Hay libros que no se pueden reseñar desde el mismo punto de visto que el resto. Tenemos que tener en cuenta siempre la intención del autor, y hay cosas extraordinarios cuyo interés no es el de crear una obra de arte, ni siquiera alcanzar ciertas cotas mínimas de entretenimiento. Y en esto se basa la gran variedad de manga que existe en Japón: hay entretenimiento, hay obras ambiciosas, hay mangas didácticos o documentales y, como el caso del tomo que voy a comentar hoy, mangas homenaje o recordatorio. Por eso mismo no encontramos a los autores en la portada del libro, sino al final, después de dos epílogos y las notas de traducción. Y no comento esto como una crítica; en cierto modo, es normal. Cuando leemos este libro, cuando lo reseñamos y hasta cuando lo vendemos, los autores están totalmente fuera de la ecuación: lo importante es únicamente el contenido que, aunque pueda parecer a algún despistado propagandístico, es únicamente uno que cumple la función de recordatorio, de servir como crónica de un acontecimiento muy especial para ciertas personas en concreto.
El texto más significativo que podemos encontrar en español de este cómic lo escribió Marc Bernabé hace unos años en su blog, donde cuenta que, sabiendo de la existencia de este cómic, fue al prestigioso restaurante Mibu en Tokio a ver si le podían dar una copia. Los del restaurante, al parecer, no solo se la dieron sino que le invitaron a cenar. Pero más allá de la anécdota, que recomiendo que mejor la leáis de él mismo, comento esto para que nos hagamos una idea de la poca circulación que tenía este cómic. La intención de los propietarios del Mibu cuando encargaron la creación del cómic es muy distinta que la del resto de cómics que se producen en Japón, por lo tanto no podemos hacer una reseña reduciendo nuestros comentarios a si este es un buen o mal cómic, porque, si tenemos en cuenta que los propietarios ni siquiera lo pusieron a la venta, son datos que sobran si tenemos en cuenta la naturaleza del producto.
El cómic cuenta el encuentro entre
Es un cómic muy sencillo, que narra con detalle los problemas y alegrías que pasaron junto a Ferran Adrià y lo que aprendieron el uno del otro. En este sentido, el cómic no es crítico ni pretende contarnos nada más allá del “the good old days”: una versión totalmente edulcorada, llena de lecciones morales que pinta a ambos cocineros como modelos a seguir. Sin duda, este no es el punto fuerte del cómic, y es casi una carga encontrarse a veces con capítulos más pesados donde la cocina no es el centro de atención. Pero el cómic, al final, sirve para encontrarse ante un modo muy distinto de hacer cocina: de cómo la familia Ishida trabaja en su restaurante, de la importancia de respetar la cocina tradicional pero al mismo tiempo renovarla, de la gran labor que realiza la mujer presentando y entreteniendo a los comensales. Mibu-elBulli, que fue publicado originalmente en japonés y español y se repartió a todos los asistentes al evento, es un cómic entretenido e interesante, pero cuyo valor no va más allá de la anécdota.
Guión - 6
Dibujo - 6.5
Interés - 6
6.2
Un manga interesante que nos muestra una manera totalmente distinta de entender la cocina.