Edición nacional / España: Melvin 1. Super Sexy Roller, julio 2017, Bang Ediciones.
Formato: 144 páginas a color editadas en rústica.
Precio: 10 €.
¡Melvin! Te engatusará con el contoneo de sus caderas. ¡Melvin! Arrasa por donde pasa. ¡Melvin! El asfalto que pisa es todo suyo. ¡Melvin! Te robará la novia y tú no podrás sino aplaudir de contento. Y así podríamos seguir hasta casi el infinito, pues Artur Laperla consigue que este zalamero conquiste por igual a hombres y mujeres. Semejante macho es lo que se merece, así que todos bailaremos al son del vaivén de su trasero de potro desbocado. Laperla cuenta en el primer volumen de Melvin las hazañas de, como habrás podido deducir, un semental que se dedica a lucir palmito patinando por las calles. Pero claro, semejante desenfreno no puede ser visto con buenos ojos por los agentes de la ley, que harán lo posible para evitar que nuestro héroe ligero de cascos participe en un concurso de patinaje contra Ramona, una pantera negra de armas tomar.
Con semejante premisa quien vaya buscándole dobles sentidos al tebeo se va a dar de bruces contra una realidad que es mejor que cualquier metáfora: el divertimento porque sí. Laperla busca, con todo el orgullo, que sonrías leyendo su tebeo, que trempes y quizá, que te masturbes. Y esas tres acciones son dignas siempre de aplauso. Tanto para quienes las llevan a cabo de manera libre como para quienes las provocan. Pues quien más quien menos busca cierta liberación, cierta alegría, en la felicidad fugaz del onanismo. Laperla lo sabe y con un sentido del humor evidente expresa ciertos deseos que palpitan en el interior de casi cualquier hombre: ser un amante vigoroso, uno que cabalga de cama en cama, de conquista en conquista. Dicen los científicos que la monogamia no es natural, que es un invento para salvaguardar, con razón, la estabilidad de la base de la sociedad, es decir, la familia. Pero claro, que tire la primera piedra el santo que no peque con la mirada y el pensamiento, quien no tranquilice sus ansias con imágenes de nidos ajenos. Laperla lo sabe, Laperla nos provoca e indaga por esa mirilla sin vergüenza alguna. Es más, lo hace con toda la buena voluntad, con toda la alegría citada antes, para el disfrute del lector, para sacarle esa sonrisa cómplice y para sacarle otras cosas. Y hasta aquí puedo leer, como diría Mayra, no sea que me acusen de incitar a tirar abajo casetas de campaña.
Melvin es un entretenimiento rápido, pero no por ello menos pensado. Laperla sabe conjugar la lubricidad de sus encuadres con la voluptuosidad de su gama de colores. ¿Pueden ser la viñetas voluptuosas? Claro que sí. Laperla lo demuestra con un acertado uso del color y de la narrativa, siempre pendiente tanto de sugerir como de mostrar, pero sin caer en lo abyecto. Y si roza lo vulgar, bien es cierto que lo hace desde una perspectiva paródica que lo hace más delicioso si cabe. Y es que de veras que las páginas de Melvin exudan –nunca mejor dicho- un ánimo, un entusiasmo, a la altura del goce que desprenden los actos de los personajes. Y por si fuera poco, el autor sabe conjugar esta lubricidad visual con unos golpes de comedia que aumentan la sensación cómplice de la lectura. Porque, claro, sabiendo en el terreno de idealización en el que juega, Laperla no se toma en serio nada, sacándole el lado más divertido al erotismo, convirtiendo el sexo en algo naif, para nada agresivo.
Risas, sexo, colores, curvas y patines. ¡Hazte el favor de auto-regalarte Melvin!
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Lúbrico y divertido