En 2024, el acuerdo de colaboración entre Panini y la distribuidora SD no solo se ha consolidado sino que ha evolucionado con algunas novedades interesantes. La primera de ella es la publicación de los Marvel Limited Edition (MLE) en tapa blanda como en el caso de los Campeones. Otro tipo de novedad ha sido la publicación de material moderno de Marvel. Y digo moderno sabiendo que ya existía la línea MLE 90 en la que se habían editado cosas como el Namor de John Byrne o el Motorista Fantasma/Espíritus de Venganza de Howard Mackie. Sin embargo, el cómic del que hablamos hoy es un animal completamente distinto: la recopilación completa del trabajo realizado en Marvel (la Marvel de Joe Quesada/Axel Alonso sería más adecuado) ya en el siglo XXI.
Por si acaso algún lector no le ha echado un vistazo al trabajo de mis compañeros de otras secciones en ZN, Richard Corben es una de las leyendas del cómic anglosajón y falleció en 2020 a los 80 años tras una larga y fructífera carrera. Corben se hizo conocido en el mundo del cómic más underground gracias a sus trabajos para la editorial Warren que ya denotaban una aproximación muy particular a los géneros de la fantasía, el terror y la ciencia-ficción. Trabajó para la revista Heavy Metal y creó personajes propios como Den, en cuyas historias tenemos un compendio de lo característico de Corben: mezcla de géneros, un medido uso de la violencia, figuras humanas exageradas sin llegar a lo cartoon, abundantes recursos narrativos incluyendo pasajes en prosa y una desvergonzada explotación sexual de sus personajes (el protagonista en Den se pasa casi todo el cómic completamente desnudo). Al igual que otros mitos del cómic independiente, Corben fundó su propia editorial en los 70, Fantagor Press, pero la necesidad de obtener unos ingresos regulares le acabaron llevando a finales del siglo XX a colaborar con editoriales mainstream como Dark Horse, IDW, DC o Marvel.
En la Casa de las Ideas, Corben realizó una serie de trabajos cortos que son los que integran el tomo de esta reseña: Banner 1-4, Cage 1-5, Punisher: The End y Ghost Rider 6 y 7 USA. No es mucho, apenas 300 páginas, pero sin duda permite a nuevas -y no tan nuevas- generaciones de lectores apreciar el talento de un artista con una personalidad propia rara vez visto en alguna de las grandes editoriales. Dicho esto, y antes de pasar a comentar brevemente cada uno de estos trabajos, decir que la estrella en estos cómics es Richard Corben, no solo por su talento, sino porque claramente los guionistas intentan amoldarse a él dando como resultado historias bastante flojas en general por lo que a guion se refiere.
Con Banner, Corben se reunía con el escritor Brian Azzarello, con quien ya había hecho buenas migas en una historia de Hellblazer y con el que repetiría en la miniserie de MAX dedicada a Luke Cage. Banner se lee a la vez como “la última historia de Hulk” pero también como un relato intemporal, sin un asidero con la continuidad del personaje post-Peter David. Hablamos de un relato muy básico en el que el Hulk salvaje huye del acoso de Trueno Ross (como en los cómics del personaje de los años 70). Varios personajes de la galería de secundarios de Hulk aparecen en el cómic pero pocos (Doc Samson) con cierta trascendencia argumental. Lo más interesante de esta miniserie de 4 números es el final, con ese Bruce Banner intentando suicidarse y que es difícil ver con ojos “inocentes” tras el Inmortal Hulk de Al Ewing.
Para quien escribe, el mejor de los relatos incluido en este tomo es claramente la miniserie de 5 números Cage dentro de la línea MAX. MAX, que sigue existiendo como sello dentro de Marvel Comics, fue uno de los inventos de Quesada y Alonso para escapar de la alargada sombra del Comics Code. Dentro de esta línea, cuyo gran éxito sería el Punisher de Garth Ennis (sin olvidar Alias de Brian Michael Bendis), los autores podían contar sus historias supuestamente sin ninguna traba en lo que respecta a representaciones de sexo, violencia, palabrotas, etc. En Cage, Azzarello desarrolla una trama que comienza con el héroe investigando el asesinato de una joven y acaba con una guerra de bandas. Esta historia tiene lugar antes de la “reinvención” del personaje por parte de Bendis por lo que el tono de la misma bebe mucho de la tradición blaxplotation que vio nacer al propio Luke Cage. Un relato muy entretenido aunque un tanto superficial en lo que a la psicología del personaje se refiere, más allá del carisma que guionista y dibujante consiguen hacer que transmita.
El one-shot Punisher:The End es Garth Ennis intentando apelar a los puntos fuertes de Corben y fracasando en el intento con una historia muy aburrida en la que Frank Castle sobrevive a un apocalipsis nuclear y viaja a un refugio en Nueva York para lidiar con una panda de psicópatas. Sin gracia, sin apenas acción, sin nada que aportar o decir sobre el personaje, este cómic solo tiene como reclamo el dibujo exagerado de Corben.
Por último, algo casi anecdótico, dos números de la etapa de 2006 del Motorista Fantasma capitaneada por Daniel Way. Lo más interesante de esta etapa era el regreso de dos artistas clásicos del Motorista, Javier Saltares y Mark Texeira, porque los guiones de Way son flojos, flojos. En estos números se centra principalmente en un enfrentamiento (mas dialéctico que otra cosa) entre Johnny Blaze y Satan, con mucho salto temporal que confunde al lector y no aporta nada al conjunto.
Corben ya había cumplido los 60 cuando acometió estos trabajos. Su trabajo es fácilmente reconocible, con sus personajes que parecen achaparrados y con musculaturas imposibles. Sorprende la capacidad de Corben de dibujar unos ojos tremendamente expresivos y de mezclar lo grotesco con el realismo de una manera única. A destacar las portadas para la miniserie de Cage, en la que el dibujante integraba el título con la imagen a lo Will Eisner en The Spirit.
Este volumen es una buena forma de recordar el trabajo de una leyenda del cómic y solo lamento que las historias no hubieran tenido más enjundia y haber conseguido, así, que el trabajo de Corben brillara más allá de los aspectos formales. Una iniciativa que esperemos se repita con otros autores y etapas más modernas de Marvel.