Cuando los autores de cómic se dedican a perpetuar el legado de icónicos personajes de la viñeta mainstream adquieren una enorme responsabilidad para consigo mismos, para con la editorial y desde luego, para con el fandom. Hablamos de personajes muy queridos, que han tenido etapas consideradas clásicos ineludibles durante décadas y otras que… bueno, es mejor olvidar. Sea como fuere, y por mucho que en internet la rápidez del flujo de información haga que muchas de estas cosas se olviden, es claro que a ningún autor le gustaría ser criticado por su trabajo en una respetable colección, yéndose así al pozo de las “etapas malas”.
Brian Michael Bendis y Alex Maleev, recogiendo el testigo del legendario Frank Miller, nos regalaron una etapa en la colección de
Además, se daba otra circunstancia que se lo ponía difícil al nuevo equipo. Y es que, como bien comenta Julián M. Clemente en la introducción que realiza en este tomo, hay una teoría no escrita en esto de los cómic mainstream llamada “la caja de juguetes”, según la cual los autores que se encargan de la nueva etapa de un personaje pueden hacer hasta cierto punto lo que quieran con él, siempre y cuando el personaje vuelva con sus constantes argumentales intactas al final de dicha etapa, para que el siguiente equipo lo tenga igual de fácil que sus predecesores. Sin embargo, en este caso, Bendis y Maleev habían cogido los juguetes, habían jugado con ellos, los habían roto, y no habían repuesto las piezas. Sólo así se puede entender el hecho de que al final de su etapa en Daredevil,
Brubaker y Lark tendrían que partir de esta premisa, y ello hacía las cosas bastante más complicadas. Sin embargo, Bendis había pactado este final de su etapa con Brubaker, por lo que éste se limitó a aceptar el reto, pergeñando una etapa que sin llegar a la calidad de la de Bendis, tampoco se quedaba muy atrás.
Y es que, no es de extrañar así fuera. Hablamos de Ed Brubaker, guionista que firmó una de las mejores etapas en Capitán América (devolviendo al hoy icónico Bucky, Soldado de Invierno, a la vida), estando en algunos números junto con Michael Lark al timón, habiéndose encargado este equipo de la genial Gotham Central para DC, y de la olvidada pero no olvidable La Escena del Crimen para Image Comics.
Así pues, con estos ingredientes, era difícil que las cosas salieran mal y, efectivamente, al menos por lo que respecta a este primer volumen y arco argumental, Brubaker y Lark supieron recoger el testigo, y mantener a Daredevil en el pódium que se merecía.
Pero ¿Qué nos cuenta el Diablo en la Galería D? Pues bien, como ya hemos apuntado antes, nos sitúa donde Bendis y Maleev lo dejaron, esto es, con Murdock en la cárcel por los crímenes cometidos como Daredevil en su defensa de Hell’s Kitchen, conociendo toda la ciudad quién es el hombre sobre la máscara. A partir de ahí, Brubaker construye un drama carcelario que evoca a películas como Cadena Perpetua o La Milla Verde, con internos que tratan de hacerle la vida imposible al otrora abogado criminalista o de intentar ganárselo para causas de dudosa legalidad.
El la cárcel Matt compartirá espacio con Tarántula Negra, Turk, el Búho y… por supuesto, Wilson Fisk, además de alguna otra sorpresa que no quiero desvelar.
Paralelamente, Foggy Nelson y Ben Urich intentan ayudar a Murdock desde fuera, mientras un nuevo Daredevil que no es Matt y que el propio Matt desconoce, anda suelto por la ciudad.
Michael Lark por su lado, hace gala de un dibujo más lineal que el de Maleev y también más realista y colorido, pero manteniendo esos tintes de género negro y dramatismo en el trazado que tan bien le sientan a la colección de Daredevil.
Por otro lado, si en algo se diferencia esta etapa de su predecesora, al menos en lo que se refiere a sus primeros compases, es en que si Bendis y Maleev construían poco a poco una historia, dejando pistas y piezas sueltas por cada número, que no terminaban de unirse hasta el final, es ya claro desde el primer número que lo que Brubaker y Lark hacen es contar una historia de corte más tradicional, que se basa en arcos argumentales cerrados y en la que, aunque hay misterios que se mantienen de número a número, estos se van resolviendo con más naturalidad, siendo lo importante lo que cada arco argumental cuenta por separado, en vez de esa visión de conjunto. Ello no es una peor forma de contar historias, sólo una distinta, dependiendo ya de cada lector cuál de las dos prefiere.
Así pues, si os gusta el personaje, la etapa de Miller, la de Bendis, o simplemente los cómics de corte más adulto y negro, no lo dudéis y adquirid este primer tomo, al cual este redactor ha tenido la suerte de llegar virgen, sin saber qué es lo que le espera al Hombre Sin Miedo en adelante.
Guión - 7.9
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Carcelario
Ed Brubaker y Michael Lark comienzan su andanza en la colección del Hombre sin Miedo.
he dejado de leer comics de superheroes actuales por una razón de espacio y de cansancio. Tanto culebrón y reinicio me ha llevado a avandonar de manera paulatina tanto dc como marvel. Pero BATMAN y DAREDEVIL me acompañan siempre. Actualmente estoy siguiendo esta colección y la estoy disfrutando a todos los niveles. Sin duda es de lo mejorcito que se está retapando hoy en día. Disfruté como un enano continuando los The Best of marvel que nos habían dejado tirados con la etapa anterior inconclusa y continuaré hasta que termine esta de Brubacker. Larga vida a los buenos comics!!!