Mátame

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Edición original: Murder me dead #1-8 (El Capitan Books, 2000-2002).
Edición nacional/ España: Mátame (La Cúpula, 2005).
Guión y Dibujo: David Lapham.
Color: B/N.
Formato: tomo rústica 256 págs.
Precio: 11’95€.

 

En 1996 un desconocido de nombre David Lapham irrumpe con fuerza en el panorama independiente con una serie fresca y rotunda. Balas perdidas regresa sobre los tópicos del noir desde una perspectiva finisecular, restituyendo las esencias gastadas por décadas de ejercicios de estilo más o menos afortunados. ¿La fórmula? Una libertad infrecuente para la creación y desarrollo de personajes y de situaciones en localizaciones y espacios temporales cambiantes, sin ataduras con los clásicos del género. Publica en su propio sello (El Capitan Books) y la crítica le avala. Gana un Eisner y es candidato a varios más. Diez años después la serie está muerta, con un capítulo final que nunca llega y el autor alquilando mercenariamente sus habilidades al mejor postor. Lapham ya no es el jovenzuelo que prometía comerse el mundo, sino alguien de quien se empieza a pensar que tal vez se le han concedido demasiadas oportunidades.

Fácil se explica cómo se llegó a ese punto si tenemos en cuenta que, a pesar del empeño de su autor, que dejaba en ella lo mejor de sí, Balas perdidas, una vez pasada la novedad, languideció en las listas de venta. Lapham se vio forzado a repartir su tiempo y talento en otros proyectos que, si bien no mermaron, en un principio, la calidad de su obra predilecta, sí palidecían ante ella. Es decir: en sus nuevas empresas Lapham defraudaba una y otra vez a los lectores de su obra magna, sin ganar a cambio un público diferente y más numeroso.

Mátame, publicada originalmente en ocho cuadernos entre 2000 y 2002, es uno de esos intentos mencionados.

Ahorcada del ventilador del techo en su lujosa casa de Hollywood. Así es como Steven Russel encuentra a su esposa, con una nota de suicidio en su bolsillo en la que se lamenta por tantos años de tristeza y dolor. ¿Un suicidio? Así lo considera la policía. Sin embargo, la poderosa familia de la fallecida tiene otra teoría al respecto y está resuelta a que Steven pague por su crimen.” [de la contraportada]

En seguida se aprecia que Mátame tiene un argumento más peliculero, tributario de la era dorada de Hollywood. El propio Lapham cita en la introducción las cintas que le influyeron: El enemigo público (W.A. Wellman, 1931), El halcón maltés (J. Huston, 1941), El tercer hombre (C. Reed, 1949), Encuentros en la noche (F. Lang, 1952), El extraño amor de Martha Ivers (L. Milestone, 1946), Gilda (C. Vidor, 1946), Manos peligrosas (S. Fuller, 1953), El beso mortal (R. Aldrich, 1956), etc. Entre los escritores de novela negra menciona a James M. Cain (El cartero siempre llama dos veces), Jim Thompson (El asesino dentro de mí) y Dashiel Hammett (Cosecha roja). Estas deudas, esta sumisión al homenaje, convierten a Mátame en un producto más convencional de lo que debiera, en uno de esos ejercicios de estilo que comentaba en el primer párrafo. Hecha esta salvedad, que no es despreciable, las 250 páginas de que consta la obra están llenas de los atractivos que esperamos en un producto canónico de serie negra: la femme fatale, el amigo que no es tan amigo, la víctima, el protagonista que se ve envuelto en el fregado, el investigador corrupto, la familia poderosa, etc.

El aparente suicidio de la rica dueña de un club desata las turbias pasiones propias del género
El aparente suicidio de la rica dueña de un club desata las turbias pasiones propias del género

Lapham construye con estos ingredientes un relato adictivo, con tensos “continuarás” al final de cada episodio. Si en Balas perdidas observábamos la rígida plantilla de cuatro filas y dos columnas a que se sometía voluntariamente, con magníficos resultados, aquí el autor se permite otras disposiciones: normalmente mantendrá las cómodas cuatro filas -eficaces para aportar mucha información por página- pero experimentará a placer con las columnas, incluso con las splash-page. En el último capítulo, la resolución del misterio (en flash-back) se hará en planchas con dos grandes viñetas. El estilo de dibujo es muy similar al de Balas perdidas, aunque -curiosamente- los personajes resultan físicamente menos convincentes, como si en la primera estuvieran basados en vecinos y amigos y aquí las referencias fueran estrellas de cine.

Al final, la naturaleza de cada uno de los protagonistas le conducirá a su ineludible destino”, explica Lapham en el texto que prologa el volumen. Y este es, definitivamente, el problema mayor de Mátame: el “ineludible destino” está, para el lector veterano, dentro de unas coordenadas estables, predecibles aún dentro de su volatilidad aparente, porque han sido exploradas (y explotadas) con anterioridad. Y llegamos a la paradoja de que la historia tuerce por giros inesperados que no lo son tanto. El argumento atrapa por motivos -digamos- “mecánicos”, esto es, creando situaciones de peligro y sospecha, enmascarando con variadas peripecias el hecho de que, si lo pensamos bien, la trama es bastante inverosímil. La lectura resulta muy entretenida, incluso satisfactoria si -como yo- se gusta de estos personajes y escenarios, pero, al fin, poco alimenticia, frugal. En todo caso, como se ha dicho, muy lejos de lo alcanzado en Balas perdidas.

Mátame está publicada en español por Ediciones La Cúpula en un único volumen en rústica.

  Edición original: Murder me dead #1-8 (El Capitan Books, 2000-2002). Edición nacional/ España: Mátame (La Cúpula, 2005). Guión y Dibujo: David Lapham. Color: B/N. Formato: tomo rústica 256 págs. Precio: 11'95€.   En 1996 un desconocido de nombre David Lapham irrumpe con fuerza en el panorama independiente con una…

Review Overview

Guion - 5
Dibujo - 7
Interés - 6

6

Valoración global

Un interesante relato de serie negra por el creador de 'Balas perdidas', David Lapham.

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Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
20 octubre, 2014 12:29

No tengo muy fresco este tebeo. Me lo compré (y leí) cuando salió, y si es del 2005 pues ya ha llovido desde entonces.

Pero no me parece un mal tebeo ni mucho menos. O, al menos, el recuerdo que guardo es de haberlo disfrutado. Lo que pasa es que si lo comparamos con Balas Perdidas, pues claro, sale perdiendo claramente.

Jo. Ahora me han entrado ganas de pegarle una relectura.

PD: Agrafojo; ya me he leído Los Mercenarios de Carrillo. Simple, sí. Anticuado para los estándares de hoy, también. Pero de lo más entretenido. Lectura de evasión pura y dura. Y sin complejos. Un tebeo de aventuras de los de antes, con su héroe noble, gallardo y viril con un puntito canalla, unos enemigos de lo más rufianesco, unos camaradas de eterna lealtad y una heroína de armas tomar y que es de las que tienen «de dónde agarrar» (esa es otra; las mujeres que dibuja Carrillo están de muy buen ver pero poco tienen que ver con las sílfides que son el ideal de hoy día). Vamos; que no es, ni mucho menos, una gran obra pero me lo he pasado bien leyéndolo.

Mr. X
Mr. X
Lector
20 octubre, 2014 12:54

Pienso igual que don Retranqueiro: una historia típica de tíos débiles y mujeres fatales, muy entretenido –como Silverfish-, pero que palidece en comparación con Balas Perdidas.

Elokoyo
Elokoyo
Lector
20 octubre, 2014 15:19

Otro que también se leyó este tomo en su momento y a mí particularmente no me gustó mucho, en el sentido que me pareció un topicazo tras otro, sin aportar nada nuevo.

El dibujo si me gustó bastante y lo recuerdo con algunas viñetas resultonas, pero el conjunto de la obra me decepcionó bastante.

Pero a mí tampoco es que me vayan mucho éste tipo de historias…

Mr. X
Mr. X
Lector
23 octubre, 2014 7:58

Por cierto, acabo de ver que ECC ha actualizado su Próximamente con el Detective comic de Lapham…

Recuerdo que empecé a leerlo hace tiempo y no me gustó nada, y lo dejé, pero es un recuerdo muy distante. No sé si la gente tiene otra impresión.