y Ariel Olivetti escribieron y dibujaron respectivamente The People of the Black Circle (El Pueblo del Círculo Negro), mini serie de cuatro números publicada entre 2013 y 2014 que adaptaba el relato homónimo de Robert E. Howard, en el cual Conan rescataba (mediante secuestro) de las conspiraciones de palacio a Devi Yasmina, princesa y heredera de Vendhya (India prehistórica) que debe huir del Círculo Negro, cábala de conspiradores que ha asesinado a su padre.
Las tres últimas mini series de Conan el Bárbaro publicadas por Dark Horse son unos team up en toda regla en los que el famoso bárbaro equipo con dos de las heroínas más famosas del cómic.
Así, en 2015, Gail Simone y Jim Zub escribirían una mini serie de cuatro números dibujada entre otros, por Dan Panosian, titulada Conan/Red Sonja. en la que Conan hacía equipo con la temible Red Sonja, luchando codo con codo la Hyrkaniana y el Cimmerio contra el maligno Thoth Amon que buscaba desatar el apocalipsis sobre el mundo cubriéndolo de la peligrosa raíz demoníaca, una planta que tenía el poder de cubrir la tierra y devastarlo todo a su paso.
Esta historia continuaba en el año siguiente, 2016, con la mini serie, también de cuatro números, titulada Red Sonja/Conan, en la que el escritor Víctor Gischler y el dibujante Roberto Castro recogían el testigo de Simone, Zub y Panosian para narrar el subsiguiente enfrentamiento del temible equipo contra Thoth Amon y su raíz demoníaca, a la que daba un nuevo y curioso uso.
Finalmente, entre 2017 y este 2018 que nos acaba de dejar, se publicó la última mini serie y el último cómic de Conan editado por Dark Horse. La editorial de caballo negro se despedía por todo lo alto otorgándonos un team up entre Conan y Wonder Woman. Escrito por Gail Simone y dibujado por Aaron Lopestri y Matt Ryan, este a priori impensable crossover de seis números que en el fondo es más una historia de Conan que de la heroína de DC, trataba sobre el primer amor de infancia de Conan, que el bárbaro consideraba que se trataba de una Wonder Woman esclavizada y amnésica que conocía en una arena de gladiadores y del enfrentamiento de ambos contra las Corvidae, temibles brujas que disfrutaban jugando con el destino de los mortales, en una historia que hoy podemos ver publicada en nuestro país por ECC.
En cuanto a la forma en la que los cómics de Conan han sido publicados en nuestro país, si analizamos las distintas ediciones en las que los cómics de Conan han sido publicados en España en los últimos años, la etapa Marvel comenzó a ser publicada por Planeta en un formato cartoné con coloreado digital que recibía el nombre de las Crónicas de Conan. Además existe un integral de Conan y Bêlit, también publicado por Planeta que recopila los números 58 a 100 de Conan el Bárbaro.
Así mismo, Planeta Cómic comenzó a publicar La Saga de Conan, un compendio en blanco y negro de varias series de Conan de la etapa marvel (principalmente pero no solo Conan the Barbarian y The Savage Sword of Conan) que trataban de darle un sentido cronológico al personaje. Igualmente, existió un coleccionable de planeta que publicó La Espada Salvaje de Conan por completo. Planeta también se encargó de la publicación de Conan Rey.
Descendiendo ya a la etapa de Dark Horse, el seguimiento de estas series en nuestro país es mucho más sencillo, puesto que Planeta Cómic ha publicado la práctica totalidad de las mismas en tomo (y en algunos casos en grapa) sin que sea de muy difícil acceso dicho material, si bien con la recuperación de Marvel de los derechos del personaje, y la consiguiente explotación por parte de Panini de sus cómics, está por ver si Planeta seguirá reeditando el material de Dark Horse o si éste también será explotado por Panini, algo que este redactor desconoce.
No obstante todo lo anterior, llega ya el momento de reseñar este primer omnibus sobre la era Marvel a cargo del personaje que ha preparado Panini, y valorar si es o no recomendable.
50 dólares tuvieron la culpa. Cincuenta dólares fue la cifra que estuvo a punto de borrar la existencia de este ómnibus del mapa, de evitar que Marvel Comics se hiciera con los derechos de explotación del personaje de Conan, de eliminar de la faz de la tierra más de tres décadas de grandes cómics.
Y es que, Roy Thomas a pesar de ser editor asociado de Marvel en aquella época no lo tuvo nada fácil para conseguir la licencia de Conan, y no precisamente por Glen Lord, quien por aquel entonces era el agente de la herencia dejada por Howard al morir.
La oferta que Thomas hizo por la licencia de Conan fue de 150$ por número publicado por Marvel, oferta que en su momento Martin Goodman consideró muy generosa, y que realmente estaba dirigida a obtener los derechos de Thongor, otro famoso bárbaro de la época pulp. Pues bien, la realidad es que cuando Thomas vio que los derechos de Conan (mucho más famoso que Thongor) sólo excedían en 50 dólares, los de Thongor decidió adquirir esta licencia y no la que le habían encomendado, ante lo que Goodman quedó encantado.
Curiosamente, sería esta diferencia de precio la que haría que Martin Goodman le dijera a Thomas que tenían una cantidad de dinero limitada para realizar los cómics de Conan, por lo que al haber subido el precio de la licencia, no podrían permitirse a un dibujante como John Buscema. Por ello, Goodman, encargaría a Thomas el que buscara otro dibujante similar, y así fue como Barry Windsor-Smith llegaría a la cabecera del famoso bárbaro para redefinir al personaje por completo.
Además del precio, había otras piedras en el camino que Thomas debió de sortear, y es que es sobradamente conocido que Stan Lee no tenía nada en contra del famoso bárbaro, pero detestaba su nombre, “Conan”, el cual consideraba que no tenía la chispa suficiente como para poder vender y por tanto convertirse en un negocio rentable, razón por la que en principio se buscaba la compra de Thongor que tan inteligentemente sorteó Thomas..
Cuando nos acercamos a este colosal volumen editado por Panini por primera vez (compuesto de los veintiséis primeros números de la serie original, más dos números de Savage Tales (el 1 y el 4) y uno de Chamber of Darkness (concretamente, el 4), basta con contemplar sus primeras viñetas para darse cuenta de que estamos ante un clásico.
Es por ello que, el aficionado que esté pensando en comprar este volumen, deberá tener en cuenta que su lectura, pensada para los adolescentes de la década de los setenta, cuando el noveno arte era comprendido de otra forma y no había ascendido a ese podio que marcaría Watchmen de Alan Moore (entre otras obras), se puede llegar a antojar un poco árida y simplista. Sin embargo, es nuestro deber valorar cada obra en la época en la que fue concebida, y no con los criterios actuales, en los que casi cincuenta años de historia del cómic desde la publicación de Conan el Bárbaro han cambiado radicalmente la dinámica de dibujo y guión, creando una narrativa gráfica que deja irreconocible a la de aquella época, hoy tan pretérita.
Sin embargo, una vez que hacemos ese esfuerzo (por otro lado mínimo) y nos sumergimos en la historia, en las páginas de este increíble volumen, nos convertimos de nuevo en niños, en niños abiertos a todo tipo de historias, a escuchar grandes aventuras de malvados hechiceros, damiselas en peligro y héroes sin miedo a nada que se enfrentan a cuantos peligros se les ponen por delante.
Y es que, en ese sentido, Roy Thomas (que se encarga de la escritura de la totalidad de los números que se incluyen en este volumen, y que fue el guionista titular de la colección durante sus ciento quince primeros números, o lo que es lo mismo, sus diez primeros años de vida) hace gala de una narrativa ominosa, envolvente, que recuerda mucho a los relatos de Howard, pero sin lo repetitivo de estos, haciendo que cada aventura, cada historia sea única en sí misma.
Por supuesto, ello no es solo labor de Thomas, si no también de Barry Windsor-Smith, dibujante de los veinticuatro primeros números de la colección (que más tarde pasó el testigo a Gil Kane y a los hermanos Buscema (Sal y John). De hecho el estilo de Smith evoluciona a pasos agigantados siendo un Conan muy distinto el de los cinco primeros números de este tomo, que el de los cinco últimos, más depurado y perfeccionado.
Y es aquí donde volvemos a malentendido de cincuenta dólares extra por número publicado por Conan al que nos hemos referido al principio de esta reseña. Y es que, la primera opción de Roy Thomas para dibujar los cómics de Conan el Bárbaro, no era Barry Windsor-Smith, si no John Buscema, autor que por aquel entonces ya tenía el suficiente renombre como para tener que ser mejor pagado que Smith, incremento salarial que, unido a los cincuenta dólares extra que Marvel tenía que abonar a Glen Lord por cada número publicado de Conan, motivaba que Marvel no pudiera permitirse contratarle y tuviera que recurrir a Barry Windsor-Smith.
Nuevamente, las casualidades quisieron que todo saliera estupendamente, y es que Barry Smith realiza aquí un trabajo que solo podemos tildar de sobresaliente, con un dibujo marcadamente detallista en una época en la que los arreglos por ordenador y las tabletas gráficas no existían, en la que en general, apenas contaban los ilustradores con herramientas de edición de su trabajo, contando aquí con un resultado dinámico, en el que podemos percibir el movimiento de Conan en cada batalla, cada gesto, así como la gravedad de sus expresiones sin que el paso del tiempo haya hecho desmerecer este fantástico dibujo. Con el paso del tiempo sería Buscema quien acabaría por dibujar en la serie, sustituyendo a Barry Smith.
De este modo, durante casi la totalidad de los números que incluyen este volumen, Thomas y Smith realizan un trabajo superlativo, aunando perfectamente guión y dibujo para adaptar algunos de los relatos más famosos de Robert E. Howard como La Torre del Elefante (The Tower of the Elefant), Pícaros en la Casa (Rogues in the House), La Hija del Gigante de Hielo (Frost Giant’s Daughter) o, entre otros, Uñas Rojas (Red Nails), a la par que crean aventuras de nuevo cuño para el conocido personaje.
En este punto, resulta interesante comentar cómo en tan sólo veintiséis páginas de cómic (cincuenta y dos en las escasas historias que ocupan dos números, sin que la cifra llegue nunca a tres) Thomas y Smith son capaces de trasladar toda la épica y acontecimientos cruciales de los relatos originales de Howard, los cuales se nota que conocen, como también conocían abundantemente el medio en el que trabajaban.
Si comparamos esa labor con la muy posterior de Dark Horse, en la que a veces se adaptaban idénticos relatos, veremos como la editorial de caballo negro dedicaba más números o incluso mini series enteras a esas adaptaciones, pero ello no hace a la serie marvelita de Conan el Bárbaro ni en mejor ni en peor que lo publicado por Dark Horse, si no en un enfoque y acercamiento distinto a aquellas historias escritas por Robert E. Howard, en el que el cómic todavía era concebido como un entretenimiento barato e inmediato en el que no se podían ofrecer al lector grandes sagas de decenas de números que le implicaran adquirir mes a mes la colección de turno.
Por esta razón, en casi todos los casos, si abrimos el volumen por el principio de cualquier número, podemos entender perfectamente lo que ocurría en casi todos los casos sin ser necesaria la lectura de números atrasados. Esta técnica (que hoy en día vivimos de otra forma con la constante proliferación de números uno en las distintas colecciones de cómic USA de Marvel, DC, Valiant etc) no era si no una constante en la época que buscaba acerca la colección en cualquier punto, al mayor número de lectores posible.
Este primer volumen de Conan el Bárbaro, acoge por otro lado dos grandes momentos ocurridos en su colección, que no podemos dejar de destacar. El primero de ellos, es la aparición de Elric de Meliboné en los números 14 y 15 (publicados en Marzo y Mayo de 1972), que coprotagoniza una interesante historia por el propio Michael Moorcock (padre literario de Elric de Meliboné) y por James Cawthorn, guionista de cómic que trabajó en su momento junto con Moorcock en los cómics de Tarzán (también licenciados por Marvel Comics).
Así mismo, en el número 23, publicado en Febrero de 1973, entra en escena Red Sonja, personaje en teoría creado por Howard en el relato “Red Sonya de Rogatino” para el relato La Sombra del Buitre, pero cuya traslación a la viñeta se aleja tanto del relato original que se dice sin lugar a dudas que resulta ser una creación original de Thomas y Smith, que sin saberlo concibieron a un personaje enclavado en el género de la espada y brujería dentro del cómic que, con el tiempo se haría casi tan popular como el propio Conan, protagonizando de hecho dos mini series (de las que antes hemos hablado) junto con el popular Cimmerio en la etapa de Dark Horse al frente de sus cómics.
Estos números en los que Conan cede un poco de su protagonismo en favor, bien de Elric de Meliboné, bien de Red Sonja, no distan en absoluto de cualesquiera Team Up que Marvel publicara con sus héroes en la década de los setenta, creándose impresionantes aventuras en las que el lector era consciente de que Conan pertenecía a un mundo mucho más grande que rezaba por ser explorado.
En cuanto a la edición de Panini Cómics, simplemente podemos decir de ella que es perfecta, siempre y cuando os gusten este tipo de tomos tan voluminosos, conteniendo no sólo los números comentados en esta reseña, si no una enorme cantidad de material extra que hacen que su precio, aunque elevado en términos generales, se me antoje barato en comparación a otros Omnigolds marvelitas publicados por la editorial, y teniendo en cuenta la ingente cantidad de material que podemos encontrar entre sus páginas.
Desgranando un poco dicha edición, lo primero que podemos decir de ella es que está impresa en papel satinado, lo que ya le ha granjeado alguna que otra crítica, pero a juicio de este redactor no se trata de ningún problema, y es más bien una cuestión de gustos.
Si la comparamos con la edición de Planeta de estos mismos números, el reciente omnibús de Panini utiliza un color mejorado, incluye las portadas (algo que Planeta no hacía) y hace uso de un tamaño mayor, sin ningún recorte, que por fin hace justicia a esta gran obra.
Por otro lado, se incluyen artículos del propio Roy Thomas, que en su día formaban parte de las ediciones en grapa de la colección que Planeta publicara en nuestro país en 1999, es decir, hace ya veinte años. Se trata de un artículo por grapa, bajo el título «Conan the Marvelous», un añadido más a una edición repleta de guiones, originales de portadas, versiones preliminares e incluso ejemplos de como la censura afectaba a las historias del famoso bárbaro.
No podemos abandonar este ya dilatado artículo, sin hacer referencia a que esta imprescindible edición de Panini incluye el número 4 de la colección Chambers of Secrets (lo que no hizo en su día Planeta), con la aparición de Starr de Slayer, el personaje que serviría de campo de pruebas a Thomas y Windsor-Smith a la hora de atajar la adaptación a cómic de las historias de Conan el Bárbaro.
Es por ello que, sin lugar a dudas, os recomiendo la compra de este volumen, pues todo aquel que se considere un aficionado de Conan, de la Espada y Brujería o que, simplemente, quiera iniciarse en el personaje y no sepa por dónde empezar, por Crom que le encomiendo a adquirir este colosal tomo y emprender la gratificante tarea de su lectura.
Guión - 8.9
Interés - 10
Dibujo - 9
9.3
Obra Maestra
RescatDamos un repaso a la figura de Conan y su influencia como icono cultural, como parte del homenaje a la figura del cimmerio más famoso en el noveno arte
No quiero ejercer otra vez de abuelo gruñón, porque el artículo, en cuanto a cantidad de información, es un currazo, y eso ha de ir por delante. Pero la redacción hace que a ratos sea un dolor leerlo. Es una lástima, porque con un buen trabajo de edición este repaso a Conan podría ser un artículo de referencia al que volver una y otra vez en el futuro, pero está plagado de problemas y errores gramaticales, lamentablemente cada vez más frecuentes en esta web, por otro lado.
Y en lo que corresponde a la reseña del tomo en sí, creo que falta bastante rigor en el análisis… el papel satinado (semisatinado en realidad en este caso) no es «cuestión de gustos», porque es una cuestión objetiva el hecho de que dependiendo del tipo de coloreado funcionará mejor un tipo u otro de papel, el color digital moderno luce bien en el satinado mientras que el brillo de este no le sienta bien a los colores planos de los cómics viejos. A pesar de ello, el tomo es una gozada (entre otras cosas porque el papel, como he dicho más arriba, no es tan brillante como un satinado normal y refleja menos), pero una reseña –y más aún en una web con la solera y trayectoria de ZN– debería ir bastante más allá de decir que la edición utiliza un «color mejorado»: ¿qué es eso de «mejorado»? Porque los de Dark Horse consideraban que el mejorado era el suyo, y aquí se trata de una recreación del coloreado original… Si a eso le sumamos que las imágenes que se han utilizado corresponden, precisamente, al recoloreado digital de Dark Horse y no al de Panini, el aficionado que se acerque aquí buscando respuestas saldrá con una idea completamente equivocada de lo que se va a encontrar. Y por supuesto, podríamos hablar del gramaje del papel (bastante fino) y, sobre todo, de la más que endeble sobrecubierta, como pegas quizá menores –insisto en que la edición, por contenido, formato y calidad de reproducción, es una maravilla– pero que no se pueden obviar al repasar las virtudes y defectos de un volumen que supone un acontecimiento editorial en España.
Muchas gracias por tu opinión! Seguiremos mejorando!
Hola
En su dia Planeta publico el Conan Rey de Truman y Chiarello n tomos incluyendo la aventura La Hora del Dragon.
He leido en la info de contenido del Integral que acaban de sacar con toda esa etapa, que justo esta aventura la conforman 12 numeros.
A mi me consta q en los tomitos individuales Planeta solo saco uno de La Hora del Dragon con los 6 primeros números, y no 12.
Es correcto?
Faltarían por publicar, fuera del Integral, 6?.
De ser así alguien sabe si Planeta tiene la intención de sacar aparte del Integral esos 6?.
Pq sino es obligar a los q ya tenemos los tomos individuales de esa etapa, y la queremos entera, a solo por seis números pasar por caja…
Gracias!
Hola! Efetivamente, La Hora del Dragón son los 6 números que comentas. Sin embargo, la historia se completa con Conan El Conquistador. He preferido aunarlas ya que en el integral vienen los 12 números seguidos (aunque bien diferenciados). Siento si te ha podido resultar confusa la información.
Le tengo ganas a este Omnibus de Panini, y por lo que he leído en la reseña, tras las aclaraciones de juan-man, la edición merece la pena.
Al margen de esto, a modo de off topic: ¿a alquien más le parece que la idea de los «savage avengers» es una SOBERANA ESTUPIDEZ?
Cuando lo lea opinare, de peores locuras han salido grandes obras!
Enciclopédico artículo, si bien, algo confuso en su redacción en algunos puntos. Pero tiene algunos fallos, por ejemplo el relato de Reyes de la noche no está protagonizado por Kull como un rey precristiano, sino por Bran Mac Morn, rey de los pictos en su lucha contra los romanos y Kull es traído de un pasado lejano para ayudar en su lucha. Por otro lado el extraño negro no es un cuento de Conan, es uno de esos pastiches que hizo L. Sprague de Camp, retocando un texto original de Howard sobre piratas del siglo XVII para adaptarlo a la cronología de Conan y lo retituló como el tesoro de Tranicos.
Sobre esta edición, si hubiese sido en papel poroso lo mismo me lo habría pensado, pero me quedaré con la edición que sacó planeta hace unos años en grapa con los artículos de Roy Thomas
Muchas gracias por las correcciones. Me da rabia, porque he investigado muchísimo, pero bueno, siempre se te escapa algo.
De nada, en su momento leí mucho Conan, tanto cómic como escrito y de aquello me quedan datos sueltos. El problema de la producción escrita de Conan es que casi siempre se ha editado mezclado con las aportaciones de L. Sprague de Camp y Lin Carter, sin diferenciar claramente al Howard auténtico
Perdonad, estoy algo perdido… Estaba dudando entre que colección hacer, si la de Planeta o la de Panini. Me ha parecido entender que este omnibus es mejor que el que está publicando Planeta.
Pido opinión del resto de lectores ¿Es así? ¿Esta es la colección a comprar?
Gracias a todos
Me uno a la pregunta.
Sin duda, la edición de Panini es mucho mejor. La de planeta ahora mismo te sale más barata, pero yo no me lo pensaba.
Si contiene los artículos que escribió Roy Thomas sin duda esta edición merece la pena. En cada número contaba cómo se gestó la idea y detalles de la producción, es algo muy interesante
Siento opinar lo contrario a los dos que te han respondido ya. Pero la de Planeta no deja de costar bastante menos por tomo y la calidad de reproducción es mucho mejor graciad al papel. Que por mucho que se diga, ese satinado con este coloreado de Conan mata por completo la lectura. Ya decian por arriba que la sobrecubierta es bastante mala y el papel aparte de satinado es muy fino. El tomo pesa demasiado y es incómodo.
Los de Planeta no tienen tantos extras, eso es verdad y si quieres mucho esa parte de material adicional, entonces compra la de Panini.
Pero por las historias en sí, por los cómics, mejor la de Planeta. Respeta el tamaño original comic-book, el papel es el adecuado (como decía el compañero del primer comentario esto en material antiguo es muy importante elegir bien y aquí no se ha hecho en panini) y los comentarios de Roy Thomas sobre cada capítulo sí están en la de Planeta también. Extras específicos del Omnibus USA no están, pero todos los extras de Crónicas de Conan están reproducidos.
En su web pone que son 10 tomos y ya van por el dos. En mayo está anunciado el tercero ya.
Y sobre material Dark Horse, en el artículo se dice que se desconoce si Planeta va a sacar recopilatorios pero ya se sabe que sí. Si tienen anunciado el integral de Brian wood y todos los Conan Rey de Truman y Giorello en tomacos de 35 o 40 euros. No sé por qué han decidido no mencionarlo.
Comparad por vosotros mismos en las tiendas las ediciones. Los libreros supongo que dirán la de Panini porque es más cara, pero fiaros de vuestro criterio. Si el papel satinado una vez visto y comparado os da igual, comprad Panini. Si no, la de Planeta es igual de completa a falta de los añadidos del Omnibus USA, tiene mejor papel (para mí) y el precio sí que es imbatible. ¡Tenía que decirlo!
Sin duda la de Panini. Por los extras (abundantes e interesantes), el color es el original (el de Dark Horse/Planeta es bonito, pero traiciona el original e introduce manipulaciones de la línea en muchas ocasiones), contiene las portadas de cada cómic book original (la de Planeta no), la recuperación de la línea es espectacular, la mejor que se ha visto de este material.
Sobre el tipo de papel: de un tiempo a esta parte hay gente posicionada en contra del papel estucado/satinado, pero en este papel la reproducción luce mejor que en un papel poroso, que absorbe más la tinta y hace que los colores y el negro queden más apagado, algo que en la edición de Planeta, con ese tratamiento de color, quede «raro», muy oscuro. Por lo que el papel utilizado en la edición de Planeta no es el más indicado.
Veo que en este tema estas igual de pez que yo. Al final, entre recomendaciones varias y comparando ediciones he optado por la de Planeta. Mis motivos:
– Precio: la diferencia es demasiado grande y los extras de Panini no me lo compensan.
– Edición: personalmente me gusta más el papel de Planeta y creo que el color de Dark Horse luce mejor en esta que el color de Marvel en el papel de Panini.
– Extras: creo que la de Planeta tiene extras suficientes para mi. Pero tampoco puedo decir mucho, ya que cada vez valoro menos los extras. Aunque esto es algo plenamente subjetivo.
Luego decir que tampoco es que sea un gran fan del personaje , pero me he propuesto compraruna pequeña selección de lo que vaya sacando Planeta:
– los tres o cuatro primeros integrales para tener los primeros 100 números
– integral de Conan Rey
– algo de la Espada Salvaje de Conan (si lo sacan)
– lo de Busiek y el de Wood, que creo que ya ha salido.
Os planteo algo distinto:¿Es mejor esta edición que los retapados que tengo de Forum con su papel poroso, su color y los comentarios de Roy Thomas? ¿Se gana algo cambiando a esta edición?
Por cierto, en su cuarto retapado Forum publicara «Clavos Rojos» en
el número 22. ¿Se sabe si Panini va a publicar Clavos Rojos dentro de Conan el Bárbaro o por separado?
La reproducción de línea es muy superior en el ómibus de Panini.
Red Nails estará en el primer ómnibus de Savage Sword of Conan.
Es una pena que no esté incluida “Clavos rojos” así tendríamos un “Todo Barry-Smith”
Hola
En su dia Planeta publico el Conan Rey de Truman y Chiarello n tomos incluyendo la aventura La Hora del Dragon.
He leido en la info de contenido del Integral que acaban de sacar con toda esa etapa, que justo esta aventura la conforman 12 numeros.
A mi me consta q en los tomitos individuales Planeta solo saco uno de La Hora del Dragon con los 6 primeros números, y no 12.
Es correcto?
Faltarían por publicar, fuera del Integral, 6?.
De ser así alguien sabe si Planeta tiene la intención de sacar aparte del Integral esos 6?.
Pq sino es obligar a los q ya tenemos los tomos individuales de esa etapa, y la queremos entera, a solo por seis números pasar por caja…
Gracias!
Hola, solo quería hacer un pequeño apunte sobre una errata de la que me he dado cuenta al leer el artículo, que me ha encantado, por cierto.
Cito:
La palabra Pulp, en la literatura, hace referencia a un formato de encuadernación de revistas de ficción que vieron la luz entre el primer tercio del Siglo XIX y finales de la década de los 50.
Debería ser S. XX, no?
Un saludo!