Mata a tu novio: La futilidad del «haz lo que quieras»

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Edición original: jun. 1995; Vertigo (DC Comics).
Edición España: I Norma Editorial (jun. 1998); II Planeta DeAgostini (may. 2010).
Guión: Grant Morrison.
Dibujo: Philip Bond.
Entintado: D’Israeli, Philip Bond.
Portadas: Philip Bond.
Color: Daniel Vozzo.
Rotulista: Ellie De Ville.
Precio: Publicado junto a El misterio religioso; 13,95 € (Cartoné, 144 páginas).

 

Argumento: Un buen día, una joven adolescente inglesa se harta de su vida de ciudadana anodina si más, se enamora de un joven vándalo irresistible y –tras matar a su propio y aburrido novio en una experiencia catártica– ambos se embarcan en un viaje a ninguna parte a todo lo largo y ancho de Gran Bretaña con una única regla: haz lo que quieras.

En junio de 1995, tras haber publicado ya en DC Comics títulos como Sebastian O o Mystery play, y una vez comenzada la que hasta ahora es su obra cumbre –Los Invisibles– Grant Morrison decide ejecutar un número único que posiblemente constituya el trabajo más accesible de su carrera. Trabajo que, por otra parte, cobra pleno sentido si se analiza su trayectoria como autor.

Pongámonos en situación: Mata a tu novio es una obra sin excentricidades sobre dos vándalos sin objetivo que, al más puro estilo Bonnie y Clyde se dedican a hacer lo que les viene en gana. No hay psicodelia, no hay lisergia, no hay voluntad de trascendencia, ni referentes culturales sincréticos ni nada de nada. Lo único que tenemos es un cómic destroyer, aparentemente hermano pequeño y algo tonto de Chuck Palahniuk o Michel Houellebecq. Y así podría quedarse si no hubiera ciertos detalles significativos.

Tal vez el primero de ellos sea la clara voluntad de Morrison de adscribir la obra a la sátira. En efecto, la peripecia que se nos narra intenta en muchas ocasiones ridiculizar y poner notas de humor en la trama, claramente presentes cuando se nos muestra al grupo de artistas contraculturales con mucha verborrea pero poca gana de llevar a cabo sus parrafadas. Uno piensa en lo que Morrison ha hecho otras veces, piensa en Asesinos natos o en Funny Games, y luego ve esto… y algo no cuadra. Podría haber hecho algo más potente; otras veces lo ha hecho; y pareciera como si deliberadamente esta vez no hubiera querido.


Bonnie & Clyde de
principios de los ’90

En segundo lugar cabría destacar un detalle del que me he percatado en una segunda relectura: nunca conocemos los nombres de los personajes principales (que se insinúa que podrían ser hermanos) y si es así, casi nunca se citan… como si fueran abstracciones que identificaran a todo adolescente rebelde –e impresionable– que precisara de una catarsis freudiana como es matar al propio novio onanista y soso para desencadenar una avalancha de deseos prohibidos y romper las normas sociales; toda ménade desatada hasta la perdición en su enamoramiento del chico malo de turno. Además la historia está contada en primera persona y, aunque el tiempo empleado es el presente y hay abundantes rupturas de la cuarta pared, claramente la protagonista nos habla desde el futuro (y no tenemos claro que ese futuro sea el que veíamos al principio del cómic). Ambos recursos –el personaje anónimo, el narrador protagonista– suelen emplearse cuando se desea centrar la atención en las ideas del tebeo, desproveyendo a las propias creaciones de personalidad y favoreciendo así la trascendencia. En efecto, el lector no recordará los nombres, sino sólo lo que ha visto. Pero nuevamente… ¿tanta carga de profundidad hay aquí como para necesitar algo así? ¿no es pasarse un poco?

Para colmo, se diría que el apartado gráfico a cargo de Bond –futuro habitual colaborador de Morrison– ahonda en esa pátina cómica y ligera que se le imprime al tebeo con un dibujo popero y desenfadado basado en la línea gruesa y en la exageración expresiva algunas veces casi cartoonesca. Todo ello apoyado en un coloreado plano, luminoso y vivo, y en una composición de página a base de viñetas regulares cuadragulares (5-7 por página) que juega al despiste… no es complicada, no es difícil de entender, pero aún así juega a la rebeldía: bocadillos que se salen, imágenes sobre la página sin encuadrar y ausencia de retícula (es decir, que las viñetas se niegan a alinearse como si fuesen iconos en un escritorio sin orden). Curioso, curioso… aparentemente complejo y rebelde; vacío y predecible cuando se procesa un poco…


El apartado gráfico de Mata a tu novio

… complejo, rebelde, vacío, predecible, satirizado ¡un momento! ¡Eureka! La razón que tiene este tebeo para poseer esa factura es que, en mi opinión, Morrison no está ensalzando el nihilismo nietzscheniano de sus personajes sino todo lo contrario, como demuestra ese epílogo del rebelde convertido en burgués de clase media (todo un palo para el mayo del 68 francés) y la imagen que ofrece de esos artistas contraculturales de los que hablábamos antes, contradictorios y cobardes a un tiempo (eso por no hablar de hipócritas y fariseos).

Y es que para mí, después de pensarlo no podría estar más claro. Muchas veces la obra de Morrison se tacha de nietzscheniana; y ésta pareció ser la prematura respuesta –o declaración de intenciones– del autor al respecto: ése «haz lo que quieras» que decía V, ese «egoísmo irracional» –como lo definió Ayn Rand– sólo lleva a la destrucción y al caos. Puede ser divertido, puede ser fascinante, pero jamás será lo suficientemente consistente más que para niñatos beatniks impresionables. Sin un orden, sin una voluntad de trascendencia y un plan de futuro, cualquier movimiento revolucionario se extingue en la deflagración de su propia llama; consumido por la perversión ideológica que permite a un tiempo su propagación y su éxito. Para hacer la revolución, sentencia Morrison, hay que tener alternativa. Y yo digo, amén.

Pero ésta, por descontado, es mi lectura… ¿cuál es la vuestra?

Enlaces recomendados

Mata a tu novio en la Wikipedia en inglés y en Comic Book Database. Además, también tenéis un magnífico artículo dedicado a este cómic en la chilena ergocomics.

Páginas web oficiales del guionista Grant Morrison y del artífice del apartado gráfico, Philip Bond. Acerca de éste último decir que, como viene siendo habitual últimamente, tiene cuenta en Flickr, MySpace, Vox y otras cuantas, accesibles desde el los Links de su página. Por cierto, que además de esa web principal, también tiene otra. Presencia en la red, desde luego, no le falta. Además, no os perdáis el especial Grant Morrison, al detalle escrito por Enrique Ríos para esta misma web. Una completa biografía que os dejamos aquí: Parte I y Parte II.

Reseñas en Zona Negativa de Animal Man, Doom Patrol, Kid Eternity, Sebastian O, El misterio religioso, Los Invisibles, Flex Mentallo, El Asco, Seaguy, We3, Vimanarama y Joe el Bárbaro.

Última actualización de este artículo: 26 de marzo de 2013

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Miguel Rodríguez
23 mayo, 2008 9:54

José, eres una máquina! 😛

Cannonball
23 mayo, 2008 10:15

Para mi, simplemente, es la propia naturaleza iconoclasta (por dadaista) de Morrison, que se expresa mediante un rechazo a los artistas que le precedieron XD

Josep Oliver
23 mayo, 2008 10:20

A mí no me gustó nada. Pero ahora que lo dices, ¡han pasado 10 años desde que se publicó! 😛

Cannonball
23 mayo, 2008 10:34

>>¿o expone satirícamente un vitalismo dadaísta sólo para reírse de él y tacharlo de descerebrado al tiempo que lo condena al fracaso?

Es que eso es dadaismo puro y duro XD

Cannonball
23 mayo, 2008 10:40

>>¿qué sentido tendría hacer esta apología de la revolución tan barata y simple, si ya había empezado con Los Invisibles?

Porque si «los Invisibles» es el manual de la revolucion «Mata a tu novio» es una critica a los falsos principios revolucionarios de los beatniks quinceañeros

Cannonball
23 mayo, 2008 10:53

Ey, me he debido expresar mal, porque yo tampoco considero «Mata a tu novio» dadaista, sino iconoclasta

Phantomas
Phantomas
Lector
23 mayo, 2008 11:05

«Otra cosa es que sus personajes principales sean unos nihilistas con tendencias dadá.»

Cosa que básicamente, son todos los adolescentes…

Sin tiempo, sin tiempo…

Cannonball
23 mayo, 2008 11:14

y algunos adultos XD…

Cannonball
23 mayo, 2008 11:17

¿Enigma, tal vez?

Cannonball
23 mayo, 2008 11:25

y, sin desvelar mucho, para dejar algo para la semana que viene, ¿te gusto?

Cannonball
23 mayo, 2008 11:45

Bueno, esta semana le doy una relectura, que tengo a «The Extremist» muy olvidada… aunque cualquiera encuentra la caja en la que esta XD

Lecram
Lecram
23 mayo, 2008 12:36

Me parece que es una historia de crítica, como bien decis aquí, una historia de crítica a los sueños que tienen los jóvenes. Esos sueños muy idílicos que si no son frenados a tiempo pueden desembocar en una catastrofe.

Como bien ocurre al comparar a la madre con la hija. Es una comparación que existe durante toda la historia. La madre, al igual que la hija, también tuvo una juventud loca. Fruto de la cual trajo al mundo a un hijo que se rebeló contra todo sistema y llega a ese final.

Un final muy revelador. En fin, es una locura genial de un guionista que se le fue la pinza en esta historia de jóvenes. Recomiendo que se aborde la lectura con la mente abierta ya que sorprende a cada página.

Phantomas
Phantomas
Lector
23 mayo, 2008 12:56

Malditos, me poneis los dientes largos con The Extremist (que por otro lado le he pedido a mi mujer que haga arqueología -también le he dado la página que enlazo Cannonball y la de dreamers que también la tiene- para que me la regale por mi cumpleaños…

Y lo del tiempo lo decía por mi y por hoy, aunque veo que no soy el único, 🙂

PD: a mi Enigma no me gustó

Cannonball
23 mayo, 2008 13:01

¿ni si quiera los dibujos de Fegredo?

jp
jp
23 mayo, 2008 19:14

Este fue el primer comic de Vertigo que compre, cuando tenia 14.
Y me entretuvo bastante, justamente por no ser un comic muy pretencioso pero con ideas muy claras.

Nunca lei una reseña hacia el hasta ahora…
Gracias

sputnik
sputnik
Lector
24 mayo, 2008 5:01

Leí la reseña, vi las vueltas que le estáis dando al tema del «dadá» (algo a lo que en pricipio no hay que dale vueltas) y demás, y me dio por releer el cómic.
No me parece que haya que ser tan rebuscado. Tanto ahora como la primera vez que lo leí me quedó claro que era un cómic sobre la adolescencia, sin apología ni crítica. Simplemente una metáfora (oigs) de lo que se siente en esa época de la vida.
Bien hecha, con cositas por aqui y allá (la crítica a los artistas «destroyer» en un cómic de un artista «destroyer», por ejemplo) que tampoco es que sean nada del otro jueves.
Un buen cómic, vaya. Mucho mejor que su contemporáneo (más pretencioso, olvidado)casi hermano, «girl».