Conspiraciones, Dioses y Luchas de Poder
«Alexander, Hijo de Ares. Vástago de la Guerra. Dios del Miedo. Dios del Terror. Digno Sucesor. Hijo Honorable. Y Hoy, el primero entre sus pares»
En las series de cómic superheroico o de otro tipo, compuestas por varios números, en las que participan varios autores, el momento más dulce de las mismas, suele llegar cuando su equipo creativo, o al menos parte del mismo toma consciencia de lo que está construyendo y por fin lo hace suyo.
Esto no siempre ocurre desde el número uno, puesto que habitualmente hay que ver cómo funciona la serie en ventas, arriesgar menos y dar al público lo que más o menos éste cree que quiere, para que una vez que dicho público te pertenece, poder contar lo que realmente querías narrar desde el inicio.
En el caso de Guerreros Secretos, esta es una serie que nace de la labor de Brian Michael Bendis en Los Vengadores, colección en la que como tie in de su Invasión Secreta nos presentó a estos Guerreros Secretos, este equipo especial de Nick Furia que los Skrulls no podían suplantar porque no sabían de su existencia.
El concepto era lo suficientemente potente como para otorgarle una colección propia, una vez que la Invasión Secreta había terminado y que Norman Osborn, precisamente por el fin de dicho evento, se había convertido en el nuevo dueño de SHIELD a la que rebautizaba como HAMMER.
Precisamente para que la serie, que no dejaba de estar protagonizada por unos personajes completamente desconocidos y nuevos para el Universo Marvel, salvedad de Nick Furia y de Daisy Johnson (creada por el propio Bendis y por Gabrielle Del’Otto en las páginas de Guerra Secreta), tuviera éxito, de los primeros números de la misma se encargó, al menos en lo que al trazado general de la historia se refería, Brian Michael Bendis.
Jonathan Hickman ya figuraba como guionista acreditado de aquellos primeros compases (analizado aquí), pero en aquel momento todavía era relativamente desconocido en Marvel y, por tanto, a su lado debía aparecer Bendis para que así la serie tuviera el tirón en ventas que merecía, al venir del que por aquel entonces era el Arquitecto Definitivo del Universo Marvel y, en términos económicos, una garantía absoluta de buenas ventas.
Pues bien, en este tomo, y una vez que la serie ya había despegado, Bendis desaparece de la misma, regresando al resto de los múltiples proyectos que tenía en la Casa de las Ideas, dejando a Jonathan Hickman volar solo con sus planes, un Hickman que ya estaba planificando lo que sería su labor en Los Cuatro Fantásticos.
De este modo, Hickman, amante de las conspiraciones, los juegos de poder, y de los personajes cuya inteligencia destaca por encima de la media, situaba a Nick Furia y a su inexperto equipo, que había salido muy mal parado del anterior enfrentamiento contra HAMMER, en el centro de la alianza temporal que Norman Osborn y el Barón Von Strucker de Hydra acababan de forjar.
Para ello, Furia que como decimos, era consciente de que sus Guerreros Secretos necesitaban más entrenamiento, sin renunciar a estos comienza a buscar otros posibles aliados, tirando de la bitácora de Marvel y trayendo de vuelta a personajes como John Garret (agente de SHIELD que conocimos en Elektra: Asesina, de Frank Miller) y a Seth Waters, que hizo su aparición inaugural en Cable #58 de Joe Casey, Ed McGuinnes y José Ladrönn.
De este modo, Hickman ya hacía gala de ser un autor que si bien siempre llevaba la historia por donde quería, poniendo a los personajes al servicio de la misma y no al revés, gustaba mucho de utilizar conceptos e ideas que hundieran sus raíces en épocas pasadas del Universo Marvel, aunque simplemente fuera para darle un poco más de interés y prestigio a las mismas.
Pero no acaba ahí la historia que cuenta este tomo. Y es que, debemos recordar que Phobos, el Dios del Miedo, reencarnado en una versión infantil, forma parte del equipo de los Guerreros Secretos de Nick Furia, alejado de su padre, Ares, Dios de la Guerra.
A su vez, Ares es uno de los Vengadores Oscuros de Norman Osborn, por lo que padre e hijo están llamados a enfrentarse, lo que además resulta inevitable toda vez que Ares pretende recuperar a Phobos, quien había escapado de él.
Lo que podría haberse traducido en explosiones, fuegos de artificio y acción desenfrenada (aunque de eso también encontramos aquí), es en manos de Hickman otra oportunidad más para que las mentiras, las conspiraciones y los juegos de poder, entre SHIELD, HAMMER, e incluso el Olimpo u otros panteones, resulten las verdaderas protagonistas de la obra.
En cuanto al dibujo este recae principalmente (a excepción del especial Dark Reign: The List dibujado por Ed McGuinnes) sobre Alessandro Vitti, autor italiano que dota a los personajes de una gran expresividad y que convierte la lectura en ágil y fluida, llevando a este cómic a un terreno más cercano en cuanto a lo gráfico a la BD o al cómic independiente (del que venía Hickman) que al cómic superheroico más tradicional, si bien el ilustrador mencionado no había trabajado en dichos mercados.
Sin duda, una obra que no debe de faltar en vuestra estantería.
Lo mejor
• Jonathan Hickman toma las riendas de su serie, llevándolo por dónde quiere.
• El dibujo de Alessandro Vitti.
• Que funcione tan bien el juego de poder conjunto entre el Olimpo, HAMMER y lo que queda de SHIELD.
Lo peor
• Algunos personajes no terminan de despegar ni de resultar carismáticos por sí mismos.
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 7.5
7.7
Entretenido
Jonathan Hickman, Alessandro Vitti y Ed McGuines hacen suya esta obra de espionaje, acción y subterfugios.