Edición original: Mercy (DC, 1993).
Edición nacional/ España: Mercy (Zinco, 1993).
Guión: J. M. DeMatteis.
Dibujo: Paul Johnson.
Color: Paul Johnson.
Formato: Tomo rústica 64 págs.
Precio: 750 ptas.
John Marc DeMatteis (Nueva York, 1953), guionista de probada solvencia, ha firmado etapas recordadas de superhéroes como Capitán América, Spider-Man o Los Defensores; tras Crisis en Tierras Infinitas fue el encargado de reflotar -sin demasiado éxito, todo hay que decirlo- las franquicias creadas por Jack Kirby para DC en los ’70: Mr. Miracle, Forever People, The Demon, etc. En comandita con el inimitable Keith Giffen, firmó la encarnación más divertida de la Liga de la Justicia, acompañado por dibujantes como Kevin Maguire, Adam Hughes o Ty Templeton. Por si fuera poco, ha tenido tiempo de centrarse en proyectos más personales como Moonshadow (inédita en España) o Brooklyn Dreams. Tampoco se amilanó ante la moda generada por el llamado desembarco británico (esto es, los talentos de las Islas convocados por el mainstream USA: Alan Moore, Neil Gaiman, Peter Milligan, Grant Morrison, Garth Ennis, etc.) y probó suerte en el «cómic adulto» con títulos más o menos afortunados como Blood, un relato sangriento (para el sello Epic) o desgraciadamente fallidos como Mercy (para el sello Vertigo). En este último nos detendremos.
«Joshua Rose está en coma, flotando en alguna parte… entre medio. Ha renunciado a la vida y da la bienvenida al dulce abrazo de la muerte. Pero entonces, en la profundidad de la consciencia perdida, percibe la existencia de un ser llamado Piedad. Y en ese momento, todo aquello en lo que Joshua Rose siempre creyó se hace añicos irrevocablemente.»
[Extraído de la contraportada]
Mercy es un ejercicio pretencioso y huero alrededor de los tópicos más acendrados de la vida moderna (tipo «el dinero no da la felicidad», etc.) condimentado con filosofía sonrojante y enojosa verbosidad; una exhibición de pedantería a la altura (cabría mejor decir: al abismo) del Mundo sin fin perpetrado por Jamie Delano y John Higgins (Vale, quizá no tanto, pero se le aprecian maneras). Hasta su protagonista en coma, especie de versión deslucida del Black Racer de Kirby, cae francamente antipático, con su monocorde soliloquio sobre lo desgraciado que era cuando vivía rodeado de fama, lujo y mujeres, el pobrecico. Mucho mejor flotando en el Limbo, ¡dónde va a parar! Por algo lo llama «el dulce olvido», aunque, paradójicamente, se pase todo el tiempo recordando… ¿cómo si no se iba a enterar de la historia el sufrido lector?
Más grave que la artificiosidad y convencionalidad del discurso es la gratuidad del drama. Difícil dejarse atrapar en los azares del protagonista si este se pasa el rato flotando y observando las cuitas ajenas desde lejos. Joshua Rose se siente poco concernido por las vidas que espía. Incongruente, queriendo fingir desencanto y retratando más bien un berrinche, DeMatteis, para desencadenar el conflicto, necesita echar mano de elementos externos. Así que una vez presentada Piedad, una angelical presencia femenina inspiradora de nuestras mejores voluntades, atribuye nuestros pensamientos abyectos a un engendro despreciable y tentador, oportunista y cobarde, con lo que ya tenemos en liza la eterna batalla entre el Bien y el Mal con tintes cristianos mal digeridos. Es decir: la supuesta hondura del tebeo se reduce a una contienda entre la proba conciencia y el diablillo malicioso de los dibujos animados.
Las bonitas ilustraciones de Paul Johnson, con experiencia en tesituras fantásticas gracias a Los libros de la magia, no bastan para salvar los muebles, ni siquiera cuando evoca la narrativa -y hasta los trucos gráficos- de Dave McKean (Casos Violentos) sobre todo en las escenas hospitalarias. Su paleta no llega a ser tan atmosférica como la de Jon J Muth (Dracula: A symphony in moonlight and nightmares) o Kent Williams (Dime, Oscuro), mucho menos resulta tan creativo y audaz como Bill Sienkiewicz (Stray Toasters, Voodoo Child. La leyenda de Jimi Hendrix). Las pinturas dan un empaque al proyecto que, definitivamente, lo hunde en lo kistch, según la definición del vocablo que acuñara Umberto Eco en el imprescindible Apocalípticos e Integrados.
El más justo mérito de la obra reside en enseñar no como se hacen bien las cosas sino como se hacen mal, aun contando con ingredientes a priori nobles, lo que a veces resulta incluso más provechoso y pertinente. Mercy puede servir para identificar las traidoras añagazas de la sensiblería, la superficialidad, la petulancia y, ¡en fin!, otros horribles espectros de la creación artística.
Edición original: Mercy (DC, 1993). Edición nacional/ España: Mercy (Zinco, 1993). Guión: J. M. DeMatteis. Dibujo: Paul Johnson. Color: Paul Johnson. Formato: Tomo rústica 64 págs. Precio: 750 ptas. John Marc DeMatteis (Nueva York, 1953), guionista de probada solvencia, ha firmado etapas recordadas de superhéroes como Capitán América,…
Mercy
Mercy
2016-01-27
Javier Agrafojo
Guion - 2
Dibujo - 7
Interés - 4
Vosotros puntuáis: 6.46 ( 5 votos)
Totalmente de acuerdo. Infumable y pretencioso. Y ambos adjetivos ya en serio. Que mucho personal porque su nivel lector y cultural no le llega se los adjudica a obras maestras tipo Stray toasters.
El peor comic de DeMatteis y de Vértigo.
Justo el opuesto de «Blood, a tale», que desarmaba por su sencillez, aunque con dos o tres vueltas de tuerca muy buenas que le daban la gracia. Por suerte creo que DeMatteis no ha vuelto a tropezar en la misma piedra.