Un aullido más
«Si caigo, mi carga recaerá sobre ti. El miedo del buen hijo será la guerra del padre. Mi honor, Alexander. Mi honor exige que se hagan preguntas. ¿Por qué me mataron?»
Guerreros Secretos comenzó como una colección que contaba las aventuras del grupo de operaciones encubiertas que Nick Furia creaba, desde las sombras, para parar la Invasión Secreta Skrull antes de que ésta fuera un problema (lo que ya sabemos cómo terminó).
Sin embargo, con el paso de los meses, aquella colección ambientada en la época de Reinado Oscuro evolucionó según fue decidiendo su guionista, y de Guerreros Secretos en muchas ocasiones solo tenía el nombre. Sí, por supuesto que en cada tomo sabemos algo más de J.T., Daisy, Yo Yo, Eden, Muro de Piedra, Druida, Phobos y compañía, pero en muchos números, los Guerreros Secretos ni están, ni se le esperan.
Ello no es algo ni mucho menos malo. Y es que esta colección podría haberse llamado simplemente S.H.I.E.L.D. (proyecto que curiosamente también guionizaría Hickman y que iba por otros derroteros) o Nick Furia y sus trepidantes amigos, porque si de algo trataba era de las conspiraciones del espía del parche en el ojo y de su Guerra Secreta contra Hydra, contra la propia S.H.I.E.L.D., contra el gobierno de los EEUU y contra cualquiera que interfiriera en sus elaborados e intrincados planes.
En esta ocasión, Hickman pone el acento en los Comandos Aulladores, aquel grupo militar liderado por Furia en la era pre Marvel que luchó en la Segunda Guerra Mundial y que después por retrocontinuidad fue introducido en el día a día de Marvel Comics. Pero Hickman no viaja a la Segunda Guerra Mundial para contarnos nuestra historia, si no a un pasado muy reciente, uno que se sitúa tres semanas antes de los hechos narrados en el cómic y que nos cuenta cómo Furia lideró a lo que quedaba de aquellos Comandos Aulladores contra una base de Leviatán, base de Hydra que se encuentra enfrentada a sus antiguos socios y amos.
Por tanto, la acción discurre entre esa misión, la última reunión de los Comandos como tal a la que asistió el Capitán América, y el juicio al que Furia y sus hombres se someten en el Senado para explicar sus controvertidas acciones en el territorio chino en el que se encontraba la base de Leviatán.
Además, el cómic comienza situándose a la vez que el Asedio de Norman Osborn a la Asgard de Oklahoma, en el que tangencialmente interviene Furia, y en el que Ares, padre de Phobos pierde la vida. Esto, lógicamente, llevará a Phobos por un camino de venganza que también se nos narra en estas páginas, siendo el final del tomo la vuelta a una misión de los Guerreros Secretos.
El dibujo está dividido en dos partes, tantas como arcos argumentales contiene este tomo. De un lado, tenemos a Alessandro Vitti, un habitual de la colección que dibuja el último asalto de los comandos aulladores, mientras que Mirko Colak hace lo propio con Noche, la saga protagonizada por Phobos y el resto de Guerreros Secretos.
Ambos son dibujantes muy similares, de líneas suaves e influencia europea que llevan a cabo un dibujo fantástico que convierte esta obra en un must en toda regla, no solo para los habituales de Hickman (un Hickman que aquí era primerizo en Marvel) si no para casi cualquier lector que disfrute con las historias de espías y conspiraciones gubernamentales.
Conviene manifestar, que en este punto, con veintitrés números a sus espaldas, a la serie tan solo le quedaban cinco números para cerrar, lo que trastocó los planes de Jonathan Hickman que requerían una serie de largo recorrido de al menos sesenta números que se quedó en más o menos la mitad.
Para cuando se publique esta reseña ya podremos disfrutar del quinto tomo, el último, que recoge este final de fiesta, y podremos juzgar si se trata de un final precipitado o no. Lo que está claro es que en caso que nos ocupa, el del cuarto tomo, tenemos una segunda saga, Noche, que sí que resulta un tanto excesiva en cuanto a la acción que ofrece respecto de aquello a lo que Hickman nos tiene acostumbrados, y ello se debe sin duda a que el autor no tenía apenas tiempo y tenía que condensar mucho más las tramas que tenía ideadas.
Sea como fuere, Guerreros Secretos resulta un gran cómic que no solo recomendaré siempre si no que además, a nivel de edición, cierra el círculo de la publicación de la Marvel de Hickman en tomos de tapa dura, a excepción de su labor en la Patrulla X, muy posterior y todavía inconclusa.
Lo mejor
• Lorem ipsum dolor sit amet – Como Hickman es capaz de construir algo tan nuevo y rico con elementos de una Marvel tan pretérita.
Lo peor
• Se nota cierto atropellamiento de la trama al final del tomo.
Guión - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.5
Épico
Jonathan Hickman, Alessandro Vitti y Mirko Colak continúan la colección basada en las conspiración de Nick Furia.