No siempre que se tiene un producto cultural entre las manos se valora el esfuerzo y trabajo dedicados a ese producto. Puede ser una mala película, un mal libro, pero siempre hay algo que valorar. Especialmente si el trabajo es grupal aunque el mérito se lo lleve una persona.
Incluso si no has leído o visto nada de ese autor, es interesante asistir a una clase magistral donde te explique su método de trabajo, la complejidad del camino para llegar al producto acabado. Esto me pasó en este último Salón del Manga. Por problemas de horarios, solo pude asistir a la clase magistral de Kengo Hanazawa, autor de I am a Hero. Personalmente no poseo aún ningún tomo de la colección, pero eso no quitaba que sintiera curiosidad en qué podía explicarnos el joven maestro, especialmente después de las buenas vibraciones del año pasado con la masterclass de Shintaro Kago. Conozco por encima el argumento de I am a hero, pero no era condición sine qua non para disfrutar de la forma en que encara el trabajo. Hace pocos días publicábamos una entrevista con el autor gracias a su visita al XX Saló del Manga de Barcelona, por lo que ahí podéis conocerlo algo mejor a través de nuestro compañero Oriol Estrada. Hace más de un año, Raúl López publicó una reseña de los dos primeros tomos de su obra actual que le ha llevado a ser conocido fuera de Japón. Vamos a intentar reflejar lo que dio de sí esta demostración del trabajo de Hanazawa:
El primer aspecto que abordó Hanazawa es la planificación de la página a dibujar. El autor reconoció que trabaja muy poco en el storyboard previo por falta de tiempo, muy poco detallado. Es de la opinión que hay grandes obras de dibujo simple, por lo que da más importancia al guión. Curiosamente, estamos delante de una obra con un arte muy detallado y cuidado. Tras un dibujo preliminar a mano, recurre al ordenador para colocar las tramas, sombras, bocadillos digitales y onomatopeyas. Personalmente me sorprendió porque creía que los bocadillos y las onomatopeyas eran trabajo «analógico».
Posiblemente, el proceso más arduo de planificar la historia por parte de Hanazawa es la de involucrar todo su equipo para recrear las viñetas previamente a su dibujo. Efectivamente, el mangaka realiza un sinfín de fotografías a sus ayudantes (y a él mismo) en las más variadas posiciones para recrear las escenas que luego dibujará. Cada viñeta puede necesitar de más de una fotografía, especialmente las grandes o las páginas dobles. Si es el caso, fotografía a sus ayudantes en las varias poses, combinándolas de forma unitaria dentro de la misma viñeta. No solo fotografía personas, cualquier objeto susceptible de poder incorporarse a la viñeta pasa por el objetivo de su cámara, como por ejemplo un puente o un coche. Así, a modo de collage, va añadiendo todos los dibujos resultantes de imitar las fotografías as las partes que componen esa viñeta. Este complicado método de trabajo es repetido para cada viñeta de cada página de cada tomo de su obra. Esto lleva a una sensación de hiperrealismo en una historia de ciencia ficción sobre unos seres que no existen (¿verdad?), incluyéndolos en un escenario creíble, palpable, reconocible. Viendo este proceso, a uno se le pasa por la cabeza que la editorial de Hanazawa podría editar un artbook con fotos seleccionadas del proceso de creación de viñetas junto con las viñetas finalizadas, transmitiendo la dificultad, perseverancia y obsesiva rutina para conseguir el mejor resultado.
Para conseguir estos resultados, usa el programa Comic Studio, que le permite estar encima de los muchos detalles que debe cuidar para conseguir un resultado satisfactorio. Sombras, reflejos, focos de luz, volumen,… La tecnología le permite reducir el trabajo de una semana en unas cuantas horas en caso de hacer una doble página, por ejemplo. Este ritmo de trabajo le permite hacer unas 16 páginas a la semana, junto con sus ayudantes. Es un ritmo de trabajo bastante alto, aunque no permite relajaciones porque la revista donde se publica el manga, Big Comic Spirits de Shogakukan, tiene una periodicidad semanal, albergando capítulos de aproximadamente esas 16 páginas. También pudimos ver los utensilios con los que trabaja, especialmente la G-pen con la que trabaja y otras plumillas como podéis ver en las fotografías.
La charla de Hanazawa se fue alternando con preguntas del público, para así ir recabando cuestiones o impresiones sobre lo que iba contando. Algunas de ellas versaron sobre los zombies. El autor comentó que salen de su imaginación, pero que también se toma muy en serio los acontecimientos que ocurren después de la vida: la putrefacción del cuerpo, las partes que antes se deterioran,… En este sentido, consultar con profesionales le permitió descubrir qué sentidos se deterioran antes cuando cesa la vida. Por eso, los zombies de I am a hero tienen mala vista pero buen oído, ya que este es el sentido que mejor aguanta una vez el cuerpo ha muerto.
Hanazawa, atento a la traducción de Marc Bernabé de sus palabras como respuesta a un aficionado.
Hasta ese momento, la masterclass había discurrido con el soporte fotográfico creado anteriormente para ir desglosando el método de trabajo del autor. Una colección de fotografías recopilada en una especie de Powerpoint o similar. Pero llegados a este punto, Hanazawa dejó la informática y cogió las herramientas de dibujo. En breves minutos brindó a los asistentes un dibujo de un personaje masculino.
Empezó dibujando las gafas, hecho que le permite modelar la cara, sus medidas,… Continuó rotulando el perfil del rostro, la boca y la nariz. Los ojos, las cejas y la gorra tuvieron su turno. Una vez acabado la base del dibujo, rellenó negros de cejas, ojos y gafas. Precisamente con las gafas empezó a explicarnos las decisiones del punto de luz, sombras y reflejos, condimentado con varias preguntas de los asistentes. Hanazawa se mostró atento a las preguntas del público, dirigiéndose directamente al aficionado buscándolo entre el público desde su posición.
El mismo Hanazawa quiso tener un detalle con el numeroso público que había asistido a su masterclass queriendo sortear su improvisado dibujo entre uno de los asistentes, tanto los que estaban dentro de la zona de Escuela Joso como los que se agolpaban en sus inmediaciones. Fue un punto imprevisto ya que creemos no estaba en el guión. Como que todos los asistentes hubiésemos querido esa lámina, el propio autor improvisó el método del juego de piedra papel y tijera (jankenpon en japonés) entre el público. Así, todos los asistentes y él mismo sacábamos una opción entre las tres a la vez, yendo eliminando todos los que perdían. El juego fue bastante rápido y ameno hasta que hubo una ganadora, con la que el autor japonés se fotografió junto a la lámina.
Todos (¿?) participando del juego, pero solo podía haber un(a) ganador(a)!
Finalizado el juego, se procedió a dar por concluida la clase magistral. Hanazawa se dirigió al público agradeciendo su presencia y deseando que algún día, mediante el trabajo, puedan llegar a ser autores de manga. Por lo general fue una buena clase magistral, especialmente en el apartado de desglose de su forma de trabajar el día a día de crear un manga de éxito. Su trazo fotográfico nos entrega un mundo reconocible donde insertar elementos fantásticos o inexistentes de forma natural, haciendo la amenaza más creíble y el miedo más cercano. Comparándolo con la del año pasado, Hanazawa se centra más en enseñar diapositivas que en dibujar, mientras que Kago hizo todo un despliegue de trabajo delante de nuestros ojos. Lo importante es que hemos aprendido más de su método de trabajo y conociendo algo más al autor, viendo que es de carne y hueso, y no solo un nombre en una portada.
Wow! Que interesante y que suerte tienen los que pudieron asistir, ojalá y algún día se pueda hacer algo así en México.